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Una habitación en silencio. (Traducción finalizada) por yuniwalker

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"¿Qué edad tienen los niños?"

Kim San, que estaba metiendo y sacando los dedos de los hoyos de sus desgastados jeans, desvió la mirada hacia la pregunta y apretó los puños. Al final, solo contestó con una cara un tanto indiferente:

"Tienen cinco añitos."

"... ¿No dijiste que tú tienes 20? ¿Así que tuviste a los niños cuando tenías 15 años?"

"Sí..."

Kim San solo dio una respuesta corta a la pregunta del jefe. El hombre miró a Kim con ojos de disgusto y levantó el currículum que había dejado sobre el escritorio.

Nombre: Kim San.

Edad: 20 años.

Altura: 182 cm.

Escolaridad: Deserción escolar de la escuela preparatoria. Dos hijos.

Se busca: Un trabajo de medio tiempo que pueda combinar con su papel como padre.

Era un currículum muy simple. Y la realidad era que no habían muchas cosas que un hombre que había abandonado la escuela preparatoria, y que tuviera dos hijitos, pudiera hacer.  De hecho, el currículum de San Kim no se adecuaba a la zona roja dirigida por el presidente. Al menos tenía que haberse graduado de la preparatoria, pero él no lo hizo. Sin embargo, dado que tenía dos bebés y ya que además no tenía un patrimonio estable, Kim era una persona lo suficientemente lamentable como para ser expulsada de allí así como si nada.

Incluso considerando su corta edad, la piel de Kim San era suave y bastante bonita. No era de un blanco pálido, sino algo lechoso y saludable que combinaba bien con su fino cabello castaño. Sus ojos grandes y agudos evocaban una sensación misteriosa cuando se abrían y pestañeaban y sobre todo, tenía que decir que le gustaba que tuviera esas pupilas oscuras que desentonaban con el rostro tranquilo e indiferente que tenía siempre. Es decir, pensaba que sus ojos eran como los de una vaca. Tal vez era porque parecían inmensos y negros, y porque cada vez que se encontraban con los suyos, sentía que estaba mirando a un adolescente en lugar de a un adulto joven. Tenía un cuello largo y delgado, una manzana de Adán que sobresalía perfectamente y unos brazos y piernas estirados como los de un modelo. Si usara un traje negro y se arreglara el cabello con cera, las mujeres que pasaran frente al local definitivamente iban a asombrarse. Era el epítome del hombre apuesto y pulcro del que su hija hablaba a menudo. Linda cara y un lindo cuerpo. El jefe sonrió y preguntó:

"Te saliste al inicio de la escuela preparatoria así que... ¿Qué tal un trabajo de acompañante? Parece que lo hiciste en el pasado."

Kim San respondió de inmediato, a punto de entrar en pánico.

"No, no. Yo no puedo hacer eso ahora. En ese entonces creo que yo... Solo estaba siguiendo las órdenes de mis superiores."

"¿Por qué no ahora? Eso sería un poco más simple que ser un simple empleado del montón".

Kim San miró la cara del hombre, quien evidentemente quería una respuesta rápida, y luego solo bajó los ojos y suspiró. Estaba contemplando qué decir así que cuando una leve emoción cruzó por su rostro, que había sido indiferente todo este tiempo, un ligero interés se elevó en el pecho del jefe también. Kim abrió la boca como si estuviera decidido y dijo:

"Es peligroso para los niños. Van a entrar a la escuela ahora y me temo que escucharán cosas raras de sus compañeros si lo hago."

El presidente vio la cara de Kim y luego se rió. Parecía que su amor por los niños era mayor de lo esperado. Era un experto en artes marciales, pero no podía conseguir un trabajo debido a la mancha de su abandono en la escuela preparatoria. Su última opción era conseguir un empleo de tiempo completo en un bar pero, aunque era un local prestigioso y casi de lujo, estaba en el "barrio rojo". Un lugar famoso por la prostitución, pornografía y drogas. Y considerando todo eso, podía decir entonces que ninguno de los hombres que venía hasta allí era tan guapo o tan decidido como él. Hasta se podía decir que San Kim era una persona muy decente. 

Todos sus factores externos cumplían a la perfección con los estándares del presidente así que no fueron necesarias más preguntas. El hombre sacó la tarjeta de acceso del cajón y la tiró en su dirección. San Kim, haciendo gala de sus buenos reflejos, la tomó antes de que cayera sobre el suelo.

"¿Tienes un traje en casa?"

"Sí."

"Ven de negro. También ponte corbata. En la medida de lo posible, intenta que sea negra también."

"De acuerdo."

Kim San inclinó la espalda a 90 grados para agradecerle. Y cuando salió de la oficina del presidente, la mujer que estaba esperando por él en la puerta lo llevó hasta el vestíbulo y lo despidió. Había un total de dos salidas, por lo que Kim San-eun tenía que irse por el lugar que era exclusivo para los empleados.

