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Futuro por zion no bara

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a Grace 123, quien sugirió a la pareja, espero que te guste la trama.

 

Notas del capitulo:

La verdad, como nunca había utilizado a la pareja, no pensé mucho en una historia, así que resultó un fic muy lemoniano, de todas maneras espero que los entretenga.

 

Julián Solo, por regla general, cantaba cuando estaba en la ducha, bastante mal la verdad pero no era por maldad, simplemente le gustaba hacerlo. Ese día no iba a ser diferente, ya llevaba esa tonada de una popular canción que estaba sonando bastante en las redes. Así que se mantenía enjabonando su cuerpo con un suave jabón para pieles sensibles, sacudía su cabello suavemente por el agua para después aplicarle el champú, trabajando con ambas manos en su larga mata azul.  Estaba en la mejor parte cuando el agua de la ducha empezó a comportarse extraño. La presión del agua bajó de pronto y se preguntó por lo que pasaba, entonces, antes de que pudiera reaccionar, el delicioso calor del agua fue sustituido por un chorro de agua helada.

La perfecta acústica que lograban los azulejos no pudo sino reverberar ante el grito que lanzó el joven que se bañaba.

El joven de los cabellos azules salió de la ducha con apenas una toalla alrededor de la cintura, sin molestarse en retirar los rastros que aún llevaba de jabón. Las marcas de agua dejaban un mapa de los sitios por los que fue pasando en la casa, dirigiéndose directamente a la parte baja de la casa, un par de sus compañeros lo vieron pasar mientras jugaban un videojuego, debía dirigirse a la lavandería que estaba en el sótano.

—     ¡Tú!—le gritó a quien estaba ahí apuntándole con el dedo.

Terminaba de bajar las escaleras con velocidad y se encontró con un par de ojos oscuros que apenas parecían darle importancia mientras se encargaba de terminar con la carga de ropa de la lavadora.

Aldebarán de Tauro estudiaba lo que veía, ese chico enjabonado con el rostro de enfado, pero él tan solo lo miraba con algo que semejaba sorpresa.

—     Te ves enojado Julián—le dijo.

Pero ya ese chico que poseía unos intensos ojos azules como el mar estaba a su lado, frente a él, aunque sus estaturas eran diferentes no parecía ser un problema para el que iba a reclamar. Las palabras salieron con disgusto.

—     ¡Estaba tomando una ducha!

—     ¿Lo hacías?—preguntaba con una singular calma el de mirada oscura.

La verdad era que para el de ojos negros, que se llamaba Aldebarán de Tauro, la calma era algo usual, nunca perdía los estribos, le dio la espalda y continuó con la ropa lavada.

—     ¡Si, lo hacía!—siseaba el de cabello azul.

Entonces cerró los dedos de su mano sobre el fuerte brazo del de Tauro, haciendo que lo mirara de frente de nuevo.

—     ¿Sabes lo que sucede con el agua caliente si enciendes la lavadora?

—     Arroja agua fría…debes tener frío.

—     ¡Claro que tengo frío! Estaba ahí tranquilamente lavando mi cabello cuando el agua se volvió como hielo.

Pero mientras reclamaba el más alto que poseía un cabello negro no muy largo tan solo lo miraba impasible. Finalmente, cuando la letanía de reproches se terminó, Aldebarán parecía acercarse al furioso rostro de su compañero de casa.

—     ¿Necesitas que te caliente un poco?—le preguntó.

En ese momento colocó su mano en el desnudo pecho del de mirada azulada. Un visible estremecimiento recorrió el cuerpo del joven Solo quien dio un pequeño gemido de sorpresa.

—     ¿Qué estás…?—murmuraba Julián.

Un rubor cubría sus mejillas.

—     Estás tan frío—murmuraba el de Tauro.

Un instante más y deslizaba un brazo por la cintura del de mirada azul, con la otra cuidadosamente cepillaba los restos del champú del hombro del otro joven.  El de mirada azulada no pudo sino tragar saliva cuando el otro joven lamió el mismo hombro suavemente, de manera casi involuntaria el de la familia Solo se pegó más contra ese fuerte cuerpo.

—     Aldebarán—susurraba disfrutando de lo que pasaba—Si no te conociera… pensaría que hiciste esto a propósito…

El de Tauro se apartó para mirarlo al rostro, una media sonrisa se dibujó en sus labios.

—     ¿Quién dice que no fue así?—le preguntó.

—     Eres malo—decía Julián mordiéndose un labio.

Ya el de mirada azul empezaba a excitarse, sus caderas presionaban incómodamente contra las del otro joven. La distancia se cerró con un beso.

 

**********

 

Julián deslizó sus dedos por debajo de la playera del de cabellos negros, recorriendo la fuerte espalda, separando sus labios el beso se hizo profundo, dejando que esa otra lengua se desliara en su interior. Al principio el de cabellos azules gentilmente probaba esos labios, pero cuando los dedos del otro presionaron su trasero no pudo sino presionar su ser con urgencia por los avances. Aldebarán rompió el beso solo lo suficiente para permitirse respirar, empezando a quitarse su playera por encima de la cabeza. Una vez que estaba a un lado no dudó en sujetar al de ojos azules para colocarlo sobre la vibrante lavadora. El de cabellos oscuros le permitió al joven de los Solo disfrutar de la deliciosa sensación antes de pasar su brazo firmemente alrededor de su espalda para volver a besarlo en el pecho desnudo.

Julián gemía desde la garganta, sintiendo un aguijonazo de electricidad cuando esa misma lengua que probara rodeara su pezón. Sus dedos se hundieron en el negro cabello apartando los mechones del rostro. Mientras el otro lo sujetaba con intensidad el de ojos oscuros no dejaba de probar su pecho, presionando suavemente con sus dientes contra la sensible piel. Involuntariamente el de los Solo se movió indicando que buscaba que el otro lo probara más abajo. En respuesta el de Tauro, como si bromeara, trazaba el camino hasta su abdomen, con su lengua acercándose al sitio que más necesitaba el de mirada azulada.

La firme erección del de cabellos azules era evidente a través de la toalla, donde su virilidad se golpeaba contra la tela. Cuando los labios del de Tauro alcanzaron el límite de la toalla no perdía de vista uno solo de sus movimientos con ansiedad. La deliberada privación en la sensual participación lo hacía temblar casi con violencia.

—     Por favor, Aldebarán—murmuraba secamente—No te detengas, no te detengas, te necesito.

De nuevo los labios de Aldebarán se curvaron, como si bromeara deslizó dos de sus dedos hasta sus labios, rodeándolos con su lengua alrededor de la punta. Muy lentamente abrió la toalla que estaba en su camino, envolvió la húmeda erección con sus dígitos húmedos, para después trazar con su lengua la corona ya deseosa, saboreándola y provocando incontrolables gemidos de placer. Cuando los labios de Aldebarán se cerraron alrededor de ese turgente miembro, tomándolo lo más posible, provocó gemidos abiertos por parte del de cabello azul. Julián se arqueaba contra la deliciosa fricción, haciendo más exquisito el gentil frotarse de unos dedos contra la base de su sexo. Su espalda era como un arco, haciendo que el de mirada azul se mostrara entusiasta llegando a nuevos picos de realización.

