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Renuncia por zion no bara

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Notas del fanfic:

 

Fic dedicado a Mariela quien me sugirió que usara de nuevo a la pareja y que la trama fuera más o menos de esta manera, espero que sea de tu agrado.

También espero que le guste a quienes lean.

Notas del capitulo:

Es la primera parte, espero que les guste.

 

 

Capítulo I

 

Una provincia como Rodorio no tenía  nada que ver con lo que la gente usualmente piensa al escuchar que es un lugar de tradiciones, no contaba con ese pintoresco ambiente ni los paisajes clásicos, menos con esa especie de cálida camaradería que une a sus habitantes. Parecía más un cuadro abandonado por su fealdad con esas casonas pesadas y oscuras, miserables callecillas llenas de gente y el humo constante de la fábrica que lo ennegrecía todo. Rodorio era una zona minera, se obtenía carbón para alimentar las máquinas, labor pesada y descorazonadora que condenaba a sus habitantes a ser parte de ese sistema o a irse a lo desconocido. Ninguna de las dos era una decisión sencilla.

—     Lo mejor será hacerme cargo de una vez y que todo quede resuelto, aun en un lugar como ese.

Todo eso lo iba pensando un caballero de cabellos oscuros y mirada glauca bien vestido que no terminaba de sentirse convencido de tener que ir a un lugar semejante pero era su deber y lo cumpliría. Deber. Esa palabra que en su casa siempre había sido sagrada, su padre jamás permitió que la hicieran de menos o que la consideraran algo más, para El Cid de Capricornio resultaba la manera de regir su vida lo que el deber dictara. Y Shura de Capricornio, su hijo y heredero, no podía hacer a un lado algo como eso, justamente era por asuntos del deber que ese encontraba en semejante viaje para finalizar algunas cuestiones que la repentina muerte de su progenitor había dejado sin concluir; sin embargo su descendiente vería que las últimas voluntades de su señor padre se cumplieran, era lo que debía hacer.

—     Sé que pondrás mis asuntos en orden—dijo el caballero.

No le quedaba sino hacerlo, lo había prometido de manera tácita, así que estaba en camino para terminar con eso.

Cuando el tren se detuvo en la estación señalada, Shura miró alrededor, era un sitio muy feo, él estaba acostumbrado a los espacios abiertos y la limpieza,  en ese sitio no encontraba ninguna de las dos cosas, pero procuraba no demostrarlo. Necesitaba pensar en otras cuestiones antes de seguir, alojamiento por ejemplo, algo de comida, asearse, y finalmente hacerse anunciar en el sitio al que debía ir. Lo primero no fue tan complicado, había algunas posadas de diverso tipo y precio, eligió la más costosa que contaba con la opción de bañarse, además de comida que podían llevarle a su habitación si lo prefería; también, y eso contaba, había un chico para recados, lo iba a necesitar.

—     Estaré solo unos días—dijo al encargado—No deseo que se me moleste y necesito al chico de los recados para más tarde.

—     Muy bien, haremos todo lo que necesite—le respondieron.

Se ocupó de tener la mejor habitación del lugar, aunque estaba lejos de sus expectativas, de todas maneras agradeció el baño privado y la amplia cama bien tendida, eran principios de siglo, la gente debía vivir mejor a su parecer. Como fuera se hizo cargo de su propio equipaje, no muy voluminoso, pero no podía dejar pasar lo más necesario: un abrigo, una levita, una capa de negocios y un abrigo formal, las camisas blancas y chalecos, pantalones de diversos cortes y colores como el lavanda, marrón, negro y marrón oscuro, sin olvidar la ropa interior blanca. Por supuesto que estaban los zapatos y botas necesarios, ningún caballero que se preciara de serlo podría viajar con menos que eso en su equipaje y ya le parecía que no era ni lo indispensable, pero como no pensaba tardar en ese sitio debería bastar.

—     Al menos podré irme pronto—se decía—Será mejor asearme un poco y hacerme anunciar este mismo día.

Después de acomodar su equipaje se decidió por el baño, asearse era importante aunque no tardó mucho en eso, debido a su educación estaba convencido que el agua fría vigorizaba el cuerpo, por lo que necesitaba solo frotarse enérgicamente con una toalla y estaba listo. Vino el resto de su aseo pero eso fue rápido, ni un momento más que lo necesario, así que arropado solo con una bata se puso en la labor de escribir un mensaje en el pequeño escritorio, solo unas líneas que enviaría cuanto antes. Apenas secó la hoja con arenilla secante llamó al muchachito de los mensajes, le dio las señas del sitio al que debía entregarlo, le dio una buena propina y lo dejó ir, tan solo quedaba esperar.

