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Durmiendo juntos por Romina Fujoshi

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen. No!!! no son mios, solo los tomaré prestados para este One Shot

Notas del capitulo:

Hola!!! :)

Pues ahora vengo con un shot MakoHaru /._./ Oh por dios.... a pesar de que amo el MakoHaru nunca lo había escrito.

Bien debo aclarar que tengo este shot escrito desde hace como dos meses, pero le faltaba algo y recien hoy sentí como que quedo bien TuT Así que si ven que se parece a algun fic, telenovela, obra de tearo, manga, doujinshi o lo que sea... Es mera coinicidencia lo juro.

Bien quiero dedicarlo con cariño a mi mejor amiga Chiaki28 que siempre me dice cosas que aunque ella no se de cuenta, me ayudan a salir de mis bloqueos mentales.

Y bueno no se si lea esto pero también se lo dedico a Kurotama Reibun con cariño que la he visto que casi me ha leido en todos mis shots de Free

Advertencias: Palabras cursis, lemon no tan bueno, romance, cosas ficticias y Bahhh....espero que les guste :3

“Duerme conmigo”  Esa fue la frase que había utilizado Haru en aquella noche de lluvia en que todo dentro de su departamento se había vuelto una locura. Recibían cada semana algo de dinero que sus padres les enviaban, pero apenas si alcanzaba para asuntos de la universidad; sacar copias, comer algo por ahí y otros gastos que pudieran ofrecerse. Ambos habían optado por elegir un departamento de ubicación céntrica desde que llegaron a Tokio, algo que fuera muy bajo en el costo de alquiler. No fue sencillo dar con ese lugar, tuvieron que dar vueltas y vueltas, y caminar durante horas hasta dar con un departamento tan agradable. El lugar tenía dos habitaciones, el espacio donde estaba la cocina y el comedor tenía muy buena extensión, la sala era pequeña pero los dos podían estar perfectamente viviendo en un lugar así, además tenían por vecinos a una pareja de ancianos que siempre les regalaban postres y cosas deliciosas. Era un buen lugar, todo parecía estar en perfecto orden.

Hasta que esa noche de lluvia se descubrió la verdad, supieron la verdadera razón del porque el alquiler de ese departamento había sido extremadamente de un precio tan bajo, el techo en la habitación que Makoto había elegido era un verdadero desastre, tenía goteras por todas partes.

Era media noche de un día como cualquier otro, cada uno estaba en su habitación durmiendo y la lluvia que se desato de repente (previamente anunciada en los noticieros en las notas del clima) hizo de las suyas. El techo de esa habitación parecía querer colapsar, Makoto despertó ante el agua que caía en su rostro, en su cuerpo y toda su cama se había mojado.

El castaño saltó de la cama y lo único que se le ocurrió fue buscar algunas tinas, las puso por todo el dormitorio o de lo contrario todo el departamento estaría lleno de agua. Miro a su alrededor y muchas cosas se habían arruinado, agradeció en su pensamiento haber tenido la genial idea de dejar su mochila en la sala esa noche o de lo contrario toda su tarea se habría arruinado también. Se rascó la cabeza pensativo, inspecciono todo y concluyó que lo mejor era irse a dormir a un sofá de la sala, pero ni siquiera tenía sábanas o cobijas extras, su mamá había prometido enviarle algunas por correo pero aún no lo hacía, se sintió un poco frustrado, en verdad tenía sueño. “Como sea” pensó y camino hasta la sala.

Se acomodó en uno de los sillones, se abrazo de un cojín y busco la mejor posición hasta que el sueño lo venciera.

Pasadas algunas horas en medio de la oscuridad escucho la voz de Haru, era como un agradable murmullo, siempre le había gustado mucho la voz de Haru, no lo decía, pero a él le encantaba cuando Haru mencionaba su nombre, era tan especial y asombroso que sentía mariposas en el estómago solo de escucharse nombrado por su amigo.

En verdad pensaba que era un sueño, sus ojos permanecían cerrados y era como si una fuerza sobrehumana le hiciera imposible que los abriera.

— ¡Makoto!— hablo más fuerte el de cabello negro, poniendo sus manos sobre el hombro de su amigo para estrujarle y ver si de esa manera despertaba de una vez.

—Haru— se incorporo rascando sus ojos.

