Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Desde las sombras por Higary

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holi hola, gente bonita!! Aunque es sólo un twoshot la situación lo amerita, así que haznos los honores, Sai XD (Comienza a sonar música triste de violín)
Luego de una larga espera, finalmente puedo traerles el desenlace de este fic que también tenía en mi cuaderno de ideas desde hace muchísimo tiempo. Pero no quería dejarlo en el olvido precisamente por el final, muajajaja. Tuve una mala temporada en que mi inspiración se fue de parranda, y ya saben que sin ella yo no escribo porque el resultado es muy forzado. Superados todos esos obstáculos, aquí tienen el producto de mis desvaríos. Mejor les dejo para que pasen a lo que vinieron y decidan si me asesinan o no (Kyuu: Iré preparando los escudos ¬¬0). Sai, le sigues en las notas finales, mientras tanto: ¡¡a leer!!

 

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Kishimoto. La idea para este fanfic es producto de mis desvaríos mentales, pero sobre todo de mi vena dramática.

 

Dedicatoria: Para quienes se tomaron la molestia comentar y que por cuestiones de mala memoria y falta de tiempo (pero sobre todo mala memoria), no alcancé a poner aquí.

DESDE LAS SOMBRAS II

 

***** AMOR *****

 

Naruto salió de trabajar y se encaminó a una cafetería donde lo esperaba Gaara, su amigo pelirrojo. El rubio le sonrió mientras tomaba asiento frente a él y comenzó a relatarle sobre lo que habían hecho sus alumnos durante esa semana.

-Detente, Naruto –interrumpió-. Cuando parloteas de esa manera es porque te ocurre algo –cruzó sus miradas-. Así que habla.

-B-Bueno, es que yo… Fui a la clínica para hacerme unos análisis y –sonrió, radiante-… me dijeron que estoy más que calificado para el tratamiento de fertilidad. ¿No es genial? ¡Podré darle un hijo a Sasuke! –poco a poco su brillante sonrisa se fue desvaneciendo hasta transformarse en una mueca vacía y agachó la cabeza- ¿Crees… que él se ponga feliz si se lo digo?

-A ver, hablamos del mismo sujeto malhumorado, serio, orgulloso, controlador, perfeccionista, arrogante, posesivo y egoísta, ¿no? –sonrió de medio lado- Va a gritar de la emoción. Sasuke está loco por ti y la única razón por la que se ha detenido hasta ahora es para protegerte. No me extrañaría que ya tuviera decidido la cantidad de hijos que tendrán, sus nombres y hasta dónde estudiarán. Así que quita esa cara. Uzumaki Naruto no se deja derrumbar por nada del mundo.

-Tienes razón. ¡Muchas gracias, Gaara!

 

Sasuke avanzaba por los pasillos del edificio rumbo a su oficina. Se detuvo cuando escuchó la conversación entre dos de sus subordinados.

-¡Felicidades! ¿Y para cuándo es la boda?

-Queremos que sea dentro de seis meses en nuestro pueblo natal.

-Ya era hora. ¿Cuánto llevan juntos?, ¿cuatro años?

-Sí, ella dice lo mismo. Además ambos hemos platicado del asunto y nos encantaría ser padres.

El azabache siguió su camino intentando mitigar la sensación de envidia que amenazaba con inundar su pecho. Casarse… hijos… Él también anhelaba todo eso con Naruto. Ya estaba harto de tener que verlo en ocasiones y por ratos, quería dormir y despertar junto al rubio, vivir juntos como cualquier pareja e incluso formar una familia. En los tiempos actuales muchas personas se enfocaban en sus trabajos y preferían sus vidas de solteros para divertirse; en cambio él que ya tenía al amor de su vida, debía conformarse con lo poco que podía ofrecerle al Uzumaki por el momento.

-Rayos –gruñó sin evitarlo

 

Llegó a la oficina de Itachi, donde también se encontraban ya Gaara, su primo Shisui y su tío Obito. Esos cuatro Uchiha eran los principales líderes del clan (encabezados por Itachi) desde la muerte del padre de Sasuke, unos años atrás.

-¿Qué sucede? –preguntó

-Toma asiento –pidió su hermano-, acabamos de recibir información muy importante.

Sasuke ocupó el lugar junto a Obito y todos observaron a Gaara, quien sostenía unos documentos y lucía más serio de lo normal, lo que significaba que la situación era para preocuparse.

-Nos hemos enterado que el Presidente del grupo Tora ha acudido a pedir auxilio al grupo Hebi –relató el pelirrojo-. Todavía no logramos descubrir qué le ha ofrecido a cambio, pero aunque nos hayamos apoderado de la empresa del grupo Tora, esos dos juntos siguen siendo peligrosos.

-Hay que informarle a Orochimaru para ver qué puede averiguar con sus viejos amigos –propuso Obito-. Él perteneció a Hebi.

-Tío Obito tiene razón –opinó Shisui-. Y aunque Orochimaru los dejó hace muchos años, ahí todavía le temen.

-Me comunicaré personalmente con él –asintió Itachi

-El grupo Hebi utiliza métodos mucho menos ortodoxos para conseguir lo que quieren –habló Sasuke-. Lo mejor será extremar la vigilancia de nuestras instalaciones así como aumentar nuestra seguridad y… la de nuestros protegidos.

En cuanto dijo eso, notó las expresiones melancólicas de los demás, incluso la discreta mirada de reojo que Itachi le lanzó a Gaara. Todos ellos tenían una persona importante a la cual proteger y por la que darían la vida. Dos en el caso de Obito, quien se casó muy joven y hasta una hija tenía, pero por la peligrosa situación de su familia, la niña y su esposa vivían muy lejos, incluso llevaba años sin verlas en persona.

-Estoy de acuerdo con Sasuke –dijo Itachi, suspirando y sacándolos de sus pensamientos-. Llamaré enseguida a Orochimaru, mientras tanto debemos estar muy alertas.

 

Terminando la reunión, con excepción de Gaara, los demás abandonaron la oficina. Sasuke todavía tenía mucho trabajo pendiente, pero se daría prisa para poder escapar al menos un rato. Después de lo escuchado en la junta, necesitaba ver con sus propios ojos a Naruto y sentirlo a salvo. Mataría a cualquiera que intentara tocarle al menos un cabello.

 

El Uzumaki se encontraba en la sala de maestros terminando de preparar los próximos exámenes para sus alumnos. Quería terminar pronto e ir a casa; esperaba que el Uchiha pudiese ir a visitarlo. Durante el día le envió un mensaje indicándole que se mantuviera alerta y que gente de su total confianza vigilaría la zona de la escuela y su casa; eso significaba que algo ocurría. En alguna ocasión incluso llegó a pedirle que no saliera para nada de casa hasta que le confirmara que no había riesgos.

-Debería preocuparse más por sí mismo –suspiró con melancolía

Naruto deseaba ser capaz de poder hacer algo para ayudar a Sasuke e Itachi, colaborar con ellos para terminar la guerra de clanes que se había desatado desde tiempo atrás. Incluso una vez les comentó que quería unirse y trabajar para ellos, sin embargo ambos hermanos (y hasta Gaara) se opusieron rotundamente, alegando que él tenía un corazón demasiado puro y noble y no deseaban enturbiarlo.

 

Una hora después terminó sus deberes y tomó el maletín para retirarse, pero antes de poder abandonar el lugar fue interceptado por una mujer de largo cabello negro y ojos verdes, era la maestra más reciente que había llegado a la escuela y, lamentablemente (en opinión del de ojos celestes) también había mostrado cierto interés en Naruto.

-Uzumaki-sensei –llamó ella

-¿Qué sucede, Kanzaki-sensei?

Eran los únicos dos que seguían ahí, de modo que la mujer se atrevió a sujetarlo de las manos y lo miró intensamente, mostrando seguridad.

-¡Me gustas! –declaró- Sé que no nos conocemos hace mucho tiempo, pero he visto la clase de hombre que eres y me pareces maravilloso.

-Eh… M-Muchas gracias –respondió incómodo, sin embargo trataría de ser delicado-. Tus palabras me halagan, pero no puedo corresponderte.

-¿Acaso sales con alguien más?

No podía afirmarlo. Su novio siempre hacía énfasis en lo vital que era proteger el secreto de su relación, pues hasta un pequeño detalle podría filtrarse a los enemigos del clan Uchiha.

-¿Lo ves? –continuó diciendo ella- Tengo confianza en que si sales conmigo puedo hacerte muy feliz. Naruto-kun –era la primera vez que lo llamaba por su nombre-, he notado la forma en que observas a tus alumnos, añoras tener una familia.

Naruto se mordió los labios, ya que ese era un tema delicado para él. Y que tenía mucho de verdad.

-Naruto-kun –su tono de voz se volvió suave y cariñoso-… Yo puedo darte todo eso y…

-Uzumaki-sensei –llamó otro profesor entrando al salón y se sobresaltó al verlos-… ¡L-Lo siento! No quería interrumpir, pero es que hay alguien…

Antes de que pudiera terminar de hablar, Sasuke lo empujó para abrirse paso hasta Naruto, lo apartó de la joven y sin decir una sola palabra se lo llevó jalando del brazo.

 

-¡T-Teme, espera! –pedía el rubio

El moreno prácticamente lo había arrojado dentro de su automóvil y arrancó a toda velocidad. Estaba furioso, sus manos apretaban el volante con fuerza, pero ese no era el lugar para hablar del asunto.

 

Llegaron al edificio donde vivía el rubio y de nueva cuenta Sasuke lo llevó prácticamente a rastras hasta el departamento, donde lo metió de un empujón.

-¡Basta, idiota! –gritó, soltándose de su agarre- ¡¿Qué demonios te pasa?!

-¡¿Y todavía lo preguntas?! ¡¿Crees que me hizo gracia ir a recoger a mi novio y encontrármelo agarrado de una mujer?! ¡¿Te parece poco?!

-¡Maldición! No es lo que piensas…

-Se te estaba declarando –siseó con odio-. No, sería más correcto decir que te estaba proponiendo ser tu esposa y la madre de tus hijos.

Naruto abrió la boca, pero volvió a cerrarla porque aquella parte era cierta. Sin embargo él en ningún momento pensó en la más mínima posibilidad de aceptarla. Jamás traicionaría al ojinegro de aquella manera.

