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Imperio por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es la segunda historia que me animo a hacer de esta serie, espero que les guste.

Notas del capitulo: Es la primera parte de dos.

Capítulo Uno

 

Todo había sido preparado cuidadosamente, nada fue dejado al azar, el día era perfecto para la celebración. La capital del reino se encontraba en un alegre y agitado estado de felicidad, llena de personajes de todos los tipos y condiciones, de variados oficios y muy distintos orígenes pero todos unidos en su deseo de ver la ceremonia tradicional de compromiso entre los jóvenes Duo y Zech.

Desafortunadamente para la mayoría de la gente que esperaba en los alrededores, solo unos cuantos podrían ver la ceremonia de petición de matrimonio pues la tradición así lo indicaba, aunque no perdían la esperanza de ver por lo menos a los jóvenes después de que se hiciera la proposición.

En el interior del palacio de Corbie un puñado de personas esperaba, vieron como todo marchaba según lo planeado, los consejeros y la guardia personal del reino estaban presentes y observaban a distancia respetuosa lo que pasaba, había también algunos otros personajes cuando el primero de los novios apareció, se trataba de Duo.

Se acercó al pasillo marcado cubierto de flores, se veía contento, tal vez un poco nervioso, caminó y se quedo esperando en el lugar indicado; entonces vieron al otro novio, Zech, perfectamente tranquilo, no podía verse señal alguna en su rostro que indicara emoción alguna.

La comitiva completa esperaba a distancia pues el ritual de la ceremonia indicaba que debía haber cierto espacio para que se hiciera la petición de matrimonio, se daba así un toque de supuesta naturalidad a una situación completamente planeada.

Duo esperaba perfectamente inmóvil, llevaba esperando ese momento desde la noche anterior, y ahora, finalmente, se acercaba e momento decisivo, estaba seguro de eso.

Zech caminó unos pasos hacia él, era el momento. Hizo a un lado su capa y se inclinó hasta que una de sus rodillas tocó el camino de flores, debía hacer la pregunta por la que todo el reino esperaba. Entonces, en un instante, sin que pudiera entenderse lo que pasaba, sacó una delgada daga y la lanzó con velocidad, fuerza y precisión. 

Todos los presentes vieron con horror como Duo caía con la daga en el lado izquierdo de su pecho.

Los que esperaban con curiosidad estaban en total pánico.

  

Las cuatro personas reunidas en una antigua habitación no tenían porque agradarse, solo les importaba que su causa fuera común, se miraban con distintas emociones y cada uno procuraba no delatarlas ante los otros, aunque, sin duda, solo dos de ellos podían hacerlo por completo.

--No podemos hacer más de lo que hemos hecho.

El que hablaba era Tuvarov, era un hombre con una extraña particularidad, se le rechazaba casi desde el momento en que se le conocía, además de que se decía Tuvarov a cualquier persona que tuviera un gusto cargado por los objetos de metales como el oro y la plata y las piedras preciosas, era un gran comerciante pero no lo suficientemente bueno para haber prevenido lo que llegó unos años atrás con el cambio en el reino y que ahora lo tenía en una situación muy difícil.

--Solo represento los intereses del MOBILE—continuó el hombre cargado de anillos--No es posible hacer mucho cuando somos bloqueados para comerciar y nuestras rutas están siendo vigiladas como si fuéramos animales.

--Estás aquí solo para defender tus intereses, lo sabemos, no tienes porque excusarte ante nosotros.

El que había tomado la palabra era Dermail, un hombre alto y corpulento de blanca barba, era ya mayor y había dirigido a los suyos la mitad de su vida, había conocido el poder casi ilimitado que le había brindado esa posición pero que en los últimos años había decaído y tocaba casi su fin.

--Estamos de acuerdo en que no venimos a acusarnos, tenemos que apoyarnos unos a otros o fracasaremos.

La palabra la había tomado Quince, era delgado y se mantenía en forma para su edad, usaba anteojos lo cual llamaba un poco la atención, algo en él hacia que se le tuviera respeto, tal vez sus supuestos poderes fueran ciertos, aunque se trataba de un hombre mayor no era un anciano pero al ir perdiendo poder y dominio su orden parecía que había envejecido aprisa, muy aprisa.

--¿Pero no hay otro medio acaso?