—     Ojalá y no haya retrasos—pensaba.

De hecho pasaron unas tres horas cuando en el mismo lugar apareció otro chico de los recados con un mensaje para él, algo breve pero que le facilitaba concluir con sus asuntos, pues lo saludaban y le decían que sería bien recibido si accedía a ir esa misma tarde a la propiedad de la familia Géminis.

—     En cuanto lo resuelva todo podré irme.

Le gustaba la idea en definitiva.

Shura iba bien vestido a la propiedad de la familia Géminis, no los conocía más que por referencias, su padre había sido amigo de un caballero de nombre Deuteros, de la familia Géminis, y habían tenido unos asuntos sin resolver, pero al fallecer su padre correspondía a Shura hacerse cargo de todo. Al quedar delante de la propiedad solo la observó unos segundos, le dio la impresión que solo se trataba de una larga construcción baja de piedra oscura, nada halagador, pero no debía demostrarlo. Cuando un sirviente apareció dijo sin tardanza el motivo de su visita.

—     Soy Shura de Capricornio—dijo—Me esperan en la casa.

—     Adelante.

Era verdad que lo esperaban, pues fue guiado sin tardanza por el lugar, veía los muebles antiguos, heredados sin duda alguna, acomodados por aquí y por allá valiosos recuerdos, ya por dentro no estaba tan mal pero seguía pareciéndole frío todo el ambiente. Lo dejaron en un saloncito agradable con una vista a grandes cuadros de los ancestros de la familia, parecían muy orgullosos y satisfechos de eso.

—     Buenas tardes—lo saludaron.

Dio vuelta y se encontró a unos pasos de un hombre joven, tal  vez de su edad, con largos cabellos azules y ojos profundamente verdes, guardaba mucho parecido con algunos de los hombres de los diversos retratos, así que asumió que era parte de la familia. Lo saludó atentamente inclinando levemente la cabeza para después extender su mano galantemente, tal y como indicaban los modales que debía ser.

—     Buenas tardes, soy Shura de Capricornio, y quedo a su servicio.

—     Es un placer—decía el de cabello azul—Mi nombre es Saga de Géminis.

—     Es parte de la casa entonces.

—     Sí, mi padre es Deuteros de Géminis.

Siguieron charlando por unos instantes en lo que aparecía el caballero al que iba buscando el de cabellos negros, pero no fue un momento desagradable después de todo, de hecho el de Capricornio se sintió bien recibido por ese joven con el que tuvo una charla animada y amable, y no podía dejar de notar que era apuesto. Estaban cómodamente sentados en un amplio sofá tapizado compartiendo algunas palabras más cuando apareció el señor de la propiedad, quien pareció interesado en notar que los otros dos se estaban entendiendo tan bien en una primera entrevista. Los jóvenes lo notaron y el de cabellos negros de inmediato se puso en píe para presentar sus saludos, aunque el recién llegado parecía más interesado en no recobrar la formalidad.

—     Gracias por venir Shura de Capricornio—lo recibió—Y antes que nada permítame presentar mis condolencias en persona por el fallecimiento de su padre, El Cid era un gran caballero y un buen amigo.

—     Me encuentro a su servicio señor—dijo educadamente—Mi padre siempre guardó un interés respetuoso y atento por usted, lo consideraba un amigo.

—     Me alegra su visita aunque lamento los eventos que la precipitan, espero que se sienta bien recibido por nosotros.

—     Así me siento.

En ese instante Saga sonrió, lo que hizo que su padre centrara su atención en él, siempre había sido muy mimado por el caballero, con el cual tenía un enorme parecido, todo un Géminis sin duda.

—     Veo que mi hijo Saga se ha presentado ya.

—     Deseaba darle la bienvenida padre—dijo el joven.

—     Han sido muy amables en recibirme—continuó el de Capricornio—Mi padre deseaba que liquidara sus asuntos pendientes.

Se lanzaba directamente, parecía no muy dispuesto a aguardar pero el menor de los Géminis pensaba de manera distinta.

—     ¿Por qué no se queda a cenar con nosotros?—ofreció con amabilidad—Así podrán charlar mi padre y usted y contaremos con el placer de su compañía.

