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Broma por zion no bara

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Notas del fanfic:

Quise utilizar a esta pareja de nuevo en un fic corto, espero que sea de su agrado.

 

 

Tener una pareja es algo agradable, estar con otra persona invitaba a formar un vínculo, dependiendo que tan en serio o casual fuera lo que se desarrollara las parejas se unen o incluso se separan, y el Santuario no era un sitio tan diferente en ese sentido, para nada, los caballeros por muy caballeros que fueran, seguían siendo personas, seres humanos, y tenían la misma lista de defectos y virtudes que cualquiera. También era por eso, que como cualquier otro ser humano, buscaran a alguien especial en su vida, inclusive podría ser que no lo buscaran, simplemente llegara, no estaba mal, ya que si lo suyo era no estar con otra persona, lo que era perfectamente respetable, no se buscaba, aunque si se estaba en una relación, con una pareja, no era inusual hablar de ello con los demás compañeros.

Fue de esa manera que empezó una pequeña aventura para el caballero de la octava casa, Milo de Escorpión, quien estaba en una relación que debido a su duración, cercanía e intensidad sin duda les parecía muy seria a sus compañeros, quienes no esperaban verlo un día con un compañero formal pero habían aprendido a vivir con ello. Además el joven de los largos cabellos azules se veía genuinamente contento con su compañero y como el otro había cambiado (bastante) por esa relación nadie decía nada en contra ni hacía ningún tipo de crítica que pudiera afectarlos,  aunque sin duda seguía llamando la atención la pareja ante los demás.

Como fuera una mañana estaban reunidos algunos caballeros para entrenar en el Coliseo, nada fuera de lo habitual, hubo encuentros, combates, peleas, luchas y algunas valiosas experiencias de aprendizaje, como no pretender retar a una pelea puramente física a Aldebarán porque nadie, jamás, lo había derrotado frente a frente, siempre lo habían atacado por la espalda por eso; no era nada recomendable hacer enojar a Aioria porque no se detendría hasta desquitarse; Afrodita desvelado no medía sus ataques, Death Mask aún era muy capaz de reírse cuando triunfaba en un encuentro. Lo mejor era tomarse las cosas en serio pero con calma al mismo tiempo, eran compañeros ahora, estaban vivos, tenían una oportunidad de seguir con sus existencias, así que lo mejor era aprovechar.

En esa ocasión el caballero de la octava casa, o sea Milo, tuvo un enfrentamiento con Saga de Géminis, los dos eran buenos combatientes pero parecía que el de Escorpión no estaba en su mejor momento, no peleaba tan bien como se podría esperar y su compañero de Géminis terminó por finalizar el encuentro.

—     Dejemos todo aquí Milo.

—     ¿Qué pasa? ¿ya no quieres entrenar?

—     No pareces muy concentrado—fue la respuesta—Me miras y te contienes en tus ataques, no tiene sentido entrenar de esa manera.

—     No me estoy conteniendo.

La mirada de esos ojos glaucos le indicaba que el de la tercera casa no estaba de acuerdo con eso y ese rostro hacía que el joven de ojos azules solo pensara en cuanto extrañaba a su pareja, tanto que el otro caballero se acercó a él y se mostró amable.

—     Lo echas de menos ¿verdad?

—     Yo…claro que no, estoy bien—se defendía.

—     ¿De verdad?

—     Claro, ni que fuera un chiquillo para andar desmoronándome por no habernos visto dos semanas.

—     Tienes mucha entereza Milo.

—     Soy un caballero dorado, no un muchachillo cualquiera—decía intentando escucharse convincente—Entiendo que tenemos misiones y deberes, él también tiene que hacerse cargo de sus propios asuntos, eso es todo.

—     Eres mucho más maduro de lo que me imaginaba—decía con calma el del tercer templo—Ya pensaba que te ibas a poner a dar de saltos de alegría cuando te dijera que me comuniqué con él y estará por aquí a más tardar mañana.

—     ¡¿Qué?!

Esa pregunta que era casi un grito de alegría no pasó desapercibida por los demás que no pudieron sino voltear a ver a su compañero, parecía que se le iluminaba el rostro ante las novedades, estaban por regresar, él iba a volver.

—     Kanon me dijo que iba a venir este fin de semana—continuaba con tranquilidad el de Géminis—Pensé que te gustaría saberlo.

—     Kanon estará de regreso—se dijo sonriendo.

Justamente en ese momento se acercaban otros de sus compañeros, quienes ya se imaginaban lo que había provocado que el rostro de su compañero brillara de esa manera, no estaba mal que tuviera a alguien en su vida a pesar que el general de Dragón de Mar parecía la persona menos a propósito para el de la octava casa.

—     Supongo que el entrenamiento termina aquí—comentó con calma Mu.

—     Podemos seguir—dijo el de Escorpión de inmediato.

