CAPITULO III: HUG ME
Y como lo planeó el día anterior cambió su ruta para ir a la Universidad, y también las horas de salida de su casa, aunque siempre seguía pensando en la sonrisa de aquel chico.
No podía sacarse de la mente su rostro imaginando como podía ser la personalidad del otro, pero no descartaba la idea de que todo podía ser producto de su imaginación.
……
Yongguk se la había pasado la última semana esperando a que el chico pasara frente al parque que daba a la salida del subterráneo, decepcionado de esperar siempre en vano.
-Yonnguk ¿Por qué siempre vienes aquí todas las mañanas?- dijo Park Se Yoon uno de sus amigos, ambos en su forma humana.
-No lo sé, me gusta estar aquí por las mañanas.- mintió, mientras se paraba de su asiento en la banca del último día que le había visto.
-Desde hace como una semana te ves extraño, más triste, más decaído ¿Sucede algo?- preguntó, también levantándose del asiento que estaba junto a Yongguk hace unos segundos.
-¿Sabes dónde queda una Universidad?- preguntó, ignorando la pregunta de Se Yoon.
-Hay muchas Universidades en la ciudad Yongguk, ¿Por eso estás así?- preguntó curioso.
-¿Hay una Universidad aquí cerca?- le volvió a ignorar.
-Si ¿Quieres ir?- le miro serio, fingiendo enojo.
-Si.- se volteo a mirarle.- Vamos, tú diriges.- sonrió
-Está bien, sólo porque desde hace días no veía esa sonrisa.- rio.
Aquellas palabras retumbaron en los pensamientos de Yongguk durante todo el trayecto a la Universidad cercana, ¿Por qué ya no sonreía como antes? Al parecer todo desde que no veía al chico del último día. ¿Qué estaba pasando con sí mismo y sus pensamientos?
Al fin habían llegado a la entrada de la Universidad la misma que había visto aquel día. Debido a la hora y al conjunto de personas no se pudieron convertir en perros respectivamente, por lo que no tuvieron el acceso al edificio.
-Llevamos horas esperando aquí afuera, hay que saltar la barda, no está tan alta.- mencionó Se Yoon, acercándose al muro.
Yongguk algo resignado y cansado de esperar se acercó al muro también, pero era demasiado alto para los dos. Bang giró su cabeza y en la esquina de la avenida, sobre la banqueta se encontraba un árbol, perfecto para escalarlo y caer del otro lado.
El primero en subirse al árbol fue Yongguk, quien se las ingenió para subirse veloz, sin que nadie los viera, su amigo le siguió. Se quedaron sobre una rama, viendo como un chico pálido de la piel se acercaba a esa esquina.
-Debo de dejar de recordar.- se recriminaba a sí mismo.
Cerca de aquella esquina se encontraba una zona de descanso, unas especies de mesas sombreadas por la copa del mismo árbol, tomó asiento cerca del árbol, dándole la espalda, sacando un libro con una buena historia para despejar su mente, al menos por un rato.
La rama que sostenía a Yongguk y a Se Yoon no soportó más y cedió ante el peso de ambos, haciéndoles caer a ambos dentro de la Institución. Para su suerte cayeron detrás de unos arbustos, para cuando Himchan volteó por el ruido no encontró nada más que silencio, sintiéndose inseguro tomó sus cosas y se dirigió a la salida de la Universidad para ir a su casa.
Yongguk se quedó inmóvil por unos minutos, cuando se recuperó de la caída, comenzó a oler el rastro que había dejado la colonia de Himchan, la misma de la última vez. Su amigo sin entender lo que pasaba le siguió veloz, por metros y metros hasta que llegaron a la entrada del subterráneo.
-Aquí me quedo ¿Llegarás hoy?- preguntó, deteniéndose, recargando sus manos en sus rodillas mientras inclinaba su cuerpo para recuperar el aire.
-No lo creo, pero estaré bien, diles que estoy bien, que no se preocupen.- las últimas palabras las dijo mientras retomaba la carrera.
Himchan pasó su tarjeta para pasar por aquella barra, como la última vez, pero Bang ya no pudo alcanzarle y pasar junto con él.
