Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Autumn (Rainy Days) por VampireDark

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disfruten :3

—¡Takashima, escúchame! ¡¡Takashima!!

Corrí escaleras arriba y doblé sin mirar en dirección a mi habitación para cerrar la puerta con furia, con dolor y vergüenza. Llorando mares, sintiendo cómo me rompía por dentro y cómo los pedazos de mí caían para no volver a recuperarse, me tomé el pecho pensando que el corazón me iba a explotar y que me iba a morir.

Todo había salido mal, y gran parte de las cosas se debía a mí, casi todo era prácticamente mi culpa.

Cerré los ojos con fuerza en un intento por detener el dolor, aquel insoportable dolor, pero de alguna forma lograba seguir, fuese gritando o gimiendo de dolor, dejándome caer apoyado en la puerta y terminando tirado en el piso, el eco de mis alaridos patéticos rebotando en toda la habitación.

No había caso, por no haber pensado había desencadenado la peor de las malas suertes, y como ahora sucedía a mi padre y era un adulto con responsabilidades, debía cargar con ellas. Pero no quería, quería seguir calzándome la mochila y correr en gimnasia, quería seguir quejándome sobre los exámenes y quería seguir comiendo en la cafetería sin preocupaciones, quería seguir hablando por teléfono con mis amigos hasta bien entrada la noche, quería mandar mensajes estúpidos sólo para molestarlos y quería despertar con el desayuno en mi cama.

Mi cuna y mundo de cristal se rompían, y no soportaba la idea de chocar con la realidad de una forma tan dura, había jurado por Dios que había podido antes con ella al haber conocido a Kojima y su tienda, pero claramente había varias cosas que me faltaban. Claramente había agarrado sólo un camino en lo que era la vida, había logrado esquivar las pequeñas piedritas y sobreponerme a algún que otro problema…

…Ahora me arrasaba una vorágine espantosa.

Tenía a mi padre encerrado en el hospital.

Tenía dos días para cerrar el trato con la cadena de Londres.

Tenía a mis amigos dispersos en sus exámenes.

Tenía a mi madre no aprobando mi relación.

Todo lo que tenía eran problemas.

No tenía a Kojima.

—¿Por qué?— me tomé de los pelos con rabia, tirando en todas direcciones y desgarrándome la garganta —¿¡Por qué ahora, si todo venía tan bien!? ¡No quiero seguir, no quiero, no quiero!

Repetidos golpes a la puerta seguidos de las voces alarmadas de los criados me aturdió, estrellé mis puños contra la madera e incluso la pateé para que me dejaran en paz: quería paz, necesitaba paz. O al menos que me dejaran patalear y quejarme solo; conociéndome, ya se me pasaría.

Con la vista nublada y la respiración agitada, aproveché el repentino parar del llanto para sacar el teléfono de mi bolsillo, marcando los números con dificultad, esperando haber marcado bien. A cada “bip” sentía una piedra golpearme el estómago, otra piedra hundirse dentro de él y un inexplicable filo en mi muñeca, como un calambre gélido que acababa con mi sensibilidad y me dejaba la mano dura.

Acerqué el teléfono a mi oreja al escuchar el tono de espera, apreté lo labios y tragué como pude, juntando fuerzas, juntando palabras, coraje… algo, lo que fuese que pudiera impulsarme si llegaba a escuchar su voz del otro lado.

Porque su voz, todo él para mí era vida. Yo sin él no era nadie, y me había dado cuenta demasiado tarde.

—Byou, atiéndeme— lloré con los ojos cerrados, suplicante —Atiéndeme, atiéndeme, atien…

Fui a parar directo a la casilla de mensajes. Los primeros tres segundos de la grabación jadeé sin vergüenza.

-No me hagas esto… No sé cómo hacerte entender que no quiero comprarte. No sé cómo hacerte entender… yo sólo quiero ayudarte, quiero que estés bien. ¿Por qué no aceptas una mano? ¿Por qué quieres hacerlo todo solo? Kojima, no me dejes solo. No ahora, no puedo.

