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Transgresión por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Fic dedicado a Serenatenoh quien sugirió a la pareja, espero que te guste, la verdad es que estaba enferma cuando lo hice, entre los virus y el medicamento no puedo asegurar el resultado, así que de nuevo, espero que te guste.

Esta es una pareja nueva para mí, es la primera vez que me animo a hacer algo con ellos dos.

Notas del capitulo:

Es la primera parte, espero que les guste.

 

 Capítulo I

 

Ikki escuchaba la conversación de los otros chicos con disgusto, solo parecían tener un tema del cual hablar, y era sobre las chicas de la escuela privada que había a no más de medía hora de ahí, de la escuela militarizada en la que se encontraban, solo decían lo que según ellos les harían de estar a su lado. La otra era una academia mixta pero a ellos  solo les llamaba la atención el dormitorio de las chicas. El joven de cabellos azules y ojos grises no respetaba a ninguno de ellos, de hecho los detestaba, aunque no pudiera demostrarlo. Debido a su fuerza y a sus habilidades los demás parecían respetarlo y lo incluían en su grupo, no era que quisiera ser parte pero había visto lo que le sucedía a los que no eran parte, prefería ser considerado uno de ellos a ser uno de los que molestaban.

Además estaba muy ocupado aprendiendo todo lo que podía con todos los recursos que estaban a su disposición en esa academia militar. La verdad era que el joven tenía grandes planes, aún no sabía cuales serían pero quería dejar su marca en el mundo, así nadie volvería a ignorarlo. Estaba ahí más o menos por las mismas razones que los demás muchachos, por gente que se había cansado de disciplinarlos en su hogar. La verdad era que él se encontraba ahí por trabajo duro y algo de trampa hackeando computadoras, siendo huérfano había encontrado ese sitio de manera casi accidental al estar navegando en la computadora de una biblioteca pública, protegiendo el sistema primero por supuesto.

Después de eso solo se trató de fabricarse un buen historial académico, la prueba en si misma la fabricó sin inconvenientes y la pasó como si fuera sobresaliente. Sus records policiales juveniles desaparecieron, y ahí estaba, liberado de la prisión y del orfanato con alivio de su antiguo director, que se sentía sobrepasado intentando controlar a un chico semejante. Había aprendido todo lo posible en ese sitio y era momento de hacer mucho más. Desafortunadamente la escuela consideraba también importante las habilidades sociales, se hubiera visto fuera de lugar si se apartara de todo contacto con los demás, así que le tocaba estar al tanto de sus parloteos sobre esa  incursión a la escuela de las chicas.

La verdad era que Ikki no estaba interesado en las chicas, lo sabía desde hacía un tiempo, aunque tampoco estaba interesado en los chicos, no en alguno de esos con los que estudiaba. En sus más secretas fantasías había alguien y él sabía que era un chico, sin embargo el romance era probablemente lo más lejano en la mente del de mirada gris. Pero tenía que mostrarse de acuerdo con lo que se esperaba de él o llamaría la atención, peor que ser un desadaptado en una escuela militar era ser un inadaptado gay en una escuela militar. Había visto lo que le ocurrió al último chico del que tan solo pensaban que era gay.

La escapada estaba programada para esa noche y los demás daban por sentado que él participaría, sería cuando los profesores estuvieran dormidos, entonces se escabullirían. El de cabellos azules no podía negarse o lo tacharían de cobarde o algo peor. Así que tendría que prepararse para participar.

Escaparse de los dormitorios y emprender la escapada de esa noche fue ridículamente sencillo, Ikki sospechaba que ese tipo de cosas eran toleradas por la administración siempre y cuando nadie saliera herido. Llegaron hasta el sitio y se metieron por una ventana que estaba extrañamente abierta a su llegada. Eran un total de ocho chicos, caminaban tan silenciosamente como podían, el de ojos grises estaba en la retaguardia, para mantenerse atento pero sobre todo porque no deseaba participar demasiado. Se quedó en el pasillo, como si solo observara para avisar en caso de tener que escaparse, se quedó ahí esperando, satisfecho de ser dejado atrás.

Un movimiento llamó su atención, lo hizo voltear con cuidado y dispuesto a dar la señal de alarma convenida; de pronto quedó frente a frente con una auténtica visión portentosa de cabellos largos. Le dio la impresión que lo habían sacado de un sueño con ese hermoso cabello dorado cubriéndolo ¿era un chico o una chica? La verdad era que no estaba seguro y ni siquiera se acordó de dar la alarma pues estaba solamente de pie con la boca abierta por la persona ante él; vestido de blanco y su dorado cabello que parecía flotar alrededor. Esos enormes ojos azules lo miraban tan impresionado como él. Entonces la otra persona se detenía a la luz de la luna y el de cabellos azules supo dos cosas: era un muchacho y tenía que conocerlo. De manera casi involuntaria dio un paso hacia él.

