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Autumn (Rainy Days) por VampireDark

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Notas del capitulo:

Dsifruten :3

—No puede ser— asentí para indicarle que sí, sí podía ser —No, no, no.

—Lo tendrás a menos de diez metros, nos tocó campo y en la primera fila— sonreí —Eso sí, lamento no haberte podido conseguir el pase especial para el camerino, salía barato pero ya se habían acabado las cincuenta credenciales de presentación.

—Takashima, no tenías que hacerlo.

—Pero quiero hacerlo— ya le había extendido los brazos juntos con las entradas, caminé hacia él para mirarlo de cerca —Estuve mal ayer… y quiero verte feliz.

Ese día sí había ido al colegio y luego a la tienda para ayudar en el turno, todas las horas callado y atendiendo sin comunicarme con nadie, ni siquiera con Yutaka: temía decirle y que se le escapara, nadie debía arruinarme la sorpresa. Las entradas las había conseguido a la noche, una o dos horas después del mensaje de disculpa.

Kai aún no volvía de entregar todos los pedidos, Kojima terminó de sacarse el delantal y el gorro, lo esperé pacientemente y con una sonrisa temerosa: era la primera vez que hacía algo por alguien, nunca antes siquiera había comprado regalos, pues consideraba más importante que uno de esos mi amistad o mi presencia. Y aún así…

—Es bueno tener contactos, pude conseguir los tickets a tiempo y en el lugar que quería.

Kojima volvió a mí, mirándome con fervor, casi derritiéndome con la mirada; tenía los labios apenas separados y parecía no respirar, no tocaba los papeles pequeños y amarillos, era casi como si les temiera, como si no fueran reales.

—¿Te das cuenta de lo que sale esto?— susurró acomodándome mechones de cabello detrás de las orejas y acariciándomelas suavemente —Diablos, te debió haber costado…

—Nada, nada de nada. Es un regalo, y nunca se delatan los precios de los regalos.— Suspiró en respuesta y se inclinó para apoyar su frente en la mía, cerrando los ojos y dejándome sentir su aliento apagado, vergonzoso.

—No tuviste que hacerlo. Te trato mal, no me disculpo como se merece y tú encima te molestas en animarme. Perdóname— siguió frotando mis orejas, acalorándome, sonrojándome al instante —Perdóname, en serio.

Negaba con su cabeza, por ende movía la mía, y nuestros rostros estaban tan cerca que pensé que me iba a morir. Sobre todo cuando se pasó la lengua por los labios y los dejó brilloso, rosados, suaves... tan exquisitamente cerca.

—Perdóname— cada letra saliendo de su boca con un matiz electrizante, delicioso mientras seguía balanceándonos —No te volveré a hablar así. No sé cómo agradecerte.

—Me lo está pidiendo… ambos queremos lo mismo.

Mis manos viajaron sin pensarlo a su pecho y arrugué las entradas en un intento por tomarle del cuello y dejarlo quieto. Respiré hondo y me agache lentamente, quedando a su misma altura.

—Yo sí sé— resoplé, desesperado —Yo sí sé.

El agarre de sus manos a mis brazos fue tan fuerte, tan cargado de tensión y ansiedad que cuando Yutaka tocó el timbre de la bicicleta al llegar gemí de la frustración. Tenía que dejarlo salir. Volviendo a pisar con toda la planta y dándome media vuelta, me golpeé la frente con la mano que tenía las entradas, Kai alcanzó a verlas y rápidamente empezó a festejar, agradeciéndome por comprarles las entradas a él y a Kojima.

…Decirle que él no estaba invitado fue lo más difícil, pero al verme a los ojos pareció captar y terminó de entender.

 

 

 

 

 

—¿Y bien, cómo es esto?— pregunté fingiendo entusiasmo, saltando en mi lugar y frotándome las manos con fuerza.

El frío empezaba a hacerse insoportable, la gente no dejaba de hablar y un par de personas más adelante había un puesto de comida, estábamos rodeados de gente que pretendía vender camisetas originales del tour e incluso más atrás de nosotros se instalaba una densa nube de humo sobre la cual intenté no preguntar, porque no era my difícil pensar de dónde provenía junto con el olor a pasto quemado que me quemaba las fosas nasales.

Seguí saltando mientras Kojima se ladeaba para mirar la longitud de la fila, despreocupado.

—Esperamos hasta que sea nuestro turno.

—¿¡Cómo!? ¡P-pero acabamos de llegar y la cola… la cola es… Da media vuelta en la esquina!

—Exactamente, ahora no te sientes… podrían robarte el lugar. Permanece aquí y no brinques tanto o te darán ganas de ir al baño, tampoco mires a los demás a los ojos por mucho tiempo y hagas lo que hagas, no aceptes nada de los del fondo, que seguro están fumando porros.