Y no pude seguir, el tiempo se me acabó y sabría que llamarlo otra vez sería en vano.

Hundiendo el rostro en la mano libre, respiré agitadamente y golpeé mi cabeza contra la puerta, tirándola hacia atrás cuanto pudiese para luego acurrucarme, acurrucarme con el celular entre mi torso y mis rodillas, acunado en mis manos pegadas a mi pecho mientras rogaba por una oportunidad.

No importaba si era la última, sólo quería una oportunidad más.

 

 

 

 

 

“Respóndeme”.

Enviar, esperar, no recibir nada por horas.

“Kojima”.

Enviar, esperar, nada.

Te gusta verme rogar, ¿No es así? ¿Qué mierda te pasa en la cabeza que me tratas como a un…?

Sacudí la cabeza: estaba mal, estaba malinterpretando las cosas, pues sabía cómo era Kojima y haber supuesto que se alegraría aquella tarde en el hospital había sido bastante desconsiderado, bien de torpe. Me había dejado bien en claro que el local era sagrado para él al ser de su padre, que no le importaba romperse la espalda con tal de no tener que cerrarlo y que daría todo lo que estuviese a su alcance para lanzarlo hacia adelante y verlo prosperar.

Pero yo estaba a su alcance. Yo y la posibilidad de comprarle el local para remodelarlo... y no había querido, ¿Qué significaba eso? ¿Qué tipo de ayuda entonces estaba buscando? Si es que buscaba una mano, parecía querer hacerlo todo solo.

Me crucé de brazos, no sin antes frotarme los ojos hinchados y rojos, me miré en el espejo: tenía marcas debajo de los ojos, como ojeras, pero no tenían color. Las comisuras de mis labios parecían haberse quebrado hacia abajo y mi piel adquiría un tono amarillento espantoso, como si me hubiese contagiado de algo en el pasillo de la guardia.

Miré la cama, las sábanas abultadas y otras directamente estrangulando mis piernas: no había dormido absolutamente nada, y el frío venía cargado de un viento seco que se colaba por algún maldito agujero o alguna débil línea de las ventanas, haciéndome tiritar pero picándome la piel cada que me abrigaba con las colchas.

¿Cuánto faltaba para el invierno? ¿Cuánto faltaba para fin de año? Tenía unas insoportables ganas de empezar de nuevo, de escaparme e irme a vivir por ahí, por cualquier lado, lejos del barrio, de las rejas con su enredadera y de todo aquello con lo que me hubiese relacionado los últimos dieciocho años.

Quería volver a nacer. Quería olvidarme de todo lo que me hiciese daño, fuese bueno a mis ojos o malo.

Respiré hondo, tirando la cabeza hacia atrás mientras me sentaba: no se podía, mala suerte. Había que levantarse y caminar a la oficina, había que leer inmediatamente los contratos y buscar posibles fallas, había que encontrar trucos que nos favorecieran y había que llamar urgentemente al representante de Londres que se estaba quedando en Tokio para que viniese, tal vez encontrarnos en un punto medio como había dicho mi padre.

Ahora no cualquiera podía entrar a la casa, ahora yo no podía salir libremente y vistiendo lo que quisiera.

Dejé caer los pies a un costado de la cama, a milímetros del suelo. Las sábanas cayeron, apretando más mi piel; jugué con los dedos de mis manos apoyados en mis rodillas.

—“How do you do, Mister White—practiqué, buscando seriedad en mi voz mientras balanceaba mis piernas—“I’m Takashima Kouyou, Takashima’s son”.

El resto se lo dejaría al traductor, no iría a esforzarme tanto con mi primer trabajo.

 

 

 

 

 

 

—A la tarde pienso pasar por el hospital, ¿Quieres venir así le contamos a tu padre?