Shaka no sabía si debía sentirse aliviado o asustado, al principio pensó que había sido atrapado husmeando en el dormitorio de las chicas a esas horas, aunque fuera solamente para encontrar una goma para sujetarse el cabello pues la suya se había roto. No había ninguna otra razón para él de estar ahí, aunque nadie sabía que él prefería a los muchachos. No se lo iba a decir a nadie, sus padres probablemente lo enviarían a un hospital siquiátrico sin pestañear. Si se molestaran en darse cuenta de eso. Había estado en internados desde que tuvo la edad suficiente para ser aceptado, entre eso y los campamentos de verano apenas si veía a sus padres.

El joven de cabellos dorados y profundos ojos azules sabía que estaban más felices de esa manera, a veces se preguntaba porque se habían molestado en tener hijos.

Cuando vio a ese muchacho en el salón pensó que sería un profesor o algo así pero esa persona era mucho más joven para ser un maestro y también era muy apuesto para ser uno. Tan solo miraba a ese desconocido de cabellos cortos azules y de rostro apuesto, dominado por esos intensos ojos grises. Frío, oscuro y apuesto, se sintió como si pudiera caer entre sus brazos sin pensarlo, intentaba ver más de su cuerpo pero la oscuridad de la noche no se lo permitía, pues además iba vestido de negro.

Se miraban solamente de cada lado del pasillo, sin hablarse y sin moverse. De pronto todo se rompió por el sonido de un grito que parecía partir la noche desde los dormitorios. Ikki miró al pasillo para ver al primero de los chicos con los que había llegado correr por el lugar con lo que consideraba su trofeo (unas pantaletas) firmemente en su mano. Miró de regreso al chico de los cabellos largos pero se había ido. Apenas si tuvo tiempo para sentirse decepcionado y nada más pues era necesario marcharse. Siguió al otro por la ventana y de inmediato debían emprender la retirada a la academia militar.

Shaka miró desde las sombras como se marchaban los muchachos, sobre todo el de cabellos azules, observaba el silencio y con cuidado. Deseaba verlo de nuevo, esos ojos grises sobre él, tembló por el pensamiento y en silencio no pudo sino emprender su propio camino de regreso a los dormitorios, evadiendo la seguridad con bastante facilidad, tal y como había salido desde el principio.

 

**********

 

Ikki se despertó agitado y sudando, desconcertado por uno más de esos sueños difusos que le estaban robando la tranquilidad. No recordaba exactamente lo que había soñado, solo estaba seguro de que ese bello muchacho de los cabellos dorados estaba ahí, y él se encontraba extremadamente excitado al despertarse. Durante las noches pasadas, desde la escapada de la academia, había tenido esos sueños. Cada noche se había despertado bastante animado en su entrepierna y por lo mismo frustrado y lo peor de todo era que la escuela tenía la política de que se compartieran los dormitorios, con lo cual no podía siquiera aliviar su necesidad. Tenía que resistir la urgencia de tocarse a si mismo, sabiendo que solo empeoraba todo, la imagen de ese chico de cabellos dorados lo cazaba sin reservas.

Shaka se estiraba en su cama saboreando el sabor de su sueño de nuevo. Recordaba cada detalle, cada momento del delicioso sueño en que se vio envuelto, y se encontró a si mismo aliviándose varias veces durante el día. El sueño y aún solo el recuerdo del mismo, lo hacía excitarse porque ese misterioso chico estaba ahí siempre, tocándolo, besándolo, acariciándolo por todas partes. Sabía que esos sueños románticos eran tontos pero no podía evitarlo, ese muchacho había atrapado su interés y solo se preguntaba por la manera de encontrarlo otra vez. Sin un nombre o detalles para una descripción sería muy difícil localizarlo, quizás si fuera a la escuela militarizada podría descubrir algo, tal vez incluso pudiera verlo. Solo necesitaba una excusa.

Ikki estaba esperando ansioso afuera de la oficina del comandante, preguntándose que sería lo que ese hombre iba a decirle, no tenía una idea pues su conducta era impecable, aparte de lo de su escapada con los otros al dormitorio de las chicas, pero nadie más había sido llamado por eso. Sus notas eran perfectas. Su actitud era todo lo que esperaban de un estudiante de ese sitio. Sentía algo de preocupación de que de alguna manera algo hubiera aparecido, que de todo ese encubrimiento que era su vida fuera descubierto, que supieran que en verdad no merecía estar ahí. Si algo de eso pasaba el de cabellos azules no sabía lo que iba a hacer. Definitivamente no regresaría a un horrible orfanato ni a un hogar sustituto esperando la mayoría de edad, aunque le faltaba poco para eso.

