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Tierra (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Noah se puso los guantes negros en las manos y los apretó entre sus dedos para acomodarlos. A diferencia de la habitual camiseta y pantalones cortos descuidados que utilizaba, todo sobre su cuerpo era de color oscuro. Su cabello, que siempre había dejado suelto, estaba atado en un chongo, tenía una camisa negra y pantalones del mismo color. Noah miró su reflejo en el espejo por un minuto y luego siguió caminando.


"Andando."


"Que guapo. ¿Ya está todo listo?"


"Sí."


Félix, que estaba sentado en el sofá, mirando su teléfono, levantó una ceja y suspiró. Fue una mirada llena de sorpresa.


"¿En serio?"


"Voy a... Levantarme y seguir adelante. No lo sé, necesito hacer esto ya."


"Solo ha pasado un poco más de una semana. ¿No crees que estás exagerando? No puedes tratar a las personas que trabajan para mí como incompetentes, están moviéndose muy rápido para hacerte feliz."


Félix respondió con calma a la queja de Noah, luego se puso de pie.


Noah salió de la mansión sin escucharlo. 


La estación se estaba volviendo más calurosa ahora pero Noah solo subió al sedán que lo estaba esperando, con una expresión fría y dura en su rostro, y se acomodó en el asiento de atrás. Era como un hombre que estaba lo suficientemente decidido como para sentir el clima.


Habían pasado un poco más de dos meses desde que Noah regresó a la mansión y residencia de Félix, en San Diego, pero ni siquiera sabía cuándo o cómo es que había pasado tanto tiempo. Por supuesto, en ese momento Félix había reprendido a Noah por no reportarse y le dijo que era "un idiota" por hacerse cargo de un trabajo del que básicamente no sabía nada. Sin embargo, él estaba completamente molesto por haber sido arrastrado fuera de la mansión de Sasha de una manera tan... Indeseable. Además de eso, no pareció existir forma de que Félix pareciera un familiar "bonito y preocupado"por él ya que incluso le había dado un montón de trabajo para que pudiera, y dijo textualmente, distraer su mente de las cosas inútiles.


No obstante, no importaba cuánto lo intentara o las veces que prendiera su computadora, lo que tenía en la cabeza no cambiaba en absoluto. Además, era cierto que no había nada que reclamarle a Isaac o a Félix porque, incluso si fue inesperado, él era responsable de haberse retrasado durante mucho tiempo sin siquiera avisarles.


Afortunadamente, tal vez después de unos días y mientras manejaba las tareas urgentes una por una, descubrió que ciertamente no podía darse el lujo de pensar en Sasha.


Pero duró unos segundos. 


Cada vez que tenía un momento para recuperar el aliento, le venían a la mente todos los recuerdos del tiempo que había pasado a su lado. Sus manos, sus labios, la manera en la que lo abrazaba... Y cuando pasaba esto se sentía sin aliento e incluso pareció como si su corazón latiera con fuerza dentro de su pecho. Sin embargo, como Noah no estaba familiarizado con las relaciones humanas, no sabía qué hacer o cómo aliviarse.


Quizá Sasha iba a contactarlo.


Solía ​​mirar su teléfono o revisar su correo electrónico todos los días. Sin saberlo, esperó por él y comenzó a sentirse triste por no poder verlo. Escribía textos en su celular explicando la situación y preguntando si estaba bien, pero luego se regañaba a si mismo y lo borraba todo. Al final, resultó que no podía hacer nada. Sasha y él no tenían una relación tan profunda como para comunicarse y como el contrato había terminado, era natural mudarse y perder el contacto. Lo sabía bien. Pero alrededor de la época en que Félix había terminado las tareas urgentes de su empresa, aproximadamente tres semanas después de regresar a San Diego y ya que tenía algo de tiempo libre, los pensamientos sobre Sasha comenzaron a ocupar su cabeza con mucha seriedad. Era como si no pudiera hacer nada más que reflexionar sobre él y sus hombres de manera vertiginosa, repasando lentamente todo lo que pasó durante su tiempo en su casa.