—Ve tú sola— corté la carne y comí con pesadez, las muñecas me dolían y las rodillas me quemaban, había estado demasiado tiempo sentado —Yo tengo que quedarme a revisar los preparativos de la cena.

Le vi suspirar, contenta. Las puntas de la mesa nos separaban más de lo que ya estábamos alejados, sentimentalmente hablando.

—Tu padre va a estar muy orgulloso.

—Lo único que me interesa es saber por qué Kojima no me contesta— repliqué con la mirada fija en mi plato —No la salud de un tipo que nunca me prestó atención.

Silencio, expresó su frustración retorciendo disimuladamente la servilleta.

—¿Qué, me vas a decir que no hable así de él?— espeté —¿Me vas a decir que te da vergüenza que me guste un chico? ¿Acaso piensas desheredarme? Porque ten cuidado, yo puedo hacer que termines muriendo en una fosa común o en la calle.

Ishimura dejó caer a bandeja ni bien había entrado y escuchado: aparentemente, todos estaban sensibles. Tiré los cubiertos y me levanté, marchándome.

—En esta casa son todos unos imbéciles, ¡Tú eres una vieja acomodada que nunca movió un dedo para terminar donde estás y pretendes manejar mi vida cuando en realidad yo tomo las riendas del dinero que gastas en vestidos y bolsos de mierda, cuando bien podrías utilizar todo ese tiempo comprando en mí para al menos saber dónde carajo estoy todo un fin de semana! ¡Una vez que hay un ser potable y no lo dejan ser, carajo! ¡Y tú, cocinero de pacotilla, más te vale limpiar eso para cuando vuelva!

Aflojé mi corbata mientras salía hacia la calle principal, siguiendo hasta el fondo del barrio y doblando en dirección al bosque.

—¡¡Lo único que quiero es a mi pareja, es lo único que pido!!

Desabotoné los puños de la camisa y tiré el traje, frotando mis ojos con el antebrazo y gimoteando entre dientes mientras mis zancadas eran cada vez más grandes: llegué y me encerré en el zoom de la piscina climatizada, siendo atendido por el silencio de un mundo apartado, un mundo lejos de ser el que me recibiría cada que me fuera a dormir, cada que viviera mi nueva rutina.

—Sólo quiero un mensaje de texto— murmuré, avanzando hasta rozar el borde completo de agua —Con una disculpa, con un “te detesto”… lo único que pido es tu atención un minuto, no necesito nada más que eso— me saqué los zapatos y los tiré dentro, sonriendo —¿Por qué es tan difícil, Kojima? ¿Por qué eres tan complicado?

Sentándome, introduje parte de mis piernas en el agua tibia, mojándome el pantalón hasta la rodilla, jugando como lo había hecho en mi cama por la mañana.

—Quiero jugar, quiero ir a la tienda— seguí estirando mis labios hacia arriba, no pudiendo contagiar a mis ojos con aquella especie de felicidad —Quiero ir a la cabaña, quiero besos durante un recital… quiero un pastel y quiero algodón de azúcar, quiero parque de diversiones y que me cantes.

Quiero que me cantes.

Quiero que me ames.

—No es lo mismo si no estás— sentencié, inspirando con fuerza —No es lo mismo si sé que no te importa.

—¿Kouyou? ¡Kouyou!—los chillidos de mi madre llegando desde la entrada; entorné los ojos y me tiré completamente al agua, ovillándome en el fondo y aguantando la respiración a duras penas.

Me encontró de todas formas, y no pude hacer nada cuando me arrastró hasta el baño del centro mientras fingía disciplinarme, yo fingiendo también a cada asentimiento mientras me escurría la camisa empapada.

 

 

 

 

 

—Tu madre me dijo que tienes… una especie de “Novio”. Ése amigo del que me hablaste la otra vez.

Torcí la boca, las manos entrelazadas y los codos de vuelta sobre mis rodillas.

