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Garland - Beastman Omegaverse Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Cuando se puso el sol, el mar comenzó a brillar casi exageradamente. El viento se volvió húmedo y violento y de alguna manera, pareció decirles que ya era hora de volver a casa. Aun así, Diego no tenía ganas de apresurar a Jill. El joven miraba en dirección al mar con una enorme sonrisa en su rostro. Sus ojos, que solían estar tranquilos como una noche de niebla, brillaban de pura curiosidad y, cuando recordaba la expresión que había puesto al decirle que había una criatura realmente enorme con ocho o diez patas, Diego comenzaba a reírse igual a si lo encontrara increíblemente encantador. Al momento de sorprenderse, enojarse, sonreír o expresar sus emociones, Jill se veía más joven y más lindo que nunca antes. Vivo.


Después de todo, ya era alguien lo suficientemente emocional, curioso y lleno de energía. 


"¡Ah!" Gritó Jill de repente y luego señaló al cielo. "¡Es una estrella!"


Jill se dio la vuelta, con el rostro increíblemente resplandeciente y la boca toda abierta. Diego miró de inmediato en esa dirección: Ciertamente había una estrella en el cielo, pequeña y parpadeante. 


"¿Es tu primera vez viendo una de esta manera?"


"¡Ujum! ¡Estoy deseando tanto ver más y más y más estrellas!"


Diego entrecerró los ojos mientras Jill continuaba mirando al cielo, tan emocionado que ni siquiera se había dado cuenta de que la capucha se le desprendió de la cabeza debido al viento. 


"¡Ah, allá! ¿Puedes ver las luces del barco en el mar? ¡Es hermoso!"


No solo era su expresión, sino también su pequeña voz que rebotada tan inocente como la de un niño. Sin embargo, ya que estaba oscureciendo, Diego tiró suavemente de sus hombros en su dirección y dijo:


"Me gustaría poder mostrarte más cosas como estas, pero ya tenemos que volver. Le dije a Norns que estaríamos allí para la hora de la cena".


"Oh, es cierto. Ya veo..."


Jill pareció aceptarlo, aunque era cierto que estaba increíblemente decepcionado también. Cuando se dio la vuelta y notó que el paisaje urbano estaba oscurecido, murmuró: "Parece que me volví un poco loco por todo. Ni siquiera noté lo tarde que ya era."


"Salgamos temprano la próxima vez. Así podrás disfrutar de la ciudad durante más tiempo".


La voz de Diego era tan tierna que Jill solo pudo fruncir el ceño: 


"¿Está bien? No creo que este trato especial sea conveniente para un Alfa".


"Está bien. Es todo para llegar a conocerte mejor".


El cochero, que esperaba por los dos, abrió rápidamente la puerta trasera. Jill hinchó sus mejillas antes de subir:


"¿Quieres saber sobre mi o sobre los Omega en general? Tal vez deberías ir al oeste, hay muchos como yo por esos lugares."


"¿Al oeste? ¿Odias estar en el centro de la ciudad?"


"... No estoy hablando de mis gustos."


Era un poco divertido verlo enojado. Diego se rió y acarició su cabeza. 


"Pones una cara muy linda cuando estás de mal humor... Aunque también lo haces cuando te ríes. Quiero decir, es gracioso mirarla".


"Es grosero decir que la cara de una persona es graciosa".


"Lo siento".


Diego lo había dicho con la intención de halagarlo, pero Jill no pareció nada contento con la situación.


"Siento que he sido muy descuidado últimamente. Como si estuvieras volviéndome alguien que no soy... Eso me hace enojar."


"¿Es así?"


"Cuando tengo que comportarme, lo hago a la perfección. Entiendo cuando debo ser discreto, cuando continuar, cuando abrir la boca... Pero, con Diego..."


Jill cortó sus palabras y volvió la cara para otra dirección.


"¿Qué pasa conmigo?"


"Supongo que es inútil que me abstenga con alguien que dijo que quería conocerme." Jill dijo esto de una manera rápida y seca antes de mirarlo de nuevo: "Pero, de todos modos estoy agradecido contigo por traerme aquí. Me siento... Muy feliz de haber logrado ver el mar y la primera estrella de la noche".


Mirando a Jill, Diego sintió que se le calentaba el pecho y la parte posterior de la cabeza. Desde que comenzó a frecuentarlo había estado mordiendo una alegría y una estabilidad que nunca antes fue capaz de experimentar. Había cosas triviales en Jill que eran las mismas que él había olvidado cuando creció. Un sentimiento de felicidad que Diego adoraba. Y deseaba ver la expresión vivaz, los ojos relucientes y su bonita apariencia, tantas veces como le fuera posible.


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