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Señales por zion no bara

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Notas del fanfic:

Un fic dedicado a ShineLuhan quien me sugirió trabajar con Shun.

Nunca he trabajado con esta pareja pero tenía tiempo queriendo algo de ellos dos, espero que les guste. 

Notas del capitulo:

Saludos, deseaba que este fic fuera mi trama 275 en la página, pero resulta que no hice bien la cuenta porque es el 276, de todas maneras agradezco llegar hasta aquí, no sé si habrá un 300 pero seguiré adelante y veremos que pasa.

De verdad gracias por dejarme llegar hasta aquí, con ustedes.

 

 

Capítulo I

 

Estar en casa con la familia debe ser un sitio seguro en el que las personas deben sentirse protegidas y a gusto, permitirse ser quienes son y mostrarse relajados, sin problemas o no serios, saber que contaban con apoyo incondicional y que siempre contarían con los suyos para hacer frente a las dificultades que se presenten. Al menos se separaría que fuera de esa manera, pero para un joven llamado Shun de Andrómeda su casa no era nada de eso, a veces de verdad detestaba estar ahí, y no era por sus padres, los amaba y ellos lo amaban, pero había alguien que siempre le había hecho la vida imposible en su propio hogar.

Ese mismo día, antes de empezar el día escolar, Shun estaba sentado a la mesa del desayuno con su comida lista, pero apenas estaba probando el cereal cuando una mano lo empujaba por detrás de la cabeza haciéndolo ensuciarse y otra mano se llevaba su jugo. Volteó molesto pero ya estaba ahí su hermano mayor, Ikki.

—     ¿Qué quieres perdedor?—le lanzó sin más— ¿Vas a pelear por esto?

El menor hizo un gesto de fastidio y volvió al cereal pero el otro continuó.

—     Ya sabía que eras un gallinita, marica. Gallinita mariquita.

Después de eso se reía pero Shun sabía que su hermano siempre había sido así y quejarse no le había dado resultados, cuando sus padres aparecieron tan solo lo amonestaron pero obtuvieron la misma respuesta de siempre.

—     ¿Qué? Es solo una broma.

Aparentemente la única persona que la consideraba graciosa era él, pero todo tendría que quedar de lado cuando ya casi era hora de que llegara el autobús, por eso terminaron con prisa de arreglarse para salir a la estación. Era como cualquier otra esquina, algunos que se conocían se iban saludando y charlaban, en el caso del menor de los hermanos solo se hacía a un lado mientras el mayor se encontraba con unos amigos y de inmediato se enredaban en una ruidosa charla. Shun no los soportaba, todos atletas, todos unos idiotas a su parecer, pero como en todo típico círculo escolar eran de los fuertes y pisoteaban a los que veían débiles, y sin importar lo que dijeran no hacían nada para que las cosas cambiaran.

Mientras avanzaba el autobús, Shun iba hojeando un cuaderno, se suponía que era para las clases pero él lo había terminado usando exclusivamente para dibujar, se debía decir que ese delgado muchachito de cabellos y ojos verdes con facciones afiladas contaba con bastante talento al dibujar. Pero no era algo que se supiera, pues como muchas otras cosas de su vida lo mantenía en privado. Cuando llegaron a la escuela que era de nivel medio superior todos los chicos comenzaron a bajar, pero el de ojos verdes no prestaba mucha atención a eso, era de los últimos por lo regular, todo porque esperaba que su hermano y el resto de sus amigos se alejaran antes de darse cuenta que andaba cerca y comenzaran a molestarlo. En la escuela era como cualquier otro estudiante, no más destacado o peor que muchos, lo cual además de su temperamento lo hacía más bien un solitario.

Pero no tenía ni la menor idea de que las cosas estaban por cambiar cuando uno de sus maestros les dejó una tarea.

—     Quiero que me entreguen un ensayo, quinientas palabras—explicaba el profesor.

Los chicos hicieron ruidos de desacuerdo en su mayoría pero el profesor ya conocía todos esos ademanes, era un caballero de nombre Albiore de Cefeo y sabía tratar con los jóvenes en su mayoría, así que esa escena no le sorprendía.

—     Quéjense lo que gusten—continuaba el profesor—Pero igual tendrán que entregarlo, para que se les haga menos pesado que sea tema libre, algo que ustedes elijan, así que ya saben, hojas blancas a espacio sencillo, con sus datos. Que pasen buen día.