—Tenía, no me deja estar con él; no le gusta.

—¿Por qué?— preguntó con repentina duda, me encogí de hombros —¿Porque es de clase media, porque tiene ese… coso de comidas rápidas?

—Creo que es porque es varón— musité apretando los labios de la vergüenza, froté mis manos sin atreverme a mirarlo —Sé cuánto querían ustedes que les diera nietos.

—Bueno, no podemos negar eso, pero…

—No importa, papá— levanté la cabeza, haciendo muecas en un intento por ahuyentar la incomodidad, la pena —Ya me encargué de espantarlo yo solito cuando le dije lo que tenía planeado.

—¿No quiso que le compraras el puesto?— respirando hondo, negué con la cabeza —No puede ser, le estabas proponiendo un buen sueldo, querías ayudarlo a que empezara los estudios universitarios, ¿O no?

—Por eso, no sé qué le pasó— mentí —Sólo… me miró enfadado y me dijo que ni se me cruzara por la cabeza hacerlo.

—¿Y luego?

—Luego quise explicarme mejor pero se fue… y hasta hoy no lo he visto, tampoco me contesta al teléfono.

Creí verlo hacer una trompa, ahogué una risita áspera.

—…Te ves mejor, papá, ¿Has estado comiendo todo?

—Por supuesto, ya quiero ir a casa para seguir con el asunto White. Y al diablo lo que tu madre diga— le restó importancia con la mano, parecía tan humano —Cuando le diga que con lo que ganemos puede irse a Cancún, se mostrará totalmente de acuerdo— Reímos juntos, pero en mi voz terminaba faltando algo.

—Es más, llevarás a ese chico contigo. Iremos todos juntos— agregó.

—Papá, no creo que podamos.

—¡Por supuesto que sí! ¡Ya mismo te digo cómo!

—Papá, no delires…

—Tráelo, quiero que venga a visitarme para que conversemos. Y tú por las dudas trabarás la salida con tu cuerpo, no sea cosa que el muy cobarde escape de nuevo. Es más, ¿Sabes qué? ¿Tienes tu teléfono a mano? Dame eso— llamó con la mano —Dámelo, hablaré con sus viejos.

Prácticamente se me salieron los ojos: haber ido a visitar a mi papá sin mi madre había sido algo bueno después de todo.

No tenía idea de que mi papá fuese tan simpático.

 

 

 

 

 

De alguna manera, terminé parado y apoyado contra la pared de mi padre, cuarenta minutos después de haber visto llegar a Yura con los señores Kojima… y él, él. Él, que me pasó por al lado con la confusión en su rostro; él, con quien rozamos hombros para hacerme sentir el frío con el que cargaba su cuerpo.

Después de eso había decidido no presenciar nada de nada, dejaría todo en manos del gran negociante de mi padre y esperaría a lo mejor así como lo peor: yo sólo cumpliría mi rol de haber ido a visitar a papá como todo gran hijo y el papel de haberle seguido el juego de “a ver si sacamos algo bueno de todo esto”. Desde entonces los minutos pasaron, escuchando débilmente la voz de mi padre pronunciar palabras y sentenciar como si fuese Dios mismo y al mismo el Diablo, cargando en su voz un poder que yo nunca tendría, sin dejar de lado cierto matiz de hombre dispuesto a negociar, preocupado por el futuro de mi…

De mi…

Dejé de sentir soporte en mi espalda y trastabillé, sin caerme de pura suerte. Giré rápidamente y estiré los brazos a mis costados, como papá me lo había pedido, pero nadie se movió. Terminé haciendo el ridículo.

Entre los visitantes de espaldas a la camilla, le vi levantarme el pulgar con sonrisa socarrona, las arrugas surcando su rostro y cierto brillo pícaro brotando de sus ojos. Miré a Yura, cruzada de brazos y feliz; miré a los señores Kojima, mirándome con extrañeza.

