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Frío por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es algo que rondaba mi mente y deseaba hacerlo, deseo que les guste y/o interese a quienes lean.

Fic dedicado a Sagacamusismo, sé que deeabas algo de Saga y Camus, esta trama es distinta de tu petición pero espero que sea de tu agrado.

 

Notas del capitulo:

Es el primer capítulo, espero que les guste.

 

 

Capítulo I

 

El llanto era lo que escuchaba, estaba seguro que alguien lloraba, se escuchaba lejos, como si estuviera encerrado, era una vocecita suave, delicada, pero igual lloraba, era un niño, un niño pequeño ¿Por qué estaba llorando? ¿Por qué estaba prisionero? ¿Por qué nadie lo ayudaba? ¿Por qué estaba solo? ¿Por qué hacía tanto frío?

 

**********

 

En el Santuario dedicado a la señora Atenea todos sus caballeros sabían que su misión era defenderla y estar a su servicio, desde que la joven Saori Kido fuera descubierta como la reencarnación de su señora los caballeros se habían visto con bastante trabajo pues esa muchachita parecía tener una capacidad especial para quedar en medio de conflictos con otros dioses. Pero eso se había superado, esos días de batallas, dolor y muerte quedaron atrás, tan atrás que incluso aquellos que habían caído bajo su servicio estaban de nuevo con vida y gracias a ellos podían hacerse de su propio destino…sin olvidar que continuaban bajo los lineamientos y orden de servir a su señora en todas las formas que les correspondían.

Entre los caballeros se había recibido esta nueva oportunidad con dudas y alborozo, pero sinceramente más que nada con dudas, no se podía esperar que simplemente aceptaran que las cosas sucedían y siguieran como si nada, tal vez quien lo dijo de manera más directa fue el siempre rudo y no sutil caballero de Cáncer.

— ¿Así de fácil? Te digo que tienes una nueva vida y ya ¿y todo será de color rosa y dulces de algodón?

No había amabilidad en sus palabras pero reconocían que no pocos se sentían así, estaban vivos y no olvidaban los sucesos pasados, existía algo de animadversión aun entre algunos caballeros, otros intentaban explicarse a sí mismos su comportamiento y unos mas no estaban seguros de lo que harían desde ese momento. Afortunadamente el tiempo fue un aliado pues les permitió ir acomodando cada parte de su existencia, el apoyo de amigos y compañeros o algo más fue un punto seguro para seguir adelante y en el terreno de Algo Más es desde donde dio inicio un paso decisivo para la pareja de los caballeros de Géminis y Acuario, o mejor dicho para dos hombres, Saga y Camus.

Desde antes de los conflictos que darían inicio a una nueva era del Santuario ya quienes lo conocían opinaban algo del joven Camus.

—Es muy frío.

Pudiera ser porque se trataba de un caballero de los hielos, quizás la personalidad de cada caballero tenía que ver con la armadura que portaba, así que lo de ser frío iba con el joven venido de Francia; algo en su aspecto también orillaba a tener esa idea, sus cabellos azules poseían cierta rigidez y sus ojos, también azules, contaban con un destello de frialdad, como los témpanos ancestrales.

—Camus no es tan frío—se llegó a decir.

Algunos de sus compañeros defendían que si bien era reservado cuando se le trataba llegaba a mostrarse como una persona atenta, con la que se podía contar, si brindaba su amistad no era para retirarla y hacía honor a su palabra, aunque de ahí a decir que era una persona cálida era un gran salto. Aun así sus compañeros lo tenían en un buen concepto, alta estima y sobre todo con la idea de ser alguien reservado, introvertido, y a pesar de todo, si, frío.

Pero para el caballero de la tercera casa eso no importaba, no le molestaba, de hecho le gustaba pues le gustaba todo lo que era su compañero caballero de Acuario, tanto que no dudaba en estar cerca de ese hombre como tal, como otro hombre que deseaba ser más que un compañero o un amigo en su existencia. No resultaba inusual ver al serio y de apuesto aspecto Saga, con sus largos cabellos azules mecidos por el viento y sus ojos glaucos con una chispa destellante de creatividad, mantenerse lo más cerca posible de su camarada de armas. Los demás, los que se habían dado cuenta y los que se enteraron después por los mismos, aguardaban y esperaban, no estaban seguros de sí serían una relación o no, pues a final de cuentas todo dependía del joven venido de Francia.

—Lo que puedo entregarte es lo mejor de mi Camus—se declaró en un encuentro privado el de la tercera casa al del onceavo templo—Lo que quiero es hacerte dichoso, si me lo permites.

Ese tono al hablarle, pedir en lugar de imponerse, era nuevo para el de Géminis pero no se sentía avergonzado de usarlo por vez primera en su vida, solo quería que su compañero supiera cuanto significaba para él y en ese instante, la respuesta llegó unos segundos después cuando esos ojos azules como diamantes de hielo lo observaron y su dueño tomó su mano con suavidad para dar su respuesta.

—Podemos intentarlo Saga—dijo el de Acuario con su usual pragmatismo aunque acompañado por la esperanza.

De esa manera dio inicio una relación sentimental entre ambos caballeros, los demás en el Santuario se lo tomaron bien, les desearon lo mejor y la relación continuó por el mejor de los caminos, aunque a Saga hubo quien le dijo, con las mejores intenciones, lo que pensaban.

—Camus parece muy frío.

—Nada de eso—era la respuesta del de ojos verdes—Camus solo es reservado.