La última voz era completamente distinta a las otras, se trataba de Quatre Raberba Winner, quien no solo era hijo de príncipes, era un hombre joven, guapo, culto, educado por Dermail en persona, además de que era el único enlace totalmente seguro y completamente confiable entre ellos y la corte, la cual los mantenía vigilados de diversas maneras

--Estamos reunidos los cuatro aquí por los mismos motivos—dijo Dermail—Ya no tenemos más opciones.

--Nuestro último lance—intervino Quince—Esto es un duelo a muerte, ya no hay otro camino.

--¿Y dará resultado?—preguntó Tuvarov—Ya antes lo intentaron y fracasaron ¿Por qué ha de resultar esta vez? ¿Cómo sabemos que no serán traicionados de nuevo?

--Porque esta vez no podemos ser traicionados.

Tuvarov frunció el seño, aunque no era sencillo de notar debido a las arrugas, no estaba convencido pero estaba conciente de que era verdad que ya no tenían alternativas para recuperar su poder, el nuevo régimen les cortaba todos los caminos, cada vez que parecían encontrar una salida el poder que ahora gobernaba se les oponía con firmeza y les cerraba el paso, aunque nada de eso lograba que sus dudas se disiparan, además de que no sentía una gran confianza hacia los otros tres, eran personas en las que no se podía confiar de acuerdo a su juicio porque no eran como él y por lo tanto no sabía como tratarlos.

--Tenemos que hacerlo, es nuestra última oportunidad, de eso estoy seguro—agregó sin apartar la vista de los demás—Pero debo saber como planean lograrlo. El rey bien puede descubrirnos, sus poderes son bien conocidos.

--“Conocidos”—pensó Quince—“Como se ve que no sabe nada de él”.

--Tales “poderes” no lo son—dio Dermail con fuerza—Y no debes preocuparte por ellos, no hay manera de que él sepa lo que estamos haciendo, mucho menos planeando, estamos protegidos.

--¿Cómo?—Tuvarov era un hombre de negocios y necesitaba de garantías para proceder a cualquier acción.

--Esos “poderes” como los llamas, pueden ser manipulados por otros, ya que no podemos enfrentarlos, al menos podemos distraerlos, ya lo hemos hecho con éxito.

--¿En verdad? ¿Y porqué sigue con vida?

--El plan estaba oculto, fueron los que debían llevarlo a cabo quienes fallaron.

--Si, y ahora le sirven a él.

Los otros dos hombres mayores tuvieron que apretar los labios con discreción, no podían negar esas palabras, eran verdad, lo habían intentado antes y habían fallado en sus intentos, algunos con peores consecuencias que otros.

--De seguir estos caminos solo nos separaremos—dijo Quatre con seguridad.

--Es cierto—respondió Quince—Nos unimos por nuestros deseos, no por nuestros principios.

Quatre casi se lamento de su intervención pero no pudo evitarlo, era parte vital de su entrenamiento apoyar la causa de los suyos, aunque sintiera cierta angustia por estar involucrado.

--¿Cómo será posible lograrlo esta vez?—volvió a la carga Tuvarov.

--Sabemos bien que podemos ocultar el golpe pues lo hemos logrado antes—dijo Quince—Nuestros intentos anteriores fueron cubiertos cuidadosamente por un arcano de manera exitosa.

--Aún así fallaron.

--A causa de que el arcano solo escondía el golpe, lo demás quedaba en manos de los ejecutores.

Al decir eso, Quince no pudo evitar notar la mirada de Dermail hacia él por su comentario, lo dicho fue en un tono claro a los oídos del otro: “Fallaron los tuyos”.

--Pero esta vez no será así, el golpe lo dará el arcano mismo.

--Creía que no era posible matar para ustedes.

--De ser necesario estamos dispuestos a llegar al máximo de nuestros principios sin romperlos, esta es una situación extraordinaria pero las circunstancias son bastante fuera de lo común.

--Y ese “arcano” como lo llamas ¿podrá lograrlo?

--Hará lo que se le ordene, solo necesita la oportunidad exacta para poder actuar y llevar a cabo sus ordenes.

--Es por eso que me necesitan.

--“Vaya, no es tan torpe después de todo”—pensó Dermail.

--Nos necesitamos todos—continuó Quince—Cada uno debe cumplir con su parte y el arcano actuara.

El tono de esas palabras fue frío y cortante, su sentido era claro: muerte.

Quatre agachó la vista al escucharlas, Dermail lo miró con cuidado y hablo.