El de cabellos oscuros pareció pensarlo por unos segundos, pero no deseaba  mostrarse descortés con sus anfitriones, así que se limitó a seguir lo estipulado en esos casos con educación y aparente naturalidad.

—     Me siento honrado por la invitación—respondió.

—     Todo está solucionado entonces—comentaba Saga—La cena se sirve en hora y media, mientras tanto podremos contar con el placer de su compañía.

De hecho las horas siguientes no estuvieron mal para Shura, se sintió bien recibido y atentamente tratado, además Saga no dejó de estar a su lado y parecía buscar la manera de convencerlo de quedarse y cuando terminó la cena y bebieron café también de conseguir que aceptara volver al día siguiente, lo cual por cierto también logró.

—     Muchas gracias por sus atenciones—decía Shura.

—     Lo esperamos mañana—respondía sonriendo el de los Géminis.

Sí, iría al día siguiente.

 

**********

 

Shura estaba en Rodorio simplemente para cumplir con los asuntos de su padre, quien había fallecido, eso incluía saldar lo referente a una hipoteca de la familia Géminis, no hubo ningún inconveniente con eso, los pagos estaban en orden y se liquidó todo con perfecta normalidad y de acuerdo a las normas correspondientes para que no quedaran cabos sueltos. Hasta ahí la misión del de cabellos negros estaba completa, pero no se fue de inmediato como era su plan original, por alguna razón se quedó más tiempo del previsto, como si hubiera una razón que lo hacía encontrar ya no tan desagradable quedarse en ese sitio. De hecho así era, pues no se necesitaba ser un observador muy avezado para darse cuenta que el de los Capricornio estaba muy atento al de los Géminis, el joven Saga.

Se les podía ver por la propiedad sobre todo, conversando, dando uno que otro paseo, algunas ocasiones salieron por los alrededores aunque le daba la impresión al de cabellos oscuros que no había mucho que ver realmente, pero trataba de centrarse más en su acompañante, incluso hicieron un recorrido breve por el pueblo, donde la gente se sacaba la gorra ceremoniosamente ante ellos, pese a lo cual el de cabellos azules actuaba indiferente, como si no lo notara y no devolvía las cortesías, estaba algo pagado de sí mismo ese chico pero no era algo que le interesara mucho a su acompañante, no por el momento al menos. Además el lugar no se prestaba a ver, era un sitio desolado, a momentos le pareció al de Capricornio que era un lugar gris, de verdad gris, como si las calles, los techos, los cercados, los caminos e incluso la gente estuvieran cubiertos por la espesa neblina del humo del carbón que se obtenía de las minas.

Era un tanto triste, más para alguien como él quien amaba la naturaleza y los campos, la brisa fresca y la sencillez, pero no se detenía a pensarlo, no en esos momentos.

Como la relación entre ambos jóvenes no era mal vista por nadie y en la casa Géminis incluso se mostraban más que conformes con la idea de una relación, no era descabellado que las cosas entre ambos continuaran, incluso Shura contemplaba la idea de hacerse un patrimonio en esas regiones, una casa tal vez, pese a que el lugar no terminaba de gustarle.

—     No estaría mal—comentaba con el de cabellos azules en una ocasión—Lo de estar en un hotel no es muy cómodo.

—     Si pero no tiene mucho sentido vivir aquí ¿o sí?—preguntaba el de cabellos azules de manera directa.

—     Pensaba que te gustaba tu hogar.

—     Claro, como a cualquiera, pero este ambiente no es exactamente el mejor, por decir lo menos.

—     Aun así…pero solo lo seguiré pensando.

—     Está bien Shura, tomarás la decisión correcta—decía sonriendo.

En ese instante se tomaron de las manos, definitivamente la relación iba bien, tanto que tal vez fuera el momento de contemplar un compromiso, uno formal.

—     Lamento decirte Saga que tendré que dejarte por unos días.

—     ¿Sucede algo?

—     No, pero necesito mi ropa, no puedo seguir solo con lo que traigo en mi equipaje.

—     ¿No podrían enviar por ello?

—     Prefiero elegir lo que traeré, además quisiera ver a un sastre, aunque tal vez uno de aquí pueda encargarse de un pedido.

—     Me temo que no hay nadie del nivel aquí Shura.

—     ¿No? ¿Acaso no hay sastres en esta región?

—     No para gente como nosotros—lanzó como si nada.

—     Ya veo.