El ritmo de Aldebarán se aceleró, sus tibios labios cerrados alrededor del firme sexo, hasta que el de mirada azulada repentinamente se mostró más apasionado, gimiendo con pasión y buscando que su masculinidad entrara más en esa boca. Sus ingles se tensaban, todo su cuerpo se volvía cálido, hasta que supo que no podría soportar mucho más. La intensa sensación lo atravesaba mientras su cuerpo se lanzaba por completo al placer de sus sentidos, su esencia abandonó su entrepierna para quedar en esa boca que la recibió por completo. Cuando su corazón logró calmarse un poco en el interior de su pecho se encontró con la cabeza del de Tauro cómodamente recargada sobre sus rodillas, no pudo sino sonreír y acarició ese cabello negro.

—     ¿Alde?—murmuró con su garganta doliéndole un poco.

—     ¿Mmmm?

—     Eres un travieso—le dijo riéndose.

—     Que bueno que te des cuenta Julián.

—     Te das cuenta que voy a tener que estar detrás de ti por esto ¿verdad?

—     Puedes intentarlo.

Casi como si lo estuviera retando a intentar algo el de Tauro pasó sus brazos alrededor del de cabellos azules, pero el de mirada azulada de un movimiento dejó la lavadora y lo abrazó por el pecho.

—     Interrumpiste mi ducha—decía con su típico gesto de reclamo—Creo que el castigo debe corresponder al crimen, particularmente cuando la lavadora sigue funcionando.

Entre abrazarse y hablar Julián sujetó al de Tauro como si lo mantuviera prisionero para llevarlo a la parte alta de la casa; sin embargo, mientras alcanzaban las recámaras, el de cabellos oscuros se liberó y se adelantó a su habitación. Sus amigos Kanon y Saga (que eran gemelos) no pudieron evitar ver a un totalmente desnudo Julián Solo quien iba tras su amante.

—     ¡Aldebarán! ¡Julián!—gritaba Kanon— ¡Busquen una habitación!

—     ¿Celoso?—preguntaba el de mirada azul sin importarle que lo vieran.

En otras circunstancias el de los Solo hubiera regresado a burlarse de Kanon pero en ese momento tenía otras cosas en mente, como el que Aldebarán no iba a escaparse y qué podría hacer para castigarlo por lo de la ducha. Como fuera tendría que ir primero a la regadera y terminar de enjuagar cualquier resto de jabón de su cuerpo, se aseguró al llegar al baño que el agua estuviera caliente, estaría listo para ese momento. Siempre estaba listo para Aldebarán de Tauro después de todo.

 

**********

 

Si se veía a Aldebarán de Tauro al lado de Julián Solo no se hubiera pensado que eran una pareja, eran demasiado opuestos para que se creyera eso de los dos, y no es que fueran una pareja, lo que se dice una pareja. Nada de eso. Más bien eran dos personas que se llevaban muy bien y les gustaban muchas cosas similares, vivían en la misma casa y que encontraron en los brazos del otro una manera de llenar otra parte de sus vidas que también les gustaba. Pero pareja no eran.

Las cosas entre los dos dieron inicio en su último año en la universidad, estudiante Julián Solo, un guapo chico de cabellos y ojos azules, hijo de buena familia y buen estudiante también era conocido por su afición a las fiestas. No descuidaba otros aspectos de su vida pero le gustaba salir y divertirse y estar con sus amigos y divertirse y beber un poco y divertirse y…bueno, esa es la idea. Le gustaba la diversión. Se decía que era joven y que esos años no iban a volver. En la misma ecuación entraba el sexo, no era de un compañero diferente cada noche pero tampoco dejaba pasar la oportunidad si la otra persona le gustaba lo suficiente.

Se conocieron porque el sitio en el que vivía el de cabellos azules iba a tener ajustes, se trataba de una especie de pensión pero por problemas estructurales iba a cerrarse, así que necesitaba un nuevo lugar, cerca de la escuela y en el que se sintiera a gusto. Fue así que llegó con unos amigos, los hermanos Saga y Kanon de Géminis, los cuales tenían una casa por parte de su familia y contaban con una habitación extra que iban a alquilar. Julián en realidad conocía a Kanon pero su hermano no era tan diferente y se pusieron de acuerdo sin dificultades sobre el tema de vivir juntos.

—     Solo seríamos nosotros cuatro en la casa—le explicaba Kanon.

—     ¿Cuatro?—preguntaba desconcertado.

—     Si, mi hermano Saga, Aldebarán tu y yo.

—     ¿Hay alguien más en la casa?

—     Si, Aldebarán de Tauro pero no te preocupes por él, ni siquiera lo sentirás en la casa.

Como fuera estuvieron de acuerdo en quedarse juntos y en menos de una semana ya el joven de los Solo se sentía perfectamente bien en el lugar, había conocido a Aldebarán de manera superficial pero se habían tratado poco en realidad. Notó que era muy alto y se veía muy fuerte, poseía ojos y cabellos negros y por lo que le dijeron venía de Brasil, hijo de una buena familia de esa tierra. El de Tauro se centraba en sus estudios y pocas veces salía de la casa por motivo de una fiesta, diferente de él que no se perdía una sola. Pero hasta ese momento no se habían visto como nada más allá de dos compañeros de casa, aunque eso estaba por cambiar de manera drástica.

¿Cómo había empezado todo entre los dos? Bueno, Julián tuvo una idea del “tamaño” de Aldebarán…si, de “ese” tamaño.

Julián se había ido un viernes por la noche de fiesta, los hermanos Saga y Kanon fueron con él, la estaba pasando bien cuando vio a un chico que le sonrió más de tres veces, no estaba mal, se encontraron en una esquina lejos de la demás gente, se dijeron un par de trivialidades y se besaron. Todo iba bien hasta que alguien los separó de manera un tanto violenta y supo que se trataba del novio, más valía que se alejara con suavidad antes de que las miradas cayeran sobre él. Dado que ese fue el escenario terminó solo por marcharse a la casa sintiéndose un poco aturdido por el alcohol y la escena.

Cuando entró creyó que lo mejor era descansar, pero antes de eso pensó en refrescarse un poco y se dirigió al baño, justo cuando iba a abrir escuchó que cerraban el agua de la ducha y al entrar se encontró con la imagen que lo iba a cambiar todo, pues el de Tauro se había duchado antes de irse a descansar, iba a tomar la toalla apenas confiando que estaba a solas y al encontrarse con alguien ahí no pudo menos que mostrarse sorprendido. Los dos de hecho lo estaban aunque por diferentes motivos.

—     Pensé que no había nadie en casa—dijo el de Tauro.

—     Regresé antes—fue la respuesta del de mirada azul.