Primero se moría que volver a ese tipo de vida.

Se quedó incómodamente esperando sentado en una silla, temiendo lo peor, aguardando por lo que iban a decirle.

Shaka entraba a la academia militar, preguntándose por lo que iba a decir, ya era bastante haberse aventurado hasta ese sitio sin autorización de su escuela, caminando por el lugar como si le perteneciera. Lo cual no era sencillo utilizando su propio uniforme escolar. Pero hasta ese momento nadie lo había detenido, y encontró las oficinas administrativas con facilidad, intercambió algunas cortesías con la recepcionista cuando el chico con el que soñaba entró a la oficina, justamente a quien buscaba estaba ahí, aunque su mirada era retadora, como si estuviera dispuesto a lo que fuera que se le presentara.

Era peor de lo que pensaba, no solo su admisión no muy legal había sido descubierta, la junta de la escuela quería presentar cargos por falsificar información y fraude. En cuanto recogiera todas sus cosas y dejara su sitio vacío sería escoltado a la institución juvenil más cercana. Sería dado de baja con deshonor y en desgracia. Lo peor de todo eso para Ikki era que no tendría la oportunidad de aprender todo lo que deseaba; sería afortunado de salir del centro de detención cuando cumpliera los dieciocho. Su cuidadosamente planeado futuro se estaba derrumbando ante él y la desesperación lo hizo tomar otro plan.

No podía estarle pasando eso, no era posible, había planeado todo con tanto cuidado. La desaprobación en el rostro del comandante le pareció como un golpe en el rostro, casi podía escuchar las risas de los demás cuando lo supieran. Era muy pronto, no había aprendido todo aún, todo lo que necesitaba para dejar su marca en el mundo, sería un sin nombre de nuevo, otra estadística, otra víctima de la sociedad, condenado a vivir en la periferia para siempre, si se le permitía ser libre de nuevo. No podía permitir que sucediera. Su corazón latía con violencia mientras su mente corría desesperada por formular ese nuevo plan que lo sacara de ahí. Siempre tenía un plan, tenía que tener un plan. Salió apresuradamente de la oficina y se detuvo al encontrarse con esos ojos azules que habían acechado sus sueños.

Shaka lo miraba sorprendido, ahí estaba. Aunque en ese momento parecía salvaje y peligroso y desesperado, completamente diferente de la noche en que sus caminos se cruzaron. Lo que fuera que había sucedido para hacerlo lucir de esa manera no podía ser bueno. Aún así ese chico era lo más increíble que hubiera visto en su vida y no se amilanó al sentir esa mirada gris de esa manera sobre él, que ese muchacho lo mirara con esa desesperación, que lo necesitara de esa manera. Al verlo vestido en su impecable uniforme el rubio casi se derritió. Y esos ojos grises lo tocaron y estaba seguro que lo reconoció; esas grises pupilas lo hicieron estremecer por su intensidad. Tan solo podía quedarse donde estaba, ese chico era la razón por la que había ido hasta ese lugar pero al encontrarse de frente de nuevo simplemente no sabía que hacer ni que decir.

Algo en la expresión de ese muchacho hizo que al de ojos azules se le encogiera el corazón, quería ayudarlo, hacer que supiera que todo iba a estar bien. Dio un paso hacia él para acercarse, aunque por un momento fue como estar acercándose a un animal salvaje pero de todas maneras no se detuvo. El otro chico solo lo miraba y de pronto fue como si estuviera pensando y supo lo que haría. Apenas tuvo a su alcance Shaka lo pasó de largo.

Ikki reconoció al rubio ante él y se decía que no podía distraerse en ese momento, tenía que salir de ahí, tenía que pensar.

Shaka tan solo lo vio pasar a su lado, se dijo que tenía que hacer algo, así que si quería una oportunidad, solo una de conocerlo, tendría que acercarse a ese muchacho que lo había encantado. Salió aprisa tras él dejando a la secretaria solo mirando lo que ambos hacían con confusión.

La mente de Ikki daba de vueltas con confusión y no necesitaba a ese bello chico de cabellos largos para aumentar la inquietud. Se pronto ahí estaba, delante de él, cerrando su camino a la salida. La desesperación del de cabellos azules se centró, se concentró en ese chico ante él, de alguna manera ese muchacho era su llave de salida, era la manera de salvarse. Solo debía encontrar la manera de hacerlo. El rubio de nuevo se acercaba a él, con eso se sintió como un animal arrinconado, su mente corría con velocidad ¿Qué iba a hacer? No podía regresar, no podía dejar que lo encerraran…y necesitaba  a ese chico.