—¿¡P-p…!?

—Bienvenido al mundo real, Shima. Bienvenido— sonrió.

Dejé de moverme y miré a mí alrededor: ya era de noche siendo apenas las siete, no lograba abrigarme aún con la bufanda enroscada fuertemente a mi cuello y por más que me frotara las manos y me soplara en las palmas, el aliento congelado no ayudaba a conseguir calor. Levanté la cabeza cuando dos guantes de lana marrones golpearon mi frente suavemente.

—Toma— me dijo —Cuidado, son bastante grandes.

Asentí y noté que tenía razón: la lana barata me picaba, el guante me bailaba de todos lados, tuve que meter las manos en los bolsillos para que no los perdiera y se quedaran quietos y, temblando, me mordí el labio y maldije. ¿Era cierto entonces lo que mostraban en la tele, que el proletariado acampaba un día antes para llegar primero?

—Gracias de vuelta— escuché detrás de mi oreja mientras avanzábamos despacio tres lugares, me giré asustado; Kojima me miraba, con los ojos brillosos y una sonrisa… aburrida —Tenía muchas ganas de venir.

—No agradezcas— torcí la boca —Te lo mereces, eres buena persona.

Volví a darle la espalda y sus manos se metieron en mis bolsillos, amoldándose a los guantes y quitándomelos con cuidado, dando una imagen bastante vergonzosa para cualquiera que tuviese una mente retorcida.

—¿Q-qué haces?

Mis manos desnudas lograron encontrarse con las suyas, incómodas por el poco espacio y entrelazando los dedos dulcemente, acelerando el ritmo de mi corazón.

Apoyó el mentón en mi hombro, hundiéndolo en un punto electrizante que no sabía que tenía, cerré los ojos y suspiré.

—Así está mejor, ¿Verdad?— se rió, murmuré en asentimiento —Tienes las manos calentitas.

—Tú estás helado— pegué mi mejilla a la suya, pude sentir sus pestañas acariciarme al parpadear —Tuviste que haberte abrigado— caminamos cinco lugares más, sin romper el abrazo.

—Hará calor adentro, se salta mucho y la excitación es…— se quedó pensando —Muy fuerte.

—Lo que siento por ti también es muy fuerte.

Me sorprendí de mí mismo y tensé el cuello por un segundo, seguimos en silencio cuando doblamos la esquina e incluso hasta que nos tocó: no era necesario decir nada, el silencio provenía de la comodidad y estábamos más que conformes con eso. Aunque tarde o temprano yo terminase queriendo más.

Kojima se encargó de todo lo necesario luego de soltarme (yo generalmente entraba por atrás del estadio o teatro con los artistas, ni sabía que te rompían los papelitos y después tenías que entregarlos a un pelado grandote una vez dentro del lugar)

No había sillas, no había caminos que indicaban las zonas ni cuerdas que separaran los sectores, o sea que cualquiera podía adelantarse; siendo llevado de la mano como un niño pequeño, entramos y no pude evitar darle la espalda al escenario aún vacío, observando las tribunas y plateas ser llenadas a velocidad luz, con gritos, cantos, saltos y gente que ya se festejaba la vida, como si en luego del show se les terminase el mundo.

—Cuánta energía. Estas deben ser las pequeñas inyecciones de fuerza, de esperanza para la clase media.

No sé cuánto tiempo estuve así, mirando y sonriendo y riéndome de otros que bailaban y empezaban a sacar banderas cuando todas las luces se apagaron, estallando un “bum” espantoso, producto de la repentina falta de iluminación. La gente comenzó a gritar desaforadamente y yo intenté localizar a Kojima, ya comenzando a asustarme.

Una voz que no supe reconocer habló por micrófono mientras en las pantallas gigantes se proyectaba una película, un cortometraje. Seguí llamando a Kojima sin sentido, todos estaban demasiado emocionados.

Luces láser, humo por todas partes. El bombo de una batería rebotando en mi pecho, el suelo comenzando a temblar por toda la gente saltando. Empujones, un codo golpeándome el mentón y repentinamente… dos brazos tomándome del cuello, tirando hacia alguna parte mientras todos los reflejos impactaban en el escenario y el público, dañándome los ojos.

Reconocí el calor de Kojima mientras Miyavi aparecía más arriba, saludando y empezando a cantar y a bailar enloquecidamente, sacudiéndose y girando a medida que recorría los brazos de la estructura, acercándose, alejándose, saltando y corriendo, descontrolándolo todo.

