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Desde las sombras por Higary

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Notas del capitulo:

Holi hola, gente bonita!! Hoy les traigo el último de los fanfics que tenía pendientes de subir, pero resultó algo largo y no quería dividirlo en más partes, siento que debe leerse todo junto para que se entienda mejor XD (Kyuu: Y por cierto, este se convierte en el fic número 90 en la cuenta de Higa-chan o.o) ¡Sí! Eso hay que celebrarlo :D Antes que nada sólo hay una cosa que quiero dejar clara desde un principio: esto es un two shot y no voy a añadirle algún epílogo, capítulo extra, especial ni nada. El final de esta historia está perfectamente definido y es así como pienso concluirla, aunque no nos adelantemos, para llegar a ello primero tienen que ver la primera parte, así que pasen a lo que vinieron: ¡¡a leer!!

 

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Kishimoto. La idea para este fanfic es producto de mis desvaríos mentales, pero sobre todo de mi vena dramática.

DESDE LAS SOMBRAS

 

***** ITACHI Y SASUKE *****

 

Llegar al poder implica muchos esfuerzos y sacrificios a los que debes estar dispuesto. Si deseas algo debes trabajar arduamente hasta conseguirlo, entonces cuando al fin logres tu meta, la victoria sabrá mucho más dulce. Al menos de esa manera es como fueron criados los hermanos Uchiha: Itachi y Sasuke.

 

El mayor, un hombre de veintiocho años, largo cabello y ojos negros (con unas notorias ojeras), piel blanca y facciones que derretirían a cualquiera, no sólo poseía un físico envidiable ni una fortuna por la que muchos matarían, también contaba con un gran cerebro que le daba el título de genio; sus ideas habían llevado a los negocios familiares a la cima, era sumamente responsable, cumplido, aparentaba ser alguien serio y reservado aunque sólo con los más cercanos se mostraba más comprensivo, cariñoso y protector.

 

Mientras que el hermano menor, de veintitrés años, tenía cortos cabellos azabaches (con ligeros tonos azulados) peinados en punta, penetrantes ojos negros y piel blanca. Resaltaba su gran atractivo físico, aunque su personalidad solía dejar mucho que desear: era serio, frío, prepotente, malhumorado, orgulloso y soberbio. Muchos dirían que eran puros defectos, pero estas características lo convertían en un hombre que protegía su territorio como nadie y que estaba dispuesto a todo para conseguir cualquier cosa que se propusiera.

 

-Esos idiotas creyeron que nos intimidarían con sus amenazas –comentó Sasuke

Ambos se encontraban en una oficina de la prestigiosa empresa Sharingan, donde eran los principales dueños. Itachi era el Presidente mientras que Sasuke se encargaba del área de comunicación interdepartamental, de esa forma sabían qué ocurría en las otras áreas sin que nada se les pudiera escapar.

-Sí y ahora su pequeña compañía es nuestra –añadió Itachi-. ¿Quieres ir a celebrar?

-No puedo, tengo un compromiso.

-Si vas a comer con Naruto, sólo dilo, lo conozco desde que ustedes eran adolescentes. Sé que es tu mejor amigo, otouto.

-Claro, y eres el que me dijo que solamente podíamos ser eso –arrugó el ceño

-Sasuke –lo miró fijamente-, sabes bien que por la clase de negocios y acciones que llevamos a cabo, nuestras vidas se ven demasiado expuestas, te recuerdo que por esto mismo otou-san perdió a nuestra okaa-san muy joven. Yo también aprecio a Naruto y por eso te prohibí que llevaras las cosas con él más allá de un lazo fraternal, suficiente lo arriesgas siendo tu amigo.

-… Me voy, llegaré tarde.

-Bien, los guardaespaldas…

-No quiero niñeras.

-Entonces Gaara te acompañará.

-Maldito –bufó y se puso de pie-. De acuerdo, llevaré a los guardaespaldas, el mapache se queda aquí contigo.

Dicho eso se puso de pie y salió de la oficina. Itachi suspiró y se frotó la sien. Entendía perfectamente el sentir de su hermano, eso de tener que atarte las manos para no capturar a la persona que amas y que está justo delante de ti, era muy complicado, pero la situación actual que vivían les exigía tomar medidas extremas y hasta que no se deshicieran de sus enemigos más potenciales, tendrían que continuar así.

 

Itachi salió de sus pensamientos al escuchar que tocaban la puerta. Concedió el permiso de entrada y vio aparecer a un guapo hombre de cortos cabellos rojos, ojos color verde aguamarina, piel tersa y con el kanji del amor tatuado en la frente. El recién llegado dejó algunos documentos sobre el escritorio antes de encararlo.

-Acabo de ver a Sasuke salir muy enojado.

-Ya sabes cómo se pone cuando se trata de cierto chico, Gaara.

-Entonces no puedo culparlo.

Sabaku no Gaara, de veinticuatro años, era su asistente así como uno de los guardaespaldas más fieros que tenían. Desde muy pequeño fue acogido por los Uchiha, ya que su familia entera (quienes trabajaban para ellos) murió en un accidente. Él había crecido con los hermanos Uchiha, llegaron a convertirse en buenos amigos, pero cuando gracias a las habilidades natas del pelirrojo fue asignado a labores de protección, ambos morenos comenzaron a tratar lo menos posible de exponerlo a sacrificar su vida. Él seguía siendo un amigo muy querido para ellos.

-Lo sé –respondió Itachi-, cuando vea la sonrisa de Naruto, seguro que se le pasa el enfado. ¿Y qué hay de ti, Gaara?, ¿ya te acostumbraste a tu nuevo puesto?

-No es algo complicado –contestó con enfado-, pero preferiría volver a estar haciendo “trabajo de campo” que encerrado en una oficina.

Itachi volvió a suspirar y desvió la mirada. Hasta hace un par de meses Gaara solía ocuparse de ir y tratar directamente con enemigos, ya sea desde negociar para evitar un derramamiento de sangre e incluso hacer desaparecer a alguien que interfiriera con sus planes. Pero el Uchiha mayor no deseaba que el pelirrojo se ocupara de esas tareas. Gaara había crecido con él y Sasuke, eran como familia, le importaba muchísimo, más de lo que decía, pero eso era algo que no podía demostrar.

-Lo lamento, pero tendrás que acostumbrarte. Mira el lado positivo: ahora tendrás más tiempo libre, incluso puedes retomar tus estudios. Siempre quisiste ser fotógrafo.

El joven se sonrojó ligeramente y le miró con sorpresa. Seguro no esperaba que Itachi (quien lo observaba sin borrar su sonrisa) recordara eso. Cierto, era su jefe y el hombre al que juró servir y proteger con su vida, pero en esos momentos se notaba que de verdad deseaba golpearlo.

-… Recuerdas cosas innecesarias –carraspeó y dio media vuelta-. Si no necesitas nada más, me retiro, Itachi-sama.

-Antes me llamabas Itachi-san.

-Eso era antes –susurró y lo miró con enfado-. Ya cállate y ponte a trabajar.