Si era enviado lejos nunca podría tenerlo, nunca hundiría sus manos en ese glorioso cabello, nunca tocaría esa piel de seda, nunca sentiría ese cuerpo sudando bajo el suyo en la noche…todo se galvanizó en ese instante para él. Todo estaba en claro de pronto. Sabía lo que tenía que hacer y como hacerlo. Siempre cargaba consigo una navaja en una de sus botas, la tomó con velocidad y sujetó al de cabellos dorados aunque sin violencia, colocando la navaja contra su cuello.

—     Vienes conmigo—le dijo al oído.

 

**********

 

Shaka gimió de sorpresa al sentir los brazos de Ikki alrededor de su cuerpo, y también sintió la navaja contra su cuello. Sentía ese cuerpo tibio contra él, y no podía sino preguntarse si no debía sentir temor por lo que estaba sucediendo. La adrenalina corría por sus venas y de alguna manera inexplicable sintió que podía confiar en ese chico, que no iba a lastimarlo.

—     No voy a lastimarte—le dijo—Solo haz lo que te digo.

Tan solo asintió de un sonido y sin más estaba siendo llevado fuera del lugar mientras solo pensaba en que estaba tan cerca de ese chico al que había ido a buscar. Llegaba a su nariz el aroma de su esencia, que bien olía. Definitivamente algo no estaba bien con él si se sentía de esa manera entre los brazos de alguien que lo estaba amenazando con una navaja.

Ikki estaba pensando tan rápido como podía, si llegaban a detenerlo tener a ese muchacho era su manera de negociar, necesitaba llevarlo con él ¿Cómo hacerlo? Justo a esas horas siempre había entregas en la academia, así que llegaban las camionetas a la entrada por la parte de administrativo, estaba muy bien para él en ese momento. Tenía que mantenerse enfocado en lo que necesitaba hacer, aunque sentir a ese chico junto a él amenazaba con distraerlo. No podía permitírselo en ese instante, aparte no deseaba lastimarlo, ni siquiera lo estaba sujetando con violencia. Caminaba tras él mirando por el pasillo.

Salieron por la puerta principal, el de ojos grises dio una mirada rápida al lugar, aún no había señales de problemas, miró alrededor y encontró lo que necesitaba. Una camioneta de entregas estaba ahí, el conductor y repartidor parecía estar en la parte de atrás haciendo inventario. Perfecto. De inmediato fue hacia la cabina y colocó al de cabellos dorados del lado del pasajero y tomó el volante con velocidad pero antes que nada retiró una pieza, una especie de tablilla por debajo del tablero, no quería problemas con el GPS.

Tomándose unos segundos para familiarizarse con los controles vio que el repartidor caminaba descuidadamente hacia el edificio, sin darse cuenta de su presencia.

—     Sujétate—le dijo al rubio.

Sin más arrancó con tanta velocidad como pudo.

Shaka no terminaba de comprender en lo que estaba metido pero de todas maneras se aseguró de llevar el cinturón puesto y de sujetarse al asiento como le habían dicho. Reconoció que casi extrañaba sentir al otro chico abrazándolo. De nuevo tenía que preguntarse que era lo que le pasaba: terminaban de secuestrarlo, no debería estar disfrutándolo. No dejaba de mirar el perfil del joven a su lado, se sentía perdido ante la determinación de su expresión, su apuesto rostro…pero tenía que admitir que todo eso era lo más emocionante que le hubiera pasado en la vida.

Además confiaba en el otro muchacho cuando le dijo que no iba a lastimarlo. Nunca creyó que realmente iba a usar esa navaja contra él cuando la colocó en su cuello. Se decía que no podía actuar de esa manera, como si todo eso fuera una película pero no podía evitarlo.

Ikki manejaba la camioneta fuera de los terrenos de la academia con cuidado, sabía que la mayoría de la gente que tenía un vehículo robado atraía la atención por manejar de manera errática. También sabía que tenía no más de diez minutos para dejar esa camioneta y conseguir otro vehículo, antes de que fuera reportado. Sabía que no muy lejos había un centro comercial que contaba con estacionamiento, era perfecto para seguir con sus planes. Dejaría la camioneta en ese sitio y se llevaría otro vehículo. También pensaba en el chico a su lado, claramente era de otra escuela y les tomaría algo de tiempo darse cuenta de eso o de que estaba perdido.

Aún así fue necesario tomarse unos momentos para preguntarse que estaba haciendo ese rubio en su escuela pero lo desechó por considerarlo sin importancia. Llegó al estacionamiento sin perder el tiempo y tomó un sitio. Después miró al muchacho a su lado, esperaba verlo asustado pero no parecía ser el caso.

—     Tendremos que cambiar de vehículo—le anunció— ¿Vendrás por las buenas o tengo que utilizar la navaja de nuevo?