Miré a Byou, manos en los bolsillos del pantalón y encorvado en sí mismo.

—Creo…— habló al fin —Creo que te debo una disculpa. Fui algo inmaduro… bastante inmaduro— encontrar sus ojos mirando los míos fue un golpe macizo, sentí un choque eléctrico desatarse en mi pecho —¿Podrías perdonarme, Kouyou? Fui bastante rudo contigo.

Y volví a llorar, volví a llorar atreviéndome a correr hacia él y abrazarlo, prácticamente gritándole cuánto lo quería y lo necesitaba sin importarme quiénes me vieran, mucho menos cuando sentí sus manos amoldarse a mi cuerpo lentamente.

 

 

 

 

 

—Quiero que sepas que no está todo bien— fue lo primero que dijo ni bien salimos y despedimos a su familia; en la calle el frío se colaba por debajo de la ropa y no importaba cuántas veces me frotara los brazos, en realidad el frío mío venía de adentro, del vacío —Que me haya disculpado por la presión de tu padre y porque estaba toda mi familia no significa que se haya resuelto todo. Ya no sé cómo decírtelo, pero… deja de tenerme lástima, Takashima, porque bien que puedo cuidarme solo.

—¿L-lástima?

—Lástima— asintió, serio —Detesto que piensen en mí como un pobrecito  que no pudo seguir sus estudios, me repugna la gente que va a la tienda y dice con una sonrisa que se siente mal al verme barrer la vereda todos los días sin reproches, me pone físicamente violento que supongan que mi vida es una miseria, porque de algún modo estoy contento con ella. ¡Así que deja de comprarme cosas para hacerme sentir mejor porque estoy bien así, estoy bien con lo poco que tengo porque es lo que consigo con mi propio esfuerzo, amo lo que tengo y lo que me gano! ¿Okey?

Me lamí los labios, incapaz de quedarme quieto de tanto tiritar, mordiéndome la lengua, acorté la distancia que nos separaba y lo empujé con fuerza para verlo caer al suelo, sorprendido. Sentado en el piso, levantó la cabeza y no contuve mi fuerza: terminé abofeteándole. Agitado, el vaho de mi aliento nubló mi vista, pero las ganas de llorar estaban bien lejos de mí, bien escondidas.

—Número uno— grité —Si quisiera comprarte en serio ya tendrías dos autos y una casa de tres pisos, tendrías ropa de marca y un shopping en vez de la tienda de comida. ¡Número dos! Te quiero ayudar porque comparto tus ganas de ver al negocio mejorar, ¡No quiero robártelo ni mantenerte como lo hace mi papá con mi mamá, eso me da rabia! Y número tres, si tanto dices que amas lo que tienes y lo que ganas… ¿Por qué no me amas? ¿¡Por qué no te dejas ayudar!? No siento lástima, lo que siento es empatía. Esa mugrosa tienda a la que me llevaste el día que nos conocimos— señalé a la calle en cualquier dirección, pero daba lo mismo —Esa tienda que se caía a pedazos sin que me diera cuenta, ahora es mi casa, y todos los que trabajan en ella son mi segunda familia. Lo único que quiero es expresar mi gratitud, ¡Porque no tienes idea cuánto tú y el local me han cambiado, lo bien que me han hecho! Kojima— tomé aire, sentía mis pulmones llenos de agujeros de hielo así como los pie entumecidos —Eras lo que necesitaba, eres lo que define mi estado de humor y mis ganas de levantarme. Si tú no me hablas, yo no me levanto de la cama. Si me ignoras, para mí no tiene sentido despertarme. Si no me quieres… si no me quieres…

Arrugué mi mentón, entornando los ojos e insultando mi poco valor.

—Si no me quieres me siento solo y triste.

Ovillado en mí mismo, me tapé los ojos y luché por mantener la compostura, escuchando la escarcha quebrarse bajo los pies de Kojima, que se levantó y paró delante de mí, emanando una tenue calidez que moría por absorber… sólo si yo podía tenerla y sólo si él me dejaba tenerlo.

