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Venia por zion no bara

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Notas del fanfic:

Esta historia es una continuación del fic Bienvenida, que es una continuación del fic Despedida.

Esta trama va dedicada a Serenataurus6, quien amablemente me sugirió una continuación, espero que te guste.

Espero que les guste a quienes sean tan amables de leer.

 

Notas del capitulo:

Es la primera parte, espero que les agrade, la pareja la he utilizado antes y creo que se ve bien.

 

 

Capítulo I

 

Permanecer en la sala de espera los hacía mantenerse en silencio, no parecía que pudieran comunicarse en ese momento, Camus observaba con sus ojos azules la expresión terriblemente seria de su compañero, había querido decirle que todo estaría bien, que no había nada de qué preocuparse pero aun de hacerlo sabía que no lograría mucho, mejor era guardar silencio entonces. El joven de los cabellos azules trató de distraerse unos momentos revisando sus mensajes, nada fuera de lo esperado, aunque notar que tenía un nuevo mensaje de su trabajo lo dejó pensando, era una oportunidad, de las grandes, pero ¿Cómo tomarla en ese momento que las cosas con su pareja parecían estar poniéndose de cabeza?

Al final apagó el aparato sin leer nada, debía concentrarse, su atención volvió a su compañero que continuaba en su silencio, ese silencio que lo ponía nervioso.

—Silencio de Aldebarán—se dijo a sí mismo.

Así era, lo llamaba de esa manera porque no era como los otros silencios en su relación, ese silencio era el que lo mantenía lejos, fuera, a distancia, sin saber lo que sucedía, era el tipo de mutismo que su compañero levantaba para ocultar lo que sentía cuando no deseaba compartirlo con nadie, ni siquiera con él. La idea lo puso algo decaído, a pesar de todo lo que compartían y lo que habían vivido Aldebarán aún tenía momentos en que no lo dejaba llegar a él, lo que más lo entristecía de ese tipo de situaciones era que el fuerte hombre de cabellos oscuros lo hacía porque suponía que era la manera de evitar que sufriera.

En ese justo momento sintió la mirada de esos ojos oscuros sobre él, lo estaban interrogando, y tan solo se quedó esperando la pregunta.

— ¿No piensas responder?

En ese momento el hombre de ojos y cabellos azules se percató que otros en la sala lo observaban, su teléfono estaba llamando.

—Dame un instante, regresó de inmediato—se disculpaba con voz suave.

Salió con velocidad, no quería estar lejos pues su turno era el siguiente, así que vio el número y supo de qué se trataba.

—Hola—saludó.

Bonjour professeur Camus—se escuchaba del otro lado.

De verdad era una buena oportunidad, y lo querían  a él, esos semestres de enseñanza en Francia habían sido una gran experiencia, le dieron mucho en su trabajo, rindieron frutos interesantes en su desarrollo profesional y ahora… no podía pensar en eso, solo podía pensar en lo que estaba sucediendo con Aldebarán.

En el interior Aldebarán de Tauro se limitaba a esperar, había notado perfectamente que Camus hacía todo lo posible por tranquilizarlo pero no había manera que se tranquilizara en esa situación ¿cómo había sido posible? no lograba explicárselo, debía hacer lo más responsable y eso era atenderse con un médico, que hicieran todas las pruebas necesarias, necesitaba saber que todo estaba bien, que su enfermedad no tomaba control de sus vidas.

Además estaba ese asunto de Camus, todas esas llamadas y mensajes, algo estaba ocurriendo que no le había dicho, y no lo hacía porque estaba más ocupado intentando mantenerlo lo más calmado posible a él, que horror, tener que hacer a un lado su propia vida solo por buscar su bienestar. No quería eso, no quería afectar su existencia, no quería causarle problemas, no quería… terminó negando con la cabeza. No importaba lo que no quisiera, estaban ahí, en el consultorio de su médico, esperando por ser atendidos para que saber que todo estaba bien, todo debía estar bien.

Aldebarán respiró con profundidad, había luchado contra su mal por años, lo había combatido, le plantó cara y no se dejó vencer, no permitió que su salud saliera perdiendo ante un mal que tanto había marcado en su existencia ¿Cómo podría ser de otra manera? Camus no quería decirle todo para no inquietarlo, podía comprender eso, él mismo lo estaba haciendo, no le había dicho lo demás, no le contó lo de ese mensaje que había recibido, no había decidido qué hacer al respecto, no lo había leído pero no lo había borrado, no podía.

— ¿Por qué escribió?—se preguntaba.

No lo podía imaginar, se había dicho por años que era un asunto pasado, que ya no contaba en su vida, y no lo hacía, pero tampoco podía negar que recibir noticias suyas lo dejaba con una sensación extraña, después de todo lo ocurrido ¿Por qué tratar de mantener cualquier forma de comunicación con él? cuando se fue no supo nada más y la lucha por su vida fue demasiado intensa como para seguir preocupándose por otra persona, alguien que le había demostrado que no sentía lo mismo por él, que no lo amaba.