Pero como parecía que esa relación de pareja era maravillosa para ambos los comentarios solo fueron positivos, se les veía juntos en su tiempo libre, se les veía tener actividades juntos y a veces les llegaban los comentarios de sus planes como compañeros, todo lo que haría cualquier pareja que se quiere en el mundo. La relación parecía ser maravillosa para ambos, tanto que no hubo motivos para pensar en un punto en especial entre ellos, algo que no habían discutido a profundidad pues su primer acuerdo al respecto fue esperar: se trataba del sexo.

Ambos lo habían discutido en una etapa temprana de su relación y en su momento hicieron un acuerdo que los dejó satisfechos.

—Vamos a darnos tiempo.

Fue algo por común acuerdo y no tuvieron problemas para acatar los términos, aunque eso no quería decir que no hicieran nada, había caricias, besos, acercamientos, pero no habían llegado a más, aunque estaban llegando al punto de replantearse en que sitio se encontraban como una pareja.

Ese día, que parecía como cualquier otro día, la situación estaba por dar un giro completo y profundo, aunque por supuesto no lo sabían aún; todo dio inicio cuando por una misión encomendada por el patriarca Shion tuvieron que dar orden a unos antiguos textos de la biblioteca.

—Se debe tener un orden en este asunto, me temo que no se le ha brindado una clasificación adecuada—dijo el que fuera caballero de Aries.

—Nos haremos cargo—fue la respuesta de Saga.

El de Acuario se limitó a asentir con un movimiento de su cabeza así que todo estaba en orden y ambos hombres se pusieron en marcha para cumplir con su tarea que les llevó a la enorme y antigua biblioteca en donde de inmediato se pusieron a trabajar.

La labor era muy adecuada para ambos pues los dos eran hombres dedicados y meticulosos además de ordenados, lo que permitía que no se les complicara poner en orden algunos manuscritos y libros, en especial los que contenían datos, descripciones e historias de los diversos grupos de guardias que habían servido en el Santuario, sin ser caballeros, todos esos hombres que patrullaban alrededor del lugar y ayudaban en diversas tareas. Cada grupo había tenido su distintivo y nombre, muchos se identificaban con animales pero la práctica de tales servicios había caído en desuso y de hecho ya no quedaba uno solo de tales grupos, de los últimos hombres en servir bajo esa modalidad habían fallecido unos años atrás.

No quedaba un solo con vida.

—Tardaremos un poco pero podemos hacerlo Camus—comentaba el de Géminis—Además se puede aprender bastante de historia con estos textos.

—Prefiero que primero clasifiquemos todo y después leamos Saga—decía el de Acuario haciendo que dejara el libro que ya estaba leyendo a un lado—En cuanto todo quede listo tendremos mucho para leer.

Sin una palabra pero con una sonrisa los dos continuaron con su labor hasta que se convencieron que requerirían de más tiempo para hacer su parte pero en esas horas habían avanzado mucho, difícilmente otra pareja de caballeros hubiera logrado dar un orden ya definido a esa cantidad de escritos.

—Por hoy parece bastante—decía Saga estirándose como buscando liberar el cansancio—Podemos continuar mañana más frescos y relajados.

El de la onceava casa miraba algunos de los emblemas que estaban dibujados en un pergamino, diversos grupos que se habían identificado a sí mismos con una imagen, de un león, un caballo, un águila, un oso y muchos otros, veía cada imagen con cuidado y por unos instantes se mostró pensativo, hasta que su compañero fue a su lado esperando sacarlo de su concentración pues lo abrazó por la cintura y le habló suavemente al oído.

—Vamos a descansar—le pidió con voz amable—Podemos continuar mañana, ya sé que no te gusta dejar el trabajo sin finalizar pero es una labor bastante grande.

—Tienes razón, vamos a descansar.

Con esas palabras el de cabellos azules cerró el pergamino y lo dejó con cuidado sobre la amplia mesa de madera maciza en la que habían estado trabajando, apagaron las luces y finalmente salieron con dirección a sus templos o por lo menos hasta el templo número once que quedaba más cerca de la biblioteca. Con pasos silenciosos bajaban por las escaleras de mármol, notaba n que la noche ya había caído, sus demás compañeros ya estarían descansando sin duda y por eso fueron especialmente sigilosos en Piscis para no causar ningún inconveniente a otro caballero dorado.

 

**********

 

Al alcanzar Acuario se mostraron más libres en su comportamiento, estaban en casa o al menos de esa manera lo sentían, el tercero y el onceavo templo eran sitios suyos, donde se mostraban como hombres y una pareja, una que se sentía contenta de estar en el mismo lugar.

— ¿Quieres cenar algo?—ofreció el de ojos azules.

—Solo un café y estaré listo.

El venido de Francia apenas hizo una indicación con la cabeza y se dirigió a la cocina, se puso a preparar la caliente bebida en silencio y con seguridad, siempre era así con él, los ojos glaucos de su pareja lo siguieron, no lo perdían de vista, ese hombre de verdad le gustaba, tenía algo muy especial, algo que lo conmovía. Saga se preguntó si quedarse esa noche era una opción, lo había hecho antes, aunque solo estaba ahí para dormir, no habían hecho otra cosa, estaban de acuerdo en esperar pero en ese instante se preguntaba ¿Por qué esperar más? Su fascinante Camus estaba ahí y él estaba ahí, en su mente las cosas se unían magníficamente y a favor para seguir con un plan determinado.