—     Bueno, al menos podrás descasar.

—     Espero que no—susurró.

—     Solo quiero la toalla Julián—indicaba el más alto buscando que se moviera de ahí el de cabellos azules.

—     ¿Tienes prisa con esa toalla?—preguntaba sonriendo.

Desnudo no había manera de que no disfrutara lo que la ropa no lo había dejado adivinar antes. Digamos que la naturaleza había sido generosa en la repartición con el de Tauro, bastante generosa.

Así que ahí estaban los dos, solos en un baño, uno completamente desnudo y el otro era en ese instante una de esas criaturas que piensa de una cosa en otra y con alcohol en su sistema que lo desinhibía bastante, se resolvió a que la noche no tenía porque terminar mal para él.

—     Julián…

—     Creo que me caería bien un baño—dijo el de ojos azules desvistiéndose sin más— ¿Quieres divertirte un poco?

En menos de diez segundos estaba tan desnudo como el día que nació, sonriendo, y la verdad era que se trataba de un chico guapo y que el de cabellos oscuros no era de piedra, aunque al verlo así ya se estaba poniendo duro, y no tardaron mucho en acercarse, apretarse con fuerza uno contra el otro para hacer el amor con intensidad sobre el frío suelo de azulejos. Fue con tal ímpetu que el de los Solo lo recordaría de manera singular.

—     Hasta la borrachera se me quitó.

Por eso habían empezado a estar juntos, como Julián no sentía que nadie le diera tan bien como Aldebarán…es decir, nadie la daba lo que Aldebarán no se molestó en seguir buscando y en cuanto al de Tauro se sentía bastante a gusto con tener a alguien que no dejaba de hacerle muy plácida su estadía en la casa.

La cuestión fue que con el tiempo Julián no dejaba de admitir que el sexo era muy bueno, pero Aldebarán le estaba dando más que sexo.

 

**********

 

Julián pensaba en que había ciertos beneficios de ser dejado a solas en la casa por un par de días, Saga y Kanon se habían ido de visita con su familia a Grecia y Aldebarán había querido visitar a su vez Brasil para ver a sus padres, él no se había movido porque sus padres estaban en medio de un importante viaje de negocios y resultaba difícil que coincidieran, así que era mejor quedarse. El problema era solamente que no había nada que hacer aparte de tratar de llenar el silencio. Estuvo alternando entre escuchar música a todo volumen y ver televisión, pero solo encontraba programas de estrellitas de pacotilla en su supuesta realidad. Por el momento se estiraba en el sofá medio dormido pero un sonido lo hizo quedarse atento. Parecía que alguien intentaba entrar.

¿Qué iba a hacer? ¿Llamar a la policía? ¿Buscar conque defenderse? ¿Gritar por ayuda? Pero mientras terminaba de tener esas ideas apareció ante él un rostro conocido y no pudo sino sonreír.

—     Aldebarán—pero recordó algo más— ¿No ibas a irte a Brasil?

—     Iba a hacerlo—le explicaba el de cabellos oscuros dejando sus maletas a un lado—Pero hubo varios retrasos de vuelo hasta que anunciaron que debido al clima los vuelos hacia Brasil y en general a América del Sur estaban cancelados, un volcán está arrojando cenizas y no se puede despegar ni aterrizar en las pistas.

—     Lo lamento.

—     Yo también.

Pero mientras su compañero se quejaba de haber pasado casi diez horas en el aeropuerto en una incómoda silla de la sala de espera el de ojos azules no dejaba de mirarlo, resultaba peculiar como estaba vestido, los pantalones en color negro con bolsillos laterales y esa chaqueta de corte militar del mismo color, iban bien las piezas juntas, semejaban un uniforme militar, por supuesto todo se complementaba con esas botas de paracaidista que al otro le gustaba usar. Así que sin más fue a su lado y buscó sus labios para besarlo.

—     No es tan malo quedarte ¿Verdad Alde?

—     Quería ver a mis padres Julián.

—     Si, entiendo—dijo bajando los párpados.

—     Pero no está mal quedarse, tenemos la casa para nosotros solos.

Algo en esa idea los hizo sonreír, no eran solo unas horas, sino unos días para ellos dos completamente a solas en la intimidad de esa casa que compartían.

—     Podemos ir a mi recámara—sugirió el de cabellos azules.

—     Esperaba poder comer algo—explicaba el de Tauro—Pasé horas en esa silla.

—     Está bien—dijo sonriendo suavemente el de los Solo.

Necesitaba tiempo para terminar de comprender porque le gustaba la idea de que esa ropa pareciera un uniforme, es decir, él estudió en una academia del tipo naval durante sus primeros años pero no recordaba que la idea de un uniforme le agradara tanto.

Fueron a la cocina y siguieron charlando mientras el de cabellos negros se preparaba una sopa instantánea, tocando temas no muy importantes pero no estaban en esa relación por una profunda búsqueda emocional de un apoyo en charlas trascendentales. Habían necesitado algo y lo habían encontrado en el otro, les había funcionado hasta entonces. Se sentaron en lados opuestos de la mesa, el de mirada azul observaba a su compañero, era verdad que su relación no se basaba puramente en el sexo, ya estaban lejos de eso, de hecho no recordaba que el de ojos oscuros pidiera por ello alguna vez.

—     Debería trabajar en eso—pensaba Julián.

Ya se estaba haciendo sus planes pero debía tener cuidado, los pasos en falso en la intimidad no eran fácilmente olvidados por Aldebarán, las primeras veces que estuvieron juntos no pudo evitar sentir que el de Tauro levantaba sus defensas contra él, podía encontrar placer físico pero no se permitía nada personal en cuanto al plano emotivo, él actuó como si no importara y el de ojos oscuros como si no le afectara. Habían tenido sexo, muy bueno por demás, pero no otra cosa. Eso había sido dejado atrás, poco a poco se fueron abriendo uno al otro, hasta que el de cabellos azules había aceptado ser quien guiara el rumbo de la relación.

—     Hay que proceder con cuidado—seguía diciéndose.

Tenía en mente un juego, algo que utilizaría al máximo esa ropa, pensaba más en ello, le gustaba tanto pensar que estaba en control de lo que pasaba.

—     Empiezo a preguntarme porqué me miras así—dijo de repente el de ojos negros.

—     Lo siento Alde pero si me voy a la recámara podría terminar lo que tú empezaste.

—     ¿Qué empecé?

—     No estaría excitándome si no estuvieras utilizando eso, parece un uniforme—decía sin preocuparse y haciendo un guiño.

—     Es solo la ropa entonces.

—     ¿Bromeas?—preguntaba tomando la dirección de un cumplido—He visto montones de uniformes en mi vida y nunca me hicieron sentir así.

No obtuvo una respuesta pero por la mirada del otro sabía que le había gustado lo que dijo, era algo bueno, un poco de elevar el ego no había dañado a nadie, y un compañero que sentía que estaba cerca de un dios del sexo estaría más dispuesto a intentar nuevas cosas. Esperaron hasta que Aldebarán terminó de comer y el de cabellos azules se sintió como si su compañero lo estuviera castigando por algo cuando se dedicó a lavar los platos, hablaba como si no le importara hasta que finalmente pudieron irse a su dormitorio.