De repente, una pregunta pasó por su cabeza. Noah permaneció inactivo durante un rato, luego se levantó y se sentó frente a la computadora. A partir de ahí, miró el monitor como un loco y buscó datos. No iba a haber problema ya que él era el mejor hacker en perseguir el paradero de cualquier persona que quisiera. Incluso contactó a Félix y le informó que iba a estar ocupado porque había algo que necesitaba hacer. Sin embargo, la noticia de que había atrapado al tipo que pensó que encontraría rápidamente, solo se escuchó hoy, semanas después de que había empezado.


"Creo que es la primera vez que te veo salir desde que llegaste de Italia."


Félix, que estaba sentado al lado de su primo, en el asiento trasero del sedán, miró a Noah con una expresión muy interesante.


"Pero es un gran pecado involucrar a una persona que lleva una vida tranquila. Soy un padre ejemplar ahora, recuerda eso."


"Necesito a alguien que me ayude a cometer un crimen de odio".


"Y que cave un lugar para enterrarlo."


Noah sonrió y cerró los ojos. Félix ya ni siquiera habló. Solo lo miraba por un momento, como si fuera divertida esta nueva fase de él. Luego abrió la tableta.


El sedán se detuvo. 


Estaban frente a un edificio en ruinas que parecía que iba a ser demolido en cualquier momento. Estaba oscuro por todas partes y, por supuesto, eso lo hizo parecer muchísimo más sombrío de lo que ya era. Noah miró a su alrededor y siguió a Félix mientras él se dirigía al edificio como si tuviera muchísima curiosidad por lo que encontraría adentro.


El interior estaba en tan mal estado como el exterior. El espacio vacío pareció lleno de muebles y objetos rotos, polvo, telarañas y ratones. Pero más bien, el olor a sangre fue lo que agudizó los nervios de Noah. Después de caminar unos pasos, sacó un pañuelo y se tapó la nariz. Ni siquiera era tan fuerte, pero no lo soportaba.


"Ah, Dios... Que asco."


"¿Te sientes mal?"


Félix, que caminaba frente a él, miró en su dirección con una ceja levantada.


"No, solo te estaba avisando".


"¿Desde cuándo te da asco el olor de la sangre?"


"La verdad es que no lo sé..."


Noah negó con la cabeza mientras observaba cómo Félix se encogía de hombros. Era muy desagradable... Y también era verdad que no sabía por qué. No podría decir si fue porque se acostumbró a su oficina o porque había estado alejado de lugares así durante bastante tiempo. ¿Quién sabe?


"Bueno, entonces ven."


El sonido de sus zapatos resonó con fuerza a través del edificio de techo alto. Dentro del lugar, varios hombres esperaban a Félix y a Noah y, entre ellos, estaba Tony, la mano derecha de su primo. Allí dos tipos, cada uno sentado en una silla, estaban atados con cuerda y acomodados para que sus brazos quedaran hacia atrás. Su cara estaba manchada, como si hubieran recibido varios golpes, y gotas de sangre habían comenzado a caer de las comisuras de su nariz y boca hasta mancharles la ropa.


"Llegaron."


Tony, que había estado esperando, salió frente a Félix y le extendió la mano.


"¿Son ellos?"


"Así es."


"¿Qué pasó con sus caras? Te dije que fueras discreto."


"Ellos saben cómo usar sus cuerpos. Hubo una pelea en el proceso de atraparlos".


Ante la breve explicación de Tony, Félix miró a Noah.


"Ya escuché."


Noah respondió insensiblemente. Los dos chicos estaban sangrando demasiado y era evidente que el olor le estaba dando un asco de muerte. Pero decidió hacerlo igual.


Félix dio un paso para atrás, como si no tuviera palabras. Luego cruzó lentamente las piernas y se sentó en la silla que estaba en el rincón. Era como una persona que iba al teatro a ver una obra.


"¿Estás seguro de que Noah sabe lo qué hace?"


Tony, quien se acercó al lado de Félix, preguntó esto con bastante cautela. Félix, quien ordenó arrestarlos, solo observaba la situación igual a si fuera un espectador y decidió cuidar de su primo de un modo discreto y a la distancia.