Con pasos firmes fue al lado del dueño del templo, quien estaba ordenando un par de tazas, y sin más lo envolvió con sus brazos, estrechándolo contra él, era espléndido como sus cuerpos se amoldaban perfectamente.

—Te ves muy guapo esta noche Camus—murmuraba dulcemente contra su oído—A veces me pregunto cómo es posible que alguien sea tan especial como lo eres tú.

El de ojos azules solo sonrió pero no dejaba de hacer su labor, para el de Géminis eso era una invitación a seguir así que lo besó en el cuello pero no separaba los labios de la cálida piel al mismo tiempo que sus manos se movían suavemente por ese cuerpo que le gustaba tanto, una subía lentamente por el abdomen del otro caballero, mientras que la mano que se mantuvo quieta unos segundos tomo el camino contrario, bajando mucho más despacio hasta el vientre, una invitación muy clara pero si quedaban dudas el de Géminis estaba dispuesto a despejarlas de inmediato.

—Quiero quedarme esta noche Camus—murmuraba con suavidad—No quiero separarme de ti, quiero estar contigo.

Esas palabras podrían ser una declaración sencilla, romántica, pero en ese instante, con el contexto por la escena que estaban viviendo, definitivamente señalaba a una dirección muy específica; el venido de Francia no era ingenuo, sabía bien lo que le estaban pidiendo y no daba señales de oponerse, así que abandonaron la cocina entre besos mutuos y caminaron directamente a la recámara del de Acuario.

—Camus…estás hermoso Camus…muy hermoso…

Cuando alcanzaron la ordenada y muy limpia habitación del de ojos azulados ambos hombres continuaban besándose y abrazándose, Saga estaba sonriente, hasta ese momento su fascinante compañero no había accedido a la intimidad, no era que solo estuviera a su lado por ese motivo pero tampoco negaba que había deseado a llegar a ese punto, ahora que lo sentía tan dispuesto entre tus brazos no quería separarse de su lado por nada. Unos momentos después estaban cerca de la cama, un sonriente guardián de Géminis se despojaba de su camisa y hacía lo mismo con la de su compañero, acariciaba su cuello y en un arrebato de pasión hizo que el de la onceava casa quedara boca abajo sobre las sábanas y apartó el cabello para poder besar la delicada nuca, todo iba tan bien…

—Camus, soñaba con tenerte entre mis brazos.

Creía que seguían en el mismo camino cuando su compañero se levantó de la cama, esperaba una indicación de lo que quería que hicieran, sonriente miraba al venido de Francia pero captó algo en esa mirada azul como zafiro que se veía fría.

—Camus—quiso llamarlo.

—Quiero dormir Saga, estoy cansado.

No hubo más explicaciones, el joven comenzó a alistarse para descansar, se notaba que estaba siguiendo su rutina usual así que el de Géminis intentó retomar el rumbo de las cosas para seguir en lo que estaban.

—Vamos Camus, ven aquí, te va a gustar.

Intentaba escucharse invitante y coqueto pero su compañero actuó como si no escuchara nada, solo le dirigió una mirada fría al responder a su declaración.

—Tal vez sea mejor que descanses, en tu templo.

Parecería una sugerencia pero la verdad era una indicación muy firme de lo que deseaba el de ojos azules, esa noche no deseaba tener a Saga en su templo, mucho menos en su habitación para que durmiera en su cama.

—Por favor, Camus, aun podemos

—Te pido que te retires, quiero descansar Saga.

En ese momento era definitivo, no tenía sentido discutir ante el francés, lo conocía en ese sentido, desafortunadamente parecía que era en otros en los que no lo comprendía.

—Está bien Camus—dijo finalmente—Que descanses.

De no muy buen humor se metió la camisa y dando grandes pasos salió de Acuario y no se detuvo hasta alcanzar el tercer templo donde no se molestó en encender las luces siquiera, se limitó a cambiarse a oscuras mientras continuaba pensando en su compañero ¿Qué era lo que pasaba con Camus? Cada vez que lo habían intentado algo ocurría y no llegaban a nada, no estaba con él por el sexo simplemente pero a veces deseaba acercarse, tenerlo entre sus brazos, besarlo, acariciarlo, llegar a más; sin embargo el de mirada azulada parecía dispuesto y al final se detenía. No era la primera vez que sucedía algo así entre los dos, las primeras veces no lo encontró extraño, simplemente el joven prefería darse un tiempo prudencial para conocerse mejor y estar seguros de dar ese paso, no se lo reprochaba, él mismo consideró que era una sabia medida, se había llevado sus desengaños por confundir sexo con una relación estable, era una buena idea la de aguardar.

Hasta ese momento lo hubiera seguido creyendo pero la situación lo estaba haciendo pensar, ya no creía que fuera una cuestión de conocerse.

— ¿Qué es lo que está pasando entre nosotros?

Se lo preguntaba ya recostado en la cama, mirando nada en la oscuridad, enfrentarse a la oscuridad no lo amedrentaba de ninguna manera, había combatido incluso a la suya pero el desconocimiento de su relación con el de Acuario lo atemorizaba, no había manera de negar eso, porque significaba que no comprendía del todo a su compañero, que no lo conocía por completo, y ansiaba hacerlo. Quería a Camus, lo amaba, lo sabía con la misma naturalidad con la que sabía que deseaba ser el hombre de su vida, la persona que estuviera ahí, con quien lo compartiera todo, incluso su cuerpo, eran humanos, era una parte de su cariño, quería estar cerca y ser sensible, de verdad, pero en momentos como ese se sentía inadecuado.

