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Garland - Beastman Omegaverse Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Dos días después de la fiesta para entretener al noble, el señor Diego, y justo cuando había llegado a la habitual sombra de un cerro que tenía una buena vista, Albert, que había estado esperando por él, extendió una mano para indicarle el camino.

"¡Jill!"

"Albert".

Se sentía aliviado siempre que lo veía, balanceando una larga cola y sonriendo con una expresión brillante y refrescante en su rostro. Jill se sentó a la sombra de un árbol encorvado y dijo de inmediato:

"Siento llegar tan tarde. Mira, ¡Estos son sandwiches hechos por Stella!"

"Me alegra mucho que los trajeras, sus sándwiches son muy buenos".

Albert sonrió, acomodándose de mejor manera junto a Jill. El hombre era una gran bestia felina, pero estaba lejos de la ternura asociada con los gatos. Tenía una cabeza sólida, unas orejas pequeñas y unos ojos afilados que evidentemente le pertenecían a una bestia carnívora que era muy buena cazando. El pelo largo, que cubría desde su garganta gruesa hasta su pecho, era negro azabache. Tenía una mandíbula robusta que parecía ideal para aplastar fácilmente los huesos humanos si así lo deseaba y unos colmillos que hacían su aparición con solo abrir un poco la boca. Son afilados y largos y es verdad que incluso dan miedo por lo que, si no estás acostumbrado a ellos, pueden asustarte. Sin embargo, estaba bien decir que pese a su apariencia, tenía una personalidad amistosa y siempre amable con Jill. Ahora parecía muy feliz, mirando el rostro del hombre desde un lado como si le parecía lo más hermoso del mundo entero y de repente, sacudió su barbilla con ansiedad.

"Jill, ¿Qué pasó? Parece que estás cansado".

"Sí. Albert me demuestra una vez más que lo sabe todo".

Como se conocían desde hace mucho tiempo, los cambios leves en su complexión y actitud eran bastante evidentes para ambos. Jill suspiró.

"Anteayer, vino un cliente de Central y todos tuvimos que entretenerlo".

"Oye, es raro. ¿Jill también participó?"

Albert habló mientras se aferraba a su sándwich.

"Así es. Dije que quería quedarme en el sótano como sirviente, pero me sacaron. Me mantuve en silencio y discreto, pegado en la pared, ¡Pero al final hasta me dijeron que tocara el violín!"

"Está bien, Jill es bueno en eso".

"Ni lo digas. Me estaban insultando otros Omegas justo antes así que como estaba un poco enojado, agarré el maldito violín y toqué una canción que los sirvientes tocan todo el tiempo para entretenerse. Luego, por supuesto, la Señora Müller se enojó y los otros Omegas se enojaron también."

"Debió ser un Alfa muy bueno..."

"Así es. Es por eso que los Omegas estaban entusiasmados".

"¿Y ordenó una fiesta?" Albert comenzó a parecer muy sorprendido y tensó de inmediato las cejas. "Jill, no debiste ir".

"No quería participar, es solo que no pude evitarlo porque mi madre me dijo que lo tratara bien... Pero, ¿Sabes qué? Debido a que interpreté una canción diferente a la de todos los demás, el interés del cliente debió irse ¿No es cierto?"

"¿Cuál interés?"

Jill sonrió levemente a Albert, quien se volvió un poco nervioso.

"No te preocupes. Estaba agradecido, como todos, pero eso es todo".

"¿Es cierto?"

"Sí, es cierto. Los hombres bestia no suelen elegir a Omegas como yo porque hay miles y miles de niños más adecuados en la mansión".

"Tú y las fiestas no se llevan bien."

"Así es". Suspiró Jill, y sacudió de inmediato las piernas. "Además, todo el mundo debería saber que no estoy dispuesto a venderme a los clientes, aunque no pueda evitar quedarme cuando comienzan a elogiarme ¿Recuerdas la de hace un mes? Días después de la fiesta, un gato quería robarme así que lo bañé con jugo de miel. ¡Estaba tan pegajoso que se bañó por un día entero hasta que se olvidó de mí!"

"Sí, pero esta vez es peor de lo habitual. No se siente como si fuera algo que se puede corregir con acciones infantiles."

"Ya, no pienses en eso." Y le presentó la canasta. "Solo come un sándwich y cálmate un poco. Te prometo que no hay nada que quiera de mi".

"Sí". Albert dudó un poco, pero terminó por poner la mano en su hombro. Tenía forma humana, pero igual era una mano poderosa con dedos que podían meter y sacar garras afiladas, como un gato. Luego, atrajo firmemente a Jill hacía él y susurró: "Lo siento. No odio escucharte, Jill. Pero a veces, mi corazón se siente temeroso."