--Debemos hacerlo, es obvio que todos hemos perdido cualquier oportunidad de un pacto estable.

El joven escuchó y acepto las palabras, era evidente que él había perdido su oportunidad y toda su orden lo sabía, aún así no podía evitar sentir un malestar en pensar en lo que se avecinaba y lo que se esperaba de él.

Hubo un silencio largo y pesado, cada uno aceptaba con ello lo que vendría y su parte de responsabilidad en lo que se haría. El intentar negarse a esas alturas era sentenciarse a si mismo a morir, los otros se encargarían de que eso se cumpliera. Ahora solo quedaba finalizar los detalles de la entrada del arcano pues la oportunidad de actuar aún no se veía con claridad pero se presentaría, estaban seguros de que debía presentarse, solo debían tener algo de paciencia.

  

La plaza principal de Guisa estaba atenta al paso de una comitiva, no era grande ni pequeña, la gente abría paso y a la vez miraba con curiosidad los carruajes, sabían que no eran personas comunes las que llegaban pues los carros eran jalados por caballos de brillantes arneses y los cocheros usaban libreas plateadas con rojo pero no parecía muy claro el porqué llegaban; sin embargo, sabían bien adonde se dirigían: iban a Rhe, los tres palacios, se presentarían en la corte. Aunque entre la gente del reino era común decir “todos los caminos llevan a Rhe”, el lugar más importante para los siete reinos antiguos en los últimos años.

Antiguamente había existido el imperio de Thou, una basta región en la que se podía ver el amanecer en una de sus fronteras cuando en la otra apenas se contemplaba el ocaso, había sido el logro absoluto del imponente gobierno de los Maxwell, una familia de extrañas raíces, nadie podría asegurar su origen ni como habían logrado tener el ascendente que tuvieron sobre otras casas pero lo cierto es que lo habían logrado, sin embargo, temerosos de su poder, se vieron atacados en múltiples ocasiones por otros grupos y tan solo en una generación se había perdido la valiosa obra, de tal manera que quedaron solamente con el gobierno de Alsacia, aunque no por eso fueron menos influyentes sobre las otras seis coronas.

Pasar la capital fue rápido para la comitiva y fue aún más rápido llegar a Rhe, donde eran esperados con anticipación y en perfecto orden por todos los involucrados en el recibimiento. Cuando llegaron todos sabían como desempeñar el papel que les correspondía, desde la persona más humilde hasta la más importante.

Descendieron de los carruajes y los ocupantes observaron estar perfectamente presentables e impecables, entonces empezó a sonar la música. La comitiva camino por el camino señalado por guardias vestidos en tono azul celeste, un gesto de buena voluntad, los colores del cielo eran considerados en las regiones más elevadas y montañosas como colores de la paz; se aproximaron a la recepción que los esperaba, compuesta por diversas personas. Entre ellos se encontraba Quatre, quien miraba con sumo cuidado a los recién llegados, buscaba a alguien en especial pero no lo reconocía, aunque sabía que debía estar presente.

Un hombre de edad madura y gran nariz dio unos pasos al frente e inclinó su cabeza en una curiosa reverencia. Otro hombre, mucho más joven pero de porte aristocrático, se paro frente al primero y lo escucho.

--Sean bienvenidos como el agua tras un largo viaje, como la brisa después del largo camino.

--Que todo lo que da vida les sonría.

Los saludos antiguos fueron dichos con sencillez, como los hubieran dicho dos jornaleros después de cultivar el campo, sin pretensiones especiales, lo que debían ser únicamente: un saludo.

El viejo volvió a hablar.

--Hablo en nombre de Alsacia y en su nombre agradezco su llegada. Yo soy Grenoble, pero todos me dicen G.

--Hablo en nombre de Sanc y en su nombre agradezco el recibimiento. Yo soy Traize Kushrenada.

Entonces avanzó un muchacho y se puso un paso delante de G. De la comitiva se adelanto un joven y quedo un paso delante de Traize.

--Él es Duo de Alsacia.-dijo G.

--Él es Zech de Sanc.-dijo Traize.

Los dos jóvenes quedaron frente a frente y se saludaron con el respeto debido de un sencillo movimiento, uniendo sus manos e inclinando levemente la cabeza. De inmediato se puso en marcha la segunda parte de la recepción, la gente empezó a moverse alrededor de los jóvenes, sin permitirles hablar. Zech tuvo la impresión de que Duo había querido decirle algo pero no fue posible.