El de Géminis se giró en su cama, deseaba no pensar en ello pero sentía dudas, no deseaba tenerlas pero así era, generalmente no era de los que dudaba de su8s capacidades, estaba muy seguro de ellas, pero cuando se trataba de Camus se preguntaba si era lo que el de ojos azules quería. En esas ocasiones que pensaba que se acercaba a él pero el de Francia lo rechazaba (era lo que sentía, el rechazo) se llenaba de dudas ¿era el hombre que Camus quería en su vida? ¿Por qué el de Acuario no deseaba intimar con él? recordó lo que sucedió la ocasión anterior, habían estado por los alrededores del Santuario, encontraron uno de esos rincones encantadores de naturaleza donde se quedaron charlando, vinieron los besos y continuaron con caricias, él se mostró apasionado pero el francés de repente se puso frío y todo acabó ahí.

—Es mejor que descanse.

Diciéndose esas palabras intentó dormir pero solo descansó a medias pues pensaba en Camus y en cuanto lo quería.

 

**********

 

A pesar del evento de la noche anterior, la relación entre los caballeros de Acuario y Géminis seguía, no solo continuaban con la labor encomendada por el patriarca, como una pareja se mantenían unidos con todo eso que los hacía compatibles compartían su tiempo libre juntos; como en ese momento que estaban en Acuario, sentados en el sofá, viendo un programa que interesaba a ambos.

Ya que parecía tan buen momento como cualquier otro el caballero de Géminis se dispuso a hablar de lo que estaba ocurriendo entre ellos dos, respiró antes de comenzar y lo mejor era hacerlo de una vez.

—Camus—lo llamó suavemente—Antes que nada quiero que recuerdes que te amo, juro que nunca he sentido por nadie lo que siento por ti.

El de mirada azulada lo observó con atención, sus ojos brillando de emoción pero aguardaba en silencio para saber lo que quería decirle.

—Eres lo mejor de mi vida Camus—continuaba el caballero de Géminis—No dudes de mis sentimientos por ti.

—También te amo Saga—le dijo con suavidad el de Acuario—Lo sabes, te amo.

—Me gusta cuando lo dices—continuaba el de ojos glaucos—Es por eso que no quiero que tomes a mal lo que voy a decirte, no te estoy reclamando nada ni te lo reprocho, respeto quien eres y lo que sientes, pero debo decirte esto.

— ¿Qué sucede?

—Cuando intento acercarme a ti, cuando deseo…acariciarte—le explicaba con una mirada que pedía que lo entendiera—y tú te pones nervioso a veces me siento un poco mal, como si me rechazaras, siento que no quieres estar conmigo.

—Eso no es así Saga—afirmaba el del onceavo templo—También deseo estar contigo pero cuando seguimos algo me pasa y…

—Lo entiendo, lo respeto Camus, de verdad, solo quiero que sepas que si necesitas más tiempo está bien, voy a darte ese tiempo, no me molesta esperar para que ambos estemos listos, no todo es sexo en una relación.

El venido de Francia lo miraba para después bajar los ojos, como si se preguntara algo pero su compañero ya estaba a su lado tomando su mano con suavidad y ternura, haciendo que sus ojos se encontraran de nuevo.

—Te amo Camus.

El de Francia dio algo parecido a una sonrisa y se besaron pero la mente del caballero de Acuario no pudo evadir sentirse como algo cercano a un mentiroso.

La realidad fue que a pesar de esa charla las cosas no mejoraron entre los dos caballeros, de hecho parecieron empeorar.

Todo fue a peor con un anuncio del patriarca, quien confiaba en ellos dos como cabaleros para hacerse cargo de diversas misiones, en ese caso fue por una nueva labor que sin duda ellos cumplirían sin dificultades.

—Se trata de un patrullaje simplemente—mencionaba Shion con tranquilidad—La zona no representa ningún problema o peligro.

—Disculpe patriarca—comentaba Saga ante tales palabras—Si no hay problemas ¿Por qué debe ser patrullada por dos caballeros dorados?

No parecía tener sentido y por su mirada el caballero de Acuario también deseaba una explicación aunque aún de no recibirla haría la labor sin cuestionar.

—Los dos son excelentes caballeros—fue la respuesta de Shion con suavidad—Después de todas las tareas que han realizado me pareció adecuado darles una misión más sencilla, algo que les permita relajarse unos momentos incluso, es como una pequeña recompensa por todo su esfuerzo.

Se escuchaba bastante bien, el de Géminis de inmediato miró a su compañero, le gustaba la idea, así que no veía porque demorarse, aunque el del onceavo templo nada dijo, se limitó a esperar simplemente.

—Espero que disfruten su misión, caballeros.

Con esas palabras los otros dos hombres comprendieron que era el momento de retirarse, así que saludaron con un leve movimiento de cabeza para dar vuelta y salir del templo principal, era una misión sencilla y prometedora pues de cumplirla con velocidad podrían tener tiempo libre, más del usual y se dedicarían a sus planes solamente. Con eso en mente ambos caballeros no aguardaron, simplemente se dirigieron al lugar que necesitaban, era un sitio en la periferia del Santuario y por lo que sabían se trataba más de un remanso de naturaleza que de cualquier otra cosa, pero sumidos en responsabilidades difícilmente podrían acudir a ese sitio.

—Una vez que terminemos con esto tendremos el resto del día, de hecho será el fin de semana Camus ¿te gustaría que hiciéramos algo?

—No sé, podríamos pensarlo, pero primero terminemos con la misión, después veremos el resto ¿Qué te parece?