— ¿Por qué estas durmiendo aquí?— al parecer la lluvia había cesado, ya no se escuchaban las ráfagas de viento estrellándose contra las paredes, ni tampoco se escuchaba el golpeteo de la lluvia torrencial sobre el techo. Makoto respiro hondo para poder estar totalmente despierto.

—Mi habitación tenía goteras por todas partes. Todo está mojado, mi cama, la alfombra, todo.

—Habrá que decirle eso a la mujer del alquiler. Tienen que repáralo.

—Eso creo— Makoto mostro esa gentil sonrisa que siempre tenía para su amigo y se vio sorprendido cuando el ojiazul sostuvo su mano. El corazón casi se le paraliza ante ese contacto, se estremeció con ese simple roce de sus manos tocándose y levanto la mirada para verle directamente.

—Estás frío— menciono Haru

—Bueno, es que si hace un poco de frío, no tengo más cobijas, así que…

—Duerme conmigo— la sola idea de dormir junto a Haru arremolino de emociones el pecho de Makoto y de ideas su mente, ¿Dormir juntos? ¿Era a caso una extraña alucinación auditiva?

— ¿Yo?— pregunto torpemente, sintiéndose arrepentido casi al instante de haber articulado esas palabras. ¡Claro que era a él! ¿A quién más podría preguntarle?

—La cama es grande, podríamos dormir juntos— Haru hablaba tranquilo, no era algo que representará mayor relevancia.

Caminaron juntos a la habitación y entraron bajo las cobijas. La calidez que el cuerpo de Haru desprendía era simplemente espectacular, Makoto encontraba esa palabra como la única para describir su cercanía, era agradable estar así, escuchando su respiración adoptando un ritmo profundo cuando se quedaba dormido, percibiendo el olor de su piel y de su cabello, porque en serio olían diferente, su cuerpo olía a una extraña fragancia de rosas, seguramente por ese extraño jabón que utilizaba al bañarse y su cabello, ese cabello que brillaba en un negro intenso bajo el sol cuando caminaban juntos de regreso a casa, olía a durazno, en verdad olía muy bien. Cuando Haru se quedo dormido había invertido las posiciones para poder percibir su olor más de cerca, ganas de abrazarlo no le faltaban, pero sería extraño, Haru podría preguntarse qué rayos pasaba con él.

 

 

Ese evento en medio de una extraña de noche de lluvia había sido solo el comienzo del nuevo sentido que tomaba su relación. Las noches durmiendo juntos fueron necesarias, pero aún y cuando el problema en la habitación de Makoto estuvo solucionado, la rutina continuó. Haru decía lo mismo la mayoría de las noches —Duerme conmigo— escuchaba Makoto noche tras noche. Dormir juntos se volvió tan natural, que Makoto no estaba convencido de cuanto más podría contenerse. Todo de Haru le volvía loco; el ritmo de su respiración, cuando de vez en cuando hablaba dormido, cuando se movía, cuando despertaba y tenía la oportunidad de verlo con el cabello totalmente desarreglado. Todo ese tipo de afecto que hacía años trataba de tener guardado en lo más profundo de su pecho estaba saliendo a flote con impresionante facilidad, por el simple hecho de dormir juntos.

Esa noche sería el fin de todo y Makoto no lo esperaba así, después de cenar y conversar un poco antes de dormir, Haru había dicho las dos palabras esperadas por Makoto, él sentía vergüenza de tomarse el atrevimiento para dormir con Haru, prefería que fuera el mismo quien lo propusiera.

Se levantaron de la mesa. Makoto entró en su habitación y se puso la pijama, después fue a la habitación de Haru y se metieron en la cama, ambos se dieron la espalda y el ‘Buenas noches’ no se hizo esperar, esa era la frase con la que concluían su día. Pero algo había cambiado un poco ese día, Makoto no espero demasiado tiempo para darse la vuelta, pensó que Haru siempre se dormía muy rápido y, cambiando de postura, llevó su nariz hasta el cabello de Haru para olerlo, cerró los ojos y se embriago con ese agradable olor.

Casi se ahoga con su propio aire cuando Haru se dio la vuelta y quedaron frente a frente con extrema cercanía, se lleno de vergüenza, quiso salir de ahí lo antes posible pero su cuerpo no le respondía.

— ¿Por qué te contienes Makoto?— susurró Haru con voz queda, pero tan firme que el de ojos verdes sintió como su corazón latía aceleradamente para luego paralizarse en un cambio tan confuso de su ritmo al bombear la sangre hacia todo su cuerpo.

