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El Alfa más fuerte. Tomo 1 y 2 (Traducción finalizada) por yuniwalker

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Tres meses después, el ejército superior fue informado de la existencia de Goshoku. Fue Takeda quien se lo dijo pero la información era directamente de Yanai. 


Takeda, quien llegó a la mansión por primera vez después de mucho tiempo, esperó a que los niños tomaran su siesta de la tarde antes de contar toda la historia. No entendía por qué era que todavía lo estaba protegiendo dentro de la mansión, y honestamente estaba un tanto confundido por la manera en la que se portaba. Si lo atrapaban por traición hasta podía ser condenado a muerte porque, cuando se trataba de Omegas y Alfas, el país revelaba de inmediato un lado que no parecía ser nada parecido a la democracia. Como si retrocedieran todos en el tiempo. Y por eso era impredecible lo que sucedería a continuación.


Cuando Kurose regresó por la noche, Goshoku lo detuvo en el pasillo y preguntó por esto de una manera un tanto desesperada:


"No te importa..."


"Me importa. La verdad es que está escrito que tienes que llevar al S Omega que atrapaste al cuartel tan pronto como lo encuentres ¿No es verdad?"


"No es por ti, es por mis niños".


"¡Pero si no me entregas, te arrestarán!"


"... Es posible"


"¿Es posible? ¿Solamente eso vas a decir?" 


Es decir ¡Era obvio que ya lo estaban culpando por ocultar el hecho de que había un S Omega en el país!


"... Es más seguro estar conmigo".


Kurose vio en silencio a Goshoku. Su línea de visión aún parecía increíblemente fría pero, debajo de su armadura de hierro, había un ser humano que evidentemente se preocupaba muchísimo por él. Y la soledad de aquellos que nacieron como "seres especiales", los Alfa, ahora se podía ver claramente reflejada en sus pupilas. Por supuesto, antes pensó que era imposible y era verdad que Takeda lo había llamado un "demonio" y un "abismo". Sin embargo, se dio cuenta de que la oscuridad no era lo único que había dentro de él. No podía describirlo a la perfección, pero resultaba que había un pequeño trozo de luz en los pedazos donde no veía nada. Por lo tanto, hasta había surgido en él unas extrañas ganas de protegerlo. 


"Piensa en lo que les sucedería a tus hijos si te atrapan. ¿Quién va a cuidarlos? Estás preocupándote por mi pero, ¿Qué hay de ellos? ¿No temes que les hagan daño?"


Era una palabra terrible. Sin embargo, el corazón de Kurose no se podía cambiar a menos que lo dijera.


"Dijiste antes que no entendía nada ¿No es verdad? Pero, aunque sé que es algo que haces para cuidarme, igual quiero enfrentarlo por mi cuenta. Quiero saber que puedo hacer, entender por qué soy una existencia especial y también quiero... Ser fuerte".


Para transmitir que hablaba en serio, dirigió su mirada a la suya y la mantuvo completamente inmóvil. No hubo una respuesta inmediata. Fuera de la ventana, había un pájaro cantando y una noche que parecía particularmente calmada hasta que dijo:


"...Está bien. Te llevaré con ellos."


Así que Goshoku respiró lentamente. 


Esto era lo que tenía que pasar para empezar y la verdad era que ya hasta se estaba preparando para hacerle frente. Pero, cuando se hizo realidad, es decir, ahora que le había dicho que si lo llevaría, un monstruo de miedo apareció de repente en la esquina de su corazón. ¿Cómo iba a luchar de tal manera que saliera victorioso? Y sobre todo, más allá de los planes que comenzara a hacer, estaba el sentimiento de que no quería irse de su lado. Como... Una pelea entre lo correcto y lo que quería. Amaba mucho a los niños de la casa y la existencia de ese hombre solitario se había quedado en su corazón como un pequeño anzuelo. Y ya que finalmente pudo vislumbrar un poco de sus verdaderos sentimientos, ahora deseaba saber más. Ver por si mismo qué tipo de hombre era Kurose y hasta donde podían llegar estando juntos.


Era sorprendente el tamaño de lo que estaba perdiendo, pero era necesario para no lastimarlo a él.


"Te llevaré mañana."


