Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oscuras intenciones por YukoTy

[Reviews - 255]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, he tardado un poco más de la cuenta, lo siento T__T, he estado liadisima, estoy de mudanza ya hemos tenido mucho trabajo en la protecxtora de animales... No he tenido apenas tiempo libre xDD.

Bueno, el siguiente capitulo seguimos con la historia, después de esté "spin off" xD.

Un beso y gracias a todos por los comentarios <3!!

   Lo primero que recuerdo es algo que tengo grabado a fuego. Todavía hoy puedo escuchar el eco de mi propio llanto taladrándome la mente.

   Aunque es algo borroso, recuerdo haberme dormido al sol un día de invierno, me sentía muy cómodo en el blando césped con los rayos de sol acariciándome, lo siguiente que recuerdo es despertarme con frío, una fina capa de nieve me cubría, era tarde y estaba oscuro. Tenía tanto frío y estaba asustado, corrí hacía la puerta del edificio, pero ésta estaba cerrada. Ya había pasado la hora de acostarse, por supuesto que habían cerrado las puertas.

   Pero yo solo tenía cuatro años y lo único que pude hacer es llorar desconsoladamente durante horas. Se que una de las educadoras me dejó entrar y me regañó por haberme quedado fuera, pero eso ya está demasiado borroso.

   Por lo que me contaban las educadoras del orfanato no empecé a hablar hasta los tres años y, de todas maneras, tampoco lo hacía demasiado. Desde que entré a los pocos días de nacer, solo había dado problemas, lloraba demasiado, no quería comer, no dejaba que nadie me tocara, nunca jugaba con los otros niños…

   De vez en cuando veíamos llegar parejas emocionadas que nos miraban con lastima, mientras buscaban al "niño perfecto" para ellos. Mientras los demás huérfanos se agolpaban ante ellos, intentando llamar su atención, yo huía de las miradas escrutadoras de los adultos.

   -Zephyr- Laura, una de las educadoras, una mujer joven con mirada cansada y triste. Su hijo murió por una enfermedad, desde entonces ella había entrado allí para ayudar a los niños que más lo necesitaban- Eres un niño muy guapo y bueno, si te acercaras un poco más podrías tener un papá y una mamá- Laura sonrió sin acercarse demasiado a mi, ni hacer ademán de alzar la mano para llevarme con esas personas.

   -¿Qué tenemos aquí?- La voz suave de aquella mujer llamó mi atención, se agachó para quedar a mi altura- Que niño tan guapo, ¿qué haces aquí solito?- Su rostro era amable y su voz tranquila debería relajarme, pero solo sentí esa conocida opresión en el pecho, me sentí encerrado y las lagrimas empezaron a fluir sin control. Lo único que quería era huir.

   La joven recién casada se levantó asustada, miró a Laura sin saber que decir.

   -Lo siento, señora Brown, Zephyr es… Bueno…- Las dos se alejaron de allí, dejándome llorando en esa esquina, mientras hacía todo lo posible por relajarme.

 

   Ya tenía 7 años y todo seguía igual, no había hecho ningún amigo y apenas hablaba con mis compañeros, tampoco había conseguido una familia ni siquiera de acogida temporal, como tantos de los niños que estaban allí.

   A mediados de año, llegaron dos niños pálidos y desarreglados, eran hermanos de 8 y 9 años. Escuché que sus padres murieron en un atentando terrorista y con ellos vino un psicólogo dos veces en semana, para ayudarles a superar la perdida.

   El psicólogo no era una mala persona, un hombre mayor, amable y comprensivo, cualquiera se sentiría seguro con él. Al parecer, llamé su atención y también venía a hablar conmigo en privado, aunque nunca llegué a abrirme a él completamente, no me gustaba hablar con otras personas, siempre me sentía más cómodo enterrado en montañas de libros. Los únicos momentos felices que recuerdo de mi infancia eran cuando alguna persona donaba libros nuevos para leer. Era tan emocionante descubrir nuevos mundos con cada libro.

 

   -Zephyr es un niño muy problemático- Escuché la voz de Sophie, una señora mayor que llevaba casi 40 años trabajando en ese orfanato- De todos mis años de educadora, nunca he encontrado un caso igual- Sentenció.

   -Es un buen niño, nunca se ha portado mal- Replicó la aguda voz de Laura. Me acerqué un poco más, sabía que estaba mal escuchar a escondidas, y me sentí culpable porque Laura me estaba defendiendo mientras yo me portaba precisamente mal, pero mi curiosidad era mayor.

