Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Autumn (Rainy Days) por VampireDark

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disfruten.

He de decir que este cap es demasiado tierno, al menos en mi concepto. Además, tiene un regalo especial para ustedes.

—¿Estás seguro de que seguimos en Japón?— preguntó asombrado y dando vueltas, aplaudiendo y silbando como tanto me gustaba.

—Seguimos en Tokio, si eso es lo que te preocupa— sonreí caminando hacia la chimenea para calentarme las manos —Usamos esta casa para vacaciones rápidas, como los fines de semana que no rinden si viajamos a China o a Rusia.

—¿Van a Rusia?

—Sí, pero necesitamos estar allí al menos una semana o dos, eso es lo que dice mamá... porque si no, no se disfruta el viaje,  no vale la pena.

—Igual, es enorme— su cabeza buscó la altura de las paredes y el techo, bajó después a la ventana y se perdió en el campo y el camino zigzagueante de tierra, aparentemente no estaba acostumbrado a las edificaciones europeas, antiguas —Pedazo de casa… ¿Y va a ser para nosotros durante tres días?

Asentí rápidamente: siete días atrás y terminada la lluvia, marché a casa con todo ya planeado, todo preparado con hasta un plan de emergencia por si las cosas no salían bien. Aquel lugar era el Plan A, y si llovía, podíamos ir al centro de relajación del barrio, que estaba cerca de casa.

Con el Sol de la mañana iluminando cansadamente el piso de la cabaña (que de cabaña no tenía nada porque en realidad era una casa) y los bolsos en los sillones de recepción, me acerqué a Kojima para abrazarlo por la espalda.

Le besé la nuca en silencio, su respuesta fue buscar y apretar bien fuerte mis manos contra su estómago.

—No deberías faltar a la escuela— le escuché decir casi contento.

—Si es para estar contigo, directamente no voy.

—No digas eso— rió, le gustaba aquello y lo sabía, lo usaría a mi favor.

—Contigo aprendo más que en cualquier lado.

Se giró como pudo y me miró con la cabeza baja, sonriendo sin mostrar los dientes.

—Tan delicado y tan lindo, tan cargado de amor.

Le besé rápida y secamente, jugando.

—Por supuesto, ¿Quieres bañarte o salir a pasear? En el viaje nos llenamos de tierra.

—Querrás decir que la camioneta se llenó de tierra— miró por la ventana, sorprendido —No sabía que manejabas… y mucho menos una bestia como esa.

—Generalmente tenemos choferes… y pedí de regalo la camioneta la semana pasada, el día que me fui de la tienda, así que…

—Deberíamos lavarla.

—Pero te enfermarás.

—No importa— me soltó, aún absorto en el vehículo —¿Hay manguera? Tú mientras puedes ir bañándote.

—¡Eres un invitado— tironeé de su brazo —no vas a lavar ni hacer nada, yo te atiendo!

Y lo llevé hasta la cocina, abriendo la heladera… vacía.

—Menos mal que traje cosas en los tuppers, creo que iré al mercado del pueblo de al lado— resoplé.

—Pero eso está como a tres kilómetros.

Me encogí de hombros.

—Yo no compré la casa en el medio del campo.

 

 

 

 

 

Por suerte la señora del mercado comprendió mi situación y me dio cajas vacías donde poner las bolsas; corrí vivazmente a dejarlas en el asiento del acompañante y el piso, llenando prácticamente todo de verduras, frutas, envases y bebidas mientras ella me regalaba algunos dulces e incluso un pastel.

—Nadie viene y gasta tanto dinero en quince minutos— sonrió, acentuando las arrugas de su rostro —Ten.

Acepté la torta y acaricié sus manos arrugadas en agradecimiento, me incliné noventa grados y me subí de nuevo a la camioneta, cerrando con fuerza y encendiendo el motor. Con el rugir agitándolo todo, agarré una caja chica y la coloqué sobre mi regazo, comenzando a conducir hacia el corazón del pueblo, buscando algo que quizás necesitase más allá de grasa, carbohidratos y exasperantes vitaminas. Doblando en una rotonda interna y asumiendo que me encontraba en el centro, encontré algunas tiendas de ropa con maniquíes demasiado reales para mi gusto y camisas que automáticamente imaginé sobre Kojima, así como los jeans rasgados y las pulseras, relojes, buzos.