—Yo no quiero tenerte, yo quiero quererte. Pero tú no me quieres a mí, no me quieres…

Y después…

Después. Después fue lo mejor que pudo haberme pasado. Una inyección directa de adrenalina y calor, de vida y de anhelo. Kojima había apartado las manos de mi cara y se había hecho lugar para besarme con ganas, esas ganas que te quitan el aliento y te hacen temblar las piernas, perder soporte en las rodillas.

No podía abrazarlo pues me tomaba de las muñecas con fuerza desmedida, pero la forma en que inclinaba su cabeza y buscaba más allá de mí para seguir besándome me obnubilaba, era la primera vez que creía tener al Kojima más débil y humano de todos, un Kojima que cerraba los ojos con fuerza y tensaba su cuello mientras lamía mis labios y acariciaba mi lengua con la suya, el Kojima que sin vergüenza se abría paso entre mis piernas para excitarme usando sólo su rodilla y pujaba por mis muñecas para pegarme más a él, sintiéndolo temblar con frenesí, mucho más que yo.

Date cuenta.

Date cuenta de lo que haces y lo que provocas en mí.

Haz algo al respecto, tómame por favor. No me dejes por nada en el mundo.

 

 

 

 

 

El ambiente ya de por sí irradiaba cierta alegría, mucha gente había prometido venir (tanto así como la familia de Kojima, la de Manabu e inclusive la madre de Kai, que con un poco de esfuerzo y ruego de su hijo lograría pasar quince minutos por el lugar para después volver al hospital) pero nuestra chispa parecía iluminar en demasía el lugar: Kai revisaba por quinta vez las hornallas de las cocinas y Manabu lustraba sin parar la barra, siendo pellizcado en el trasero varias veces por su novio: era cierto, tenía linda retaguardia, pero Yutaka después cocinaba con esas manos, por lo que a la octava le tendí silenciosamente el detergente.

Anudando mi delantal y poniéndome el gorro, me miré en el espejo del baño del personal, sonreí: el verde lima había sido una buena elección... más allá de las paredes rosadas y amarillas con detalles de los mismos colores. Habíamos sacado la cuenta y la mayoría de la clientela era femenina y adolescente, por lo que los colores atraerían… o eso esperábamos.

—¿Todos listos?— gritaron desde la cocina.

—¡Voy!— troté de vuelta a la entrada y subí las escaleras hacia la terraza, a la zona de parrilla —Kojima, ¿Listo?

Su sonrisa sin dientes se mostraba tranquila, mas sus manos temblaban con los utensilios brillando; asintió una vez e inspiró con fuerza y antes de que volviera a bajar, me llamó con nerviosismo.

—¿Qué pasa?

—Durante el mes de remodelación… te acordarás que no pudimos vernos mucho, ¿Cierto?— puchereé, reprochándole silenciosamente por aquello: un mes, un mes donde nuestra relación se había basado en llamarnos a la noche todos los días… sabía que su voz sonaba demasiado clara y que su tos era falsa —No estaba enfermo, había empezado una serie de trabajitos chiquitos— y sonrió con todos los dientes y ojos tristes, pidiéndome perdón.

—¿Y para qué lo hiciste?— me crucé de brazos, increíble.

—Quería llevarte a algún lugar lindo para esquiar o algo de eso ahora que empieza el invierno— me sonrojé en respuesta, parpadeando exageradamente —Ya reservé un lugar y todo, sólo déjame seguir trabajando hasta que viajemos así puedo comprarte algo.

—Koj…no es necesario.

—Si yo considero que es necesario lo es. Mira todo lo que hiciste tú por mí.

Volví a pucherear y dejé caer mis brazos, de alguna forma seguía derritiéndome por dentro cada que me miraba de aquella forma y me sonreía de lado, no había manera de evitarlo.

