Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enganche por zion no bara

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Debo comentar esto, de donde yo soy se le dice enganche a una suma de dinero que una persona da como garantía al comprar o arrendar para poder adquirir un bien inmueble, como un departamento o un automóvil, y también se le dice enganche a una súbita atracción con una persona a la que no conoces o acabas de conocer, también hay otro tipo de enganche, hay quienes lo llaman dependencia emocional o relación toxica, pero no es de este fic.

 

Notas del capitulo:

Es una historia corta con una pareja que tenía tiempo sin utilizar, espero que les guste a quienes lean.

 

 

 

A veces seguir adelante no resultaba tan sencillo, eso lo sabía bien un joven llamado Camus de Acuario, el cual era un muchacho al que clasificaban como inteligente, atractivo, elegante, con modales, ese tipo de cosas pero nada de eso había bastado para que viviera una demoledora escena con quien fuera su pareja, Death Mask de Cáncer. La relación de ambos se veía bien, estaba cimentándose, no había problemas que no hubieran resuelto y después de tres años de ser lo que púdicamente llamarían novios (porque eran muchísimo más que eso) todos los demás que los conocían daban por hecho que lo suyo era un asunto formal, que estaban a un paso de ser una relación perfectamente estable.

—Creo que Death Mask está planeando algo—había dicho entonces Camus.

El joven de los ojos y cabellos azules mostraba una discreta sonrisa mientras hablaba con sus amigos, Afrodita de Piscis y Shura de Capricornio, tenían un carácter muy diferente pero lo estimaban con sinceridad, aparte que en ese instante notaban claramente lo animado que se mostraba el otro y les daba gusto.

—Entonces ¿crees que finalmente hará la pregunta?—quería saber el de ojos y cabellos celestes, Afrodita.

—Sinceramente…sí, creo que Death Mask planea declararse, formalmente—decía con una nota de emoción el de Acuario.

—Pues ya era hora—intervino el tercero que era de ojos glaucos y cabellos negros, Shura—Te ha tenido todos estos años esperando, ya era tiempo que dejara de actuar como un veleidoso que te tenía a su capricho.

—Death Mask no hizo eso—lo defendía su pareja.

Sus amigos prefirieron no ahondar en ese tema pero la verdad era que creían que ese sujeto de Cáncer no pensaba en algo serio con su amigo, aunque el de Acuario siempre lo defendía y no dejaba de decir la misma frase una y otra vez.

—Ustedes no conocen a Death Mask, yo lo conozco mejor que nadie en el mundo.

—De acuerdo Camus, pero de todas maneras finge sorpresa cuando se declare—le sugería el de Piscis.

—Y más vale que te de una excelente sortija—añadía el de Capricornio.

Los amigos terminaron con su tarde pero ciertamente el de los ojos y cabellos azules continuaba pensando en lo que significaría ese momento en su vida, dejaba que el camino pasara ante sus ojos en el tren, pensaba en ese hombre que se había hecho parte de su vida y estaba ahí después de tres años de relación. Había visto esas señales que llamaron su atención, el sigilo, ser discreto, que se comunicara como en secreto con alguien más, pero lo que definió todo fue encontrar por casualidad que estaba buscando algo en los clasificados, los temas eran interesantes: una casa, centros vacacionales y joyerías. Su mente ató los cabos y todo apuntaba en una sola dirección, Death Mask de Cáncer iba a proponerle matrimonio, estaba planeando su luna de miel y buscaba una sortija de compromiso.

Suspiró pensando en ello, no imaginaba que haría las cosas de esa manera pero estaba contento, significaba mucho que después de ese tiempo diera ese paso cuando él mismo ya pensaba sobre el destino de su relación, pero la futura sorpresa, pues como tal iba a tomarla, debía ser un momento importante en su vida.

Al llegar a su entonces departamento lo primero que hizo fue llamar a su compañero, deseaba que supiera que ya estaba en casa,

—Hola cariño—le dijo— ¿Qué tal tu tarde?

Hola Camus—dijo el otro con intranquilidad—Todo bien.

—Solo me preguntaba si vendrás esta noche, para tener la cena lista, puedo prepararte algo especial si quieres.

—No, no hace falta, no puedo ir Camus, tengo asuntos que resolver.

El de Acuario sonreía, imaginaba que esos asuntos eran la manera en que se declararía pero eligió seguir la corriente de los acontecimientos, cuando todo estuviera listo su compañero lo haría dichoso.

—Que mal, quería verte cariño pero está bien, termina con tus asuntos urgentes, nos veremos mañana.

Camus—lo llamó el otro de golpe.

— ¿Qué pasa?

Tengo algo que decirte—soltó casi a la fuerza.

—Muy bien ¿Qué es? ¿Es importante? ¿Quieres que nos veamos para discutirlo?—preguntaba intentando contener la emoción.

—Yo…es que yo…

— ¿Si?

Sentía que su corazón latía más aprisa, casi temblaba por dentro por la espera, tal vez no era lo planeado pero igual se sentía exultante por lo que iba a escuchar, lo que le propondría, después de esos años juntos finalmente serian algo formal, no lo que los demás comentaban, eternamente novios pero no una pareja, solo necesitaba escuchar las palabras indicadas, que el de Cáncer le pediría que se casara con él.

Camus, la verdad es que debo decirte algo—habló el otro con firmeza.

— ¿Qué cosa?

Esto debe hacerse de frente, no por teléfono—decía el otro contrariado.

—Solo dilo Death Mask, te escucho, no importa la manera, solo quiero escucharlo—le pedía con una sonrisa.

Camus, conocí a alguien más—brotó de pronto.

El de Acuario no estaba seguro de haber escuchado bien, de repente no tenía ningún sentido lo que el otro hombre le decía por teléfono ¿había escuchado bien?

— ¿Qué?—logró preguntar con un hijo de voz.

Conocí a alguien Camus—continuaba el de Cáncer—Se llama Mu y es maravilloso para mí, lo amo.

— ¿Qué?—preguntaba en el mismo tono.

—Lo lamento Camus, jamás quise que las cosas llegaran a esto pero así ha sido, lo que quiero es terminar, amo a Mu y voy a casarme con él.

— ¿Qué?

De verdad que el joven de cabellos azules no terminaba de comprender lo que estaba ocurriendo, estaba esperando que le propusieran matrimonio después de una relación de tres años y lo que terminaba de escuchar era que su hasta entonces pareja había conocido a alguien más, que lo amaba y estaba terminando con él porque iba a casarse con el otro que se llamaba Mu. Solo entonces fue como si las ideas se acomodaran en su cabeza y de la sorpresa dio paso a la furia, muy justificada, y vivir el enfado de un Acuario era toda una experiencia, pues difícilmente despertaba pero era muy complicado aplacarlo.

Lo siento mucho Camus—continuaba disculpándose Death Mask—Pero lo de nosotros ya era solo rutina, no podíamos seguir así, teníamos que…

— ¿Lo sientes mucho?—preguntaba con tono irónico el de Acuario—No Death Mask de Cáncer, apenas vas a empezar a sentirlo, te juro que de verdad lo vas a lamentar.

—Por favor Camus, no hagamos esto, tú y yo…

—Ten la dignidad de quedarte callado Death Mask de Cáncer y escucha bien lo que te voy a decir—soltaba el de cabellos azules con una fría amenaza—Así que venir cada tercer día a meterte en mi cama era solo rutina, que aceptar que te prestara dinero para tu negocio fue solo rutina, que todo el tiempo que me hiciste perder no fue más que una rutina. Pues bien, prepárate para saber la manera en que yo resuelvo lo que para ti fue una rutina.