El de ojos azules lo miró, no quería decir que haría lo que dijera sin necesidad de obligarlo, pero en lugar de eso dijo:

—     Iré, no necesitas amenazarme.

El de cabellos azules lo miró por unos momentos solamente.

—     Vamos—dijo sujetándolo por el brazo.

El de cabellos dorados se dejó llevar sin dificultades  y si alguna persona los miraba se acercaba más al de mirada gris, sujetando su brazo y sonriéndole con suavidad. La verdad era que el rubio no quería que eso se terminara, quería escaparse con ese apuesto muchacho.

Mirando de manera discreta el de ojos grises se daba cuenta perfectamente de lo que ese chico a su lado estaba haciendo, pero la verdad era que estaba más ocupado intentando encontrar un vehículo que le sirviera. Necesitaba algo que no atrajera mucha atención y se quedó con uno de tipo familiar, cinco espacios, no era del año, resultaba perfecto. No tenía alarma y en segundos estaba en el interior, se deslizó tras el volante después de dejar al de ojos azules una vez más en el asiento del pasajero.

Shaka no dejaba de mirar sorprendido como el de ojos grises lo hacía todo sin esfuerzo, ya estaban dentro del vehículo y sin más estaban en camino de nuevo saliendo del estacionamiento. El de cabello azul manejaba con cuidado haciendo que su mente trabajara mientras conducía. Necesitaba salir de ahí, dejar ese estado, pensaba que ese muchacho rubio sería un rehén, tal vez podría cobrar rescate y escaparse a Sudamérica. No terminaba de pensar en los detalles pero tenía tiempo, no esperaba que lo capturaran pronto por lo menos. Pero las cosas tenían sentido, si el otro llevaba un uniforme como el que usaba iba a una buena escuela y para eso sus padres deberían tener dinero. Podía hacerlo.

 

**********

 

Condujo por unos kilómetros más hasta detenerse en un centro comercial bastante amplio, del tipo de mega tienda, un lugar perfecto para dejar el vehículo y encontrar otro medio de transporte, quizás el autobús. Sabía que los vehículos robados eventualmente son descubiertos y no quería dejar un rastro, mientras que el transporte público prácticamente era imposible de poder rastrear. Las rutas llevaban a todas partes y dos jóvenes juntos no atraerían mucha atención, además que no tenía razones para pensar que ya los estuvieran siguiendo.

Se estacionó y miró al que estaba a su lado.

—     ¿Estás bien?

—     Estoy bien, no te preocupes por mí—le respondió.

El de cabellos azules no se molestó en mirarlo más y solo le explicó que necesitaban tomar el autobús, el de mirada azulada estuvo de acuerdo y prontamente se acostumbraba a la situación. Sabía que todas esas películas de acción un día le iban a ser útiles.

—     Me retienes para cobrar rescate ¿Verdad?—esperó pero no mucho por una confirmación—Es una buena idea pero espera un minuto…eventualmente nos rastrearán hasta aquí por el automóvil ¿Qué tal si aprovechamos de todas maneras para sacar algo de mi cuenta de ese cajero automático?

—     Pero…—intentó decir el de mirada grisácea aunque le reconocía que tenía un buen punto.

—     Está bien, yo lo haré, nunca extrañarán el dinero. Y tú no necesitas esa navaja a menos que realmente quieras hacerlo.

Pero estaba seguro que el de ojos grises en verdad no deseaba lastimarlo.

—     ¿Por qué?—preguntaba confundido Ikki.

—     No preguntes—fue la respuesta del rubio—No me gustaba estar en esa escuela, necesitaba algo de emoción para sentirme vivo. Vamos, estamos perdiendo tiempo.

Los dos fueron hacia el cajero automático que estaba en la parte externa del establecimiento y el rubio procedió a retirar el dinero.

—     Solo puedo retirar mil al día—decía el rubio.

La verdad era que el de cabellos azules no estaba seguro de lo que pasaba ¿Solo mil? ¿Qué familia tenía ese chico? No era una suma pequeña para que lo dijera de esa manera. De inmediato lo guardó, entraron velozmente al centro comercial evadiendo las cámaras de seguridad y compraron algunas cosas que metieron a un bolso deportivo, después ambos caminaron hacia la parada del autobús, se quedaron ahí, esperando solamente.

Cuando finalmente abordaron se dedicaron a cruzar de un lado a otro la ciudad, al azar, hasta que el de cabellos azules pensó en algo más, necesitaban ropa menos vistosa, un uniforme siempre puede llamar la atención. Bajaron del autobús y Shaka se preguntó dónde estaban. Durante todo el viaje el de cabellos dorados había estado mirando al de mirada gris, nunca había visto a alguien tan apuesto o sexy como ese chico a su lado, sus revueltos cabellos azules, sus intensos ojos nublados, las delicadas facciones que contrastaban perfectamente con su atlético cuerpo. Intentaba no sonrojarse por los pensamientos que tenía, aunque eso no evitó que no mirara ese perfecto y bien formado trasero del otro.