Sacudí la cabeza, sonrojado: No, si le compro algo… se revivirá la situación del concierto.

Pero no quiero sobornarlo… sería simplemente un regalo. Quiero regalarle algo, quiero verlo contento.

¿Qué estará haciendo ahora? ¿Qué hace cuando no está conmigo? ¿Piensa en mí? ¿Me quiere tanto como yo lo quiero a él?

¿…Podrá concretarse al fin…?

Antes de que me diera cuenta, estaba saliendo del pueblo, bastante chico y perteneciente casi a un mundo paralelo a Tokio a pesar de lo cerca que estaba. Miré alrededor la vitalidad de la zona rural, no veía un verde tan hermoso desde hacía tiempo; la lluvia, si es que había llegado allí, había embellecido todo, absolutamente todo.

El olor a pasto y tierra mojada entró por la ventanilla baja mientras los nubarrones empezaban a amontonarse en el cielo, avecinando una posible tormenta… otra vez.

 

 

 

 

 

—Supuse que querrías algo que no fuera pollo frito o fideos— sonreí mientras sacaba las papas y batatas, lavándolos y secándolos para ponerlos sobre la tabla —¿Me extrañaste?— bromeé, buscando el pela papas en los cajones.

—Más o menos— contestó con los brazos cruzados detrás de su nuca, dando vueltas y buscando qué hacer —Quise barrer pero no encontraba la escoba, quise limpiar pero no hallé trapos ni nada de eso… y fui a las camas y ya estaban hechas, pero sacudí las sábanas y las hice de vuelta, sólo por las dudas.

Lentamente bajé la velocidad de mis movimientos: “las camas” eran las individuales, la mía y la de mi hermano… esa noche no dormiríamos juntos. Entristecido, volví a pelar velozmente, cuidándome de no cortarme y vi los dedos de Kojima amoldarse a los míos, ayudándome con pesar y lentitud, rozando sus yemas contra mis dorsos y palmas ásperos, sucios por el agua y la tierra.

—¿Estás nervioso o inquieto? Estás dejando toda la mesada sucia.

Su voz aterciopelada abrigando mis oídos hizo que automáticamente cerrara los ojos y apretara los labios para no suspirar, no podía ser tan débil con él, no podía. De alguna manera me temblaban las piernas, las rodillas perdían sostén y mis pies parecían derretirse en el suelo, derribándome en el suelo lenta y aburridamente, doblándome como una hoja de papel.

—Shima… Te estoy hablando.

No te escucho. Ya no te escucho.

Me aferré a la madera y solté el pela papas, oyendo el metal chocar, retumbar aguda y molestosamente en mi cabeza: molestaba el silencio, el silencio que en realidad no estaba pero necesitaba crear si quería seguir de pie, si quería seguir fingiendo que no me pasaba nada.

—Kouyou, no me estás escuchando.

No puedo. Me caigo.

La habitación entonces dio vueltas, cargando el aire denso y caliente con un efecto electrizante, erizándome los pelos. Dejé de sentir mi cuerpo y caí de espaldas mientras mi visión se volvía borrosa, mientras caía en algo parecido a almohadas, almohadones gigantes.

Kojima me cargó suavemente al sofá de tres cuerpos, el más grande y me acostó de forma que mirara lado a la chimenea. Sus pasos resonaron tranquilamente hasta que lo vi sentarse en el suelo de piernas cruzadas y frente a mí, extendiendo un vaso de agua.

El pitido en mis oídos fue desapareciendo, me incorporé torpemente y entornando los ojos en un intento de ver mejor.

—¿Cenaste anoche?— preguntó tomándome del mentón y atrayéndome hacia él.

Negué como pude, sentí el frío vidrio apoyarse en mis labios resecos y los separé, sintiendo el agua correr por mi boca y mi garganta a medida que tragaba despacio, pestañeando repetidas veces.

—No cenaste anoche, seguro que no dormiste bien— me guiñó un ojo; era cierto, no había dormido nada de la emoción —Pasaste a buscarme a las cinco de la mañana para llegar aquí a las ocho y no desayunaste por ir al pueblo. ¿Cómo no te va a bajar la presión?— rió, bajando el vaso —Te daré algo dulce, ¿Compraste?

—P-pastel— me senté con torpeza, tomándome de la cabeza —Pero no quiero tanto.