—Camus...

—¡Ya te dije que te calles!—dijo casi gritando—Tres años de mi vida Death Mas de Cáncer, te di tres años de mi vida, de mi amor, de mi tiempo, de mi cariño ¡de mí! ¿Y me sales con que conociste a alguien más y ya? Pues no va a ser tan sencillo, nadie le hace esto a Camus de Acuario y lo vas a sentir.

Para entonces ya el de Cáncer sabía que de verdad lo mejor era que se quedara callado, y el otro joven no había terminado, estaba lejos de eso, apenas comenzaba.

—No te atrevas a pararte en mi departamento de nuevo Death Mask, lo siguiente que sabrás de mí te llegará en un citatorio y espero que ese Mu sepa en lo que se está metiendo porque ni él ni tú me van a ver la cara de idiota. Hasta luego, porque ten por seguro que no es la última vez que escuchas de mí.

Con esas palabras y terminar la llamada fue el final, más o menos, de la relación, porque fue verdad que un dolido y herido Camus de Acuario no fue algo que se manejara con facilidad, el joven de los cabellos azules se dijo que no iba a llorar pero sí que se iba a cobrar lo ocurrido. De hecho lo hizo y muy a su manera.

Death Mask de Cáncer y su prometido Mu de Aries fueron demandados por daño emocional, daño moral, enajenación de afecto, detracción, sustitución de bienes, estafa y cuantos cargos más sumó el de cabellos azules con el paso de los meses. Algunos pensaron que era frívolo que hiciera eso, otros que fue vengativo, algunos más que solo fue justo, pero al final, después de un pleito de dos años el de Acuario ganó y la parejita tuvo que pagar el juicio y restituirle una cantidad monetaria. Aunque eso de ninguna manera evitó que Death Mask y Mu se casaran y hasta donde se sabía eran felices.

Y fue quizás ese motivo muy por encima de cualquier otro el que hizo que el joven de los ojos azules replanteara lo que iba a hacer.

—Necesito empezar de nuevo—se dijo.

Ese camino era el que iniciaba con su nueva vida.

 

**********

 

Camus eligió mudarse, necesitaba un nuevo espacio pero el primer lugar que encontró no fue tan bueno como parecía al inicio, pero eso quedó en segundo término cuando al buscar algo nuevo se dio cuenta que ninguno de los lugares que visitaba le convencían, todos tenían algo que no lo inclinaba a hacer un trato.

—Por favor Camus, tienes que elegir uno.

Su amigo Afrodita estaba a su lado ese día, ya llevaban recorridos cinco sitios de lo que catalogaba como la nueva cosecha de alquileres pero ninguno era del gusto del de Acuario, todos sufrieron su severa crítica. Mientras iban caminando por la calla el de Piscis no dejaba de hacer saber su opinión, pues si iba de acompañante era para ser escuchado en algún momento.

— ¿Qué tenía de malo este lugar Camus? La vista es buena, la ubicación no está mal, los vecinos se veían bien ¿Qué fallo le encontraste?

—El ascensor es muy ruidoso—fue su respuesta.

— ¡Por favor!—se quejaba el hermoso joven de ojos celestes—El primero no te agradaban los adoquinados, del segundo dijiste que la estructura estaba dañada, del tercero la vista era espantosa, del cuarto los vecinos tenían cara de alborotadores y ahora ¿el ascensor es muy ruidoso?

—No voy a vivir gratis Afrodita, me cobrarán un alquiler y quiero que sea por algo que valga la pena.

—A veces simplemente eres…

Justo en ese momento comenzó a llamar el teléfono del de Acuario, haciendo que el joven tomara la llamada y de inmediato supo de quien se trataba.

—Hola Shura ¿Cómo has estado?

Cruzaron algunas palabras, la conversación fue breve pero necesitaban moverse, era un tema en especial.

—Vamos para allá—dijo formalmente.

— ¿Ya llegó Shura?

—Nos está esperando Afrodita, tomemos un taxi.

Así lo hicieron y no tardaron más de quince minutos en llegar a su destino, su amigo de cabellos negros ya había pedido una mesa y en cuanto los vio entrar al restaurante en que habían quedado levantó una mano para que lo vieran, así que no tardaron en reunirse, los recién llegados tomaron sus sitios y se mostraban dispuestos a ordenar.

— ¿No encontraron nada?—preguntaba Shura después de escuchar de la larga tarde.

—Nada que me convenza, debe haber un sitio decente en esta ciudad—se quejaba Camus.

—Encontrándole defectos a todos no va a ser sencillo—intervenía Afrodita.

Comieron y trataron otros temas, que el de cabellos negros estaba adquiriendo un nuevo automóvil, el de mirada celeste estaba adicionando para un nuevo puesto en la empresa, que el de ojos azules quería hacer una visita a su familia en Francia, tenían mucho que contarse aun y quedaba un tema que casi nunca tocaban, no frente al de Acuario.

—Denme un momento—les pedía el joven—Solo quiero pasar al baño y nos vamos.

—Te esperamos—decían los otros dos.

Lo vieron alejarse y solo entonces el de Piscis se atrevió a ser directo.

—A veces me parece que sigue dolido por lo de Death Mask, no entiendo que no sea capaz de pasar la página, él ya se fue de su vida.

—Sabemos bien que no es porque lo siga amando—agregaba el de Capricornio—Solo que hizo su vida en los años pasados alrededor de Death Mask, primero por esperar un compromiso formal, después lo de la demanda que fue como una cruzada personal, Camus necesita encontrar algo más en su vida.

— ¿Cómo qué?

—Un nuevo hogar, un nuevo trabajo, un nuevo entretenimiento, yo que sé.

— ¿Qué tal un nuevo amor?—sugería sonriendo el de mirada celeste.

—En eso creo que es mejor no meternos Afrodita, Camus es especial, si algo sale mal vamos a tener problemas.

—No digo que sea algo formal, solo algo de entretenimiento, tú sabes, que alguien lo atienda y entretenga una noche, que lo ponga de buen humor—continuaba con una sonrisa seductora el guapo joven.

Ciertamente el de cabellos negros lo estaba pensando, no era mala la idea pero ¿Cómo hacerlo? ¿De qué manera se hacían ese tipo de cosas? Porque la verdad él no se daba una idea, sin embargo para eso se tenían amigos como el de Piscis, para ingeniárselas en todo lo que tuviera que ver con encontrar oportunidades para dar paso a un encuentro entre dos personas, aparentemente incluso había algo a la mano. Vieron que el de Acuario estaba de regreso y era momento de hablar.

—Tú sígueme la corriente—le dijo el de mirada celeste al otro hombre.

—Podemos irnos—mencionaba el de cabello azul.

—Shura y yo comentábamos que nos hace falta salir Camus, deberíamos ir a algún sitio para divertirnos un poco.

—No creo tener tiempo para eso Afrodita.

—Pero tenemos que hacerlo—insistía el joven—Es por el bienestar de Shura ¿es que no te has dado cuenta de cómo está?

—No entiendo de lo que hablas.

—Sí, yo tampoco lo entiendo—intervenía el de Capricornio.

—Por favor Shura—retomaba Afrodita—No debes fingir con nosotros, somos tus amigos y solo deseamos ayudarte, necesitas salir y conocer a alguien, no lo lograrás encerrado en ti mismo, tenemos que hacer algo y de inmediato.

El joven de Acuario no estaba seguro de lo que escuchaba pero el de Piscis lo sujetó y acercándose a su oído le murmuró algo.