No parecía contar con mucho entusiasmo con esa tarea pero de todas maneras tendrían que hacerlo, y como conocían a ese maestro mejor era cumplir con sus tareas, por lo que no fue difícil ver a varios chicos ir a la biblioteca para buscar datos ¿Por qué a la biblioteca? Porque ya sabían que al profesor Albiore no le gustaban solo búsquedas en internet y bajaba puntos cuando era así, no necesitaban eso en una tarea. Además al jovencito de los cabellos verdes le encantaba leer, libros, y por eso le gustaba ir a la biblioteca.

Pero justo en el camino hacia el edificio de silenciosa sobriedad había un grupito de pie en la esquina de uno de los pasillos, el problema era que se trataba de Ikki y sus amigos; cuando Shun pasó delante de ellos procuró no hacerles caso y salió casi bien librado, pero dos compañeros que iban atrás no tuvieron esa suerte pues escuchó cuando los frenaban y les hacían una pregunta extraña.

—     ¿Quién les dio permiso de pasar por aquí? ¿No saben que esta zona es libre de perdedores?

De verdad que eran unos nefastos.

Ya en el interior no tardó en ver el de ojos verdes a algunos de sus compañeros que conocía, no dirían que eran grandes amigos pero a veces charlaban, por eso les hizo un suave saludo con la cabeza, un castaño llamado Seiya, un rubio de nombre Hyoga y otro chico de largos cabellos negros que se llamaba Shiryu, se notaba que cada uno tenía intereses diferentes. El primero sostenía un libro sobre carreras de autos, el segundo sobre la muerte y el tercero de literatura clásica de oriente. En  cuanto a él se limitó a ir al sitio que deseaba, donde estaba el apartado dedicado a la música, había biografías de grandes músicos y compositores, compilaciones de ensayos diversos, enciclopedias sobre historia de la música, pero en ese instante tenía algo muy preciso en mente: quería algo sobre violines.

Vio varios títulos, cómo hacer violines, cómo tocar música de violín, grandes intérpretes del violín, pero al final se interesó por uno que se llamaba Historia secretea del violín. Parecía una biografía de tan famoso instrumento y le pareció el mejor, además que no era muy grande, escogió un sitio tranquilo y empezó a hojearlo para sacar algunos datos, los necesitaría y el resto ya lo sacaría de su computadora. No se dio cuenta del paso del tiempo pero cuando copió lo último que necesitaba se fijó que le quedaban unos minutos antes de que saliera el autobús, podía hacer algo más, y sacó su cuaderno de dibujos, arranco una hoja solo para comenzar a hacer el dibujo de un violín. Empezó por el contorno, las suaves curvas, cada trazo que iba llenando de vida el dibujo y se formaba…

—     Ya vámonos cabeza hueca—le dijeron acompañado de un empujón.

Se trataba de su hermano, por lo que se limitó a cerrar el libro con fuerza y a dejarlo en el carrito de entregas, sin dejar de escuchar lo que decía el otro.

—     Aparte de perdedor nerd ¿no te cansas de ser tan teto?

De verdad que ese muchacho tenía una habilidad natural para ser molesto, pero su hermano menor se quedaba callado.

Ya en el autobús las cosas no mejoraron, pues Ikki decidió centrar sus comentarios en Shun, quien a falta de asientos tuvo que sentarse enfrente de su hermano y sus amigos, los cuales secundaban al otro en ser molestos.

—     ¿De verdad esa cosa es tu hermano Ikki?—preguntaban en voz alta.

—     Eso dicen, mis padres aún ruegan por la llamada del hospital diciendo que fue un error.

Los otros se reían pero Shun no se movía de su lugar, tan solo no entendía que ganaban con tratarlo así, su hermano era alto, fuerte, musculoso, con ese cabello azul y los ojos grises, muy distinto a él, era verdad que no se parecían pero ¿Qué ganaba con ser tan cruel con él? desde que era pequeño recordaba que las cosas habían sido así, le quitaba sus juguetes, rompía sus cosas, le pegaba, le decía sobrenombres desagradables, de verdad no lograba entenderlo. De repente las burlas cesaron contra él, pero solo porque iban contra otros de los muchachos que iban en el autobús.

—     ¿Qué es ese hedor?—decía su hermano—Ya veo, perdedores a bordo, apestan a fracaso hasta aquí.