No lo veía, aunque ya en ocasiones había notado y escuchado ciertos comportamientos en ese joven de los Géminis, eran la familia más importante de los alrededores, y eso hacía que el de cabellos azules tuviera una postura muy peculiar, de darse una importancia casi excesiva sobre quién era en ese lugar, no le resultaba tan malo al de Capricornio, después de todo él que había viajado y vivía en la capital sabía que no eran pocas las personas de su círculo social que pensaban de esa manera.

—     Me temo que debo dejarte Saga, hay cosas que resolver y necesito enviar algunas cartas a conocidos.

—     Está bien Shura, pero te espero mañana aquí ¿de acuerdo?

—     Estaré aquí.

—     Puntual—le advertía.

—     Estaré puntual.

De verdad que le gustaba ese muchacho pues no le hubiera tolerado a mucha gente que le hablara en ese tono que parecía querer ordenar sus hábitos y tipo de vida, aunque todavía no era momento de preocuparse por eso.

Como fuera las cosas marchaban entre los dos, en el tiempo que el de Capricornio estuvo lejos pensó en ese guapo joven de cabellos azules, la relación iba muy bien, la familia Géminis no se oponía de ninguna manera; además el de cabellos negros se decía con honestidad que no necesitaba de una gran pasión para hacer de Saga su esposo, no estaba mal, aunque tampoco era muy halagador elegir un esposo bajo semejante parámetro. Al ponerse en camino de regreso casi se sintió incómodo, el escenario que se le iba presentando no le agradaba, casi fruncía el ceño ante eso ¿Dónde estaban los bellos paisajes? ¿La naturaleza viva? ¿Por qué la gente estaba tan obsesionada con ganar y hacer dinero? Tal vez ese pensamiento era un tanto mojigato de su parte siendo como era un heredero pero no podía evitar notarlo, quizás en el fondo siempre había añorado algo distinto.

Cuando estuvo de regreso en el hotel con su equipaje se dispuso a llevar a cabo una labor que no terminaba de convencerle, influenciado como estaba por Saga: requería de los servicios de un sastre. No había logrado una cita con su sastre habitual en la capital pues el artesano tuvo una emergencia familiar y ni siquiera se encontraba en la ciudad.

—     Pero necesito uno.

Con ese pensamiento en mente se dispuso a tomar lo que hubiera a la mano y con el deseo de no retrasar su vuelta a Rodorio se mostró dispuesto a obtener algunos informes sobre alguien que pudiera llevar a cabo la labor, por eso se dirigió al administrador quien le informó de tres personas.

—     Puede elegir la que mejor le plazca—dijo el hombre.

De hecho Shura solo necesitaba un par de camisas, pero antes de encargarlas quería ver el trabajo, así que siguió su camino ese día, sin guardar expectativas en particular, claro que no fue una labor tan sencilla a final de cuentas. El primer nombre que le habían dado era de un sastre, contaba con su taller, pero el de Capricornio vio sus costuras y en definitiva no se sintió convencido, era muy crítico con ese tipo de cuestiones. Con el segundo no se sintió más animado, el sitio era un desastre, para una persona puntillosa como él eso era importante, así que no pondría en sus manos su ropa. El tercero no estaba en el lugar, había abandonado el negocio por la falta de clientes, así que el de cabellos oscuros se sentía en la misma situación que al inicio y se hubiera quedado así de no ser porque el destino dio una vuelta.

Había pasado velozmente con uno de los proveedores del lugar, no había mucho para escoger pero ya sabía que ese hombre conseguía todo lo que le pidieran, por un precio desde luego, se trataba de alguien de cabellos y ojos azules, mirada dura y nada de servilismo, algo rudo de modales y muy seguro de su valer. Se llamaba Death Mask de Cáncer, y al verlo entrar apenas si fijó sus ojos en él pues estaba atendiendo a otro cliente, aunque sí le dio un saludo veloz y suficientemente educado.

—     Buen día—le dijo—Deme un momento y lo atenderé.

—     Gracias.

El de ojos verdes miraba por el lugar, había unas piezas particulares que le llamaron la atención y cuando el otro cliente se retiró pudo ir hacia el mostrador, había encargado un juego de escritorio pues el del hotel no le convencía más.

—     Lo traeré en un momento—le dijo el de ojos azules.

—     Esperaré.