 

**********

 

Fue Julián quien cerró la puerta de inmediato para estrechar entre sus brazos al de Tauro, empezó con unos besos liberando así un poco de la tensión sexual entre los dos, y se apartó antes de olvidarse de sus planes.

—     ¿Quieres divertirte un poco esta noche Alde?—le preguntó.

—     Eso me dijiste una noche hace tiempo…

—     Y nos divertimos—decía sonriendo—Juguemos un juego—comentaba acariciándolo por el pecho—Y como ya estás en el personaje…

—     ¿A qué te refieres?

—     Vamos a pretender que tú eres mi soldadito y yo soy tu grande y malvado oficial superior. Será divertido ¿Quieres jugar?

El de Tauro estaba sin palabras, pero al de cabellos azules no le sorprendió, después de todo nunca habían hecho algo así, él mismo no lo había pensado pero algo en la idea de tener bajo su dominio al de ojos negros le gustaba. El de Brasil era un hombre alto y fuerte, él siempre quedaría por debajo en el sentido físico, así que la idea le gustaba por demás. Se acercó y lo besó con sensualidad, una sutil manera de buscar que las cosas se inclinaran a su favor.

—     Escucha las reglas primero Alde, tal vez así te animes a jugar—dijo sonriendo—Regla número uno: como tu oficial superior obtengo lo que quiero. Lo que diga lo haces.

Para completar su argumento acarició la entrepierna del más alto.

—     Regla número dos: no puedes hacer nada por tu cuenta, si yo no te toco—y lo dijo quitando su mano del sitio que trabajaba—tú no podrás tocarte—y agregó sonriendo—a menos que te lo ordene.

Pero su mano volvió al sitio que estaba antes y continuó con la misma labor.

—     Pero si quieres algo Alde, como si quieres que siga o que lo haga más fuerte—y lo dijo presionando un poco más de la cuenta el sensible miembro—Debes hacer una propuesta formal y decidiré si debe hacerse o no. Esa es la regla número tres.

Aldebarán no pudo sino tragar saliva, respiraba algo rápido mientras el de cabellos azules lo acariciaba y estrujaba por encima de la ropa, aunque todavía no decía que si.

—     Regla número cuatro—agregó de forma espontánea el de los Solo—El hacer algo que salga del personaje significará que renunciamos al juego y de todas maneras lo haremos como conejos—con eso se apartó--¿Qué te parece el plan?

El de Tauro lo consideró un momento, aunque la cabeza le daba vueltas por las atenciones del de mirada azul. Terminó asintiendo pues después de todo si no le gustaba solo debía terminar con el personaje y nada se perdería.

—     Muy bien—decía Julián sonriendo y acercándose de nuevo—Porque desde ahora eres mío.

—     Si…señor—respondió con calma.

Bastó un instante para que ambos estuvieran listos, sobre todo el de cabellos azules que se sentía de verdad interesado en el resultado.

—     Inspección soldado—decía Julián.

El de Tauro se puso en firmes mientras el otro lo rodeaba y pasaba su mano por encima del uniforme, por las caderas, la espalda, el pecho.

—     Parece que todo está en orden, tus botas brillan, tengo planes para ti—dijo sentándose en la cama—Desvístete y haz que me guste.

—     Si señor.

El de Tauro parecía preguntarse como hacer eso, así que empezó por sacarse la chaqueta y después se desabotonó los pantalones aunque no los retiró de inmediato, metió una mano por debajo de la camiseta que utilizaba y la levantó un poco, pero más bien marcaba lo que su propia mano hacía acariciando y frotando uno de sus pezones. El de ojos azules ni siquiera parpadeaba, no hacía ni un solo ruido, tan solo quería contemplar el espectáculo. El de cabellos oscuros dio un par de pasos hacia su compañero, quedando a su alcance, entonces se quitó la camiseta, muy despacio, dejando que lo mirara y que al mismo tiempo le llegara el aroma de su cuerpo. Si tan solo estiraba la mano podría tocarlo y…

—     Alto—dijo el de cabello azul—Lo estás haciendo bien, mereces una recompensa, algo que a los dos nos guste…tócate, donde pueda verte.

—     Si señor.

Sin más sus manos regresaron directamente hacia sus pezones, los acarició, los rodeó, pero no tardó en eso sino que empezaron a bajar y llegaron a la orilla de los pantalones abiertos, solo para ampliar el espacio, bajándolos un poco y su mano apartó el elástico de la ropa interior para bajarlos también, un instante y se apoderó de su erección que ya estaba presente. Julián tan solo apretó los dedos contra las sábanas sobre la cama, era su turno de tragar saliva, lo vio acariciarse con cuidado, listo para probar sus límites. Casi se sintió hipnotizado de verlo moverse, como esos dedos rodeaban el tronco y el pulgar se encargaba con dedicación de la corona, la manera en que se iba irguiendo y aumentaba el tono rubí de la punta, casi se perdía en ello pero logró dar otra orden.

—     Eso es suficiente…soldado—dijo respirando agitado.

Tuvo que dar un par de movimientos antes de detenerse, lo cual no pasó desapercibido por el de cabello azul.

—     Esos son dos deméritos. Tendré que castigarte por eso.

El de Tauro lo miró de una manera divertida, como si supiera que parecía más castigo para él que para si mismo.

—     Quítate el resto del uniforme—ordenó el de los Solo.

El de Tauro no dejó de mirarlo directamente mientras se quitaba las botas, las medias, al final los pantalones con todo y ropa interior, si estaba incómodo o algo parecido no lo demostró.

—     Es el turno de mi ropa, desvísteme.

—     Si señor.

Se sentía bien, no le estaba desagradando el dichoso juego como había temido, además le divertía ver que era Julián el que estaba teniendo problemas para controlarse. Se arrodilló ante el de cabellos azules, lentamente iba apartando la camisa, sus dedos trabajaron un poco por el abdomen y el suave torso. Después fue hacia el cinturón, los botones del pantalón, todo fue apartado con suavidad y con bastante habilidad. Las zapatillas no fueron problema pues el de mirada azul ya se las había sacado, quedando ante ese bello chico completamente desnudo en poco tiempo. No podía hacer más, no sin órdenes.

—     Tienes una linda boca Al…soldado—decía acariciando su labio superior—Dale buen uso.

—     Si señor.

No se intimidó para quedar más cerca de su compañero, separando sus piernas un poco, viendo como el otro se apoyaba sobre sus manos en la cama, entonces no dudó en colocar la tensa erección en sus labios. Resultó inevitable que el de mirada azulada lanzara una maldición, así era a veces, echó su cabeza hacia atrás pues las sensaciones estaban sobrecargadas y ni siquiera podía disfrutar del espectáculo. Ni siquiera pretendía tener algo de control en lo que pasaba. Sentía cada movimiento con agudeza, respiraba y exhalaba al ritmo que el de ojos negros se movía, era afortunado de tener un amante que era tan bueno en lo que hacía. Gimió mientras apartaba al de ojos negros, buscando la manera de respirar antes de poder hablar de nuevo.