El resto del día lo pasaron en Rhe-Moeri, el palacio principal de Guisa, donde se festejo la llegada de la comitiva de Sanc con bastante soltura, la comida era exquisita, la música continuaba con alegría y, aunque no era del todo aceptable, la bebida corría sin peligro de ser censurados, la gente de Alsacia era conocida por su prolijidad para festejar, cualquiera sabía eso, así que no era de extrañarse que se lucieran ante una comitiva extranjera, lo cual tenía un propósito doble, por una parte era mostrar que se sentían contentos de tener visitas y por otra que de esa manera decían que no eran pobres.

Traize se acerco a Zech, que observaba con interés a los presentes.

--Zech ¿qué sucede?

Traize había sido educado al lado de Zech aunque no de la misma manera, por eso podía tomarse libertades en hablarle que nadie más hubiera considerado. A pesar de que Sanc era un reino pequeño seguía siendo uno de los siete reinos y no se podía tratar a sus nobles como a cualquier persona, al menos eso pensaban los demás, pues Traize siempre se había entendido bien con el joven de cabellera rubia y este le tenía bastante aprecio, al grado de haber insistido en llevarlo a ese viaje.

--¿Sabes quienes son los guardias que tanto se dice que lo protegen?

No era necesario especificar de quien hablaba, los dos lo sabían a la perfección.

--No estoy seguro, aunque supongo que deben estar presentes.

--Si los planes de mi padre salen como lo desea será posible formalizar un tratado.

--Todos lo deseamos.

--Aunque creo que no todos estarán contentos con ello.

Al decir eso miro a Tuvarov, quien hablaba animadamente con otras personas con las que seguramente tenía negocios el MOBILE; ese hombre le desagradaba casi de inmediato a la gente pero a él le causaba una especie de lástima, como la que se siente por un animal muy, muy viejo.

Sabía bastante del MOBILE, el Movimiento Bancario Interno de Libre Economía, alguna vez un fuerte organismo que movía y controlaba casi todo el capital de los siete reinos, se decía que sus intereses eran tan fuertes que estuvieron involucrados en varios crímenes contra quienes se oponían a su poder, ya fuera desafiándolos abiertamente o negándose a comerciar a través de ellos, habían fundado varios bancos y casas de comercio, además de tener un excelente sistema de comunicación que permitía a un viajero estar en cualquiera de los reinos y tener a su disposición su dinero. Pero todo eso había quedado atrás. Culpaba de su caída a su arrogancia, no creyeron que nadie podría enfrentarles y ahora veían las consecuencias de ese error.

Observo como en la corte de Alsacia flotaba un aire de ciencia y superstición al mismo tiempo, y sin duda giraba alrededor de Duo. Para cualquiera que quisiera considerarse un hombre (o mujer) de mundo era indispensable pasar un tiempo en Alsacia, la cumbre de los conocimientos y de las innovaciones era esa corte, ya fuera aprender sobre el modo de vida de la corte, de ciencias, de arte, de elegancia, de lo que fuera, Alsacia era el sitio. El joven rey Duo apoyaba a cualquiera que pusiera su trabajo y su ingenio al servicio de la corona y eso le había dado excelentes resultados en varios campos, incluso en la reconstrucción de las ciudades y la construcción de caminos, se podía decir que se tenía a los mejores hombres a cargo, todo eso había contribuido a que la corona tuviera el poder que tenía en esos momentos. Aunque observaba con cuidado tratando de ver al joven, en realidad no podía verlo a él, estaba rodeado de personas, y a la vez era como si estuviera a solas, al menos le dio esa impresión, estaba rodeado de gente y se veía sumamente solitario.

Apenas sin darse cuenta la recepción llego a su fin, con su respectiva dosis de excelente alimento, música perfectamente ejecutada para cada momento, algunos espectáculos que no se podrían ver en ningún otro sitio y una planeada organización que no dejo nada al azar.

Toda la comitiva, incluyendo a los sirvientes fue instalada cómodamente en las habitaciones correspondientes, lo cual hacía preguntarse por el tamaño de ese sitio, pero según decían las personas “dos personas pueden andar en Rhe-Moeri caminando por cuatro días y no se encontrarían”, para evitar que se perdieran (lo que llego a suceder) se contaba con varios sirvientes cuyo principal objetivo era orientar a las personas sobre el lugar en el que se encontraban.