El moreno soltó una pequeña carcajada al escuchar la puerta ser azotada. Puede que Gaara fuera muy serio (incluso más que Sasuke), pero desde niño lograba ese efecto de relajarlo y divertirlo con su sola presencia. Itachi quería mucho al pelirrojo, como a ninguna otra persona, pero por eso mismo tenía parejas ocasionales y aparentaba que sólo lo veía como un importante elemento de su clan. Tal y como se lo dijo a Sasuke, sus vidas eran demasiado peligrosas y tener a alguien especial les aseguraría ser blanco de sus enemigos. No arriesgaría al Sabaku de esa manera incluso si eso implicaba que jamás podría tenerlo.

 

Sasuke llegó a la escuela pública Konoha. Era la hora de salida y los niños corrían por todas partes para volver a sus casas. El Uchiha esperó, recargado en su automóvil, hasta que vio salir a un hombre de cabello rubio y brillantes ojos azules que sonreía a los niños que lo rodeaban y se despedían de él.

-Hasta mañana, Naruto-sensei.

-Hasta mañana, chicos. Tengan cuidado camino a casa, ¿de acuerdo?
-¡Sí!

Una vez los niños se alejaron, el joven profesor giró el rostro y sonrió al ver a ese moreno que lo esperaba. A pesar de su carácter tan huraño, Sasuke no pudo evitar corresponder a la sonrisa. Uzumaki Naruto, de veintitrés años, piel bronceada y con tres curiosas líneas en cada una de sus mejillas, era un profesor de primaria que no tenía mucho de haberse graduado. El moreno sabía que como era tan alegre, risueño y algo torpe e hiperactivo, sus alumnos lo adoraban. Era su mejor amigo desde hacía más de diez años, aunque al inicio se llevaban como perro y gato e incluso en la actualidad todavía discutieran por tonterías.

-Llegaste antes, teme –dijo el rubio con alegría

-Un poco –le abrió la puerta del copiloto

-¿Eh?, ¿no hay guardaespaldas?

-Los mandé a que se escondieran y fueran discretos. Pero vámonos porque dudo que Itachi me deje así por mucho tiempo.

-Él sólo se preocupa por ti.

 

Sasuke manejó hasta el edificio donde se encontraba el departamento de Naruto, era un lugar pequeño y sencillo, pero acogedor. Era el único lugar donde podía sentir esa especie de aire hogareño que su lujosa mansión no tenía en lo absoluto.

-Vaya, está bastante ordenado, usuratonkachi –comentó el moreno

-No molestes, soy perfectamente capaz de mantener limpio mi hogar –miró al otro arquear una ceja-… Está bien, limpié todo porque sabía que vendrías.

-Eso imaginé –se acercó y lo sujetó de la barbilla-. Maldita sea, dobe.

Jaló de él para rodearlo con sus brazos y besarlo apasionadamente, siendo correspondido de inmediato. Los labios de Naruto eran suaves y traviesos, inocentes y seductores al mismo tiempo. Sí, empezaron como amigos, llegaron a ser los mejores y pese a las advertencias de Itachi, fue imposible para Sasuke contener la atracción y los sentimientos románticos hacia el rubio. Aquello era un secreto para todos, excepto para Gaara, pues necesitaba a alguien que lo ayudara a mantener la relación escondida de Itachi y los demás. Sasuke no fue capaz de resistirse a esos ojos azules y por eso desde hacía tres años atrás que eran novios, aunque se habían sido fieles el uno al otro todos esos años antes de declararse.

-Te extrañé –admitió el rubio, con algo de vergüenza

-Yo igual –se inclinó hacia su cuello para oler ese delicioso perfume que él mismo le regaló-. No sabes cómo deseo tenerte en mi casa y escucharte todos los días darme la bienvenida.

-Eso y presumir al resto del mundo que soy tuyo, bastardo posesivo.

Sasuke sonrió de medio lado al verse descubierto y volvió a besarlo mientras se dirigían a la recámara. Naruto lo conocía bien, realmente deseaba gritar que ese hombre le pertenecía y llevar la relación a otro nivel. La sociedad ya aceptaba los matrimonios del mismo sexo debido a la invención de un tratamiento médico que permitía a estas parejas concebir hijos de manera natural. El Uchiha menor añoraba formar una familia con su amado rubio, pero para lograrlo, primero tendría que acabar con sus enemigos y eliminar todo peligro que amenazara su vida.

 

***** GAARA Y NARUTO *****

 

Sabaku no Gaara era conocido por ser uno de los hombres más hábiles y leales hacia los hermanos Uchiha. No era para menos, puesto que se crió con ellos tras la muerte de su familia. Se llevaba muy bien con Sasuke aunque a veces discutieran porque eran igual de tercos, en cambio siempre sintió un gran respeto y admiración por Itachi. En la actualidad su relación con ellos seguía siendo muy similar, excepto por la barrera que levantó hacia el Uchiha mayor. Todo por los sentimientos que años atrás comenzaron a surgir y se alejaban del sentido fraternal.

 

-Te estoy hablando, mapache.

Gaara salió de sus pensamientos ante el llamado de Sasuke, quien lo observaba con el ceño fruncido. Agitó la cabeza para espabilarse y alejar tontos pensamientos que no servían de nada.

-¿Qué se te ofrece, Sasuke?

-Dije que si querías acompañarme a hablar con el presidente del grupo Tora. Te oxidarás si sigues en este lugar.

-Vaya, qué atento de tu parte, aunque te recuerdo que fue nuestro jefe quien me ordenó permanecer aquí.

-Y tú siempre tan obediente. Como sea, ¿vas o no? No pienso rogarte.

-De acuerdo –se puso de pie-. Fingiré que te preocupas por mí y no tienes ningún plan oculto para después de la reunión escapar e ir a visitar a cierto rubio sensei.

-Cállate –gruñó, con las mejillas levemente coloreadas de carmín

 

El encuentro con el jefe del grupo Tora resultó algo violento, pero Sasuke era lo bastante rudo y directo como para dejar en claro que los Uchiha no pensaban amedrentarse ni dejarse amenazar. Gaara nunca lo diría para no elevar su ego, pero admiraba esa fortaleza en su amigo de infancia. Y no sólo se limitaba al trabajo. A pesar de su carácter tan huraño, en realidad era alguien muy protector y apasionado, prueba de ello era la forma en que cuidaba a Naruto desde que eran adolescentes y que incluso contra las advertencias de su hermano mayor, le declaró al rubio sus sentimientos y por eso mantenían una relación en secreto.

-Eso no estuvo tan mal –comentó el azabache una vez que ambos subieron al automóvil

-Aunque dudo que se queden de brazos cruzados –respondió el pelirrojo, encendiendo el vehículo-. Debemos estar alertas.

-Sí –bufó-. Pero no quiero pensar en eso ahora.

-Claro. ¿Te llevo con el rubio?

-Eso no necesitas preguntarlo.

-Entonces te dejo en su departamento y regresaré a la oficina, o de lo contrario cierto jefe se molestará.