   -Tienes razón, Laura- La voz grave y tranquila del psicólogo me tomó por sorpresa, no era una de los días que el solía venir- Después de observarle y hablar con él, creo que es fobia social- El silencio que continuó a aquella revelación consiguió que volviera a sentir aquella bien conocida sensación de opresión en el pecho- Eso le provoca los ataques de ansiedad cuando está con otras personas.

   -Desde que llegó ese crío no da más que problemas- Se quejó Sophie en voz alta.

   -Doctor, ¿qué podemos hacer por él?- La voz de Laura se escuchaba estrangulada, sentí la necesidad de echar un vistazo, pero me contuve, escondido detrás de la puerta.

   -Necesitaría atención y una terapia a diario, más de la que le podemos dar aquí- El hombre suspiró- Necesita una familia.

   -Ha tenido 7 años para poner de su parte en ser adoptado, ya es imposible.

   Aquello me sentó como un jarro de agua fría. Es verdad, yo ya sabía que era imposible para mi tener una familia, pero no era lo mismo escucharlo. Me fui de allí con los vidriosos y gruesas lagrimas rodando por mis mejillas.

   Salí al patio del orfanato a pasear bajo el sol. Era imposible que alguien quisiera llevarme con él y no quería quedarme allí 9 años más. No podía quedarme allí tanto tiempo. Tenía que pensar algo para salir del orfanato lo antes posible.

   Para eso tenía que superar esa fobia social de alguna manera para poder conseguir el dinero necesario para irme del orfanato.

 

   Puse en marcha mi plan la siguiente semana. Solo permitían salir por las mañanas a los chicos que ya habían cumplido los 12 años para ir al instituto, los pequeños dábamos clases en el colegio del orfanato. Por la tarde podíamos jugar, ir al jardín o a la pequeña biblioteca, donde solía estar yo, normalmente solo. Como no tenía amigos y nunca me metía en ningún lío, mis educadoras no me buscaban, sabían que llegaría a la hora de la cena, por lo cual no fue difícil escaparme de allí sin que nadie se percatara, en estos sitios siempre hay una parte de la valla algo rota escondida de la vista de todos, y más en un sitio viejo como éste. No me costó más de dos días encontrar un hueco por donde podía pasar sin ser visto por nadie.

   Un día al mes salíamos en grupos pequeños al parque o a tomar un helado, no conocía mucho del pueblo, pero era suficiente con lo poco que nos enseñaban. Mi destino estaba cerca, la residencia de ancianos que se encontraba cerca del parque al que solíamos ir, algo alejado del orfanato, así no me reconocerían, pero lo suficientemente cerca para que me diera tiempo de todo.

   Llegué al austero edificio, era más grande que nuestro orfanato, pero más sobrio y triste. Al entrar sentí las miradas curiosas en mí, otra vez la opresión en el pecho, intenté relajarme, yo podía superar esto.

   -¿Estás buscando a alguien, pequeño?- Preguntó una enfermera al acercarse a mi. No pude evitar que mi labio temblara antes de hablar.

   -N-no, lo siento- Murmuré, me di la vuelta rápidamente antes de que la joven pudiera decir algo más. Salí rápidamente de allí y corrí calle abajo hasta el parque, me detuve en seco, jadeando. Por suerte no había nadie a esas horas, aún así me senté en el banco más alejado y traté de calmarme, pero los ojos se me llenaron de lágrimas.

   Me sentía tan inútil, no era capaz de hablar con una persona amable, ni siquiera podía estar rodeado de un grupo pequeño de gente sin sentir esa maldita opresión en el pecho. Me limpié las lágrimas, sería mejor volver al orfanato, tendría que intentarlo otro día, aunque no tenía confianza de que lo conseguiría, pero… Era mi única oportunidad.

 

   Tardé un mes en poder entrar al asilo y decirle a la enfermera que quería ser voluntario allí, hacerle compañía a los ancianos, leerle libros a los que tenían la vista cansada y escuchar sus interminables historias.

   A partir de ahí todo cambió, fue lento, pero fue un gran cambio.Fui capaz de hablar con otras personas, todavía me molestaba que se acercaran demasiado, pero descubrí una nueva faceta mía. Adoraba mi trabajo, nunca había sentido tanta felicidad como cuando esas personas mayores, olvidados por su familiares, los cuales se sentían completamente solos en el mundo, me daban las gracias con lágrimas en los ojos. Lágrimas sinceras y contagiosas.