—Me gusta tu forma de pensar.

Sin esperar fue a su lado y besó al de ojos azules en los labios para continuar por el camino, juntos, mientras compartían una charla de todo lo que les venía en mente, incluso un plan para ese fin de semana ¿Por qué no hacer algo fuera del Santuario? ¿Podrían ir a otro sito aunque no tan lejano? ¿Conocer la playa era una opción? ¿Qué tal si se quedaban? ¿En cuál templo? ¿Era correcto no dedicarse a nada por un par de días? Todo eso iba siendo comentado entre ambos caballeros quienes parecían relajarse conforme se acercaban al sitio señalado, el cual iba mostrándoles un cuadro de naturaleza prometedora.

Se trataba de un sitio amplio pero no tan visitado, daba un aspecto en ese momento de ser un jardín que se encontraba bajo mantenimiento, como si hubiera sido abandonado pero se estuvieran ocupando de restaurarlo, la naturaleza es sabia, tiene su momento y si se le permite se rehabilita a sí misma. Por lo demás se veía como un lugar completamente apacible y lleno de quietud, casi se podía olvidar que se encontraba cerca del Santuario, que las batallas libradas habían sucedido apenas a unos pasos, podían contemplarse los restos de otros días también, de antiguas columnas de mármol derribadas por el tiempo y ahora cubiertas por hiedra y musgo, lo que fuera un tipo de terraza ahora rodeada por la hierba, se trataba de un buen sitio para detenerse a descansar y a una temporada de florecer sin duda se encontraría muy hermoso, cuando llegara su momento.

—Pues parece que todo está en orden—anunciaba con satisfacción Saga—No hay ejércitos enemigos, no hay trampas ocultas, no hay espías que vigilen nuestros movimientos, parece que todo está tranquilo.

—Podemos decírselo al patriarca cuando regresemos.

En ese momento Camus parecía observar con interés una enredadera que trepaba por lo que fuera una columna, de tres que alguna vez estuvieran en pie solo esa quedaba en pie, las otras caídas sobre la hierba semejaban un mobiliario de mármol invitante, un pequeño juego de jardín antiguo. Pero el caballero de Géminis no notaba tanto eso como la belleza de su compañero, Camus siempre había tenido algo para él, no se trataba solo de algo en su aspecto, era como ver una obra de arte y que nos advirtieran que ocultaba algo y una persona no paraba de observar y buscar intentando descubrir cuál era el secreto. El venido de Francia en más de unan ocasión le había resultado un enigma, pero igual se había enamorado de él y en ese instante que estaban solos, en un sitio discreto y hermoso, no dejaba de presentarse tentador intentar algo más entre ambos.

—Cuando florezca será hermoso.

Hablaba de las plantas en capullo, reconocía algunos de los brote y los miraba con interés, por un momento deseó que Afrodita estuviera ahí y le explicara más sobre cada planta, en medio de ese pensamiento sintió los brazos de su compañero que lo rodeaban por la cintura, esos tibios labios que acariciaban su cuello, estaban a solas en ese sitio cercano a idílico, se querían, se atraían y el de ojos glaucos mostraba todas las intenciones de lo que buscaba: quería hacer el amor con él, en ese momento.

—Camus, Camus—murmuraba el de Géminis.

Sus manos no permanecían ociosas, acariciaban más y más, no parecían encontrar obstáculos, el caballero lo encontraba como algo natural, no había motivos que lo evitaran o impidieran, se amaban; sin parar besaba a ese encantador hombre entre sus brazos, sintiéndose bienvenido no esperó para ir acercándose a la fina hierba llevando a su compañero con él. De hecho Camus estaba respondiendo a esa naciente pasión, le gustaba el de la tercera casa, era un hombre atractivo y apuesto, varonil, cuando veía su cuerpo en los entrenamientos sentía cierto orgullo de saber que estaba a su lado, le gustaban sus caricias, sus besos, sentirlo tan cerca de su propio cuerpo, todo iba bien.

Fue cuando Saga buscó avanzar, para hacerlo giró el cuerpo del de Acuario, haciendo que quedara boca abajo, buscaba besar su espalda y acariciar ese bien delineado trasero, lo acarició con ambas manos pero le dio la impresión que en ese momento el otro se ponía algo rígido, era mejor darle algo de seguridad, no iba a parar en ese momento, estaba excitado y lo quería todo, si se amaban todo estaba bien.

—No estés nervioso Camus—dijo contra sui oído recostándose encima de su compañero—Va a gustarte.

Excitado y encantado de vivir ese instante no notaba el de mirada verde que su compañero venido de Francia parecía alejarse, si notaba por otra parte que su sexo comenzaba a erguirse, no dejaba de besarlo y buscó apartar esos pantalones del camino pero sintió un movimiento, algo que en definitiva no pensó que iba a ocurrir.

—Camus—lo llamaba con pasión.

Pero un instante y el de ojos azules actuaba como nunca lo había hecho con él, lo rechazó y lo hizo con violencia. De un fuerte empujón el de Géminis quedó del otro lado, sin entender lo que estaba ocurriendo, miraba solamente como el de Acuario se ponía de píe sin mirarlo siquiera, iba a marcharse.

— ¡Camus!—lo llamó sin terminar de entender.

—No me toques—lanzó el otro como un siseo.