De hecho lo hacía pero no pudo evitar notar que el de Cáncer había dejado su chaqueta de día a un lado del mostrador, parecía remendada, nada inusual, pero veía que los puntos eran uniformes, muy delineados, de hecho el trabajo era bueno, muy bueno incluso para alguien como él, de ojo tan crítico. El de cabellos azules regresó con el pedido envuelto y en una caja, listo para ser llevado, cuando lo encontró en la labor de revisar su prenda, puso la caja sin más en el mostrador logrando que el otro saliera de su investigación, y se miraron por dos segundos antes de volver a decir algo.

—     No quise mostrarme invasivo—aclaraba el de cabellos oscuros—Solo me llamó la atención el trabajo en su prenda, es bueno.

—     Sí, la hice arreglar y me la dejaron perfecta.

—     ¿Puedo preguntar quién lo hizo? ¿Está en el pueblo?

—     Si—mencionó un poco receloso el de Cáncer— ¿Acaso necesita que remienden algo?

—     En realidad necesito un par de camisas y los sastres que me mencionaron no terminaron de convencerme.

—     ¿Solo es eso?

—     Solo eso.

El de Capricornio no atinaba a comprender por qué tanta suspicacia, pero al final el de ojos azules decidió decirle lo que le pedía.

—     Le daré las señas de quién hizo el trabajo, pero le advierto que no se deje llevar por los chismorreos de la gente.

—     ¿Qué tipo de chismorreo?

—     Solo tenga en cuenta que todos tenemos derecho a equivocarnos.

—     Por supuesto.

—     Bien, entonces se lo diré.

—     Gracias.

Con eso Death Mask parecía no estar más dispuesto a decir nada y le dio las señales y el nombre de la persona que debía buscar, vivía en la periferia de la misma región de Rodorio y se dispuso a hacerse cargo de eso de inmediato, tenía que anunciar su regreso a Saga y la familia, así que era mejor no perder el tiempo, apenas regresó al hotel para dejar su paquete, envió unas líneas al de largos cabellos azules y se dispuso a encontrarse con la persona que necesitaba. Repetía su nombre como los niños para que no se le olvidara el dato.

—     Aioros de Sagitario.

Iba a conocerlo.

 

**********

 

Shura estaba dispuesto a buscar a la persona que le habían indicado, estaba completamente al tanto que era él quien había pedido sus señales para encontrarla, mientras recorría el camino saludaba a las personas con  educación pero no se prestaba para detenerse a hacer ningún tipo de conversación, ese sitio seguía pareciéndole gris, oscuro, y la gente igual. Como fuera continuaba con su camino trazado aunque fuera por un camino que no había transitado antes, el aire se sentía suave y muerto, casi se pensaría que el ambiente estaba tosiendo enfermo. Se sentía rodeado por el silencio, oscuro e igualmente gris, pero conforme avanzaba se iba escuchando menos y menos el ruido de las minas, eso le iba gustando, dejar atrás esa locura del trabajo y la producción y la necesidad de la gente por el dinero.

Conforme avanzaba el de Capricornio se daba cuenta que la naturaleza parecía levantarse en pie de lucha contra el avance de las minas, le  gustó eso, las valientes florecitas que levantaban la cabeza retadoras, como diciendo Mírame mina, sigo aquí a pesar de ti. También estaban los altos y viejos árboles, con su aristocrático porte y el recio silencio, aún mostrándose con valor ante ese ataque de la industrialización que amenazaba todo cuanto habían sido hasta ese momento. No pensaba que hubiera un sitio como ese ahí, no lo había notado pero lo llenaba de un espíritu aventurero el verlo, siempre le había gustado la naturaleza, no tenía nada contra las comodidades, excepto que la gente se obsesionara con lo que podía comprar.

En unos momentos más logró divisar la casa que necesitaba, era verdad que la persona a la que buscaba vivía un poco aparte del pueblo, estaba como en los límites de lo que fuera un gran bosque, mucho tiempo atrás; se trataba de una casita de piedra arcosa con bardas rodeándola y una coqueta chimenea. Por un momento pensó que nadie vivía ahí pues había mucho silencio pero la misma chimenea mostraba señales de humo y los alrededores lucían bien cuidados, pero la puerta estaba cerrada y no veía señales sobre un oficio, lo cual era usual, si era sastre no se promocionaba.  Llamó a la puerta de manera segura y aguardó por unos segundos, pasaron unos instantes para que escuchara pasos serenos, la puerta se abrió y se encontró ante un hombre joven de cabellos y ojos castaños, un muchacho bonito por demás.

Se observaron en silencio por un instante hasta que el castaño habló para entender lo que estaba ocurriendo.