—Tiene que encontrar a alguien que le de cariño pero ya, míralo.

Los ojos azules del de Acuario se posaron en su amigo y de alguna manera le parecía que era verdad.

— ¿No le notas la cara de amargura? ¿Esa expresión de no tener nada de cariño? ¿Qué alguien lo atienda como debe con una follada?

Ante esa expresión el de largos cabellos azules tuvo que mirar al de ojos celestes para después observar al de cabellos negros, su decisión estaba tomada.

—Tienes razón Afrodita, hay que hacerlo.

—De hecho supe de un evento esta misma noche—les contaba a los otros dos—Mi amigo Milo estaba armando una noche de solteros en su local, un club, Antares, tiene buen ambiente y bebidas para alucinar, las sirven de forma increíble; no pensaba ir pero si es por ayudar a Shura creo que es indispensable que vayamos.

—Entonces lo haremos—aseguraba Camus—Tengo que elegir que ropa me pondré pero no importa ¿a qué hora nos reunimos?

—A las ocho, pasó por ustedes, primero Shura y luego tú Camus.

—Está bien.

Terminaron por arreglar unos detalles pero finalmente estaban listos, pudieron salir del lugar y el primero en encontrar un taxi fue el de Acuario quien se despidió velozmente con un gesto de su mano, dejando a los otros dos amigos esperando por otro vehículo, podrían compartir al menos durante una parte del viaje pues vivían en un rumbo similar.

— ¿Por qué le dijiste todo eso a Camus?—preguntaba el de ojos verdes—Quien necesita atención es él, no yo.

—Si le decía que era por él se iba a poner testarudo y tú sabes que nadie ha logrado apaciguarlo cuando eso ocurre, es ingobernable, además conseguimos que aceptara para esta misma noche ¿no?

—De acuerdo y más vale que encuentre a alguien, ojala y con una noche tenga para tranquilizarse por unos días.

—Si encuentra a alguien adecuado así será, tendremos que mantener los ojos abiertos para emparejarlo.

—Te daré opciones pero tú lo eliges—le advertía.

—Trato hecho.

Chocaron las palmas de sus manos, estaban en la mitad de su plan, sería en la noche cuando encontraran la forma de llevarlo a cabo.

Por su parte Camus iba en el trayecto en el taxi revisando su teléfono, deseaba ver más opciones de alquiler ¿Por qué era tan difícil encontrar un sitio decente para vivir? Solo quería algo que lo convenciera, que fuera a su gusto, y no parecía que hubiera nada de ese estilo, se sentía cansado con ese tema, de hecho se sentía cansado de muchas cosas. Quizás hubiera sido por todo ese asunto de Death Mask, habían terminado mal, muy mal, pero el de Cáncer había seguido adelante y él también, aunque reconocía que no de manera positiva, estaba tan furioso y tan dolido contra él, pero incluso eso había pasado aunque en su interior quedó un vacío, un hueco que lo orillaba a momentos a comportarse como un excluido.

Se daba cuenta que todo ese argumento armado por Afrodita y Shura no iba para el de Capricornio, sino para él, pero prefirió guardar silencio, sin duda ya los tenía hartos con su comportamiento, habían aguantado tanto que no podía hacerles reproches, quizás la dichosa salida ayudara al menos para que ellos estuvieran cerca y se divirtieran un poco.

—Tal vez incluso yo me divierta—se dijo.

No parecía muy probable.

Antes de seguir haciéndose auto reproches tuvo una alarma en su teléfono, le enviaban un aviso sobre un sitio para alquilar que estaba disponible, mejor aún, no estaba abierto al mercado, la aplicación era especial pues daba preferencia por unos días a quienes estaban inscritos antes que fuera un mensaje ampliamente conocido. Vio con atención, reconocía la ubicación, estaba bien dispuesto, cerca de todo lo que pudiera interesarle, por las primeras fotografías parecía amplio, más el tipo de un loft o sea una vivienda amplia con espacios abiertos, sin apenas muros o puertas y con muy pocas divisiones que además contaba con mucha luz. Decía que todos los servicios estaban al corriente, el sitio se mostraba recién remodelado, incluso los colores en las paredes le gustaban, tonos suaves que invitaban a la tranquilidad, también de un par de muros con la roca solida bien detallada, de verdad prometía.

Decidió que debía hacer una cita cuanto antes para estar seguro que era lo que deseaba, llamó al número y no tardó en que le dieran una respuesta.

—Estoy interesado en rentar—dijo.

La voz del otro lado le gustaba, se escuchaba atenta y varonil, sin zalemas, además de ser una persona directa.

Puede venir mañana mismo si lo desea—le ofrecieron.

—Me encantaría, es fin de semana, puedo llegar por la mañana.

— ¿A las once de la mañana está bien para usted?

—Es perfecto, seré puntual ¿por quién debo preguntar?

—El señor Géminis, es el departamento número once, lo esperamos en el numero dos para dar un recorrido.

—Muchas gracias, hasta mañana.

—Que tenga buena tarde.

Parecía que tenía planes, solo esperaba que fuera un buen sitio y no otra promesa inconclusa, ya había tenido mucho de eso en su vida, no lo necesitaba más.

—Qué más da, esta noche no será para pasarla mal—se dijo.

Llegó a su destino, vio que contaba con algo de tiempo para sus asuntos y estar preparado para salir con sus amigos, sería mejor que se centrara en eso.

Cuando llegó a su departamento se convenció que ese sitio no le gustaba, esperaba poder irse cuanto antes, primero se encargó de tener algo de comida en la nevera, después fue acomodar los cojines, sacudir los libros y encargarse de la ropa que había recogido de la lavandería, estaba acomodando sus camisa, no pudo dejar de notar que contaba con más de veinte camisas de seda de diversos tonos.

— ¿Quién tiene tantas camisas de seda?

Más aun ¿Por qué las ordenaba como lo hacía? ¿Por qué sacudía todo si estaba limpio? ¿Por qué preparaba comida cuando podía comer de otra manera? ¿Por qué se aferraba a rutinas bien planificadas? A veces se preguntaba si no había sido por eso que su relación con Death Mask había declinado, se respondía que no porque el otro era un mentiroso y un canalla, pero igual algo debió tener que ver él, con su personalidad, con su inflexibilidad, no iba a culparse pero reconocía que tampoco era tan inocente como decía en el juicio que era.

—Ya es hora de arreglarme.

Tenía pensado su atuendo y no tardó en alistarse, una idea más surgió mientras veía la hora y terminaba de aplicarse la loción, iba a divertirse, de una manera o de otra, era hombre y era joven, no tenía que estar lamentándose ni fastidiándole la vida a los demás, se trataba de pasarla lo mejor posible solamente.

 

**********

 

Ni Afrodita ni Shura se esperaban encontrar a Camus tan dispuesto a salir esa noche, desde que lo vieron subir al automóvil se convencieron de eso, hasta ese momento para vestir había elegido el estilo conservador, que rayaba casi en querer preguntarle si su padre sabía que usaba su ropa, pero esa noche no se veía así. El de Piscis lo definió muy bien y se lo dijo directamente.

—Vas vestido de cacería Camus.

—Es una noche para divertirnos—fue su respuesta.

—Ese es el ánimo.