—     No, es mejor dejarlo aquí—declaró el caballero de Géminis—Además prefiero poner en orden algunas cosas en mi templo que he dejado de lado, nos vemos después.

El caballero de los cabellos azules y ojos verdes comenzó a alejarse, dejando a sus compañeros reunidos para continuar con su charla, que no tardó en girar en torno al tema de las parejas, para quienes tenían una en ese momento al menos.

—     Me alegra escuchar que Kanon viene al Santuario—comentaba Aioros al escuchar la noticia—A Saga le dará gusto tener a su hermano cerca por un tiempo.

—     Le gustaría más tener a Shaka cerca—soltó burlón Death Mask—Solo recuerden como lo mira cuando cree que Shaka no lo ve.

Los otros presentes no pudieron evitar reírse, era cierto que el guardián del tercer templo sentía algo por el caballero de Virgo aunque parecía que no se concretaba nada entre ellos dos, no aún; sin embargo la charla entre sus compañeros continuaba hasta que llegaron a un punto en particular, pues los que contaban con una pareja formal dejaron saber algunas historias.

—     Entonces le pregunté a Shura cómo me veía con mi nueva franela—les contaba el guardián de Leo—Y me dijo que me veía delicioso.

—     No parece tan malo—mencionó Camus.

—     Pero agregó de inmediato: “Te ves como un buñuelo de viento”.

Los demás rieron pues sabían que se trataba de un platillo frito de masa que tiene forma de bola.

—     Lo tuyo no fue tan malo—intervino Afrodita—La última vez que le dije a Aldebarán que me gustaban las estrellas me respondió que conocía un buen motel que tenía cinco.

De nuevo se rieron, no había problemas con eso, sabían que era una broma de parte de sus compañeros, aunque dio paso a otro comentario.

—     Al menos tú no tienes que pasar por esto Milo—le dijo aun riendo el caballero de Piscis.

—     ¿A qué te refieres?—preguntó el de Escorpión.

—     Bueno, Kanon no es de tipo de hacer bromas.

—     ¿Crees eso?

—     Jamás he escuchado que sea así ¿lo es?

—     Kanon es algo serio, solo eso.

—     No es tan malo—comentó Mu—Los dos están contentos por estar juntos y eso es lo que cuenta ¿no lo crees?

—     Por supuesto.

—     Aunque con tu carácter no imaginábamos que tal iban a salir las cosas entre los dos—mencionaba el de Cáncer—Tú parecías no poder estar serio más que en combates y él no bromearía aunque su vida dependiera de ello.

Los demás se mostraban de acuerdo pero al comenzar a separarse el guardián de la octava casa no pudo sino pensar en ello ¿Kanon no tendría sentido del humor? Debía tenerlo, eso era un hecho pero intentando hacer memoria de un momento divertido no lograba recordar alguno, podía reírse de algo pero no demasiado, se mantenía serio ante los eventos, hasta adusto algunas ocasiones en que los demás soltaban una carcajada abierta y sin límites. No era que no le gustara estar con él o que ese asunto de su sentido del humor le molestara, para nada, simplemente era su manera de ser, su compañero era un hombre serio y bastante imperturbable, no dado a las risitas simples o los comentarios que parecían venir de ningún lado.

A Milo le gustaba Kanon, eso incluía su manera de ser, que se mostrara formal y circunspecto era parte de él, no tenía problemas con eso, aunque era verdad que él por otra parte era tomado como uno de los más bromistas y sonrientes entre los caballeros dorados, por lo cual a muchos en un principio les había parecido que una relación entre los dos no podría tener mucho futuro. Pero los dos se habían entendido muy bien, aunque debía reconocer que en parte se debía a que él procuró ajustarse a la forma de ser de su compañero de cabellos azules manteniendo su sentido del humor en volumen bajo para no crear fricciones.

—     Los dos nos queremos—se repitió.

Era lo más importante.

¿Pero eso bastaba?

Por supuesto aunque eso no evitaría que el caballero de la octava casa tomara una decisión sobre hacer algo para que su compañero y él se rieran.

 

**********

 

Kanon necesitaba hacer su parte como uno de los generales marinos del templo del mar, estarían en tiempos de paz y las batallas habrían quedado de lado pero era importante continuar dando un sentido del equilibrio al mundo, así lo decretó Atenea y como había triunfado a todos los demás que habían regresado a la vida no les quedaba sino respetarlo. Esas nuevas obligaciones eran una parte de su existencia ahora, no estaba nada mal, además le daba un rumbo y sentido a su vida mientras forjaba nuevos lazos con los demás reinos y sus caballeros, una de las partes más importantes a reconstruir en ese tiempo fue la relación con su hermano gemelo, Saga, quien también se mostraba dispuesto a entablar un vínculo con su único familiar vivo. Ambos pusieron de su parte, hicieron un esfuerzo notable para comprenderse, perdonarse y dejar atrás todos los malentendidos que los habían apartado en el pasado; en ese sentido las cosas habían marchado bien, todo había mejorado entre los dos.

