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Tierra (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Había surgido el impulso de seguirlo de inmediato mientras lo veía cruzar la habitación. Quería ir a la cocina, estar al lado de Sasha, acomodarse en la mesa y esperar mientras lo veía cocinar. Pero incluso sentarse por un rato era tan difícil que sus extremidades temblaban. Y si eso ya era así, entonces no había forma alguna de que pudiera levantarse y caminar como si nada hubiera pasado.


Culpando a Sasha por su condición corporal tan desordenada, simplemente se sentó en la cama y decidió esperar pacientemente por él...


Pero hacerlo se sintió inusualmente lento. 


Su cama estaba sola ahora, era demasiado grande y fría. Noah extendió la mano y frotó suavemente el lugar donde Sasha había estado hasta hace unos pocos minutos. Todavía podía sentir su calor, el que no se había ido de las sábanas, y podía oler el aroma de su champú justo donde estaba la almohada. Sin saberlo, Noah levantó las comisuras de su boca y estiró su mano un poquito más, como para encontrar la manera de sentirlo a su lado.


Fue en ese momento.


"Tung, Tong."


Se escuchó un sonido de golpes en sucesión. 


Noah giró la cabeza hacia la ventana y se mantuvo en silencio. Como este lugar estaba en el segundo piso, era increíblemente extraño que se escuchara algo así. Igual a si hubieran aventado una piedrecita. Aún así, no dejó que sus ojos entrecerrados por la tensión cayeran de la ventana.


Esperó y esperó... Y de repente, una sombra oscura revoloteó más allá del cristal. La silueta de alguien. Noah se levantó de la cama, olvidando el dolor de su cuerpo, y sintió de inmediato un escalofrío aterrador recorriendo su espalda. Al momento siguiente, la ventana se hizo añicos con un fuerte estruendo y "¡Pam!" Alguien armado se deslizó a través de ella, corrió hacia la habitación y se dejó caer directo en el suelo. Era un tipo que vestía chaleco antibalas y un casco, sostenía una metralleta utilizada únicamente por las fuerzas especiales y guantes de cuero en las dos manos.


El hombre era ágil. 


Miró a su alrededor, se colgó el arma en la espalda y tan pronto como encontró a Noah, se acercó un paso más y extendió la mano. En ese momento, Noah, que se había endurecido por la sorpresa, gritó:


"¡¿Qué estás haciendo?! No, no me toques."


"Noah, tranquilo."


¡Que se tranquilizara su trasero! Temprano en la mañana, un ladrón armado, o quizás un mercenario, rompió la ventana de la mansión y entró dando machicuepas. ¿¡Cómo iba a estar tranquilo!? Incluso sabía su nombre. Como miembro de la familia de la mafia, había crecido viendo cosas que otros nunca hubiesen experimentado o al menos imaginado, pero ahora no se sentía tan fuerte como para salir de esto por su cuenta. Noah rápidamente dio un paso atrás.


La cama estaba colocada en el medio de la habitación, por lo que la puerta se sintió bastante lejana. Si ese intruso armado disparara en su dirección, sería inmovilizado y moriría antes de gritar por ayuda. Pero, no podía quedarse quieto y no luchar. Por supuesto, contrario a la fuerza de su corazón, su energía era débil y sus piernas estaban tan doloridas que se tambalearon y cayeron hacia adelante. El hombre, que rompió la ventana, corrió rápidamente y agarró a Noah del brazo antes de que se fuera a golpear. Noah gritó aún más fuerte que al inicio:


"¡Déjame ir! ¡Déjame ir, maldito idiota! ¿Qué vas a...?"


"Noah, cálmate. Soy yo. Soy Isaac."


Un nombre familiar de repente se esparció en los oídos de Noah, quien había comenzado a agitar sus puños con fuerza para darle un golpazo. Entonces, dejó de moverse como un muñeco cuya batería se había agotado y miró la cara del hombre con los ojos muy abiertos. Era cierto, la voz pareció completamente... Conocida.


"¿Isaac?"


"Sí, ese soy yo. Siento tanto haberte asustado. Tranquilizate y respira hondo."


El hombre levantó el pasamontañas que cubría la mitad de su rostro y lo dejó todo descansando sobre su casco. A través de la pequeña brecha, se reveló entonces el rostro de Isaac, con el ceño fruncido y los ojos un tanto rasgados. Definitivamente era él.


"Isaac. Dios ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo es que...? Rompiste la ventana y entraste  ¿Qué crees que es esto? ¿¡Misión imposible!? No, espera ¿Eres realmente tú?"


Noah se quedó mirando a Isaac, respirando contra su pecho para después golpearlo justo allí. ¡Ni siquiera podía parpadear! Incluso si hubiese visto un fantasma, no estaría más sorprendido que esto.


"Noah, inhala lentamente. Así, luego exhala de nuevo. Eso. Lo estás haciendo muy bien. Está muy bien."


Isaac frotó la espalda de Noah justo antes de que comenzara a hiperventilar. Lo instruyó con calma y comenzó a darle unas palmaditas muy pequeñas.


Noah, que estaba en estado de shock, siguió las palabras de Isaac, respiró hondo y exhaló, luego se derrumbó contra él y se permitió descansar aunque fuera un poquito. Le temblaban las piernas así que no podía aguantarlo más.


"Pero, en serio ¿Qué te pasa? ¿Qué clase de alboroto es este?"


"Estoy aquí para recogerte".


"¿Vienes a recogerme?"


Noah lo escuchó dar un breve suspiro:


"¿Ya lo olvidaste? Dijiste que si perdíamos el contacto, entonces asumiera que algo había sucedido contigo. Te dije que vendría a buscarte de inmediato, tonto."