   Ya no me importaba que mi plan fuera perfectamente, podría haberme quedado en el orfanato hasta cumplir la mayoría de edad mientras pudiera ir a diario a acompañar a esos ancianos tan agradecidos. Pero todo iba bien, como imaginé, siempre que iba, una o dos personas mayores me daban algo de dinero, era poca cantidad- ellos pensaban que me lo gastaría en caramelos o juguetes-, pero era suficiente. Sabía desde el principio que iba a ser un proceso lento y, realmente, no me importaba ahora que había encontrado esta nueva afición.

 

   A medida que pasaban los meses, mi actitud con respecto a todo fue cambiando. Sonreía más, incluso era capaz de intercambiar unas pocas palabras con otros compañeros y hablar durante las clases, aunque en voz baja. Laura estaba muy orgullosa y contenta, aunque aún me dejaba mi espacio y no me tocaba más de lo necesario y yo realmente agradecía ese gesto, todavía no estaba preparado para el contacto físico.

   Todas las semanas por las noches buscaba el dinero que tenía escondido y lo contaba, día a día iba creciendo lentamente, pero al cabo de los años las pequeñas sumas celosamente guardadas se convirtieron en lo suficiente para un billete de tren a la capital. Yo tenía 14 años y aún no podía encontrar un trabajo real, y tampoco podía gastarme todo el dinero en el tren y llegar a una gran ciudad completamente diferente al pueblo al cual estaba acostumbrado sin nada. Decidí que tenía que esperar un poco más, mis salidas seguían sin ser descubiertas y mi actitud, aunque seguía siendo reservada, cada vez era más abierta gracias a la cercanía que mostraban los ancianos de la residencia.

   Un día caluroso de verano, después de comer, di algunas vueltas por el orfanato, me senté en la biblioteca y salí al jardín. Todos los días me dejaba ver para que no pareciera tan sospechoso que por las tardes no estuviera, algunos días iba más tarde y otros volvía antes. Ese día algo llamó mi atención.

   Sophie salió a paso rápido, dejando la puerta abierta de la sala de archivos. Me picó demasiado la curiosidad, miré con disimulo a mi alrededor. No había nadie, era el momento.

   Entré a la habitación, parecida a despacho, con una única mesa de madera con una silla de oficinas y otras dos en frente, la persiana estaba entreabierta, dejando entrar suavemente la luz del sol. Las paredes estaban forradas por largos archivadores. No tenía tiempo que perder así que busqué rápidamente la "D" y no tardé en encontrar mi nombre al final del archivador. Saqué la carpeta con mi nombre, no tenía muchos papeles ya que nunca había tenido ningún problema grave ni una mala actitud por la que abrirme un expediente.

   No me costó mucho dar con mi partida de nacimiento y encontrar lo que buscaba, el nombre de mi madre "Regina Doyle" hija de Stuart y Evangeline Doyle. Apunté los nombres en mi mano, guardé los papeles en su sitio, con cuidado de dejarlo todo perfectamente ordenado y salí con cuidado, con un sabor amargo en la boca y una sensación extraña en el pecho. Ahora sabía su nombre y yo…Quería saber por qué me abandonó, mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí una vez más esa opresión en el pecho. Hacía mucho que no lo sentía, pero aquella vez era más intenso, no conseguía que el aire llegara a mis pulmones. Corrí desesperadamente al jardín, necesitaba aire. Abrí la puerta trasera con brusquedad y corrí hasta el otro extremo, donde pudiera esta solo.

   Supongo que todos los niños abandonados se hacían esa pregunta muchas veces a lo largo del día "¿por qué fui abandonado? ¿qué hay de malo en mi? ¿no merezco tener una familia?". Ahora que se su nombre tenía más posibilidades de encontrarla y hacer todas esas preguntas…

   Esa tarde, en vez de ir al asilo, fui a la biblioteca a buscar en la guía el nombre de mi madre. Durante dos horas revisé varias guías telefónicas del estado sin dar con su nombre. Estaba frustrado y enfadado, parecía que Regina Doyle había desaparecido del mapa. Suspiré, y volví a coger la primera guía, para buscar los nombres de mis abuelos. Encontré 4 Stuart Doyle. Me acerqué con la mejor sonrisa que pude esbozar a la bibliotecaria.

   -Disculpe- Llamé su atención en voz baja- ¿Puedo usar el teléfono?- La muchacha asintió mirándome de arriba a abajo con una sonrisa.

