- Mírame por un momento a los ojos ¿sí? – suplicó arrastrándose aun con la pierna lacerada y sangrante – por favor.
El frío del invierno cortaba su garganta y la gélida nieve entumecía la carne viva amainando un poco su dolor. Lo miraba como si la vida se le fuese en ello. Sumiso. Llorando la poca dignidad que le mantenía erguido sobre sus brazos temblorosos. Rezaba en susurros las mentiras que sus oídos querían escuchar como dulces verdades, sus labios vibraban intentando sonreír. El febril recuerdo de encontrarse recargado en su pecho continuaba estampado en sus pupilas, no había más realidad para él, aun cuando podía sentir el cañón del arma recargarse contra su nuca. Y sus manos. Sus manos sosteniendo ésta con mayor gentileza y consideración que con la que pudo sostenerlo jamás mientras retiraba el seguro.
- ¿Qué cambiará el que lo haga? – su voz áspera danzó hasta llegar a sus oídos.
El calor de su aliento rozaba su piel ahondando sus deseos de girarse y mendigar por un poco de dolor pues sabía era lo más cercano a amor que él podía profesar. Sentir sus manos estrujando su cuerpo, su mirada atravesándole por completo o simplemente los suspiros entrecortados que exhalaba sobre su cuello le mantenían anclado en el abismo.
- Nada, pero quiero creer hasta el final que no todo fue mentira – viró su vista hacia él.
Estiró su mano sintiendo la distancia acrecentarse. Su cuerpo dolía, el cascaron en el que se había convertido comenzaba a resquebrajarse y no podía hacer más que clamar por un poco de su lastima, extender su mano en una plegaria para que mantuviera sus fragmentos unidos.
- Deseas que incluso tu último aliento sea una ilusión. – sonrío para complacerlo. Lo merecía. Era su réquiem de silencios, su última imagen de una mentira que él mismo había construido – ¿algo fue verdad?
Sostuvo su rostro entre sus manos, susurró sobre sus labios una despedida que sólo su piel pudo captar. Durante años ambos añoraban ese contacto, entregarse al simple momento donde sus roles en esa sociedad decadente valieran menos que una mierda, mucho menos que su vida e incluso les hiciera olvidar el futuro corrosivo que acarreaban sus espaldas.
- Todo en mi lo fue – sentenció pasando sus brazos al rededor de su cuello, asaltando sus labios y aspirando el olor de su cabello – cada cosa, incluso las mentiras.
Sus dedos fríos juguetearon en sus brazos, delineándole los músculos por sobre la remera. Había entrelazado sus manos buscando alguna caricia, haciéndole inclinarse y rendirse de nuevo ante sus ojos almendrados, respirando el aire que exhalaba y rogando por un poco más de atención.
- Lo siento por ti – susurró en su oído de manera cálida, intentando brindarle el consuelo que sabía, nunca experimentó en su cama aun después de las incontables veces que la compartieron.
- Si hubiésemos nacido en otra vida, en otra dimensión, otros cuerpos o simplemente en situaciones diferentes, ¿podríamos haber disfrutado aunque fuese un poco nuestras vidas, juntos?
Sonrió vagamente pensando en el hubiera;
Si hubiese esquivado su mirar desde el primer momento.
Si hubiese apartado su mano en el mismo instante en que fue capaz de percibir el frío que emanaban los brazos en los que ahora se apoyaba.
Si hubiese acatado las ordenes y hacerlo uno más en su lista de nombres, de trabajos finalizados.
Si tan sólo no hubiese caído completamente por él.
- "Tal vez y sólo tal vez" – pensaba.
No habría sido tan maldecido y amado a la vez y definitivamente no habría sufrido y amado tan inmensamente.
Por eso lo amaba y amaría siempre. Aun con sus sentidos apagándose le sentía ahí, a su lado. Suspiró deseando que todo pasara con mayor lentitud. Sus parpados cerrándose, la deficiencia de su corazón bombeando la sangre, las yemas de sus dedos entumeciéndose y la conciencia abandonándole.
La vista le falló.
<<Tal vez...>> escuchó a lo lejos
El oído le abandonó y se halló frustrado de no poder escuchar claramente las últimas palabras que le dedicaba.
Suspiró por última vez recordando eso de él que siempre le irritaba. Sonrió. Claro, cómo no odiarlo, sus respuestas siempre eran dadas demasiado tarde.