-Yo la rechacé –afirmó-, antes de que llegaras ya le había dicho que no podía corresponder a sus sentimientos.

-Pues no la vi muy convencida al respecto –golpeó la pared con un puñetazo-. Maldita sea, Naruto, sé que por culpa de mi familia nuestra situación es complicada y esta no es la relación que deseas y mereces –se escuchaba irritado y afligido al mismo tiempo-. ¿Qué me asegura que no aceptarás la oportunidad de formar una familia de verdad con alguien más?

-… Eres un estúpido, Uchiha.

El aludido de inmediato volteó a verlo, sorprendido. Hacía mucho que Naruto no lo llamaba por su apellido, sólo lo hacía durante su época de estudiantes cuando realmente lo sacaba de sus casillas. En sus ojos azules se reflejaba la ira que estaba bullendo por sus venas.

 

Naruto abrió su maletín, sacó un sobre y se lo lanzó. Sasuke lo atrapó e iba a interrogar al Uzumaki, pero al notar su ceño fruncido y puños apretados optó por primero abrir el sobre. Dentro se encontraban unos análisis de laboratorio donde se indicaba que Uzumaki Naruto era apto para someterse al tratamiento de fertilidad para parejas del mismo sexo.

-Esto es…

-No me importa lo que pase en esa retorcida cabeza tuya –declaró, furioso y dolido al mismo tiempo-. Hace muchos años que escogí a la persona con quien deseaba permanecer toda mi vida. Pero… si él sigue comportándose como un bastardo desconfiado, puede que decida cambiar de idea.

Sasuke agachó la mirada de vuelta a las hojas entre sus manos y de verdad se sintió como un estúpido. ¿Cómo podría desconfiar del amor que Naruto le había demostrado todos esos años? Cuando escuchó las palabras de aquella mujer, su mente se nubló por completo. La sola idea de que el rubio pudiese dejarlo, le aterraba.

-A pesar de todo –murmuró en voz baja-… ¿Realmente deseas esto?

-Creí que ya lo tenías claro, idiota.

-Si es así –a paso lento se acercó hasta quedar frente a él y cruzar sus miradas-… necesito que hagas algo por mí.

 

Una semana después, ante un discreto y confiable juez, con Gaara como único invitado y testigo, Uchiha Sasuke y Uzumaki Naruto se casaron en total secreto. Todavía no podrían utilizar sus anillos en el lugar que les correspondía, así que los colocaron en cadenas para poder llevarlos bajo la ropa todo el tiempo. Sin embargo lo importante era que legalmente ya se pertenecían el uno al otro como esposos. Era un paso más para la vida compartida que anhelaban. Y eso nadie lo podría cambiar.

 

***** LEALTAD *****

 

Para Gaara, Uzumaki Naruto y Uchiha Sasuke eran sus mejores amigos, haría cualquier cosa por ayudarlos; debido a esto es que llevaba tantos años encubriendo su noviazgo y recientemente su matrimonio. Precisamente desde que ellos dos se habían casado, los miraba mucho más unidos y felices a pesar de que su relación continuaba siendo un secreto para el resto del mundo. En su opinión, formalizar había vuelto más fuerte su lazo (si es que eso era posible) y a decir verdad le daban un poco de envidia. Ellos podían estar junto a la persona que amaban y ser correspondidos. Tal vez él también debería dejar de aferrarse a sentimientos que había cargado desde años atrás, sin resultado alguno, y darse una oportunidad para ser feliz. Después de todo Gaara no podía negar que recientemente había conocido a una persona increíble.

 

Sai no era perfecto, podía llegar a ser algo irritante y de pronto soltaba comentarios por los que desearías darle un puñetazo, pero esa sinceridad tanto en su mirada, como en sus palabras y acciones, eran las que permitían afirmar que él jamás le engañaría o diría algo por el simple hecho de quedar bien ante los demás. Cuando estaba con Sai podía olvidarse de sus problemas y preocupaciones, se comportaba como un hombre de su edad y no recordaba que tenía una enorme deuda con la familia Uchiha y su empresa. El joven pelinegro podía hacerlo reír de verdad, hacerlo sentir que la vida podía ser sencilla y alegre, que no necesitaba de mucho para poder disfrutarla con plenitud.

 

Era imposible negar que con el paso de las semanas hubiera llegado a tomarle mucho aprecio, tal vez más que como un simple amigo, pues no podía evitar fijarse en su atractivo físico, aunque eso no era lo más importante. Cuando ese cínico chico le sonreía de verdad, por un momento el mundo se detenía y lo hacía pensar que podría quedarse ahí contemplando esa expresión sin necesidad de nada más.

 

Todo esto era muy confuso para Gaara, pues en su vida sólo había tenido sentimientos románticos hacia su jefe, Uchiha Itachi, a pesar de no ser correspondido y además presenciar cómo el moreno se iba de la mano con cada uno de los amantes que le había conocido a lo largo de los años. Cada día era más difícil y doloroso permanecer a su lado, pero esa vena masoquista todavía no le permitía alejarse de él. Quizá la deuda que sentía era enorme, sin embargo ya debería comenzar a pensar un poco más en sí mismo y en su futuro. Y hasta el momento, él no podía vislumbrar ese futuro junto al líder Uchiha por más que lo deseara desde muy joven.

 

-¿Sucede algo, Gaara?

El pelirrojo salió de sus pensamientos ante la pregunta de Sai. Como de costumbre se encontraban en el parque, bebiendo café que casualmente el moreno había tomado la costumbre de comprar en una tienda cercana desde que descubrió que al Sabaku le gustaba mucho esa bebida. Gaara no pudo evitar sonreír levemente ante el recuerdo, pues desde el inicio Sai había sido muy atento con él y hasta hacía poco no le prestaba atención a todos esos pequeños pero significativos detalles.

-No es nada… ¿Qué tal te ha ido en las clases?

La radiante sonrisa del otro fue lo que tuvo como recompensa. Siempre reaccionaba de la misma manera cuando Gaara se interesaba en su vida; seguro pensaba que era una señal de que se estaban acercando cada vez más. Y no estaba tan errado.

 

Por su parte, Itachi estaba en una reunión con los demás miembros importantes que quedaban del clan Uchiha. Últimamente se habían percatado de mayor movimiento en las filas rivales, debido a esto tenían que tomar medidas más precautorias. No sería la primera vez que intentaran emboscarlos o lastimar a alguien que apreciaran, por ello mantenían sus vidas privadas casi en absoluto secreto.

-Eso es todo por ahora –habló Obito-. Cualquier eventualidad que surja, debemos comunicarla de inmediato.

-Sólo nos queda estar alertas –asintió Shisui

-Y ser discretos en nuestros movimientos y salidas. ¿Entendido? –añadió Itachi, mirando significativamente a su hermano

-Tsk, no te preocupes –masculló Sasuke-, me aseguraré que el usuratonkachi no corra peligro.

-Eso espero.

 

Todos se retiraron a sus labores, dejando a Itachi solo. Desde unos días atrás notaba algo extraño en su hermano, cuando creía que nadie lo veía, podía darse cuenta de la boba sonrisa y el brillo en la mirada que mostraba su rostro. El Uchiha mayor sabía perfectamente que la única persona capaz de lograr algo así, era Uzumaki Naruto. No tenía idea de si ocurrió algo importante entre ellos dos, lo único que deseaba es que eso no expusiera al rubio. De la misma manera que él no podía mostrar su preocupación por Gaara ni cuánto lo valoraba.

 

Sin embargo el autocontrol de Itachi se puso seriamente a prueba. Ocurrió algunos días después de esa reunión, Itachi caminaba junto a Deidara y Sasori por los pasillos de la empresa mientras ambos le informaban acerca de sus misiones. Por otro pasillo miraron a Sasuke y Gaara, aunque el pelirrojo estaba un par de pasos alejados del moreno atendiendo una llamada telefónica. Itachi pidió a sus acompañantes que esperaran, pues había algo en los gestos del Sabaku que no le gustó para nada.

-Sí te comenté que hoy no saldría de la oficina hasta la tarde –hablaba Gaara, intentando mantener la voz baja-. No, no te estoy evitando… ¡No! Claro que no necesitas comprarme flores para disculparte por algo. Rayos, no soy ninguna chica molesta –aguardó unos momentos-. No pienso responder a eso. Sí, como sea… De acuerdo, pero promete no molestarme el resto del día –suspiró-. Como sea, adiós… Bien. ¡Nos vemos! ¿Contento? Realmente eres un idiota exasperante. Y no te rías, que no fue un halago.

 

Una vez que colgó la llamada, Gaara volvió a suspirar y regresó al lado de Sasuke, quien mantenía una ceja arqueada y una pequeña sonrisa burlona en el rostro.

-Lamento la interrupción, ¿en qué estábamos?

-Vaya, mapache, no tenía idea de que salías con alguien.

-¿Q-Qué?

-Deberías habérmelo dicho para felicitarte. ¿Quién es la pobre víctima?

-¡C-Cállate! ¡Y no salgo con él! –añadió, aunque con las mejillas sonrojadas

-Pues a mí me sonó que estaban acordando una cita romántica.

-Estás loco y ya alucinas, idiota.

-Qué ingrato, yo que me preocupo por ti.

-Mentira, estás disfrutando burlándote.

-Eso tampoco puedo negarlo.

 

Todavía discutiendo, ellos dos reanudaron su camino sin percatarse en ningún momento de los otros tres que se encontraban doblando el pasillo. Sasori y Deidara observaban al Uchiha que seguía de pie, perdido en sus pensamientos.

-¿Itachi? –llamó el rubio

El pelinegro salió de su ensoñación y agitó la cabeza para espabilarse. Notó la preocupación de su amigo pelilargo y le sonrió levemente para tranquilizarlo, aunque era él quien necesitaba eliminar esa desagradable sensación en el pecho tras escuchar las palabras de Gaara. Quizá el pelirrojo fue sincero y no salía con nadie, pero no cabía duda que esa persona (quien fuera) le gustaba al menos un poco. Esas mejillas teñidas de carmín eran prueba de ello.