-Gaara…

-No pienso decirle ni una sola palabra de dónde estarás, pero seguro que va a sospecharlo.

-Sabes que no iba a decirte eso.

-… Lo sé –apretó el volante-. Y no necesitas preocuparte por mí, ya lo superé.

-Eso nadie te lo creería, mapache, sin embargo es tu decisión.

-Deja de molestar, cabeza de cacatúa.

 

El Sabaku no pudo reprimir la diminuta sonrisa. A pesar de los insultos, Sasuke trataba de animarlo a su manera. Tiempo atrás el moreno le dijo que fuera directo con Itachi y que si éste no reaccionaba y correspondía a sus sentimientos, buscara a alguien más con quien ser feliz. Le molestaba y avergonzaba el que Sasuke se hubiese dado cuenta de lo que sentía por Itachi, la única persona a la que se lo confesó era Naruto y porque necesitaba desahogarse con alguien. Quizá el Uchiha menor tenía razón.

 

Luego de dejar a Sasuke en casa de Naruto, advirtiéndole la hora en que iría a recogerlo, regresó a su lugar de trabajo y se puso a revisar los documentos referentes a una empresa que absorberían pronto. Estaba tan concentrado en ello cuando escuchó abrirse la puerta de la oficina principal y de ella vio salir a Itachi en compañía de un hombre de largo cabello rubio y ojos azules (aunque un mechón le cubría uno de los ojos). Gaara apretó los papeles, pero no mostró ningún otro gesto.

-Siempre trabajando duro, Gaara-chan –le dijo el chico de ojos claros

-Algo así –respondió

-Deidara y yo saldremos a comer –indicó Itachi-, volveré en un rato. ¿Y Sasuke?

-También salió a arreglar unos asuntos.

-Más le vale no tardar. Entonces quedas a cargo, Gaara. Cualquier problema que surja, me llamas al celular.

-Claro. Hasta luego, Itachi-sama, Deidara-san.

-Nos vemos, Gaara-chan.

 

El pelirrojo los observó marcharse y suspiró con melancolía. Endou Deidara también era aliado del grupo Uchiha, conocía a Itachi desde sus tiempos de universidad y el rubio se convirtió en uno de sus amantes ocasionales. En todos esos años había visto a su jefe salir con diversas personas, nada enserio con ninguna, pero al parecer Deidara era algo así como su favorito, tal vez por el lazo de amistad previo, no estaba seguro. Lo que era cierto es que Itachi confiaba plenamente en él tanto laboral como personalmente.

-Idiota –susurró

 

Aquél día Uzumaki Naruto terminó su jornada laboral antes de lo pensado. Le encantaba ser profesor, influir de manera positiva en sus alumnos y colaborar para que crecieran siendo hombres y mujeres de bien. Él era huérfano, desde pequeño tuvo que valerse por sí mismo, pero tuvo un buen profesor que se preocupó mucho por su bienestar e incluso todavía en la actualidad se mantenían en contacto. Ese hombre fue su inspiración para elegir profesión.

-¡Hasta mañana, sensei!

-Tengan cuidado, chicos.

-¡Sí!

-¡Nos vemos, sensei!

El rubio sonrió mientras despedía a sus alumnos. Le encantaban los niños, algunos decían que era porque a veces se comportaba como un niño grande debido a su hiperactividad y alegría. Quizá porque desde que podía recordar no tuvo a nadie, poseía el fuerte deseo de formar una familia, quería poder experimentar esa hermosa relación. Después de todo a partir de su adolescencia dejó de sentirse tan solo, pues conoció a alguien que hasta la fecha se mantenía a su lado.

-Naruto-sensei –llamó una linda chica de cabello negro y ojos castaños

-¿Qué sucede, Tamura-sensei?

-Bueno –se sonrojó levemente, pero aún así sonrió coqueta-… ¿Qué te parece si vamos a comer? Escuché que te encanta el ramen.

-Así es, pero lo lamento, tengo un compromiso –tomó sus cosas-. ¡Hasta mañana!

 

Naruto salió de la escuela y se dirigió a su departamento lo más rápido que podía. Su amigo Gaara le envió un mensaje avisándole que “su gato malhumorado” ya le estaba esperando. Por fortuna su hogar no quedaba lejos, sólo quince minutos a pie. Se apresuró a la puerta del departamento y con una radiante sonrisa ingresó por ella.

-¡Estoy en casa! –saludó, tirando sus cosas.

-Bienvenido, dobe.

Sasuke se encontraba cómodamente ocupando el sillón, de modo que el rubio se lanzó a sus brazos, besándolo con cariño. De inmediato el moreno le rodeó la cintura y lo acomodó sobre sus piernas para seguir uniendo sus labios. Ellos dos se conocieron poco más de diez años atrás, en Secundaria. Por sus personalidades tan opuestas al inicio se llevaban muy mal y el de ojos azules se la pasaba retándolo. Aunque al final fue gracias a esa rivalidad que terminaron volviéndose amigos inseparables.

-¿Sabes? –habló Naruto tras concluir el beso- Itachi nii me llamó en la mañana.

-¿Qué quería?

-Sólo saludarme y preguntar cómo estaba –sonrió-. Él se sigue preocupando por mí.

-Claro que lo hace –bufó y arrugó el ceño-. Es por eso que no puedo gritar a todo el mundo que eres exclusivamente mío.

Naruto lo miró con cariño y le acarició el rostro para relajarlo. Sabía bien que aquella situación molestaba a Sasuke, pues no quería tener que estar ocultando su relación. Era increíble que de pelear todo el tiempo cuando adolescentes (y todavía de vez en cuando en la actualidad), terminaron estúpida y perdidamente enamorados el uno del otro. Naruto estaba consciente de la clase de peligros a los que los hermanos Uchiha se enfrentaban, era parte del precio que pagaban por tanto poder. Por eso mismo tardó mucho en admitir sus sentimientos hacia Sasuke, no quería convertirse en una carga para él, sin embargo y pese a ello, le fue imposible rechazarlo cuando se le declaró. Su noviazgo tenía que estar bajo absoluto secreto porque los Uchiha poseían enemigos peligrosos, eso lo entendió desde muy joven cuando veía a ambos hermanos ser tan protectores con él. Al principio creyó que se comportaban así debido a que era huérfano, luego se dio cuenta de que en realidad se debía a que no querían que nada malo le pasara. Naruto agradecía a Itachi tanta preocupación por su bienestar, por eso mismo le hacía sentir culpable que ese tema fuera motivo para que Sasuke se molestara con su hermano.

-Oye, teme.

-¿Hum?

-Te amo.

-Y yo a ti, usuratonkachi.

 

Gaara fue puntual en recoger a su novio, quien se marchó no de buen agrado. Naruto sonreía al verlo actuar tan caprichoso. El rubio estaba terminando de revisar unas tareas de sus alumnos cuando escuchó el timbre sonar. Miró la hora en el reloj y tomando en cuenta que Sasuke estuvo con él por la tarde, sólo podía tratarse de otra persona.