—Ah, aquí está— cerró la puerta de la heladera y lo trajo sin cortar, tal cual lo había comprado, incluso con el envoltorio y el lazo rojo —Veamos— colocándola sobre su regazo, abrió todo y hundió un dedo en la crema, lo probó y ronroneó complacido —Sí, come un poco de crema y se te pasará.

Volvió a buscar crema con su índice y lo acercó a mi boca, la sangre salió disparada de la nada y se concentró en mis mejillas, despertándole carcajadas: lo hacía tan difícil… era tan difícil. Instintivamente descansé mis manos entre mis piernas, sólo por las dudas que se hiciera notorio, y respiré hondo, temblando.

Besé la crema con miedo, retándome por mantener el control y no pedir a los gritos que me derrumbase en el suelo y tirara a la mierda el pastel. Ya lo había hecho una vez, y al admitir que era un calentón había definitivamente arruinado y destruido mi imagen…

…aparte… ya no era la cocina de Yuu, esto era real; éramos él, yo, un estúpido dedo con crema y una casa gigante para nosotros durante todo un fin de semana.

La uña de Kojima rozó mi labio superior y pareció hacerse espacio, entrando despacio y a ritmo para dejar desaparecer la crema tras mi lengua y a la vez conocerme desde una perspectiva distinta, puesto que de a poco y con cuidado iba tocando mis encías para luego tirar de mi labio inferior.

Apreté los dientes cuando lo hizo, sus ojos fijos en mí aumentaban la sensación de mareo.

—¿Otro?— preguntó en un hilo de voz, y asentí al segundo.

Fue mucho más rápido, y mi disposición fue sinceramente muy notoria. Ya estaba acomodado como un maldito animal rogando por comida y Kojima incluso se había levantado para cargar con la torta en una sola mano.

Levanté la cabeza, buscándolo ansioso. Su mano sucia se acercó a mi boca para poder limpiarla… y a último momento manchó con crema la hebilla de su pantalón.

—Ups— sonrió —Qué torpe.

Mi nariz estaba a centímetros de distancia de su estómago. Cerrando los ojos, junté el coraje y besé el metal despacio, respirando con fingida tranquilidad y temblando de pies a cabeza.

El mareo no se iba, pero a la vez ayudaba.

—Takashima…

Parpadeé para enfocar correctamente, se veía tan lejano, mirándome con esos ojos oscuros.

—Si yo en este momento… tiro lo que tengo en la mano— la bandeja tambaleó, a modo de explicación — me acuesto sobre ti y te acorralo contra el sofá para hacer algo… indecente— tragó saliva, guardó silencio durante unos segundos —… ¿Qué harías?

Separé mis labios, se me infló desmesuradamente el pecho.

No tienes que preguntar.

—Nada. Me dejaría hacer.

Sólo hazlo.

La bandeja de plata rebotó contra la madera y el estruendoso eco no pudo ni siquiera equipararse a la desesperación de nuestros besos, chocando los dientes constantemente y con mi voz soltando gemidos patéticos al no poder comprender, no poder asimilar que estaba prácticamente viviendo un sueño.

Cada gemido era una súplica, un ruego porque no despertara si lo que pasaba no era la realidad. Cada llanto que soltaba y me daba vergüenza de mí mismo y mi sensibilidad era un llamado de advertencia.

Estoy cansado de soñar.

Quiero vivir, Kojima.

Quiero vivirte.

—Amo tu voz quebrándose— resopló tentado, sus manos hábilmente arrancándome la camisa y dejando saltar libremente los botones.

—Prométeme que no va a doler.

—Tranquilo— una milésima de segundo había desajustado mi cinturón y bajado el cierre del pantalón —traje todo lo necesario.

—No me sueltes sólo por ir a buscarlo— exclamé colgándome de su cuello; apartó el rostro y resopló con fuerza.

—Están en aquel bolso— indicó con el mentón, señalando el sillón de un cuerpo de al lado.

Automáticamente me estiré y llevé un brazo a la manija más cercana, moviéndome con los talones para llegar y dejando “sin darme cuenta” mi entrepierna a la altura de su rostro. Su risa ronca me desequilibró.

—Juegas sucio, chico rico.

—Me encanta hacerlo— sonreí tirando violentamente del bolso para tirarlo al suelo.

—No te conviene jugar conmigo— susurró luego de arrancar el botón de mi jean con los dientes.

—¿Por qué?