Sin más se marchó, como si huyera, el de la tercera casa lo sintió como un golpe, respiraba agitado con el dolor del pecho y una profunda sensación de culpa, en su mente la escena se volvía más clara a cada segundo, se veía a sí mismo como si hubiera intentado forzar a Camus, por eso el otro lo había rechazado y se había ido. Pasó bastante tiempo antes que se atreviera a hacer cualquier movimiento, finalmente se puso en pie y se dirigió al Santuario con pesadez, pensaba en lo que debía hacer pero no tomaba una decisión, no se atrevía a presentarse ante su compañero de ojos azules.

No descansó por el resto de la noche.                                                            

 

**********

 

No se vieron durante el día siguiente, Saga se sentía temeroso de lo que resultaría de una entrevista entre los dos, pero finalmente se dijo que debía enfrentar la situación como un hombre, debía presentarse ante Camus y explicarse, sentía que era lo que necesitaba hacer, por lo tanto se puso en camino a Acuario.

—Hola Saga—lo saludaron en el camino.

Vio a sus compañeros de Sagitario y Capricornio que iban bajando las largas escaleras de mármol que conectaban sus templos, ellos dos habían solucionado sus asuntos y con mucha fortuna pues estaban juntos, se les notaba en el rostro lo felices que eran y no era un secreto que ambos hacían una vida casi marital entre ambos templos, afortunados ellos.

—Buendía ¿Cómo se encuentran?—saludó con amabilidad el de ojos verdes.

—Estamos bien—fue la respuesta del de Capricornio.

—Shura y yo hablábamos de hacer una cena e invitar a los demás ¿te gustaría venir?—preguntaba sonriente el de Sagitario.

—Me encantaría ir.

—Entonces nos apresuraremos para tener todo listo.

Esos dos, cuando hablaban con alguien ya no lo hacían en singular, no decían Yo, siempre se referían a Nosotros, sin duda se convirtieron en un dúo muy unido; se quedaron conversando unos instantes pero finalmente la pareja tenía planes y deseaban cumplirlos, se despidieron con amabilidad y el de ojos glaucos solo pudo verlos alejarse tomados de la mano ¿Por qué Camus y él no podían ser de esa manera? Tenía que continuar su camino y finalmente estaba ante la imponente entrada de Acuario, por unos segundos se sintió con el deseo de dar vuelta y regresarse por donde había venido pero respiró con profundidad y avanzó, era lo que debía hacer, así que entró a la construcción y llamó.

—Camus—su voz se escuchó menos fuerte de lo que hubiera querido así que lo intentó de nuevo—Camus.

Pero no obtuvo respuesta, se animó a mirar por el lugar con pasos suaves, no quería incomodar al señor del lugar, prestaba atención a cualquier sonido y no tardó en convencerse que todo estaba tranquilo, el caballero no estaba ¿Qué debía hacer? ¿Debía marcharse o quedarse? No estaba seguro mientras daba de vueltas sobre sus mismos pasos y finalmente se dijo lo que haría: Solo podía esperar.

Mientras daba de vueltas por el lugar Saga no estuvo consciente del tiempo que pasó, solo sabía que necesitaba hablar con su compañero, debía explicarse, no quería perderlo, lo amaba y su Camus merecía escucharlo. Finalmente escuchó unos pasos por el lugar, le dio la impresión que se quedaba sin respirar por unos segundos pero debía hacerlo, era lo correcto, al menos esa fue su conclusión después de una noche de no dormir.

—Camus—dijo suavemente.

El de Acuario estaba ahí, lo miró por un instante y el de ojos verdes intentó explicarse de inmediato.

—Camus, yo…

—Hola Saga, que bueno que viniste ¿te gustaría cenar algo conmigo?

El de Acuario se comportaba como si nada, con su forma usual de recibirlo, dejando desconcertado al de Géminis que aun intentaba explicarse.

—Yo, lo lamento Camus, lo que sucedió fue…

—Compré del café que te gusta ¿quieres una taza?

El caballero del tercer templo definitivamente se sentía desconcertado, había llegado ahí con todo un discurso sobre respetarlo y amarlo y lamentar profundamente su conducta y sin embargo el comportamiento del de ojos azules era una declaración de Aquí no pasa nada, no podía menos que sentirse confundido.

—Prepararé algo de cenar, ponte cómodo—decía Camus acercándose y dándole un beso— ¿Estuviste esperándome?

—Yo…no fue nada.

—Lo siento pero necesitaba ayudar a Milo, hizo enojar a Mu y quería disculparse con un regalo, nos llevó horas encontrar algo pero finalmente lo conseguimos.

Otra de las parejas que se habían dado en el Santuario, aunque admitía que el caballero de Aries no le pareció en un inicio alguien que pudiera estar con el de Escorpión, Milo era un excelente caballero pero resultaba volátil en sus relaciones amorosas, por el contrario Mu era de entablar vínculos y establecerse. No era la primera vez que se presentaba una crisis aunque siendo sinceros nadie dudaba que el del octavo templo amaba a su compañero, sin embargo las parejas podían tener sus dificultades, aun con el amor eso era inevitable. El caballero guardián del templo en el que se encontraban continuaba comentándole el final de la historia que afortunadamente parecía sería un final feliz.

—Solo espero que Milo entienda que el que Mu se vea amable no significa que no sea capaz de enojarse.

Continuaba hablando, mencionaba a compañeros, le decía de la cena, era como si ni siquiera pensara en lo que había sucedido entre ellos dos y ante eso no estaba seguro de lo que debía hacer.

— ¿Te gustó la cena Saga?

—Sí.

El de la onceava casa se comportaba como siempre, dejándolo indefenso, lo veía hacerse cargo de lo que necesitaba su atención ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué se comportaba así? No lo entendía.

