Capítulo 7.- Sorpresas
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Segundos, minutos, horas ¿Cuánto tiempo se suponía que debía de pasar para encontrar al doncel? No lo sabían. Desde el momento en que Deidara había golpeado a Sasuke el día de la fiesta, se habían puesto a buscarlo incansablemente a pesar de que no había pasado ni un solo día de que desapareciera pero ¿Eso qué importaba? Cuando la vida de la persona que ha llegado a alojarse lentamente en tu corazón corre peligro. Pero lamentablemente aún no lo encontraban ¿Qué le diría al señor Namikaze? Eso pasaba a segundo plano porque la integridad del doncel era lo más importante
- ¡Dónde diablos estás! - murmuro enojado mientras golpeaba la pared de su habitación con el puño- no debí dejarte ir solo - el temor de perderlo por una estupidez suya agobiaba su ser.
- Pensé que no lo querías, Otouto baka - se burló - jampas te has preocupado por alguien que no seas tú y sin embargo te preocupas por Naruto, eso es algo nuevo en ti.
- ¡Ya lo sé! No importa de qué modo lo vea, no es algo usual en mí, lo único que sé es que lo quiero junto a mí, no lo quiero lejos y mucho menos con otra persona que no sea yo.
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- ¿Dónde estoy? - acababa de despertar, no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior- ¿Sasuke? - nadie le respondió, la luz del amanecer entraba por las grandes ventanas de la habitación, estaba desorientado. Tal vez lo habían secuestrado, o mucho pero, tal vez lo habían violado, se destapó y se encontró con el mismo disfraz que llevaba en la fiesta, suspiró aliviado.
- Veo que has despertado, mi hermoso doncelito – Sasori entró a la habitación lentamente y se sentó en la orilla de la cama – me alegra que nada malo pasara ayer, no podría perdonarme el no haberte salvado.
Los recuerdos atiborraron su mente, de la escena ayer vivida en los baños, un escalofrío recorrió su cuerpo, ayer había estado a punto de perder su virginidad y Sasuke ni siquiera lo había buscado. Al final un desconocido lo salvó de una gran tragedia, pero no era la persona de la que él estaba enamorado y que pensó que lo buscaría ¿Y si de verdad el azabache no lo quería? El iría a la subasta y la persona que lo compraría posiblemente lo violaría, no quería eso, no de nuevo, no quería otra mala experiencia.
- Sa… Sasori-san – la voz le temblaba gracias por cuidarme, pero ya debería de regresar con mi prometido.
- Así que ya estas comprometido – habló con un deje de tristeza. Pero no se rendiría. Tendría a ese doncel fuera como fuera – ¿Quién es? Podría hablarle y decirle que venga a recogerte.
- Etto… no será necesario – su voz era tímida – ¿Podría prestarme su teléfono?
- ¿No me tienes confianza? – preguntó.
- Bien… es Sasuke, Uchiha Sasuke.
- ¡Ese bastardo! – ciertamente ambas familias no se llevaban bien por cuestiones de competencia empresarial. Ya le enseñaría que tan buena era su empresa y que tan bueno era él en cuanto a las relaciones amorosas
- Etto… ¿Qué tienes? – preguntó con inocencia.
- Nada, pequeño. Iré a hablarle.
El doncel permaneció sentado por minutos, esperando la llegada de su nuevo amigo, así que para no aburrirse se levantó de la cama y a paso lento se dirigió a la ventana de la habitación, un extenso bosque rodeaba la mansión, podía respirar paz y tranquilidad, una de las ventajas de no vivir en la ciudad. No se percató de la llegada del pelirrojo hasta que sintió unos brazos rodear su cintura, el aliento del mayor chocaba suavemente con su oreja estremeciéndolo ppor completo.
- ¿Todo bien?
- Extraño a Dei y a Sasuke – murmuró bajito
Sasori sabía que para ganarse el corazón del pequeño,
primero debía de ganarse su confianza.
- Puedes contarme lo que quieras, te ayudaré en lo que pueda- habló, mientras le guiñaba un ojo.
- Gracias Dattebayo
La tarde pasaba tranquila, ya eran las cinco de la tarde y Sasuke aún no había ido por él, tal vez de verdad no lo quería y esas palabras que el azabache le había dicho la vez pasada solo era para el viento.
Con Sasori se sentía a gusto, protegido y querido. Lo quería y mucho. No hacía mucho que lo conocía, era tan raro y a la vez tan cálido el sentimiento que se alijaba en él, cada vez que Sasori le daba una sonrisa o lo abrazaba.
Iban rumbo a la concina, ambos tenían hambre y el pelirrojo lo tentó diciéndole que tenía pastel en el refrigerador, el aceptó con gusto y ambos se dirigieron a la cocina. El ruido del celular del varón sonó terminando con el tranquilo silencio del lugar, era un numero desconocido y aunque usualmente no contestaba este tipo de llamadas. Contestó.