— ¿Qué tiene ya que hacer Afrodita en mi vida?—indagaba en sus pensamientos.

Pero era verdad que alguna vez fue alguien, alguien muy importante, había sido un hombre al que amo, pero no podía dejar a un lado lo demás, sus mentiras, la manera en que no lo reconoció como su compañero, el saber de su enfermedad y que lo había contagiado para después solo abandonarlo. Casi lo destruyó en ese tiempo pero se aferró a salir adelante, los demás pensaban que haber hecho de todo aspecto de su vida un régimen fue lo que lo mantuvo a flote, lo que lo ayudó a salir adelante, pero eso fue todo lo que tuvo sentido para él en ese tiempo, era joven y todos esos sueños y anhelos nacidos de su amor por ese hermosísimo joven de ojos y cabellos celestes habían significado tanto, tanto que al desvanecerse de golpe podrían haber acabado con su existencia.

Luego vino la rutina, lo cotidiano, tratar de seguir delante de alguna manera y por un tiempo eso funcionó, recogió los pedazos y siguió adelante, sin novedades, sin contratiempos, todo resultaba normal, al menos hasta que apareció una anomalía.

—Shion—resonó en sus pensamientos.

Así era, había aparecido ese hombre tan singular, le llevaba unos años pero eso no le interesaba, había algo en él, en sus ojos rosas y esos cabellos verdes, esos singulares puntitos en su frente en lugar de cejas, y había llevado con él un nuevo sentimiento, un amor distinto, un amor que lo hizo feliz, claro que fueron felices, mientras pudieron. Sin embargo Shion de Aries se había ido, dejando su vida con un nuevo hueco que al principio pareció infranqueable, pero el tiempo pasó e incluso esa ausencia pudo sanar y él pudo seguir adelante o al menos pudo continuar con su existencia hasta que algo ocurrió.

Y ese algo fue la aparición repentina de un hombre de cabellos y ojos azules, con esas cejas exóticas y su manera tan especial de hablar, con esa sombra de acento en su entonación que parecía ni siquiera notar, no lo supo desde el inicio, claro que no, pero se convertiría en alguien nuevo, en alguien único, en el hombre que lo hizo amar de nuevo. Por supuesto que no fue sencillo, para nada, le costaba aceptarlo, la había pasado mal con el amor antes pero afortunadamente logró darse cuenta a tiempo antes de perderlo, lograron cimentar una relación en la que cada uno respetaba lo que el otro era y encontraron la forma de amarse aunque a veces tuvieron que hacerlo a la distancia debido a la actividad académica del de Acuario, pero estaban juntos y se amaban.

—Que todo esté bien, por favor, que todo esté bien—suplicaba en su interior.

Vio que su compañero de cabellos azules regresaba a la sala y decidió que por el momento, solo por el momento, no preguntaría, tal vez en casa sería lo mejor, estaba de nuevo a su lado y al mirarlo con sus ojos azules intentó sonreírle.

—Qué bueno que aún no nos llaman—comentó.

Justamente en ese momento se abría la puerta y salía un paciente, vieron aparecer al médico con su impecable bata blanca quien hablaba con su enfermero recepcionista y volvió al interior del consultorio, pasaron un par de minutos y finalmente los llamaron o más bien llamaron al de cabellos oscuros.

—Aldebarán de Tauro—dijo un joven de uniforme blanco.

Se pusieron de pie de inmediato y se acercaron donde los llamaban.

—El doctor los atenderá, por favor, pasen—les dijo amablemente.

—Gracias—fue la respuesta al mismo tiempo.

Cruzaron la puerta y quedaron en el interior del médico que había atendido a Aldebarán por años,  Rufo de Éfeso, reconocido hepatólogo y una eminencia en su campo, hombre competente y que sabía hablar y escuchar a sus pacientes, ya tenía cierta edad pero sus capacidades como especialista no disminuían, en las paredes se veían los diversos reconocimientos a su labor, era un sitio rígido pero no intimidante para quien era atendido. La pareja al entrar tomó su sitio en unos cómodos sillones que podían pasar por sillas mullidas, el caballero los miraba con atenta educación ajustándose sus gafas y después de darles la bienvenida se dispuso a saber lo que sucedía.

—No es una de tus citas programadas Aldebarán y por tu llamada era urgente—comenzó el médico— ¿Qué es lo sucedió?

La pareja se miró y el de Tauro comenzó a explicarle con velocidad lo ocurrido, un tema muy delicado y que para él resultaba una prioridad, el galeno lo escuchaba con atención, notaba su preocupación y sabía que tenía motivos, era mejor decir lo que pensaba.

— ¿Cuándo sucedió esto?—preguntó el médico.