Una situación diferente fue la de tener un compañero, en ese aspecto no tenía pensado que alguien estuviera en su vida de manera permanente, no entraba en sus planes pero un Milo de Escorpión no era alguien que se pudiera ignorar, sencillamente era imposible no notar a ese caballero. Cuando se habían encontrado en el Santuario al regresar a la vida le pareció que no existía persona más sonriente que ese joven de cabellos azules, alegre como querubín era perfectamente capaz de enfadarse como demonio pero tenía muchos más aspectos en su personalidad que le había encantado conocer. ¿Por qué estaba pensando en todo eso en ese momento? Quizás porque estaba llegando al Santuario y lo vería de nuevo, no se negaba que era lo que más quería.

Cuando llegó al templo de Géminis no hizo ruido alguno, deseaba sorprender a su hermano, no dijo nada, se limitó a contemplarlo mientras estaba sentado leyendo un libro, nada extraño en él, un lector asiduo, pero lo demás era lo interesante, el tema de su lectura era muy definido y estaba acompañado de música, de la cual iba siguiendo la canción en turno, definitivamente su gemelo necesitaba hacer algo.

Se colocó tras él en el sofá sin decirle nada hasta que decidió ponerle fin a la escena muy a su estilo.

—     ¿Desde cuándo te interesa leer sobre la historia de la India Saga?—le preguntó en voz alta.

—     ¡Kanon!

Con la sorpresa el del tercer templo se levantó de un salto del mueble para ver al recién llegado, estaba contento pero no dejaba de sorprenderlo que no lo notara antes.

—     ¿Sabes Saga? Si fuera un enemigo no hubiera tenido problemas en tomarte por sorpresa y someterte.

—     Pero no eres un enemigo Kanon—respondió el señor del lugar— ¿Te molestaría anunciarte al llegar?

—     No realmente pero no hubiera sido tan entretenido.

—     Tengo derecho a la privacidad.

—     Lo perdiste cuando te dejaste sorprender de esa manera.

—     Solo estaba concentrado en mi lectura, es un tema interesante y no hay nada de malo con ampliar mis horizontes.

Sonaba como una explicación previamente creada pero a alguien como su gemelo servidor del templo del mar no podría convencerlo tan fácilmente.

—     Por supuesto Saga—decía con formalidad—Y sin duda estar escuchando “Las mejores cincuenta canciones de amor” es otra manera de ampliar esos horizontes, al igual que cantar “Te amo en el secreto”.

Nunca se hubiera esperado que algo o alguien lograra hacer que Saga de Géminis se ruborizara pero su gemelo lo estaba haciendo, vio sus mejillas cubrirse de un rojo encendido mientras intentaba controlarse.

—     Entonces debo suponer que no le has dicho nada a Shaka—comentaba su hermano menor con calma.

—     ¿Estás de visita para preguntarme solo eso?—preguntaba recuperando algo de compostura.

—     En realidad solo deseaba saber cómo estabas y veo que no has avanzado nada desde la última vez que hablamos ¿Hasta cuándo piensas decirle algo a Shaka directamente?

—     Prefiero dejar a Shaka fuera de nuestra conversación.

La forma de decirlo le indicó claramente a su gemelo que no pensaba continuar con ese tema y que era mejor que él tampoco lo hiciera, captó el mensaje y prefirió tratar un asunto que le agradaba más.

—     Muy bien Saga, haz lo que quieras, veo que estás bien y es lo importante—decía Kanon con calma—Si no te importa solo deseo refrescarme un poco y cambiarme de ropa para poder ver a Milo.

—     No tengas tanta prisa, al menos puedes decirme cómo te encuentras, qué has hecho, cómo están las cosas en el templo del mar, me interesa escucharte y saber que estás bien.

—     Podemos hacer eso mientras me refresco ¿te parece?

—     Claro.

Fue de esa manera entre los dos, compartieron un par de horas en las que comentaron sus asuntos, lo que habían hecho en ese tiempo separados y fue una buena manera de continuar cimentando esos lazos que se habían casi roto en el pasado; siguieron de esa manera hasta que les pareció que necesitaban hacer otras cosas también.

—     Me alegra haber venido Saga, me alegra ver que estás bien.

—     A mí también me alegra Kanon pero debo decirte que Milo estará más contento aún por tu regreso.

—     Milo estaría contento por cualquier motivo.

—     No lo minimices, te aseguro que Milo estaba feliz de escuchar que venías de regreso, ese chico te quiere.

—     Y yo a él—admitió sin vacilar—Por eso he regresado, quiero verlo, pero necesitaba de un poco de reposo, no es tan sencillo estar con un siempre activo Milo, cada idea sigue a otra idea en su cabeza.

—     Sí, siempre ha sido muy dinámico.

—     Tan solo deseo descansar un poco en este tiempo con él.

—     ¿Descansar, con Milo?—preguntaba algo escéptico su gemelo—No creo que sea una palabra que vaya con él.