—     ¿Qué desea?—preguntó sin más.

—     Buen día—saludó el de cabellos negros—Me llamo Shura de Capricornio, necesito de los servicios de Aioros de Sagitario

—     Yo soy Aioros de Sagitario ¿A qué servicios se refiere?—preguntaba algo desconfiado.

—     Vi su trabajo en la costura y necesito que haga unas camisas para mí.

—     ¿Dónde vio mi labor?

—     Con Death Mask de Cáncer, fue quien me dijo su dirección.

—     Ya veo.

De nuevo el silencio, pero el de cabello castaño respiró y supo que no iba a dejar las cosas de esa manera.

—     Por favor pase—dijo.

Lo siguió al interior, los modales de ese chico no parecían del lugar, eran serenos, tranquilos, perfectos, al cruzar el umbral el de ojos verdes no tardó en notar la pequeña estancia, la piedra la hacía un tanto hosca pero el arreglo la suavizaba y la hacía confortable.

—     Tome asiento—le ofreció.

Era una silla amplia de madera, bien tapizada, estaba muy bien, así que podían hablar de negocios que era lo que los había llevado a ese momento.

—     Dígame qué es lo que necesita—pedía el de cabello castaño.

—     Se trata solamente de un par de camisas, desearía que….

El de ojos verdes le explicaba lo que necesitaba, sus instrucciones eran precisas y el de mirada parda no parecía tener problemas para comprender de lo que le hablaban, apenas tomaba unas notas sobre las medidas del de Capricornio, pues este se las sabía de memoria, el largo, ancho, cuello, puños, todo estaba bien definido, así como el corte y la tela. Mientras charlaban el de cabellos oscuros no dejaba de observar alrededor, el sitio estaba limpio, ordenado, contaba con muchas flores, debían gustarle, además notó que había unos cuadernos de arte sobre un par de mesitas. Después de eso observó un poco más a ese chico castaño ante él, debía ser de su edad o tal vez menos, esbelto y de porte agradable, en esos momentos llevaba el cabello peinado con naturalidad, usaba pantalones y camisa cerrada de género con una corbata sencilla, dejando a un lado una especie de chaqueta lisa y bien arreglada.

—     ¿Cuándo podré tener mi ropa?—preguntaba el de Capricornio.

—     En unos dos o tres días—aseguraba el castaño.

—     Se lo agradezco.

Con eso parecía que sería todo, por lo que el de mirada glauca se puso en pie y el castaño lo acompañó a la entrada, dejándolo traspasar el umbral, se miraron de nuevo y de manera atenta se despidieron.

—     Gracias por su tiempo—dijo Shura.

—     Fue un placer—respondió el joven.

Shura se fue sintiéndose casi animado, ese sitio era mejor que todos los demás que había conocido de Rodorio, pero tardó un poco más en volver  a su habitación pues le gustó estar rodeado de ese ramo de naturaleza un poco más. Cuando finalmente no pudo atrasar más el regreso, se encontró ya en la misma habitación en la que había estado, y no tardó en encontrarse con un mensaje de la casa Géminis, pero no era reciente. Le había sido dejado de antemano para que lo entregaran a su regreso, lo había dejado Saga, para informarle que había salido con su padre por unos días para atender unas cuestiones, lo que sin duda significaba que iba a comprarse ropa o zapatos o cualquier otra cosa.

Se sintió cansado antes de hacer más, le tocaba quedarse esperando por su regreso después de todo lo que había hecho para volver antes, pero ni hablar, así eran las cosas, tal vez podría encontrar una manera de entretenerse.

Shura intentó distraerse leyendo un par de libros, visitando los alrededores, escribiendo algunas cartas pero al final estaba harto, nada de eso le agradaba de verdad y estaba fastidiado profundamente de haber tenido algo que hacer quizás lo hubiera soportado pero estar en la quietud no era algo para él. A su padre jamás había terminado de gustarle esa manera de comportarse en que no se estaba quieto, siempre quería estar haciendo algo, una vez casi había gritado de enfado al encontrarlo arreglando una silla con uno de los sirvientes, pero era un niño curioso que le gustaba de saber cómo funcionaban las cosas. Esa quietud no era exactamente su elemento, así que cuando pudo salir de nuevo se sentía aliviado, por fin tenía algo a que dedicarse al menos por unos momentos.

Tenía que recoger sus camisas.

