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Garland - Beastman Omegaverse Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Diego sostuvo su cara y finalmente se quedó atónito. Era la primera vez que sentía dolor en las mejillas, la primera vez que se paraba en el pasillo con cara de estúpido y, por supuesto, la primera vez en su vida que alguien lo abofeteaba. Claro, pensó que Jill era como un árbol joven que nunca podría ser doblegado. ¡Pero no había forma alguna de que pensara que lo golpearía! Mientras miraba la puerta bien cerrada, Diego finalmente bajó la mano. No había mucho dolor en realidad, pero la conmoción era insuperable. El rostro de Jill ardía en su mente, gritando "Sal". Con una expresión tan triste que pareció como si estuviera a punto de empezar a llorar. Además, su voz era un poco temblorosa y penetrante... Era obvio que estaba enojado con él pero Diego no sabía exactamente la razón (Pero estaba tan enojado como para abofetearlo así que debió ser grave). Pudo haber sido por traerlo de repente y sin previo aviso pero después de todo, era un Omega. La preparación de los Omega para aceptar a un hombre bestia era impecable y estricta por lo que no debió ser una sorpresa. Además de eso, Jill pareció lo suficientemente inteligente y pensó que lo entendería si le explicaba la situación. No era su intención dejarlo en esta mansión por el resto de su vida así que también le dijo que al terminar, se haría responsable de regresarlo a su casa correctamente. Pero, ¿Entonces por qué estaba enojado? ¿Lo odiaba? ¿No le gustaba su cara? ¿Pensaba que era feo? Aunque no sintió que le disgustara el día que lo conoció en la fiesta. Podía decir que era muy diferente de otros Omegas y por supuesto, lo eligió exactamente por esa razón.

Su instinto no pudo equivocarse.

Sintiéndose mejor como para hablar de nuevo, Diego se acercó a la puerta.  Levantó el puño para llamar y se quedó esperando por él. Quería preguntar: ¿Por qué estás enojado? ¿Por qué me golpeaste? Si no estás satisfecho, ponlo en palabras y aleja tus puños de mi. Si quieres llorar, puedo ceder en lo que quieras mejorar. Aunque pensaba que podía hacerlo con facilidad, dudó en llamar y, finalmente, Diego se hizo para atrás y se alejó. Posiblemente todavía estaba enojado y él tampoco se sentía del todo tranquilo. Pensó que tal vez deberían tomarse un tiempo para hablar y opinando que definitivamente era una buena idea, Diego se fue por el pasillo en dirección a la salida.

Pero Diego se detuvo de nuevo. 

No, estaba a punto de llorar cuando lo golpeó así que era posible que estuviera llorando solo y vuelto una bolita sobre la cama en ese momento ¿Debería consolarlo en ese caso? Pareció que Jill no era de los que lloraba fácilmente y Diego definitivamente no quería ser el primero en hacerlo llorar. No lo había traído porque quisiera lastimarlo, solo quería que cooperara con él.

Después de todo, suspiró, dio un último vistazo y volvió a tocar la puerta para ver si estaba llorando. Llamó, esperó, y volvió a bajar el puño. No encontraba las palabras para hablar con él.

Demonios, incluso él estaba frustrado. Era la primera vez desde que había nacido que deambulaba por el pasillo de esta manera.

"¿Hay algo que necesite, Diego-sama o Jill-sama?"

Cuando escuchó su voz y miró hacia atrás, Norn estaba parado a su lado con las manos detrás de su espalda.

"Si tiene la necesidad de hablar con él, y no le importa si me hago cargo, yo estaré a su lado hasta que se sienta mejor. No puede hacer nada si solo está deambulando por allí, señor."

Norn, que siempre se mostraba tranquilo y sereno con él, colocaba un tono rígido cuando era necesario poner orden. Es decir, era un sirviente talentoso y amable, pero a veces no tenía piedad incluso con sus amos.

"Lo siento. Creo que lastimé a Jill de alguna manera pero no tengo idea de cómo o por qué. Intentaré hablarle más tarde pero, si me hicieras el favor..."

Diego dejó la situación completamente en sus manos y esta vez, dejó de molestar en la habitación de Jill.

Mientras bajaba las escaleras, se dijo un montón de veces que todo estaría bien y que sería bueno si no se preocupaba demasiado. Era hora de dejar a Jill tranquilo porque era muy posible que lo repentino del viaje lo hubiera confundido. Cuando se calmara, después de la cena, lo llevaría a que conociera a sus hermanos y luego intentaría hablar con él de nuevo. Le prometería que nadie lo haría sentir incómodo y le diría que si había algo que quisiera o deseara, no dudara en absoluto en decírselo a él. Le explicaría bien cada parte así que no había nada que pudiera salir mal. En todo caso, mañana o pasado mañana, lo llevaría a Central para que pudiera distraerse y respirar un poco del aire puro cerca del mar.
Hasta que sus hermanos estuvieran satisfechos y lo dejaran en paz, escucharía sobre todo lo que le gustara y prepararía la comida más deliciosa para él, lo cuidaría. Por supuesto, un Alfa ordinario no haría nada de eso con la persona con la que solo iba a aparearse pero, era solo que estaba decidido a mostrarle a Jill una sinceridad decente para que él lo acompañara sin ponerse violento otra vez. Y finalmente, Diego estaría en una posición responsable como miembro de la familia Siegfried y cumpliría con su deber. No quería escapar de todo eso, pero al menos deseaba algo de tiempo para poder sentir que estaba en la dirección correcta.

Comprender la importancia del apellido Siegfried no facilitaba el pensar, actuar o tomar decisiones. Debía construir una buena relación con Jill para poder tener el tiempo suficiente como para hacer un buen plan.

Diego ya estaba decidido.


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