CAPITULO II: SPY
Yongguk se encontraba en su forma humana, vagando por las calles de Seúl a muy tempranas horas del día. La caminata diurna le había llevado a la salida del Subterráneo, con un abrigo cálido hasta las rodillas, junto a una camisa a cuadros algo vieja y unos deportivos se sentó en una banca, que ofrecía la vista a la entrada del Subterráneo.
………..
Kim Himchan cursaba el último grado de estudios en la Universidad Nacional de Corea, después de años de estrés su último grado era muy ligero y divertido, iba a pocas clases y llevaba buenas notas, su horario era bastante bueno a pesar de entrar todos los días a las siete de la mañana.
A veces se levantaba de buen ánimo, otras no. Su despertador le había jugado un mal rato y había sonado mucho antes de la hora indicada, el fuerte sonido le hizo caer de la cama, justo cuando se comenzaba a quitar el pantalón de la pijama mientras intentaba abrocharse su camisa blanca vio la hora, 6:00 a.m.
Frustrado y riéndose de sí mismo se desvistió y tomó una ducha rápida y cálida, al salir de ésta corrió a ponerse nuevamente su pijama, el frío era muy crudo, y esperaba no enfermarse por esa ducha.
Pasando unos minutos más se colocó una camisa blanca con un diseño negro a lo largo de los botones, junto a unos jeans ajustados y oscuros, cubriéndose con un abrigo largo, ceñido al cuerpo, se colocó unos guantes y una bufanda de tela gruesa, se vio en su espejo de cuerpo completo y viendo que todo estaba en su lugar tomó su bolsa y salió de su hogar.
Al salir sintió como su cuerpo era envuelto por el frío aire, mientras de su boca salía vapor, como si fumara, de pequeño siempre le justaba fingir que era un señor que fumaba cuando era esa época del año.
Como era aún muy temprano el subterráneo estaba vacío, saliendo de la estación vio como un chico delgado estaba sentado frente a la estación del subterráneo, no estaba tan cubierto como él, pero parecía a ese sujeto no importarle, sólo se limitaba a ver el paisaje de aquella mañana. Sonrió cuando vio que también jugaba con el vapor que salía de su boca, y como si fuese un niño pequeño también se reía consigo mismo, se le hizo una imagen tierna, y una sonrisa hermosa. Se detuvo un momento a detenerse a pensar en sus pensamientos…Nunca antes había dicho que le gustaba de un chico su sonrisa, siempre decía que él se enamoraba de las sonrisas de las chicas, esto se le hizo algo extraño, al volver a mirar al sujeto del otro lado de la avenida cruzaron miradas, por unos segundos pero con sensación de minutos para ambos. Los dos se vieron fijamente, analizando cada centímetro cuadrado del contrario.
Yongguk le vio pinta de estudiante de Instituto, a pesar de no llevar el uniforme que siempre veía en ocasiones en los chicos jóvenes, pero sus ojos del contrario parecían algo de lo cual no puedes dejar de ver, como los ojos de un gato, como la portada de tú álbum favorito. Sus cabellos rozando el contorno de éstos, esa silueta, nariz, la boca no la pudo ver debido a la bufanda que le cubría, era perfecto, pensaba, desviando la mirada razonando lo recién pensado, mientras sentía como sus mejillas se calentaban, agradecía el frío que existía, si no hubiese sido muy notario creía él.
Himchan pensaba que era un chico malo, o sino una clase de vagabundo, o moribundo, no tenía para comer por eso su desnutrición, creía. Aunque no podía quitarle la vista de encima, quedó hipnotizado. Su reloj en su muñeca le indicó que se le comenzaba a hacer algo tarde para empezar su día en la Universidad, así que con la mentalidad de nunca más ver a aquél sujeto suspiro profundo y siguió su camino.
Revolviéndose sus propios cabellos volvió a ver al sujeto del otro lado de la calle, pero ya no estaba, abrió sus ojos e hizo un puchero viendo cómo se alejaba aquel chico, que cuando dio la vuelta en la esquina y desapareció de su vista se le ocurrió seguirlo, como un espía.
Giro su cabeza a ambos lados para ver que nadie estaba cerca, una clase de brillo le envolvió y pronto tomó el lugar un perro con el pelo café, tan oscuro como la semilla con los que se hacían los americanos o los double expresso, comenzó a seguirle, corrió hasta detrás del chico que caminaba tranquilo.
-Woah, un perro lindo.- dijo Himchan al ver al animal cerca de él, se agachó para acariciarle mientras éste se regocijaba de gusto, Yongguk se sentía muy bien siendo tocado por esas manos, se dejó caer en medio de la banqueta para que le acariciaran la pancita rosadita, sintió el tacto por unos segundos y después vio como el chico se iba e ingresaba a una tienda de comestibles. No sabía si esperarlo o no, ni siquiera sabía por qué seguía pensando en ese sujeto, se quedó frente a la puerta esperando por él.
Cuando Himchan salió le dio el emparedado que había comprado, Yongguk en su forma de perro lo comió alegre, mientras Himchan estaba en cuclillas frente a él, viéndole comer mientras le daba sorbos a su café americano. Después de unos segundos ya había terminado de comer, así que Himchan le quitó la tapa al vaso que contenía su café y se lo dio al perro, el cual sin ningún problema lo bebió, Himchan se sorprendió cuando el perro lo acabó en segundos.
-¿También estás solo?- le acarició.
-¿Sólo me buscaste por comida verdad? ¿Tengo buena pinta?- sonrió mientras le sujetaba de sus orejas y jugaba con ellas.
-Eres del color del café, pero no me gustaría ponerte café como nombre, ¿Si te llamo bolillo? ¿Panquesito?- le decía mientras seguía acariciando.