—     Milo no es lo que los demás piensan—le aclaraba con seguridad el hermano menor—Es una persona centrada, tranquila, serena, bien dispuesta, no una especie de tarambana cabeza loca.

—     Tal vez contigo hermano, pero hasta donde lo recuerdo la seriedad no es algo que vaya con Milo de Escorpión.

—     Eso crees tú.

Y mientras los hermanos discutían lo que pensaban del caballero de la octava casa, un activo joven de ojos azules se dedicaba a tener listo lo que necesitaba para darle la bienvenida a su compañero, algo que podría ser bastante inusual, pero que se había dicho a si mismo que sería una broma estupenda.

—     ¿Tengo todo?—se preguntaba a sí mismo.

Revisaba las cosas sobre su cama, definitivamente contaba con todo, no era mucho pero quería que se viera lo mejor posible, al menos para el poco tiempo que calculaba que iba a ocuparlas, así que solo quedaba aguardar.

—     Cuando llegues no sabes la sorpresa que te espera Kanon.

Sonrió para sus adentros mientras terminaba de ajustar la cámara, quería recordar su expresión cuando viera lo que tenía preparado.

—     Solo falta que llegues.

Decidió cambiarse de ropa, necesitaba estar listo y sentía que el tiempo pasaba muy despacio mientras llegaba su compañero, pero quería hacer de ese encuentro algo especial, necesitaba demostrarle a los demás que su compañero tenía sentido del humor y ansiaba sorprender al de ojos verdes, estaba seguro que sería así.

Aunque en sus planes no había calculado del todo el temperamento de un Kanon de Dragón de Mar.

Como ya había descansado y estaba tranquilo en cuanto a si hermano Saga, Kanon se dijo que podía ir con su compañero, había pensado en visitarlo a él primero pero debido a que estaba un poco deseoso de saber que tal marchaban las cosas para su pariente y así no tendría que hacer esa visita después, prefirió ir primero a ver al caballero de Géminis, de esa manera el tiempo restante le sería dedicado por completo a su  pareja. Tan solo pensar en ese guapo muchacho de ojos azules lo hizo sonreír, de verdad le gustaba y no solamente por su aspecto, claro que era lo primero que había notado, tenía que reconocerlo, esos largos cabellos azules y sus destellantes ojos como zafiros, ese cuerpo que cortaba la respiración. Con algo de tiempo al tratarlo supo también de su carácter alegre, de su lealtad, su determinación, su valor, y todas esas otras virtudes que lo adornaban, le fascinaba que fuera así, un hombre por completo.

Al ir subiendo las largas escaleras de blanco mármol lo asaltó el recuerdo del día en que habló de su inclinación tan especial por el guardián de la octava casa, su gemelo lo había notado desde antes pero se había mantenido discreto sobre ese asunto, cuando hablaron de ello lo escuchó comprensivo pero tuvo un par de avisos que le dio con las mejores intenciones.

—     Milo es más joven que tú Kanon.

—     No es como si yo tuviera ochenta años Saga—se defendió.

—     Su manera de ser es de amigos, salidas, fiestas, ir de aquí para allá, aun quiere conocer muchas cosas.

—     Podemos hacerlo juntos.

—     No sé si sea alguien que busca una relación formal en este momento de su vida, te repito que es joven.

—     Podemos ser lo que el otro busca y aun no lo sabíamos.

Pensaba que su hermano se alarmaba de más, lo hacía con buenas intenciones, pero no necesitaba que nadie le dijera lo que un compañero podía ser, por supuesto que en un principio Milo había sido siempre risas y aventuras pero se fue acostumbrando a que él no era de esa forma, se tranquilizó por decirlo de alguna forma y estaban felices con ello. Aunque a veces tenían que separarse, pues tenían deberes y los cumplían, no obstante sus reencuentros eran fabulosos, pero no podía dejar de ser un tanto problemático pasar tiempo lejos uno del otro, tal vez debería encontrar una manera, ya lo había hablado en el templo del mar, poder estar más en el Santuario y así no se separarían.

Estaba en la entrada del templo de Escorpión, esperaba escuchar música a todo volumen, así era Milo, aunque cuando él llegaba el ruido se iba, quizás era de lo que le hablaba su hermano cuando le recordaba algo sobre su relación.

—     Solo una parte no puede ceder en todo a favor de la otra en una relación, debe ser mutuo.

No era que él le dijera a Milo que hacer, nadie en el mundo, solo Atenea tal vez, podría decirle cómo hacer las cosas, aunque si era cierto que su compañero cedía mucho para tenerlo complacido a él, no lo pedía pero el de ojos azules lo hacía pues pensaba que era la forma de hacerlo feliz; necesitaban hablar, eso era verdad.