— ¿Estás bien Saga?

— ¿Qué? Claro, si, estoy bien.

—De acuerdo.

Aparentemente eso era todo y el de Géminis decidió imitar el comportamiento de su compañero, no intentaría tocar el tema siquiera.

Las cosas podrían ser iguales pero no lo serían, Camus y Saga a cada paso se alejaban, no fue evidente, no de inmediato, pero el caballero de Acuario se apartaba de su compañero de Géminis, por ejemplo cuando el de ojos glaucos buscaba a su pareja se encontraba con que no estaba, su templo permanecía vacío por las tardes, el tiempo que usualmente compartían y cuando se animó a preguntar por ello obtuvo una respuesta que podía prestarse a diversas interpretaciones.

—Pero no nos hemos visto Camus ¿Qué haces por la tarde?

—Es solo tiempo que necesito para mí Saga—fue la respuesta—Puedes hacer lo mismo, velo como un tiempo para ti también.

Al de la tercera casa le resultaba odiosa la simple idea de representar el papel de amante abandonado, no quería pelear por ese asunto, no deseaba hacer reclamos ni exigencias, detestaba simplemente imaginarse el armar una escena melodramática por ese motivo, quería respetar que su pareja quisiera tiempo para sí mismo, pero no dejaba de desconcertarlo e incomodarle que no se vieran como antes. En un primer momento se dijo que estaba bien, que el venido de Francia tal vez necesitaba de alejarse un poco, que una vez que contemplara las cosas a distancia volvería a su lado, sin embargo con su mirada verde el de Géminis notaba que su amor se veía cambiado, cuando lograba verlo desde luego.

— ¿Todo está bien Camus?

—Si—era la respuesta fría.

Aun con esas palabras no dejaba de notar las señales que empezaron a preocuparle, por encima de todo sentía que su compañero estaba triste ¿Qué podría hacer que se sintiera así? ¿Por qué se alejaba de él? ¿Qué era lo que estaba ocurriendo?

No tenía respuesta para una sola de esas preguntas.

 

**********

 

Saga de Géminis estaba preocupado, no era algo usual para él pero tratándose de su relación con Camus de Acuario muchas situaciones eran nuevas, no había sentido por nadie lo que sentía por el de ojos azules, procuraba mantenerse cerca de su compañero pero tenía la dolorosa sensación de que el venido de Francia lo evadía, y un miedo profundo germinaba en su interior, temía estar perdiendo a Camus y lo peor era que no comprendía porqué. Hablar con el del onceavo templo no parecía estar siendo de ayuda, era el momento de buscar auxilio, no podía solo con lo que estaba ocurriendo y para ellos sus opciones se hicieron claras, prefirió no acudir al cariño fraterno, no deseaba inquietar a su hermano Kanon hasta la lejana Atlántida; prefirió no intranquilizar a su amigo Shura quien estaba contento con su relación con Aioros y quien además era también amigo de Camus; no, era algo diferente lo que buscó.

Eligió la sabiduría.

—Dohko ¿estás aquí?

Llamaba al guardián del séptimo templo esperando que tuviera unos momentos libres, de verdad necesitaba hablar con alguien de lo que estaba ocurriendo, aunque se sintió un poco desanimado al no obtener respuesta.

— ¿Dohko? ¿Dohko?

Parecía que el caballero de Libra no estaba en su templo, tendría que volver después, de verdad deseaba verlo, dio unos pasos para marcharse pero escuchó que le hablaban en ese preciso instante.

—Saga.

Dio vuelta y se encontró con el caballero venido de China y de otra era, Dohko seguía siendo con su mirada verde y los cabellos de un tono castaño rojizo un hombre bien plantado, era un poco extraño compaginar la idea de que se trataba de alguien con más de dos siglos de vida, pero eso no importaba en ese instante, lo que más interesaba al venido de Géminis era que se trataba de un caballero sensato, templado, sabio, podía confiar en su buen juicio y también tenía en cuenta la discreción.

—Pensaba que no estabas Dohko, estaba por irme—admitía con alivio el de la tercera casa—Me gustaría hablar contigo si tienes tiempo.

—Claro, me gustaría charlar Saga pero tengo algo entre manos.

El caballero guardián de Libra se veía algo inquieto, su compañero pensaba que quizás no había llegado en un buen momento.

—No te preocupes Dohko, creo que no es tan urgente en realidad, de hecho creo que ni siquiera importa, nos vemos después.

Ni una sola de esas palabras era la verdad y el de cabellos rojizos lo supo de inmediato, lo mejor era no dejar que el otro hombre se marchara así pero necesitaba hacer algo antes, por eso le habló de nuevo a su camarada.

—Por favor Saga, siempre es grato hablar con mis compañero—decía mostrándose amable—Solo dame unos momentos y charlaremos.

—No es urgente Dohko.

— ¿Acaso solo podemos hablar porque una amenaza acecha al Santuario?—preguntaba con una amistosa sonrisa—Por favor, toma asiento, solo necesito unos instantes para asearme y estaré contigo.

Fue hasta ese momento que el de cabellos azules se dio cuenta que su compañero caballero llevaba la camisa abierta, como si se la hubiera puesto aprisa y que tenía algo en las manos, de ahí provenía el aroma que le llegaba con suavidad, era agradable, una interesante mezcla que imaginaba era de hierbas y flores, debió ser evidente su mirada pues el otro se decidió a responderle antes de preguntar nada.