"Sí, por supuesto".


Estaba destinado a ser así.


Era lo que tenía que hacer.


Una y otra vez, pareció tratar de convencerse a si mismo para no arrepentirse de su propia sed por salvarlo.


"¿Darás a luz a sus hijos si te lo piden?"


Preguntó Kurose, con odio. Por supuesto, no pensó que tuviera desprecio por la posibilidad de que fuera a dar a luz a un Alfa. Más bien, era un enojo dirigido completamente en si mismo por no poder hacer algo más.


"¿Y tú aprenderás a cocinar? Porque con tus habilidades definitivamente vas a matarlos"


"¿Por qué hablas así cuando irte es algo que estás eligiendo por tu cuenta?"


Sin embargo, incluso esta pequeña pelea pareció ser la prueba irrefutable de que Kurose lo necesitaba... Y por eso, los sentimientos que había contenido hasta el momento se comenzaron a desbordar. Es decir, no importaba cómo mantuviera presionado su corazón, se deslizaba entre sus dedos y terminaba por caer justo al frente...


Los dos se miraron fijamente.


Y a medida que se acercaban, lo suficiente como para oler sus alientos, sus miradas se desplazaron hacia sus labios. 


"Um..."


Sintió a Kurose contra su boca así que Goshoku cerró los ojos. Su corazón lo deseaba, era como... Un deseo carnal que no podía controlarse. Algo húmedo y caliente.


Sus labios hicieron un ruido, los abrió, los junto y luego el interior de su boca le dio la bienvenida a su lengua. Era viscoso y violento y llenaba la boca de Goshoku con una arrogancia que no le había conocido nunca. 


"Ah..."


Su voz se ahogó contra la de Kurose después. Era igual a si finalmente pudiera ver todo lo que había dentro de este hombre. Su pasión, su amor, su lujuria. Cosas que una vez que fuera entregado al ejército serían imposibles de tener.


"Espera un momento..."


"No puedo esperar más."


Lo abrazó, sintió su temperatura corporal bajo los dedos, sus latidos, su respiración, y entonces se apresuraron a entrar en el dormitorio de Goshoku. Cuando escuchó el golpeteo y el sonido de la puerta cerrándose detrás de él, estaba tan extrañamente excitado que pensó que era como si esta habitación fuera un espacio secreto solo para ellos dos. Algo que podían mantener en silencio por el resto de sus vidas. Y aunque quizá tendría problemas para recordar este acto más tarde, ahora tenía tanta prisa que las cosas que los bloqueaban terminaron en el suelo. Le quitó la chaqueta, le quitó los botones y se recostó sobre la piel que iba quedando  expuesta. E incitado por esto, Goshoku también se quitó la camiseta y la arrojó.


Mientras escuchaba sus suspiros, convirtiéndose en los de una bestia, Goshoku pareció comenzar a cerrar los ojos y dejarse llevar por él justo como si fuera un muñequito. Pero luego, en el momento en que fue empujado hacia la cama, se sorprendió por lo que tocó: 


"¿Qué es esto?"


Había una camisa, ropa interior, los calcetines, una pluma estilográfica y un cuaderno de Kurose. Todo estaba escondido bajo su almohada. Pensó que tenía que devolverlo, pero no quería hacerlo así que lo había acumulado. 


"Pensé que lo había perdido, pero ¿Lo escondiste? Estás en problemas..."


"Sí... Parece que lo estoy."


Se dejó llevar por Kurose de nuevo, abrazándose con fuerza para que su cuerpo no quedara en ese pequeño desnivel del colchón. Quería tanto ser uno con él que hizo todo lo posible por no separarse de sus manos...


Quería que lo tocara más.


Quería que lo tomara de tal forma que pudiera dar a luz a su niño. Deseaba que supiera todo sobre él y también quería saber todo sobre Kurose. Quería mantenerlo profundo en su cuerpo para que nunca lo fuera a olvidar. 


"¡Ah!"


Un suspiro caliente se escapó de entre los labios. 


"Yo quiero..."


"¿Qué quieres, cariño?"


"Hazme el amor..."