—Haru…ngh…mm…— los labios de Haru habían detenido el movimiento de los suyos, la acción le sorprendió, pero no pudo negarse a corresponder un beso como ese, la lengua del pelinegro se hundía en su boca y acariciaba cada rincón, dándole una sensación bastante agradable, era como un sueño. Tenía ganas de pellizcarse la piel para confirmar que eso no se trataba de un efecto alucinógeno de la cena, pero las manos de Haru ahora enroscadas en su cuello acariciando su cabello, se encargaron de informarle que todo era completamente real, Al fin cedió y se permitió a si mismo corresponder con un gesto similar, envolvió el cuerpo de Haru entre sus brazos y lo atrajo extinguiendo la molesta distancia que aún los separaba, trazó un suave recorrido de caricias por toda su espalda y siguieron besándose hasta que ninguno de los dos podía soportar más la carencia de oxigeno.

Cuando el beso se corto, un extraño silencio inundo la habitación, se miraron a los ojos expectantes de quien sería el primero en decir algo.

—Haru ¿Qué ha sido esto?— Makoto tomo la palabra y Haru se removió entre las sabanas para ganar un poco de tiempo y que el silencio pudiera extenderse.

—Makoto…tú me gustas…hemos dormido juntos muchas noches, he sentido tu mirada recorriendo mi cuerpo, he leído las fantasías en tus ojos, las ganas que tienes de tocarme, las ganas que tenías de darme un beso, sentía tu respiración en mi cuello cada noche, fingía estar dormido y me llenaba de satisfacción con solo sentirte hacer eso. Pensaba que algún día me ibas a abrazar y quizá podríamos dormir de esa manera. Pero no lo haces. Hoy terminaste con mi paciencia, alguien tenía que dar el primer paso ¿No?

El castaño se olvido de parpadear por algunos segundos, sonrió con un sonrojo en sus mejillas y abrazó a Haru

—También me gustas Haru— un nuevo beso nacido entre sus bocas, lo dejó todo en claro, ambos se gustaban ¿Desde cuándo? Era algo incierto, pero en definitiva las cosas cambiaron desde esa noche, comenzaron a tener sexo, los dos eran unos inexpertos, unos completos aprendices en esos temas, pero poco a poco aprendían cosas nuevas y eran una pareja como cualquier otra. Makoto estaba con sus asuntos de la universidad, Haru entrenaba día a día, cuando tenían tiempo libre para estar juntos no dudaban en utilizarlo de la mejor manera. Encerrados en la habitación, haciendo el amor siempre que tenían la oportunidad. Esas cuatro paredes se convirtieron en los únicos testigos de su secreto romántico y la rutina que los envolvió con el paso de los días, no le incomodaba a ninguno.

Pero las cosas no siempre son miel sobre hojuelas, al menos eso decía el dicho…

 

 

Haru entró en el departamento, miro a su alrededor y suspiro con resignación. Makoto últimamente pasaba mucho tiempo fuera de casa, tenía demasiadas cosas con que cumplir en la escuela, demasiadas obligaciones y trabajos en equipo que a veces habían sido la causa de que ni siquiera llegará a dormir a casa. No es que él quisiera tenerlo siempre a su lado, pero era como si las cosas se hubieran puesto raras así de pronto, como si la chispa entre ellos se hubiera enfriado.

Otros días, Makoto se quedaba en la computadora durante toda la noche, haciendo tarea, estudiando, pero siempre ocupado. Haru no sentía cuando se metía a dormir en la cama y cuando despertaba Makoto ya se había ido. El castaño tenía una linda costumbre, cada mañana le dejaba una pequeña nota romántica deseándole suerte en su día, pero Haru se sentía extraño de tener que conformarse con eso. Lo que antes eran besos ahora eran notas.

 

****

Se sentía la tensión en el ambiente, todo a su alrededor era incómodo, después de semanas en las que ni siquiera se habían visto estaban compartiendo la mesa, ambos estaban comiendo pero Haru no podía evitar poner los ojos en blanco y morderse el labio por dentro para conseguir quedarse callado. Miraba con furia al castaño, con una mano comía y con la otra estaba revisando las páginas de un libro mientras hacía pequeñas notas en su cuaderno.

