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Garland - Beastman Omegaverse Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Un aire particularmente extraño comenzó a fluir en el carruaje que se dirigía a la casa de la familia Müller. Después de todo, pensando que era mejor estar pendiente en lugar de dejarlo en manos del sirviente, Diego canceló sus servicios de inmediato y se metió con él. No quería quitarle los ojos de encima a Jill ni por un solo momento, así que decidió llevarlo en persona esta vez. 

Jill, que se sentó a su lado, todavía tenía una expresión bastante dura. Sus labios estaban bien cerrados, como si tuviera miedo de que se le escapara algo, y tenía un rostro que revelaba una voluntad completamente fuerte ¿Por qué Jill era tan terco? Tal vez estaba ansioso o enojado, tal vez estaba confundido o posiblemente era todo lo anterior. Después de todo, Jill todavía no había respondido a la fallida confesión de Diego de que le gustaba. Y además, seguramente estaba muy feliz de regresar porque tenía un amigo de la infancia que estaba esperando por él.
Tan pronto como recordó a Albert, se sintió un tanto triste y pareció no saber que más hacer además de recostarse en el asiento angosto, conteniendo un enorme suspiro que estaba subiendo por su garganta.
Sintió que, cuando estaba con Jill, únicamente le mostraba las partes que no eran geniales. Y deseaba enseñarle que era bueno y que sus sentimientos por él eran increíblemente sinceros. Tanto así, que estaba dispuesto a enviarlo a casa con tal de no dañar su libertad.

Cuando Diego volvió a mirar el rostro de Jill, notó que él estaba mirando hacia el frente y en la misma postura que al inicio. Tenía los puños cerrados sobre su regazo y apretando tan fuerte, que hasta se le habían puesto de color blanco. Al darse cuenta de que no estaba observando por la ventana como de costumbre, Diego le preguntó:

"¿No quieres ver el paisaje?"

"¿Eh?"

Jill parpadeó y se giró en su dirección. Diego señaló la ventana.

"Por lo general, siempre estás pegado a la ventana. Miras todo el paisaje y pareces... Muy feliz. ¿Hay algún problema ahora?"

"No, no. Venía pensando en otra cosa. Lo siento."

Jill se puso rojo de inmediato y giró su rostro hacia la ventana. Ahora tenía un hermoso adorno para el cabello en forma de flor y un atuendo brillante que había mandado a bordar únicamente para este momento. Cuando Diego le tomó de la mano esta mañana y le dijo que ya era hora, Jill no se opuso así que... ¿Qué estaba mal?

(... No debería haber preguntado si no quería mirar hacia afuera)

Era insoportable ver solo sus orejas rojas y su nuca. En realidad, deseaba ponerlo en su regazo, apoyarlo en su pecho y hacer que lo mirara a los ojos. No tendrían que hablar de nada, ni hacer nada más que respirar cerca del otro. Su único deseo, era observar esos hermosos ojos que mostraban una fuerte voluntad y perderse en ese color que le hacía recordar a una noche llena de estrellas.  

"Ah".

Suspiró.

Si se volvía consciente de él, entonces comenzaba a sentirse como si su amor solo se estuviera volviendo más insoportable. Sin embargo, Jill solo dijo:

"Yo mismo haré algo al respecto".

Como si no se hubiera dado cuenta de que había hablado en voz alta para empezar ¿Y a qué se refería exactamente con eso? ¿Jill pensaba que era molesto estar con él? Sin embargo, cuando estaba a punto de preguntarle sobre lo que ocurría y hablar sobre que podía confiar en él, Diego volvió a suspirar y lo aguantó pacientemente. No quería mostrarle a Jill algo tan horrible como su inseguridad. 

Pero Jill era terco. Miraba por la ventana y casi le estaba dando la espalda. Sus brazos desnudos parecieron estar un poco fríos hoy, probablemente porque estaba usando ropa sin hombros. Pero incluso con esto, Diego renunció a la idea de preguntarle. Si le decía algo como que podía apoyarse en él para que pudiera calentarse con su pelaje, Jill probablemente se sentiría un poco conflictuado al respecto. No deseaba que pensara que lo estaba forzando a algo, incluso aunque Diego no dejaba de pensar que hubiera sido mejor que ese hombre fuera suyo para llenarlo con su bebé.

El paisaje aburrido, estaba fluyendo. Subieron las suaves cuestas, atravesaron la arboleda, y tomaron un camino angosto en la bifurcación de la derecha. Hacía unos meses, cuando visitó a la familia Müller, Diego iba a caballo, serpenteando por las laderas de la colina y pasando por detrás de la mansión de la familia, donde conoció a Jill. Entonces, con esto en mente, pronto vio un edificio anticuado en una colina luminosa. 

"Jill, estamos a punto de llegar."

"Bien."

Diego frunció el ceño ante su tono tan rígido. 

"¿Qué pasa? ¿Estás nervioso?"

"Estoy nervioso..." Jill miró a Diego y luego hacia abajo. "Pareces estar enojado conmigo."

"¿Enojado?"

Jill observó a Diego de nuevo. 

"Has estado suspirando todo el tiempo."

"No, suspiro porque... No. No estoy enojado".