—     Quiero ir a la cama soldado—dijo con la  mirada brillante.

El de cabellos oscuros lo hizo, lo tomó con sus fuertes brazos y lo puso en la cama, se relajaban al mismo tiempo, sabían que se trataba por encima de todo de un juego.

—     Hazme sentir bien—le dijo mirándolo a los ojos Julián.

A eso ya no respondió el de Tauro, pero iba a cumplir las órdenes hasta el final.

 

**********

 

El de cabellos oscuros deslizaba sus manos por el delgado pero marcado pecho de su compañero, lo besaba por el cuello marcando con su lengua caminos que después pasaba con sus labios, uno de sus pulgares vagaba por sus pezones, endureciéndolos a cada caricia, no faltaba mucho para enloquecerlo, unas suaves caricias bien aplicadas sobre su estómago lo hacían gemir, un suave beso en el lugar indicado lo hacían casi quejarse. Los dedos del de Tauro prácticamente danzaban sobre esa tibia piel, llegaba ahora a la parte interna de sus muslos que eran frotados para alcanzar la base de su sexo y masajearlo con ternura para incitarlo aún más.

Aldebarán no dejaba de pasar su tiempo mostrándose como un amante solícito, acariciando ese pecho masculino y logrando que separara suavemente sus muslos por la necesidad. Hizo una lenta, tortuosa línea de besos hacia el estómago del de cabellos azules, incluso tomando la excitada punta entre sus labios con lo que disfrutó de un movimiento de caderas de parte del otro, antes de poder continuar hacia abajo.  Su lengua se ocupó de lamer el camino hacia abajo, tomando con sus labios el sitio que deseaba, los testículos uno a uno, la punta de su lengua subía suavemente hasta alcanzar de nuevo la punta y sin más cubrir con sus labios esa corona que parecía solo esperarlo. El de ojos negros dejó que se deslizara fuera de su boca un par de veces para finalmente tomarlo con firmeza.

Julián respiraba agitado e intentaba hacerlo con normalidad, hacía esos soniditos que el de Tauro le había escuchado antes, estaba en buen camino, tanto que el estremecimiento de ese cuerpo indicaba que estaba  cerca del final y no fue mucho lo que se necesitó para que la simiente del de los Solo estuviera libre…en la boca del de cabello oscuro. Sin más el de Brasil la escupió en su mano y cubrió dos de sus dígitos con la tibia esencia y su saliva, cada vez que le era posible lo utilizaba como lubricante natural pero también había descubierto que era mejor utilizar un poco de esa vaselina que ocultaban bajo la cama. No estaba seguro de cuanto más iba a poder aguantar.

El primer dedo entró en el suave cuerpo del de mirada azulada, se tensó un poco pero se relajó, haciendo todo lo posible por acelerar el proceso. Ese mismo dígito se movía en su interior, entraba y salía, separaba las paredes que lo encerraban, yendo un poco más adentro cada vez. El de los Solo alternaba el movimiento de sus caderas y quedarse quieto permitiéndose sentir solamente. Aldebarán agregó un segundo dedo, el de en medio que se deslizó lo suficiente en su interior para masajear la sensible próstata del de ojos de mar. Ver como ese joven se arqueaba ante el íntimo contacto dejaba sin palabras al de Tauro, pero no dejaba de dilatarlo hasta que sintió que estaban suficientemente listos, más que listos cuando incluso la erección del otro volvió a presentarse.

—     Alde…—gemía Julián.

—     Señor—respondió el otro en tono marcial.

—     Hazlo ahora.

—     ¿Es una orden o una petición señor?—preguntaba sonriendo el de ojos oscuros.

—     Por favor…

—     Solo dé la orden señor—decía el de Tauro sin dejar de mover sus dedos.

Mientras disfrutaba del espectáculo de Julián moviéndose al ritmo de sus deseos no dudó en sacar a la luz el frasco de vaselina.

—     Vamos…solo tírame de una vez…dame un buen revolcón…solo es echar un polvo…

—     ¿No es todo eso contra las regulaciones señor?

Justo en ese momento retiraba sus dedos y el de cabello azul tuvo que abrir los ojos para asegurarse que en verdad no pensaba dejarlo así.

—     ¡Solo ven aquí y jódeme con fuerza!—casi le gritó.

Para ese momento el de Tauro ya había lubricado su bien dispuesto sexo y sonrió para besar con intensidad al de la familia Solo y hacerlo quedar sobre su espalda de nuevo en la cama, lo hizo separar sus labios e introdujo su lengua que parecía adueñarse del lugar mientras la fuerza de sus piernas separaba esos bien torneados muslos que no dudaron en enredarse alrededor de sus caderas. No fue despacio y no se dio tiempo de más juegos, Aldebarán entró de un movimiento que hizo gemir a Julián, empujaba con necesidad la cabeza de su sexo hasta que no pudo avanzar más, quedándose muy quieto durante los primeros instantes, dejando que ambos se acostumbraran aunque no parecía que al de ojos azules le molestara pues levantaba su cadera de manera invitante.

Fue verdad que Aldebarán intentó llevarlo con calma al principio, como unos treinta segundos, pero después cedió a su propia necesidad y comenzó a mover sus caderas de manera firme, regia, sin perder un instante mientras sus manos mantenían contra la cama, con fuerza, por los hombros, al de mirada azulada. No dejaba de moverse poseyendo ese suave receptáculo que se abría y lo estrujaba por igual, escuchando los apasionados gemidos de su compañero que solo lo excitaban a continuar. El cabello azul de Julián se hacía de un lado a otro mientras su dueño sentía que perdía todo control de la situación, solo vivía para sentir el placer que le daba el de Brasil, sentirlo hundirse en lo más íntimo de su cuerpo hasta que no era capaz de pensar siquiera.

En cuestión de momentos solamente una mano tibia y hábil estaba alrededor de su sexo necesitado y el de ojos azules dio un gemido de placer, tanto que llevó sus manos por esa fuerte espalda encajando sus uñas mientras todos sus músculos se tensaban y sentía que le faltaba el aire y no dejaba de responder con sus propias caderas a cada embestida que lo hacía ver estrellas danzando ante sus ojos. Para su compañero no estaba siendo más sencillo, la placentera sensación de sumergirse en ese bellísimo cuerpo lo saciaba y lo encendía, no cesaba de moverse sin importarle que le faltara el aire y no pudiera pensar siquiera. Fue de pronto, como destellos, ninguno de los dos tuvo control sobre lo que estaba sucediendo, esos músculos internos se contrajeron casi con violencia mientras todo su ser se tensaba hasta el punto de estallar, su clímax los había tomado por sorpresa, sin avisos que pudieran distinguir.