-Hola, Gaara –saludó, abriendo la puerta

-Buenas noches, Naruto –ingresó al lugar-. ¿Te molestaría darme asilo esta noche?

-Por supuesto que no.

Ambos se sonrieron. Ellos se conocieron también en la Secundaria, pues Gaara iba a clases con Sasuke. Curiosamente el Sabaku se volvió su amigo antes que el propio Uchiha. Desde entonces se tenían gran confianza, sobre todo porque en muchas ocasiones Sasuke le confió (y seguía haciéndolo) al pelirrojo la seguridad de su amado.

-Gaara, ¿estás bien? –le tocó la frente

El aludido sonrió. Naruto era único. Todos consideraban a Gaara como alguien serio e inexpresivo, pero ese rubio podía ser muy observador cuando quería. Esa empatía era una de las causas por las que el joven profesor llegó a entender bien a los Uchiha y su guardaespaldas.

-Sí, es lo mismo de siempre –recargó la cabeza en el hombro de su amigo-. Hoy lo miré salir con Deidara-san.

-Gaara…

-Soy un idiota, ¿verdad?

-No, solamente estás enamorado y no dices nada.

Naruto consideraba que el pelirrojo debería decirle sus sentimientos a Itachi aún con el riesgo de un rechazo. Al menos si eso pasaba, Gaara podría ponerle punto final a ese asunto y continuar con su vida. Le dolía ver a su amigo de esa manera; él también había sufrido mucho y quería que fuera feliz. El Uzumaki sabía que al Uchiha mayor no le era indiferente Gaara, la forma en que lo miraba decía todo. Ojalá Itachi se diera cuenta de que la manera que eligió para protegerlo, en realidad lo estaba lastimando y alejando más.

 

***** SASUKE *****

 

Todos en algún momento conocemos a alguien especial. Sasuke siempre se sintió orgulloso de la familia a la que pertenecía, le gustaba mostrar poder y autoridad. Era demasiado soberbio desde muy niño, pero eso cambió tras conocer a la persona que alteraría su mundo: Uzumaki Naruto. Si bien su comienzo fue difícil, lleno de discusiones y hasta golpes, su rivalidad terminó en una amistad muy profunda en la que a veces las palabras no eran necesarias. Al Uchiha le gustaba mucho pasar tiempo en compañía del rubio, aunque por orgullo nunca lo admitía. Tras saber que su amigo era huérfano, Sasuke se dio a la tarea de cuidarlo de manera desmedida, no quería que algo o alguien le lastimaran. Cuando se dio cuenta que sería capaz de cualquier cosa con tal de mantener la sonrisa en el rostro de Naruto, fue que lo entendió: se había enamorado de él.

 

Para alguien como Sasuke, la aceptación resultó difícil de asimilar, no porque se hubiese enamorado de su mejor amigo hombre, sino porque prácticamente desde que lo conoció sabía que lo deseaba a su lado, pero no imaginaba que de aquella manera. Aunque eso explicaba por qué era tan posesivo con el chico y desconfiaba de aquellos que se le acercaban. Itachi no tardó en darse cuenta de sus sentimientos y fue claro desde el inicio: le prohibió a su hermano decirle algo al de ojos azules. Afirmaba que si la identidad e importancia de Naruto en su vida caía en manos enemigas, correría un grave peligro. Al principio Sasuke se enfureció muchísimo, pero llegó a entender las palabras de Itachi y sabía que él sólo quería proteger al Uzumaki.

 

Sasuke se contuvo por mucho tiempo, trató de mantener enterrados sus sentimientos, sin embargo al ver cómo ese joven hiperactivo sonreía y era amable con los demás, no pudo seguir reprimiéndose. Su mayor temor era que alguien más se llevara a Naruto de su lado, así que le confesó su amor y le pidió que fueran novios, afirmando que había estado enamorado de él desde mucho tiempo atrás.

 

Ese día que Naruto le sonrió y correspondió a sus sentimientos, fue el mejor de su vida. De verdad amaba a ese chico y por lo mismo tuvo que proponerle mantener su relación en secreto. A ninguno terminaba de gustarle esa situación, pero de momento no podían hacer otra cosa si deseaban estar juntos. Sin embargo era cada vez más difícil no levantar sospechas.

 

-¿Qué sucede, Sasuke?

El mencionado salió de sus pensamientos al escuchar la voz de su primo Uchiha Shisui. Él era uno de los pocos parientes en los que tanto Sasuke como Itachi confiaban plenamente.

-No es nada –contestó

-¿Seguro? Porque estabas totalmente ido. Ya sé –sonrió con picardía-: ¿pensabas en Naruto?

-Claro que no, déjame en paz.

-Tranquilo, era broma. Necesito tratar unos asuntos contigo sobre el grupo Tora que acabamos de absorber.

 

Estuvieron cerca de una hora hablando de negocios hasta que Sasuke recibió una llamada de Gaara, indicándole que Itachi los estaba esperando en su oficina. Ambos Uchiha se pusieron de pie al mismo tiempo y sin querer una cajita aterciopelada se cayó del saco del menor. De inmediato se agachó a recogerla, pero Shisui llegó primero y la examinó. No necesitaba abrirla para saber qué contenía.

-Sasuke…

-Olvídalo –se la arrebató de las manos y la guardó

-Mira, entiendo lo difícil que es para ti tener enfrente a la persona que amas y no poder formalizar la relación, pero debes comprender que eso es lo mejor para él por ahora.

-Ya lo sé, Itachi me lo repite todo el tiempo, no necesitas hacerlo tú también.

Sintió que su primo lo observaba con pena; odiaba eso, pero después el mayor le colocó una mano en la cabeza para desordenarle el cabello mientras le sonreía con ánimo.

-Sólo ten un poco más de paciencia, ¿sí? Te prometo que yo también haré lo posible para que todos nuestros problemas se arreglen y finalmente puedas reclamar a ese despistado sensei como tuyo.

-Gracias –sonrió levemente-… Shisui-san.

 

Tras la reunión con Itachi, Sasuke dejó a aquellos dos arreglando detalles. Hoy tendría mucho trabajo, de modo que no podría escapar para ver esos ojos azules que lo enloquecían. Sacó su teléfono y marcó el número de Naruto, quien no tardó en contestar.

-¡Hola, teme! ¿Qué tal todo por allá?

-Algo ajetreado –respondió-. ¿Cómo estuvo tu día en la escuela, usuratonkachi?

-Fue muy entretenido, deja te platico.

Sasuke sonrió mientras escuchaba a su pareja parlotear sin parar del otro lado de la línea. Con su mano libre rebuscó en el bolsillo hasta sentir esa pequeña caja que guardaba un par de hermosas argollas de plata con zafiros incrustados. Añoraba que ellas adornaran su mano y la de Naruto, como debía ser una vez que estuvieran felizmente casados. Y un día eso se haría realidad.