-Hey.- Un policía se acercó a Yongguk.- No puedes saltarte la seguridad…- Y el sermón típico apareció de la boca contraria, Bang no perdía la vista de su objetivo. Mientras volteaba los ojos ante los sermones del policía, aprovechó la oportunidad de saltarse la barra de seguridad cuando un perro ingresó por debajo de sus piernas. Los animales estaban prohibidos y Yongguk sonrió al reconocer a su amigo en ese can.
Con velocidad corrió hasta Himchan quien ya estaba ingresando al vagón del tren, y las puertas ya habían comenzado a cerrarse, con todas sus fuerzas aumento su paso, y al entrar abrazó a Himchan de frente, mientras detrás de él se cerraban las puertas.
El vagón estaba algo congestionado, y Yongguk aún no deshacía el abrazo. Himchan sentía los latidos fuertes y veloces del chico extraño, se imaginó que era porque había corrido para entrar al vagón. Yongguk no sabía que decir al separarse.
-Gracias.- Fue lo que se le vino a la cabeza.
-¿Por qué?- preguntó Himchan aún mientras el mayor le abrazaba.
-Sin ti no hubiera alcanzado a entrar.- Himchan creyó que esas palabras no decía de haber dicho, sonaban extrañas. Yongguk notó la mueca de Himchan que le indicaba confusión.
-De nada, supongo.- deshizo sonrojado el abrazo y se volteó, evitando contacto visual.- No era mi imaginación.- pensaba.
Yongguk aprovechó que el vagón estaba lleno y se acercó a Himchan, su respiración la podía sentir Himchan en su oído, también acercó ambas manos que sujetaban el agarre para que los usuarios tomaran y no se cayeran. Sonreía cada vez que Himchan miraba por sobre sus hombros, sonrojándose cada vez que lo hacía, esto sólo se le hacía más tierno a Yongguk que ya tenía grabado en su mente cada rasgo, aroma y gesto del contrario.
-¿Cómo te llamas?- le sonrió
-Kim Himchan.- dijo volteando su cara cuando vio la sonrisa del contrario.
No pudo preguntar algo más cuando, pues las puertas del vagón se abrían ante ellos, en ese lugar se tenía que bajar, para cuando volteó ya nadie estaba, todos ya se encontraban saliendo a la superficie, pero no pudo evitar sonreír de manera nostálgica.
-Fue lindo ese momento.- pensó
Fue caminando hasta su casa, pero en el trayecto no pudo evitar sentir que unos ojos lo seguía, a veces volteaba para comprobar si lo estaban siguiendo o no.
Al final del camino llegó hasta la entraba de su casa, abrió con pereza la puerta y entró, mientras del otro lado de la calle un Yongguk sonriente permanecía oculto tras una caseta telefónica.
Pasaron las horas y Yongguk seguía ocultándose tras el árbol viejo frente a la casa de Himchan, sonrío cuando vio como Himchan salía de su casa y se dirigía a la tienda de abarrotes frente a su casa, iba recién bañado, y con ropa ligera.
Cuando Himchan salía de la tienda de abarrotes casi se tropieza al seguir caminando.
-¿Tú de nuevo?- Se inclina para acariciar al perro que había visto hace unos días.
-¿Estás perdido?- revisó que no tuviese un collar.- ¿Qué haré contigo? Eres muy lindo.- sonrío, Yongguk por dentro se tensó por aquellas palabras, quería estar a su lado.
-Supongo que eres de la calle ¿verdad?- le preguntó Himchan sin esperar respuesta, pero el perro, quien era Yongguk había afirmado moviendo su cabeza, dejando a Himchan estupefacto.
-Ven conmigo.- Himchan se llevó la bolsa de papas fritas a su boca y lo tomó entre sus brazos, adentrándose dentro de la casa de Himchan.
La casa era bastante cómoda, o con lujos pero lo suficiente para vivir sin preocupaciones.
-No tengo comida para perros, te daré de mi comida Bbang.- le dejó el plato sobre el suelo e inmediatamente consumió su contenido mientras Himchan veía la televisión.
Pasaron las horas y mientras Himchan estaba acostado en su sofá viendo la televisión y el pequeño perro entre sus brazos, abrazándolo, cayó la noche.
-Para ser un perro de la calle, no hueles mal, hasta hueles bien.- sonrió y le acarició, creo que te dejaré dormir en mi cama hoy, en lo que busco donde meterte o que hacer contigo.- Se levantó y se encaminó a su habitación para dormirse, seguido del perro Bbang quien se acurrucó a su lado, mientras su ahora dueño le abrazaba.