Con el sentido de estar dispuestos a pasarla bien los tres no tardaron más que lo indispensable para llegar al sitio señalado, Antares, se trataba de un buen lugar, bastante conocido y como se trataba de noche de viernes y con la opción de ser evento para solteros se dejaban ver bastantes personas en el lugar, hombres y mujeres, se perfilaba como una buena noche para todos los presentes. Desde el momento que los tres amigos se acercaron a la entrada ganaron miradas, más que nadie el propio Camus y eso no era tan sencillo si se iba con Afrodita pero debía reconocerse que se veía muy bien; el de cabellos celestes mostró sus pases sin restricciones y apenas iban llegando al interior cuando un rostro conocido de un guapo hombre de cabellos y ojos azulados les salió al paso.

—Qué bueno que llegaron—los saludaron.

—Gracias por los pases Milo—le decía Shura estrechándole la mano.

—Hola Camus—lo saludaba sin quitarle la mirada de encima—Que placer tan inesperado, te ves muy bien.

—Gracias Milo—decía el de Acuario.

— ¿Quieren algo de beber?—ofrecía el dueño del lugar—La primera ronda va por mi cuenta.

—Nos encantaría—fue la respuesta del de Piscis.

—Les tendré un veneno de lo mejor.

Era su expresión para referirse a las bebidas, el sitio tenía un interesante repertorio nacional e internacional, por lo que destacaba como un buen sitio para ir por unos tragos, los suyos no tardaron en llegar a la mesa que les reservaron, de las mejores, desde donde se dedicaron a disfrutar del ambiente pues no tardó en estar en su apogeo.

Antares pasó de ser una fábrica de almacenamiento de legumbres y frutas a uno de los mejores centros de fiesta de la ciudad, se dividía en tres espacios distintos, dos tenían escenarios para espectáculos en vivo y el tercero contaba con un piso vibrante “bodysonic” porque algunas secciones del piso estaban conectadas a transductores que emitían frecuencias de la música que se estaba tocando, así que los presentes en verdad podían sentir la música. Los tres amigos no estaban inmunes a eso, además que no tardaron en ser objetos de atenciones por otros de los que ya estaban ahí, pero lo más importante para el de Piscis y el de Capricornio era encontrar a alguien para el de Acuario.

— ¿Has visto a alguien?—preguntaba Shura.

—No que pueda acercarse lo suficiente—respondió Afrodita—Camus les concederá dos minutos y después les mostrará que no está interesado.

De hecho fue una buena apreciación, pues ese joven de largos cabellos azules atrajo muchas miradas y de ahí se desprendieron invitaciones a la pista pero no duraba más de dos minutos todo eso aunque no disminuía la atención, los pantalones entallados y la camisa insinuante mostraban a ese muchacho más como una fantasía que como un mortal.

— ¿Qué sucede?—preguntaba el de Acuario— ¿Es que ustedes no piensan bailar?

—Claro que lo haremos—dijo el de mirada celeste.

De hecho estaban bailando ellos tres juntos y fue cuando el grupo comenzó a dividirse, no estaba planeado pero así fue, todo dio inicio cuando un muy decidido muchacho de largos cabellos rubios quien no obtuvo más que una mirada de Camus se hizo un espacio entre el trío para quedar delante del de Capricornio, resultó ser muy hábil pues terminó llevándose al de cabellos negros a otro lado de la pista y lo mantuvo como compañero exclusivo de baile. Lo que parecía haberse convertido en un dúo supo que estaba por separarse cuando otro interesado hizo acto de presencia, tal vez el de Acuario se hubiera opuesto pero lo pensó dos veces, el sujeto medía al menos dos metros y tenía la espalda del tamaño de una nevera, de las de doble puerta, además notó que a su amigo le brillaron los ojos por esa mirada oscura.

Se resignó el de ojos azules a que al menos por unas piezas sus amigos tendrían compañía, él bailó con otros cuatro hombres mientras tanto pero no estaba interesado en nada más, a pesar de su resolución de pasársela bien sin importar otra cosa se daba cuenta que su ánimo se estaba hundiendo. No era que no hubiera pensado en algo de compañía, lo había hecho y desde antes de esa noche, pero los hombres con los que coincidía, había algo o más bien la falta de algo en ellos, deseaba sentir si estaba a su lado pero lo dejaban frío, no era una buena señal eso, que en su interior se diera una especie de ráfaga que lo impulsaba a cerrar las persianas o dicho de otra manera a simplemente alejarse.

Vio de reojo a sus amigos, estaban pasándola bien y sin duda seguían haciendo lo posible porque él conociera a alguien pero su ánimo no estaba para eso, prefirió darse unos instantes para tomar un poco de aire, sin duda no era el único que necesitaba de respirar después de un rato en ese sitio. Caminó buscando un lugar que no estuviera lleno de gente pero no estaba teniendo suerte en eso, intentaron hacerle la plática pero no se detuvo, prefirió seguir buscando hasta que finalmente encontró una escalera circular, comenzó a subirla y se vio en una especie de buhardilla, contaba con otra escalera más pequeña que llevaba a un tragaluz que estaba abierto en ese momento. Siguiendo su espíritu aventurero continuó subiendo y quedó en la parte alta de la construcción.

Sintió la fresca brisa que soplaba y lo refrescaba, dejando atrás el ruido y el gentío, parecía casi un remanso de paz estar en ese lugar, el cielo estaba despejado, así que pudo contemplar el espectáculo de las estrellas brillantes.

—Esto es hermoso—dijo en voz alta.

Por unos segundos se sintió la única persona en el universo, respiró con profundidad dejando que sus pulmones se llenaran del aire limpio, no estaba mal darse unos segundos para sentirse libre de toda preocupación, de entrar en contacto consigo mismo a través de un remanso de tranquilidad, era un sitio así el que le gustaría tener.

—Este sitio es más popular de lo que pensaba—dijo una voz a sus espaldas.

Se dio vuelta y de inmediato sus pupilas quedaron fijas en unos profundos ojos glaucos que lo miraban con expresión sonriente dejándolo sin voz, después fue contemplar un rostro varonil y hermoso que le quitó el aliento, complementaba la imagen con unos brillantes cabellos largos de color azul y un cuerpo que hizo que le temblaran las rodillas ¿Qué era lo que le estaba pasando? No recordaba que algo semejante le hubiera sucedido antes, jamás, en toda su vida nunca se sintió así por alguien a quien apenas si estaba conociendo.

— ¿Viniste aquí a fumar?—le preguntaba el desconocido.

—No, no fumo—respondió intentando escucharse normal.

—Qué bueno, es un vicio bastante malo—continuaba el otro—Lo dejé hace años aunque admito que me costó mucho trabajo.

El otro hombre seguía hablando, pero a esas alturas el de Acuario no escuchaba mucho, casi sentía que lo veía como en las películas cuando una persona estaba rodeada de brillo y el aire sacudía su cabello y una sensual música de saxofón se escuchaba de fondo.

—Pensaba que fumabas porque es el espacio para fumadores, no pueden fumar en interiores por ley.

—Solo quería respirar un poco de aire fresco—se explicaba el de ojos azules.

—Que bien.

El otro hombre lo miraba con sus profundos ojos verdes, hechizantes como los de una cobra, le hubiera gustado preguntarle algo como su nombre, a qué se dedicaba, qué estaba haciendo ahí pero las palabras no salían de su boca, jamás se había sentido de esa manera, como si todo quedara a un lado comparado con conocer a una persona que irradiaba tal fuerza que lo atraía irremediablemente, como los imanes al metal. Se hacía más complicado todo porque el desconocido notaba claramente lo que provocaba en ese joven de mirada azulada, mas aún porque no era alguien tímido, nada de eso, ese muchacho era especial y no se iba a quedar con la duda de cuánto.