 

***** GAARA *****

 

Era sumamente raro que el pelirrojo tomara días libres, se consideraba un hombre de acción y odiaba estar sin hacer nada. Pero cada vez le era más difícil estar cerca del Uchiha mayor. Si no se sintiera tan en deuda con esa familia, probablemente se habría marchado lejos desde tiempo atrás, sin embargo sabía que tanto Itachi como Sasuke no podían confiar en muchas personas y por eso quería seguir ayudándolos. También deseaba continuar manteniendo a salvo a su amigo Naruto.

 

Todo eso no implicaba que le agradara ver a Itachi con algún amante. Nunca le reclamaría nada, no tenía autoridad ni derecho para hacerlo, pero consideraba que todo sería más sencillo si el pelinegro eligiera a una sola persona para que lo hiciera feliz. Si eso ocurriera, Gaara podría dejar de aferrarse a él y buscar su propia felicidad.

-Soy patético –murmuró

 

Había ido a un parque porque deseaba despejarse un poco y respirar aire fresco. Por fortuna nadie le había llamado sobre asuntos de trabajo, conociendo a ese par de hermanos, seguro que estaban de acuerdo con la idea de que su amigo de infancia se tomara un descanso. El Sabaku ocupó una banca y recargó la cabeza en ella, dejando que la suave brisa lo golpeara en el rostro. Estaba disfrutando la sensación hasta que sintió una mirada sobre él, debido a su entrenamiento de años tenía los sentidos bastante desarrollados.

 

La persona que lo observaba tan fijamente era un joven de corto cabello negro y piel blanca que estaba sentado en la banca frente a él; en sus manos sostenía un cuaderno de bocetos y le dirigía insistentes miradas mientras con la mano derecha plasmaba algo en el cuaderno. El pelirrojo arrugó el ceño con molestia, provocando que el chico le sonriera sin dejar su labor de lado. Gaara estaba a punto de levantarse, pero la voz del joven lo detuvo.

-Espera un momento, por favor –le pidió-. Ya casi termino –y volvió a sonreírle

 

Gaara se desconcertó ante aquella sonrisa y sin saber por qué le hizo caso. No pasó mucho tiempo para que ese pelinegro terminara lo que estaba haciendo, volteara su cuaderno y le mostrara un hermoso retrato del propio pelirrojo.

-Me llamo Shimura Sai –se presentó-. ¿Puedo saber tu nombre?

-No.

El Sabaku no podía dar su nombre a cualquiera, era parte de las medidas para mantener protegidos a los hombres para los que trabajaba; después de todo muchos de sus socios e incluso rivales sabían que Gaara era parte de su grupo. Observó al moreno y notó que lejos de parecer molesto y ofendido, lucía como si estuviera divirtiéndose.

-Es una lástima –habló él-. Deseaba saber cómo llamar a mi fuente de inspiración del día de hoy.

Por alguna razón sus comentarios lograban crispar los nervios de Gaara, quien decidió ponerse de pie y marcharse de aquél lugar. Apenas dio unos pasos cuando escuchó la divertida aunque relajada voz de aquél hombre.

-¡Oye! ¿Vienes seguido a este lugar? ¡Porque espero verte pronto!

-¡Vete al diablo!

Dicho eso se alejó lo más rápido posible, todavía lanzando maldiciones (en su mente) a ese sujeto. Y primero muerto antes de reconocer que poseía talento para el dibujo. Mejor se iba a casa, ya estaba comenzando a pensar tonterías.

 

Varios días después Gaara se encontraba en la oficina de Itachi informándole algunos pendientes que tenía para ese día. El mayor le prestaba total atención hasta que mencionó algo sobre ir a buscar un obsequio para Naruto.

-Cierto, pronto será cumpleaños del rubio –sonrió el pelilargo-. Ha pasado mucho tiempo desde que lo vi por primera vez.

-Me sorprende que vayas a regalarle algo –comentó el otro-, tomando en cuenta que no deseas a Sasuke cerca de él.

-No es así. Yo también quiero mucho a Naruto y por eso deseo mantenerlo a salvo. Si algo le pasara, mi otouto querría morirse.

-¿No crees que es más cruel el hecho de que no le permites estar con él como desea?

-Puede que tengas razón, pero hay sacrificios que debemos hacer –cruzaron miradas-. Tener a la persona que amas frente a tus ojos y no poder extender tu mano para apresarle… Yo sé que eso…

Se vio interrumpido porque su celular sonó. Gaara pudo recobrar el aliento mientras Itachi hablaba por teléfono. Cuando el Uchiha decía ese tipo de palabras le daban ganas de golpearlo y abrazarlo al mismo tiempo, era un sentimiento contradictorio. Salió de sus pensamientos al escuchar al moreno mencionar cierto nombre.

-Está bien, Deidara, voy para allá y me haré cargo –colgó el teléfono y suspiró-. Lo siento, Gaara, pero Deidara y Sasori me necesitan.

-Claro –respondió, tratando de no sonar poco convencido debido a la atención que Itachi le daba al rubio

-Eh… ¿quieres acompañarme?

-No, tengo trabajo y seguro que contigo ahí se las arreglan fácilmente. A menos que sea una orden, Itachi-sama.

-… Tienes razón, es mejor que te quedes aquí por si acaso. Regreso en un rato.

 

Unos minutos después Gaara también salió de la oficina, avisándole a Sasuke que iría a comer. Su amigo se desconcertó puesto que el pelirrojo sólo dejaba su trabajo cuando los acompañaba a algún pendiente, pero lo dejó ir.

 

Gaara no tenía idea de por qué fue de nuevo a ese parque, sus pies lo condujeron a ese lugar por sí solos. Se dejó caer sobre la misma banca y estaba tan sumido en sus pensamientos que no se percató de que el chico de la vez anterior también estaba ahí y observaba cada uno de sus movimientos.

-¿Puedo ayudarte en algo, Ai-chan?

La pregunta fue tan… tonta que lo hizo incorporarse y mirarlo con extrañeza. El pelinegro sonrió porque al parecer logró su objetivo de borrarle aquella expresión tan deprimente.

-¿Cómo rayos me llamaste?

-Ya que la vez anterior no me dijiste tu nombre, te apodé Ai-chan –y se señaló la frente

Entonces el Sabaku cayó en cuenta del tatuaje con el kanji del amor que tenía en esa zona. Obviamente el otro lo notó cuando hizo su retrato.

-No se te ocurra volver a llamarme de esa manera, idiota –amenazó, bufando

Sai sonrió y se levantó para ir a tomar asiento a su lado. El pelirrojo se lo permitió porque gracias a su comentario había logrado despejar el torrente de pensamientos que lo atormentaban desde hacía rato.

-Idiota no –habló el sujeto sin borrar su sonrisa-. Te lo dije: Sai.

Sólo por ese día Gaara iba a darse el lujo de buscar distraerse sin preocuparle lo que estuviera haciendo cierto Uchiha. Simplemente pasaría un rato escuchando comentarios tontos y alegando con ese odioso pintor sonriente. Nada más.