 

Para alguien que creció junto a Sabaku no Gaara resultaba evidente que en su vida privada apareció alguien que estaba cambiando su actitud seria, pues se notaba más relajado e incluso se enfurruñaba con facilidad por cosas que antes,  viniendo de cualquier otra persona que no fuera alguno de sus amigos, le parecerían indiferentes. El propio pelirrojo era consciente de esto, así como de la actitud de Itachi, quien se ponía muy serio en su presencia, sobre todo ante las burlas de Sasuke que no habían cesado respecto al “suicida misterioso” con el que salía.

 

Aquella noche Gaara acompañó a Itachi a una cena de negocios con algunos socios importantes, entre los que se incluía una hermosa castaña que no dudó en coquetearle al pelinegro. Seguro que en otras circunstancias no habría rechazado sus insinuaciones, pero para sorpresa del menor, el Uchiha la ignoró totalmente.

 

Tras la cena ambos abandonaron el restaurante y se encaminaron a casa del pelinegro. El ambiente se sentía incómodo, por lo que Gaara decidió hacer algo para remediarlo; al menos lo intentaría.

-¿Qué le sucede, Itachi-sama?

-Nada. ¿Por qué lo preguntas?

-Tal vez porque no vienes acompañado de aquella mujer que estaba realmente interesada en ti –decidió volver a tutearlo-. Ni siquiera una mirada le dedicaste.

-Vaya –sonrió con soberbia-, ¿tanta atención me prestaste, Gaara?

-E-Es mi trabajo –desvió la mirada-, se supone que soy tu asistente y guardaespaldas.

-… Eres más que eso. Mucho más.

Antes de que el Sabaku pudiera cuestionarle, Itachi jaló de él y le plantó un beso en los labios, transmitiendo todo lo que había reprimido durante años, junto con el enojo y celos acumulados los últimos días. Gaara estaba tan sorprendido que no pudo reaccionar ante tan brusco movimiento, apenas si su mente trataba de ordenar las ideas cuando el mayor se apartó unos centímetros.

-¿Qué rayos…?

-Shh, no digas nada.

-Es que yo…

-No digas nada –repitió, mirándolo intensamente-… Por favor.

 

Aquella noche Itachi rompió su juramento y compartió la cama con la única persona que había amado sinceramente. Al inicio sólo pensaba robarle algunos besos y caricias, pero cuando se dio cuenta que el Sabaku parecía sentirse culpable por estar con él en esas circunstancias, y ya no por lealtad a su familia o estar en deuda, sino por sentir que estaba traicionando los sentimientos de alguien más, le fue imposible contenerse.

 

Por la mañana Gaara despertó solo en la cama. Suspiró y se sobó la sien, molesto consigo mismo por haber sucumbido de aquella manera. No iba a negar que hubiera soñado con esa situación durante años, pero que ocurriera precisamente ahora que había decidido no seguir aferrado a esos sentimientos y comenzaba a aceptar a otro pelinegro, sólo lograba confundirlo más. Giró la cabeza y sobre el mueble junto a la cama encontró una nota de su jefe indicándole que se adelantaba a la oficina y que él se tomara su tiempo, incluso el día libre si le apetecía. Como si hubiese sido uno más de sus amantes de una sola noche.

-… Eres un completo idiota.

 

Itachi ya estaba en su despacho intentando concentrarse en unos papeles, pero la verdad es que no dejaba de recriminarse el haber escapado como un cobarde. No se sentía listo para darle explicaciones a Gaara o hablar sobre lo ocurrido; tal como varias veces se lo comentó a Sasuke, aquél no era el momento para involucrarse con sus personas amadas (y arriesgarlas). Una vez que acabara con todos los enemigos que los asediaban, le diría esos sentimientos que había guardado durante años y competiría honesta y abiertamente con la otra persona que había logrado perturbar el corazón del pelirrojo.

 

***** PELIGRO *****

 

Esa tarde Naruto se reunió con Gaara, pues su amigo pelirrojo necesitaba desahogarse de todo lo ocurrido las últimas semanas con Itachi y Sai. El Uzumaki lo dejó hablar durante largo rato (cosa muy rara en Gaara), trataría de darle su opinión más sincera al respecto. Además él también necesitaba confesarle algo que había hecho y de lo que ni Sasuke estaba enterado.

 

Sin embargo a mitad de su relato el Sabaku se detuvo, entrecerró los ojos y discretamente miró por la ventana. No podía verlos, pero sabía que había gente vigilando sus movimientos, no los había notado antes. Trató de guardar la calma, no quería alterar a Naruto, además que debía alejarlo de ahí sano y salvo.

-¿Qué sucede, Gaara?

-Escucha, me parece que alguien nos está observando desde afuera –mintió-, lo mejor será dirigirnos hacia la salida, por si las dudas llamaré a Sasuke para que envíe a algunos de sus hombres. Tranquilo, sólo es por precaución.

-De acuerdo.

 

Ambos se levantaron, pero sólo dieron unos pasos lejos de su mesa cuando se vieron rodeados por cuatro hombres vestidos con trajes oscuros.

-Será mejor que guardes ese celular y nos acompañes a la salida –murmuró uno de los sujetos-, a menos que desees provocar una balacera en este lugar.

 

Bajo amenaza los seis salieron del restaurante y afuera los abordaron otros cuatro hombres. Los guiaron hasta una calle poco transitada y con horror Naruto miró cómo golpeaban a Gaara en el estómago hasta sacarle el aire y un poco de sangre. El rubio forcejeó para intentar liberarse y ayudarlo, pero lo tenían fuertemente apresado entre dos.

-¡Basta, déjenlo! –gritó y lo golpearon en la cara para callarlo

-N-No lo toquen… -murmuró el de ojos aguamarina

-Deberías preocuparte más por ti, Sabaku no Gaara –el que parecía el líder lo sujetó del cabello para encararlo-. El valiosísimo asistente de los hermanos Uchiha, seguramente ellos se moverían si nos llevamos a su subordinado.

Al ver cómo un automóvil se acercaba y aquellos sujetos arrastraban a Gaara, quien trataba de resistirse, Naruto no pudo contenerse para salvar a su amigo.

-¡En ese caso yo les seré más útil! –gritó

El líder detuvo a sus compañeros y prestó atención por primera vez al joven de ojos azules.

-¿Ah, sí?, ¿y por qué debería tener interés en un chiquillo cualquiera?

-Porque este cualquiera es el mejor amigo de Uchiha Sasuke desde hace más de diez años –declaró, sonriendo con desafío

-¡Cállate! –gritó Gaara

Estaba aterrado por lo que Naruto acababa de hacer, era una locura, aunque al menos no dijo que era el esposo de Sasuke. Sin embargo acababa de convertirse en el blanco principal. Al ver cómo se llevaban al rubio, por la adrenalina el pelirrojo logró soltarse del agarre y comenzó a enfrentarse a sus atacantes, tratando de llegar hacia Naruto. Por tal ajetreo ya habían logrado llamar la atención de la gente de modo que el líder sacó una pistola y disparó dos veces.

-¡Gaara!

Naruto alcanzó a observar cómo la sangre salía del estómago y pierna derecha de su amigo antes de recibir un golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente.

 

Debido a las heridas Gaara cayó al suelo mientras presenciaba con impotencia cómo Naruto era llevado por aquellos sujetos que se marcharon a toda velocidad. Varias personas se acercaron a socorrerlo; él, aunque mareado, alcanzó a sacar su celular, pero no pudo marcar.

-Sasuke… -murmuró

-Resiste, por favor –escuchó una voz-. La ambulancia ya viene.

-Debo… avisar… a Sasuke…

Lo último que pudo escuchar fue el sonido de la ambulancia y a la misma persona intentando darle ánimos mientras le aseguraba que todo estaría bien y que iban a ayudarlo.

 

Todos en la compañía Uchiha corrían de un lado a otro luego de la angustiosa llamada que Sasuke había recibido minutos atrás: una mujer se comunicó desde el celular de Gaara indicando que al dueño del aparato le habían disparado y antes de perder el conocimiento dijo que debía llamar a un tal Sasuke, por lo que ella lo buscó en la agenda del teléfono.

 

Confirmaron el hospital al que Gaara había sido trasladado e Itachi le confió a Sasori ir a averiguar cómo estaba y resguardarlo, pues Sasuke se exaltó tras recordar que el pelirrojo se reuniría con Naruto esa tarde y algunos testigos habían afirmado a la policía que los misteriosos atacantes se llevaron a un joven de cabello rubio.

-¡Maldición, maldición! –gruñía Sasuke, caminando como león enjaulado

Los secuestradores habían tirado el celular de Naruto en un bote de basura tras el restaurante. Shisui y sus hombres se estaban ocupando de rastrearlo mientras Obito investigaba con sus contactos quiénes podrían ser los responsables del secuestro.

-Sasuke, tranquilízate, por favor –pedía Itachi-. En este momento necesitamos tener la cabeza fría para…

-¡Él corre un grave peligro! –interrumpió- Si investigan mucho más a fondo, van a torturarlo hasta matarlo.

-¿Por qué rayos estás tan seguro?

-Cuando esto se solucione puedes sermonearme todo lo que quieras, ahora sólo ayúdame a encontrarlo –cruzó sus miradas-: desde hace varias semanas él es mi esposo.

Itachi abrió los ojos de sobremanera al procesar lo que acababa de escuchar. Sin hacer comentarios sacó su celular y marcó unos números.

-Kisame, ten a tu equipo listo –ordenó seriamente-. Y dile a Shisui y Obito que quiero la información de la ubicación de Naruto ahora –recalcó la última palabra

Por la relación tan estrecha entre Sasuke y Naruto, él siempre había considerado al rubio como parte de su familia. Ahora que sabía que aquello era oficial, recuperaría a su cuñado a cualquier costo.

 

Naruto había sido arrojado dentro de una habitación completamente vacía. Tenía algunos golpes en la cara producto de los secuestradores. A decir verdad no pensó en lo que hacía cuando les gritó a aquellos sujetos que era el mejor amigo de Sasuke, sin embargo no se arrepentía porque logró impedir que raptaran a Gaara, aunque estaba muy preocupado por las heridas que le habían infringido, sólo podía rezar porque estuviera bien. Estaba seguro que en cualquier momento alguien entraría para interrogarlo sobre los Uchiha y sus negocios. Si bien no sabía mucho del tema pues Sasuke no se lo comentaba (precisamente por su propia seguridad), tampoco iba a decir algo sobre la familia de su esposo. Prefería morir antes de que le convirtieran en carnada para tender una trampa a los Uchiha.