Los comentarios seguían pero el de cabellos verdes se concentraba en no escucharlos, pero sabía que los otros al menos podían ir a sus casas y todo acabaría, él no podía decir eso, ya que Ikki vivía en la misma casa. Llegaron a la parada y se dirigieron directamente a la propiedad, como cualquier otra de la misma calle, no llevaban más que unos pasos en el interior cuando su hermano le arrojó el balón que llevaba en las manos a la cabeza. Volteó a verlo con enfado y el de cabellos azules se limitó a reírse y se lo arrojó de nuevo.

—     ¡Déjame en paz Ikki!

—     ¿Qué vas a hacer?—preguntaba el otro con burla— ¿Vas a llorar, vas a llorar? Anda, ponte a llorar niñita.

Pero el menor solo se dio vuelta escuchándolo reírse y fue directo a su habitación, era verdad que lloraba pero había dejado de hacerlo frente a su hermano mayor, era más cruel con él cuando lo veía llorar, por eso solo derramó sus lágrimas a solas, para después limpiarlas y tratar de hacer su tarea pendiente cuanto antes.

 

**********

 

Al día siguiente, que era como casi todos los días, Shun no tenía más que dos planes en la cabeza, ignorar los comentarios de su hermano y sus amigos y volver a ir a la biblioteca pues al hacer su ensayo se dio cuenta que no había copiado los datos para hacer la ficha bibliográfica. Solo esperaba que ya hubieran acomodado los libros en su sitio y de hecho así era, por lo que encontró el volumen en su sitio exacto, no tardó en copiar lo que necesitaba y ahí hubiera acabado todo de no ser porque vio sobresalir apenas la orilla de la hoja con la que había hecho el dibujo el día anterior. Decidió tomarla pero apenas la vio notó que tenía algo escrito.

“Que hermoso es, gracias por hacerlo”

El de cabellos verdes no pudo menos que sentirse sorprendido y sonreír, no mostraba sus dibujos pues temía que se burlaran de él, pero había alguien a quien le había gustado lo que había hecho, pero ¿Quién podría haber sido? No tenía la menor idea, aunque tal vez, solo tal vez, si ya lo había encontrado una vez lo haría de nuevo, por lo que eligió arriesgarse y dejó una pequeña nota a su vez.

“Gracias por notarlo”

Y dejó el libro en su sitio, tal vez era una tontería pero igual quiso hacerlo, aun así no dejó de sentir cierta curiosidad sobre si tendría una respuesta.

Al día siguiente Shun volvió a ir a la biblioteca y de inmediato sus pasos lo llevaron al mismo sitio donde estaban los libros sobre música, tomó ansioso el que hablaba de los violines y encontró el mismo dibujo que había dejado, pero contaba con una nota nueva.

“Cualquiera podría, es excelente. Te escribo De un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…

¿Qué significaba eso? Pero de pronto las palabras se le hicieron conocidas, las recordaba, y supo adónde ir.

—     Es el Quijote.

Se dirigió de inmediato al sector de los clásicos de la literatura universal, empezó a ver los tomos, necesitaba el Quijote de Cervantes. Había varios tomos, los fue tomando uno por uno y finalmente en una de las versiones encontró una notita auto adherible.

“Gracias por venir a buscarme”

Sonrió abiertamente el de ojos verdes, pero decidió hacer algo a su vez por haberlo hecho buscar de esa manera y escribió algo por su cuenta.

“De nada. Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre

Con eso dejó el libro en su sitio, tomó el otro que había citado en grandes de la literatura hispanoamericana, el Pedro Páramo de Juan Rulfo tenía un inicio inolvidable, y le colocó una nota de su mano a su vez, solo era cuestión de esperar y sabría si valía la pena al día siguiente.

Lo cierto fue que Shun se quedó parte de la noche preguntándose si obtendría una respuesta; como fuera a la mañana siguiente estaba bastante ansioso por llegar a la escuela, trataba de no hacerle caso a las idioteces de Ikki y los otros, no pudo ir a la biblioteca a primera hora, pero por lo mismo estaba tan interesado en cuanto tuvo tiempo libre para ir a descubrir si tenía una respuesta. Llegó al estante que había visto el día anterior, tomó el libro que necesitaba y no pudo sino sonreír cuando vio pegada una respuesta a su comentario.