 

**********

 

El de Acuario seguía sin saber qué hacer, estaba confundido, algo que le resultaba muy extraño, era como no saber siquiera en que suelo estaba de pie, solo pudo ver como el hombre de los cabellos azules y mirada glauca se acercaba con seguridad y sin perder el tiempo le tomaba la mano para después hacer que lo rodeara por la cintura mientras él lo sujetaba por la espalda con firmeza.

—La música nunca debe desperdiciarse—dijo.

Los ecos de la melodía que llegaba hasta ellos no eran suaves, pero no importaba, no cuando Camus se sintió llevado con semejante seguridad por el lugar, no le importaba que estuvieran en un techo que había sido acondicionado como una especie de patio abierto para fumadores, contaba con algunas cosas para hacer un poco más grata la estancia, plantas, una valla, ceniceros, muebles…solo le interesaba que se sentía como una pequeña gota que se deslizaba por encima de la amplia hoja de una planta, aferrándose al borde para no caer ¿a qué se aferraba? A esa fuerte cintura, el aroma masculino, los sedosos cabellos, esa mirada brillante que le quitaba lo voluntad y lo sometía sin problemas.

¿Qué era lo que le estaba ocurriendo? ¿Por qué se sentía de esa manera? Si al menos sus amigos estuvieran ahí les hubiera dicho de esa sensación que lo ahogaba y lo estremecía por igual, ese calor que lo iba llenando, no negaba que era como estar ebrio pero resultaba que se percataba completamente de sus actos ¿Qué hacía ese hombre en él? fue entonces que notó un brillo nuevo en esos ojos verdes que no dejaba de admirar, por un instante pensó que podría perder el sentido, lo apretó un poco más con sus manos, de verdad sentía que iba a perder el equilibrio. El de ojos verdes lo sentía, él mismo ya se encontraba excitado por esa espléndida criatura entre sus brazos, sabía bien como gustarle a otro hombre, pero ese muchacho era…era…después se lo explicaría, en ese instante importaba algo distinto.

Sin palabras, sin juegos, sin esperar, sujetó masculinamente la barbilla del de Acuario, levantándola un poco y haciendo que fuera el de ojosa azules quien se acercara a sus labios, cumpliendo con su necesidad de un beso; Camus solo necesitó de eso para ponerse en manos del desconocido que lo dominaba con esa pasión, una arrolladora, sin sentido quizás pero que no iba a negarse a seguir aunque tuvo la oportunidad de hacerlo.

— ¿Me acompañas al sofá?—le preguntaba con un acento nuevo en la voz.

No dijo nada, apenas si recordó como asentir con un movimiento de cabeza y no estuvo seguro de cómo llegaron ambos al mullido mueble que los recibió hundiéndose algo con su peso, claro que eso no le interesaba cuando unos labios que ya lo habían intoxicado con su sabor volvieron a tomarlo con la seguridad de quien sabe que no será rechazado. Desde ese punto Camus se limitó a ser lo que el otro quisiera que fuera, no era ese tipo de hombre, no era tan pasivo en un encuentro, mucho menos de los que se involucraba con un desconocido en un encuentro sexual, pero todo se le olvidaba bajo el influjo de esa fuerza erótica con mirada verde.

Unos sensuales labios tomaban posesión de los suyos, Camus actuaba de manera delicada, buscando memorizar esa forma y ese sabor, permitiendo que su boca fuera invadida por una nada pudorosa lengua que lo probaba, hacía bailar la suya, mezclaba sus salivas, se hundía con fortaleza imponiéndose como un amante en que llegaría hasta el final. Las manos del de ojos verdes recorrían la espalda del de Acuario pero no fueron nada discretas en sus intenciones, para nada, encontraron con velocidad el camino que buscaban hasta la parte baja, ese redondeado y bonito trasero que no dejó de notar, más importante aún fue que metió sus deseosas manos en el pantalón del otro y sin aguardar se apoderó de las rotundas nalgas que estrujó con deseo, uno intenso, que le fascinaba vivir.

Camus no pudo menos que gemir, sentirse deseado de esa manera no era para menos, el deseo hacía de las suyas, su cuerpo se encendía ante la promesa de la pasión, tal vez por eso no se opuso cuando las mismas manos que no dejaban de estrujar su trasero lo hicieron quedar prácticamente encima del de mirada glauca, separando sus piernas para acomodarse por encima de su vientre. La nueva posición no solo los hacía quedar frente a frente, también les permitía continuar con su intensa sesión de besos al mismo tiempo que sus cuerpos se sentían de forma directa y por eso no dudaban en acariciarse y frotarse contra ese hombre que los estaba llenado de un deseo casi arrollador. El de ojos verdes sujetaba el cabello azul de Camus con algo de fuerza, tirando de pronto de esos hilos como si fuera una soga, exponiendo a su boca el elegante cuello que fue besado dos veces y a la tercera le dio un leve mordisco que fue seguido por varios más, dejaría marcas pero no les importaba a ninguno de los dos.

Guiados por la sensualidad que emergía entre los dos fue una vez más el desconocido quien se dispuso a llevar la mano firme del encuentro, con la mano que había dejado libre apartaba tan rápido como podía la camisa que le estorbaba, ansiando sentir la tibia piel a su alcance; notando sus intenciones el de Acuario se dispuso a ayudarlo, entre ambos encontraron la forma de apartar la tela que apenas tuvo dos botones abiertos fue sacada por encima de la cabeza de su dueño. Tan bien iban las cosas entre ellos que el de Acuario no dejó que el de mirada verde se quedara con más ropa, aunque primero le beso el pecho por encima de la tela, dos segundos después hacía lo posible por sacarle la prenda que estorbaba a su s deseos. Con la parte superior de sus cuerpos al desnudo parecían buscarse con mayor intensidad, sus labios no paraban y a momentos las voces que daban eran semejantes al gruñir de un animal salvaje.

El de Acuario sintió como volvían a probar su cuello pero al echar hacia atrás su cabeza no tardó en dar unos gemidos entre dolor y placer, lamían su piel, la acariciaban con esa tibia lengua, pero sus pezones fueron succionados con fuerza, uno y otro, para ser mordidos tenuemente y esos mismos dientes tiraban gradualmente para volver a besarlos hasta dejarlos erguidos y sonrojados, húmedos de saliva. Sin poderse controlar el de ojos azules fue al rostro del desconocido, se apoderó de todo cuanto tuvo a su alcance, besándolo y acariciándolo con sus labios en una ciega adoración, sin tener suficiente de él, ansiando que continuara y lo hiciera suyo hasta el final, el mensaje fue bien entendido por el otro hombre.

Como si no pesara más que una pluma, los fuertes brazos que lo habían acariciado ahora levantaban al de Acuario del sofá, por unos segundos enredó sus piernas alrededor de las masculinas caderas que respondieron embistiendo por encima de la ropa, pero no era posible así, por eso el de ojos glaucos arrojó con cierta fuerza al de mirada azulada sobre el mueble, un instante y desabrochaba sus pantalones con habilidad y de la misma manera hacía que se deslizaran fuera de sus piernas quedando como un objeto desechado a un lado. Si no bastaba, en una actitud provocativamente erótica, el de pupilas verdes se colocó de pie ante el de Acuario, vio esos ojos brillar, los pantalones salieron con velocidad y a pesar de la ropa interior notaba muy bien el bulto que se hacía entre sus piernas.