 

Itachi se encontraba con Kisame y Sasuke revisando un mapa cuando recibió una llamada de Sasori, quien reportaba que Gaara había tenido que ser operado y por fortuna ya se encontraba fuera de peligro. El pelilargo no pudo más que suspirar con alivio. En cuanto tuvieran a su cuñado de vuelta, iría corriendo al hospital para ver al pelirrojo.

-Tú y tus hombres sigan custodiándolo –ordenó Itachi por teléfono-. Estén alertas y avísenme en caso de cualquier movimiento sospechoso que detectes –dicho eso colgó la llamada y volvió a suspirar

-¿Cómo está Gaara? –preguntó Sasuke

-Por fortuna ninguno de sus órganos resultó dañado, así que se recuperará por completo.

-Menos mal, ahora debemos ubicar a Naruto y rescatarlo –dijo Kisame-, o a ese Sabaku no le importarán sus heridas y querrá matarnos a todos por inútiles.

Ambos hermanos sonrieron levemente ante el intento de Kisame por animarlos en esa situación. Pero lo que terminó de motivarlos fue la rápida aparición de Shisui, quien traía una enrome sonrisa.

-¡Lo encontramos!

 

El Uzumaki había sido atado a una silla frente a un sujeto de cabello oscuro y ojos marrones. Como pronosticó, le hizo un montón de preguntas sobre el clan Uchiha, pero al no obtener respuestas repartió más golpes con los puños, incluso se quitó el cinturón para utilizarlo como látigo y azotarlo.

-Eres valiente, chico, lo acepto –dijo él-. Pero si aprecias tu vida, será mejor que comiences a hablar.

Naruto lo miró con ira, negándose a emitir cualquier sonido a pesar del enorme dolor que sentía en todo el cuerpo, sobre todo comenzaba a acumularse en su estómago.

-Vaya ferocidad, estos ojos destilan fuego –el hombre sonrió de medio lado y lo sujetó del mentón-. ¿Realmente sólo eres amigo de ese Uchiha imbécil? Porque me cuesta creer que te tenga cerca y no te haya puesto la mano encima –sacó su lengua y la pasó sobre la mejilla del rubio-. Al menos yo no podría resistirme a tomarte.

Aquello sí logró asustar a Naruto, sin embargo usó todo su autocontrol para no demostrarlo. Sentía asco al ser tocado por alguien que no fuera su esposo, pero no iba a darle el gusto a ese idiota de demostrárselo. Cerró los párpados con fuerza al percibir aquellas manos ajenas descendiendo por su cuerpo, hasta que de pronto escucharon disparos.

-¿Qué demonios…? –gruñó, separándose un poco de su rehén

-¡Señor, son los del grupo Uchiha! –llegó gritando otro hombre- ¡Nos atacan!

-Mátenlos como sea –ordenó y giró hacia el rubio, sujetándole del cabello con fuerza-. Eso fue rápido, parece que a tu “amigo” realmente le importas –sonrió con crueldad-. No pienso morir aquí, de modo que tú vienes conmigo.

 

Sasuke y Shisui avanzaban con un grupo de hombres. Gracias a las rápidas investigaciones de Obito, habían logrado sitiar el lugar cuando estaban pocos hombres en la residencia abandonada donde se encontraban ocultos.

-Tranquilízate, Sasuke –ordenó su primo-. Sabemos que Naruto sigue en este lugar, los demás impedirán que salga.

El aludido iba a replicar, pero en ese momento alcanzó a vislumbrar cómo Naruto, todo golpeado, era casi arrastrado por un hombre que lo apuntaba con una pistola.

-¡Alto ahí, maldito bastardo!

El sujeto se detuvo de golpe y colocó a  Naruto delante de él para protegerse. Llevó la pistola a la cabeza del chico y cruzó miradas con los otros.

-Si realmente lo quieren con vida, será mejor que me dejen salir.

Naruto trató de sonreírle al azabache, pero apenas si pudo hacer una mueca. Era más la preocupación porque se hubiera puesto en peligro al ir a buscarlo; jamás se perdonaría si algo le ocurría. Sin embargo su pareja pensaba de la misma manera, pues apretó los puños y su mirada se tornó asesina al ver el estado del Uzumaki.

-Estúpido infeliz… Te haré pagar por cada una de sus heridas.

-No lo creo –quitó el seguro del arma-. A menos que desees ver cómo esta linda cabeza vuela en pedazos.

Sasuke gruñó en respuesta, pero antes de poder decir algo se escuchó un disparo que sobresaltó a todos. El secuestrador soltó el arma y cayó al suelo, retorciéndose de dolor. Los demás observaron a Itachi con una pistola levantada; fue él quien disparó.

-Olvídate de que tus amigos vengan a ayudarte –dijo él

Sasuke se apresuró a sostener a Naruto, quien apenas le acarició la mejilla y cayó inconsciente. El moreno lo cargó y junto con sus subordinados se apresuró a llevarlo fuera. Shisui e Itachi se acercaron al hombre herido, quien se apretaba el hombro intentando parar la hemorragia.

-Muy arriesgado, estúpido Uchiha –murmuró, jadeando-. Pudiste haberlo herido y no te importó –sonrió con maldad-. Adelante, mátame, eso es lo que quiere un asesino como tú.

-Estás en lo cierto en que deseo matarte. Ustedes se atrevieron a tocarlos a ellos dos. Y tú no morirás tan fácilmente, bastardo –le puso un pie encima de la herida y pisó con fuerza-. Te atreviste a poner tus asquerosas manos sobre mi cuñado.

 

Un automóvil iba a toda velocidad rumbo a la clínica aliada a los Uchiha para que atendieran a Naruto, quien se retorcía de dolor. Sasuke trataba de calmarlo y distraerlo, pero él mismo estaba alterado al sentir la sangre de su esposo en sus manos.

-G-Gaara –murmuró el rubio-… ¿Cómo…?

-Shh, tranquilo, él está bien –le sonrió y depositó un beso en su frente-. Guarda fuerzas, pronto llegaremos al hospital.

-P-Perdón…

-No digas tonterías, usuratonkachi, esto no fue tu culpa –lo abrazó, tratando de no lastimarlo más-. Perdóname tú a mí por tardar tanto y dejar que te hicieran esto.

El Uchiha podía respirar con alivio ahora que Naruto estaba a salvo en sus brazos. Pero la imagen tan lamentable de rubio débil y herido jamás iba a poder borrarla de su cabeza. En cuanto se asegurara de que estaba a salvo y siendo atendido, iría con Itachi para averiguar quiénes eran los bastardos que se atrevieron a atacarlos a él y a Gaara. Iba a hacerles pagar el daño hecho a ambos chicos y les haría arrastrarse suplicando por sus vidas y maldiciendo el momento en que se les ocurrió ir a atacarlos. Eso podía jurarlo.

 

***** DECISIONES *****

 

Sasuke se encontraba en la sala de espera, caminaba de un lado a otro. Confiaba en Senju Tsunade, la mujer que estaba atendiendo al rubio, sin embargo eso de no tener noticias le inquietaba. Sus subordinados estaban estratégicamente colocados en caso de emboscadas, además que en cuanto pudieran moverlo, Gaara sería trasladado a esa misma clínica para que terminara de recuperarse.

-Sasuke.

El mencionado salió de sus pensamientos al ver a aquella mujer rubia. De inmediato fue hacia ella sin poder ocultar su angustia y ansiedad.

-¿Cómo está Naruto?

-Estable, fue bastante golpeado, aunque por fortuna no tiene signos de violación.

Sasuke suspiró, aliviado. Sin embargo no le gustó la expresión con que la mujer lo analizaba.

-¿Qué sucede?

-Yo sé que él es tu mejor amigo desde hace años. Cuando ocupó hospitalización por un resfriado que se complicó, lo trajiste directamente conmigo, no lo he olvidado. Pero necesito que me digas si esa es la única relación que hay entre ustedes. O en caso de que sólo sean amigos, tal vez sepas si él tiene pareja.

-Habla claro, Tsunade, ¿por qué necesitas esa información?

-Él está embarazado.

El mundo de Sasuke por un momento se tambaleó. No tenía idea de que Naruto se hubiese sometido al tratamiento de fertilidad ni que éste diese resultado positivo. Casi se le fue el aire al recordar el cuerpo magullado de su pareja y cómo se sujetaba el estómago, adolorido, mientras iban rumbo a la clínica.

-¿C-Cómo está el bebé?

-Apenas tiene cinco semanas de gestación, sin embargo la placenta recibió un poco de daño. Ese chico tendrá que estar bajo constante revisión en lo que resta de su embarazo. Hasta el momento el feto no parece tener daño, esperemos que continúe así.

 

Un rato después Tsunade le permitió entrar a ver al rubio, quien estaba recostado (con vendas en brazos, piernas y cabeza, además de gasas en el rostro y un suero conectado a su brazo). Se sentó a su lado y sujetó una de sus manos, sorprendiéndose al sentir que le regresaba el agarre.

-¿Naruto?

-Sasuke… -le sonrió débilmente

-Maldita sea, dobe, casi meda un ataque cuando supe que te habían secuestrado. Hice todo lo posible por mantenerte alejado de peligros así, pero de todas maneras lograron encontrarte –gruñó

-N-No… Ellos… iban tras Gaara… Yo grité… q-que era tu mejor amigo…

-Para que no se lo llevaran –dedujo

-Sí… p-pero lo hirieron…

-Tranquilo, él ya está fuera de peligro. ¡Pero lo que hiciste fue algo estúpido! ¡¿Y si descubrían nuestra relación?! ¡Te pusiste en grave peligro y también a nuestro hijo!

-¿Hijo? ¿D-De qué… hablas?

El Uchiha detuvo sus reclamos y observó aquellos confundidos ojos azules. ¿Realmente era posible que él no tuviera idea de su embarazo?

-Dime la verdad, Naruto: ¿tomaste el tratamiento de fertilidad sin decírmelo?