— ¿Mucha tarea?— se animo a preguntar Haru. El silencio continuó y fue todo lo que pudo soportar, esa indiferencia era una molestia, él nunca se molestaba, ni siquiera se había molestado cuando perdía una competencia. Apretó los utensilios y lo menos que tenía ganas de hacer era de comer, así que solo se levantó ofuscado, boto la comida que aún tenía en el bote de basura y se preparo para lavar los utensilios que había utilizado.

— ¿Terminaste tan rápido Haru? — le preguntó Makoto.

— ¿Por qué habría de responderte cuando té me ignoras?

— ¿Eh?— tenía que escuchar de nuevo esas palabras. ¿Él ignorarlo? ¿Cuándo?... si eso había pasado había sido un acto totalmente inconsciente, porque él nunca podría ignorar a Haru, ignorarlo era simplemente imposible, porque Haru era lo que siempre tenía en la cabeza, era en lo que siempre pensaba, y el no poder pasar tiempo con él en las últimas semanas era como una tortura, quería verlo, reflejarse en sus ojos, besarlo, llevarlo a la cama y acariciarlo hasta que sus cuerpos elevarán su temperatura envueltos por el deseo. Pero era temporada de exámenes y todo era muy complicado, complicado en todos los sentidos.

Makoto cerró el libro que estaba leyendo y se levantó de la mesa para acercarse al pelinegro, lo envolvió entre sus brazos y empezó a repartir besos en la piel de su cuello y detrás de sus orejas, lo apretaba con fuerza por la cintura extinguiendo la distancia entre ellos para poder estremecerse por el contacto. Escucho a Haru suspirar y se acercó para hablarle al oído.

—Lo siento— empezando a invertir las posiciones logro tenerle de frente, beso sus labios con una ansiedad que había estado almacenando, todos sus deseos contenidos en semanas, estaban estallando una vez que sus bocas se volvían una sola—. Quiero pasar tiempo contigo, quiero besarte, hacerte el amor, dormir contigo, pero no he tenido tiempo.

—Yo…—Haru enrojeció hasta las orejas, el sonrojo era tan intenso que a Makoto se le antojo besarlo una vez más—. Yo lo entiendo Makoto, no estoy enojado ni nada.

—No te estaba ignorando ¿De acuerdo?— besaba el arco que se dibujaba debajo de las cejas del pelinegro y luego sus mejillas hasta buscar sus labios—. Podemos hacerlo ahora— proclamo en tono seductor, sus lenguas se enredaron en un apasionado beso, se abrazaron y caminaron un poco. No había tiempo para llegar hasta la habitación, así que Makoto tomo a Haru por la cintura y lo puso sobre la mesa, se hizo un hueco entre sus piernas y entrelazaron sus manos comenzando a desabotonar la camisa del otro. El aire se estaba calentando con sus jadeos, todo parecía perfecto, un perfecto reencuentro entre dos cuerpos que se habían hecho falta. Pero un molesto sonido proveniente de la puerta los hizo detenerse, se miraron a los ojos. ¿Quién podría ser? Ignorando eso, volvieron a besarse y entonces una voz demasiado familiar.

—Mako-chan…Haru-chan ¿Están ahí? — escucharon a Nagisa y se acomodaron de nuevo la ropa. Haru se acomodo en el sofá y aparento estar cambiando los canales de la televisión. Makoto trato de normalizar su respiración y se acercó para abrir la puerta. Nagisa se abalanzo sobre él. Rei entro cargando las maletas. Pero ¿Qué hacían ahí? Sencillo, hacia semanas que habían anunciado que los visitarían para pasar un fin de semana juntos. Habían viajado por horas y estaban entusiasmados por conocer un poco en los alrededores de Tokio, empezaron a hablar de cosas triviales, sobre cómo la estaban pasando, ¿Qué tal estaban las cosas en Iwatobi desde que ellos se habían graduado? Hablaron de sus familias. Makoto y Haru no podían evitar mirarse de vez en cuando como si lamentarán esa inesperada visita.

 

****

—Esta es mi habitación, la cama es muy grande, pueden acomodarse aquí y yo dormiré con Haru— Nagisa no parecía muy convencido con la idea, así que negó con la cabeza y con su característico tono de voz, dijo lo que él en verdad quería hacer.

—Mako-chan, yo quisiera dormir contigo, ya sabes como en los viejos tiempos, a veces que estábamos de campamento solía estar contigo cuando le tenías miedo a la oscuridad. ¿Puedo dormir contigo?

—Nagisa-kun— empezó Rei, pero la vergüenza a ser descubiertos hizo que Makoto y Haru aceptarán esa petición.