Era una sensación extraña, comerse un sándwich mientras sostenía sus hombros. La temperatura corporal del hombre se transmitió desde la parte que le agarraba y rápidamente, logró ponerlo nervioso.
Albert, que debió haber notado la tensión de Jill, lentamente acarició su espalda antes de volver a abrir la boca:

"De todos modos, solo tienes que pasar un poco más de tiempo en esta mansión y, luego vas a poder casarte conmigo."

"Sí".

"Ya no vas a tener que sentirte incómodo con esto, porque yo te liberaré ."

El pecho le dolía intensamente, pero Jill sonrió aún así. La libertad que podía darle Albert tenía un significado diferente al de la libertad que buscaba Jill. Sin embargo, vivir con él no debería ser más horrible que quedarse con la familia Müller. Al menos Albert no llamaba a Jill un caso perdido cada medio segundo.

"Gracias, Albert."

"Es natural querer que mi futuro esposo sea feliz."

Albert se rió, y cuando Jill terminó de comerse el sándwich, le tomó de ambas manos y dijo: 

"Además, no quiero que seas tan rudo con tus dedos. Mira lo rojos que se te han puesto por frotarlos contra tu ropa. En el futuro, si están sucios, entonces yo los limpiaré".

"Justo ahora iba a buscar un poco de agua..."

Pero Albert ya estaba acariciando sus dedos por lo que Jill decidió dejar de intentar hablar sobre el futuro que le esperaría a sus manos...

Su piel se sintió caliente debido a él y, gracias a eso, comenzó a experimentar una increíble incomodidad por alguna razón. Hoy en día, a veces comenzaba a pensar que era necesario separarse de Albert de alguna manera, incluso aunque el hombre simplemente quisiera acortar la distancia de un modo cariñoso. Le ha golpeado en los hombros y le ha tocado la espalda durante mucho tiempo en el pasado pero, ahora el color de sus ojos era muy diferente a los de aquella vez. Era fácil y amigable, y no le importaba que lo tocara, pero ya se sentía nervioso cuando lo acariciaba de más...

"Jill".

Cuando lo llamó en voz baja, su cuerpo entero se puso a temblar. Albert le apretó la mano y se acercó lentamente a su rostro...

"¿Cuándo nos casaremos?"

"Eso no... Todavía no he hablado con mi madre al respecto".

"Date prisa entonces. Jill ¿Debería ir personalmente?"

"Sí, creo que es lo mejor."

La nariz de Albert se acercó a su cuello incluso aunque Jill intentó retirarse, y respiró hondo mientras él mantenía todo su cuerpo rígido. Inhaló, exhaló...

"Hueles dulce".

"Es por mi perfume".

Jill empujó a Albert hacia atrás y se apretó inconscientemente el pecho. Jill aún no había experimentado un ciclo de celo decente a pesar de que ya tenía los dieciocho años cumplidos. Y como normalmente esa era una edad en la que ya debiste haber pasado por el celo varias veces, su lento crecimiento se convirtió en un motivo más de decepción para su madre. Podía tener relaciones sexuales incluso si el ciclo de celo no le había llegado, pero nunca iba a sentir la necesidad o el sentimiento de que lo abrazaran.

Jill sabía que algún día lo haría con Albert... ¡Y le gustaba Albert! Era la persona más indulgente del mundo y la más tierna también. Pero su corazón no se estaba poniendo al día lo suficiente como para aceptarlo en este momento. Albert hizo una mueca de tristeza ante el descarado rechazo. 

"¿Qué pasa?"

"Albert..."

Y cuando abrió la boca para decir lo que pensaba, Jill entonces vio la ilusión de un carruaje en la carretera que estaba colina abajo. Y si estaba en esa dirección, solo podía significar que era un carruaje real que venía a visitar a todos los miembros de la familia Müller. Jill se puso de pie, aliviado por este nuevo escape.

"Lo siento Albert. Si es un cliente entonces tengo que volver".

Se mantuvo a una distancia razonable de Albert y rápidamente guardó la canasta de los sándwiches. No podía darse el lujo de verle la cara en este momento así que le dijo: "Nos vemos de nuevo" y le dio la espalda. 

Le estaba haciendo cosas muy malas a Albert. No era de extrañar que se sintiera frustrado de ser amable y solo recibiera en su lugar palabras para postergar el día de su matrimonio. Pero aún así, cuando lo pensaba y lo pensaba de nuevo, solo podía tener una insaciable voz en su cabeza diciendo que no quería ser amado. Incluso aunque le dijeran que el amor era algo muy agradable. Incluso si lo tenía que soportar como una obligación, deseaba un poco más de tiempo.

"Lo siento mucho..."

Se disculpó con Albert de nuevo y bajó la colina rápidamente.

 


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