-S-Sólo una vez... hace semanas… pero no funcionó. Quería tanto una familia c-contigo… Luego me arrepentí por todo lo que me has… E-Espera –su mirada se tornó afligida-… ¿a-acaso yo…?

-Sí, tienes un mes de embarazo.

Naruto abrió los ojos de sobremanera y llevó las temblorosas manos a su vientre. Hizo un gesto adolorido y luego las lágrimas se acumularon en sus cuencas.

-L-Lo siento, S-Sasuke… Tú me advertiste… y yo no te dije… Lo puse en p-peligro…

-Shh, tranquilízate, él está bien –lo rodeó con sus brazos-. No te estaba culpando ni reclamando, es que me aterraba la idea de perderte. Y saber que ahora esperas un hijo nuestro… ¡Maldición! –gruñó- Pude haberlos perdido a ambos.

-¿R-Realmente está bien?

-Sí, pero la doctora dijo que debemos estarlo monitoreando. Tú también debes cuidarte mucho de ahora en adelante –y dicho eso besó su frente, consolándolo

 

Estuvieron largo rato de esa manera, reconfortándose con el calor del otro. Acababan de atravesar por una situación crítica que no sería olvidada tan fácilmente; probablemente dejaría cicatrices no sólo físicas, sino emocionales, a pesar de ello ahora tenían una nueva razón que les daba esperanza y fuerza para seguir adelante. Y precisamente por ese bebé Sasuke juraba que habría lo que fuera con tal de que tuviera un futuro a salvo y feliz.

 

Un par de horas después, Itachi llegó a visitar al rubio. Sasuke ya le había comentado que el mayor estaba al tanto de su matrimonio, para que estuviera preparado en caso de que lo cuestionara. Al verlo ingresar a la habitación, el Uzumaki no pudo más que sonreírle con una mezcla de gratitud y vergüenza, de modo que Itachi correspondió al gesto.

-Sí, más te vale que la conciencia te esté remordiendo por haberme ocultado que hace mucho eres mi cuñado e incuso eso ya está legalizado formalmente.

-Lo siento mucho, Itachi nii.

-No, quien debe pedir perdón soy yo. Se suponía que mi oposición a que te relacionaras con Sake era para mantenerte a salvo, pero con ello sólo los orillé a esconderse para estar juntos. Y al final mira lo que sucedió –agachó la cabeza-. Maldita sea, si hubiésemos tardado más, esos bastardos podrían haberte matado.

-Pero me encontraron –sonrió con cariño-… Ustedes fueron en mi rescate.

-Claro que sí –le sujetó la mano y después su expresión se tornó sombría-. Sasuke me dijo que hiciste que ellos te secuestraran para impedir que se llevaran a Gaara.

-Sí, aunque igual salió herido.

-Está a salvo. De no haber sido por ti, ahora estaría muerto. Muchas gracias.

-Él es mi amigo –apretó el agarre de sus manos-. Itachi nii… debes ser sincero, o él… se irá lejos de ti.

 

Después de aquello pasaron un par de días. A pesar del consejo de Naruto, el Uchiha mayor no se había atrevido a visitar a Gaara (quien ya sería trasladado al mismo hospital que el rubio). Sasori le reportaba lo que los médicos informaban, pero hubo algo en su tono de voz durante la última llamada que desconcertó a Itachi, por ello ahora caminaba por los pasillos del hospital junto a Deidara, quien se negó a dejarlo ir solo.

-Ya traigo a Kisame como guardaespaldas –comentaba el moreno

-Lo sé.

-¿Entonces por qué insististe tanto en acompañarme?

-… Sólo por si las dudas.

 

El rubio se quedó con Sasori y sus hombres mientras Itachi se encaminaba a la habitación del Sabaku. Sin embargo no pudo entrar a pesar de que la puerta estuviera abierta, ya que observó que el pelirrojo estaba acompañado de un chico de corto cabello oscuro que sostenía un cuaderno de dibujo mientras parecía hablar de un libro que leyó recientemente. No le prestó mucha atención porque sus ojos estaban fijos en las pequeñas sonrisas que Gaara no podía disimular ante algunos de los comentarios de su compañero. La atmósfera que despedían esos dos era tan cálida y reconfortante que estrujó el corazón del Uchiha. Dio media vuelta y regresó por el mismo camino hasta que llegó con Deidara y los demás.

-¿Quién es el sujeto que está con Gaara? –preguntó a Sasori

-Shimura Sai –respondió-. Fue Gaara quien me pidió que le informara su situación y el chico de inmediato vino a verlo. Es estudiante universitario, está limpio de antecedentes peligrosos o comprometedores, ya lo investigamos, jefe.

-Ellos… parecen realmente cercanos.

-Eso creo. ¿Quieres que le pida retirarse para que hables con el pelirrojo?

-No, él lucía muy a gusto con su… amigo. Volveré después. No es necesario decirle que vine.

 

Itachi se alejó de ellos siendo seguido de inmediato por Deidara. El ojinegro suspiró y se detuvo de pronto.

-Lo sabías, por eso insististe tano en acompañarme, ¿cierto?

-Sasori me había comentado de ese chico –explicó-, fui yo quien lo investigó antes de avisarle lo de Gaara. Cuando vino la primera vez y entró a verlo… esa expresión de alivio en su rostro dijo tanto.

-¿Y…Gaara cómo reaccionó al verlo?

-… No te tortures con eso, Itachi. Yo…

-Silencio –ordenó

Él sabía perfectamente que Deidara sí albergaba sentimientos románticos a pesar de que su relación desde el inicio fue meramente sexual. Apreciaba al rubio como amigo y compañero de trabajo, pero jamás lo había visto de otra manera. Le agradecía que se preocupara por su sentir, sobre todo respecto al Sabaku, sin embargo no podía engañar a su corazón. Itachi a quien amaba era a Gaara, pero no había hecho bien las cosas con él y por eso ahora, tal como se lo advirtió Naruto, lo estaba perdiendo. Porque apareció alguien que lucía realmente dispuesto a hacerlo feliz.

 

Por la noche Itachi, Sasuke, Shisui, Obito y Kisame se reunieron con Orochimaru, quien les confirmó que efectivamente lo que quedaba del grupo Tora (responsables del ataque a Naruto y Gaara) se había aliado al grupo Hebi, lo que los volvía enemigos sumamente peligrosos.

-No hay duda de que volverán a atacarnos –habló Orochimaru-, y de forma mucho más organizada. El secuestro del rubio sólo fue consecuencia de su rencor por apoderarnos de su territorio.

-En ese caso debemos acabarlos primero –concluyó Obito

-Pero no es tan sencillo atacarlos –comentó Kisame-. Por eso el grupo Hebi ha durado hasta ahora y lo sabes, Orochimaru.

-Claro, pero igual que los Uchiha, tienen puntos débiles –sonrió tétricamente

-Me niego a atentar contra inocentes –dijo Itachi, arrugando el ceño

-Ellos lastimaron a Naruto –le recordó su hermano

-Y antes de eso iban tras Gaara –añadió Shisui-. Cierto, él sí trabaja con nosotros, pero por lo mismo Gaara es como de la familia.

 

No llegaron a ningún acuerdo, de modo que prefirieron retirarse y tratar de descansar, pues tenían muchos días difíciles por delante. Mientras tanto debían mantenerse más alertas que nunca para evitar otro golpe a su organización.

 

Fue hasta el final de la semana cuando Itachi decidió visitar a Gaara, aprovechando que ya estaba en la misma clínica que su cuñado a quien también quería ver. El pelirrojo lo recibió con una expresión serena e incluso le sonrió levemente cuando tomó asiento a su lado.

-¿Tan mal me veo como para que pongas esa cara?

-Gaara…

-Me honra que el mismísimo jefe venga a verme –comentó y luego se puso serio-. Ya quita esa expresión de tu rostro, no estoy muerto.

-Y no sabes cuánto me alegro por ello.

-Aún así… no pude proteger a Naruto y por mi culpa él salió herido.

-Si le dices eso, no le importarán tus heridas y te golpeará con fuerza –dijo, sonriendo con gracia al imaginar la escena

-Eso es cierto –suspiró y desvió la mirada-. Sasuke me comentó que ya estás informado sobre su matrimonio.

-Así es –le sujetó la mano con delicadeza-. Confieso que me sentí algo molesto porque me lo ocultaron, pero te agradezco que los respaldaras y apoyaras todo este tiempo.

-Son mis mejores amigos.

-Lo sé, por eso lo entiendo –apretó la mano del pelirrojo para que le prestara atención-. Cuando salgas de aquí, quiero que renuncies al grupo Uchiha. Te ayudaré a buscar otro trabajo o a que retomes tus estudios de fotografía, lo que desees, pero lo importante es que hagas una nueva vida lejos de todo esto.

-¿De qué rayos estás hablando?

-Ellos iban por ti, Gaara. Si hubieran logrado su objetivo, estoy seguro de que te habrían torturado y asesinado… No quiero que te vuelvas a exponer de esa manera por la gratitud que sientes hacia mi familia.

-Tú… ¿cómo te atreves a decirme eso? –reclamó, soltándose de su agarre y mirándolo con ira- Nunca nadie me ha obligado a estar con ustedes, lo he hecho por mi propia elección.

-… No vale la pena que arriesgues tu vida por algo así.

Aquello fue un golpe bajo para el Sabaku. Quería gritarle tantas cosas, explicar sus motivos, los profundos sentimientos que también estaban implicados desde hace años. Pero no lo hizo. Sintió cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos, sin embargo se negó a derramar alguna y en su lugar agachó la cabeza.

-Será mejor que te vayas y no regreses –indicó

Itachi se arrepentía de lo dicho, pero tenía que mantenerse firme. No quería alterar más al pelirrojo, no estaba del todo recuperado, así que decidió obedecerlo, aunque antes de salir escuchó un suave murmullo indicando que era un idiota insensible.

-… Puede que tengas razón –soltó, recargado en la puerta cerrada de la habitación

 

Todavía estaba sumido en sus pensamientos cuando fue abordado por Sasuke, quien los últimos días también parecía muy serio; aunque no era para menos tomando en cuenta la horrible experiencia que acababa de vivir su esposo.

-¿Hablaste con Gaara? –le preguntó su hermano

-Sí, pero no lo tomó muy bien. Es mi culpa por las palabras que utilicé.