La expresión de Isaac, explicando sobre lo que habían conversado antes, era dura. Su cabeza estaba latiendo y pensando un poco más en ello, descubrió que ciertamente había pasado un tiempo considerable desde la última vez que había contactado con Isaac y con su familia. Fue desde que se quedó solo en la villa de Sasha, en Nuevo México. La última vez ocurrió antes de que Caleb llegara a la mansión del desierto así que, después de eso, había estado ocupado preparándose para el truco del misil y... Bueno, tan pronto como terminó, el ciclo de calor explotó en su cuarto así que no pudo hacer gran cosa. Y obviamente, para Isaac una promesa era una promesa.


"Yo... Lo siento. Lo olvidé."


Noah se encogió de hombros y se disculpó. Lamentaba que Isaac hubiera volado hasta aquí solo para encontrarlo y lamentaba haberlo hecho sentir tan preocupado por él como para llegar hasta este punto.


"¿Lo olvidaste?"


"Es que... No sé como explicarlo."


En realidad, habían pasando muchas cosas a su alrededor en estas últimas semanas. Hackeó un misil de prueba, quedó atrapado en un camión cargado de bombas y casi desapareció del universo sin dejar rastro. En medio de eso, el ciclo de celo explotó y... Llegó el momento en el que él y Sasha estuvieron revolcándose durante varios días. No tenía la energía para contarlo todo.


"... Me llegó el celo."


Aún así, eso era lo más razonable para decir.


"¿Tu celo?"


"Si. Estaba tan mal que ni siquiera pude pensar en contactarte. Es más, apenas estoy mejorando."


"¿Estás realmente bien? Si algo te sucedió o si te duele alguna parte, entonces..."


"¡No! Estoy bien, todo salió bien."


En un instante, los ojos de Isaac, que había estado esperando el final de sus palabras, se volvieron tan negros que hasta sintió que quería ponerse a llorar frente a él y pedir por su perdón. ¡Estaba tan nervioso de que el Isaac armado decidiera volar toda la casa solo porque se le viniera en gana! Es más, hasta le era difícil respirar correctamente. Sabía a la perfección lo que podía pasar si decía algo equivocado. Por ejemplo, la casa era lo de menos. Sasha podía ser golpeado, resultar gravemente herido, recibir un disparo, o ser asesinado. Solo imaginarlo le hizo sentir como si la sangre se le estuviera drenando de los dedos de los pies así que Noah tomó a Isaac de los hombros y lo agitó:


"¡Isaac! Amigo mío, mi hermano de otra madre. Mi amor. ¡Siento mucho haberte preocupado! Y lamento aún más no haber cumplido mi promesa pero realmente, realmente todo está bien. Estoy bien, el trabajo salió bien y ahora el ciclo de celo ha terminado y yo ya estoy a punto de regresar a casa. Te lo juro, te lo juro, te lo juro."


Noah explicó todo esto con la esperanza de que Isaac no se enfadara con él. Sin embargo, lo miró con una expresión que gritaba que no tenía la menor idea de que rayos estaba hablando.


"¿Entonces...?"


"No pude hablarte porque estuve... Estuve..." Tuvo que evitar su mirada. Sus mejillas se calentaron de vergüenza y sintió que ya no podía continuar. "Estuve con alguien pero, por favor no le digas a Félix."


Finalmente, cuando lo escuchó, Isaac asintió.


"Quieres decir que... ¿Alguien te ayudó cuando estuviste imposibilitado?"


Noah suspiró, aliviado ante lo bonito que era Isaac y lo inocente que era para entender cuando alguien hablaba de sexo salvaje. Sin embargo, más que eso, ahora le preocupaba cómo iba a hacerle para devolverlo a su casa.


...


Espera.


Quería enviar a Isaac de vuelta. ¿¡Por qué iba a enviar Isaac después de que había venido hasta aquí solo para encontrarlo!? Dijo que ya estaba a punto de irse de todos modos así que, estaba bien si dejaban la mansión juntos. Pero aún así, algo no se sentía del todo bien. En realidad le dolía el estómago con la pura idea de tener que salir de aquí inmediatamente.


"Yo no..."


"¿No qué? Si estás asustado por lo que pueda pasar con el Doctor Lambert por secuestrarte, tienes que saber que puedo ignorarlo ya que estás a salvo."


Sus hombros se tensaron ante el nombre de "Doctor Lambert." Pudo haber mirado través de la mansión e incluso en la habitación en la que se encontraba, pero estaba seguro de que no había forma alguna de que supiera la identidad de la persona que lo había secuestrado.


"¿Quién te dijo?"


¿Quién le había dicho el nombre?


"Félix lo hizo. Me contó todo lo que ese maldito hizo."


Como era de esperar, el nombre de su primo salió de la boca de Isaac. ¿Pero por qué lo sabía? ¿Y exactamente qué era lo que le había dicho sobre él?


Fue en ese momento, en el que estaba tan aturdido como para poder hablar correctamente, que de repente la puerta se abrió. Al mismo tiempo, Isaac agarró el brazo de Noah y lo acercó todavía más a su pecho:


"¡Noah!"


Su nombre fue llamado en voz alta.


Era Sasha, quien había aparecido por la puerta abierta. Como si hubiera corrido todo el camino desde el primer piso hasta aquí, era evidente que su corazón latía con muchísima fuerza y que ​​estaba tan sin aliento que ya no podía ni moverse. ¡Ni siquiera podía hablar! Todo lo que pudo hacer, fue detenerse allí y mirar a Noah y al hombre que estaba abrazándolo de un modo bastante protector.


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