 

***** NARUTO *****

 

El Uzumaki salió de la escuela cargando con muchos regalos. Era viernes y al día siguiente, sábado, sería su cumpleaños. Sus alumnos lo querían mucho, por eso le dieron todo tipo de detalles que sólo un niño podía dar. Varios de sus compañeros de trabajo también le entregaron obsequios, sobre todo profesoras. Naruto no se consideraba tan atractivo como Sasuke o Itachi, aunque Gaara y el propio Sasuke siempre le insistían lo contrario, resaltando su brillante callera, deslumbrantes ojos azules, radiante sonrisa y carismática personalidad.

-Los esconderé para que el teme no se moleste –suspiró

Sabía que Sasuke era sumamente celoso y posesivo, no le haría gracia ver los regalos de parte de los otros profesores aunque confiara plenamente en la fidelidad de Naruto. El rubio no necesitaba grandes festejos ni lujosos detalles, sólo estar con las personas que de verdad le importaban.

 

Al llegar a su departamento se dio cuenta de un automóvil desconocido y varios sujetos que parecían vigilar el lugar. Sasuke y Gaara se habían encargado de darle un entrenamiento básico para que supiera cómo estar atento a actividades sospechosas. Estaba por sacar su celular y llamar a su novio cuando miró en el saco de uno de los desconocidos el abanico rojo y negro, símbolo del clan Uchiha. Sasuke ya le había avisado que iría en la noche y pasarían el sábado juntos, así que sólo podía tratarse de otra persona.

 

-¡Itachi nii!

Frente a la puerta de su departamento lo esperaba el imponente Uchiha Itachi, quien en cuanto cruzó sus miradas le sonrió con cariño. Naruto correspondió al gesto de inmediato, pues quería a ese hombre como si fuese su propio hermano (sin olvidar que eran cuñados, aunque esta información el otro no la supiera).

-Lamento venir sin avisar, pero Gaara me comentó que estarías temprano en casa y quise darte una sorpresa.

-Y vaya que lo hiciste. Tus guardaespaldas casi provocan que llame a la policía.

-¿Cómo que a la policía? –le dio un golpecito en la frente, simulando estar ofendido- Se supone que primero debes avisarnos a nosotros y lo sabes.

 

Ambos ingresaron al departamento y Naruto sirivó té a su invitado. Itachi le sonrió para luego sacar una caja de regalo, la cual le entregó.

-Feliz cumpleaños adelantado.

-¡Muchas gracias, Itachi nii! –abrió la caja y sacó una pijama con dibujos de ranas- ¡Está increíble! –la restregó con su mejilla- Y tan cómoda.

Naruto le sonrió, agradecido. Itachi sabía bien que a él no le gustaban las cosas ostentosas y que además le encantaban las ranas.

-Oye, Naruto –lo observó fijamente-… Lo siento mucho. Sobre Sasuke.

El rubio lentamente negó con la cabeza y desvió la mirada. Entendió perfectamente que la disculpa se refería a que Itachi se oponía a que el Uzumaki y su hermano estuviesen juntos. Deseaba decirle que ellos dos ya eran felices, pero no podía hacerlo, así que se limitó a sonreírle con la alegría de siempre.

-No te preocupes por nosotros, Itachi nii. Además… quisiera que tú también fueras realmente feliz.

 

Tal y como se lo había dicho, Sasuke llegó por la noche al departamento del rubio. Cenaron juntos mientras conversaban sobre lo que habían hecho durante la semana, pues debido al trabajo del Uchiha no pudieron verse. Naruto sabía cuánto molestaba eso a su novio, pero no quería sacar el tema a colación en vísperas de su cumpleaños, así que decidió hablar de otra cosa.

-Itachi nii vino a visitarme.

-¿En serio? Eso explica por qué se ausentó de la oficina por la tarde –bufó

-Vino a traerme un regalo. Es una linda pijama con ranas.

-¿Sabes, usuratonkachi? No me hace gracia que mi aniki te regale ropa para dormir.

-Teme idiota –gruñó, sonrojándose un poco-. Fue sólo un detalle, siempre exageras.

-Hum… Y todavía falta mi regalo, dobe –dijo con una sensual sonrisa

 

Tras la cena y mientras recogían la mesa, comenzaron los besos y arrumacos. El rubio podía presumir que el llamado serio y frío señor Uchiha era muy cariñoso y apasionado con él, aunque eso no le quitaba lo orgulloso.

-Naruto –murmuró mientras le mordía la oreja derecha-, anda, tomemos un baño juntos. Sólo por hoy voy a consentirte.

-Seguro –gimió-… Teme pervertido.

 

Debido a los besos y caricias intercambiadas bajo la regadera, les fue imposible no hacerlo ahí dentro. Tenían toda esa noche y el día siguiente para ellos solos gracias a Gaara, quien les estaría cubriendo ante Itachi y sus subordinados.

 

Luego del baño se encaminaron totalmente desnudos a la cama. Ahí acostados utilizaron sus manos para recorrer el cuerpo contrario. Aunque ya se conocían a la perfección, eso no quitaba el hecho de que todavía se estremecieran con una caricia o un suave beso.

-Oye, Sasuke –pasó sus dedos entre aquellos oscuros cabellos-, cuando éramos adolescentes, ¿alguna vez creíste que terminaríamos así?

-Sabía que quería estar siempre cerca de ti –confesó-, pero no pensé que de esta manera. Sin embargo no me gustaba cuando alguien se te acercaba con dobles intenciones.

-¡Eso lo recuerdo! –rió y luego su mirada se tornó melancólica- Era lo mismo para mí. Siempre fuiste tan popular con las chicas que me preocupaba que un día apareciera una lo suficientemente bella para que la aceptaras –lo abrazó-. Tenía miedo porque desde entonces te consideraba mi familia y no quería quedarme solo de nuevo.

-Ni siquiera lo menciones –arrugó el ceño y de pronto se apartó de él para levantarse de la cama-. Espera un momento.

 

Naruto se desconcertó ante su actitud, pero no alcanzó a preguntar nada porque casi de inmediato el Uchiha regresó a la habitación, sentándose de nuevo en la cama. Frente a los ojos azules de su pareja mostró una caja de terciopelo y la abrió para que observara su contenido: dos hermosas argollas de matrimonio.

-Sa-Sasuke… Esto es…

-No me importa lo difícil que pueda ser nuestra vida –dijo con seriedad-, yo siempre voy a cuidar de ti, Naruto. Así que cásate conmigo.

Por respuesta se arrojó sobre el moreno para besarlo con todas sus fuerzas. Él también deseaba compartir su vida con Sasuke, estar siempre unidos por un lazo especial. Y por eso mismo había estado investigando sobre el tratamiento y proceso para los hijos de parejas del mismo sexo. Naruto lograría que él y Sasuke fueran una verdadera familia a pesar de los riesgos y oposiciones que su relación tenía. Ese bebé sería el hermoso lazo que los uniría para siempre.

