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Garland - Beastman Omegaverse Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Recoger hierbas en el patio trasero era una de las tareas favoritas de Jill. Manzanilla con menta. Eneldo, albahaca, romero, perejil. Era agradable juntar hierbas aromáticas y era divertido ver pequeños insectos entrando y saliendo del suelo.
Cuando recogió los ingredientes solicitados por la cocinera Stella y los puso en una pequeña cesta de mimbre, escuchó una voz detrás de la plantación diciendo:

"Lo siento. Vine a hacer una entrega desde el pueblo".

Jill rápidamente le dio la espalda a esa extraña voz y subió la pendiente detrás de la casa, como hacía siempre que quería evitar que alguien lo viera. Eligió una sombra que no fuera visible desde la puerta trasera, bajó la suave pendiente una vez y volvió a subirla, hasta llegar a un lugar donde podía mirar el pueblo sin ser interrumpido por los árboles. Jill suspiró, mientras se perdía en el paisaje... El pequeño y bonito pueblo está a una hora en coche de la capital de Bernell, y ubicada en una pequeña colina cerca del pueblo, se encuentra la casa natal de Jill, la mansión Müller. Era un kilómetro desde la mansión hasta el pueblo y se podía llegar a pie muy fácilmente. Pero Jill no podía ir aunque los sirvientes salían casualmente y cada que tenían ganas. Por el contrario, él ni siquiera podía recibir los bienes del mensajero. Los Omega de la familia Müller no pueden dejar que otras personas los vean, principalmente, porque los Omega son un importante "producto".

En Bernell, hay varias casas dedicadas a enviar Omegas a los nobles. En lugar de recibir recompensas, se complacen en dejar a los Omegas por un cierto período de tiempo y así, si un niño nace durante ese periodo, recibirán más dinero del que podrían alcanzar a contar en una vida entera. Una vez que tienen un hijo, regresan a sus hogares y a menudo son enviados a otra residencia.
La familia Müller fue una de las precursoras y ahora, es absolutamente famosa por producir Omegas de buena calidad desde hace generaciones. Los clientes que tienen se encuentran entre las bestias más poderosas de la nobleza.

Jill nació como hijo directo de la familia Müller. Un Omega precioso. Su cara tenía un puente nasal recto y una barbilla pequeña, unos pómulos rojizos como manzanas. Algunos aristócratas quisieron emparejarse con él a una edad temprana pero no se lo permitieron debido a la ausencia de su celo. Ahora, no obstante, Jill ha sido abandonado por su madre y está trabajando en lugar de ofrecerse por allí. Lo pusieron hasta el final de la fila. La última opción, para tener más tiempo de mentalizarse... Pero todos en la mansión piensan que no es apropiado que un Omega pregunte por qué tienen que aprender una lección o hacer una cosa o saber sobre sexo. Es un sentimiento complicado. No quiere ofender a su madre o a otros Omegas, por lo que trata de ser lo menos rebelde posible. No puede hacerlo, obviamente.

"... Es inconveniente".

Una suave brisa perturbó el cabello de Jill, quien estaba mirando un pueblo cercano y a la vez, increíblemente distante. Jill, de un modo inconsciente, tocó la decoración que tenía alrededor de su cuello y la intentó arrancar: Aunque es un collar para mantenerlo a salvo, parece más bien un collar de perro. Los Omega son pájaros lisiados atrapados en una jaula transparente. No hay otro lugar para ellos que no sea en la mansión, y no pueden vivir si salen de ella. Ha aceptado sus circunstancias, pero eso no significa que a veces no quiera saltar por el acantilado. Es decir, incluso si muere pronto, devorado o desmembrado, si puede volar libremente por unos segundos... Será inmensamente feliz.

Cuando se imaginó como un pájaro amarillo brillante, escuchó una voz desde abajo.

"¿Jill, Jill? Pedí las hierbas para hoy, ¿Hasta dónde has llegado? ¡La albahaca se marchitará!"

"Lo siento, Stella. ¡Estaré de vuelta ahora!"

Jill corrió cuesta abajo, respondiendo mientras intentaba no golpearse la cabeza con una rama o tropezar con alguna de esas estúpidas piedras que tenían de adorno. Se sumergió por la puerta trasera de la mansión y entró en la cocina subterránea, donde varias sirvientas de la cocina ayudaban a Stella a cocinar mientras se reían la una de la otra.