- ¿Quién habla? – preguntó
- Escúchame bien estúpido – gritaron del otro lado de la línea. Sasori sonrió, sabía perfectamente que se trataba del Uchiha – se que tienes a mi esposo contigo, así que no me gustaría tener que mancharme con sangre sucia como la tuya – murmuró enojado – estoy en el portón de tu mansión, así que dile a tus guardias que me dejen pasar antes de que corra sangre.
- Creo que debo decir que Naruto aún no es tu esposo.
- Eso a ti no te incumbe.
- Bien… los portones ya se están abriendo- no escucho nada más que de él, solo el ruido de los neumáticos rechinar y el tono de colgado.
Solo habían pasado 30 segundos cuando escucho como estacionaban un carro frente a su mansión. Ese bastardo realmente estaba loco. A él le tomaban 10 minutos manejar desde la entrada hasta la puerta y eso era un tiempo record.
Tocaron la puerta desesperadamente, Naruto se ofreció a abrir y antes de que pudiera detenerlo el doncel ya se encontraba abriendo la puerta principal.
- Mira hijo de…
- ¡Sasuke! pensé que nunca vendrías, creí que ya no te importaba – murmuró triste. El azabache lo miró para después jalarlo y abrazarlo posesivamente, con sus manos alrededor de la cintura del más pequeño.
- Jamás te dejaría solo – el mismo se encontraba sorprendido puesto que las palabras habían salido por si solas sin necesidad de pedir permiso alguno y sin que el pusiera detenerlas. Pero no se arrepintió de haberlo hecho. Se separaron un poco y pudo ver que Naruto ya no tenía el traje que llevaba en la noche y que ahora solo tenía una sudadera negra muy grande para la estatura del doncel; provocando que se deslizara de un lado dejando ver un acanelado e irresistible hombro y una bermuda azul – ¿Cómo te quitaste el traje? – preguntó no queriendo saber la respuesta.
- ¡Ah!, no podía solo y Sasori-san me ayudo a bajarme el cierre de la espalda – realmente era tan inocente que no se percataba de las verdaderas intenciones de las personas, sin saber que por esto, los celos dominaban al menor de los Uchiha’s.
- ¡Eres un bastardo! – gritó enojado, se dirigió hacia él y sin esperar una respuesta alguna le dio un puñetazo en la quijada ocasionando que el pelirrojo girara un poco la cara por el impacto del golpe, aprovechando el descuido del ojimiel*[1] lo golpeó en el estómago y con unos cuanto más fueron suficientes para que cayera al piso, el azabache quiso seguir, pero unos brazos finos y delgados rodeaban su cintura impidiéndole que siguiera.
- Sasuke… por favor… para – el doncel tenía un poco de miedo, no sabía que Sasuke fuera así y a pesar de lo que había visto se sentía protegido porque sabía que si algo malo le sucedía; Sasuke estaría ahí para protegerlo y ¿Entonces el miedo? El miedo era por el temor de que alguien quisiera hacerle daño a él o a la persona que amaba. Sintió que el mayor ya no estaba tenso, espero a que se girara y al verlo de frente le dio un tierno beso en la mejilla – te quiero tanto – murmuró. El varón estaba visiblemente sorprendido, notó el sonrojo del menor mientras sentía como algo cálido inundaba su frío corazón.
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- ¿Estás seguro de que Naruto estará bien?
- Claro que lo está, ahora que mi estúpido hermano menor está reconociendo que ese pequeño doncel de verdad le importa, no creo que deje que algo malo le pase, los Uchiha’s protegemos con puño y sangre lo que más queremos.
- Eso ya lo sé muy bien – habló con un puchero – yo sé mejor que nadie lo que es salir a algún lado con 20 guardaespaldas siguiéndote.
- Pero lo hago porque te cuido a ti y eres la única persona a la que amo.
- Yo no estaría tan seguro de eso, sé que somos dos.
- ¿Quién dijo eso? Yo solo tengo ojos para ti – habló mientras lo besaba.
- Fue el doctor – trató de ocultar su risa.
- Deberé de matarlo por decir estupideces que no son y que por culpa de eso mi esposo entra en duda, ya verá lo que es ser torturado lentamente – su voz ahora era mucho más tétrica.
- Itachi… espera - vio que el otro se paraba – jajajaja.
- ¿Qué es tan gracioso?
- Que la otra personita a la que empezarás a amar desde hoy es a nuestro hijo – una sonrisa se formó en el rostro de ambos – porque estoy embarazado y ya tengo casi 5 meses – gritó con entusiasmo.
- Es la mejor noticia que tenemos, claro que después de que me dijeran que me casaría contigo – más felicidad no podía caber en sí, su vida era cada vez mucho más hermosa, tomo al rubio de la cintura y lo alzó girándolo en la habitación, al terminar ambos cayeron en la esponjosa cama mientras volvían a besarse con lujuria y pasión.
- Amm… ahh… - gimió – es…pera ahh… Ita…chi
- Me encanta cuando gimes mi nombre – su voz contenía una notable lujuria.
- Ten.. mm… go un regalo ahh… para ti – murmuró sonrojado.
- A mí me parece que tú eres mi regalo
- Déjame ir por él para que te lo dé, pero espérame aquí.