—El día de ayer—decía el de cabellos oscuros—Quise venir de inmediato pero era muy tarde, no había consulta siquiera y en la sala de urgencias dijeron que era demasiado pronto para que ellos pudieran hacer un diagnóstico, que era mejor venir con usted.

—Comprendo, antes que nada va a ser difícil lo que les pediré pero intenten mantener la calma, aun no podemos hacer estudios, solo podemos esperar.

No era la respuesta que buscaban pero no iban a obtener ninguna otra, el de Tauro se veía terriblemente rígido al escuchar al médico quien procedió a darles una lista de síntomas a los cuales mantenerse atentos.

—Los síntomas a tener en cuenta son fiebre, nauseas, vómito, falta de apetito, dolor de estómago, fatiga, dolor en las articulaciones, urticaria, si la orina se ve oscura, ictericia—decía con tono profesional el galeno—Aunque a veces aun en casos de una infección aguda no se presentan síntomas.

—Conozco los síntomas, estaré atento—dijo el de cabellos oscuros.

—Tendremos que hacer un tratamiento preventivo, estamos en el periodo adecuado, hasta dentro de un mes no podremos tener un resultado verídico, entonces haremos todos los estudios que sean necesarios.

La pareja aceptó y el médico llamó al enfermero para que hiciera el procedimiento, pero decidió que necesitaba hacer algo más.

—Dame unos momentos por favor Aldebarán.

Camus se retiró con el joven enfermero dejando a los otros dos a solas, el doctor decidió que no debía esperar.

—Aldebarán, has sido mi paciente por años, desde que confirmé tu diagnóstico de hepatitis, sabes todo del procedimiento y los síntomas, y sabes mejor que nadie que aun de tener un resultado positivo no significa una sentencia.

—Lo sé.

—Has vivido con la enfermedad por años, has sido fuerte en todo el proceso, no deben darse por vencidos.

Aldebarán solo hizo un leve gesto de aceptación pero por dentro apenas toleraba lo que sucedía, su vida de nuevo se estaba cayendo a pedazos, el último eslabón de una cadena de eventos que estaba poniendo a prueba todo lo que eran como pareja y su relación.

 

**********

 

Cuando Aldebarán de Tauro y Camus de Acuario se conocieron casi por accidente se agradaron, volver a verse resultó sencillo aunque llegar a una relación les tomó un tanto más de tiempo pues había situaciones de su pasado por encarar pero finalmente lograron establecerse, con sus dificultades pues sinceramente no fue sencillo, no tan sencillo como les hubiera gustado en todo caso. El de Tauro reconocía que tuvo mucho que ver sus preocupaciones y dudas, pero el de Acuario se convirtió finalmente en su compañero aunque tuvieron que mantenerse lejos por un tiempo.

Fue ese primer semestre de intercambio del de cabellos azules, fue a Francia donde ejerció como profesor de literatura, una gran oportunidad y una experiencia única, y todo fue mejor porque aun cuando estaban lejos sabía que su compañero de cabellos negros lo quería, lo quería tanto que no se interpondría y le había asegurado que iba a esperar por él. Aunque claro que mantuvieron largas charlas y se mensajearon con frecuencia, se contaban todo lo que podían de sus vidas cotidianas y aunque existía una distancia física pudieron crear lazos firmes que cimentaron su relación.

La misma relación que tuvo algunas sorpresas pues Camus comprobó que el de Tauro era capaz de cosas que no esperaba.

— ¿Tienes planes para estos días?—preguntaba el de cabellos azules.

—Me gustaría descansar—fue la respuesta del de Tauro— ¿Qué me dices tú? ¿Hay algo especial por hacer?

—Pues…son fechas familiares, la gente las pasa con su familia realmente.

La cuestión era que se aproximaba un fin de semana largo por un día festivo, mucha gente hacía planes pero el de mirada azul suponía que lo mejor era descansar.

—Me hubiera gustado ir a verte—confesaba el de Acuario—Pero las aerolíneas estaban  sin cupo, debí programar el viaje antes.

—No te preocupes por eso.

—Quiero verte, quiero estar contigo, te extraño—confesó con voz suave.

— ¿De verdad me echas tanto de menos?

—No sabes cuánto.

Había cariño en esa voz, los dos lo sentían, y justo en ese instante comenzaron a llamar a la puerta del departamento del de Acuario, fue a abrir aunque no imaginaba que o quien podría ser en ese momento.

—Dame unos segundos Aldebarán, no sé quién llama.

—Tal vez es la cena.

—Pero si no he ordenado…

Al abrir la puerta se encontró con la alta figura del de ojos oscuros quien llevaba en las manos un par de paquetes de comida y una maleta.

—La cena llegó—dijo sonriendo Aldebarán.

—Tengo que colgar—dijo al teléfono el de cabellos azules.