-Debemos idear un plan radical que nos libere de esas amenazas cuanto antes.

-Tranquilízate, Sasuke. Sé que deseas venganza, yo también, pero…

-No es solamente por eso –interrumpió y lo observó fijamente-. Voy a tener un hijo.

Aquellas palabras hicieron eco en la mente del mayor, inundando su pecho con una cálida sensación. ¡Iba a ser tío! Entonces tomó la firme decisión de que sin importar las consecuencias, se desharía de todos aquellos que amenazaran el bienestar de ese bebé, Naruto, Gaara y sus demás seres queridos. Estaba totalmente convencido de que su hermano pensaría igual y lo apoyaría sin dudar hasta el final.

 

***** VENGANZA *****

 

Naruto había sido dado de alta del hospital. Se trasladó a un nuevo departamento vigilado las veinticuatro horas, pues los Uchiha (ya enterados de su embarazo) no pensaban arriesgarlo bajo ningún motivo.

 

El rubio trataba de visitar seguido a Gaara, al menos lo suficiente que el reposo recomendado se lo permitiera, así como las visitas de Sai. Ya había observado a ese pelinegro al lado de su amigo y él también notó lo a gusto que el Sabaku parecía con su presencia. Lo lamentaba mucho por Itachi, ya que era evidente que el pelirrojo se estaba distanciando de él. Esperaba que su cuñado realmente supiera lo que estaba haciendo y estuviera dispuesto a asumir los riesgos.

 

Regresando con Gaara, se encontraba leyendo un libro mientras a su lado Sai estaba entretenido terminando un ensayo. El herido dejó su lectura y centró su atención en el otro hombre.

-¿Seguro que no te estás atrasando con tus tareas por estar aquí?

-No te preocupes, Gaara –le sonrió-, tengo todo controlado. Además no podría privarte de mi agradable compañía.

-Presumido.

-Jejeje. Ya hablando en serio, ¿te encuentras bien?

-Me estoy recuperando de heridas de bala, así que me siento adolorido.

-Sabes que no hablo de eso. Incluso antes de tu accidente lucías… Decepcionado, triste, no sé con exactitud, pero era como si te hubieras despedido de algo.

-… Eres bastante observador –rió con pesar y luego suspiró-. Descuida, fue más como si despertara de un largo sueño. Y ya me hacía falta. Te lo agradezco.

Seguramente Sai no entendía el por qué de sus palabras, pero cuando le dedicaba esa misma sonrisa que lucía en esos momentos, de verdad pensaba que no necesitaba quedarse estancado para siempre en un amor platónico y podría llegar a ser feliz de verdad.

 

Mientras tanto en las instalaciones de Sharingan, Itachi había mandado llamar a Obito, Shisui y Sasuke para informarles el plan formulado para atacar la alianza entre los grupos Hebi y Tora.

-¿Realmente con eso lograremos evitar que vuelvan a lastimar a uno de los nuestros? –interrogó Sasuke

-Así es. Al menos si todo sale de acuerdo al plan.

-Entonces cuenta conmigo.

-¡Un momento! –intervino Obito, mirando a sus sobrinos- Lo que dices es muy descabellado y peligroso.

-Soy consciente de eso, tío. Y seguro que mi otouto también.

-Pero…

-Chicos –interrumpió Shisui-, ¿están dispuestos a llevarlo a cabo sabiendo el costo y las consecuencias?

Ambos lo observaron fijamente y asintieron. Shisui intercambió miradas con su tío, quien al notar la determinación en los rostros de sus sobrinos no pudo más que suspirar y acceder a apoyarlos. No estaba de acuerdo con el plan de Itachi, pero si ellos ya habían tomado la decisión, entonces no tenía más remedio que ayudarlos hasta el final. Y pasara lo que debiera pasar.

 

Por la noche Sasuke se encontraba recostado con Naruto acurrucado en su pecho. Pasaba las manos sobre el vientre aún plano; sonrió bobamente al imaginar cuando comenzara a abultarse. Deseaba que el niño o niña heredara los ojos de su rubio progenitor.

-¿Qué pasa, teme? –lo escuchó preguntar- Desde que llegaste actúas muy extraño.

-Sólo estoy cansado, pero me siento mejor aquí contigo y el bebé.

-Vaya… Quién diría que la paternidad te volvería alguien cursi.

-Usuratonkachi –gruñó y le jaló la mejilla

-Auch, duele, suéltame –manoteaba intentando liberarse

Luego del pequeño forcejeo ambos rieron de nuevo y se sumieron en una agradable atmósfera. Naruto no tardó en quedarse dormido, por lo que el moreno lo rodeó con más fuerza atrayéndolo hacia su cuerpo y depositando un beso sobre sus cabellos.

-Te amo –murmuró-. Los amo a ambos. Y te juro que los protegeré aún a costa de mi vida.

Con cuidado se puso de pie, contempló unos instantes más el cuerpo de su esposo y con esa última imagen en la cabeza salió rumbo al punto de reunión. Era hora de llevar a cabo el plan de su hermano.

 

Precisamente Itachi se encontraba en el hospital mirando desde la puerta cómo Gaara dormía profundamente. Los médicos le indicaron que se estaba recuperando satisfactoriamente. Deidara se encontraba a su lado recargado en la pared, en total silencio y sin decir nada.

-Nunca te lo he dicho, pero estoy muy agradecido por tu compañía, Deidara.

-Alguien debía llevarte allá.

-No me refiero sólo a ahora, sino a todo este tiempo. Jamás seré capaz de compensarte como mereces.

-… Lo sé, desde hace mucho estoy resignado a ello –suspiró-. No importa cuántos amantes tengas o si me tienes más consideraciones que a ellos, tu corazón únicamente ha anhelado a una sola persona.

 Itachi sabía que ya estaban hablando de sentimientos más profundos. Era un maldito egoísta por desear a Gaara incluso si no lo reclamaba con tal de protegerlo, pero también odiando a quien quisiera acercársele; e incluso así tenía a su lado a Deidara sabiendo lo que el rubio sentía por él y sin poder corresponderle. Cuánto había lastimado a esos dos hombres, sin embargo estaba agradecido por las experiencias con ambos y por quedarse con él en las buenas y en las malas. Ellos merecían ser muy felices.

 

Todos los Uchiha y la mayoría de sus hombres de mayor confianza se reunieron en una vieja casa abandonada que les pertenecía. Ahí tomaron armas, balas y radios para poder comunicarse.

-¿Seguro que ellos se encuentran ahí? –preguntó Obito a Orochimaru

-Por supuesto. Kabuto lleva días vigilando el lugar. Hoy por fin los más importantes miembros del grupo Hebi y lo que queda del grupo Tora se encuentran en una “cena de negocios”. Claro que cuentan con mucha vigilancia, pero dudo que tengamos otra oportunidad de acorralarlos a todos juntos.

-Estoy de acuerdo con él –opinó Itachi-. Cada uno conoce su parte, hagamos que todo salga según el plan.

Hubo un asentimiento general y uno a uno comenzaron a retirarse. Itachi detuvo a su hermano antes de que se separaran y le puso  una mano sobre el hombro.

-Cuídate, Sasuke. Recuerda que tienes una familia esperándote en casa.

-Estoy haciendo esto por ellos –sonrió un poco-. Tú también cuídate, aniki.

-Por supuesto –respiró hondo y su mirada se tornó vacía-. Y si las cosas se nos salen de las manos…

-… Lo sé.

 

El grupo Uchiha asaltó la base de operaciones del grupo Hebi. Los ensordecedores ruidos de disparos y el olor de la sangre inundaron el lugar. El propio Sasuke y sus seguidores se estaba encargando de los integrantes de Hebi, pues fueron ellos quienes orquestaron el ataque a Gaara y que terminó en el secuestro de Naruto.

 

Habían enviado a Obito y Shisui para que resguardaran los alrededores y con ello ganaran todo el tiempo posible antes que los refuerzos comenzaran a arribar. Por suerte como se suponía que ese lugar era una base secreta, no todos los hombres estaban armados, pero sí sabían pelear bastante bien, por lo que les estabas causando demasiados problemas.

 

La operación debía ser rápida, con todo el ajetreo no tardaría en aparecer la policía, o peor, refuerzos enemigos. Por supuesto que no era algo sencillo, los caídos y heridos estaban aumentando rápidamente. Itachi y Kisame lograron avanzar hasta encontrarse con los líderes que buscaban. Alcanzaron a observar que estaban siendo resguardados por un numeroso grupo de hombres; atacarlos de frente ellos dos solos era un suicidio, de modo que los encerraron en su salón. Para cuando sus enemigos se dieron cuenta, las puertas ya habían sido fuertemente obstruidas.

-Kisame –llamó el Uchiha-, tengo un plan. Necesito que evacúes a todos nuestros hombres de inmediato.

-Pero, ¿qué hay de ti?

-¡Obedece lo que te digo, ahora!

 

No quedándole más remedio, el hombre se marchó. Itachi comenzó a quitar las cortinas de las ventanas, romper muebles de madera y todo aquello que fuera inflamable. Trataba de darse prisa porque escuchaba los golpes dentro de la habitación que habían sellado y la puerta no tardaría en ceder.

 

Se sobresaltó al escuchar pasos apresurándose y apuntó con su arma, pero justo en ese momento Sasuke llegó ante él, lucía varios golpes y heridas. El menor adivinó de inmediato lo que su hermano estaba haciendo, de modo que se puso a ayudarlo.

-Debemos acabar con todo aquí de una vez por todas –declaró

Cuando consideraron que ya habían acumulado suficiente, Sasuke sacó su encendedor para comenzar a prenderles fuego a los objetos amontonados. Se dispuso a hacer lo mismo en las habitaciones continuas para que el fuego se propagara rápidamente.

-Es demasiado lento –comentó Itachi-. Lo tengo: las instalaciones eléctricas. Vamos, Orochimaru me mostró un mapa de este lugar antes de que ingresáramos.

 

Ambos se dirigieron a la parte trasera de la mansión, lugar que gracias a sus subordinados ya se encontraba totalmente despejado. Comenzaron a mover cables hasta que pudieron provocar un corto circuito que terminó por desatar el incendio. Pero eso no fue todo, pequeñas explosiones comenzaron a escucharse en toda la instalación.