 

***** ITACHI *****

 

El Uchiha mayor se encontraba en su oficina revisando los últimos pendientes antes de irse a casa. Sasuke se estaba encargando de hablar con varios empleados debido a movimientos sospechosos de una empresa de la cual deseaban apoderarse. Itachi suspiró y recargó la cabeza en el respaldo de su silla. A veces añoraba tirar todo por la borda y hacer las cosas que realmente quería, pero no podía arruinar el trabajo y sacrificio de tantas personas. Salió de sus pensamientos al escuchar que tocaron a la puerta.

-Adelante.

Gaara ingresó por ella y eso fue suficiente para levantarle el ánimo. El Sabaku podía lucir serio como siempre, pero su sola presencia, firme y confiable, lograba hacerlo sentir reconfortado.

-Luces agotado –comentó el recién llegado-. Ya deja eso y vete de aquí, yo me encargo.

-No me gusta que hagas el trabajo de los demás, Gaara. Ya tienes suficientes responsabilidades.

-Pero será peor si nuestro idiota jefe colapsa por no haberse cuidado –desvió la cara-. Aunque me tengas en trabajo de oficina, tu seguridad, incluyendo tu salud, siguen siendo parte de mis responsabilidades, Itachi-sama.

El moreno se sintió conmovido por sus palabras. Iba a decir algo más cuando lo calló la seria mirada de aquellas aguamarinas.

-Deidara-san ya llegó, te está esperando.

-… Hazlo pasar.

-Como tú ordenes.

Itachi apretó los puños con impotencia mientras lo observaba marcharse. Quería decir algo más, pero no podía hacerlo, eso sólo heriría a Gaara y no deseaba causarle tal daño. Aunque puede que su actitud y sus acciones ya lo estuvieran lastimando desde hace mucho tiempo atrás.

 

Un rato después el Uchiha y el rubio salieron del edificio y se encaminaron rumbo al departamento del segundo. Al principio la relación entre esos dos fue algo tensa a pesar de que Deidara trabajara para su clan, pese a ello lograron comenzar a llevarse mejor y en algún punto la atracción física los llevó a compartir cama. Itachi no buscaba una relación estable, por eso tenía amantes regulares, aunque esa fachada también le servía para desviar la atención de sus rivales sobre cierto pelirrojo.

 

Ya habían transcurrido un par de años con aquella relación de amantes y también lograron ser algo así como amigos… o por lo general el de ojos azules lo regañaba y alegaba cuando alguna de sus decisiones no le parecía.

-Me sorprende que hayas aceptado dejar al chico en la oficina –comentó Deidara mientras bebía café

-Sasuke también se encuentra ahí, así que está en un lugar muy seguro. Conociéndolo, apuesto que esperará a mi otouto para acompañarlo a casa.

-Hum… Esa siempre me ha parecido una actitud muy cobarde de tu parte, Itachi. El chico te importa tanto y aún así no se lo dices, en vez de eso prácticamente le restriegas en la cara a tus conquistas como diciéndole que jamás podría tener una oportunidad contigo, o que tú no lo verías como algo más que un importante empleado, si acaso un buen amigo.

-…

-Según tú, lo estás protegiendo al punto que no te importa lastimar los sentimientos de quien sea, harás cualquier cosa siempre y cuando él esté a salvo. Eres muy egoísta… -frunció el ceño

-¿Deidara? –lo observó con desconcierto

-Olvídalo –bufó y le dio un golpe en la cabeza-. Más te vale no venir a llorarme si él encuentra a alguien más. Porque en lugar de consolarte, voy a darte una patada mientras grito “Te lo dije”. Si no fueras mi jefe, te mataría, Itachi.

-Entonces debo estar muy agradecido con mi puesto –sonrió levemente y suspiró-. Aprecio tu sinceridad y tus palabras, Deidara.

 

Los días siguientes todo pareció rutinario en la empresa, lo cual era raro. A Itachi no le daba confianza tanta calma, pero por fortuna su primo y amigo, Uchiha Shisui, estaba ahí para tranquilizarlo.

-Saben que nuestro clan es muy fuerte, así que no intentarán nada estúpido en nuestra contra –decía él-. Trata de relajarte un poco o te volverás paranoico.

-Lo lamento, Shisui –le sonrió-. ¿Qué te parece si vamos a comer? Necesito despejar mi cabeza.

-Me parece bien siempre y cuando tú pagues.

Ambos salieron de la oficina y se encontraron con Sasuke, quien hablaba con Akasuna no Sasori, otro de sus empleados. Al parecer su hermano le estaba dejando unos documentos que debía revisar otro pelirrojo.

-¿Y Gaara? –preguntó Itachi

-Dijo que volvía en un rato –contestó Sasuke-, me parece que salió a comer.

-Nosotros íbamos a hacer lo mismo –dijo Shisui, señalando al pelilargo

-Últimamente Gaara ha estado saliendo mucho de la oficina –comentó el Uchiha menor, arrugando el ceño-. Pero no ha dicho nada de que tenga algún problema, ni siquiera a…

Sasuke no terminó la frase, pero los otros Uchiha sabían que se refería a Naruto, pues él y el Sabaku eran excelentes amigos.

-Quizá simplemente conoció a alguien –le restó importancia Sasori, sonriendo-. Es joven, atractivo y aunque sea muy serio, seguramente hasta él debió llegar a un punto en que le gustaría experimentar el tener una relación amorosa.

Aquellas palabras no le hicieron nada de gracia a Itachi. Para empezar aquello no era más que una suposición e incluso si fuera cierta, él no tenía ningún derecho a reclamarle absolutamente nada. Gaara era libre de hacer lo que quisiera y de enamorarse de cualquier persona, aunque eso le rompiera el corazón a Itachi.

-Ocúpate de esos papeles, Sasori –ordenó Sasuke, sacando a su hermano de sus pensamientos-. Ustedes dos vayan a comer, yo me encargaré de todo. Hay mucho trabajo pendiente si queremos acabar con esta estúpida guerra de grupos de una maldita vez.

 

El líder del clan Uchiha alabó sus sabias palabras. Sasuke tenía completamente la razón, debían poner todo en orden para que una vez se hicieran con el suficiente control y poder como para sentirse seguros, tanto ellos como Shisui, su tío Obito y otros Uchiha en cargos importantes, finalmente pudieran tener a sus parejas y seres queridos cerca sin temor a que fueran utilizados como cebos para dañarlos. Una vez concluyera con todo eso, podría hablarle a Gaara de frente sobre sus sentimientos y desde cuándo cargaba con ellos. Sólo esperaba que para cuando ese momento llegara, no fuera demasiado tarde.

 

***** SAI *****

 

Shimura Sai estaba curando su último semestre de Arquitectura. Desde muy niño le gustaba dibujar y al ir creciendo se fue interesando en la construcción, así que decidió combinar ambas facetas estudiando esa carrera. Aunque solía estar ocupado, no dejaba de sentarse en un parque cercano a su casa para dibujar personas y paisajes, era su método de relajación. Nunca creyó que esa rutina le daría un nuevo giro a su vida.