Diego estaba avergonzado, así que se acarició la barbilla. No era su intención suspirar tantas veces y tampoco que se preocupara por eso. Jill apretó el puño aún más fuerte. 

"Pero ayer estabas enojado."

"¿Ayer? Para nada. No estoy enojado contigo en absoluto. En realidad... Tal vez me he portado un poco extraño porque, me pones... Haces que me ponga nervioso. Quiero hacer muchas cosas por ti ¿Sabes? Y por eso, supongo que pensé que unas vacaciones podían ser lo primero."

"¿¡En serio!?"

Jill miró en seguida en su dirección y se aferró al brazo de Diego. Era como si fuera un niño.

"Eso quiere decir que... Quiero... No, espera ¿Entonces de verdad vas a venir a buscarme?"

Fue una desesperación extraña. Era diferente de la apariencia alegre que le había visto antes o la ansiedad por ver el mar. Como si fuera un gato llorando para que le abrieran la ventana e iluminando los ojos al ver la mano de su dueño. Y después de estar confundido sobre su comportamiento, su corazón comenzó a ponerse cálido y misteriosamente feliz. El hecho de que estuviera enojado y preocupado de que pudiera devolverlo a casa para ya no verlo nunca, fue lo que hizo que se portara de esa manera durante todo el viaje. Diego se sintió aliviado y compartió este sentimiento con Jill al acariciarle el cabello.

"¿De verdad pensaste que podía engañarte y dejarte en esa casa? He hablado con la señora Müller así que está enterada de que no es para siempre."

Su expresión era claramente renuente. Era claro que quería regresar a la mansión y por eso mismo Diego comenzó a tener unas horribles ganas de llevarlo. Acarició de nuevo su cabeza y dijo:

"Te recogeré en seguida."

"¿Cuándo es enseguida?"

Estaba sosteniendo su brazo con fuerza, pero se sintió como si lo estuviera haciendo con su corazón.

"¿Mañana?"

"Mañana es muy pronto."

Sorprendentemente, Diego lo negó. 

"Hemos hecho un largo viaje ¿Qué tal pasado mañana?"

"Mañana está bien". Jill se puso firme. "Mañana, por favor. No tardes más tiempo ¿Lo prometes?"

"... Está bien. Definitivamente te recogeré mañana".

Estaba tan feliz, que su garganta pareció comenzar a temblar. No sabía por qué, pero era evidente que Jill, más que relajarse, odiaba la idea de volver a estar en casa de su madre. Tal vez no estaba tan encariñado con sus raíces como lo pensó o tal vez lo trataban peor de lo que quiso aceptar. Sin embargo, no iba a mentir y a decir que no le alegraba pensar que Jill quisiera estar a su lado. Fuera cual fuera la razón.

"Mira, ya llegamos. Te ayudaré a bajar."

"Sí... Ah."

Se dio cuenta de que lo estaba sujetando muy fuerte. 

"¡Lo siento! Te agarré con... ¿No te dolió?"

"No fue tanta fuerza como para que doliera."

El cochero abrió la puerta. Diego salió primero y tomó la mano de Jill para poder ayudarlo con los escalones. Sin embargo, aunque sus pies tocaron el suelo, no se separó de él ni un solo centímetro. 

"Jajaja. Quiero que te diviertas. Cuando llegue por ti, dime cómo pasaste el tiempo, lo que dijiste, lo que hiciste y todas las cosas que traes para llevarlas a la mansión".

"Entiendo".

"Y trae a Yoyo."

"Muy bien..."

Jill se soltó del brazo de Diego. Él agitó la mano para despedirse. 

"Entonces, nos vemos mañana."

"Sí, mañana."

Jill se dio la vuelta y corrió hacia la parte trasera de la mansión en lugar de ir en dirección a la puerta principal. Diego no subió al carruaje y en su lugar, lo vio hasta que desapareció por el fondo del camino que conducía al campo.
Cuando recordó la voz de Jill, diciendo que era "una promesa", su rostro se relajó tanto que Diego tuvo que taparse la boca. Estaba tan feliz, tan increíblemente feliz, que su cola se sacudió de un lado a otro. No, es serio estaba vuelto loco. Hasta pensó que iba a empezar a volar o a rodar en el suelo como todo un perro.

(No creo que odie estar conmigo porque quiere regresar pronto).

Pero todavía estaba preocupado por lo de ayer. 

(Toneria me dijo que no lo vio en todo el día, pero igual pareció completamente incómodo de estar en el área oeste. Es Jill, así que supongo que un Omega celoso le arrancó el adorno del cabello y por eso lo golpeó.)

Había encontrado su broche aventado entre los arbustos del jardín de los Omega después de todo.

Suspiró, y opinó que mañana iba a cambiarlo de recámara y tenerlo en la suya. Además, si Jill se quedaba en su habitación, entonces podría ver su hermosa cara dormida incluso si regresaba muy tarde en la noche. ¡Eran dos pájaros de un tiro! No pensaba que el destino fuera realidad pero, mientras Jill estuviera cerca, entonces comenzaba a pensar que Dios era de verdad alguien misericordioso.

Pensando que le preguntaría a Norns tan pronto como llegara a casa, Diego continuó moviendo la cola por mucho tiempo después de eso. Pero afortunadamente nadie lo miró.


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