Un segundo después estaba abrazando y besando al recién llegado, no esperaba algo como eso pero no dejaba de hacerlo feliz saber que estaba a su lado.

—Estás aquí…estás aquí…no lo puedo creer…

Entre besos lograron pasar al interior y finalmente sirvieron la cena para poder conversar un poco, Aldebarán no tardó en explicarle cómo era que estaba ahí.

—Quería estar contigo Camus—dijo sonriendo.

La verdad era que esa explicación bastaba para el de Acuario, teniéndolo a su lado por esos días resultaba más de lo que esperaba para disfrutar del tiempo y de hecho la pasaron muy bien, pasearon, conocieron otros sitios, comieran delicias locales y no perdieron la oportunidad de dedicarse tiempo de adoración mutua pues hicieron el amor ante la ventana, iluminados por la torre Eiffel, si, resultaron grandes momentos para los dos.

— ¿Por qué tienes que irte?—le preguntaba aun en la cama el de cabellos azules—Quiero que te quedes.

—Lo siento, tengo que regresar, ya sabes, si quiero tener casa y comida y esas cosas necesito trabajar—le respondió acariciando su brazo con cariño.

—Tal vez yo pueda ir a casa—ofreció de pronto—Al menos unos días.

—Sería maravilloso pero no descuides nada aquí ¿de acuerdo? Dijiste que esto era importante, no lo olvides.

—Me gusta enseñar, además he pensado en un escrito.

Aldebarán lo escuchó con atención mientras terminaba de alistarse hasta que finalmente tuvo todo listo para ir al aeropuerto, debían despedirse.

—Aun puedo acompañarte Aldebarán.

—No te preocupes, prefiero que te quedes, así no estaré preocupado porque vuelvas a tu departamento.

Por unos momentos solo se miraron para después sonreír aunque al final Camus lo hizo con algo de tristeza, su compañero fue a su lado y lo besó acariciando su cabello azul.

—Es algo temporal Camus, estás más cerca de regresar y estaré feliz de darte la bienvenida—aseguraba con calma.

—Te amo—declaró para besarlo con dulzura en los labios.

—Y yo a ti—fue la respuesta.

Pero debían separarse de su breve encuentro, dispuestos a seguir siendo una pareja que se quería aunque temporalmente no pudieran estar juntos.

De hecho encontraron unos momentos para verse otra vez pues al mes siguiente, sin motivos aparentes, Aldebarán regresó a Paris, pidió unos días en su trabajo para llegar desde el jueves en la noche y poder volver el lunes por la mañana. Camus estaba tan contento que apenas si pudo disuadirlo su compañero de no faltar a sus clases, pero el tiempo libre que tuvieron lo pasaron juntos, compartiendo los proyectos y eventos en sus vidas.

—He seguido pensando en escribir—le contaba el de Acuario—Me gustaría hablar del aporte del existencialismo a la filosofía, creo que podría hacer un ensayo.

—Yo no lo creo—dijo tajante el de Tauro.

— ¿Qué dices?—preguntaba desconcertado.

—Yo no lo creo—afirmó con naturalidad—Lo sé, sea lo que sea que escribas la gente tendrá suerte de leerlo.

—Aldebarán—respondió con una risita casi de adolescente.

—Hablo en serio—afirmaba el más alto— ¿Crees que solo me gustan tus ojos brillantes? ¿O tu hermosa boca? ¿O esas largas piernas?

Mientras le hablaba lo iba acariciando con sensualidad llegando hasta su cadera y sin dejar de mirarlo fijamente.

—Eres todo un sapiosexual —decía el de Tauro como si fuera una confesión pero acariciaba su muslo derecho—Dime algo inteligente.

El de cabellos azules gimió en voz baja, apretó los labios, pero al final logró hablar con un tono seductor.

—Puedo hacer un recorrido del existencialismo durante el siglo XX.

— ¿Qué más?—preguntaba frotando la entrepierna.

—Podría tomar como punto de partida el existencialismo del siglo XIX hasta llegar al siglo XX—murmuraba con la pasión naciendo en su vientre.

— ¿Solo eso?—y ya estaba abriendo sus pantalones en ese momento.

—Quizás podría hacer un comparativo entre el existencialismo religioso y el ateo.

Tuvo que detenerse de hablar y dio un leve gemido, esa masculina mano acariciaba su sexo y se colaba por debajo de su camisa para acariciar su pecho, la verdad fue que después de eso el encuentro siguió el curso que ambos deseaban, aunque el de cabellos oscuros no se cansaba de escuchar y el de mirada azul respondía, jamás imaginó que en medio de la pasión recitaría los nombres de Kierkegaard, Gabriel Marcel, Karl Jaspers, Nicolau Berdyaev, Simone de Boudoir, Jean Paul Sartre y Albert Camus entre otros que le faltaron.