Los azules ojos siguieron todo movimiento de ese trabajado cuerpo, fascinado por los marcados músculos, las firmes líneas, el sensual movimiento que era capaz de mostrar, aunque n pudo contemplarlo más cuando el de ojos glaucos fue hacia él, metiéndose entre sus piernas, y esa misma boca que había brindado unos sensuales besos ahora despojaba al de Acuario de su suave protección. Desnudo, estaba desnudo, lo sabía y le gustaba que fuera así, le gustaban esos labios tomándolo, que una sensual boca lo excitara y complaciera por igual, que provocara que su sexo se irguiera con fuerza, que todo su cuerpo se estremeciera por el deseo y el placer hasta que sentía que iba a terminar, pero unos firmes deseos lo impidieron apretando la base de su miembro, era un tanto doloroso pero se controló lo suficiente para mirar al otro hombre.

Dar placer es una cosa, recibirlo también es agradable, quizás aún más, por eso fue turno del de ojos verdes de desnudarse, no parecía importarle en lo más mínimo que estuvieran en un espacio abierto, que quizás alguien pudiera subir y verlos, no pensaban en nada de eso, lo único que ocupaba la mente del de Acuario fue arrodillarse sobre el frio suelo y sin más dar inicio a una intensa y complaciente sesión de sexo oral. El que estaba de pie no dejaba de gemir, ese muchacho sabía lo que hacía, podía hacer que su lengua se moviera tan bien como en los besos y como si no bastara, al tenerlo húmedo y tibio cubierto con saliva lo dejaba expuesto a la noche y soplaba suavemente sobre la corona, el estremecimiento era maravilloso, una dulce tortura previa al placer. Siguieron así por unos instantes, sin embargo el deseo los llenaba y no era posible darle más tiempo a los juegos, necesitaban seguir, lo supo claramente el de Acuario cuando el desconocido ante él lo sujetó por los hombros y lo esquinó sobre el sofá.

La situación era nueva, para un excitado Camus lo era, sentía claramente como el de ojos verdes llevaba sus tobillos sobre esos fuertes hombros y de inmediato unos decididos dedos buscaban su entrada sin inhibiciones, lo acariciaban, lo frotaban, lo rodeaban, empujaban buscando el paso hasta que su intimidad comenzó a ceder, no era cómodo lubricar solo con saliva pero no contaban con más y sus sexos punzaban con tal fuerza que no iban a detenerse. Los dígitos del de mirada glauca fueron diestros, supieron donde tocar para aumentar el placer y evadían lo más posible el dolor, querían continuar y llegar al final, por lo mismo no dejarían que algo más allá de su pasión los gobernara. No fue muy claro en qué momento se sintieron listos, lo que importaba era que sencillamente no podían aguardar más, sus cuerpos gritaban de deseo no consumado, debían darle lo que pedía.

Volvieron a enredarse con sensualidad entre besos encendidos y caricias nada sutiles, cada sitio que entraba en contacto para los dos parecía arder, un calor que los dejaba sin cordura mientras todos sus sentidos los guiaban a una sola dirección; el de ojos vedes terminó sobre su espalda en el mueble de largas formas y el de pupilas azuladas se montó sobre él a horcajadas, guiando con su mano el turgente sexo que se mostraba completamente dispuesto, colocó la enrojecida corona contra su dilatada entrada y aguantando la respiración lo llevaba al interior de su cuerpo, solo unos segundos y sus miradas estaban fijas, destellando, y todo fue una oleada de sensualidad sin límites entre ambos.

El de Acuario, generalmente más recatado en esos esos menesteres no estaba para aguardar, comenzó a mover sus caderas con sensualidad, con pasión, las hacía girar aprisionando ese miembro en su intimidad que tocaba sitios tan sensibles que lo hacían gemir, después fue cabalgar como si estuviera sobre un potro salvaje al mismo tiempo que se acariciaba a si mismo por el cuello, el pecho, el vientre, sus entrañas encendidas solo sabían de la necesidad de ese masculino cuerpo que lo abrasaba. El de hechizantes ojos glaucos respiraba de manera ahogada, como si corriera una carrera intensa, todo su cuerpo respondía a la pasión de ese hombre que estrujaba su sexo como un delicioso receptáculo, brindándole un placer que no había sentido con nadie, sujetaba esas afiladas caderas con fuerza casi como si temiera que lo abandonaría pero sus músculos tensos solo vibraban de emoción y dulce goce.

Dos hombres entregados al fuego de los sentidos no podrían controlarse por mucho tiempo, ellos no lo sabían, no tenían noción de ello, solo entendían de sus cuerpos unidos en la sensualidad, del fuego que ardía a mayor intensidad en cada embestida, de esa fuerza que los obligaba a continuar mientras sus voces llenaban la noche en deliciosos estertores de varonil pasión. El de Acuario se inclinó hacia atrás, dibujando una maravillosa curva, su compañero lo sujetó por los brazos y lo atrajo con fuerza contra él, se entregaban como en una lucha, intentando obtener su satisfacción en sus locos movimientos y ansiando complacer al otro con su propio cuerpo. La fuerza de su encuentro se hizo mayor, las pulsaciones del orgasmo que se anunciaba los atravesaban con furia, una tensión que les complicaba respirar, ver, escuchar, hablar, los estaba llenando desde el cabello a la punta de los pies, sin control sus extremidades temblaban y se retorcían y luego…luego…

Fue un golpe, una embestida, una oleada de pulsaciones que atacaron sus vientres con fuerzan hasta que jadeaban con libertad, se sacudían desde lo más íntimo hasta lo externo, su piel enardecida se impregnó del aroma del sexo y la caliente simiente de sus ingles brotó como un destello. Camus vivió su clímax con energía, su semen salpicó su propio vientre y la mano que por instinto masturbaba su sexo, pero también alcanzo el pecho de su amante, mientras que el de ojos verdes deba unas sensuales voces de placer satisfecho al ritmo de ese pasaje que lo apretaba y hacía brotar su esencia bañando esas cálidas paredes hasta el paroxismo.

 

**********

 

La dicha siempre parece más corta de lo que es, los dos amantes rendidos sobre el sofá sentían que su encuentro y satisfacción habían sido muy cortos pero no negaban lo deliciosamente complacidos que se sentían, aun así, mientras se iban enfriando, literalmente enfriando por el clima nocturno que los trajo de vuelta a la realidad, supieron que lo mejor era como mínimo vestirse otra vez y tratar de darle un poco de orden a su aspecto. Lo hicieron en silencio aunque no dejaban de dirigirse una que otra mirada furtiva que les permitía ver algo más de esa persona que no imaginaban que existía y les estaba haciendo la vida más interesante.

Cuando se sintieron más relajados se permitieron volver a hablar.

—Creo que deberíamos bajar—mencionaba el de ojos verdes.

—Está bien—fue la única respuesta que pudo dar el otro.

Mientras iban descendiendo y el sonido de la música se hacía más fuerte el de Acuario se preguntaba por lo que terminaba de suceder, sabía bien que no era de ese tipo de persona que se daba a encuentros casuales, pero lo de ese hombre que caminaba a dos pasos de distancia era distinto, aun en ese momento, después de una sesión de sexo intenso, sentía que quedaba un calorcito inquieto en su vientre que lo impulsaba a estrecharlo y no dejarlo ir. Tuvo que respirar con intensidad para controlarse un poco si no se vería envuelto por la masculina fascinación que ese desconocido ejercía sobre él. Aunque ninguno de esos razonamientos evitó que se diera ligeramente prisa para quedar a su lado, sujetándole la mano con fuerza, haciendo que sus dedos se entrelazaran.