Era temprano, así que cuando salió, la luz del sol, cálida y brillante, envolvió un cuerpo que sentía extrañamente helado. Kim sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo, tomó uno, lo encendió y miró la hora con una cara inexpresiva. 15:20. Todavía había tiempo hoy, así que podía ir a buscarlos a la guardería y pasar al mercado más tarde.
Kim San, que aspiró el humo tan profundo como para hacer que sus mejillas estuvieran cóncavas, puso una leve sonrisa desganada antes de tirarlo al suelo. Su corazón ya latía con fuerza ante la idea de ir a ver a sus niños. Unos pequeños gemelitos que ahora ya tenían cinco años y que eran la única esperanza y alegría de San.

Dio a luz a los pequeños a la temprana edad de 15 años. Había alguien que se suponía que era el padre pero, cuando se acercó a él y le dijo la verdad, lo que le devolvió fue una grosería:

"Suenas como un idiota. Demonios ¿Cómo es eso posible? No, más importante que eso, ¡Tenemos 15! Somos hombres. No, no. Solo elimina al niño."

Como hijo de una familia importante, solo le tiró dinero a Kim y le dijo que se hiciera cargo por su cuenta. Cuando lo contó, en realidad era una cantidad bastante considerable así que en lugar de enojarse por eso, Kim lo aceptó. Y antes de que abriera los labios para hablarle, el hombre desapareció en la entrada de la casa de la mano de una mujer que pensó que era su madre. Ella preguntó sobre lo qué estaba pasando pero él solo se echó a reír y dijo, como si no fuera la gran cosa:

"Nada, nada. Vino un... Un mendigo y me pidió dinero para comer."

Por supuesto que eso le rompió un poco el corazón.

Estaba enojado, pero tenía que ser realista y aceptar que el dinero era importante. Lo necesitaba pero aunque sabía que no aceptaría la noticia, no pensó que sería tan... Agresivo.

Kim puso el dinero en una bolsa y se fue mientras acomodaba las manos en el lugar donde estaba creciendo esa nueva vida. Luego, Kim San, que caminaba con el rostro en blanco, se sentó en un parque cercano y acomodó la frente contra sus rodillas pensando si eliminar o no a los bebés. Sin embargo, los niños, vistos a través del ultrasonido, ya habían desarrollado extremidades y jugaban en su útero. El latido del corazón, que escuchó en la clínica de obstetricia y ginecología, todavía resonaba en sus oídos todos los días. Además, el sonido se amplificó gradualmente y llegó hasta quedarse en un lugar de su pecho.

La gente a su alrededor inclinaba la cabeza ante él cuando lo veían llorando e incluso un policía se acercó y preguntó qué estaba mal. Kim San, asustado y todavía completamente confundido, salió corriendo de allí y llegó a la clínica de obstetricia que había visitado hace apenas unas semanas. Junto al centro de obstetricia, como política implementada por el estado, se estableció un centro para la clase de bajos recursos, personas con enfermedades raras y aquellos con problemas de drogas. Él estaba enfermo y como tal, era posible quedar embarazado incluso aunque tuviera el cuerpo de un hombre. No lo sabía cuándo decidió acostarse con él. Y es que hubo un tiempo en que pareció como si fuera posible para ambos entregar su corazón y ahora... Todo lo que quedaba de ese encuentro eran los niños en su vientre.

Después de tomar una decisión, San-eun ingresó al centro. Allí se le realizaron varias pruebas y se confirmó que tenía algo llamado "sangre de dragón" por lo que el gobierno podía darle una ayuda en caso de que quisiera seguir con su embarazo. Cuando se lo dijo a sus padres, ellos le ofrecieron a Kim San una carta de "renuncia", como si estuvieran decepcionados de él. Después de todo, conociendo que Kim ya no podría asistir a la escuela con ese cuerpo, no valía la pena ni intentar seguir pagando la mensualidad. Pero tomándolo más bien como "una oportunidad", Kim San cortó los lazos con sus padres y decidió seguir con el apoyo del gobierno. Así, pudo alquilar un apartamento por 100.000 wones al mes que tenía dos habitaciones, un baño, una pequeña sala de estar y una cocina. Estaba chiquita pero, igual Kim San sintió una sensación de liberación cuando finalmente dejó a su familia.

Ahora, junto a él estaban dos niñitos que lo abrazaban todo el tiempo diciendo "papá". Eran muy parecidos a su padre, hermosos aunque pequeños. Cabello negro, piel blanca y regordeta y unas mejillas frescas y sonrojadas que combinaban a la perfección con sus extremidades chiquitas. Cuando inclinaban la cabeza en su dirección, el olor a leche en polvo venía de la parte de arriba de sus nucas así que, con solo olerlos, Kim San estaba más feliz que nunca antes en la vida. Después de todo, tener el olorcito de sus niños, el sonido de sus corazones y el calorcito de sus pieles calmaban hasta el corazón más devastado.