Julián temblaba mientras Aldebarán lo besaba suavemente sin atreverse a separarse para quedar a un lado en la cama pero lo hizo finalmente.

—     ¿Alde?—lo llamaba aún respirando agitado el de ojos azules.

—     ¿Qué pasa?

—     Terminé con el juego antes.

—     ¿Lo disfrutaste hasta entonces?

—     Si—dijo con sinceridad.

Hubiera sido absurda cualquier otra respuesta.

—     Entonces valió la pena Julián.

—     Si…lo valió.

No pudieron moverse mucho más por las siguientes horas pero tampoco lo necesitaban, estaban bastante cómodos en ese sitio y no veían porque romper con ello.

—     Tengo que terminar con los trámites para titularme Julián—dijo de repente el de cabellos negros.

—     Creí que todo iba bien.

—     Si, va bien, pero pienso en lo que haré cuando me gradúe.

—     ¿Qué te gustaría hacer Alde?—le preguntó con interés genuino.

—     Pues…me gustaría trabajar y hacer una especialización, establecerme para pensar en el futuro.

—     ¿Piensas en el futuro?

—     Claro ¿tú no?

—     Pues…quisiera hacer muchas cosas. Debo pensarlo bien.

—     Por favor Julián, no podemos ir por la vida sin pensar en el futuro.

—     Estoy cansado—dijo con voz adormilada.

—     Será mejor dormir entonces.

El de Tauro fue por una toalla tibia al baño y lo limpió primero para después limpiarse él, su compañero parecía haberse quedado dormido y terminó por recostarse a su lado tranquilamente para descansar. Pero el de cabellos azules no dormía, pensaba ¿Hacia dónde iba él? ¿Qué iba a hacer con su vida? ¿Qué sería de lo que tenía con Aldebarán? Nunca le había pasado eso, nunca se había detenido a pensar en el futuro como en ese instante.

 

**********

 

Venía un fin de semana largo y a Julián se le ocurrió irse a una propiedad de su familia en la provincia, no estaba nada mal, lo que importaba era que no quería ir solo y le propuso a Aldebarán que fuera con él. El de cabellos negros lo pensaba pero terminó por aceptar pues no veía porque no hacerlo, además estaba cerca su graduación y ya no quedaba nada por hacer, solo esperar por el momento. A su lado el de cabellos azules iba muy contento,  así que se le contagió el buen humor y ambos disfrutaron bastante del viaje y de la propiedad, una bonita casa campestre que ofrecía una maravillosa vista a través de los amplios ventanales.

En las horas que vinieron se la pasaban charlando y comentando diversos planes en sus vidas aunque lo más importante ninguno de los dos lo decía ¿Qué era lo más importante? Lo que sentían, porque las cosas entre los dos ya no estaban en un punto solo de pasarla bien, necesitaban sincerarse y a veces para eso se requiere simplemente de dejarnos llevar, al menos en el caso de ellos dos así fue. No valía la pena fingir que no había sentimientos pues los había, ese hombre a su lado les había dado algo que no encontraron en nadie más aunque no se habían sincerado, estaban al tanto que las cosas entre los dos no habían iniciado de manera convencional pero si lo intentaban tal vez lo lograran.

Aldebarán caminaba de vuelta a la casa que Julián y él habían compartido durante los días anteriores, sostenía las bolsas de sus compras, le parecía que bien valía tener una comida más elegante que las que habían tomado, algo que no saliera del microondas simplemente estaría bien. Abrió la puerta de la cabaña tipo rústico y de inmediato le llegó música, así que ya se había levantado.

—     Ya estás de pie Julián, fui de compras.

—     ¿Cuál es la ocasión?—preguntaba el de cabellos azules viendo lo que había comprado.

—     Solo quise hacerlo.

Lo besó de manera fugaz pero eso no les bastó pues se buscaron de inmediato y se besaron con intensidad, demostrando que a pesar de parecer diferentes sus cuerpos se amoldaban de manera perfecta, el de Tauro pensaba que así era como debían moverse las panteras, con suavidad, elegancia, sensualidad. Al final se separaron y sonrieron, dedicándose a preparar un sencillo pero elegante almuerzo para ambos, comieron juntos y no dejaron de reírse mientras observaban el paisaje que los rodeaba. Terminaron con copas para agua en la mano pero llenas de jugo mientras observaban el hermoso paraje en que se encontraban a través del amplio ventanal desde un cómodo sofá.

Aldebarán no podía sino mostrarse contento cuando Julián se acurrucó contra él, dejó su copa a un lado mientras jugueteaba con unos mechones de ese cabello azul.

—     ¿Alde?

—     ¿Si?—preguntaba mientras su fuerte brazo lo estrechaba por los hombros.

—     ¿Ya has decidido que quieres hacer desde ahora?

—     ¿Lo has hecho tú?

—     Bueno, más o menos—decía con sus ojos azules brillantes—No sé, he pensado…sería lindo visitar a Saga y a Kanon—mencionó como una salida.

—     ¿Ir a Grecia? No se escucha mal—frotaba su mejilla contra esa cabellera azulada—Podríamos hacer eso.

—     ¿Te gustaría que fuera así Alde?—preguntaba tomándolo de la mano y buscando su rostro.

—     ¿Cómo?

—     Tú sabes…los dos…juntos.

El de Tauro le regaló una sonrisa hermosa y suave.

—     Si, los dos, como tú y yo juntos, es lo que querías saber en realidad ¿No es así? nunca te dejaré ir Julián Solo.

—     Te amo—dijo sin más con sus ojos azules brillantes el de los Solo.

El de cabellos oscuros sonrió y se inclinó hacia él, besándolo suavemente.

—     También te amo.

Siguieron besándose muy juntitos sobre el sofá, la cuestión era que esas leves llamas por estar juntos se encendieron hasta ser una hoguera después de unos momentos. En algún momento el de cabellos azules estaba sobre el abdomen del de ojos negros, prácticamente a horcajadas mientras el otro se acomodaba sobre el sofá apoyando su espalda contra el respaldo. Las manos del de cabellos oscuros casi temblaban al sentir la presión de esos suaves labios en su cuello, justo por debajo de su oído, y una húmeda caricia de esa tibia lengua los seguía. Recorrió con la punta de sus dedos los fuertes músculos de la espalda mientras su dueño hacía magia con sus labios por la barbilla y cuello del de Brasil. No podía sino gemir cuando volvieron a besarse al mismo tiempo que lo estrechaba por las caderas y buscaba la manera de deshacerse de esos pantalones entre ambos.

El de ojos oscuros gemía dentro de esa boca, se las habían arreglado para desabrochar los pantalones y bajar la cremallera, hacerlos lentamente a un lado y quedar el de mirada azulada desnudo de la cintura hacia abajo. Para el de los Tauro no fue muy complicado disfrutar desde ese momento de la tibia piel de esa redondo y firme trasero, deliciosamente desnudo, haciendo que casi instantáneamente se excitara y su sexo se levantara con bastantes ánimos ante la simple idea que estaban juntos y que deseaban continuar. El de los Solo gimió al sentir esas manos en él, frotando sus cuerpos muy unidos mientras los besos continuaban, lo mejor fue cuando sintió que su compañero lo sujetaba suavemente y lo hacía quedar sobre el sofá, sabía lo que vendría.