Ikki lo guió a una pequeña tienda de ropa, mirándolo como para estimar de qué talla era, y fue por eso que se encontró admirando sus suaves caderas, el lindo trasero, la curva de su cuello…tuvo que agitar la cabeza tratando de aclarar sus pensamientos de esas imágenes que lo distraían. No podía permitirse distracciones…sin importar cuan bellas fueran, cuanto quisiera tocarlas, hundir sus manos en ese dorado cabello…no necesitaba de eso, así que tomó varias piezas de ropa sin mirarlas demasiado, pagó en efectivo y salieron juntos. Necesitaba concentrarse, lo mejor era entrar a los baños públicos y se cambiaron de ropa.

Después de eso volvieron a subir a un autobús para viajar más, se estaba haciendo tarde y oscurecía cuando el de cabellos azules decidió que ya era suficiente. Miró alrededor y localizó un motel con un sitio de comida rápida cercano. Perfecto.

—     ¿Tienes hambre?

—     Pues si, de hecho si, no he comido en horas.

—     ¿Ahí está bien?—le preguntó señalando al sitio de comida rápida.

El rubio aceptó de un movimiento y entraron sin aguardar.

Por la siguiente hora Ikki miró bastante sorprendido como Shaka consumía más comida de la que pensaba que su delgada forma podía contener. Al final el de cabellos dorados se mostraba complacido.

—     Siempre me decían que esto no era bueno para mí—contaba el rubio—Pero es delicioso. Gracias… ¿Cuál es tu nombre?

—     Ikki—respondió sin encontrar razones para que no lo supiera y agregó sin pensarlo mucho— ¿Cuál es el tuyo?

Cuando hizo la pregunta se dijo que no tenía sentido, no podía crear lazos de ninguna clase con ese chico.

—     Tienes un lindo nombre Ikki, yo me llamo Shaka.

Y sin más le ofreció la mano al de mirada gris.

El de cabellos azules lo miró confuso por un momento, pero terminó por estrecharle la mano y sin poderlo evitar se sintió atrapado por esos ojos azules. Shaka, podía acostumbrarse a ese nombre, y se dio cuenta que seguía sosteniendo esa mano.  Al de cabellos dorados no parecía importarle y el de cabello azul se dijo que no quería soltarlo en realidad. No supo cuanto tiempo estuvo así pero para él resultó como si se hubiera detenido.

Shaka estaba absorto, ahora ese misterioso extraño tenía un nombre, se sintió perdido ante sus ojos grises, felizmente se hubiera hundido en ellos. Esa mano cálida y fuerte, no quería dejarla ir. Entonces un grupo de personas entró y el ruido rompió el momento, retiraron sus manos sintiéndose un poco tontos pero contentos. De hecho el rubio se dio cuenta que ya no tenía hambre.

—     ¿Shaka?—lo llamó el de cabellos azules con cierta timidez.

—     ¿Si?—preguntaba el de ojos azules adorando como se escuchaba su nombre en esos labios.

—     Quiero disculparme…por todo esto.

—     Está bien—decía un tanto en shock el otro joven—Me estoy divirtiendo de hecho, no esperaba que me trataras así.

Se miraron en silencio por unos instantes y el de ojos azules finalmente continuó un poco inseguro.

—     Puedo preguntarte porqué…es decir… ¿Por qué hiciste todo esto?

Pero al ver como el de cabellos azules se cerraba de nuevo se arrepintió de preguntarle nada.

—     No quiero hablar de eso—decía cortante el de mirada gris.

Se sentía contrariado de haberse dejado distraer por la belleza de ese joven.

—     Lo lamento—decía sin mirarlo el de mirada azulada.

—     Vamos—terminó diciendo el otro.

Pero tenía que reconocer que lo mejor era marcharse antes de ceder a esa extraña necesidad de decírselo todo a ese chico ante él, además necesitaba perderse de vista lo más pronto posible. Shaka bien podría haber sido ya reportado a las autoridades, así que tomó su mano de nuevo intentando no pensar en lo suave que era y en el olor de su cabello.