- Bueno pero regresa rápido – vio como el rubio se paraba y salía por la puerta.
Deidara caminaba por toda la enorme “casa de campo”, llegó al estudio, la puerta no estaba del todo cerrada, pensó en abrir pero la voz de una chica le resulto sospechosa así que pegó la oreja a la puerta.
- Si, ya lo sé… ¿podría darme un mes más?... es solo que ayer se excedió un poco con el doncel en el baño y no creo que Sasuke lo aparte de él por lo que sucedió - ¿acaso había escuchado mal? O esa tipa que se hacía pasar como la amiga de ellos tenía algo que ver con la desaparición de Naruto, aún no sabía con exactitud los detalles pero los averiguaría… - bien… entonces gracias por darme más tiempo – escucho los pasos de la chica dirigirse a la puerta, corrió lo más silencioso que pudo, hizo como que nada había pasado y se dirigió al pasillo para ir al estudio.
- ¡Hola Deidara-san! – no entendía como era que podía ser tan hipócrita.
- Hola
- ¿A dónde va?
- Por el regalo de Itachi, ¡Adiós! – gritó al mismo tiempo que corría al estudio, si estaba un segundo más con ella podría jurar que le diría todas sus verdades. Tomó un reloj de plata y se dirigió a la habitación de él, por lo mientras no le diría nada a nadie hasta confirmar sus sospechas.
El enemigo vivía más cerca de lo que se esperaban.
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Después de que ambos salieran de la propiedad de Sasori, Sasuke había llevado al rubio a una zona boscosa, ambos bajaron del auto, apenas atardecía y era realmente hermoso. En el lugar había una gran cascada, simplemente hermosa y más con un atardecer tan bello como el que presenciaban.
Porque aunque ese tipo de cosas le resultaban demasiado cursis,
no estaba por demás experimentar algo nuevo
- Ven vamos por aquí – Sasuke guió al doncel por un pequeño sendero, llegaron a la orilla del río y lo que vio Naruto lo dejó maravillado. Una mesa para dos con lo que podía ser una cena romántica, nunca lo vio venir porque a pesar de que para el azabache eso era demasiado cursi no pudo evitar hacerlo para complacer a cierto ojiazul. Haló una de las sillas y esperó a que el doncel se sentara para acomodarlo.
Porque ver la felicidad de la persona que amas
es el mejor sentimiento que inunda el corazón;
- Sasuke… esto es maravilloso… gracias – murmuró con un notable sonrojo que comenzaba a cubrir su rostro.
con una cálida fragancia, una hermosa sonrisa,
un alegre brillo en los ojos y por sobre todo el amor mutuo.
- Esto y más es lo que tú te mereces, porque todo este tiempo me he comportado como un patán contigo sin darme cuenta de que eres la persona más maravillosa que he conocido – soltó un suspiro – tal vez no sea la persona más adecuada para ti, porque sé que tú tienes un gran corazón y por ello no he de merecerte. Sin embargo no me gustaría rendirme sin haber luchado siquiera, porque para darme cuenta del gran error que cometia tuvieron que separarte de mí, tal vez me había acostumbrado a tu presencia y por eso no me daba cuenta del efecto que causas en mí, pero déjame decirte que eso jamás volverá a suceder.
Porque Sasuke se daba cuenta de que en verdad amaba al pequeño doncel
y jamás quería perderlo por alguna estupidez suya, no de nuevo.
- Pensé que de verdad no me querías – sollozó el doncel – por un momento creí que tú serías la persona que me mandaría directo a subasta pero me equivoque, ahora veo que de verdad puedo confiar en ti. – lagrimas caían de sus azules ojos, ninguna era de dolor, angustia, amargura, soledad, nada de eso, todas ellas eran una clara muestra del amor que le profesaba al azabache.
El varón se levantó de su silla y fue con el ojiazul para limpiar las lágrimas que empapaban sus delicadas mejillas.
- No quiero verte llorar – susurro. Se arrodillo en el suelo y busco algo entre su saco – sé que este fue un matrimonio arreglado, pero ahora sé que tú eres algo mucho más que un simple matrimonio arreglado y por eso quiero pedirte a ti una cosa. Porque no quiero que este matrimonio sea por nuestros padres, al menos no del todo pero si quiero que sea porque al menos haya sido yo el que te lo pida a ti formalmente. Tal vez sea el causante de muchas de tus lágrimas derramadas, también el de muchas de tus desgracias pero sé que por ti puedo cambiar todo esto, puedo convertir un mundo de dolor en el mundo más agradable que exista si tú me lo pides, porque por ti haría cualquier cosa, porque ahora sé que te amo, que eres el amor de mi vida, que eres la personas que completa este rompecabezas que es mi corazón, porque tú tienes las piezas necesarias para completar mi ser y llenarme de dicha así que Naruto Uzumaki ¿Te casarías conmigo? – abrió una pequeña cajita de terciopelo rojo mostrando un anillo de oro blanco con incrustaciones de diamantes puros*[2] alrededor de un gran y hermoso zafiro azul. Simplemente hermoso.
Continuará…
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