Los dos lo sabían de hecho.

 

**********

 

Finalmente rompieron el beso, ambos jadeaban un poco, sin dejar de mirarse al rostro, se observaban con mutua fascinación.

—     Julián—lo llamó suavemente el de Brasil.

En respuesta el chico de los ojos azules sujetó una de esas fuertes manos que sabían acariciarlo tan bien y besó la punta de cada dedo para después llevar suavemente el dedo índice a sus labios y succionarlo lentamente sin perder de vista esos ojos oscuros que se mostraban fascinados por su iniciativa, al principio solo era la punta para después llevarlo todo a su interior sin dejar de complacerlo, era verdad que se podía hacer el amor solo con la boca. El de cabellos negros parecía hechizado con esa imagen, ver esos labios moverse de esa manera, sentir la promesa de un futuro con esa encantadora criatura. Retiró su mano suavemente y lo besó de nuevo, en esa ocasión haciendo que su cuerpo lo presionara contra el sofá compartiendo su calor.

Julián parecía no tener suficiente de la estimulante sensación de tener el cuerpo de Aldebarán contra el suyo, ese cálido sentimiento de una erección presionando contra su propio cuerpo mientras se besaban. Una de las manos de Aldebarán estaba en su cabello, la otra exploraba entre ambos y jugaba con su playera, levantándola lentamente, exponiendo su abdomen. No podía evitar gemir cuando el asalto a sus labios se terminó pues la cabeza del de ojos negros iba hacia abajo. Los labios danzaban por su pecho, una tibia lengua trazaba la forma de su pezón izquierdo antes de que los mismos labios se cerraran alrededor, chupándolo y excitándolo, causando vibraciones placenteras por todo su ser.

Aldebarán solo se permitió moverse de su posición para quitar la estorbosa ropa que aún estaba en su camino pero de inmediato volvió a su sitio, disfrutando de esos gemidos y de la manera en que su compañero se arqueaba disfrutando de sus atenciones, esa boca y esos labios que lo enloquecían. El de Tauro apenas si se daba cuenta que las manos del de cabellos azules no se estaban quietas, se movían hacia su ropa y buscaban la manera de apartar ese sweater hasta que simplemente empezó a jalarlo y logró quitárselo, dejando que sus pechos se sintieran de manera directa, casi temblaba por la anticipación y volvieron a buscarse en un urgente beso. La piel se frotaba contra piel, las manos danzaban sobre los músculos y más abajo…

El de cabellos oscuros hizo un curioso sonido como de sorpresa cuando sintió moverse al de mirada azulada, se dejó llevar y él terminó sobre su espalda, el de cabello azul no dejaba de besarlo mientras se movía hacia abajo y lo besaba y acariciaba utilizando su lengua, ese glorioso cabello le provocaba estremecimientos en la piel con cada movimiento. Sin esperar demasiado el de los Solo decía algo de desenvolver su propiedad y ya estaba trabajando en el cinturón y los pantalones, pero el de Tauro no pensaba dejarse atrapar con tanta facilidad y lo sujetó para hacerlo quedar de nuevo en su posición pero justo en ese instante no pudo sino mirarlo, sobre su espalda con el cabello azul rodeándolo.

—     Te ves como una deidad—le dijo.

Sería una del mar por esos ojos tan profundos y tempestuosos a la par de tranquilos, su mano envolvió esa tierna erección que se elevaba entre las piernas de su compañero  y empezó a bombearla lentamente.

—     Aldebarán—gemía el de cabello azul.

Llevaba sus propias manos al tapiz del mueble, se lamió los labios sabiendo que no tardaría en sentirlo, una lengua estaba en la punta de su sexo, juguetona y experta, unos labios lo abrigaban y succionaban suavemente.

—     Alde…oh si…si…

Al verlo agitarse y hablar de esa manera el de Tauro no pudo sino sentir simpatía por ese chico sobre su espalda, así que rápidamente devoró su sexo, disfrutando de los más sexys sonidos imaginables que escuchaba mientras trabajaba en ese miembro, jugueteaba por el tronco alternando largas y suaves lamidas con besos y suaves mordiscos. El aroma de ese cuerpo lo asombraba con intensidad, sujetó el firme trasero arrodillándose mientras lo besaba y lentamente pasaba por su erección, sus testículos y llegaba a su masculina y sensible entrada. El de ojos azules lanzó algo como un gruñido mientras sentía como algo tibio y húmedo se movía suavemente por su estrecho pasaje, era increíble, sabía que era la lengua del de Brasil y que se trataba solamente de un precursor de algo mucho más grande y delicioso, lo hacía temblar.

—     Alde…por favor…deja de bromear…

La manera en que lo dijo no podía sino entusiasmar al de Tauro, sentían lo mismo, pero continuaba con la deliciosa tortura de unos momentos atrás, pero añadiendo un dígito y embistiendo gentilmente hacia dentro y hacia fuera de ese cuerpo al mismo tiempo que sus labios volvían su atención a ese erguido sexo que se mostraba más y más listo para seguir. El de cabellos azules parecía no poder hablar, hacía unos sonidos ahogados pero se escuchaba que lo estaba disfrutando, así que el de Tauro solo podía disfrutar de la imagen tan erótica que debía presentar el de ojos azules en ese instante, desnudo, excitado, tan apuesto con su cabello suelto y la piel brillante, ese gracioso cuerpo que se movía de una manera que él no podía sino…

—     Julián, abre tus ojos, mírame—le pidió buscando su rostro.

El de ojos azules obedeció, debía verlo, necesitaba verlo, lo que viniera sería un espectador de ello.

El de ojos oscuros lentamente terminó de desabrochar sus pantalones, se tomó unos momentos para acariciar su entrepierna por encima de la tela, podía ver como esa mirada lo seguía, a sus manos, ese deseo que brillaba en sus pupilas, lentamente se sacó las zapatillas y los pantalones y el bóxer dejando todo en el suelo a un lado. Julián no pudo sino colocarse sobre sus rodillas y llevó su mano por esa fuerte pierna hasta encontrar su destino. Aldebarán casi temblaba por el esfuerzo de contenerse, como si esa imagen de su compañero desnudo no hubiera retado ya suficiente a su fuerza de voluntad ahora estaba el mismo chico acariciándolo, con ese pequeño sexy gesto en su rostro. Sin más lo tomó con sus manos y lo guió a sus labios llevándolo, tanto como podía, dentro de su boca.