Pero de verdad estaban felices de tenerse en sus vidas, se encontraron en un tiempo de equilibrio, tranquilidad, calma, su relación era estable, un punto firme al cual dirigirse para reponer energías y encontrar apoyo, en definitiva se encontraban bien.

Aun en su separación encontraron la manera de sentirse cercanos y no dolo fueron las visitas de Aldebarán, en una ocasión fue Camus quien llegó a la puerta de Aldebarán y no abandonaron el departamento hasta que el de Acuario tuvo que regresar, pero ambos lo recordarían como un tiempo magnífico. Esas visitas relámpago los mantuvieron enamorados y felices, tanto que cuando el de cabellos azules regresó de su semestre de intercambio no dudaron en continuar juntos, construyendo esa relación en la que afrontaron diversos momentos, buenos y no tan buenos, pero habían pasado antes por eso cuando casi se separaron antes del viaje del de cabellos azules, sabían que podían afrontar lo que viniera y seguir juntos.

Incluso sus amigos se mostraban favorables a verlos juntos, se hicieron parte del círculo del otro, lo cual era una buena noticia, no siempre los amigos se llevan bien con el compañero de uno de su grupo.

—Parece que todo va bien entonces Camus—le comentaba una tarde su amigo Milo—Cuando supe que te ibas y demás pensé que Aldebarán y tú habían terminado.

— ¿Por qué?

Se habían quedado de ver una tarde para beber un café y ponerse al día de sus amistades, no estaba mal como parte de un plan sencillo, siempre podría haber mensajes y eso pero no era lo mismo que una charla.

—Pues iban a estar distantes y eran varios meses, no sé, solo lo pensé—le decía su amigo de ojos y cabellos azules.

—Llegamos a un acuerdo y ya estoy de vuelta—señalaba sonriendo el de Acuario.

Definitivamente estaba feliz, se notaba en su expresión y pudieron seguir hablando de ello por las horas siguientes.

En cuanto a Aldebarán no perdía contacto con su amigo Dhoko, ese caballero de ojos verdes y cabellos castaños rojizos, sabían mucho uno del otro y con esa nueva relación que había preocupado en algún momento al de Tauro siempre podría haber un tema del cual hablar entre ellos dos.

—Así que Camus regresó, debió ser una grata experiencia para él, poder adquirir una experiencia como esa en el extranjero—comentaba Dhoko.

—Se muestra entusiasmado, ha comenzado a trabajar en un escrito, espero que ahora que está de vuelta podamos hacer un viaje—le decía el de Tauro.

— ¿Mas viajes? ¿Aparte de los que hiciste a Paris?

—Sería un viaje juntos.

El de cabellos oscuros se mostraba animado con la idea, verlo así le dio tranquilidad a su amigo, finalmente parecía que su vida marchaba por un rumbo despejado, sin contratiempos…ni pérdidas.

Justamente por estar bien, por estar juntos, por sentirse contentos de estar uno con el otro, que un tema salió entre la pareja después de haber pasado un fin de semana en la casa en la playa del de Tauro, la pasaron bien aunque el de ojos oscuros aprendió que su compañero no elegía la playa como primer destino, aunque estuvo contento, y él también.

Llegaban al edificio en el que vivía el de Acuario, era momento de despedirse, ya era algo tarde y sinceramente estaban un poco cansados del viaje, el de cabellos oscuros ayudaba a su compañero con su maleta, parecía ser todo.

— ¿Te gustó ir entonces?—le preguntaba al de Acuario.

—Es un buen lugar, muy hermoso, sobre todo de noche, cuando no hace tanto calor.

—Parece que el sol te cansa un poco.

—No estoy tan acostumbrado, solo es eso, pero te aseguro que me agradó mucho poder ir contigo.

Si necesitara convencerlo no pudo tener mejor argumento que besarlo, y lo hizo con suavidad, al separarse se miraron con cariño, pero también sabían que necesitaban separarse.

—Ya es tarde, me tengo que ir—le dijo Aldebarán.

—Si—admitía el de ojos azules con expresión casi soñadora—Si vivieras aquí no tendrías que hacer el viaje.

—Haría mi vida mucho más sencilla.

Se dieron unos segundos para reírse y sin que se borrara la expresión de dicha de sus caras se quedaron mirando, parecía que pensaban en lo mismo pero no se animaban a mencionarlo ¿era adecuado en ese momento? ¿No deberían esperar? ¿Estaban listos? Entonces el más alto hizo que el de mirada azul lo viera a los ojos y con formalidad le dijo lo que ambos estaban pensando en ese instante.

—Camus ¿Qué me dirías si te pido que vivamos juntos?

El de ojos negros comprendía que el otro podría negarse, o podría pedirle que lo pensaran y lo hablaran con detenimiento, así que no dejó de ser una sorpresa cuando una sonrisa más amplia iluminó ese rostro para decirle exactamente lo que opinaba de su idea.