   -Por supuesto- Ignoré su guiño deliberadamente y me alejé corriendo hacía el teléfono.

 

   Salí de la biblioteca con una sonrisa triunfante, había conseguido la dirección de mi madre, me sentía un poco mal por conseguirlo con una mentira, pero tenía muchas preguntas que hacerle. La impaciencia se apoderó de mí, ahora tenía prisa por irme de allí de nuevo.

   Pero no podía hacer un viaje tan largo en solo unas horas, como mis escapadas al asilo, si iba a buscarla sería la definitiva y aún no tenía dinero suficiente…

 

 

10 meses después 

 

   Conté por tercera vez el dinero, había reunido el dinero suficiente, apenas me lo podía creer, llevaba más de 7 años ahorrando para esto… Me temblaron las manos cuando guardé mis pocas cosas, solo tenía algo de ropa que me entró en una mochila, guardé el dinero con muchísimo cuidado y salí por última vez sin llamar la atención. Me puse en camino directamente a la estación, dedicando una última mirada al orfanato que dejaba atrás. Realmente no sentí ni pena ni nostalgia, nunca lo había considerado mi hogar ni tenía buenos recuerdos de aquel sitio. Lo único que echaré de menos de ese pueblo es la residencia, donde conocí personas encantadoras y conseguí superar, en parte, mis miedos.

 

   Nunca agradeceré suficiente a mi aspecto en aquella época, crecí demasiado pronto y a mis 15 años que acaba de cumplir ya aparentaba ser algo mayor y nadie pregunta a un chico de 17 años por qué se va solo en tren, sin sus padres. Pude comprar el billete y ahora solo tenía que esperar el tren. Miré el papel arrugado donde apunté la dirección aquella vez, la verdad, había pensado la posibilidad de que se hubiese mudado, pero, en ese caso, solo tendría que llamar de nuevo, era el plan B.

   Al cabo de las horas salí del tren y el olor del mar inundó mis pulmones, era algo agradable, no había ido muchas veces a la playa en mi vida así que me dispuse a dar un paseo por la arena antes de buscar la dirección. Estuve andando sin rumbo siguiendo la costa al menos una hora y media antes de sacar el papel arrugado del bolsillo y buscar un mapa de la ciudad.

 

   Me encontré de frente con una bonita casa adosada con un pequeño jardín. Me temblaron las manos cuando fui a tocar el timbre, volví a sentir la opresión en el pecho y las lágrimas escocer en mis ojos. Me obligué a dar el último paso y oprimir el pequeño botón. Me comía la ansiedad mientras esperaba que una voz sonara, o que alguien saliera por la puerta. Escuché un ruido que solo consiguió que sintiera que me faltaba el aire. La puerta se abrió frente a mi, observé desesperado a la joven mujer que salió tras ella, buscando algún parecido a mi. Ella tenía el pelo oscuro recogido, sus ojos si eran verdes y la verdad es que sus labios me recordaron a los míos.

   -¿Quiere algo?- Me preguntó al ver que no decía nada.

   -Yo…- No me sentía capaz de hablar- ¿Regina Doyle?- Pregunté en voz baja, ella me miró sorprendida.

   -Ahora es "Regina Black"- Sonrió mientras me enseñaba orgullosa su anillo de casada. Por eso no encontré su número en la guía…

   -Mi nombre es Zephyr- Dije en voz baja, con la boca seca- Creo que soy tu hijo- Murmuré sin atreverme a fijar la vista en ella.

   -Oh, Dios…- La escuché susurrar y me atreví a observarla con disimulo. Se había quedado pálida, y sus manos le temblaban- Por favor, entra- Me dio paso al interior de su casa y me invitó a sentarme en la mesa de la cocina, ella se sentó frente a mi.

   -Siento venir de esta manera…- Intenté disculparme, ella tenía los ojos bañados en lágrimas, me sentía increíblemente culpable- Yo solo quería saber…- Me hizo callar con un movimiento suave de su mano.

   -No te disculpes, al contrario- Tomó una bocanada de aire y se limpió las lágrimas- Lo entiendo, es normal que quieras saber…- Me miró directamente a los ojos con la expresión más triste que había visto nunca- Y-yo te quería y… No ha habido un solo día desde que naciste que no haya pensado en ti- Nuevas lágrimas se escurrieron por sus mejillas- Lo único que he querido siempre es que seas feliz.