"Jill, hay hojas en tu cabello otra vez".

"Las ramitas están atrapadas en el dobladillo de tu ropa. ¿Fuiste al bosque de nuevo?"

"No. Simplemente subí un poco por la pendiente." Jill le ofreció la canasta a Stella, riéndose de las criadas de la cocina, que parecían sonreírle mientras batían y picaban. "Traje albahaca, eneldo y menta".

"Acabas de elegir lo justo para darle un buen sabor y olor". Sacudiendo su gordo cuerpo, Stella se rió de Jill. "Jill es bueno para cultivar hierbas, y también para encantar pollos".

"Creo que también soy bueno con las papas así que, ya puedo ayudarte con cualquier cosa que me pidas". Se sentó en una silla cerca de ellos y comenzó a atravesar la piel de las papas que se habían amontonado en un rincón. Dijo: "Por cierto... Una de las criadas me dio una taza de té en la mañana. Estaba delicioso".

"Sí, hay mucho"

"Estoy seguro de que Jill es el único sirviente que puede tomar té en la cama".

La rutina diaria de Jill es trabajar en el espacio de los sirvientes, en el sótano de la mansión, mientras conversa innecesariamente sobre hojas y pastas. Aunque esta es una situación de hace años, Stella todavía se sentía triste por él.

"Jill es realmente un gran trabajador... Pero, no importa lo mucho que aprendas sobre el trabajo de un sirviente, es una sabiduría que no podrás utilizar con tu futuro esposo."

Jill sonrió, como para confortarse así mismo. "No me importa, y es mucho más divertido trabajar con todos aquí de esta manera que pulir... Una cultura tan aburrida como la de los Omega".

Los Beta, como los sirvientes, son mucho más libres que todos los Omega que existen solo para dar a luz al hijo de un hombre bestia Alfa... Por lo que si trabaja con ellos, no tiene que pensar en nada extraño ni triste.

Cuando las papas fueron peladas y el pan viejo comenzó a ser raspado con un rallador para hacer un aderezo, una criada se precipitó hasta estamparse en la puerta de la cocina.

"¿¡Qué debería hacer, Stella!?" Agarró su delantal con expresión preocupada. "¡Me dijeron que los Omegas que van a transportar al salón van a querer más jugo!"

"Oh, es solo un descanso entre clases".

"Sí, pero dicen que no es suficiente". Las dos criadas de la cocina parecían estar en problemas."Hoy nos estamos preparando para un festival en el pueblo y los sirvientes hombres se han ido y todavía no regresan. ¡Queda una hora y media!"

Los deberes de los sirvientes están asignados adecuadamente, y las criadas de la cocina solo deben ayudar a los cocineros. El trabajo de un sirvientes masculino es entregar comida a los Omegas residentes porque sería una vergüenza absoluta juntarse unos con otros.

"Está bien, te enviaré a ayudarnos hoy, Jill. ¿Qué tal? Hace un poco de calor, así que supongo que nuestros muchachos se detuvieron en el pueblo para beber una cerveza. ¿Puedes prepararte?"

Jill se levantó después de poner el pan en la mesita y vio a Stella, con una mirada increíble de determinación.

"Sí, por supuesto."

Pero igual Stella estaba preocupada, y se notaba en sus manos mientras sacaba una gran jarra de cerámica del mueble de atrás.

"Jill, hay muchas personas Omega que están marchando rumbo al salón en este momento..."

"Sí, lo sé".

"¿Se enojará tu madre si te ve? Si te envío y ella..."

"Estoy acostumbrado a esto... Estoy, absolutamente acostumbrado así que, todo estará bien. Te lo prometo ¿Vale?"

Todos tenían miedo.

En la familia Müller, la madre de Jill era el ser absoluto. Nadie quería romper las reglas que ella había establecido ni hablar de más cuando estaban en su presencia... Había abandonado a Jill en esa casa y gritado que no era su hijo, y aun así, el joven salió de la cocina, con las jarras en las manos y una sonrisa que parecía difícil de romper.
Mientras caminaba hacia las estrechas y oscuras escaleras dedicadas a los sirvientes, escuchó las voces de las mujeres que quedaban en la cocina:

"¿Por qué su madre golpeó a Jill con tanta fuerza? Y, ahora lo niega..."