Ya estaba en el interior de la construcción de mármol, extrañamente no escuchaba sonido alguno, se asomó por la estancia, la cocina y no había señales de su compañero, no parecía lo usual, tomó camino a la recámara que era el único sitio que imaginaba en el que pudiera estar el de ojos azules, sus pasos lo llevaron velozmente. No tuvo reparos en pegar el oído a la puerta, no escuchaba nada, tal vez estaba dormido, era una posibilidad, giró el picaporte con suavidad y empujó la puerta de la misma manera, había mucho silencio, demasiada quietud, todo el sitio estaba muy ordenado. Algo estaba sucediendo en ese lugar y una mirada veloz le dijo que había algo extra ese día, supo de qué se trataba pero ¿Qué esperaba su compañero que hiciera?

De inmediato notó que la cama estaba ocupada, iba a acercarse cuando notó algo que primero le detuvo el corazón para después hacerlo hacer que apretara los puños con una especie de rabia.

Milo no estaba solo en la cama, a su lado debajo de las sábanas se veía la figura de otro hombre, su cabeza estaba recargada sobre la almohada, sus cabellos negros se desparramaban por las blancas telas ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Lo iba a averiguar y no de manera muy tranquila pues de inmediato estaba a un  lado del otro y sin más jaló la negra melena para hacerse escuchar.

—     ¡¿Quién te crees que eres maldito hijo de…?!

Antes de terminar la frase y para su asombro se quedó con una maraña de cabellos oscuros entre los dedos mientras el resto de la cabeza rodaba por el suelo, no terminaba de reponerse de la sorpresa cuando un segundo después su compañero se levantaba de un salto de la cama, metido solo con los pantalones de su pijama y muy sonriente le hablaba de manera animada y evidentemente divertido.

—     ¡Si, caíste! ¡caíste por completo Kanon!—decía riéndose—No esperaba que fuera a funcionar tan bien pero deberías ver tu cara…

No terminó con la idea, la expresión de su compañero se hizo sombría, demasiado, parecía que incluso no lo miraba detrás de esos alborotados cabellos azules que semejaban la melena de una fiera por el enfado.

—     ¿Te parece divertido esto Milo?—le preguntaba con la voz de un tono helado.

—     Yo…era solo una broma…es una broma Kanon—intentaba explicarse el de la octava casa.

—     ¿Una broma?

—     Si…

—     ¿Solo una broma?

—     Si…

—     ¿Te pareció gracioso?

—     Yo solo…

—     Ya te mostraré lo que es gracioso.

—     Kanon…

—     ¡Ya te enseñaré a hacerme bromitas a mí!

Un segundo apenas, menos que eso, y ya estaba el de mirada glauca deshaciendo las sábanas, arrojando a un lado la almohada que había sido tomada como el cuerpo de otro hombre, de verdad se veía enfadado, su compañero intentó calmarlo yendo a su lado pero lo siguiente que ocurrió no lo vio venir.

—     Kanon—intentó calmarlo.

Pero el de ojos verdes lo sujetó con fuerza para besarlo al instante siguiente, con fuerza, y de inmediato lo arrojó sobre el colchón para sacarle los pantalones del pijama de un solo tirón, y ya que por regla general dormía sin ropa interior dejándolo completamente desnudo ante su mirada.

—     Kanon—lo llamó tragando saliva.

—     Vas a saber lo que es divertido.

Esa mirada brillante prometía demasiadas cosas como para ser ignorada, lo sabía muy bien el del octavo templo.

 

**********

 

La pasión era una fuerza conocida entre la pareja de Kanon y Mil, lo sabían muy bien, lo habían disfrutado, lo habían gozado, se habían quedado sin aliento mutuamente por hacer el amor, era algo intenso y vivificador que los llenaba de sensaciones intensas, al grado que no eran capaces de parar. Pero en ese momento no era simplemente pasión, se trataba de mucho más que eso, un nuevo elemento como el enojo y el deseo de dominación así como de retribución podían ser elementos verdaderamente nuevos para ambos, se sentían en uno de esos instantes para recordar.

De pie ante él un fuerte Kanon comenzó a desvestirse para que los azules ojos de Milo lo miraran, como la ropa iba siendo apartada, lo hacía con cierta velocidad, apurándose para estar libre de esas telas que lo cubrían y no le permitían acercarse a su compañero como deseaba hacerlo, sin nada que se interpusiera entre los dos. Apenas quedó desnudo no dejó de distinguir la forma en que esos azules ojos brillaban por el espectáculo que estaba dando, dejándose ver fuerte, viril, de músculos bien delineados, la piel brillante y su sexo irguiéndose con fuerza, mostrando la necesidad que se iba apoderando de su dueño. Al gemelo de Géminis le gustaba lo que veía a su vez, notaba claramente como ese joven ante sus pupilas brillantes estaba en medio del deseo y el temor, como si nunca antes lo hubiera visto de esa manera, lo que le generaba una sensación de poder que no podía menos que complacerlo.