El de Tauro sintió que se le doblaban las rodillas, solo podía temblar mientras el de cabellos azules lo sumergía en esa dulce tortura pero no podía dejarse llevar, aunque fuera muy bueno, y logró que el de mirada azul quedara de nuevo recostado con suavidad sobre el sofá. Observaba su rostro con avidez mientras buscaba la posición más cómoda, sus entrepiernas se encontraron y no dejaron de responder. Julián era todo lo que deseaba ver, su cabello suelto, los ojos cerrados mientras luchaba por llevar aire a sus pulmones debido a la excitación. Se arrodilló entre esos bien formados muslos, haciendo que los separara y llevaba uno de sus dígitos a los suaves labios que se separaron para permitir la entrada y de inmediato fue cubierto por una lengua que se empeñó en anegarlo con saliva.

—     Así, hazlo así Julián, suave y bien, sabes donde irá ¿verdad?

El de ojos azules solo pudo dar un gemido por la anticipación mientras el de ojos oscuros llevaba su mano por encima de su cuerpo deliberadamente lento, finalmente llegando al sitio que deseaba para penetrarlo con calma. El de la familia Solo arqueó su espalda contra ese invasor de forma necesitada, pidiendo más con ese gesto, se lo dio con bastante gusto pues no tardó mucho en encontrar la próstata que fue rodeada y masajeada con dedicación, provocando que el otro viera como estrellas ante sus ojos. Sin que pudiera hacer nada al respecto el de Brasil sintió como unas manos hacían que se acercara a su compañero para ser besado apasionadamente, su labio era mordido de manera juguetona y una lengua entraba en él con necesidad mientras esas caderas no dejaban de moverse contra el invasor de su intimidad.

—     Cielos, Julián—definitivamente no podían esperar más.

Se buscaron con la mirada, Aldebarán se acomodó lo mejor que pudo y no tardó en encontrar con la punta de su sexo la masculina entrada, empujando suavemente. Julián dio un leve gemido ante la invasión, todo su cuerpo se sentía vivo por lo que sucedía. Nada debería sentirse tan bien o al menos eso le parecía, el erguido miembro del de Tauro traspasaba su entrada, separaba sus íntimas paredes, se hundía tanto como podía en su interior, haciéndolo suyo, poseyéndolo hasta sus límites. Casi hizo los ojos hacia atrás mientras el de cabellos oscuros empezaba  a moverse, de forma superficial al principio para después ir incrementando la velocidad y el poder hasta que su cuerpo por completo se movía solo al mando de esa invasión y de sus deseos, cada embestida lo hacía vibrar y gemir hasta que sentía que su cuerpo iba a desfallecer.

Ya tenía un rato que Aldebarán había abandonado los pensamientos racionales pues solo existía una cosa para él y era ese estrecho y tibio cuerpo que lo rodeaba, estrujándolo con intensidad y que lo poseía hasta la sumisión. Nunca tendría suficiente, como si jamás pudiera llegar hasta lo más íntimo del de cabellos azules. La voz del de mirada azulada daba unas voces entrecortadas y apasionadas que semejaban su nombre como una invocación, el poder de esos brazos que lo rodeaban con fuerza mientras unas piernas lo aprisionaban por la cadera, el sentir esas paredes que se abrían y contraían alrededor de su sexo, todo era magnífico. Tanto que supo que debía envolver con una mano el erguido miembro entre los dos, empezó a frotarlo con velocidad pues estaba convencido que no duraría mucho de esa manera.

—     Julián, quiero verte terminar, quiero que termines conmigo—le pedía contra sus labios.

El de cabellos azules lo escuchó y gritaba de placer al sentir que sus sentidos se desbocaban, su cuerpo ardía al llegar al clímax.

—     ¡Aldebarán! ¡SI!

El de Tauro casi no respiraba ante el esfuerzo de buscar controlarse un poco pero el cuerpo de Julián lo estrujaba y escucharlo decir su nombre de esa manera, con esa pasión de esos labios, todo control se hizo trizas, se hundió tanto como pudo y con toda la fuerza que le fue posible en ese chico mientras su simiente aparecía, vibrando, reclamando esa boca al mismo tiempo que pensaba que su vida terminaba sin ese beso que servía de ancla ante ese placer que lo hacía olvidarse de su existencia. Ambos respiraban de manera pesada y confusa, pero no se soltaban, esperaban que el mundo cesara de girar alrededor, intentaban recordar como hablar de nuevo mientras se iban calmando poco a poco.

 

**********

 

Julián permitió alegremente que Aldebarán se separara un poco pero lo estrechara entre sus brazos, pasando una de sus fuertes piernas sobre él, como si lo envolviera, así que refugió su cabeza contra ese fuerte pecho que subía y bajaba de manera acompasada.

—     Julián, mi amor—decía el otro suavemente acariciando su cabello.

—     Shhhhh—lo silenciaba el de ojos azules con gentileza, besándolo en el pecho—Solo abrázame.

Así lo hizo el de mirada oscura, quedándose ambos en silencio por un largo rato, compartiendo solo unas suaves caricias mientras tanto.

—     ¿Cuánto podemos quedarnos aquí amor?—preguntaba el de Tauro.

—     Tanto como queramos ¿Por qué?

—     Porque estar aquí contigo me hace querer hacer cosas nada santas—decía estrechándolo con un poco más de fuerza.

—     Sabía que podía pervertirte—decía riendo el de mirada azul.

El de ojos negros buscó sus labios y lo besó de nuevo, beso que el otro aceptó con alegría.

—     Te amo Julián.

—     Nos amamos entonces Aldebarán ¿Sabes? He pensado en el futuro.

—     ¿Qué has pensado?

—     Que quiero que estés a mi lado, que te amo, y que no puedo concebir mi vida sin ti ¿Qué tal eso?

Aunque lo preguntara con una enorme sonrisa era completamente sincero y el de ojos negros lo sabía, así que lo besó dispuesto a dar una respuesta.

—     Julián, eres…eres encantador y especial ¿Cómo podría decirte que no?

—     Entonces…—preguntaba el de ojos azules mirándolo al rostro con expectación.

—     Creo que vamos a seguir juntos.

—     ¡Eso es maravilloso Alde!—decía abrazándolo con fuerza—Hay tanto que planear, tanto que quiero hacer contigo—le decía con felicidad.

—     Lo haremos todo—le prometió el de Tauro.

Se quedaron hablando por horas, haciendo planes hasta que se durmieron en los brazos del otro, contentos de haberse encontrado y de haber seguido un camino que les permitió convertirse en una pareja que se amaba. Era en ese amor que depositaban su confianza y sus sueños, podían lograrlo, iban a lograrlo, el amor, su amor, lo haría posible. Iban a descubrir juntos quienes podían ser, fuera cual fuera el camino lo recorrerían, lo que les diera la vida lo enfrentarían. Nunca lo hubieran adivinado al conocerse, que ese hombre lo sería todo en sus vidas, que se habían encontrado de frente con su futuro.

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

La próxima semana si nada sucede sigo con las sugerencias pero creo que ya estoy del otro lado con ellas, nos leemos por ahí.

Atte. Zion no Bara

 


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