—Es un aceite de flores que utilizo Saga—explicaba el mayor—Es de ayuda cuando alguien necesita relajarse.

—Gracias por recibirme Dohko.

—De nada.

Lo vio desaparecer con velocidad y prefirió tomar sitio en la salita ambientada con motivos de oriente pero con muebles de occidente, una sabia combinación que equilibraba ambos mundos, confortable pero no ostentoso, contaba con un tipo de sutil elegancia que no se imponía pero era perceptible, definitivamente el lugar era como su dueño. El de Géminis se limitó a esperar y no estuvo seguro de cuánto tiempo esperó pero vio a su compañero ir hacia él ya vestido formalmente y con ese mismo aire templado que siempre mostraba ante los demás.

—Es agradable contar con visitas Saga, en estos nuevos tiempos es una valiosa oportunidad el poder convivir con nuestros compañeros.

—La verdad Dohko es que no he venido solo por visitarte.

—Está bien.

Resultaba evidente eso, el de Libra guardó silencio desde ese momento, si su compañero le diría algo esperaría a que estuviera listo para compartirlo.

—Acudo a ti Dohko porque te considero un hombre equilibrado y de buen criterio, además eres discreto y un leal compañero.

—Gracias por eso y por confiar en mí.

—Tienes que saber que no es sencillo para mí lo que voy a decirte—admitía con honestidad dando un profundo respiro—Por eso quisiera pedirte que…

—Lo que digas quedara solamente entre nosotros dos Saga—se apresuró a asegurarle el de Libra con calma.

—Gracias—dijo cabizbajo el de Géminis.

— ¿Qué es lo que sucede?

El caballero de los cabellos azules respiró con profundidad de nuevo, se dio unos segundos de tregua antes de lanzarse al tema que lo había llevado hasta ahí pero finalmente lo hizo, no quería dilatar la situación.

—Es sobre Camus—comenzó a contarle con tono melancólico—Entre nosotros dos hay un vínculo especial, al menos yo lo creo, lo siento de esa manera, Camus me gusta en todos los sentidos, soy feliz cuando estoy con él, lo amo, lo amo con todo mi ser y hubiera creído que todo entre nosotros estaba de maravilla, que era perfecto, pero últimamente no he podido sino preguntarme si eso es verdad.

Se detuvo por unos instantes, necesitaba respirar antes de seguir pero lo hizo con tanta tranquilidad como pudo.

—Sin embargo, desde hace un tiempo, las cosas no han ido bien, no puedo definir el porqué, solo nos hemos alejado, Camus pretende que todo está igual, que nada sucede, pero yo siento que se está apartando de mí, que está triste, como si algo lo estuviera lastimando o al menos eso es lo que creo y no sé qué hacer para que confíe en mí, para que me diga lo que está sucediendo, para poder estar a su lado, solo no lo sé.

Ver a un hombre como Saga admitir con esa angustia y desesperación sus sentimientos no se podía imaginar siquiera pero el caballero necesitaba desahogarse y nadie había escuchado hasta ese momento de sus frustraciones y miedos.

— ¿Has hablado con Camus?—preguntaba con suavidad el de Libra.

—Lo he intentado pero él se comporta como si nada sucediera y temo que si lo presiono a que me diga la verdad me dará una respuesta que no quiero escuchar.

— ¿Qué es lo que temes Saga?

—Tengo miedo…si, es miedo…tengo miedo que Camus ya no me ame, que esa tristeza que siente sea porque no quiere lastimarme pero no se atreve a decirme lo que siente—admitió con dolor bajando el tono de su voz—No sé lo que haré si Camus ya no me ama.

—Camus te dirá lo que ocurre a su tiempo—dijo directamente el de cabellos rojizos—No dudes de eso, pero debe resolver sus asuntos.

— ¿Qué asuntos?—preguntó sin comprender el de Géminis.

—Todos en el Santuario tenemos asuntos.

La mirada y la tenue sonrisa de comprensión hicieron que el de la tercera casa se fuera relajando, la charla continuó por un rato y ayudó al de cabellos azules a tranquilizarse, no debía comportarse como si fuera un hecho consumado el separarse de Camus, era verdad, el caballero debía tener sus asuntos por resolver y si no deseaba involucrarlo tenía que confiar en que era por un motivo, llegado el momento lo sabría.

—Gracias por escucharme Dohko.

—No tienes que darme las gracias Saga.

Esa conversación pareció reconfortar al de largos cabellos azules quien dejó Libra dispuesto a ser el paciente compañero del caballero de Acuario y un comprensivo amante para Camus, tenía que permitirle ser él por el tiempo que hiciera falta. Dejó el séptimo templo sintiéndose más tranquilo, todo era cuestión de esperar.

Si hubiera regresado de improviso por cualquier motivo se hubiera encontrado con una escena que no imaginaba siquiera, pues una figura más apareció ante el venido de China, a medio vestir cubriéndose con una bata de descanso y afectado por haber tenido que ocultar su presencia en la séptima casa del de Géminis.

— ¿Estás seguro que no decirle la verdad es lo mejor?—preguntaba Dohko.

—No puedo enfrentar a Saga con esto, no aun, necesito tiempo.

—Por mi está bien, sabes bien que no te impondré nada, pero tarde o temprano Saga va a descubrir lo que sucede ¿Qué le dirás entonces?

Pero Camus solo pudo guardar silencio, como guardaba silencio sobre muchas cosas.

 

**********

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

La siguiente semana si nada sucede subo el siguiente capítulo.

Que estén bien.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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