 

**********

 

Shaka no se sintió incómodo al entrar al motel, lucía bien y no estaba tan mal, es decir, no era un agujero del infierno, era solo como millones de otros a lo largo del país. Ikki lo había elegido al azar de hecho, pagó en efectivo por dos noches y en la recepción no les hicieron preguntas, el encargado estaba más entretenido en su juego de baloncesto, así que apenas si los miraron. El de cabellos azules tomó la llave y dejó al rubio en la habitación cerrando la puerta tras él y fue ese el momento de darse cuenta que estaban solos. Eso y que solo había una cama en el lugar. Debió preguntar antes por el número de camas pero no podía hacer ya nada.

También el rubio notó de inmediato ese asunto de la cama pero no quería darle demasiada importancia al hecho de compartirla con ese apuesto chico de espalda fuerte…era mejor no hacerse ideas de nada.

El silencio se hacía estrecho hasta que el de ojos azules preguntó algo.

—     ¿Podrías decirme que vamos a hacer ahora?

El de ojos grises lo miró y parecía considerar las cosas.

—     Mantendremos un perfil bajo por unos días, veremos las noticias y esperemos a saber si hemos sido reportados y porqué motivos. Después nos moveremos y pediré el rescate, tus padres pagarán y serás libre de nuevo.

El de ojos azules asintió realmente creyendo que ese chico lo liberaría aunque sin estar seguro de que entendieran lo mismo por libertad.

—     Estoy cansado—decía el rubio— ¿Puedo tomar una ducha y dormirme? Ha sido un día largo.

—     Está bien pero me aseguraré antes que no puedas escaparte de aquí—le advirtió—Vamos.

Tomó al de cabello dorado por el brazo y al ver que no había manera de escaparse lo dejó en el baño. No había ventanas ni puertas extras, solo la puerta que daba a la habitación. No haría nada sino ducharse y sin más vio como el otro se quitaba la ropa, lo cual hizo que se le fuera la voz por unos segundos. Era mejor retirarse de ahí antes de hacer algo que no pudiera controlar.

—     ¿Sabes Ikki?—decía el de cabellos dorados mientras se quitaba los zapatos pues ya no llevaba la camisa—No tienes que montar guardia de esa manera, no me voy a escapar—aguardó unos segundos antes de seguir—A menos que quieras ver.

El de cabellos azules dio un sonido como de un gruñido para darse vuelta y cerrar la puerta de golpe.

—     No te acabes el agua caliente—se escuchó desde el otro lado.

El rubio no pudo sino reírse ¿Qué lo hacía comportarse de esa manera? Siempre había luchado por ser un buen chico y ahora…Nunca hubiera pensado que le diría algo semejante a un muchacho un día pero ahí estaba, y estaba seguro que ese chico no era tan indiferente a él como pensaba pero no estaba seguro de si eso era positivo o negativo. Terminó de desvestirse aunque pensar en ese muchacho tan sexy del otro lado no era buena idea para tranquilizarse. Se metió bajo la ducha ajustando la temperatura y tratando de relajarse, amaba las duchas calientes, permitía que el agua corriera por su cuerpo y no pudo evitar pensar en que fueran las manos del de ojos grises las que lo recorrían de esa forma.

Un gemido se le escapó de los labios al tocarse a si mismo en la entrepierna que se elevaba más y más mientras la estrujaba suavemente.

Del otro lado de la puerta, Ikki se quedó recostado en la cama, algo frustrado a su vez, le cambiaba a los canales en la televisión pero todo lo que llenaba su mente eran imágenes de ese rubio que debía estar bajo el agua de la ducha, desnudo, rodeado por su dorado cabello…era mejor resistirse a esas ideas, a no tocarse a si mismo y aliviar esa tensión que sentía en su entrepierna. Cada sonido de la ducha solo servía para reforzar lo que su mente se imaginaba, ese chico desnudo con su tibia y húmeda piel.

Para Shaka las cosas marchaban mejor, sumergido en su fantasía el de cabellos azules estaba ahí, mirándolo mientras se complacía a si mismo, el deseo oscurecía sus grises ojos y sonreía al verlo acariciarse. Iba a su lado y lo sujetaba por el cabello para besarlo con necesidad. Los gemidos escapaban de sus labios mientras se tocaba acercándose al clímax sin poder detenerse. Recorría con su pulgar la punta de su sexo temblando de placer.

En cuanto a Ikki se había sentado en la cama sin saber lo que estaba haciendo el otro, deseando saber que era lo que pensaba ese chico en realidad. El plan que se había imaginado al inicio se desmoronaba, no dejaba de pensar en ese chico de ojos azules al que nada lo ataba. Tenía que recordarse a si mismo lo que estaba sucediendo; no se trataba de un rato divertido, era un secuestro, Shaka era su boleto de libertad. Necesitaba dejar de hacer caso a sus hormonas, aunque eso no le gustaba nada a su sexo que estaba muy decidido a hacerse valer.