   Se secó las lágrimas, inspiró y espiró profundamente, tratando de relajarse y que su voz sonara firme

   -Yo tenía 15 años cuando me quedé embarazada- Comenzó a explicar- Por ese entonces tenía un novio al que mis padres no aceptaban, cuando se enteraron me echaron de casa- Regina sonrió con amargura- Pero Jack y yo decidimos tenerte, podríamos mantenerte con su trabajo y tener una familia. Él era… Era traficante de drogas- Admitió en un murmullo avergonzado- Al principio solo vendía pequeñas cantidades con las que se permitía un apartamento pequeño sin ningún tipo de lujos, al enterarse que iba a ser padre se arriesgó demasiado y murió en un tiroteo en el que se vio envuelto- Interrumpió su relato con un sollozo, yo intentaba hacer el menor ruido posible- Era demasiado joven, me había quedado sola y no tenía ni trabajo ni estudios con los que cuidar de un niño. Estaba entre la espada y la pared y yo lo único que quería era que tuvieras la vida que te merecías, que una familia te diera todo lo que un niño necesitaba… Lo que yo no podía darte- Suspiró profundamente- Después de eso me fui a vivir a una casa ocupa durante un tiempo, en aquella época me alegraba de mi decisión, esa no es vida para un niño- Sonrió levemente- Pero salí de ahí y me arrepentí, y ya era demasiado tarde- Concluyó en un susurro. No pude evitar deprimirme al pensar que no hubiese sido demasiado tarde, que podría haber vuelto a por mi, tenía muchísimas ganas de llorar, pero me contuve.

   Los dos nos quedamos en un silencio solo roto por los sollozos incontrolados de Regina.

   -No he venido aquí para culparte… Solo quería saberlo…- Sus ojos verdes llenos de lágrimas volvieron a fijarse de mi con desesperación.

   -Gracias…- Murmuró quedamente- ¿T-tienes una familia?- Preguntó con la voz temblorosa. Cerré las manos para controlar su temblor, también mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me obligué a sonreír.

   -Si- Mentí convincentemente, sacando un suspiro aliviado de Regina. Su mirada cambió completamente a una aliviada y feliz.

  -Me alegro tanto- Comentó en voz baja. Yo asentí y me levanté de la silla.

   -Gracias por contarme esto- Dije con una pequeña reverencia, ella se levantó y me siguió hasta la puerta.

 

   A las pocas horas ya estaba en una habitación en un motel barato de la capital, a la mañana siguiente tenía que ir a buscar un trabajo y un apartamento pequeño para vivir. Otra razón más para agradecer mi aspecto y la poca seriedad de los trabajos sin contrato que ni siquiera te pedían una identificación.

   Conseguí un trabajo como cajero de un minimercado, y un apartamento de una sola habitación, viejo y pequeño, pero barato. Terminé mis estudios con un examen y busqué algunos voluntariados donde pasar mi tiempo libre. En esta gran ciudad había muchas personas necesitadas de ayuda, muchas más que en pequeño pueblo donde iba a diario al asilo.

Notas finales:

Bueeeno, ahí está el triste pasado de Zephyr y ahora tengo que explicar algunas cosas:

La fobia social es una enfermedad real >__> podeis buscar información en wikipedia xD. Rápidamente, las personas que lo sufren tienen sentimientos que van desde tener ataques de panico hasta sentirse incomodo rodeados de gente, tampoco se sienten bien con el contacto físico...

Es algo que se puede superar, y ese es el caso de Zephyr, poco a poco lo ha ido superando, pero sigue sintiendose un poco incómodo rodeado de gente y no es bueno en las situaciones sociales (por eso no tenía muchos amigos). Estar con Viktor le ha ayudado bastante xD.

Los ataques de ansiedad son parecidos a los de pánico, como dato curioso, en la última pelicula de Iron Man a Toni Stark le dio un ataque de ansiedad (cuando está en la cafetería y un niño le pide un autografo).

 

Y con respecto a Regina, la madre de Zephyr, como habéis visto, también fue duro para ella, solo hizo lo que creyó mejor, aunque yo estoy completamente en contra de dar niños en adopción, me parece algo muy cruel, pero hay que respetar las decisiones de los demas u__u. En fin, otro dato que no he incluido:

Regina se casó unos 8 años después de tener a Zephyr, con 25 con un hombre viudo que tenía un hijo de casi la edad de Zephyr (2 años menos), no se si lo incluiré en la historia, quizás xD, por si acaso, ahí tenéis.

 

Bueeno, espero que os haya gustado ^^. Un beso a toooodos <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).