El joven de Sagitario le había hecho llegar un mensaje por la mañana del segundo día en que le decía que su encargo estaba listo, podía pasar a recogerlo, así que no lo pensó y se puso en camino de nuevo. La quietud de la naturaleza conforme se acercaba a la casita de las afueras le agradaba, era mucho mejor eso que la gris realidad del pueblo o el aburrimiento de la habitación en que se alojaba. Cuando divisó la casita se sintió en libertad de respirar, llamó atentamente a la puerta y unos momentos después le abrían, aunque el joven castaño parecía un poco sorprendido con su presencia.

—     Buenos días—saludo Shura.

—     Buen día, pase por favor.

Así lo hizo el de cabellos negros, se encontró con que el de mirada parda parecía dispuesto para salir.

—     Su ropa está lista si desea revisarla—mencionaba el de Sagitario.

Sin más le presentó las prendas, el de ojos verdes era muy crítico en ese tipo de cuestiones, por eso revisó con cuidado la labor, no encontró defecto alguno, era justo lo que había pedido, le gustaba eso, de hecho le parecía aún mejor que lo que tenía con su sastre habitual.

—     Están perfectas, muchas gracias—dijo.

—     De nada.

El de cabellos oscuros pagó la suma acordada, parecía que sería todo, el de cabello castaño envolvió la ropa en un papel especial y ató todo con un cordel, debía ser todo, solo despedirse y nada más. Pero justo cuando iba a retirarse el de mirada verde se dio cuenta que el joven ante él parecía estar listo para salir, al menos eso pensaba por su ropa, tal vez no había sido el momento más oportuno para llegar.

—     ¿Acaso lo interrumpí?—preguntaba el de mirada glauca.

—     No, pero pensé que vendría por la tarde o que enviaría por su pedido—respondió el de ojos pardos.

—     Me pareció que iba a salir.

—     Sí, pensaba dar una vuelta por el collado.

—     ¿Hay algo como eso por aquí?—indagaba interesado el otro.

—     Todo se encuentra cuando se sabe buscar.

En ese momento el de Capricornio pensaba las cosas con velocidad, había estado encerrado, aburrido, harto y fastidiado de ese sitio, y ahora sabía que existía un lugar que no  conocía y que le podría gustar, no era usual que hiciera algo como eso pero decidió intentarlo, no perdía nada después de todo.

—     Me pregunto si no soy inoportuno al solicitarle un favor—mencionaba el de cabellos oscuros

—     ¿En qué puedo servirle?

—     Si no es molestia me gustaría acompañarlo para conocer el collado, no he visto algo como eso por aquí.

En un primer momento el de mirada parda no respondió, parecía sopesar algo pero no tardó en decidirse por una respuesta.

—     Me agradará ser su guía—dijo.

Con eso, ponerse su chaqueta larga y una sencilla gorra en la cabeza cubriendo su cabello parecía listo, podían irse, estaban en camino de algo nuevo, por supuesto que eso aún no lo sabía ninguno de los dos.

Al ir avanzando ninguno de los dos hablaba mucho, comentaban algunas cosas del clima, de lo que les rodeaba, del pueblo, el de Capricornio externaba algunas  dudas y el de Sagitario las resolvía, parecía conocer muy bien todo el lugar, sin duda un hijo de esa valiente naturaleza en específico. Sin embargo los ojos verdes de Shura no dejaban de darse cuenta de algo más en ese joven a su lado, había algo en él, en su aspecto, era como suave, frágil, pero no dejaba de ser masculino aún con eso ¿Qué hacía ahí? ¿Estaría bien?

—     Parece intrigado por algo Shura de Capricornio—comentaba el de mirada parda sin dejar de ver al frente.

—     Me preguntaba por qué vive tan lejos del pueblo, este sitio es algo solitario.

—     Solo deseo un poco de silencio, nada más.

—     Ya veo.

Pero no charlaron mucho después de eso, no hasta que salió el tema de estar en relaciones con la casa Géminis.

—     Es un amigo de la casa entonces—decía Aioros.

—     Podría decirse, he sido bien recibido por todos, Saga de Géminis no ha dejado de ser amable y atento conmigo.

—     Que así siga siendo, que sea dichoso.

—     Gracias—mencionó sin terminar de estar seguro porqué le deseaba eso.

—     La gente por lo regular desea la dicha para sí misma, deberíamos desearla para los demás con mayor frecuencia.

—     Eso sería agradable.