“Parece que llegué también, en La mañana del 16 de junio de 1904

Esa fecha, lo sabía, estaba seguro, sí, pero necesitaba ir al sitio de los modernistas, ahí debería estar, había solo tres tomos disponibles, tomó una a uno pero el tercero era el que buscaba, sonrió al abrirlo.

—     James Joyce, tu Ulises es excelente.

Ahí estaba su mensaje escrito con pulcritud y con una nueva señal.

“Eres bueno al llegar en la fecha exacta”

A su vez el de cabellos verdes dejó su nota con entusiasmo.

“Esto es divertido. Tanto como Cuando el señor Bilbo Bolsón de Bolsón Cerrado anunció que muy pronto celebraría su cumpleaños

Ahora solo quedaba esperar, Tolkien y La comunidad del anillo le tendrían una respuesta o tal vez no, pero de verdad quería una respuesta.

Desafortunadamente tuvo que esperar todo un fin de semana pues se descansaba en la escuela pero el lunes a la primera hora libre que tuvo corrió a la biblioteca, necesitaba saber si tenía una respuesta. El género de fantasía contaba con más admiradores pero había varios libros del título que escogió, de hecho eligió el más grande, confiado en que por su volumen no lo tomarían en préstamo, en lo cual acertó. Abrió el tomo y había una respuesta nueva.

“Fiesta especial. Por eso Una mañana, al despertar de un sueño tranquilo…”

El de cabellos verdes se quedó pensando, esas palabras, las conocía, claro que las conocía, sus pasos fueron directos, existencialistas y cuentos, solo había un sitio para eso, las singulares portadas con un insecto demostraban lo que buscaba.

—     Todos nos hemos sentido como un insecto alguna vez—se decía—Y nadie lo explicó mejor que Kafka en La metamorfosis.

Así era, el relato certero de la alineación de un hombre era lo que buscaba. Había varios textos y también era parte de compilaciones, pero encontró justo el que necesitaba con una sonrisa.

“Esa familia a veces me recuerda a la mía, aun así Las familias felices son todas iguales; las familias infelices lo son cada una a su manera

¿No sería personal decirle eso? No, dejó el mensaje en la inmortal novela Anna Karenina de Tolstoi y una vez más necesitaba paciencia para aguardar.

Aun así su paciencia se vio recompensada cuando encontró su nueva respuesta, la pequeña nota estaba ahí.

“¿Lo crees? La verdad no lo sé, Esta es la historia más triste que he oído nunca". 

¿Quién era? Lo sabía, estaba seguro que lo sabía ¿Foster? No ¿Butler? No ¿Huxley? Claro que no, pero al menos notaba que todos eran ingleses, así que debía ir a literatura inglesa pero del siglo XX, en el acto fue, tal vez lo recordara mientras veía algunos títulos… ¡ahí estaba!

—     Tenía que ser, Madox, El buen soldado.

Tuvo suerte pues el primer ejemplar que tomó era el que necesitaba en ese instante, ahí estaba la respuesta.

“Hello”

Se estaba divirtiendo con eso, pues también le daría unos buenos días, de cierta manera, pero deseaba hacerlo buscar ¿Qué podía usar? Dio algunas vueltas antes de decidirse, hasta que finalmente eligió. Caminó con calma y satisfacción por su elección, tomó el libro que buscaba y dejó su mensaje, ahora a esperar.

“Good morning, Whether I shall turn out to be the hero of my own life, or whether that station will be held by anybody else, these pages must show

El inicio le parecía claro, pero lo había dejado en su idioma original, todo para recordar las palabras exactas: Si soy yo el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me reemplazará, lo dirán estas páginas. Solo había una edición en la biblioteca de David Copperfield, la obra de Dickens, si la conocía tendría el sitio exacto para buscar. Cuando se fue solo pensaba si no habría puesto muy complicado el desafío ¿Se le habría pasado la mano? Pero sus temores se vinieron abajo cuando vio la respuesta que le esperaba.

“¿En serio? Pues Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso

Era más de lo que habían escrito hasta ese momento pero le parecía que dejaba muy en claro su punto, no contaba con que tomara a Salinger y su obra El guardián en el centeno, pero lo había sorprendido, necesitaba algo mejor, aunque lo que en verdad deseaba en esos momentos era algo más específico, por lo que su nueva nota dejada en un nuevo libro resultó mucho más específica.

Yo, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico esto-y-aquello-y-lo-otro. Aunque no es verdad”

Cuando dejó su siguiente mensaje decidió dar un paso más.