"Pues..." Stella responde suspirando. "Jill está entrando en la adolescencia, no le va bien con nadie."

Jill fingió que todo estaba bien... Pero luego se dejó llevar por sus conversaciones y recordó entonces el rostro de su madre. Gritando. No es una cuestión familiar, Jill es simplemente una persona odiada. Diría que incluso ya fue descalificado como el Omega de los Müller. Desde el momento en que abrió los ojos, descubrió que nunca estaría familiarizado con esta mansión y que probablemente, había nacido por error en el cuerpo de un Omega. Solo estaba allí todavía porque era muy popular, porque no querían soltarlo.

Después de subir las escaleras, abrió la puerta y fue al frente de su casa. El espacioso salón que daba de frente a la puerta principal estaba siendo utilizado para que los Omegas tomaran lecciones de etiqueta y artes escénicas. Actualmente, hay más de una docena de Omegas que se quedan a vivir en la mansión de los Müller. Además de los hijos Müller, los padres que desean enviar a sus hijos a una familia noble, les confían a los niños y a las niñas desde una etapa relativamente temprana. Es el papel de su madre, la madre de Jill, quien administra la educación Omega, el hacer que sean esposos y madres excepcionales. Y solo sus favoritos puede permanecer en la mansión.

Entonces, el salón brillaba. Todos los Omegas eran hermosos, flexibles y elegantes. Sin embargo, la personalidad de ellos definitivamente no lo era.

Jill colocó una jarra de jugo sobre la mesa, en el medio del salón... Y entonces alguien se quejó con un hosco gruñido:

"¿Ahora traes las bebidas?"

"No deberías hablar con ese sirviente".

"¿Por qué? ¿No lo ves?"

"¿Por qué utiliza el mismo collar que nosotros?"

"Es el Omega de la familia Müller..."

Independientemente de la presencia insoportable que tenía al lado, Jill vertió jugo en un vaso mientras lo escuchaba hablar... Cuando ese Omega era pequeño, hubo un aristócrata que les dijo que quería mantener su belleza antes de crecer. Y lo llevó a su villa durante sus vacaciones de verano. Lo violó y luego lo regresó. Para Jill esa era justamente la palabra que tenía que utilizar. Violación.

Él tenía el cerebro tan lavado que estaba encantado.

"Nació en la familia Müller, pero es un tipo estúpido. A pesar de que tiene las capacidades para tener un parto adecuado... ¿Cuántos niños tuviste este año, Jill?"

Se rieron un poco y miraron a Jill. Él contestó:

"Soy realmente estúpido, lo siento. ¡Pero yo nunca me dejaría coger por un intento de noble!"

"Vaya, ya está enojado."

"¿Ese gato con el que estás no es un noble?"

De hecho, todo sobre lo que hablaban era de que Jill, abandonado por su madre, debía casarse con Albert Reinhardt lo más pronto posible. Sería lo mejor, una ventaja para no quedarse con las manos vacías. Albert viene de una familia trabajadora y buena. Son bestias gato, que además son increíblemente queridos por los campesinos...

Pero es el más amado amigo de Jill. Solamente su más amado amigo.

Cuando era más joven, Albert parecía triste y afligido porque Jill había matado al pajarito que le había dado como regalo de navidad. Le limpió las mejillas, le besó la cabeza y le dijo que le daría un pájaro nuevo. Diez más, si así lo deseaba... Por supuesto, aunque no lo amara, creía que sería feliz casándose con él. Muy amado y respetado. Pero no puede.

Cuando intentó salir del salón sin decir nada más, el mismo Omega de antes le llamó.

"Jill".

Mirando hacia atrás, descubrió que el joven sonreía cruelmente:

"Puedes sentirte superior el tiempo que quieras... Pero al final, tú también eres parte de nosotros."

Era una forma elegante pero tonta de decir que todos eran prostitutos. Jill, se sintió tan triste que no le devolvió ninguna respuesta. Abrió la puerta del pasillo, la que solo utilizaban los empleados, y se deslizó dentro de una habitación estrecha y poco iluminada, a diferencia del salón.

Tragó saliva.

Se tragó las lágrimas...