Deseaba tragarse el pene de Kurose y sentir esa extraña punzada en la parte posterior de su vientre. Deseaba que lo hiciera suyo durante toda la noche mientras le decía que lo amaba. Y como si estuviera de acuerdo con los deseos de Kurose, se escuchó de inmediato él sonido de quitarse la hebilla del cinturón y el momento en que se bajó el cierre.


"¿Lo quieres?"


Era la primera vez que lo tenía de esa manera desde que ese hombre lo retuvo en un callejón... Un hombre que le había enseñado el sabor de la lujuria a un Goshoku que no conocía la piel de los demás y que además recibió a ese monstruo molesto llamado placer dentro de su cuerpo.


"Lo quiero..."


Kurose era como un arma que lo volvía loco. Una existencia que le hacía querer ser dominado por un salvajismo feroz y que le provocaba tener muchísima ansiedad todo el tiempo.


"Estás mojado..."


Dijo Kurose tan pronto como alcanzó su trasero. El lugar, que estaba maduro, húmedo y tenía fiebre, parecía estar pidiendo por su pene lo antes posible. Suplicando a gritos.


"Kurose..."


Realmente lo amaba. Estaba fascinado por ese sabor a pecado que le quedaba en la lengua incluso después de que se había dado cuenta de que estar juntos era un error. Caía profundo y más profundo, como si estuvieran en la misma sintonía.


"No estás en celo, pero mira como goteas contra la cama..."


"Ah, ah, ah..."


Suavemente, pero con cierta urgencia, utilizó la cintura para intentar que se lo tragara sin prepararlo primero con los dedos. Sin embargo, el dolor se desbordó desde el fondo de su garganta y después, con un pequeño movimiento, cambió a un tono de muchísimo placer.


"Ah..."


Su voz era tan dulce que Goshoku se sintió sorprendido y tímido al mismo tiempo. Giró las caderas para asegurarse de que todo estaba fluyendo bien y después, con suavidad, hicieron un pequeño contacto visual. 


Que ojos tan hermosos....


"Yo..."


Y mientras se miraban fijamente, sus caderas se apretaron y su pene pareció correr todo el camino sin detenerse hacía el fondo.


"Um... ¡Um!"


Fue un placer delicioso estar conectado con él. Abrió los labios, sacó la lengua y chupó la boca del hombre que estaba a centímetros de su rostro. Tal vez sus propios sentimientos románticos promovieron el celo, porque gradualmente comenzó a sentir que la temperatura de sus cuerpos no era para nada la que tendrían en un momento de sexo normal. Y cuando lo empujaron hacia arriba, mientras lo miraba todavía directo a la cara, fue testigo de como el movimiento se hizo más intenso, su pene más grande y el suspiro de Kurose tan pesado como el de un animal deseoso. En realidad, le recordó a un carnívoro mordiendo a su presa. Exhalando el aroma de su sangre en la oscuridad y agitando el aire de la noche con su aliento.


Era un león salvajemente puro y Goshoku un sacrificio voluntario.


Sintió que la bestia dentro de él era tan extraña que estaba encantado de que se la enseñara.


"Ah, ah, más... Un poco más."


"Está bien, porque voy a hacerlo muchas veces."


"Ah..."


Él lo quería, quería estar su lado eternamente así que dijo el primer pensamiento que se le ocurrió. Uno ilógico pero que se sentía necesario:


"Te amo..."


"También te amo."


"Ah, ah..."


Sintió una oleada de calor en la parte posterior de su abdomen así que, cuando levantó un poco la cabeza, notó que se había corrido dentro de él incluso aunque el clímax de Kurose continuó después de eso:


"¡Ah!"


Goshoku estaba impotente frente al Alfa. Era como si sus nervios estuvieran expuestos y vulnerables ante el más insignificante de sus estímulos.


Un ciervo bajo sus colmillos.


"Um..."


Su cuerpo se estremeció, y eyaculó ahora sobre su pecho. Colocaron los labios uno encima del otro y continuaron con un beso fuerte que debió ser encantador pero que no pudieron sentir.


"Hmm..."


Goshoku tenía un montón de sentimientos por él que quería separar de la lujuria del celo. Después de todo, probablemente era el último beso honesto entre los dos.


Fue terriblemente triste pensarlo.


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