Esos ojos verdes lo miraron directamente, brillantes como lunas glaucas que lo incitaban a seguirlas sin esperar, sin pensar, solo entregándose a ese destino que podría serlo todo, estaban por regresar a la pista de baile cuando una idea hizo que el que iba adelante se detuviera por completo, mirando al de Acuario como si se diera cuenta de un asunto importante.

— ¿Cómo te llamas?—le preguntó.

El de ojos azules se sintió sorprendido, era verdad, apenas si compartieron unas palabras y él se sintió completamente embriagado por la presencia del otro, dejándolo todo de lado, incluso un asunto tan básico como saber siquiera su nombre.

—Soy Camus—dijo con suavidad—Camus de Acuario.

—Que buen nombre, va contigo.

— ¿Y tú, cómo te llamas?

—Me llamo…

El de ojos azules solo lo vio mover los labios pues antes de lograr escuchar algo el ruido que se impuso fue el de la sirena de emergencias, haciendo que la música se apagara de inmediato pero las voces de alarma corrieron con velocidad, casi tanta como la de los presentes por salir de ahí; el personal hacía su trabajo, las salidas de emergencias eran abiertas de inmediato y se escuchaban los megáfonos

—Mantengan la calma, diríjanse a la salida de emergencia más cercana, mantengan la calma.

A pesar de cuan bien preparados estuvieran en Antares para atender una emergencia nada evitó que la acumulación de personas resultara complicada de manejar, todos buscaban salir sin estar seguros del motivo de la alerta, todos buscaban a sus conocidos entre la gente y todo eso contribuyó a que los dos hombres que se habían encontrado no lograran mantenerse unidos. Se esforzaron por lograrlo, luchaban por mantener sus manos juntas, Camus sentía esa fuerte mano que lo estrechaba y buscaba llevarlo a la salida, esos ojos verdes lo miraron y su dueño decía algo que no lograba comprender, pero era demasiada gente, todos querían salir, pero era como si marcharan en diferentes direcciones. El ir y venir de las personas comenzó a separarlos, sus manos se soltaron, se buscaron, lograron ver sus rostros, intentaron unirse otra vez pero finalmente se perdieron de vista llamando al otro.

Cuando Camus llegó a la salida continuaba buscando al de ojos verdes pero de pronto era como si todos los rostros fueran los mismos, no lograba verlo, solo deseaba saber si estaba bien, quien era, si era posible…

— ¡Camus!—lo llamaron.

Sin esperar sus amigos ya estaban a su lado, aliviado de haberlo encontrado, se les notaba en la cara.

—Qué bueno que estás bien Camus—decía Afrodita abrazándolo.

—Nos temíamos que algo te hubiera ocurrido—mencionaba Shura.

Pero el de Acuario solo seguía buscando esos ojos verdes que sabía no iba a olvidar.

Los servicios de emergencia no tardaron en llegar, nadie estaba seguro de lo que había ocurrido ¿Por qué se había activado la señal de alarma? una hora después se sabía lo ocurrido con seguridad, todos los servicios que debían hacer su revisión la hicieron dictaminando que no había problemas, el establecimiento había actuado como debía y su protocolo de seguridad era bueno, por lo que una pregunta continuaba.

— ¿Qué ocurrió?—preguntaba Milo.

La respuesta llegó cuando el supervisor de bomberos descubrió que una de las palancas de emergencias había sido bajada intencionalmente; el resto de la explicación fue por las redes sociales, uno de los trabajadores del local les mostró una imagen que había encontrado al buscar eventos relacionados con el lugar. Mostraba un mensaje “Desafío cumplido” y se veía a un lerdo bajando la palanca, aparentemente había ido con sus amigos, comenzaron a retarse porque parecía que no tenían nada mejor que hacer y terminaron creando un pequeño caos, que por cierto fue seguido por la policía los días siguientes hasta dar con los responsables ya que las falsas alarmas eran un delito.

Pero mientras todo eso ocurría Camus continuaba buscando al desconocido de esa noche aunque sin éxito, mucha gente comenzó a retirarse mientras investigaban y finalmente, aunque fueron de los últimos en irse, sus amigos le comentaron que no tenía sentido seguir ahí.

—Pero…—intentaba decir el de Acuario.

—Lo siento Camus pero mira alrededor—le decía Shura—Ya no hay nadie prácticamente.

—Lo mejor es ir a descansar—admitía Afrodita.

Cabizbajo y sin querer hacerlo siguió a sus amigos al estacionamiento en que habían dejado el automóvil para partir, aunque ni el de Piscis ni el de Capricornio se atrevieron a decir nada, miraban a su amigo de ojos azules con discreción, se veía decaído, aparte de la ropa y el peinado con algo de desorden les decía que algo había ocurrido aunque no iba a mencionarlo, no en ese instante al menos. La noche terminó con un joven de Acuario preguntándose lo que pudo haber sucedido si no se hubiera separado de ese hombre de ojos verdes del que ni siquiera sabía su nombre.

Necesitaba descansar, tenía una cita para la mañana siguiente, era todo lo que quedaba por hacer, seguir con sus planes.

Al escuchar su alarma de la mañana Camus no tenía ni la menor intención de ponerse de pie, apenas se sentaba sobre las sábanas cuando se dijo que preferiría quedarse en la cama el resto del día, se sentía exhausto, se dio solo una breve tregua pero se recordó que no podía descansar, así que finalmente se puso de pie y lo primero que hizo fue darse una ducha. Bajo el agua más bien fría dejó que su cuerpo terminara de despertar pero se sentía como si lo hubieran apaleado, cuando se secaba vio un par de marcas en su piel y terminó por ponerse frente al espejo para darse un vistazo. De hecho tenía algunas señales de la noche anterior, por los brazos, el pecho, el cuello, los muslos, el…mejor dejaba esa idea pero elegiría ropa que no dejara ver nada de eso, unos pantalones formales y un suéter de vestir de cuello alto.

Hizo algunos menesteres menores en su departamento, buscaba dejarlo pero no se permitiría ser desordenado ni sucio, no iba con él, aunque lo de la noche anterior tampoco iba con él e igual lo había hecho.

— ¿Es que no puedo pensar en otra cosa?—se reprochó.

Llamó un taxi, llevaba el tiempo medido, necesitaba llegar puntual a su cita, estaba listo para continuar.

 

**********

 

Cuando llegó a la dirección acordada el de cabellos azules se dijo que era el tipo de sitio que le gustaba, el vecindario se veía bien, parecía estar en expansión, prometía que habría más casas y negocios con el tiempo así que era una buena inversión llegar antes y hacerse de un lugar. Verificó la dirección antes de continuar pero no tardó en ubicarse, vio el edificio por fuera, daba buena imagen, entró y subió por el ascensor, parecía de tipo comercial por fuera pero en el interior mostraba una elegante versión minimalista de sí mismo, un buen detalle a su juicio, aun no veía el lugar pero le gustaba lo que conocía. Llegó al piso número dos y no tardó en quedar ante la puerta, esperaba dar mejor aspecto de cómo se sentía, necesitaba de un poco de reposo pero no era del tipo de hacer a un lado sus compromisos, respiró y verificó la hora, eran las once con dos, bueno, bastante cerca de la hora acordada, llamó a la puerta tocando el timbre y no esperó mucho.

Se quedó sin aliento al ver al hombre del otro lado del dintel, esos cabellos azules, los ojos verdes, aunque la expresión más serena y sin ese intenso hechizo que había sentido pero era él, debía ser él ¿Quién más podría verse de esa manera?