“La verdad es que soy Shun y deseo saber cómo te llamas”

¿Sería demasiado? ¿No asustaría a la otra persona? Pero era verdad, deseaba saber quién era, ya no le bastaba con ese pequeño juego de libros, quería saber quién era y conocerse y charlar cara a cara, eso era lo que quería, y antes que nada deseaba saber cuál era su nombre. Dejó el libro de Yo, Claudio de Robert Graves en su sitio, no podía explicarse por qué pero se sentía muy nervioso, tan solo necesitaba aguardar.

Al dejar la biblioteca se disponía a no pensar en nada en especial aunque forzosamente la idea de conocer a quien le escribía era lo que lo dominaba, pero su mente se tuvo que ocupar de otra cosa cuando escuchó un pequeño barullo, armado por su hermano y sus amigos. Tenían rodeados a Seiya, Hyoga y Shiryu, aparentemente ya les habían quitado sus mochilas y cansados de arrojárselas unos a otros habían enviado a sus dueños al suelo bajo el lema Come tierra fracasado, pero al final, después de tomar fotografías igual a todos los que solo se quedaron mirando y riendo, solo se alejaron. Los tres muchachos empezaron a levantarse, aunque el castaño les hizo una seña obscena con el dedo medio, el rubio apretaba los puños susurrando algo como Quisiera estar muerto y el de largo cabello negro respiraba con profundidad sacudiéndose la ropa.

El de cabellos verdes en verdad no comprendía qué ganaban con hacer eso y tampoco intervino porque sabía que no lograría nada, no más allá de acabar en el suelo como los otros, ya le había ocurrido antes y tenía que aguantar a su pariente en casa todavía. Cuando iba en el autobús volvió a su mente la idea de esa persona de la biblioteca, ¿Qué podría ser? Estaba en claro que le gustaba leer o al menos eso se decía, no por casualidad se conocían esas obras ¿Sería una chica…o un chico? Necesitaba calmarse un poco, en unas horas lo sabría o al menos eso esperaba.

El resto de las horas continuaba haciéndose preguntas pero a la hora de la cena debía presentarse a la mesa, sus padres lo veían como un momento de familia aunque él no lo disfrutaba mucho, pero había un motivo para eso.

—     Shun, te estoy hablando—dijo su padre.

El menor lo miró sin saber por qué le hablaba.

—     Te pregunté si todo estaba bien Shun, no has tocado apenas la cena hijo.

Iba a responder cuando el de cabellos azules se le adelantó, como siempre y como siempre con uno de esos comentarios que creía graciosos.

—     ¿Qué le puede pasar? Ni que algo ocurriera en Tetolandia.

—     Ikki—le advirtió su padre.

—     ¿Qué? Solo fue una broma—se quejaba el mayor.

Pero el de ojos verdes no tenía humor para eso, se levantó de la mesa dispuesto a irse a su habitación.

—     Solo no tengo hambre, gracias por la cena, quiero descansar.

Su madre lo miró con suavidad pero no le dijo nada, apenas unos pasos y se dio inicio a esa charla que se sabía de memoria con su hermano Ikki.

—     ¿Cuántas veces te hemos dicho que no molestes a tu hermano?—decía de inmediato su padre.

Shun estaba cansado de eso, era el sermón de siempre, sus padres se lo decían a su hermano con frecuencia pero ya sabía que el de cabellos azules no los escuchaba, por años habían hablado con él, sus padres, los maestros, consejeros escolares, otros padres de chicos a los que molestaba. Sí, porque su hermano siempre había sido un abusador pero el de mirada gris lo negaba, alegaba siempre que eran bromas solamente. Su hermano menor sabía bien eso, fue lo que dijo, que había sido una broma cuando le dislocó el hombro el día que lo tiró de las escaleras por empujarlo; había sido una broma cuando le metió la cabeza al inodoro a Seiya; había sido una broma cuando le dijo a Hyoga que su madre se había matado por tener un hijo como él; había sido una broma cuando le tomó una foto a Shiryu al sacarlo desnudo de los vestidores y se la pasó a todos en la escuela por redes sociales.

Ikki tenía un sentido del humor muy raro, pero para él solo era un imbécil y sus padres se negaban a aceptarlo, y el mayor simplemente no dejaba de hacerlo, se sentía muy seguro de que no iba a pasarle nada pues nadie le había dado su merecido.