Sin embargo eso era apenas el principio, había mucho que hacer antes y uno de los primeros pasos que dio Kanon fue el de inclinarse hacia adelante, haciendo que su peso se impusiera sobre el suave cuerpo del de la octava casa, tomando sus labios con intensidad, haciendo que casi pareciera ser a la fuerza, aunque los dos estaban de acuerdo. Milo sentía que su respiración se hacía más apresurada, su piel se encendía y no dudó en rodear con sus brazos esa espalda tan bien definida para acariciarla, le gustaba ese hombre encima de él, le gustaba sentir su peso y su calor, pero no era todo, definitivamente no podía ser todo. Antes de seguir de esa manera, el de mirada glauca se separó, no por completo, pues inició con una serie de besos que buscaban sentir y probar a ese joven tan cercano y cuya esencia lo estaba encendiendo, llegó a su cuello que aparte de besar mordió levemente, dejaría marcas pero en ese instante no les interesaba nada de ello, solo quería continuar.

Un muy entusiasmado general marino no pensaba dejar ir ese bien formado cuerpo entre sus brazos, hacía que el de mirada azulada se quedara sobre su espalda en la cama mientras no dejaba de probarlo y acariciarlo con sus labios, pasando su lengua por las zonas más sensibles como los pezones y tiraba levemente de ellos con sus dedos. Rodeó el ombligo con su lengua donde hundió la punta con suavidad como un erótico jugueteo entre ambos, el abdomen fue atendido con asiduidad, frotando su mejilla con deseo, de igual manera el vientre no dejó de sentir ese cabello que se frotaba con anhelo. Pero no solo la parte superior de su cuerpo fue conocida con esa sensualidad, recorrió con la misma hambrienta urgencia los muslos, las pantorrillas, los tobillos, los pies, incluso los dedos de los pies que fueron saboreados por esa boca que parecía querer conocer todos los rincones y formas de ese cuerpo que lo fascinaba.

El guardián del octavo templo se sentía encantado, esa urgencia de parte de su amante era algo nuevo y sorprendente pero le gustaba, saber que lo deseaba con esa fuerza y sentirse completamente bajo su dominio no dejaba de estremecerlo, así que no encontró oposición alguna el venido de Atlántida cuando lo sujetó por los brazos y lo hizo levantarse sobre las sábanas para un fin bien definido. Sin sentirse amedrentado de ninguna manera, Kanon se recargó contra la cabecera, asegurándose que el otro viera como separaba sus muslos dejando expuesto su miembro erguido y con una mirada brillante de esas pupilas verdes le indicaba exactamente lo que buscaba que hiciera. No era que nunca antes lo hubieran hecho, porque si compartieron sesiones de sexo oral, pero resultaba una novedad que la excitada y masculina expresión de su amante indicaba que iba a ser todo únicamente en sus términos.

Si hubiera quedado alguna duda que las cosas se iban a desarrollar de esa manera, el gemelo de Saga no tuvo inconvenientes en exponer lo que buscaba, como si fuera una soga se apoderó de ese hermoso cabello azul a su alcance, demandando de su compañero que hiciera lo que quería ¿Qué quería? Que lo complaciera con su boca, ni más ni menos. El de Escorpión no iba a negarse, aunque el que lo retuvieran de esa manera le provocaba un tipo de temblor en el estómago, pero igual se acomodó sobre la cama entre esas fuertes piernas y se acercó lentamente al enrojecido sexo para besarlo; sin embargo Kanon no quería simplemente besos. En un primer momento soltó la mata de cabellos azules para un segundo después hundir sus dedos de ambas manos en ella y así impulsar los movimientos de su amante.

Un bastante obediente Milo no vaciló en abrir su boca y dejar pasar al erguido miembro que se hundió en su húmeda cavidad, sintiendo un intenso placer como esos labios lo rodeaban y lo estrujaban, una erótica manera de sexo que lo hacía gemir sin reparos, siempre le había resultado placentero sentir que deseaban al grado de hacer algo tan íntimo por él. Por su parte el caballero del octavo templo también disfrutaba de compartir algo así, porque podía contemplar, al menos en parte, el placer que era capaz de dar a un compañero y más a uno como el de ojos verdes que era tan sensual. Desde ese punto, casi sin esperar, se estableció un ritmo muy definido entre los dos, se conocían bastante bien para saber lo que les gustaba y un muy atento caballero de Escorpión iba a demostrar cuanto sabía de su compañero, sobre la presión de sus labios para estrujarlo, como mover su lengua para estimularlo, incluso una mano para acariciar y sujetar el tronco, aunque ocasionalmente también acariciara los testículos y los apretara y tirara de ellos, masajeándolos con fascinación por lo que compartían.