—Porque yo tengo experiencia en esto… y me apuesto la vida a que tú no la tienes.

Levanté la cabeza como pude… y mi pecho empezó a enfriarse.

¿Por qué ya no se siente bien?

—¿Te has acostado con todas tus parejas?— murmuré con voz queda y un extraño hormigueo en mi brazo estirado hacia el equipaje que acababa de desordenar.

—¿Algún problema con eso?

Un tirón, un fuerte tirón me robó un quejido.

—No quiero ser otro.

—No eres otro— se apresuró a decir, impulsándose para sentarse sobre mi ingle —Eres Kouyou, eres único.

—Cada persona es única, Kojima, no soy tonto.

—Takashima, no irás a arruinarme el momento.

—¡Pero…!— sacudí la cabeza, furioso conmigo mismo —No sé qué rayos hacer contigo… si tú no malinterpretas lo que digo, yo mismo me encargo de arruinarlo todo y convertirlo en un escándalo.

—No digas eso.

—Kojima— jadeé, acomodándome para hundir la cabeza entre su cuello y su hombro, ambos sentados al borde del sillón y a punto de caer —A veces siento que no hay respuestas o caminos correctos contigo.

—Sí que las hay— me consoló, tomándome de la mandíbula —Mírame y no llores… Sí hay respuestas correctas conmigo. De hecho… hay una sola.

El mundo se me dio vuelta cuando posó su índice en mi nariz.

—Sólo una.

No pude evitar sonreír, y una oleada repentina de realidad pudo conmigo, tumbándome de nuevo. Sentí el brazo y la mano firme de Kojima tomarme por la espalda, sosteniéndome para acercarme de vuelta a él.

Era como un vaivén, cualquier factor o acción propia que amenazase con alejarme, el iría a buscarme, me recuperaría sin importar qué.

—Ahora cállate y déjame amarte— bromeó, besándome el cuello.

—Mh— asentí, buscando torpemente sus omóplatos y su columna para dibujar con mis dedos y seguir el relieve de sus huesos a cada centímetro de su cuerpo.

Lo siguiente fue todo muy borroso. Recuerdo minutos de espera, de nervios… frío, calor, una especie de entumecimiento entero mientras esperaba  a Kojima para ir al bendito grano… y luego temor, un repentino y espantoso temor.

—¿…Byo?— tragué saliva, temblando.

—Aquí estoy, ¿Qué sucede?

No veía nada, sólo el techo borroso y una molestia aguda entre mis glúteos, adentrándose despacio.

—¡C-cuidado!

—Lo estoy teniendo— me regañó entre dientes, agarrotándose al sillón como podía, apoyándose poco a poco sobre mis piernas para caer y asfixiarme.

—¡Byou!

—Lo siento, no hay otra forma.

—¿¡Cómo que no!?

—¡No entramos, Takashima! ¿Cómo te lo hago---

Un chillido escapó de mi garganta y solté mis piernas, descansándolas sobre sus hombros. Me tensé todo y pude sentir que él también refunfuñaba, dejando de moverse.

—Esperaré a que te acostumbres— susurró, sin mirarme, mis ojos reconociendo su melena poco a poco, pero no encontrando su rostro —Avísame así me muevo.

Quise asentir, pero mi cuello estaba igual de tenso que mis brazos, enroscados en los de Kojima, mis dedos clavándose en la carne sin piedad.

—Byou, me duele mucho— lloré, asustado.

—En serio lo siento— murmuró —No te preparé bien, todo por apurarme.

Cerré los ojos con fuerza y busqué tranquilizarme, relajarme para no terminar lastimándome o dejar inmóvil a Kojima por el resto del acto. Respirando honda y entrecortadamente, busqué separar poco a poco mis piernas, soltando todo a lo que estuviera aferrado y descansando las manos a los costados de mi cuerpo.

Con el aire llegó el espacio, me lamí los labios e intenté llamarlo lo más dulcemente que pude.

—¿Las veces anteriores esperaste tanto?

Para mí sorpresa, se rió, levantándose y saliendo despacio, robándome escalofríos.

—Más o menos— me tranquilizó —Es lo normal.

—¿Y hablas así de mucho también, como yo lo hago contigo?

Negó juguetonamente, volviendo a entrar, dejándome sentir, casi transmitiéndome cómo me vivía él desde adentro.