—¡Ey, muevan un poco que ya abrimos!— nos retó Kai asomando la cabeza por las escaleras y dejando a la vista su boca y cuello enrojecidos.

—Hermano— se quejó Byou —¿Nosotros hablando y ustedes…?

—Lo que yo hago con mi conejo es cosa mía— ninguneó para desaparecer —Shima, baja que Manabu está abriendo la puerta.

Me giré y bajé dos escalones, su voz grave volvió a llamarme, le miré de costado.

—Te ves… realmente adorable.

 

 

 

 

 

—No sé de dónde sacas fuerzas para trabajar hasta la medianoche, cargarme hasta casa sólo por diversión y luego…— apreté los labios, la vergüenza explotando en mis pómulos —luego hacer eso que haces.

—Lo sé, lo sé— rió estirando los brazos —Soy fantástico.

—Lamento la falta de entusiasmo…— murmuré apoyando la cabeza en su pecho —No tengo más energía por hoy.

—¿Estás bromeando?— apoyando los codos sobre la almohada, me obligó a mirarlo a los ojos —Verte tirado en el colchón buscando aire y gritando con cansancio fue lo mejor… me encanta ese tipo de cosas— besó mi nariz y pareció tirarme un beso a pesar de estar a milímetros de su boca —Tienes una voz potente además de esas piernas.

Contuve una risa, encogiéndome de hombros.

—¿Por qué te gustan tanto mis piernas?— y me mordí el labio, aguantando la vergüenza.

—Porque están bien torneadas, casi como las de una mujer. Además son bastante flexibles— gruñó antes de besarme —Tan flexibles que me permiten manejar todo tu exquisito cuerpo a mi gusto.

—Mh, en eso quizás tengas razón… es más— suspiré pasando los dedos por su pecho, bordeando sus pezones, — puede demostrar su potencial una vez más si quieres.

—No jodas— carcajeó.

—Yo nunca bromeo con “eso”, mucho menos con la parte que más nos gusta de mi cuerpo— confesé lamiéndome los labios para ir sentándome sobre él.

—¿A ti también te gustan tus piernas?

—Todo lo que te guste, me gustará a mí también… aparte— le tomé del rostro, atrayéndolo cuanto pude y pegando bien mis piernas a sus costados —Cuando siempre les dejas marcas. Me encantas las marcas que me dejas.

—Sujétate otra vez de la cabecera— rugió hundiendo las manos bajo mi estómago y por entre mis piernas, acomodándose y descansando la espalda contra la madera de la cama —Pero con una sola mano, con la otra abrázame.

Y luego, vendría lo que más me gusta, lo mejor que me puede pasar y lo que, a cada día, mejora más y más: Gotas chocando violentamente contra el piso, el pasto y el techo, salpicando y deshaciéndose en miles de partículas que desaparecen de mí vista en una milésima de segundo. El ruido de la tormenta rebotando en las paredes luego de anunciarse con un blanquecino relámpago que contrasta con el cielo grisáceo y oscuro. El sonido acompasado de la respiración y mi pecho encontrándose con el suyo luego de buscarlo y atraerlo hacia mí con las manos.

Sería perfecto. Sería despertarme otra vez con Kojima a mi lado.

 

FIN

Notas finales:

Bueno... llego el momento que no quería, que rogaba porque no llegara. El final.

A estas alturas considero y quiero ser sincera con ustedes. El fic original no termina acá. Después de esto inicia un epilogo compuesto por dos capitulos, que por ahora al menos no voy a subir.

¿La razón? La autora original del fic, solo ah subido uno de estos dos capitulos, por lo cual la historía ha quedado totalmente incompleta. Y aunque mi deseo, con todo el corazón es brindarles a ustedes este épilogo que, al menos el primer cap, es tan hermoso, así mismo, no quiero darles un epilogo que a estas alturas lo más probable es que nunca tenga fin. Como escritora y sobre todo como lectora que soy, no me considero capaz de ello.

