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BANGYONGGUK por erickkbaj

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Capítulo I: Necesito hablar.

“Cada mañana la depresión viene a verme

Me siento solo incluso cuando me devoro por dentro

Tú y yo seamos amigos tristes”.

—Bang YongGuk; I need to talk.

 

¿Qué día era? ¿De qué trataba este auto confinamiento? La edad o su propia mente hacia estragos pues ya no recordaba cuando había iniciado todo, cuando todo había pasado de un bello gris a un frío negro.

Suponía que era verano, quizá sea el mes de agosto o ¿Cuándo es temporada de lluvias? Todos los días llovía y eso le agradaba, ya no solo era él mismo el obstáculo para poder salir, ya tenía más pretextos para quedarse en casa sin sonar patético como todos decían. Observaba la ciudad a lo lejos, debajo de él, su departamento estaba muy alto en el cielo y desde sus ventanas veía la grisácea ciudad, las gotas chocaban contra los cristales y YongGuk simplemente cerró las ventanas dándose la vuelta y sentándose sobre su sofá viendo el filtro oscuro en el que estaba su hogar.

Consideró que era tiempo de comer algo, sin mucho esfuerzo y con pocas cosas en su nevera prefirió prepararse alguna sopa instantánea, quizá podría volver a dormir, quizá podría escuchar música, relajarse y concentrarse para crear la propia, la pasión parecía haberse ido, junto a él. Como ese hombre lo había abandonado.

A medio comer tiró a la basura su comida, un poco hostigado fue corriendo hasta el baño, alzando la tapa del escusado sacando lo recién ingerido. La garganta dolía, ardía y su estomago se estrujaba, negándose a aceptar el alimento, su cuerpo y su mente parecían tener caminos totalmente distintos a seguir. Su pecho se agitaba después de sacarse los dedos de su boca, nuevamente lo había hecho y no pudo contenerse, ¿Por qué no era consciente del tiempo? Sus rodillas dolían, los huesos húmedos y su respiración agitada, con manos temblorosas trato de levantarse, bajando la palanca del agua mientras las evidencias se iban. Nada estaba bien y todo había empeorado. Sintiendo como las sombras lo envolvían se metió debajo de la regadera de su baño y abrió el agua, su llanto no supo cuando comenzó y después de eternos minutos sus temblores cesaron.

Su corazón se sentía frío, vacío y sin la capacidad de sentir algo más, YongGuk veía a la nada pensando en su vacío, con sus prendas mojadas y escurriendo, sentado sobre el piso de la bañera con el agua resbalando enfriando su alma. No quería sentirse peor y enfermar así que se desnudó, dejando su ropa en el piso secó sus pies en un pequeño tapete, tomando una toalla secó sus cabellos y la postró sobre sus hombros, observando sus brazos tatuados por las navajas de su pasado dolor, del presente dolor que lo mantenía preso. Ahora estaba postrado delante del espejo, observando su reflejo demacrado.

Debería tener una conversación, notaba como aquel hombre idéntico a él estaba detrás del espejo, pidiendo explicaciones, explicaciones sobre el hambre que tenía, las frustraciones que había dejado crecer, las marcas rojizas en sus muñecas, era demasiado para él.

¿Cómo es que se tiene una conversación contigo mismo? ¿Cómo enfrentas tus propios reclamos? Sosteniéndose del lavabo lava sus dientes, evitando verse a sus propios ojos, sentía que el reflejo delante suyo lo juzgaba y lo odiaba, pero estaba claro, él en el lugar de su reflejo también odiaría a su verdugo.

—Te ves tan frío y distante … ¿Puedes ver la luz de mis ojos? —Logró escuchar de la voz de su reflejo. —Claro que no, esa luz se perdió. —

—El tiempo se nos ha pasado… —Respondió tímido, incapaz de verle directamente.

—Puedes escapar, YongGuk, eso vendría bien para nuestra alma. —Hizo una pausa y YongGuk sabía a lo que se refería. —Solo un paso más y cierra los ojos, las cicatrices podrían borrarse de tu corazón, solo deja de pelear con ese dolor. —

—He aprendido a vivir con el dolor, ellas en el pasado me enseñaron, cuando me dejaron y me engañaron con otros… sobreviví esas rupturas. —Dijo con enojo al espejo.

—¿Por qué con él fue diferente? Ambos lucharon para que su relación siguiera, incluso si eran maldecidos, pero con tus oportunos pensamientos oscuros, con tu falso positivismo e inseguridades lo arruinaste y al final HimChan te dejó. —

—Necesitamos hablar, no para discutir, para mantener esto en paz. —

—Necesito hablar conmigo…para matarme. —

—Necesito hablar antes de enloquecer. —Nuevamente su respiración se agitaba y aquel reflejo delante de él se deformaba, estaba asustado, sus ojos desbordaban lágrimas así que solo huyó. Escondido entre sus sábanas pasando una noche de insomnio nuevamente.

Quizá fue una semana, pero el miedo de cerrar los ojos y tener que enfrentarse a su mente directamente le aterraba. Las voces se apoderaban de su mente ¿Quién mierda era? Su mente hace un par de años se había roto, y HimChan había sido su más grande apoyo para seguir, pero todo había acabado, esa habría sido la gota que derramó el vaso, quería seguir, avanzar y hacer sus cosas, pero no tenía ganas ni fuerzas, y se odiaba por depender tanto de una persona, de haber llegado hasta ahí y ver al chico a lado de alguien más. Estaba harto.

—Creo que deberías de escuchar esto. —YongGuk se había armado de valor en medio de la noche, estaba frente a su reflejo, aquel que lo maldecía, recriminaba y alentaba a dar el siguiente paso para acabar con todo.

YongGuk le gritaba, blasfemias y maldiciones, todo ese dolor que estaba dormido en el vacío de su corazón fue escupido hasta que el Sol nuevamente se alzó en el cielo a través de las montañas, iluminando ese oscuro hogar después de mucho tiempo. Hartó y con el alma más limpia tomó el marco del espejo, lo lazó al piso y golpeó, gritando desgarrador, como nunca antes lo había hecho y como nunca antes había escuchado un grito de lamento.

—Sobreponerte quizá sea tu virtud YongGuk. —Escuchó esa voz emanar de aquel espejo roto. —Es un gran avance que hayas podido hablar y no matarte en el intento, pero tu y yo sabemos que esto es para siempre, mi amigo triste, pero será mejor que por hoy duermas tranquilo. —

YongGuk dejó todo así, hastiado, llegó hasta su cama, dejándose caer y durmiendo profundamente de inmediato, porque aquellas palabras tenían razón y él siempre lo supo, esto es para siempre.


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