Terminó por dejar eso a un lado, prefería esperar por el día siguiente, pues el mañana le traería noticias, de verdad lo esperaba.

Las clases fueron como se esperaba, pero solo hasta que era casi el final del día tuvo tiempo de ir a la biblioteca, casi corrió al lugar para buscar su respuesta, incluso le llamaron la atención por ir tan rápido, por lo que tuvo que moderar el paso. Pero al final se dirigió a la sección de Ficción histórica, casi sentía sus manos temblar cuando tomó el ejemplar, pero lo abrió, había una respuesta, sus ojos brillaron cuando leyó.

“Pueden llamarme Ismael”

Sonriendo ampliamente el de cabellos verdes fue de inmediato al sector de Novela de Aventuras, debía tener su respuesta, la siguiente, tal vez otra pista. Entró del lado derecho del pasillo, había varios tomos, pero tendría que buscar uno por uno, incluso llegaban del otro lado del estante, por lo que era mejor empezar, estiró la mano y cuando iba a tomar uno de los textos de Moby Dick de Herman Melville sintió que también lo tomaban del otro lado. Se quedó mirando y descubrió que alguien lo miraba a su vez. No supo cómo reaccionar cuando unos hermosos ojos magenta lo observaban con curiosidad, soltó el libro pero la otra persona también lo hizo y dio vuelta al pasillo, por lo que contempló a un hermoso chico rubio, o al menos pensaba que sus cabellos eran rubios, pues tenían un tono singular. Pero lo que en verdad le interesó fue que llevaba en la mano una pequeña libreta de notas auto adheribles, que ya tenía algo escrito, no era posible, mejor aún, si era posible, era él, y le estaba sonriendo y diciendo Hola con la mano.

—     ¿Ismael?

 

**********

 

Apenas había hecho la pregunta el de ojos verdes cuando sintió que era una tontería, el otro chico sonrió e indicó que no de un movimiento.

—     Lo siento—se disculpó el de cabellos verdes—Yo soy Shun, y deseaba conocerte ¿Me podrías decir cómo te llamas?

El muchacho rubio tomó una de sus notas, la que ya llevaba escrita, y le mostró.

“Me llamo Mime”

—     Mucho gusto Mime—dijo sonriendo.

El otro también sonrió y se estrecharon la mano pero el de ojos verdes no terminaba de comprender por qué no le decía nada.

—     ¿Pasa algo Mime? Es que no me dices nada.

Entonces el otro joven escribió de nuevo.

“Soy sordomudo”

El de mirada glauca tuvo que parpadear, no estaba seguro de que hacer o que decir, pero tuvo otra duda.

—     ¿Cómo es que me entiendes?

“Puedo leer los labios”

A partir de ese momento el resto ya no le importó mucho a Shun, tan solo pensaba en lo increíble que era conocer a ese chico que se llamaba Mime. Ese día se quedaron charlando un poco más aunque de inmediato se notó que el de cabellos verdes no comprendía el lenguaje de las señas pero el chico rubio escribía lo que deseaba decirle y ya no había complicaciones. Fue un momento especial para los dos pues fue cuando comenzaron a convivir y a conocerse.

En poco tiempo el de ojos verdes supo bastante de ese lindo chico que iba a la misma escuela que él, aunque hasta ese instante jamás se habían visto, resultaba que Mime era estudiante pues el plantel contaba con un grupo llamado “De necesidades especiales”, era de la misma edad y aparte de sus clases regulares tenía una asignatura más, música. Eso llamaba la atención del joven definitivamente, más aún cuando el de mirada magenta lo invitó a una clase, aceptó y no pudo menos que asombrarse.

Mime era un chico dotado para la música de una forma muy especial, le daba la impresión que sentía la música en su piel y a través de su alma. Notaba esa expresión en su rostro mientras tocaba, interpretaba con instrumentos de cuerda, su favorito era la lira, era como si en especial, al pegarla contra su cuerpo, viviera la intensidad de crear algo tan hermoso con sus manos. Pensaba en Beethoven, quien también era sordo, sin duda estaba ante un chico muy especial.

—     Eso fue hermoso Mime—le dijo felicitándolo.

La sonrisa del rubio le mostraba que le daba las gracias.