—Te diría que me parece una idea maravillosa Aldebarán.

Había mucho por decir, hacer y planear pero parecía que lo más importante ya había sido dicho, se amaban y tan solo estaban dando lo que les parecía un paso natural en su relación: iban a vivir juntos.

 

**********

 

La experiencia de vivir juntos fue emocionante y de aprendizaje, hablaron largamente sobre cómo iban a manejar la situación ¿en la casa de quién iban a vivir? ¿En la de Camus o la de Aldebarán? ¿Buscarían algo nuevo? ¿Qué harían con su anterior departamento? ¿Qué sitio estaba mejor ubicado? Ninguno de los dos era el tipo de persona que se permitía que las cosas solo sucedieron así que prever lo que necesitarían o podrían necesitar cubrir fue un asunto que les tomó tiempo, pero finalmente lo hicieron, así que pudieron dar inicio a su vida como una pareja enamorada que se encontraba en la misma casa.

Al final eligieron encontrar un nuevo sitio pues veían que el departamento que ocupaban estaba bien para una sola persona, se habían acomodado a ese espacio, pero dos personas no iban a sentirse tan cómodas, era mejor dar con un nuevo sitio. Así que se lanzaron a la búsqueda y no fue sencillo, cada uno tenía sus estándares y una idea de lo que querían, pero iban a descubrir que una cosa era lo que pensaron y otra que estuviera realmente a su alcance.

—Esto es descorazonador—se quejaba Camus—Parece que no hay un sitio decente en toda la ciudad.

—Solo debemos seguir buscando, ten paciencia—le sugería Aldebarán.

—Si no estuviera seguro diría que la vida nos está mandando un mensaje sobre vivir juntos.

—Claro que es un mensaje, nos dice que tengamos paciencia y sigamos buscando.

—Alde ¿Cuándo tomas una decisión nunca la dejas?—le preguntaba mirándolo directamente.

—Pues hablando de la vida me ha enseñado que es mejor no darse por vencido—le respondió con una sonrisa.

Se dieron un beso suave y justo en ese momento un amigo de Camus, Aioria, le envió un mensaje, tenía contactos con inmobiliarias y le contaba de un lugar que aún no salía al mercado, tal vez les gustara y ya que no perdían nada con ver eligieron darse la oportunidad. Fue una buena decisión, se trataba de un dúplex, lo que ya daba espacio, se unían ambas plantas por una escalera, contaba con una habitación principal y una individual, le primera tenía su propio baño y había otro baño sencillo en la parte baja, se sumaba la sala, cocina, un pequeño estudio, balcón, garaje  y un breve espacio como área verde.

—No está nada mal—comentaba Aldebarán observando el lugar—Y siempre se pueden hacer mejoras.

—El estudio puede hacerse fácilmente una biblioteca—le dijo Camus de pie a su lado—Aunque haríamos algo más de tiempo para ir al trabajo.

—No más de quince minutos, ya calculé el tiempo, es un sitio bien comunicado y hay de todo cerca, plazas, centros comerciales, tiendas, me gusta.

— ¿De verdad te gusta?

—Claro ¿Qué me dices tú?

—Que le daré las gracias a Aioria por hablarme de este sitio.

Sonriendo se dedicaron a hablar de cómo les gustaría decorar el lugar, estaban decididos a  que sería su nuevo hogar y solo tardaron el tiempo justo en conseguirlo, ya que a final de ese mismo mes estaban instalados, ordenados y metódicos una mudanza no representaba un trabajo extravagante para ninguno de los dos.

—Parece increíble estar aquí, nuestra casa—decía como soñando el de Acuario.

—Lo haremos increíble—fue la respuesta del de Tauro abrazándolo.

De hecho ese primer día fue para sentirse los dueños del lugar y no dejaron de escuchar música todo el tiempo, el de cabellos azules eligió de las voces favoritas de Aldebarán, su compañero le había dicho que para él la música era una mujer y no tenía inconvenientes con eso. Además esa primera noche fue para celebrar y para ellos dos no había mejor manera de festejar que haciendo el amor.

La vida de pareja que vivía junta traía conocimientos y algunos desafíos, claro que estaban felices y sin duda se amaban, pero aun así, a pesar de todo lo que ya habían compartido, no dejaban de descubrir algunas cosas nuevas en ese hombre que amaban, nada que los separar pero resultaba interesante para ambos aprender.

Sin embargo el tiempo pasaba y traía nuevas situaciones a sus vidas, habían pasado por el intercambio de Camus, pero al poco tiempo de haberse mudado juntos fue el de Tauro quien tuvo una oportunidad laboral interesante.

—Nos parece que eres la persona indicada—le comentaba el jefe de su sección—Deseamos que lo consideres.

—Claro, es una gran oportunidad laboral—comentaba el de cabellos negros—Pero acabo de mudarme con mi pareja y la verdad me suena un poco drástico irme en este instante.