Shaka estaba cerca de terminar, su mente se llenaba con ese cuerpo delicioso y esa mirada gris. No dejaba de bombear más aprisa, usando el agua como su propio lubricante y su mano libre estaba contra la pared para sostenerse pues sus rodillas parecían temblar. Lo que en verdad lo hizo culminar era imaginarse a Ikki sujetándolo contra la cama con esas fuertes manos, separando sus piernas, adueñándose de su vulnerable cuerpo…su simiente se presentó sin avisos, el intenso placer corría por su cuerpo. Al final solo se apoyó contra la pared de mosaicos intentando respirar con calma.

Se había complacido a si mismo antes pero nunca se había sentido así, nunca fue tan intenso ni dejándolo con esa especie de desmayo que no le permitía controlarse. Tampoco se había hecho antes una imagen como esa, de un chico en especial tocándolo, besándolo, ansiando tocarlo. Ciertamente tampoco el objeto de sus deseos había estado a una puerta de distancia. Al menos su deseo había sido calmado por unos momentos, pero sabía que no podría durar demasiado ya que ese misterioso muchacho de mirada gris estaba ahí y se lo había llevado con él.

La puerta fue medio abierta entonces, la voz de Ikki se dejó escuchar.

—     ¿Ya terminaste?—preguntaba el de cabellos azules.

—     Casi—respondió conteniendo una risita ahogada.

Tenía que darse prisa para terminar su baño, cerró la ducha y salió sin cubrirse, esperando que el de mirada gris estuviera mirando.  Por su parte Ikki no confiaba en entrar al baño, así que se había quedado afuera, la breve imagen de piel y cabello húmedos lo mandaron al otro lado de la habitación donde no podía verlos. Se quedó ahí, respirando agitado, se dio cuenta que su cuerpo lo estaba traicionando pues deseaba al otro. Con velocidad se dispuso a solo permanecer sentado en la cama mientras el rubio terminaba con lo que estaba haciendo.

Shaka tomó una toalla con decepción, Ikki ni lo había mirado. Se colocó la toalla alrededor de la cintura y otra en el cabello, secándolo lo mejor que pudo, la televisión seguía encendida y el de ojos grises parecía no perderse ni un solo instante.

—     Lamento haberme tardado—decía el rubio—Pero mi cabello me toma mucho tiempo.

El de cabellos azules no pudo evitar sentir algo en su vientre, la mención de ese cabello, una de las primeras razones para todo lo que estaba intentando controlar, lo hizo mirar al rubio, lo cual fue un error. Shaka estaba a unos pasos de la cama con una pequeña toalla que apenas si lo cubría de las caderas. No llevaba nada más. La otra toalla era utilizada para secar su largo cabello y tan solo esperaba por que ninguna de las dos se le cayera. Una erección que no podía reprimir se presentaba y tenía que luchar para que al menos no fuera tan obvia.

El de cabellos dorados lo miraba de reojo ¿Ikki lo estaba mirando a él? Empezó a estirarse más de lo necesario, intentando que la toalla de su cintura se deslizara un poco más por sus caderas.

El de mirada gris regresó la vista a las noticias intentando concentrarse en algo más. Podía sentir el movimiento a sus espaldas y de pronto se dio cuenta que podía ver al rubio por el reflejo en la pantalla de la televisión. Era mejor intentar darse una idea de lo que el otro planeaba. Apretó los labios para no gemir cuando lo vio inclinarse, la toalla se levantaba…nada en el mundo podría hacerlo detenerse de mirar sin hacer un solo sonido. El de ojos azules estaba inclinado sacudiéndose el cabello pero la poca tela dejaba ver el filo de lo que sin duda era un bien modelado trasero. Deseaba tanto poder hacer algo al respecto. Tuvo que contener el aliento con el corazón latiéndole con fuerza y una erección que no iba a desaparecer tan fácil. Su boca estaba seca mientras tragaba saliva con dificultad.

El de ojos azules casi sentía el peso de esa mirada gris sobre él, sabía que Ikki lo estaba mirando y por lo tanto tenía toda su atención. En un movimiento fluido se levantó y giró haciendo que su cabello cayera por su espalda y hombros quedando de frente al de cabellos azules. Arrojó la toalla que usaba en su cabello y deliberadamente dejó que la otra cayera a medias. Completó su maniobra quedando de frente con el de mirada gris que parecía ni siquiera respirar. Con la mirada más inocente que pudiera creerse le habló al otro joven.

—     Estas toallas, jamás cubren lo suficiente—decía de manera casual disfrutando de la mirada del otro.

Esperaba solo por el movimiento del de cabellos azules. Si en verdad iba a hacer algo ese era un buen momento.

 

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Continuará…

 

 

Notas finales:

Si la siguiente semana no sucede nada subiré la segunda parte.

Nos leemos.

 


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