Llevados de esa manera por el deseo mutuo, un avezado Kanon no estaba para esperar demasiado, claro que le gustaba lo que hacia su amante, pero sin duda también le gustaba lo que veía, y eso era la manera en que se movía ese cabello azul y más aún ese delicioso trasero que se impulsaba como la boca de su compañero. Sin más estiró su mano para acariciar esas bonitas nalgas, apretándolas con algo de fuerza entre sus dedos, le gustaba que había unos gemiditos de satisfacción, que viajaban como reverberaciones de deleite por su sexo y de ahí al resto de su cuerpo. Utilizó ambas manos para seguir acariciando y apretando, no bastaba, después de apenas unos instantes utilizaba sus dedos para separar el bien definido trasero, exponiendo la masculina intimidad, tan delicada y sonrosada que tuvo que morderse el labio inferior, casi alucinando por lo que veía y lo que sentía, ese hombre hacía maravillas y solo podía desearlo aún más que hasta ese instante.

Con entusiasmo, sin aguardar, Kanon se llevó los dedos índice y medio a la boca, chupándolos y cubriéndolos de saliva para guiarlos a la misma entrada que había contemplado, no era tan sencillo como le hubiera gustado pero no pensaba cejar en su empeño, logró deslizar la punta de sus dedos al delicado pasaje y desde ahí no pensaba perder nada de terreno. Un entusiasta Milo no dejaba de complacer a su compañero con su bica pero al sentirlo explorarlo con tal determinación utilizando sus dedos se dio unos segundos para disfrutarlo, gimiendo sin abandonar ese turgente sexo en sus labios, gozando por la forma tan erótica en que era explorado e invadido. Los firmes dedos del de ojos verdes empujaban y empujaban al interior, separando tan rápido como les era posible la sensible entrada que parecía buscar impedirle el paso pero no era posible, el venido del templo del mar no estaba para ceder en su necesidad.

Los dos dedos se movían y se impulsaban, traspasaban las primeras partes del camino con energía, empujaba y empujaba, separando cada lugar, girando sus dígitos con algo de fuerza, utilizando ambas manos a momentos para separar sus redondas nalgas y hundirse con deseo masculino para hacer que el íntimo pasaje se abriera, se dilatara con sensualidad y pudiera traspasarlo hasta lo más íntimo. La posición no resultaba tan cómoda pero lograban acoplarse a pesar de todo, aun así ya no bastaba, para ninguno de los dos, además que se dio un pequeño incidente, no grave pero les decía que mejor avanzaban a otra cosa. Debido a la posición, a que estaban muy excitados y que el de ojos verdes no aguardaba en hacer lo que quería, su amante estaba más necesitado a cada momento, sosteniendo en sus labios ese rígido sexo, no se dio cuenta siquiera que apretó de más los dientes, dándole un mordisco.

Después de un gemido de dolor y separarse se dieron un par de segundos para respirar pero los ojos brillantes de Kanon indicaban que iba a cobrarse ese incidente y Milo se sentía más que dispuesto a acatar lo que el otro hombre quisiera.

—     Ven aquí—le dijo con voz ronca.

Lo sujetó por la nuca y lo atrajo para besarlo con intensidad, haciendo que sus cuerpos se sintieran unidos, muy cercanos, sus pechos se frotaban y sus miembros compartían roces de sensualidad hasta que gemían, no iban a parar en ese momento, necesitaban llegar al final y por eso el de Atlántida tan solo pudo continuar con sus planes. Hizo que el de Escorpión se volteara, quedando en la cama sobre sus manos y rodillas, en una posición bastante sugerente e incitante, no dejaba de ser agradable además que el de la octava casa sabía comportarse de forma tan sexy, era como un gatito ronroneando, levantando su bien formado trasero, arqueando la espalda y sonriendo con sensualidad.

—     Ven aquí.

Kanon no esperó para tomarlo por las afiladas caderas, sus dedos presionaban para colocarlo en la posición que deseaba, separaba las redondas nalgas y frotaba su sexo entre ellas, estimulando su deseo, sentía que incluso las punzadas de necesidad en su vientre eran casi violentas, iba a hacer suyo a ese hermoso joven. Un dispuesto Milo sentía su corazón latir con excitación, una mano separaba su trasero mientras que otra guiaba con determinación el rígido miembro a la delicada entrada, traspasándola con seguridad con la rojiza corona, adentrándose sin pausa hasta lo más íntimo, dando ambos amantes voces ahogadas por la intensidad de su pasión. Respiraron con profundidad y de inmediato dio paso el movimiento y la entrega, sus masculinas caderas se buscaban con anhelo, querían ser uno del otro, por siempre.

Los momentos de amabilidad y ternura, que no fueron muchos, terminaron en ese instante, con sus sexos necesitados no estaban para eso y las embestidas del de ojos glaucos al del octavo templo comenzaron, desde el primer momento fueron intensas, fuertes, viriles, hundiéndose hasta el fondo para retroceder hasta casi abandonar el magnífico túnel que lo complacía y al cual buscaba llenar de satisfacción. El cuerpo del de ojos azules se sentía sacudido con energía por la forma en que su amante lo montaba, hasta casi hacerlo caer sobre las sábanas arrugadas alrededor, tuvo que mostrarse animoso para sostenerse ante semejante asalto que lo hacía gemir de forma masculina aunque nada podía evitar que su vientre temblara mientras una especie de fiebre recorría todo su cuerpo. Ocupados con esos placeres se dejaban llevar libremente, amándose con la pasión de sus cuerpos hasta que sentían que se quedaban sin voz, con sus miembros llenos de deseo buscando ser liberado en un instante de gozo absoluto.