-¿No eres bueno poniendo nombres verdad?- pensaba Yongguk.
-¿Pan? ¿Bolillo? Bbpppp…..mmmm…. ¿Bbang? – dijo. Yongguk alzó las orejas en respuesta
-¿Bbang? Bueno significa Pan, serás mi Bbang, pero ya me iré espero verte de nuevo por aquí.- sonrió y se fue de nuevo lejos del perro.
Yongguk se reía dentro sí mismo, quería jugar con él, acercarse más a él, así que siguiendo el olor que emanaba de la boca del chico siguió su rastro.
Atravesando las pequeñas multitudes que ya se empezaban a congestionar le siguió hasta la entrada de unas inmensas rejas negras y altas.
Vio que la entrada del estacionamiento estaba a un lado y abierta así que corrió y sin que nadie se diera cuenta ingresó al edificio.
Paseándose por los pasillos del edificio, de adentro y también los corredores al aire libre, se le hacía algo interesante, los edificios eran bellos, con un estilo peculiarmente clásico. Después de un par de horas olvidaba porque estaba ahí, al recordar los ojos del chico de la mañana trató de recordar su aroma, el aroma de la colonia que se había puesto, que tenía impregnada en sus manos al acariciarlo.
Ingresó a un salón de clases donde nadie notó su presencia canina, era una clase de Física Aplicada, de ver las fórmulas matemáticas le dolió la cabeza, así que se salió e ingresó a otra clase, era de Literatura, o algo parecido, se escuchaba entretenido, y se sentó cerca para escuchar de cerca lo que el maestro decía mientras los alumnos escuchaban atentos. Pasaron los minutos y una chica que estaba cerca del perro notó su presencia, con sigilo se acercó al perro, comenzándole a acariciar leve y tierna.
-Amiguito, no puedes estar aquí, eres tan lindo, pero te debes de ir.- como si pensara que el animal le haría caso, le hablaba, como si fuese de una persona a otra, se volvió a su lugar y cuando dirigió su lugar al can éste ya no estaba.
Yongguk se aburrió y volvió a tomar su forma humana, sin creer volver a ver a ese chico se sentó en uno de los lugares que son para que los estudiantes coman sus alimentos al aire libre, resignado veía el campus como contexto.
Sus ojos se abrieron y una gran sonrisa se le dibujó en el rostro cuando por fin encontró a su objetivo, la temperatura había aumentado por la salida del Sol. Himchan al reconocer al chico de la mañana se sonrojó, se dio cuenta de su reacción y volteó la mirada al lado contrario.
-¿Por qué me sonrió?- pensaba mientras regresaba la mirada a donde el chico estaba, pero ahora sólo estaba un asiento vació, creyendo que lo había imaginado, se sintió triste y decepcionado de su mente.
-Debo de dormir cuando llegue a casa.- pensó sobándose su sien.
Yongguk había corrido a esconderse detrás del árbol cercano, su corazón latía a mil por hora. Pero ahora más que nunca que quería acercarse a él no podía, al menos siendo un perro, las personas estaban por todas partes y transformarse delante de ellos no sería adecuando.
Le siguió veloz y lento a la vez, tratando que él no se diera cuenta de su presencia. Himchan al llegar a la estación del subterráneo comenzó a girarse para ver si alguien le seguía, sentía la presencia de alguien muy cerca de él. Pasó su tarjeta de usuario para poder ingresar a la zona de espera, sin darse cuenta Yongguk se acercó lo suficiente para pasar al mismo tiempo, aunque fuesen unos segundos Himchan sintió que una esencia lo envolvía, sintió como tocaban su espalda, como si le estuvieran abrazando. Al percatarse de aquello giro su cabeza un poco y vio como alguien, un chico se alejaba corriendo de él, se le hizo extraño, pensó que era el mismo chico de la mañana, pero seguía creyendo que era su imaginación.
Yongguk corrió a ocultarse detrás del anuncio publicitario más grande que encontró que le cubriera. Asomó sus ojos por arriba del anuncio y vio como Himchan comenzaba a ingresar a uno de los vagones, corrió hacia él y la puerta se cerró justo después de que ingresó. Himchan estaba del otro lado del vagón, sin notar la presencia del otro.
Yongguk se la pasaba todo el tiempo mirando a Himchan, quedó hipnotizado, quería grabarse cada una de las facciones del contrario, era hermoso ante sus ojos, dando suspiros a cada rato, sin percatarse de que el camino ya había llegado a su fin.
-Si tanto te gusta deberías decírselo.- dijo una pequeña niña agarrándole la mano a su padre más alto, mientras salía del vagón. Sólo esa pequeña voz le había sacado unos momentos de su transe, de su caza, vigilando a su presa con cautela, en un descuido Himchan salía del vagón y Yongguk no pudo salir a tiempo de éste. En el momento exacto que Yongguk recargaba su frente en las ventanas de la puerta cerrada Himchan volteó y le vio, ambas miradas se volvieron a cruzar, mirándose fijo, mientras el tren avanzaba.
Yongguk con desespero volvió a bajar del vagón, salió a la superficie, pero el aroma del chico se confundía con otros y era imposible rastrearlo.
……..
-Qué día tan raro, día de programar bien la alarma de mi reloj.- se decía a sí mismo en voz alta mientras le colocaba la nueva alarma a su reloj.
-Me resignaré a no verte más, ¿Me estaré volviendo loco?- se dejó caer en su cama.
-Si fuese real o no, ese chico parecía una espía, ¿Desde que lo vi me siguió?- se sentó en su cama –Debería de huir entonces de él, ha de ser un loco pervertido. Cambiaré mi ruta.- decía mientras se envolvía entre sus sábanas.