Al ir caminando al mismo paso y tratando de mantener una conversación, pues Shun hablaba más y le mostraba sus intentos por expresarse en el lenguaje de señas, aunque no eran muy fructíferos hasta ese momento. El otro chico le sonreía con suavidad solamente y ante esa sonrisa el de ojos glaucos no podía sino pensar en cuanto le gustaba ese muchacho, pero también pensaba en las dificultades, la principal que no tenía ni idea a esas alturas si él le gustaba a Mime. Terminaron por sentarse en las afueras, en las áreas verdes, con la sombra de un árbol cubriéndolos y dándoles una sensación de tranquilidad.

—     Sigo aprendiendo Mime—continuaba el de ojos verdes—Mira.

El de mirada magenta lo observaba, tomó su celular y le envió un mensaje, lo que dijo no era lo que quería decir.

“Me dijiste que te agrada estar condigo”

—     Era contigo.

“Lo supuse”

—     Mime, yo…

—     Hola Shun.

De inmediato tuvo que ver a sus compañeros, Seiya con ese aire de sentirse animado, Hyoga que se había vuelto tan callado y Shiryu que era amable.

—     ¿Quién es él?—preguntaron al sentarse.

Shun no pudo librarse de una sensación de desánimo pero finalmente los presentó con velocidad.

—     Ellos son Seiya, Hyoga y Shiryu, él es Mime.

Lo saludaron de inmediato pero notaron que a pesar de sonreír no decía nada, por lo que llegó una nueva explicación.

—     Mime es sordomudo—dijo.

—     ¿Estás en las clases especiales?—preguntaba con amabilidad el de largos cabellos negros.

Le dijo de un gesto que sí.

Se quedaron por unos instantes charlando, pero tuvo que aparecer alguien más y no era una persona agradable.

—     Llegamos a tiempo, es la reunión de fracasados anónimos.

De inmediato reconocieron la voz, era Ikki y compañía, quienes de inmediato soltaron risas.

—     ¿Quién es ese? ¿Otro perdedor para el club?—preguntaba señalando a Mime.

Aún entre risas comenzó a alejarse, al menos no se había quedado a hacerles la vida imposible como era su costumbre.

—     Es un completo imbécil—soltó el castaño.

—     Perdona Shun—agregó con melancolía el de ojos azules.

—     Es tu hermano, pero es tan…—y el de cabellos largos no encontraba la palabra siquiera para describirlo.

—     Es mi hermano mayor—comentó el de cabello verde al de mirada magenta—Es un nefasto, casi todo el tiempo, lo siento.

En ese momento el que interpretaba música sonrió y le tomó la mano con suavidad, haciéndole señas de que todo estaba bien, tomó sus cosas y le envió un mensaje más mientras se despedía de los otros con amabilidad.

“No es para siempre Shun”

Se fue sin más pero el de cabello verde no pudo dejar de mirarlo, aunque los otros tres lo notaron y no pudo evadirse de estar ante miradas significativas por entender que había algo con ese chico, al menos para él. Se hubieran burlado pero no eran de ese tipo en realidad, les bastaba con soportar las burlas de otros, aunque no por eso charlaron menos y le hicieron bastantes preguntas por lo que sucedía. Sinceramente al de ojos glaucos le gustó eso, tener a alguien a quien contarle cómo se habían conocido y lo especial que era ese muchacho rubio en todos los sentidos desde que lo conociera.

En cuanto a Mime tenía que dirigirse a sus clases extra, que era la de comunicación y lenguaje, estaba a tiempo y su profesora lo recibió de inmediato.

—     Hola Mime, buenas tardes.

Como era usual en esos casos hablaba claramente, al mismo tiempo que le hacía las señales que decían lo mismo que mencionaba con palabras, en respuesta el rubio hizo lo mismo.

—     Vamos a empezar Mime ¿listo?

Indicó que sí.

Mime sabía que su maestra, que se llamaba Hilda, era una persona agradable pero le gustaba el compromiso al trabajar, la gente debía tomarse en serio sus clases, no admitiría que fuera de otra manera. Las cosas iban como siempre, le mostraba diversos ejercicios y la manera de hacerlos, le corregía algunas leves fallas que tenía para comprender mejor la lectura de labios y lo felicitaba por la suavidad con la que ya dominaba el lenguaje de señas. Pero ese día le comentó algo más antes de que se fuera.

—     Parece que hiciste un nuevo amigo Mime.

“Si, se llama Shun”.