Un necesitado Milo se dejaba llevar por la necesidad de su compañero, levantaba el rostro y buscaba esos labios que lo tomaban con ansiedad, a momentos solo tocándose, en otro devorándose, haciendo que sus lenguas se enredaran mientras sus cabellos azules se mecían sin control alguno entre sus pieles sudorosas. Fue Kanon quien sintió la urgente necesidad de tomar más de su compañero, se colocó encima dejando caer su peso sobre el otro joven, de inmediato su mano se apoderó del erguido sexo para masturbarlo con intensidad, frotando la cabeza, rodeando la base, utilizando su pulgar sobre la corona hasta que gemían tan fuerte que parecía que iban a gritar. Llevados por el deseo y el placer se sacudían con fuerza en la cama, hasta que la cabeza de Milo casi tocaba el colchón, disfrutando de los embates de su amante y la manera en que trataba su sexo; sentían el sudor bañar sus pieles y estaba ese aroma tan especial que era la mezcla de sus esencias, todo su cuerpo gritaba por el final, unas punzadas violentas estremecían sus entrañas y tuvieron que gritar cuando sus simientes estallaron, una llenado la intimidad del de Escorpión y la otra salpicando la mano del de Dragón de Mar y sus sábanas.

Cayeron desfallecidos sobre la cama, necesitaban unos momentos de reposo, hacer el amor no era una experiencia para débiles, pero ellos al menos no lo eran.

 

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Lograron acomodarse desnudos sobre la cama, los momentos que vinieron les dieron algo de tranquilidad y sosiego, les hacía falta, juntos sacaban llamas en las sábanas pero en esos momentos de verdad no habían medido su propia fuerza, pero se iban recuperando suavemente hasta que les fue posible hablar de nuevo. El de ojos azules se acurrucó al lado de su amante y acariciándole el pecho decidió hablarle.

—     ¿Ya no estás enfadado Kanon?

El de Atlántida solo guardaba silencio.

—     No quería hacerte enfadar—le explicaba el de mirada azulada—Pero siempre eres tan serio y parece que no eres capaz de reírte de nada, solo pensé que una broma sería algo que nos divertiría a los dos.

De nuevo estaba en silencio entre ambos.

—     Lo lamento—se disculpó.

Fue entonces que ocurrió, el de ojos glaucos comenzó a reírse, una risita ahogada al inicio para terminar en una carcajada, abierta, masculina, sonora, parecía retumbar en los muros dejando desconcertado al de Escorpión.

—     Kanon—lo llamó— ¿Qué es lo que te sucede?

—     Debiste ver tu cara cuando creíste que estaba enojado—fue la respuesta del otro—Te veías tan gracioso.

—     ¿Qué dices?

—     Dame algo de crédito Milo, vi la cámara en cuanto entré a la habitación, supe que algo planeabas.

—     Entonces todo eso de tu enojo—decía comprendiendo la situación— ¿solo te estabas burlando de mí?

—     No estaba seguro al inicio pero noté la peluca, es completamente artificial y el bulto en la cama no tenía piernas, debiste pensarlo mejor.

—     Pero tú…tú…tú…

El de la octava casa se había sentado en la cama, dispuesto a cobrarse que se burlaran de él pero notó el rostro de su compañero, abierto, alegre, aun con la risa en sus labios, esa imagen lo detuvo de hacer cualquier otro movimiento, era lo que había querido después de todo, verlo contento y reírse. Por su parte el venido de Atlántida también se sentó sobre las sabanas y besó esos tersos labios que parecía no poder dejar de probar, ambos se quedaron sin aliento pero al separarse sus miradas se encontraron de nuevo.

—     Eres maravilloso Milo—le dijo con suavidad—A veces cuando estamos juntos no termino de creer que sea así.

—     Eres único Kanon.

—     ¿Aunque tenga un gemelo idéntico?

—     Aunque tengas un gemelo, eres único.

—     Lo importante es que me amas a mí Milo, solo a mí.

—     Oh sí, yo te amo Kanon.

—     Te amo Milo.

Volvieron a entregarse a los besos y cayeron sobre la cama otra vez, mas reposados pero sin querer separarse, se amaban con profundidad, era lo importante en definitiva ya que su amor no era ninguna broma.

 

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FIN

 

Notas finales:

Espero que les gustara, si nada sucede subo una nueva trama la semana entrante.

Nos leemos, buena semana a todos.

Atte. Zion no Bara

 


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