Reconocí el calor de Kojima y el aire pudo volver a entrar a mis pulmones, olvidé todo lo que me rodeaba y me hundí en su pecho disfrutando de la sensación, tenía una nueva de necesidad de estar cada vez más cerca.

Reconocí el calor de Kojima y apreté los labios, abrazándolo con fuerza. Supe que entonces todo estaría bien y que no me soltaría, rodeándome con un solo brazo, pegándome asfixiantemente a su cuerpo.

Nuestras piernas se enredaron, nos siguieron empujando y terminamos lejos, lejísimos de donde habíamos ido en un principio. No le importó, no me importó en absoluto. Pude sentir las lágrimas de Kojima caer en mis hombros mientras cantaba… quizás fue el sudor de su frente, quizás fue alguien más, no lo sé, yo prefiero recordarlo así.

De la nada la voz guardo silencio, dejando espacio a un hermoso y fantástico solo de guitarra, las luces centelleantes me cegaron a pesar de mantener los ojos tranquilamente cerrados; me pitaron siempre los oídos, pero aún así podía escuchar aquellas cuerdas desgarrarse con amor, con emoción y euforia. Me resultó la melodía más hermosa del mundo.

Cuando la primera canción terminó y Miyavi se decidió a hablar con la gente, contando un poco de qué trataría el show, las manos de Kojima, cálidas y sudadas, subieron a mi rostro, tomándome de las mejillas.

Fue un martillazo al corazón, fue un pellizco en la nuca. Había abierto los ojos, pero los volví a cerrar. Mi premio había llegado.

Me agache un oco y rodeé el cuello de Kojima con desesperación, pidiendo por otro y otro beso, otra caricia, más de esos labios húmedos y suaves que me quitarían el sueño cuando llegase a casa.

 

 

 

 

 

—Estuvo genial— suspiró Kojima con medio cuerpo sobre mi espalda y siendo patéticamente cargado y arrastrado por mí —No siento las piernas, no siento los brazos, me arden los pulmones… definitivamente mañana no iré a trabajar.

—¿Me estás pidiendo entre líneas que te reemplace?— bromeé, cagándolo a duras penas; la noche y los besos me habían dejado exhausto, veía lucecitas de colores y la emoción había barrido conmigo, ni siquiera sabía adónde lo estaba llevando.

—Kouyou— resopló dejando caer hacia atrás su cabeza, sonriente —Te lo agradeceré siempre, lo juro en este preciso instante.

Debí haberme puesto como un tomate, porque noté que me miró de reojo y carcajeó estruendosamente. Alegando que podía caminar solo, ambos nos tambaleamos en el camino, brazos muertos y ojos entornados del sueño.

Seguimos en silencio, llegamos al barrio y me detuve, girándome con cuidado porque sabía que me iría a caer ante la falta de fuerza, sonreí cansadamente.

—Estuvo bueno, deberíamos hacerlo más seguido.

—Completamente de acuerdo— sonrió.

Nos miramos a los ojos, habrían tres pasos de distancia entre nosotros, me mordí la lengua al sacarla juguetonamente.

—¿Me das un beso, o tengo que llevarte a otro concierto para que lo hagas?

Se suponía que iba a reírse. Se suponía que acortaría la distancia para después abrazarme y darme otro beso, otro premio.

Su rostro se contrajo, ofendido, y de sus labios secos y apenas separados salió un murmuró que jamás vi venir, nunca.

—¿Entonces eso soy? ¿Tu puto boy toy?— Me empezó a faltar el aire, quise acercarme pero dio tres pasos para atrás rápidamente. —En realidad nunca quisiste llevarme al concierto.

—No… ¡Kojima!

—Sólo lo hiciste para sacar ventaja del asunto.

Girando sobre sus pies, marchó raudo y tiró los guantes que le devolví al terminar el show. Mientras corría a agarrarlos con Kojima ya doblando la esquina, apreté la lana contra mi pecho, llorando y con mi mente lejana en una mañana del colegio. Yo limpiándome las manos con un pañuelo. Kojima deshaciéndose de los guantes.

Aoi, yo. Ahora entendía por qué Yuu había estado tan furioso y dolido.

Notas finales:

¿Qué opinan de Kojima? Si soy honesta, me dan ganas de matarlo con unos alicates x3

En fin, espero les gustara este cap. Si he de ser honesta, es uno de mis favoritos.

Quiero agradecerle a:

 ♥the slave of bou

nami-ni-san

♥Tiffany091

laura lxlight

Y también a todos aquellos que leen pero que no dejan review.

Espero sus reviews, comentarios y sugerencias. Se les agradece a todos los que han llegado hasta aquí.

Sin más que decir me despido, nos leemos pronto.

Sayo♥


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