—Te diré qué Aldebarán, háblalo con tu pareja, de verdad creo que eres la persona indicada, tómate este fin de semana para decidir y danos tu respuesta el lunes ¿Qué te parece?

—Muchas gracias—fue todo cuanto pudo decir.

El de Tauro lo pensaba en el camino a casa, aun lo pensaba cuando pasó a comprar algo de despensa y seguía con la misma idea mientras preparaba la cena y escuchó que Camus llegaba a su hogar.

—Estoy en casa—saludaba— ¿Qué huele tan bien?

Preguntaba al mismo tiempo que entraba a la cocina y le daba un beso en la mejilla ya que tenía las manos ocupadas con una sartén y unos platos.

—Llegas justo a tiempo, refréscate y ve a la mesa, está listo.

El de cabellos azules no esperó para hacer lo que le decían y de hecho cuando se sentaron a cenar solo hablaron de generalidades, al menos el de Acuario lo hizo, hasta que decidió saber lo que estaba sucediendo.

— ¿Puedes creerlo?—comentaba Camus—A estas alturas de su preparación y los estudiantes no saben lo que significa venia.

— ¿No es como perdón o permiso?

—Parcialmente, su origen es del latín, era para indicar favor, gracia, permiso o perdón.

—No es una fórmula que se utilice mucho ahora.

El de Acuario dejó los cubiertos y miró directamente a su compañero, había sostenido la conversación hasta ese momento pero no deseaba hacerlo más, era mejor ser directo con lo que pensaba.

— ¿Por qué no me dices lo que pasa?—le preguntó directamente al de Tauro.

— ¿Por qué lo dices?

—Porque desde que nos sentamos a la mesa me has mirado con cara de querer decirme algo ¿de qué se trata?

Era el turno del de cabellos oscuros de dejar los cubiertos y mirarlo directamente, era un asunto importante y debían hablarlo.

—Me hicieron una propuesta en el trabajo porque se está contemplando una fusión con una nueva empresa—le dijo con naturalidad—Es una buena oferta, me permitiría ascender y dicen que me consideran la persona indicada.

—Eso es fantástico—le dijo sonriendo.

—La cuestión es que tendría que irme por un tiempo, debería ayudar a que se diera la fusión y para eso necesitaría trasladarme a Irlanda, por unas semanas.

Al terminar su explicación el de cabellos azules no estaba seguro de cómo sentirse, claro que estaba feliz por su compañero, se escuchaba como una buena oportunidad pero por otro lado significaba que tendría que marcharse. Notaba que esos ojos oscuros lo miraban, esperando por su opinión pero no estaba seguro de qué decir en ese instante así que el de Tauro continuó.

—Me dieron un tiempo para pensarlo pero esperan mi respuesta el lunes—le explicó con calma—Dije que apenas me mude contigo, no estoy seguro de querer irme, nuestra vida viviendo juntos apenas empieza y no quiero dejarte solo.

Esos ojos azules lo observaban en silencio, se notaba que la idea de separarse no lo hacía feliz pero la respuesta que se escuchó fue diferente.

—Camus…

—Te voy a extrañar—dijo tomando su mano con firmeza—No tienes idea de cuánto te voy a extrañar, o más bien si, como te extrañaba cuando me fui a Paris.

—Podemos hablarlo—le recordó.

—Una vez me dijiste que no te interpondrías en mi camino, yo tampoco lo haré, ve y toma esa oferta de trabajo y demuéstrales a todos porque lo más inteligente que han hecho es ofrecerte la oportunidad a ti, ya se habían tardado de todas maneras.

— ¿Estás seguro?

—Quiero que lo hagas Alde, quiero que vayas, además estaré ocupado, ese escrito que tengo no se hará solo.

—Camus.

Al nombrarlo se puso de pie y fue a su lado para besarlo con intensidad, sentían la separación que se avecinaba pero también entendían que había planes en sus vidas y no iban a impedirlos, y no estuvo mal pensar en nuevos proyectos para el futuro entre ambos.

Cuando Aldebarán dijo en su trabajo que aceptaba no perdió el mando de la situación, se preparó para el viaje y para lo que podría encontrar en la empresa con la que buscaban fusionarse, además debía dedicar tiempo a su compañero pues estaba consciente que no iba a resultar sencillo estar lejos uno del otro, y de alguna manera consiguió equilibrarlo todo, incluyendo un tema que estaba en sus vidas aunque a veces parecían casi olvidarlo…casi. Ya los inteligentes ojos azules del de Acuario habían notado que algo ocurría, algo que su compañero no mencionaba y que no podían dejar pasar.

—Mi pasaporte está listo, mi documentación, sé que irá en las maletas, parece que es todo—verificaba el de cabellos negros como si fuera una lista.