—O gritan o se muerden el labio— bromeó —Me gusta hablar, hace que uno se despeje y se relaje, ¿No es cierto?

Asentí cuando llegó al fondo, lo miré sin parpadear.

—Se siente bien— confesé, sonriendo de lado.

—Sí, se siente bien— se detuvo, inclinándose más sobre mí —¿Por qué luces tan triste?

—Es que…

Una voz dentro de mí me dice que esto es lo que estabas buscando.

Y no puedo callarla.

Dice que vas a irte, que no vas a volver.

—Te quiero, Kojima— solté sin descaro y temblando bajo su ser —Te quiero más de lo que puedo y de lo que jamás imaginé.

El aire huyó de sus pulmones porque chocó contra mi rostro, dejó caer los brazos y me miró fijamente durante algunos segundos.

Listo, acabas de alertarlo.

Muy bien, Takashima. Seguro entenderá que buscas retenerlo o algo así, siempre malinterpreta todo lo que…

—Es lo más lindo que me han dicho— oí de repente, rasposa y lastimosamente —Kouyou… ¿Eso es lo que sientes?

Mi corazón bombeó con fuerza, impulsé mis caderas para indicarle que siguiera al tiempo que intentaba explicarme.

—Es sólo una parte… en realidad, no hay límites, no los tiene.

Lo que siento por Kojima es… Interminable. Va más allá de lo que se sabe, de lo que se conoce.

Kojima Masahito había derribado mis fronteras y me había hecho conocer otro mundo, otra historia, otros sueños.

Kojima Masahito había, sin saber cómo, robado mi corazón. Y yo estaba encantado de dárselo, que se lo quedara para siempre si eso le hacía feliz.

 

 

 

 

 

—Con que así se siente— suspiré, mirándome, mirándole —Es increíble porque, no me he movido nada, pero estoy exhausto. Casi todo el trabajo lo has hecho tú.

—Eso es lo genial de ser el activo— alardeó, cruzando las manos detrás de su nuca y acostándose en el suelo —Dejar arruinado al otro.

—¿Arruinado?— fruncí el ceño, sonriendo por su ridiculez.

—Ya sabes… cansado… como muerto— le quitó importancia rodando los ojos —Si eso pasa significa que eres bueno, muy bueno.

—Lamentablemente no tengo referentes— le desafié sacando la lengua —Así que no sé qué tan bueno eres.

—Hey— automáticamente se sentó, pellizcándome la nariz. —No tendrás ningún otro referente, ¿Me oíste? No lo permitiré.

Antes de responderle, la lluvia se desató sobre el campo, golpeó contra el techo; en sincronía, miramos hacia arriba y hacia la ventana, por suerte no habían relámpagos.

—¿Te diste cuenta que las mejores cosas nos pasan en la lluvia?— murmuré con voz nasal al no poder respirar bien.

—Mh, aunque el beso en el concierto no fue bajo la lluvia… ¿O sí?

—¿¡Cómo no te vas a acordar de algo así!?— le empujé a modo de broma.

—A que tú tampoco recuerdas.— Me sonrojé: era cierto.

Reímos estruendosamente hasta que nos dolieron los estómagos. Luego, con ojos brillantes, Kojima me dio a entender que debíamos ir a bañarnos y seguir nuestra estadía juntos, alejados de todo y todos.

Aún había tiempo para seguir amándonos, fuera en la cama, en la ducha o el sillón.

Notas finales:

Espero les gustara, este cap es uno de mis favoritos, es muy tierno a mi parecer y es de los que más vale la pena :3

Espero también que les gustara el regalo x3 Y bueno, parece que por fin la cosa va color de rosa para la parejita.

¿Será que les dura? (Malota Mode On x3)

En fin, quiero agradecer a:

 ♥laura lxlight

the slave of bou

También quiero darle la bienvenida a:

 ♥Jinchiiii

SasuGaa I Love

Que espero sigan comentando y disfrutando de la historia.

Así mismo quiero agradecer a todos aquellos que leen pero que no dejan review, que espero que se animen algún día. Eso es lo que nos mantiene vivas a las escritoras x3

Una cosa más, de ahora en adelante actualizare únicamente viernes o sábados. Debido a que la universidad me tiene casi ahorcada.

Sin más, espero leer sus comentarios y sugerencias y que sigan disfrutando de esta historia, un beso.

Sayo♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).