El corazón de Diego se sentía extraño, en el carruaje que regresaba de la mansión Müller a Central. No esperaba mucho, pero fue un buen momento. No, fue un momento significativo. Originalmente, la visita a la familia Müller resultaba algo negativo porque su familia era ruidosa. "Como miembro de la familia Siegfried, tienes que hacer un esfuerzo para tener un hijo noble", le decían a menudo. Pero Diego todavía no tenía ganas de tener un hijo. Diego era responsable de si mismo, probablemente porque creció mirando a su hermano mayor, Geralt, que era tratado como el próximo patriarca y a su segundo hermano, Toneria, quien era activo con su talento comercial. No pensaba que tener un hijo fuera comparable o importante. No creía que fuera capaz todavía, en realidad. Incluso aunque podían ofrecerle un trabajo en el que podía pararse encima de la gente y dar instrucciones, seguía sintiendo que había algo más para él allí afuera así que solo estuvo ayudando a Gerald todo el tiempo. Era, en cierto sentido, un deseo honesto de Diego. Concentrarse en las cosas que quisiera hacer SIN tener que preocuparse por otra carga como lo era dejar descendencia. Entonces, incluso si le dijeron que estaba obligado a sostener a un Omega, se mostraba reacio y comenzaba a parecer un animal furioso. No todo el mundo deseaba tener hijos, pero nadie lo entendía. Porque cuando no le apetecía, incluso así le hacían esperar en la cama al lado de un hombre, sintiendo cansado en lugar de lujurioso. Estaba tan aburrido de todos que no pudo evitar declarar: "Si es así, encontraré a la persona que me guste por mis propios medios". Un Omega que le gustara con solo mirar en lugar de un Omega colocado a la fuerza entre sus brazos y a quien no le iba a apetecer recordar ni su rostro ni su nombre.
El primer día que salió de la mansión casi espontáneamente y se dirigió hacia la casa de la familia Müller, lamentó haber dicho algo tan estúpido incluso aunque pareciera que era una buena decisión... Y ahora, estaba feliz porque había logrado conocer a Jill. Temía que Jill no asistiera a la fiesta de hoy, pero la señora Müller afortunadamente le había concedido el deseo de conocer a todos.
Jill estaba allí, mostrando solo una mirada renuente y fría, y cuando recordó su actitud rebelde de toda la noche, sonrió honestamente. "Ese Omega es realmente interesante". Pensó. Sabía que el nombre Siegfried era irresistiblemente atractivo para los Omega y que los Omegas de la familia Müller también estaban desesperados por llamar la atención de Diego. Pero Jill estaba pegado a la pared. En silencio y aún así siendo terriblemente notorio para él, incluso aunque esos no eran sus deseos.
Cuando lo conoció, estaba sucio de pasto y de tierra y su cabello era áspero, por lo que parecía un niño feo... Pero cuando se vistió con esas prendas, era tan bello que su respiración se detuvo en un segundo. Y además, era lo suficientemente ágil como para tocar una canción tan áspera sin despeinarse. Su pelo negro brillante y su cuerpo esbelto y relajado era como el de una pintura y también estaban esos hermosos ojos azulados profundos que mostraban su fuerza y su increíble voluntad. A muchos aristócratas seguramente les hubiera gustado embarazar a un hombre que tuviera esa buena apariencia, pero era obvio que habían sido rechazados por su actitud rebelde. Eso le gustaba mucho a Diego. Nunca había visto a un omega así, parecido a un árbol joven que no sabía donde seguir brotando sus raíces y que fuera lo suficientemente sensato como para no intentar colarse en su habitación para tener un bebé. Parece prudente, por lo que seguramente se entenderían si hablaran de la situación.
Diego no quería un pajarito que quisiera ser una mascota, sino alguien inteligente que viniera con sus propios pensamientos.
"Es conveniente". Decidió Diego.
Después de todo, había elegido a Jill.