—     ¿Dónde se conocieron?

“En la biblioteca de la escuela”.

De inmediato procedió a contarle todo lo que había sucedido hasta ese momento entre ellos dos que la verdad no habían pasado de charlas, aunque la profesora tenía algo más directo que preguntar.

—     Parece que Shun es un chico agradable.

“Si y es muy lindo”.

—     ¿De verdad?

“Si, tiene los ojos verdes más increíbles que puedas imaginar”.

Fue como si ella deseara decir otra cosa pero al final solo sonrió con calma.

—     Muy bien, que sigas siendo amigo del lindo Shun, nos vemos la siguiente clase.

“Nos vemos”.

Pero al salir el rubio se quedó pensando ¿Lindo Shun? Él no había dicho que fuera lindo, bueno, si lo dijo, aunque si era lindo, pero eso…terminó por sacudir la cabeza, no debía complicarse tanto, prefería que las cosas solo pasaran. No tardó en ver que el de ojos verdes ya estaba ahí, por él, y sin más ambos sonrieron.

Era claro que se agradaban, pero no aclaraban aún cuánto.

Pero siempre hay maneras para que ese tipo de situaciones se aclare.

—     ¿Nos vamos?—preguntaba el de ojos verdes.

Indicó el otro que sí y estaban ya en camino.

Habían acordado con anterioridad que irían al centro para hacer unas compras, nada muy especial, pero iban a hacer unas compras, el rubio deseaba adquirir unas cuerdas para su lira y el de cabello verde unas revistas. Cuando llegaron lo primero fueron las revistas, eran de temas variados, de viajes, de videojuegos, una de cine, otra de música, una más de computación, otra de historia; después fuero  por lo de Mime, y eso fue en una tienda de música. En cuanto entraron parecía que lo conocían pues el encargado los atendió con amabilidad, el músico le tendió un mensaje escrito con lo que necesitaba y no tardaron en entregárselo, así que estaban listos para volver.

Estaban justamente en el andén para tomar el subterráneo, que era como habían llegado, pero mientras aguardaban seguían hablando un poco, que en su caso era que el de cabellos verdes charlaba con palabras y el rubio le respondía con mensajes de texto a su celular. Era más sencillo así que esperar que el de ojos glaucos dominara el lenguaje de señas, aunque se esforzaba bastante en hacerlo.

—     ¿Puedo preguntarte algo Mime? Espero que no me lo tomes a mal.

“¿Qué cosa?”

—     ¿Cómo es que estudias música?

“Me gusta, cuando toco puedo sentir las vibraciones, por eso toco, no puedo escuchar, pero puedo sentir”.

Justo en ese instante llegaba el subterráneo y ambos notaron que iban solos en el vagón, pero no les molestaba que fuera así, era incluso agradable, aunque Shun no podía evitar sentirse tímido, al ir a su lado había yanto que deseaba decirle, que le gustaba, pero su garganta se cerraba y al mirarse terminaban por no poder sostener mucho tiempo sus miradas, el sentimiento estaba ahí pero no lo expresaban. No hasta que el de cabellos rubios decidió que era momento de hacer algo más que solo callar.

El teléfono del de cabellos verdes indicaba que tenía un mensaje y lo leyó.

“Quiero cantarte algo”

La verdad era que no terminaba de comprenderlo pero de inmediato estaba el de mirada magenta listo, lo vio respirar con profundidad y de inmediato comenzó a cantar, de una manera que la gente no espera verlo, no con sonido pero con el corazón. Sus manos y sus labios se movían y el de cabellos verdes supo que lo comprendía perfectamente.

Antes de cruzar la calle toma mi mamo

La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes

Hermoso hermoso hermoso hermoso chico

Antes de ir a dormir di una pequeña oración

Todos los días y de cualquier manera

Esto se está poniendo mejor y mejor

Hermoso hermoso hermoso hermoso chico

Querido querido querido querido Shun*

El de mirada glauca estaba conmovido, sentía que sus ojos se humedecían y se sentía sin aliento pero el rubio por su parte solo sonreía, se acercó suavemente y lo besó con ternura en los labios, por lo que el otro sonrió a su vez. Justo en ese momento pasaban por un túnel y siguieron besándose al salir, al mirarse, tomados de las manos, sabían que se habían encontrado y querían seguir juntos.

 

**********

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Si nada sucede subo la segunda parte la semana que entra, nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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