Al final llegaron al collado, era un sitio de naturaleza abierta, era casi como contemplar un legendario y poético lugar en el que se podía disfrutar de una hermosa vista de la naturaleza que continuaba en pie, dándole la espalda a lo que los demás llamaban progreso. En el camino también disfrutaron de la belleza otoñal de los frondosos bosques de robles marojos, pinos, de las matorrales y la vida natural que se refugiaba en ese lugar para hacer su existencia con tranquilidad. La gente no era tan lista como todos ellos.

—     No esperaba un sitio tan hermoso como este aquí.

—     La mina está acabando con todo—dijo el de Sagitario—Pero la gente prefiere eso que esto.

—     Al menos me agrada que siga existiendo un lugar como este.

—     Es un refugio muy hermoso.

El de ojos verdes observó al joven a su lado ¿un refugio? ¿De qué se estaría refugiando ese muchacho en ese lugar? Pero al final no lo preguntó, prefirió conservar ese recuerdo de la naturaleza ante sus ojos y del castaño a su lado; sin embargo era momento de volver pero no se sentía menos contento el de Capricornio por haber conocido ese sitio. El camino de regreso fue hecho en silencio en su mayor parte pero eso no parecía molestar a ninguno de los dos jóvenes en realidad.

—     Gracias por haberme mostrado el collado Aioros de Sagitario.

—     De nada.

Fue todo, esas fueron sus palabras de despedida.

Los Géminis estuvieron de regreso al día siguiente, se lo hicieron saber a Shura por un mensaje, por lo que el de cabellos negros envió otro mensaje a su vez en que preguntaba si podía ir a verlos por la tarde, le respondieron que lo esperaban y que les gustaría contar con el honor de su presencia en la cena además. En términos sencillos podía ir a la propiedad y reencontrase con Saga, su casi prometido, pues solo hacía falta alistar los detalles para realizar un anuncio formal ante sus amistades.

Ciertamente por la tarde el de cabellos negros estaba ya en la casa de la familia Géminis, donde fue recibido por Deuteros quien le contó algo sobre ese viaje y las compras que realizaron con cierta dificultad.

—     A Saga no le gustaba nada de lo que veíamos—le comentó el señor de la propiedad—Quería algo especial para volver a verte.

—     Sé que sea lo que sea que use me encantará—respondió con caballerosidad.

De hecho en ese momento entraba al salón el de cabellos azules, usando un elegante conjunto de tono castaño, se le veía muy bien, aunque extrañamente ese color hizo que el de Capricornio pensara en el de Sagitario. De todas formas el joven sonrió y el otro también, por lo que su padre decidió darles unos momentos a solas.

—     Los llamaremos cuando esté lista la cena—anunció Deuteros saliendo.

Unos instantes y ambos se tomaron de las manos con suavidad, para después sentarse en el cómodo sillón donde comenzaron a hablar de ese tiempo en que estuvieron separados, aunque fuera un periodo corto.

—     No sabes lo que fue encontrar algo que me gustara—comenzó el de largos cabellos azules sin más.

El de cabellos negros lo escuchó todo con calma, procurando no perder ni una palabra, hasta que fue su momento de hablar.

—     Bonita camisa ¿la trajiste de la capital?

—     No Saga, de hecho tuve que mandarla a hacer aquí—le explicaba—Encontré a un buen sastre, me lo refirieron, se llama Aioros de Sagitario.

—     ¿Aioros de Sagitario?—preguntaba medio escandalizado.

—     ¿Lo conoces?

—     Todos aquí sabemos quién es—lanzaba con tono reprobatorio en la voz—Estuvo envuelto en un escándalo.

—     ¿Un escándalo?

Al decir eso recordó lo dicho por Death Mask, que todos podían cometer errores, pero el de Géminis iba a contarle toda la historia.

—     Se enredó con otro hombre—decía el de cabello azul—Se fue con él, fue su amante y luego lo abandonó, solo entonces regresó aquí, pero todos supimos lo que sucedió, lo que es.

—     Que pena—mencionó Shura con empatía.

—     Que vergüenza—sentenció Saga con dureza.

Ya no dijeron más del tema, parecía que sería todo para ellos, pero no tenían ni idea que no iba a ser de esa manera, Aioros de Sagitario no iba a salir de sus vidas solo porque no hablaran más de él.

 

**********

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Espero que les gustara, si nada sucede subo la segunda parte la semana que entra.

Nos leemos.

Linda semana.

Atte. Zion no Bara

 


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