Makoto se lamento una vez más y esa noche casi no pudo dormir por estar pensando en la excelente oportunidad que habían perdido para estar juntos.

 

En la mañana del sábado desayunaron los cuatro juntos, después salieron de paseo, estuvieron todo el día en las calles, en la noche se desvelaron viendo películas de terror. Haru sonreía ante la sencillez con la que Makoto se aterrorizaba con ese tipo de películas, era simples cosas ficticias, aprovechaban ciertos momentos de distracción para tomarse de las manos, pero la imperiosa necesidad de estar juntos, los estaba autodestruyendo por dentro.

Durmieron hasta que llego la madrugada y él domingo no fue muy diferente; salieron a comer algo en los restaurantes de Tokio, estuvieron de paseo, se tomaron fotografías y eso era un factor de distracción para Makoto, le esperaban montones de tarea por hacer y apenas si tendría tiempo de terminarla. Regresaron al departamento solo para tomar las maletas de Nagisa y Rei y luego los acompañaron a la central de autobuses. El camino de regreso a su departamento no había sido nada sencillo, se sentían extraños, ninguno de los dos se animaba a dar el paso para decir cuánto se hacían falta, se adentraron en el lugar que vivían y el castaño vio que Haru estaba un poco molesto, no se lo decía, pero era evidente que esquivaba su mirada y las veces que había intentado tomarle la mano mientras caminaban simplemente la alejaba impidiendo ese acercamiento.

 —Iré a dormir— dijo Haru asumiendo que Makoto se pondría a hacer su tarea y pasaría la noche despierto. Cuando lo vio acercarse a la puerta de la habitación se acercó detrás de él y paso sus manos por la cintura del pelinegro.

— ¿Estas molesto?

—Estoy molesto— afirmo con convicción

— ¿Puedo saber porque?— trato de hacer uso de su voz más seductora y comenzó a besarlo en el cuello, provocaba que Haru suspirara y se removiera entre sus brazos como si intentara escapar.

—Porque si, porque era nuestra oportunidad para pasar un fin de semana juntos y la arruinaste al aceptar dormir con Nagisa en lugar de dormir conmigo.

— ¿Estas celoso? — siguió besando cuanta piel tenía a su paso y decidió hacer un movimiento inesperado tomando la cintura de Haru para hacerlo girar hacia él—. Responde Haru.

—No estoy celoso de la manera en que piensas, en realidad estoy celoso de que Nagisa pudiera dormir contigo y yo no— había enrojecido y clavo su mirada en el piso. Makoto le tomo por las mejillas con toda la gentileza que siempre le caracterizaba, alzo su rostro y cuando sus miradas se conectaron como una misma se besaron, sus lenguas se movieron con tanta suavidad que parecían estar en un sueño. Se alejaron sonriendo contra los labios del otro y Makoto comenzó llevarlo hasta el interior del dormitorio, cayeron juntos en el borde de la cama y Haru le detuvo.

—Tienes demasiada tarea ¿No?

—Aún no termina el fin de semana, aprovechemos el tiempo perdido— Makoto tomo posesión de sus labios y no le permitió seguir hablando.

Después de ese incomodo fin de semana en el que ni siquiera habían podido besarse como acostumbraban, las cosas parecían tomar su curso natural, todo se había clamado y ahora no podían dejar de mirarse. Miradas cargadas de sentimientos y sonrisas tontas mientras se despojaban de la ropa.  

Haru se sentía algo tonto de hablar como una especie de novio que siempre espera la compañía del chico que amaba, pero aún intentando con todas sus fuerzas, darle su espacio y aparentar que nada pasaba, ¡Era imposible! Necesitaba tenerle cerca, sentir el calor de su cuerpo cuando despertarán juntos después de una noche apasionada, necesitaba su besos al final del día. Sus miedos empeoraban de vez en cuando ¿Y si Makoto se interesaba en una chica? ¿Y si algo entre ellos terminaba por arruinarse? ¿Y si ese riesgo de basar el amor en una amistad de toda la vida terminaba autodestruyéndolos? Miles de preguntas atacaban de su mente cuando no estaban juntos, pero una vez que le tenía encima, besándole de esa manera y acariciándole así las dudas desaparecían y solo podía concentrarse en imaginas que siempre estarían juntos.