 

Afuera de la mansión los miembros del grupo Uchiha esperaban a sus líderes principales cuando escucharon una explosión mucho más fuerte y vieron cómo las llamas devoraban todo a su paso. Se escuchaban los gritos de quienes habían quedado atrapados adentro, provocando una escena aterradora y sangrienta.

-¡Esos dos idiotas no han salido! –gritó Kisame

Él, Shisui y Deidara estaban dispuestos a entrar a pesar de los riesgos, pero fueron detenidos por Orochimaru y Obito, ya que comenzaron a oírse las sirenas tanto de patrullas, ambulancias y bomberos que se aproximaban al lugar.

-Tenemos que llevarnos a nuestros heridos y caídos a un lugar seguro –ordenó el Uchiha mayor, apretando los puños-. Itachi nos ordenó proteger a nuestra gente cuando planeó este ataque.

Cruzó miradas con Shisui, quien se mordió los labios y dio un leve asentimiento, dispuesto a acatar la orden que su jefe, primo y mejor amigo más recalcó antes de que iniciaran con todo aquello. Algo que ellos debían llevar a cabo sin importar lo que pasara, por el bien de su grupo.

 

***** LÁGRIMAS *****

 

Un par de días transcurrieron de aquél ataque antes de que la noticia de lo ocurrido llegara a oídos de Naruto y Gaara. El rubio de por sí ya estaba preocupado, pues no había sabido nada de su esposo desde entonces. El pelirrojo también cuestionó a Sasori sobre lo ocurrido, de modo que el hombre aprovechó que ambos estaban reunidos en el hospital y llamó a Shiui.

 

El Uchiha llegó en compañía de Obito, Kisame y Deidara. Los cuatro lucían golpes y heridas recién hechas, además de mostrar semblantes cansados y vacíos. Todo esto no hizo más que aumentar la preocupación de los dos más jóvenes.

-Shisui-san, ¿qué sucede? –preguntó Naruto de inmediato- ¿Sasuke o Itachi nii resultaron heridos?

-¿Dónde están ellos? –interrogó Gaara, arrugando el ceño al notar cómo Deidara y Kisame desviaban las miradas

-Chicos, escúchenme atentamente, por favor –pidió el Uchiha menor-. Esto no es nada sencillo, pero… Primero quiero que sepan que ellos planearon ese ataque con el fin de asegurarse de que nadie volvería a lastimarlos a ustedes por su relación con nuestra familia, sólo deseaban mantenerlos a salvo y… Bueno…

-Shisui-san, estás dando muchos rodeos –el Uzumaki se plantó delante de él, seriamente-. Dinos de una vez qué sucede.

Al ver lo difícil que aquello era para su sobrino, Obito se adelantó y decidió tomar la palabra. Prefería ser el culpable de romper el corazón de esos dos.

-Hubo una gran explosión y un incendio que devastó el lugar –dijo y suspiró con pena-. Ellos… no sobrevivieron.

 

Tras esas palabras el mundo pareció hacerse más chico y fue como si el oxígeno de la habitación se acabara. Gaara gritó algo inentendible y trató de levantarse rápidamente, de modo que el rubio pelilargo corrió hacia él para mantenerlo recostado. Fue difícil, puesto que el chico forcejeaba mientras las lágrimas escapaban de sus ojos. Deidara lo abrazó con fuerza, pues comprendía bien lo que el Sabaku sentía en esos momentos. Quién mejor que él para brindar consuelo mutuo.

 

Por su parte, Naruto seguía de pie sin emitir sonido alguno, lo cual preocupó a los Uchiha tomando en cuenta la hiperactividad natural del rubio. De pronto Naruto comenzó a respirar aceleradamente y sus piernas ya no pudieron sostenerlo. Shisui reaccionó a tiempo y lo sujetó antes de que golpeara el suelo, viendo cómo el menor trataba de tomar oxígeno.

-Rayos, está hiperventilando –dijo Kisame y salió corriendo por un doctor

-Naruto, tranquilízate, por favor –suplicaba Obito-, piensa en tu bebé.

Esa era la razón por la que no les habían dicho nada antes. Sabían que ambos se alterarían y era muy riesgoso, sobre todo para Naruto y su ya de por sí delicado embarazo.

-Sa… Sa… -intentaba pronunciar el de ojos azules mientras el llanto bañaba su rostro

Esa escena y los reclamos de Gaara al fondo (quien seguía forcejeando al agarre de Deidara) estrujaron los corazones de ambos hombres. No podían mostrarse débiles, aquellos dos, los tesoros de Sasuke e Itachi, los necesitaban fuertes en esos momentos y juraban que los ayudarían y protegerían, tal como el par de hermanos deseaba y por ello hicieron todo eso.

 

Otros dos días más transcurrieron para que se llevaran a cabo los funerales de ambos hombres. Aunque la noticia de su fallecimiento ya había sido informada en los medios de comunicación, organizaron todo para que sólo asistieran los familiares y subordinados de mayor confianza. Pese a la renuencia de los médicos, Gaara asistió, siendo sostenido por Kisame. De pronto el Sabaku sintió cómo una mano se estrechaba a la suya y volteó, encontrándose con Deidara.

-Él te quiso muchísimo –le dijo éste-, aunque nunca supo la manera correcta de demostrártelo. Siempre lo regañé por ello.

-… Era un idiota –contestó, apretando el agarre-. Pero tú también eras importante para él, siempre te tuvo en gran consideración y confianza.

-Es diferente. Tú eras…

El pelilargo se quedó callado al sentir la severa mirada de Kisame, quien negó con la cabeza. Deidara suspiró y asintió, soltando la mano del chico y rodeándole los hombros con su brazo. Gaara ya estaba bastante dolido con todo lo ocurrido, asegurarle en esos momentos que él era el gran amor de Itachi, sólo iba a causarle una pena mayor. Cuando el tiempo pasara y la herida ya no escociera tanto, juraba que le diría todo lo que el Uchiha calló y él presenció como un mudo testigo.

 

Frente a los ataúdes se encontraban Naruto, Obito y Shisui, con el menor entre ambos morenos, ocupando el lugar que le correspondía como esposo (ahora viudo) de Sasuke y cuñado de Itachi. Los tres habían acordado mantener en secreto el embarazo del Uzumaki, pues temían que se desatara más caos tras lo ocurrido e intentaran lastimarlos nuevamente. Cada uno de los pelinegros tenía puesta una mano sobre los hombros del de ojos azules, quien dejaba salir sus lágrimas libremente. Un par de días atrás ya había llorado sin parar, abrazado a Gaara, en el hospital. Todavía le costaba trabajo creer que estaba ahí, despidiéndose de los dos hombres que cambiaron su vida, quienes lo tomaron bajo su ala protectora desde que lo conocieron; a quienes amó con todas su fuerzas, uno de forma fraternal, el otro como la persona con la que deseaba estar para siempre. Cerró los ojos con fuerza y llevó una mano a su vientre. Lo lamentaba tanto por su bebé, quien no podría conocer a su padre y a su tío consentido, pero él se encargaría de hablarle de ellos y que llegara a quererlos aún sin estar físicamente. Sasuke e Itachi habían hecho muchas cosas para protegerlo, desearía poder pasar más tiempo con ellos siendo una familia, pero eso ya no podría ser, sin embargo ahora él protegería a su hijo con la misma ferocidad y un día, cuando fuera su turno de marcharse al más allá, se reuniría de nuevo con esos idiotas y luego de darles una paliza por haber sido tan imprudentes, les dedicaría una enorme sonrisa, un fuerte abrazo y un gran beso a su amado teme.

 

Cada uno de los asistentes pasó a rendir sus honores a los ataúdes antes de que fueran sepultados. Cuando llegó el turno de Gaara, se soltó de Kisame y con paso tambaleante depositó una flor blanca primero sobre el ataúd de Sasuke. Ese presumido se divertía molestándolo, a pesar de eso siempre fue uno de sus mejores amigos.

-Echaré de menos tu sarcasmo –murmuró y sonrió levemente, bajando el tono de su voz-. Pero gracias por dejarme a mi otro mejor amigo y a un futuro sobrino que ya adoro. Te juro que siempre voy a velar por ambos.

Llevaba otra rosa que fue guiada a sus labios y la besó antes de colocarla sobre el ataúd de Itachi. Suspiró mientras su mirada se tornaba dolida y luchaba por contener el llanto.

-Te amo –susurró-, nunca me diste la oportunidad de decírtelo en persona, así que no es mi culpa. Lamento mucho el daño que nos causamos las últimas semanas, aún así –suspiró, recordando el día anterior cuando Sai lo visitó y al verlo tan triste, simplemente le acarició la mejilla con ternura y le permitió que se desahogara-… muchas gracias por haberme permitido estar a tu lado durante tanto tiempo, Uchiha estúpido.

 

Todos comenzaron a retirarse, dejando solos a Naruto y Gaara (frente a las tumbas recién hechas) para darles algo de privacidad. El pelirrojo tuvo que recargarse en su amigo debido a que las heridas le estaban doliendo, pero se negaba a retirarse todavía. De pronto el Uzumaki le tomó la mano libre para posarla sobre su vientre.

-Tío Gaara, dile que ni se le ocurra ser como ellos, o se las verá con nosotros.

El Sabaku lo miró con sorpresa por el comentario y luego soltó una ligera risa. Ahí estaba el Naruto que conocía, admiraba y respetaba, aquél que no se dejaba abatir por más oscuro que luciera el panorama. Aquello lo reconfortó de sobremanera y le dio esperanzas. Puede que en esos momentos se sintieran devastados, pero iban a estar bien. Un día.

 

***** SOMBRAS *****

 

El tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos. Un día te preguntas qué harás en el futuro y cuando te das cuenta cinco años ya han transcurrido. Uzumaki Naruto, ahora de veintiocho años, continuaba trabajando como profesor. Era muy querido por alumnos y los padres de éstos, apreciado por sus compañeros de trabajo e incluso codiciado por algunos de ellos, sin embargo él ya tenía al amor de su vida y quien iluminaba su mundo. Esa personita que justo en esos momentos correteaba alegremente en el parque cercano a su casa.