Félix miró a Tony por un momento, luego apretó los labios y sonrió.


"¿Estás seguro de que has preparado un lugar para esconder los cadáveres? ¿O necesitas mi ayuda como de costumbre?"


"Señor."


"A estado encerrado, es como si se hubiera convertido en un monje budista en estos días... Pero en realidad, no está tranquilo para nada. No se expresa."


"Eso es correcto."


"Bueno, entonces dejemos que lo haga y ya."


Félix agregó que en realidad "no era gran cosa", pero igual sus ojos se iluminaron mientras lo veía.


"Ir a cazar juntos después de un tiempo es divertido. Me encanta".


"Por cierto, ¿Sabe por qué?"


Preguntó Tony en voz más baja. A diferencia de Félix, que estaba entusiasmado con esta personalidad, él parecía honestamente preocupado por el muchacho. Como dijo Félix, debía haber una razón muy importante para que Noah, que había estado callado durante mucho tiempo, de repente decidiera levantarse.


"Mira a tu alrededor y descúbrelo tú mismo".


Félix se encogió de hombros y respondió esto muy a la ligera. Era, como hace unos segundos, una actitud relajada y sin preocupaciones pero Tony no lograba ocultar su mirada ansiosa. De verdad había pasado mucho tiempo desde que Noah se había vestido así e incluso colocaba esa cara. En realidad, no lo había visto desde que renunció a su puesto como sucesor de Vincenzo y abandonó abruptamente a la familia Felice. Después de comenzar a hackear junto a Félix, hasta pensó en él como una persona "relativamente normal".


¿Qué sucedió mientras estuvo fuera para que el hombre, que vivía como un ermitaño, revelara su verdadera naturaleza? ¿Qué le hicieron esos dos tipos a Noah como para que los quisiera muertos? No podía adivinarlo así que todo lo que hizo fue mirarlo con la idea de que si esperaba pacientemente, como decía Félix, eventualmente lo iba a descubrir.


"Ha pasado un tiempo ¿Verdad?"


Mientras tanto, Noah había comenzado a caminar lentamente hacia los hombres que estaban atados en las sillas. Los tipos, que lo miraron por una milésima de segundo, estaban tan rígidos como si hubieran sido empalados desde sus labios hasta su ano. A excepción de que sus rostros ensangrentados se contraían de asombro cada que lo escuchaban abrir la boca. No esperaban que fuera Noah quien los obligara a venir. Tal vez ni siquiera pensaron que volverían a verlo. Obviamente creyeron que la bomba explotó y que murió sin dejar rastro en el auto.


"Porque me recuerdan, ¿Verdad?"


Noah empujó el pañuelo que cubría su nariz en su bolsillo y levantó la punta de sus labios en ángulo. Los hombres Beta parecieron honestamente aterrorizados.


Ellos sirvieron a Sasha mientras estaban en Nuevo México. Para ser más precisos, podía decir que eran sus guardaespaldas. Porque mientras protegían a Sasha, a veces se ocupaban de cada una de las tareas que el hombre les encomendaba. Y ese día, cuando Noah subió a ese maldito camión con bombas para intentar hackear el programa, fueron ellos los que lo llevaron hasta allí. Es decir, la ubicación del camión solo la conocían Sasha, Noah y los dos hombres que se lo llevaron. Dejaron a Noah y desaparecieron, dejando un mensaje de que volverían cuando fuera el momento adecuado. Sin embargo, la camioneta en la que había entrado Noah estaba cerrada con llave por fuera, y los que iban a venir a buscarlo ni asomaron la nariz. Fue Sasha quien rescató a Noah del camión. 


Hasta ahora, no había tenido tiempo para pensar realmente en ello. No tenía la mente o el espacio para recapacitar sobre lo que sucedió, quién lo hizo u otras cosas. Luego, por tristeza, pensó en ello y reflexionó sobre los eventos de esa época uno por uno. Podía adivinar vagamente quién lo había ordenado, pero necesitaba estar seguro. Y las personas que sabían la respuesta eran esos hombres que cerraron la puerta y desaparecieron. Pasó más de una semana buscándolos pero encontrarlos tomó más tiempo de lo esperado. Estaban tan bien escondidos que parecían unas pendejas cucarachas.