Sentir los labios presionándose contra los otros era maravilloso. Pero cuando el oxigeno se terminaba y necesitaban respirar, se alejaban. Se miraron a los ojos un par de segundos y comenzaron a rozarse entre ellos. Volvían a humedecerse los labios con la lengua hasta que los dos estuvieron totalmente fundidos en un beso húmedo y caliente, era lo mejor que podían hacer después de semanas enteras sin hacerlo.

Makoto acaricio la espalda y el pecho de Haru, sintiendo en su boca la vibración de los gemidos del pelinegro, quien le enredó sus brazos alrededor del cuello de forma tan firme que dudaba que algún día fuera a soltarlo.

Desde su primer beso, Makoto decidió que era mejor que él tomará la iniciativa cada vez que estaban así de próximos. Con sus manos acaricio de arriba abajo el miembro erecto del pelinegro, subiendo y bajando a un ritmo lento, apretando la punta y volviendo a bajar. Haru acallaba sus gemidos mordiendo los labios del castaño entre sus besos, quien poco a poco comenzó a bajar lamiendo desde su rostro hasta su pecho, bajando todavía más hasta que sus labios se toparon con la punta del húmedo miembro.

Al llegar ahí levanto la vista para ver hacia los ojos azules de Haru, y en sus labios se dibujo una sonrisa tierna que a la vez era pícara, mientras sus mejillas se sonrojaban un poco. No tenía mucha de experiencia, (Casi nunca practicaban el sexo oral) pero le sobraban las ganas, así que de forma lenta y pausada, el miembro Haru desapareció entre sus labios.

Haru se mordió los labios e intento alejarlo estirando un poco su cabello, pero sentir esa calidez y humedad subir y bajar de forma tan lenta, sintiendo la forma en que los labios de Makoto y se abrían y se cerraban sobre su erección, así como su lengua removiéndose inquietamente, se acostumbrándose al movimiento, se estaba volviendo loco. Era la primera vez que Makoto duraba tano tiempo haciendo algo como eso.

Le estaba gustando demasiado y con la voz entrecortada por sus gemidos le pedía que se detuviera sin éxito. Le avergonzaba muchísimo lo que estaba pasando y ver sus cuerpos en esa posición le incomodaba, pero dentro de toda la bruma Makoto parecía estar disfrutando, concentrándose en lo que hacía, no como otras veces que se detenían debido a la vergüenza. Despidiéndose un poco de su autocontrol, puso su manos sobre la cabeza de Makoto y lo guio a moverse más rápido.  

Makoto alzó un poco la vista y vio a Haru mordiéndose los labios con los ojos entrecerrados, esta rojo totalmente y la imagen le pareció demasiado provocativa, se alejo cuando el sabor en su boca le informo que Haru estaba a punto de llegar al orgasmo, respiro un poco relamiendo sus labios y Haru acudió a su valentía para hacer una petición—: Termina lo que comenzaste— su cuerpo se puso tenso, era terrible tener que suplicar por eso. Makoto atendió sus suplicas y continuo chupando hasta que provoco que se corriera dentro de su boca.

— ¿Qué tal lo hice?

—Por dios Makoto…Ha sido genial — suspiro y exhalo su cálido aliento, demostrando lo bien que se había sentido.

Makoto se apresuro en besarlo nuevamente. Haru sintió un sabor extraño, al principio le desagrado pero luego pensó que era la boca de Makoto, el chico que le gustaba, al que deseaba en sobre manera ¿Qué más daba el sabor? Le gustaba besarlo y así quería hacerlo.

Ambos miembros semi-erectos se juntaron para masturbarse, dejando que la humedad de los dos se mexclara.

Haru suspiro cuando sintió un dedo intruso acariciando su entrada, haciendo círculos tímidamente, pero sin dejar de moverse en ningún momento. El primer dedo en su interior se sintió extraño, como algo que no debía estar ahí. Entraba y salía de su cuerpo a un ritmo lento, como el beso que le estaba dando el ojiverde. El segundo definitivamente dolió. Se abrían y se cerraban dentro de su cuerpo, obligando a que se acostumbrara a ser invadido. El tercero fue una extraña mezcla entre incomodidad y el dolor. Enterró s sus uñas en la espalda de Makoto. Y cuando fueron tres dedos los que le penetraron no sabía identificar si le dolía o lo disfrutaba, pero se sentía tan bien que su garganta dejo escapar varios gemidos. Ante tanta fricción se pusieron erectos  estaba convencido de que Makoto sabía muy bien donde tocarlo para hacerlo enloquecer de placer. Removió por completo su cuerpo, estimulado una corriente eléctrica que se expandía a lo largo de su columna y termina en su boca como un sonoro gemido.