Bien... cambiando el tema. Esta es la primer, y considero última, adatación que he realizado y agradezco de todo corazón el apoyo. La razón por la que escogi esta historia es porque, es sencilla pero es muy hermosa, no es el gran drama como ocurre con otros, pero es cautivante, atrapante y muy bello, al menos yo lo vi así. Fue la razón por la que lo escogí y creo fueron las mismas razones por las que a ustedes les gusto.

También, quiero agradecer con el alma a todos aquellos que se leyeron esta historia, que sufrieron conmigo, que lloraron, que rieron, que disfrutaron, que insultaron a Byou, que se gozaron la historia.

Agradecer a aquellos que desde el primer capitulo hasta el final estuvieron firmes, aquellos a quienes aunque llegaron después también se mantuvieron ahpi, aquellos intermitentes que por alguna razón u otra no podian estar siempre ¿y por que no? también agradecer a aquellos que estuvieron en su momento y que decidieron marcharse. Todos y cada uno de ustedes, junto conmigo, fueron parte de esto y son los responsables de que yo la diera total hasta el final con esta adaptación.

Bueno... llego el momento que no quería, que rogaba porque no llegara. El final.

A estas alturas considero y quiero ser sincera con ustedes. El fic original no termina acá. Después de esto inicia un epilogo compuesto por dos capítulos, que por ahora al menos no voy a subir.

¿La razón? La autora original del fic, solo ah subido uno de estos dos capítulos, por lo cual la historia ha quedado totalmente incompleta. Y aunque mi deseo, con todo el corazón es brindarles a ustedes este epilogo que, al menos el primer cap, es tan hermoso, así mismo, no quiero darles un epilogo que a estas alturas lo más probable es que nunca tenga fin. Como escritora y sobre todo como lectora que soy, no me considero capaz de ello.

Bien... cambiando el tema. Esta es la primer, y considero última, adaptación que he realizado y agradezco de todo corazón el apoyo. La razón por la que escogí esta historia es porque, es sencilla pero es muy hermosa, no es el gran drama como ocurre con otros, pero es cautivante, atrapante y muy bello, al menos yo lo vi así. Fue la razón por la que lo escogí y creo fueron las mismas razones por las que a ustedes les gusto.

También, quiero agradecer con el alma a todos aquellos que se leyeron esta historia, que sufrieron conmigo, que lloraron, que rieron, que disfrutaron, que insultaron a Byou, que se gozaron la historia.

Agradecer a aquellos que desde el primer capitulo hasta el final estuvieron firmes, aquellos a quienes aunque llegaron después también se mantuvieron ahí, aquellos intermitentes que por alguna razón u otra no podían estar siempre ¿y por que no? también agradecer a aquellos que estuvieron en su momento y que decidieron marcharse. Todos y cada uno de ustedes, junto conmigo, fueron parte de esto y son los responsables de que yo la diera total hasta el final con esta adaptación.

Quiero poner el nombre de cada uno de los personajes de las personas que comentaron y apoyaron este fic, que estuvieron ahí en su momento o siempre y por quienes este fic creció. Sin embargo, estoy bastante atareada, y con suerte logre liberarme un poquito para subirlo. Pero prometo que lo haré, eso y responder todos sus reviews, el fin de semana a más tardar. LO JURO SOLEMNEMENTE.

Creo que no es más, tenia tantas cosas que decir y ahora se me borro el disco duro por completo, tal ve el hecho de que es el primer fic que termino completamente que no es one shot x3

En fin, sin más que decir quiero agradecerles nuevamente. INFINITAS GRACIAS.

Que pasen una buena noche, les voy a extrañar muy y espero podernos leer pronto en el epilogo (o en cualquier otro fic carajo) x3

Hasta luego, mil besos.

♥♥♥Sayo♥♥♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).