No es extraño decir que los Omegas en la mansión estaban diciendo cosas malas sobre él... Pero incluso si estaba acostumbrado a los malos tratos, no significaba que su corazón no se estuviera volviendo loco de dolor. En realidad le duele mucho, porque sabe que tienen razón. Todos tienen razón. ¿Cómo es que él es diferente de ellos? Incluso si se mantiene sin dar a luz a un niño, solo van a trasladarlo a otra residencia o a casarlo a la fuerza. Su valor definitivamente caerá, pero no será abandonado... Su madre ha declarado que muy posiblemente también lo venderá a un comerciante, si llegaba el tiempo.

Jill, que no solo estaba manchando el apellido de su familia sino que se sentía incómodo en su vida diaria, definitivamente no era alguien que pudiera controlarse o ser controlado. Trabajaba con los sirvientes y acusaba a los clientes de ser abusadores así que inevitablemente, llegó una pelea:

"... No quiero pelear con mi madre. Solamente me gustaría que me entendieras."

Pero ella lo golpeó... Y no fue solo algo de una vez.

No había forma de escapar, y la única manera de salir por sus propios medios era casándose con Albert. La fecha oficial aún no se había decidido y Jill no lo aceptaba del todo, pero Albert se estaba preparando para unirse con él...
El gato se hizo amigo de jill un día, cuando se encontraron en el bosque por accidente. Desde allí, siempre había tenido un lugar permanente en su corazón y dentro de su pecho.

Jill repitió sus pensamientos mientras bajaba: Si se casa con Albert, será más fuerte y más feliz. Ya no se sentirá mal, ya no estará en esa casa, nadie dirá cosas malas de él ¿¡Por qué mierda no se siente bien entonces!?
Y es peor que desde allí, al otro lado de la puerta, todavía pueda escuchar la alegre risa de los Omegas. Jill reprimió un jadeo terrible:

"... ¿Por qué soy Omega?"

No es una exageración decir que la única función del segundo género en este mundo, el omega, es tener hijos para las Bestias Alfa. Suena bien decir que se necesitan mutuamente, pero no es así. El período de celo es una herramienta... Y si no quieres salir de la acogedora mansión y estás feliz de ser acariciado y dar hijos, estarás bien. ¡Y sería más cómodo si pudiera aceptar que es un Omega! Aceptar que va a vivir y embarazarse y vivir y embarazarse. Como piensan aquellos que se ríen en el salón.
Todo lo que Jill amaba y quería hacer estaba mal visto y le era negado. Y Jill no sabía por qué cosas tan simples deben ser negadas. ¿Es tan extraño querer ir a un país extranjero para ser libre y escuchar canciones? ¿Es muy extraño desear ver los paisajes? Quiere salir, y tener el aroma de la marea salada en la nariz. Ir al país que está más allá del mar, ir a las montañas...

Albert es un buen hombre, pero aún es un Alfa. Y una cosa que un Alfa espera de un Omega es tener un sucesor... ¿Si Albert se lo pidiera, le daría un hijo?

Jill bajó corriendo las escaleras, recordando la sensación de un pajarito enfriándose en sus palmas. A veces, cuando piensa en eso, se atora. La necesidad de escapar y saltar fuera lo golpeó como un palo y de pronto, comenzó a rascarse el pecho. Jill se detuvo, respiró profundo y regresó a la cocina para sacudirse los sentimientos.

"¡He entregado el jugo de forma segura! ¿Qué debo hacer ahora?"

Él sonrió brillantemente, como si nada hubiera pasado.

"Bueno, vamos a mover las gallinas para limpiar el gallinero. Pero primero..." Stella se llevó la mano al bolsillo. Antes de que Jill recibiera la carta y viera el sello de cera, supo de inmediato quién era el remitente. "Para ti."

"¿De Albert?"

Jill sonríe y entonces Stella sonríe también.

"Sí, por supuesto".

A menudo se encuentran en el medio de la casa del otro. No hacen nada, solamente hablan y comen pastelitos, aunque a Albert no parece gustarle mucho el dulce. Era un momento feliz para que Jill pasara su tiempo sin pensar, charlando sin pensar y viviendo... Solamente porque sí.

"Está bien que... Vayas a relajarte a veces" Stella miró a Jill, con el tipo de ojos que pone una abuela al ver a su nieto. "Es un buen hombre..."

Las criadas de la cocina sonrieron, pero Jill suspiró:

"Es mi amigo ¿Sí? No todo en la vida se trata de amor."

Pero los criados lo siguen viendo burlonamente.


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