El castaño se estaba conteniendo como podía pero ya no lo soportaba más, necesitaba estar dentro de él, necesitaba sentirse recibido por el fuego de su interior, lo necesitaba ya. Pero no se atrevía a decirlo. Cuando escucho a Haru jadeando sin ninguna señal de dolor; saco sus dedos y lo recostó totalmente acomodándose entre sus piernas, rozó su erección contra la entrada de Haru y de un movimiento a otro, le penetro perdiéndose dentro de él, solo fue un poco más de presión y su erección desapareció dentro del cuerpo del pelinegro.

El de ojos azules dejo salir un jadeo tan fuerte y largo que podría haberse escuchado en cualquier parte, y más con lo delgadas que eran las paredes.

Los músculos de Haru habían cedido por completo, pero no por ello había sido menos doloroso. La embestida había hecho que el miembro de Makoto diera directamente en un punto vital dentro de él. Había sido una especie horrible dolor combinado con un increíble placer.

Haru apretó los ojos, enterró un poco más sus uñas en la piel de Makoto gemían al mismo ritmo, era doloroso ¡Sí! Siempre lo era, pero prefirió concentrarse en la sensación de sentirse plenamente lleno por el miembro de Makoto, sintiendo la forma en que su erección palpitaba dentro de él, deseaba que se moviera más rapido. No dijo nada, pero alzó un poco más las caderas y se movió ligeramente buscando que la postura fuera más placentera. Makoto captó el mensaje muy fácilmente y comenzó a moverse un poco más rápido.  

Los primeras movimientos siempre eran lentos y algo inseguros, pero conforme pasaba el rato, Makoto tomaba confianza, los gemidos de Haru eran su mejor estimulo para continuar. Sentía cómo el calor le envolvía por completo, no sólo en su miembro sino por todo el cuerpo. El sudor comenzó a impregnar sus cuerpos, facilitando la fricción y los movimientos que en ese punto ya eran totalmente erráticos. El sonido de los gemidos del pelinegro eran dignos de gravarse en su memoria, así como el sonido húmedo de sus cuerpos al frotarse y chocar contra el otro.

Makoto llevo su mano a la erección del ojiazul, se aferró a ella y busco aliviar un poco su tensión, masturbando al ritmo acelerado de sus embestidas enterraba el rostro en la curvatura del cuello de Haru, se sintió embriagado por el placer del orgasmo y termino por liberarse en el interior del pelinegro. Al mismo instante Haru se corrió en su mano y todo dejo de ser abrumador. Parecían flotar y perderse en la mejor de sus fantasías. Todas las dudas sobre lo que ambos pensaban se evaporaron, y en los últimos vestigios del orgasmo se movieron lentamente para abrazarse. Se habían venido con un gemido nada discreto, Haru vio su cuerpo y parte del de Makoto cubierto con su semen y se avergonzó escondiendo su rostro en el pecho desnudo del castaño que salía de su cuerpo dejándole una sensación de vacío.

Se quedaron totalmente quietos, Makoto beso los labios de Haru  aún sobre Charles, tratando de volver a respirar con algo de normalidad. El ambiente intentó respirar con normalidad—. Te amo Haru—  susurro el de ojos verdes. Y antes de que el sueño lo venciera totalmente Haru respondió lo mismo.

—Yo también—  Makoto sonrió, busco besarlo una vez más, pero fue imposible. El de cabello negro se había quedado dormido.

Makoto quería desconectarse al cien por ciento de los pensamientos sobre toda la tarea que tenía pendiente, lo mejor era dejar la cama ahora mismo y ponerse a estudiar, pero simplemente no pudo hacerlo, jaló las sabanas y cubrió sus cuerpos abrazando a Haru para dormir juntos.

A la mañana siguiente, Makoto se quedo dormido y llego tarde a la universidad reprobando un examen por el simple hecho de no haberlo presentado.

Podía enojarse y maldecir, podía culpar al cosmos por actuar en su contra, pero a final de cuentas todo había sido por ese deseo imperioso que le dominaba ¡Dormir con Haru!

 

~Fin~

Notas finales:

¡Gracias por leer! 

Ojala me regalen un review :3

Juro responderlo 

¡Los amo! :D


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