Nacidos como gemelos idénticos, Isaac y Lee Taek crecieron siempre juntitos. Sus rostros eran los mismos, pero sus personalidades eran claramente diferentes. El tranquilo y tímido era Isaac y el animado y juguetón era Taek. La comida que les gustaba y la comida que les disgustaba también eran diferentes así que había que comprar comida según el gusto de los dos niños. A diferencia de Isaac, que siempre tenía ropa limpia y ordenada, a Lee Taek le gustaba dar vueltas en el patio, por lo que siempre terminaba todo manchado y además, incluso tenían diferencian en cuanto a juguetes o películas. Sin embargo, había una cosa que tenían en común y era que amaban a su padre más que nada en el mundo entero. Kim San, quien recordaba las peleas entre Isaac y Lee Taek por un lugar junto a su cama, tenía una sonrisa hermosa todo el tiempo. Quería ir a la guardería rápidamente, oler el cuerpo de Isaac y Taek y abrazar sus cuerpecitos contra el suyo.

Eran sus más grandes amores.

Pero la razón por la que Kim San solicitó un puesto de tiempo completo en la Zona Roja era un tanto más complicado que eso. Aunque era un trabajo nocturno, daban una remuneración bastante razonable. La distancia entre la casa y la escuela de los niños era corta y tenía tiempo para estar presentable para la inspección realizada por la Oficina de Bienestar
La Oficina de Bienestar enviaba a una persona una vez cada seis meses para observar si Kim era adecuado para criar a Isaac y Lee Taek por su cuenta. Y ya que tenía una anormalidad en su cuerpo, San Kim, que no tenía un trabajo adecuado y carecía de antecedentes académicos, debía encontrar un trabajo plausible de alguna manera o de lo contrario, el departamento de bienestar lo privaría de la patria potestad y se llevarían a sus niños. Por temor a perder a Isaac y Lee Taek, Kim San-eun abandonó el negocio de préstamos privados, que le daba un salario bajo, y solicitó un trabajo de tiempo completo en ese lugar. Los resultados fueron positivos y Kim San estaba encantado con esto. Pensó que Isaac y Lee Taek se quedarían a su lado siempre que trabajara en la tienda el mayor tiempo posible. Y así, Kim San, que había hecho todo tipo de planes en su cabeza, escupió el segundo cigarrillo que estaba mordiendo y llegó a la guardería antes de darse cuenta. Frotó lo que quedaba encendido con la punta del zapato, se acomodó el flequillo, que siempre cubría su frente, aflojó los dos botones de su camisa y se paró junto a la escuela para poder tocar el timbre. 

Después de un rato de esperar, la puerta se abrió, revisaron que fuera él y finalmente lo dejaron pasar al patio. Inmediatamente escuchó el ruido de los niños así que, incluso antes de que Kim San pudiera siquiera decir sus nombres, Isaac y Lee Taek, sabiendo que su padre había llegado, corrieron como locos y se dejaron sostener entre sus brazos. Kim San los sostuvo:

"¡Papi!"

"¡Papi!"

Isaac estaba a la izquierda y Lee Taek a la derecha, hablando como si fueran pericos. Luego, Isaac torció su cuerpo como un pretzel y envolvió sus cortos bracitos alrededor de su cuello.

"Papi ¿Me abrazas?"

"Sí, claro."

"¡Yo también! ¡Abrázame también!"

No queriendo que abrazara solo a Isaac, Lee Taek saltó desde abajo para poder sostenerlo igual de fuerte. Kim San sonrió y acarició el suave cabello negro de sus lindos niños, viendo como sonreían igual a si les gustara mucho las grandes manos de papá. Y es que sonreían tanto como para hacer que se marcaran hoyuelos en sus mejillas.

Kim San-eun, pellizcó la carita de Lee Taek sin lastimarlo, besó a Isaac y aceptó las mochilas de los dos niños cuando la maestra se las pasó.

"Hoy, Isaac y Lee Taek comieron muy bien. Ni siquiera pelearon."

"¿Es verdad?"

Kim San respondió con una sonrisa bastante amable así que la maestra asintió. Kim le dio fuerza al brazo que sostenía a Isaac y levantó a su niño sobre su abdomen mientras tomaba la manita del otro. Y al mismo tiempo, tratando hábilmente con los dos, Kim abrió la boca para hablar con ella:

"Maestra, ¿Podemos cambiar a un horario completo para mis niños a partir de mañana? Ahora trabajo de noche".

"Por supuesto. Lo cambiaré a uno de día completo. ¡Isaac, Lee Taek, adiós bebés hermosos!"