—Será mejor que no olvides nada, será difícil volver—fue la respuesta de su compañero de cabellos azules.

—Solo tengo que ir por mi certificado médico, y registrar mis medicamentos.

—Aldebarán, tienes que prometerme algo—le pidió el de Acuario con mucha seriedad.

— ¿Qué pasa?

Revisando lo que necesitaba hacer no lo miraba siquiera pero lo escuchaba, las palabras dichas no eran las que suponían, creía que sería algo como llamarlo o tenerlo al tanto, pero no era algo de ese tipo.

—Prométeme que si te sientes mal volverás de inmediato.

El de Tauro tuvo que voltear a mirar a su compañero directamente, el de cabellos azules se sentó en la cama mirándolo un poco preocupado, no lo había dicho hasta el momento pero si iban a estar lejos no pensaba quedarse callado.

—El otro día que limpiaba la nevera vi el maletín de tus medicamentos—le explicó con algo de inquietud—Son otros y son más.

— ¿Revisaste mis medicamentos?—le preguntó con frialdad.

— ¿Por qué no me habías dicho nada de ese cambio? Vivimos juntos Aldebarán, somos una pareja, quiero saber estas cosas, lo merezco—dijo con reproche en la voz.

—Bueno, ya que revisas mis cosas no es tan necesario que te las diga ¿o sí?

Estaba molesto, se notaba, y no pensaba discutir, así que salió de la habitación con aire de guerrero ofendido dejando al de ojos azules a solas, estaba preocupado, el de cabellos oscuros no le decía nada de su salud, había sido honesto con el tema de su enfermedad pero no con los cambios que estaba teniendo últimamente o no tan últimamente pues no lo sabía. Suspiró, había esperado que hablaran con calma pero por la reacción que obtuvo algo estaba ocurriendo y no podría sentirse más tranquilo al saber que el de Tauro estaba lejos.

Las horas siguientes fueron de silencio, Aldebarán no dejó que su compañero supiera nada, se dedicó a hacer los trámites que le faltaban, fue a comer algo afuera, dio de vueltas por la ciudad y finalmente regresó a su casa. No vio al de Acuario desde el primer momento, adivinó donde estaría, trabajaba en la habitación que convirtieron en estudio y biblioteca, al quedar de pie en la puerta el de ojos azules dirigió su mirada hacia él, permanecieron callados, pero sabían que era el momento de hablar.

—Ya tengo todo en orden—dijo el de cabellos oscuros—Haré mis maletas.

Camus solo se quedó callado, esperando.

—No te dije nada porque no quería preocuparte—explicaba el de ojos oscuros—Estuve sintiéndome un poco mal, fui al médico y después de unos estudios dijo que lo mejor era tratar con otros medicamentos.

— ¿Qué tan malo es?—preguntó el de Acuario.

—Consulté si podía hacer el viaje, el doctor Rufo dijo que si, solo debo apegarme a mi tratamiento.

Volvieron a quedar en silencio, tanto que al final el de Tauro fue quien preguntó a su compañero por lo que sentía.

— ¿Qué es lo que piensas Camus?

—Que quiero ponerme de pie y abrazarte—admitió con desánimo—Pero también pienso que eso te va a molestar y vas a quedarte callado y no me dejarás saber lo que sucede contigo.

El de Tauro tuvo que parpadear un par de veces pero finalmente fue hacia su compañero y lo abrazó con ternura.

—No quiero que esto se interponga entre nosotros Camus, lo lamento, no quería que te preocuparas por mí, perdóname por no decirte nada.

—Alde—fue todo cuanto pudo decir abrazándolo con fuerza.

Fue una charla breve pero los ayudó a hablar un poco más, a ser abiertos y darse confort, se sentían mejor, más tranquilos, podrían separarse por un tiempo sin esa sensación de no saber lo que sucedía.

Cuando Aldebarán se marchó su compañero lo despidió en el aeropuerto, estaba listo para lo que sería un mes lejos uno del otro, pero procuraban mostrase al menos conformes con la idea.

—Mientras estoy lejos podrás trabajar en tu escrito—le decía con suavidad acariciando su cabello azul.

—Lo tendré en cuenta—tomando su mano le habló con cierta urgencia—Cuídate, por favor.

—Te lo prometo.

En ese momento llamaban a los pasajeros para abordar, era momento de separarse, se besaron  con suavidad al inicio y fuerza al final, se miraron a los ojos directamente y el de cabellos oscuros fue el primero en hablar.

—Te amo.

—También te amo—fue la respuesta.

Sería una temporada solamente, apenas un mes, menos de un mes realmente, 27 días, pero ya sentían que no estaban juntos.

Parecía apenas un intermedio en sus vidas, iba a ser uno tranquilo comparado con lo que iba a venir.

 

**********

 

Continuará…

 

Notas finales:

Deseo que les haya gustado, que pasen una buena semana.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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