-¡Otou-chan! –le gritó- ¿Puedo jugar un ratito más?

-Mmm… Está bien, pero sólo diez minutos más. Recuerda que iremos a encontrarnos con tu tío.

-¡Sí!

El pequeño de cuatro años, de sedosos cabellos azabaches y brillantes ojos azules, corrió emocionado pateando una pelota mientras en su mano llevaba un peluche en forma de zorro que tenía desde que recordaba. Su nombre era Uzumaki Minato, el rubio decidió llamarlo igual que su difunto pare. Años atrás él tomó la decisión de que para proteger a su hijo no lo relacionaría con nada que involucrara el apellido Uchiha y su compañía (la cual ahora era manejada por Shisui, ya que Obito también se retiró para regresar con su esposa e hija). Por supuesto que Minato sabía los nombres de sus fallecidos padre y tío y los quería mucho, pero precisamente por el bien de protegerlo, Shisui no se acercaba a él y se limitaba a enviarle regalos (como el peluche de zorrito cuando nació) y esperar noticias de Naruto.

-Cuando se enoja es como tú, teme –murmuró el Uzumaki con melancolía, contemplando aquella sortija que su esposo le regaló años atrás

 

Minato continuaba jugando con su pelota hasta que la pateó tan fuerte que terminó en las ramas de un árbol. Se acercó corriendo a ver si podía alcanzarla, pero estaba demasiado alta para él. Iba  a ir por su padre cuando de pronto una silueta pasó a su lado y tomó su juguete para enseguida ofrecérselo.

-Aquí tienes.

Con timidez el niño la tomó. Su papá le había advertido mucho no acercarse a extraños, pero por alguna razón ese gran hombre de largo cabello oscuro no le provocaba miedo pese a lucir tan imponente. Quizá se debía a la pequeña sonrisa que le dedicaba.

-Muchas gracias –le dijo

-Tienes unos ojos muy bonitos –comentó el adulto y le revolvió el cabello cariñosamente-. Se buen niño y nunca te alejes de tu padre, ¿de acuerdo?

-¿Eh? –iba a preguntar algo más, pero en eso escuchó a lo lejos que su rubio padre lo llamaba, por lo que miró el hombre y le sonrió- ¡Le prometo que yo siempre estaré con él!

Dicho eso se fue corriendo a toda velocidad, llevando entre sus brazos ambos juguetes. El hombre se ocultó tras el árbol para contemplar cómo el pequeño se reunía con su papá, de quien era evidente que heredó esa radiante sonrisa.

-… Y yo siempre estaré cuidándolos, hijo.

 

Mientras tanto en una empresa dedicada a la manufactura de juguetes, Shimura Sai terminaba de exponer su propuesta para el diseño de la nueva sucursal que deseaban abrir. Sai se había convertido en arquitecto y poco a poco estaba ganando renombre. Obtener la aprobación sobre aquél proyecto sería muy bueno para su carrera.

 

Una vez terminó de responder las dudas de los posibles clientes, los ojos de Sai se posaron en el jefe de todos ellos, un misterioso hombre de corto cabello negro y que usaba gafas oscuras. Lo vio murmurar algo en el oído del hombre castaño que tenía a su lado, para luego ponerse de pie y retirarse. No sabía si aquello era una buena o mala señal hasta que Umino Iruka, el castaño, se acercó a él y con una sonrisa le estrechó la mano.

-¡Felicidades, Shimura! El proyecto es tuyo.

-¿En serio, Umino-san? ¡Muchas gracias! A decir verdad ya me estaba temiendo lo peor.

-Si lo mencionas por el jefe, no te preocupes, él es así. De todos modos lo verás muy poco, es un hombre ocupado.

-Entiendo. Prometo que haré mi mayor esfuerzo para que todo sea un éxito y estén satisfechos con mi trabajo.

-Confío que así será. Para cuando la construcción termine ya estarás instalado bien en tu nueva vida, ¿no? –sonrió, divertido

-Jejeje, eso espero.

-Oh, por cierto, ¿de casualidad ya conocías al jefe?

-Para nada. ¿Por qué?

-Qué raro… Él dijo que sólo lo cuidaras mucho.

Sai ladeó la cabeza, desconcertado. Tal vez el hombre se refería al proyecto. Por fortuna cuando iniciara con él ya estaría de regreso de su luna de miel. Sonrió ante el pensamiento y se apresuró a marcharse para ir a dar las buenas noticias.

 

Sabaku no Gaara se encontraba en una cafetería leyendo tranquilamente mientras esperaba a sus acompañantes. Ahora con veintiocho años, se dedicaba a fotografiar paisajes y a veces también personas. Su toque de tan buen gusto ya lo había llevado a trabajar con actrices y cantantes famosos. Hace cinco años, luego de salir del hospital, abandonó su puesto y tal como su viejo amor una vez se lo pidió, decidió hacer una nueva vida y retomó sus estudios de fotografía. De repente echaba de menos aquellos días, sin embargo no podía vivir en el pasado, menos con las nuevas oportunidades que el destino le había brindado.

-¡Tío Gaara!

De inmediato el pelirrojo se puso de pie para recibir entre sus brazos a su sobrino Minato. Un poco atrás venía Naruto corriendo tras su enérgico hijo. Sonrió, era difícil seguirle el ritmo a esos dos pares de ojos azules. Ellos eran su familia y los adoraba.

-Ya te he dicho que no corras así, Minato. Puede ser peligroso.

-Lo siento, tío.

-Disculpa el retraso –habló el rubio-, pero este remolino quería seguir jugando en el parque.

-Me recuerda a alguien –comentó el Sabaku, a lo que Naruto se hizo el desentendido

-Eh… Como sea, ¿ya está todo listo para el sábado? –preguntó mientras los tres tomaban asiento

-Se supone –suspiró-. Admito que me siento algo nervioso.

-Imagino que es algo normal, ya que en mi caso todo fue demasiado espontáneo –rió ligeramente-, pero ya verás que saldrá bien. Te mereces ser feliz, Gaara.

El pelirrojo correspondió a la sonrisa y luego dio unas palmaditas a la cabeza de Minato, quien estaba entretenido jugando con su zorrito de peluche. Su compañía lograba tranquilizarlo y saber que contaba con su apoyo para ese paso tan importante, lo alentaba.

 

Así llegó el sábado y el mismo hombre de gafas oscuras se encontraba oculto tras unos automóviles contemplando fijamente a las personas reunidas frente a un templo. Un rato antes se había llevado a cabo una boda y ahora todos felicitaban a los novios, un pelinegro y un pelirrojo. El sujeto apretó los puños con fuerza, aún así sonrió de manera vacía al verlos besarse.

-¿Acaso eres masoquista? –preguntaron a sus espaldas- Sólo te torturas viniendo aquí, Itachi.

El mencionado suspiró sin apartar la mirada de la feliz pareja y sus invitados.

-Lo sé –contestó-, pero no podía faltar. Además tú también viniste, Sasuke.

Ahí estaba el mismo individuo de largo cabello azabache que días atrás ayudara al pequeño Minato en el parque.

-Yo tampoco podía faltar –comentó-. Después de todo Gaara fue uno de mis amigos más cercanos y el que me ayudaba a mantener mi relación en secreto.

-Se mira muy feliz. Y pensar que jamás pude decirle lo que sentía. En eso fuiste más valiente que yo.

Sasuke entrecerró los ojos al divisar a su querido rubio abrazar a los recién casados, seguido de inmediato por su hijo quien fue recibido y cargado por el novio de cabello negro que ahora lo hacía reír.

-Él es un buen hombre –señaló Sasuke-. No sólo cuida de Gaara, también se preocupa mucho por mi familia.

-Si no lo fuera, no permitiría que se les acercara.

 

Aquél día en que atacaron al grupo Tora, como medida para asegurarse de proteger a Gaara, Naruto y Minato, ambos hermanos acordaron hacerse pasar por muertos, así nadie volvería a relacionarlos con los Uchiha ni a perseguirlos. Tuvieron que engañar a todos, aunque un día después debieron aparecer ante Shisui y Obito, quienes tras exaltarse y enfurecerse, escucharon sus motivos y accedieron a continuar con aquella farsa, a pesar del dolor que eso pudiera ocasionar a todos.

 

El precio que ambos hermanos tuvieron que pagar para proteger a sus seres queridos fue alejarse de ellos y pretender que habían muerto. De esta manera Sasuke no pudo compartir con Naruto su embarazo y vería a la distancia cómo su hijo crecía. Mientras que Itachi debía soportar ver a Gaara casarse con otro hombre que había demostrado amarlo sincera y devotamente, lo que él no pudo hacer. No tenía sentido arrepentirse y lamentarse si a cambio podían verlos a salvo, sonreír y ser felices, con ellos dos como sus demonios guardianes que siempre los estarían cuidando desde las sombras en silencio.

 

FIN

THE END

OWARI

Notas finales:

HIGARY-NOTAS:

(Comienza a sonar de nuevo la música triste de violín)

Pues ahí lo tienen… Confieso que este fic lo quería escribir por ese final, era algo que ya tenía decidió desde el inicio, por eso en el primer capítulo les aclaré que no habría extras, epílogos, finales alternativos ni nada por el estilo (Kyuu: Así que si quieren atacarla, adelante u.u). ¡Sí! Esperaré sus amenazas, golpes, jitomatazos, bombas, cebollazos, lo que deseen enviar, jejeje, asumiré las consecuencias de mis venas dramática y trollera XD Listo, Sai, puedes dejar de tocar, al rato te pago (Sai: Genial, necesito comprar pinturas nuevas n.n). Ahora que ya pude darle fin a este proyecto, podré enfocarme en Kurama (Kyuu: Ya está en proceso el capítulo 3), en mi fic largo que se supone debería haber empezado a subir hace mucho x.x y también en los oneshots que tengo pendientes tanto de Naruto como de otros fandoms. Pero mejor no me estreso tan pronto, que pase lo que deba pasar :D Por hoy me despido, queridos lectores. Los que me tengan en Facebook por ahí seguiré publicando mis tonterías, quienes sigan mi blog también próximamente subiré nuevas cosas y muy pronto me tendrán de nuevo por aquí dando lata. Mientras se me cuidan mucho y nos seguimos leyendo. ¡Bye byee!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).