Al final, daba igual porque hoy sería su último día. 


Noah no era lo suficientemente generoso como para perdonar a aquellos que intentaron matarlo.


"Hablen ya ¿¡Recuerdan quién soy!?


Noah levantó la pierna y entonces "Puck", pateó a uno hasta hacer que se cayera.


¡Bang!


El polvo se levantó con un fuerte ruido.


Mientras tanto, también se escuchó el sonido de la manera en que ese hombre gemía.


"¡No sabemos nada! No... ¡Solo hicimos los que nos dijeron! ¡No tengo idea de qué pasó!"


El hombre, sentado a la derecha, tembló y gritó. Los ojos de Noah se volvieron hacia el otro:


"¿Tú sabes algo?"


"¡Nos dijeron que cerraramos la puerta para evitar que salieras! ¡Simplemente hicimos lo que nos dijeron! ¡Realmente no sabemos qué pasó después!"


Su grito fue lo suficientemente fuerte como para retumbar en el interior de la habitación. Noah se cubrió los oídos ligeramente porque ahora le estaba dando un dolor de cabeza y luego, respirando, levantó la mano hacia el chico que estaba frente a él y preguntó:


"¿Alguien quiere jugar golf?"


"Yo voy a..."


"¡Denme los malditos palos!"


Mientras hablaba, alguien corrió apresuradamente y regresó con unas cuantas pelotas de golf y un palo.


"Veamos".


Noah puso la pelota de golf en la boca del hombre que estaba tirado en el suelo. Él jadeó y sollozó sin parar pero Noah no le hizo caso. Posó frente a él como si estuviera practicando golf, con un palo en la mano y una cara que decía que definitivamente no tenía su tiempo. Luego dijo, mientras miraba al tipo de la derecha que todavía estaba sentado.


"Sólo responde lo que pregunté. Deja de decir tonterías o vamos a terminar muy mal."


"Yo... Yo no..."


Noah lo golpeó en la cara. El hombre en el suelo se retorció y la pelota que estaba mordiendo le rompió los dientes hasta dejar escapar un gemido reprimido que le puso los ojos en blanco. La sangre roja salió como vomito.


"Hey, ¿Qué tal? ¿Viste eso, Félix? Y eso que es un putter muy simple. El movimiento que viene es mucho mejor. Y eso significa que la próxima vez, no solo se te van a caer los dientes. Se te va a reventar la nariz y te explotarán los ojos. Este bastardo va primero y luego es tu turno. Mira con atención ¿De acuerdo?"


Fue cuando Noah sonrió y levantó el putter a la mitad de nuevo que gritó:


¡Te lo diré! ¡Te diré todo!"


El hombre, sentado en la silla, estaba honestamente aterrorizado. Solo se había balanceado una vez, pero ya estaba sollozando, llorando y orinando sus pantalones.


"¿Sí? ¿Quién es? ¡Dime quién se atrevió a decirte que cerrara la puerta del camión en el que entré!"


Bueno, eso fue aburrido y poco interesante. Sabía la respuesta de todos modos, y solo necesitaba confirmación.


"¡Fue el doctor Lambert! ¡Fue él!  ¡Simplemente hicimos lo que nos dijo que hiciéramos! ¡Por favor!"


En un instante, la mano de Noah se detuvo. Incluso se olvidó de respirar. El dorso de la mano que sostenía el palo de golf se le estaba volviendo aterradoramente blanco.


"¿...Quién?"


Cuándo preguntó de nuevo, el hombre volvió a gritar.


"¡Fue el doctor Lambert! Dijo "Ciérralo para que no pueda salir de ese camión." Lo juro."


Los sollozos del hombre no se escuchaban correctamente, solo, flotaban en sus oídos. Ni siquiera podía entender lo que estaba escuchando así que no respondió.


Esto fue totalmente inesperado.


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