 

Por diversas situaciones y problemas familiares cuando era niño, le costaba mucho trabajo entender las emociones de la gente y las suyas propias. Leyó un montón de libros sobre el tema y adoptó la costumbre de observar y analizar a las personas. Por esto mismo no pudo apartar su mirada de aquél pelirrojo que ocupó la banca frente a la suya. Jamás lo había visto en ese parque, lucía fatigado, estresado y hasta preocupado. Cuando se dio cuenta ya no podía quitarle los ojos de encima y comenzó a plasmar su imagen en el cuaderno de dibujo entre sus manos.

 

Le divirtió la expresión de enfado en ese chico al darse cuenta de que lo estaba dibujando. Cuando lo vio hacer el amago de irse, de inmediato lo detuvo. Ese pelirrojo tenía algo que no le permitía dejar de prestarle atención, no quería que su obra quedara inconclusa. Una vez terminó el dibujo, se lo mostró al modelo: por su expresión tan seria fue difícil saber si le gustó al menos un poco. También aprovechó el momento para presentarse y conocer el nombre del otro hombre, pero éste se negó a revelar su identidad. Su actitud le entretuvo mucho, no cabía duda de que era alguien interesante y ya que se marchó sin decirle cómo se llamaba, quería tener la esperanza de volver a verlo.

 

-No ha aparecido –suspiraba Sai, recargando la cabeza sobre la mesa

En esos momentos se encontraba en la cafetería de la universidad. Habían pasado algunos días y el misterioso chico no volvió a dejarse ver en el parque. Tenía muchos deseos de encontrarlo, platicar con él. No lograba entenderlo, pero le despertaba una enorme curiosidad.

-¿Qué te sucede, Sai? –preguntó uno de sus compañeros- Luces deprimido.

-Quiero saber el nombre de mi fuente de inspiración.

-¿Eh? No te entiendo.

-Olvídalo –suspiró, triste-. Pero sí quiero verlo.

 

Un par de días después Sai de nueva cuenta se encontraba dibujando en el parque. O al menos lo intentaba, ya que seguía algo ansioso hasta que su mirada captó al objeto de sus pensamientos tomar asiento nuevamente en la banca frente a él. Sai arrugó el ceño al notar el semblante tan lamentable en el rostro del pelirrojo; parecía muy dolido. A decir verdad él no era bueno animando a la gente, sin embargo no podía dejarlo con esa expresión y por eso le preguntó si podía ayudarlo en algo. Apodó al joven “Ai-chan” por el tatuaje en la frente que ya había notado desde la vez anterior: el kanji del amor.

 

Su pregunta fue sincera, aunque la manera de llamarlo tal vez no tanto, pero al menos logró que cambiara su semblante a uno desconcertado y después a ofendido por el apodo dado. Sai no pudo reprimir la sonrisa: aunque el chico frente a él lucía serio, también hacía gestos muy divertidos.

 

Discutieron un poco hasta que finalmente el atractivo hombre le reveló su nombre: Gaara. Luego de presentarse nuevamente con él, comenzó a platicarle de cosas sencillas, como el clima y sus dibujos. No se necesitaba ser un genio para saber que Gaara era sumamente reservado y por ende confiaría poco en la gente. Sai no quería incomodarlo y alejarlo. A pesar de que le contestaba frases cortas y hasta rudas, platicar con él resultaba sumamente entretenido y hasta relajante. No podía dejar de sonreír buscando con ello distraer a su nuevo amigo, animarlo y que pudiera liberarse de sus preocupaciones, al menos un rato.

 

Así fue como encontrarse con Gaara en el parque se transformó en su nueva costumbre. No se veían todos los días, pero sí bastante seguido para alguien tan desconfiado como el pelirrojo. El moreno se ponía a dibujar mientras conversaban amenamente o simplemente se sentaban juntos en silencio. El simple hecho de que le permitiera acercársele, hacía a Sai feliz.

-Oye, Gaara-kun, ¿en qué trabajas? –se animó a preguntarle uno de esos días- Siempre vistes de traje y pareces un hombre ocupado.

-Mmm… Soy algo así como el asistente de los dueños de una empresa –respondió, evasivo

-Ahh, vaya. ¿Y cómo decidiste dedicarte a eso? Por ejemplo a mí al inicio me costó mucho elegir una carrera.

-No es que lo haya decidido porque me apasionara –suspiró y alzó la vista al cielo-. Yo… perdí a mi familia hace mucho tiempo y el clan para el que mis padres trabajaban me acogió, cuidaron de mí, me mandaron a la escuela y nunca me trataron como si fuera un sirviente. Al contrario, los herederos principales me consideraron siempre como un buen amigo. Fui yo quien desde joven quise trabajar para ellos y así devolverles un poco de lo que habían hecho por mí –entornó la mirada con expresión melancólica-. Quiero ayudarles lo más que pueda.

Sus palabras eran totalmente sinceras, pero había algo más. Tantos años observando y analizando a la gente le habían dado a Sai una capacidad para ver más allá de lo que mostraban a simple vista. Para él era muy evidente que Gaara estaba enamorado de alguien y no decía nada sobre sus sentimientos, o quizá ya hasta había sido rechazado. Lo que sí era claro es que ese amor lo lastimaba profundamente y eso era algo que al moreno no le gustaba. Cierto, habían convivido poco tiempo, sin embargo era suficiente para desear ver a ese pelirrojo sonreír con verdadera alegría.

-Eres impresionante, Gaara-kun –le dijo y sonrió con cariño-. Pero deberías preocuparte más por ti mismo.

-¿A qué te refieres?

Sai no respondió nada y en su lugar se puso a dibujar sin borrar la sonrisa de su rostro. Ya lo había decidido. Si ese orgulloso y reservado hombre no ponía de su parte para buscar su propia felicidad y anteponía la seguridad de los demás a la suya, él se encargaría de acompañarlo y velar por su bienestar sin que se diera cuenta. Y ojalá un día esos sentimientos se desarrollaran y pudieran alcanzar a Gaara.

Notas finales:

HIGARY-NOTAS:

Como lo mencioné en las notas de inicio y en el resumen, esta historia es un two shot. La segunda parte todavía no la tengo terminada a mano, pero el final ya está en mi cuaderno de notas y es lo que más añoro escribir, jejeje (Kyuu: Harás que los lectores comiencen a asustarse ¬¬0). Esta vez quise hacer algo diferente, por eso aquí hay cinco personajes principales y se hace mención a varias parejas, pero sobre todo a tres, espero no decepcionarles y que este fic cause el impacto que deseo. Sólo me queda esperar sus comentarios con pedradas, golpes, saludos, jitomatazos, saludos, cebollazos, amenazas, flores, bombas y demás. Ya estoy trabajando en el segundo capítulo de Kurama (Kyuu: Por fin tengo el protagonismo en alguno de tus locos fics, kukuku) y, para quienes leen en Facebook la “Boda Sasunaru”, también estoy trabajando en la parte que sigue, pero mi inspiración ha andado en huelga últimamente. Ya me alargué mucho, así que mejor me despido. Se me cuidan mucho y nos seguimos leyendo. Bye byeeee!!


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