—Buenos días—lo recibieron con amabilidad— ¿Es quién viene a ver el departamento número once?

Al de ojos azules le faltaban las palabras, pero logró recuperarse un poco, lo suficiente para poder hablar.

—Yo…no esperaba volver a verte—dijo.

— ¿Disculpe?

Esos ojos verdes que lo habían fascinado la noche anterior tenían un brillo distinto, no quería arrojarse a sus brazos ni nada parecido, sin embargo lo miraban como si no supiera quien era…bueno, sí, técnicamente no sabía, pero no debía observarlo como a un completo desconocido, como si jamás se hubieran visto.

—Soy yo, Camus—le recordó el de ojos azules—Camus de Acuario.

—Es un placer, soy…

— ¿Después de anoche vas a tratarme así?

La verdad era que el desconcierto estaba dando paso a la frustración con una dosis de dolor, no era buena idea estar provocando esa mezcla en alguien como el de ojos azules, quien no estaba dispuesto a ser engañado de nuevo por nadie. El otro de ojos verdes continuaba mirándolo como si no supiera de lo que le estaba hablando, así que el enfado y la indignación iban a estallar, más pronto de lo esperado.

—Lo lamento, creo que me confunde con alguien más.

—No te confundo, te reconozco perfectamente—lanzó con frialdad—Eres exactamente ese tipo de sujeto.

Para el que continuaba en el interior del departamento toda la escena era extraña, ya no sabía si era una broma o qué, no tuvo tiempo de preguntar pues el de ojos azulados ya estaba listo para hacerse escuchar.

— ¡Muy bien, muy bien! ¡Sigue pretendiendo que no me conoces, que lo de anoche no sucedió!—le estaba gritando— ¡Pero todo fue mi culpa, todo fue por creer que algo especial había ocurrido!

El de Acuario no esperaba responder así pero se sentía mal, las horas anteriores no había dejado de pensar en ese desconocido, en su mirada glauca, sus cabellos azules, las fuertes manos, el maravilloso cuerpo que lo hizo perder el control, y que al verlo de nuevo lo ignorara de semejante forma lo estaba hiriendo.

— ¡Primero me haces sentir que soy único!—continuaba reclamando en voz alta el de los ojos azules— ¡Después me tratas como si te preocuparas por mí! ¡Y ahora simplemente no me recuerdas siquiera!

—De verdad creo que me confundes—logró decir el otro.

— ¡¿Me confundo?! ¡¿Me confundo?! ¡¡Tuvimos un sexo maravilloso y solo me confundo!! ¡¿Lo que hicimos en el techo sobre el sofá no fue nada?!

No terminaba de creer que se hubiera equivocado de semejante manera con alguien, parecía que no era el mismo de la noche anterior, era alguien distinto.

—Creo que ya sé lo que sucede—murmuró el de ojos glaucos para después gritar— ¡¡Levanta tu trasero de la cama, te vinieron a buscar!!

El de Acuario estaba dispuesto a seguir con la escena pero se escuchó otro grito del interior del departamento.

—¡¡Hacen ruido para levantar un muerto!! ¡¿Quién te está gritando?!

Unos instantes después, descalzo, despeinado, con cara de cansancio y solo unos pantaloncillos como pijama apareció un hombre de cabellos azules y ojos verdes, idéntico al que lo había atendido en la puerta, pero que al mirarlo tuvo un brillo que el de Acuario no pudo sino reconocer; el que recién llegaba a la escena se acercó y debió recordar su aspecto porque intentaba alisarse el cabello aunque sin mucho éxito y tampoco lograba cubrir las marcas en su piel, como ese mordisco en su pecho, y los de su cuello, y en sus brazos y…

—Creo que te buscan hermano—decía el que si estaba vestido.

—Hola Camus—decía medio apenado de ser encontrado de esa manera por el de ojos azules—No esperaba verte tan pronto.

En cuanto al de Acuario no estaba seguro de lo que debía hacer o decir, miraba a los dos hombres ante él, eran idénticos, al menos físicamente.

— ¿Son gemelos?—logró preguntar.

—Sí, él es mi hermano Saga, yo me llamo Kanon.

—Y asumo que tú eres quien venía a ver el departamento—comentaba el recién presentado—Y el semidiós del sexo que dejó a mi hermano medio muerto anoche, sus palabras, no las mías.

La parejita parecía no saber dónde mirar ni dónde meterse, pero el tercero en el sitio se dispuso a hacerles un poco más sencillo su reencuentro.

— ¿Qué tal si entramos todos?—sugería Saga—Por favor Camus, pasa y siéntate, mi hermano se vestirá en un instante y creo que le gustará mostrarte el departamento que terminamos de arreglar.

Sin decir nada siguieron exactamente esas instrucciones, Saga fue muy educado, el de Acuario lo reconoció pero también se dijo que aunque agradable no lo hipnotizaba como su gemelo quien apenas apareció de nuevo ante sus ojos hizo que brillaran. En cuanto a Kanon, vestido y arreglado, casualmente con un suéter de cuello alto también, tomaron el ascensor y subieron al piso once, donde no tardaron en entrar al departamento, sitio muy bien establecido, perfectamente dispuesto, todo lo que el de Acuario hubiera deseado estaba ahí, incluido ese apuesto hombre que no parecía saber qué decir.

—Mi hermano y yo compremos este edificio—le explicaba—Lo arreglamos, hicimos una serie de departamentos y buscamos colocarlos en el mercado, con opción a comprarlos.

—Es un buen sitio.

Pero ya no sabían qué decirse, aunque necesitaban decir algo.

—Cuando nos separamos te estuve buscando Camus—decía el de ojos verdes—Incluso subí un mensaje en mis redes, por si alguien te conocía, pero creo que no pude ser muy específico.

— ¿Que dijiste?

—Pregunté si alguien sabía de ti, solo dije tu nombre, Camus, y que tenían bellos ojos azules y sedosos cabellos del mismo color, que hablabas con un tenue acento francés y tus manos son de artista—hizo una breve pausa—Alguien me dijo que parecía que buscaba un sueño y no a un hombre.

—También pensaba en ti aunque no sabía siquiera tu nombre, y cuando vi a tu hermano…no parecías ser tú y eso me enfadó, pensaba que solo querías pretender que nada había sucedido entre nosotros.

Diciendo eso bajó la mirada pero el de ojos verdes ya estaba ante él, sujetándolo por los hombros, colocando sus rostros muy cerca, tan cerca que sus respiraciones parecían ser solo una.

—Fuiste algo único, algo que no me dejó dormir hasta muy tarde, de verdad le dije a mi hermano que eras un semidiós del sexo y que me habías dejado muerto, no medio muerto, no me puso mucha atención. Pero lo que importa es que estás aquí, y me alegra verte de nuevo.

—A mí también Kanon—murmuraba el de ojos azules.

—Me gusta como dices mi nombre—declaraba el otro en el mismo tono.

—Kanon…

No pudo hablar más, lo estaban besando con esa energía que ya había probado, ahora sin tanta pasión pero con el deseo de hacerlo quedarse, y lo iba a hacer, ese departamento era lo que quería, y ese hombre de ojos verdes era lo que necesitaba, en cuanto lograran quitarse las manos de encima iba a firmar el contrato, estaba bien dispuesto a formalizar con el enganche.

 

**********

 

 

FIN

 

Notas finales:

Gracias a quienes leyeron, deseo que les pareciera entretenido.

Si nada sucede subo una nueva trama la semana que viene.

Nos leemos, que estén bien.

Atte. Zion no Bara

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).