La maestra estiró ambas manos y las agitó en su dirección. Lee Taek extendió también su pequeña manita:

"¡Adiós maestra!"

Pero a diferencia de Taek, que tenía una breve charla con la mujer, Isaac asintió un poquito en los brazos de su padre y dijo:

"Bye bye."

Papá acarició la cabecita de Taek como para felicitarlo por ser tan amable con sus mayores. Y tal vez por eso, Isaac se sintió lo suficientemente celoso de Lee Taek como para tirar del cuello de su padre utilizando ambas manos. Aunque tenía cinco añitos, era tan fuerte como un niño más grande así que Kim San hizo un sonido de "Uf" un tanto ahogado y dejó que enterrara su rostro entre el espacio de su cuello. Luego, siguieron caminando lentamente por la acera. Paso por paso por paso hasta que Lee Taek, que sostenía la gran mano de su padre como si nunca fuera a soltarla, abrió mucho los ojos y gritó mientras apuntaba a un gran macizo de flores acomodado en la izquierda.

"Papi, papi mira. Hay flores. ¡Es bonito!"

"Sí, es bonito."

Como aprendió en el centro, le dio una respuesta al nivel de los ojos del niño para que notara que le estaba haciendo caso. Luego Lee Taek señaló la flor y dijo.

"Pero mi papá es más lindo."

"¿Sí? Pero mírate un momento. Lee Taek también es muy, muy lindo."

Mientras frotaba suavemente su mejilla, Lee Taek comenzó a saltar hasta parecer un conejito. Y tal vez porque no podía soportar el hecho de que Kim San mirara a Lee Taek y le dijera que era lindo, Isaac agarró la cara de su padre y la giró hacia él.

"Papá, ¿Y yo? ¿Isaac también es lindo?"

"Por supuesto que eres lindo, mi amor. Mi lindo Isaac es hermoso. Mis bebés son los más hermosos del mundo entero".

Kim San besó la suave naricita de su hijo, pero Isaac juntó sus labios, como el pico de un pollito, y lo besó justo en la boca.

"Papá es el hombre más guapo del mundo".

"Gracias."

Kim San respondió con una gran sonrisa.

"¡Papá es un príncipe!"

Ante el sonido de ser "un príncipe", Kim San se echó a reír con tanta fuerza que los ojos de Isaac y Lee Taek simplemente comenzaron a brillar. A los ojos de los niños, su padre era una persona encantadora. Era más guapo que el príncipe de un cuento de hadas y su voz era mejor que la de las celebridades en la televisión. Además, cuando Isaac y Lee Taek dormían, el tono de papá era tan bajito y dulce que se levantaban a propósito solo para poder escucharlo con atención. Entonces murmuraba "Es hora de dormir, mis amores", y colocaba ambas manos debajo de sus axilas para levantarlos y arrullarlos al mismo tiempo. Y podían decir que en ese momento, sintiendo su calor y mirando sus ojos, papá se veía hermoso. Y ya fuera que caminara al mercado, a la guardería o incluso a la calle, era como si el hombre brillara igual al sol.

Papá era bueno. 

Lo necesitaban.

Lo amaban.

Pensaban que serían felices estando con él incluso si eso significaba caer en el infierno del que hablaban tanto en la iglesia. Y es que el maestro del centro también hablaba sobre eso. De abominaciones, de lecciones del bien y del mal y la manera en que tenían que honrar a sus padres. Honrarlos, no desearlos.

"Te amo papá".

Isaac entonces abrazó el cuello de su padre y enterró su rostro sobre su nuca. El olor de papá era encantador así que olfateaba y olfateaba hasta llevarse incluso el olor de sus cigarrillos. Kim San rió un poco porque el aliento del niño le estaba haciendo cosquillas pero, al ver esto, Lee Taek se puso molesto y dejó de caminar. Y cuando papá inclinó la cabeza y lo miró, Taek abrió los bracitos y le dijo:

"¿Me abrazas?"

"Bueno, entonces tengo que bajar a Isaac".

Pero Isaac fingió estar dormido, así que solo cerró los ojos con mucha fuerza y comenzó a roncar. Y aunque conocía muy bien este truco, papá fingió que realmente estaba cansado y lo dejó justo como estaba, acariciando suavemente la cabeza de Lee Taek a modo de disculpa.

"No puedo hacerlo ahora. Pero en cambio, papá le comprará a Lee Taek los dulces que tanto quiere."

"Pero quiero un abrazo"

"Te abrazaré la próxima vez."

Papá dijo: "Te lo prometo", y le tendió el meñique. El niño puso el dedo en el suyo.

"La próxima vez, tienes que abrazarme primero".

Kim San sonrió al ver que su segundo hijo, Lee Taek, añoraba demasiado el afecto de su padre.


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