Zech se encontraba en una amplia alcoba que sin duda era para visitantes distinguidos, no solo era cómoda y de gran tamaño, contaba con cierta variedad de libros en un librero, en una mesa se veía fruta, tres tipos distintos de licores, dulces, en la cama abrían cabido sin problemas tres personas y estaba arreglada con sábanas de finísima seda y unos cobertores de lana teñida de cinco hilos (la mayoría de la gente solo tenía de tres). Y en qué otro lugar sino en Alsacia se pondría un servicio de agua de cristal Paix, no solo costoso sino extraño, que con solo pasarle un dedo por la orilla parecía cantar. Zech no había perdido de vista un solo detalle, no solo los evidentes como ese, también los más sutiles, como el fresco aroma de naranjas que inundaba la habitación sin que fuera penetrante, o el hecho de que su habitación diera hacia el norte, la dirección de su hogar. Una vieja superstición era que para regresar al hogar se debía poder ver en dirección al lugar del que se venía.

Su equipaje había sido ordenado y acomodado a la perfección, de tal manera que parecía que hubiera vivido en esa habitación por semanas y no que acababa de llegar. Había tres puertas más, revisó cada una, una comunicaba al pasillo, la otra era una salita privada de descanso y la tercera era un cómodo baño que, como ninguna otra corte, contaba con agua corriente. El de ojos azules no perdió la oportunidad de abrir las llaves que asemejaban en la forme la cabeza de un león, vio como salía el líquido frío para después abrir la otra y sentir que era caliente, en Sanc no contaban con algo así, se dispuso a darse un baño aunque sabía que de un momento a otro llegarían a verlo, y no se equivoco, en esos momentos llamaban a la puerta, por la forma de hacerlo sabía de quien se trataba.

--Adelante Traize—dijo saliendo del baño.

Así era, Traize Kushrenada entraba a la alcoba, era un hombre joven y encantador cuando se lo proponía lo cual lo había llevado a manejar determinadas situaciones a favor de la corona de Sanc sin problemas, como lograr esa invitación, lo cual había hecho que Zech insistiera en que fuera con él, aunque su padre no estaba seguro de eso, a su manera de ver las cosas alguien como Traize podía ser muy ambicioso, y era cierto, pero el de cabello rubio sabía que su ambición estaba equilibrada con su lealtad, Traize, de ser el caso, daría la vida por Zech.

--¿Qué te pareció la recepción Zech?

--Bastante animada.

--Así que ya tienes una opinión, que mejor, generalmente no me la dirías, pero creo que no me la dices por completo.

Cierto, se conocían bastante bien para que no fuera necesario hablar en ocasiones para ambos.

--¿Qué deseas decirme?

--Hice algunas averiguaciones para ti Zech, supe que los guardianes no estuvieron presentes ¿no crees que eso es extraño?

--Dicen que nunca se separan de su lado.

--Exacto, pero no estuvieron presentes en la recepción.

--Tal vez no se dejaron ver, que no es lo mismo a que no estuvieran.

--También supe que ni Dermail ni Quince estuvieron presentes.

--Eso no es de extrañarse, ellos casi no asisten a las mismas fiestas que él.

--¿Cómo sabes eso?

--Tengo mi manera de saber las cosas.

A pesar del tiempo que llevaban de conocerse para el de cabello corto seguía siendo un poco desconcertante que su amigo tuviera la habilidad de hacer ciertas cosas pero prefería nunca preguntarle al respecto, le hubiera resultado muy incómodo, además de que en Sanc se consideraba descortés plantear cuestiones indiscretas.

--Dime algo Zech.

--¿Si?

--¿Por qué te envió en realidad tu padre?

--Necesitamos el tratado comercial, Sanc es el único de los siete reinos que continua independiente, Alsacia jamás nos ha amenazado pero es mejor mantenernos en términos cordiales, no podríamos arriesgarnos a una guerra.

--¿Eso es todo?

--¿Qué más podría ser?

No dijo nada pero guardaba sus propias sospechas al respecto, aún así no las dijo, sin embargo estaba conciente de que el joven frente a él ya debería conocerlas y decidió cambiar de tema.

--¿Ya viste los baños? No podía creerlo cuando me lo dijeron, el agua fluye libremente en este sitio.

--A mi también me sorprendió.

En Sanc el agua debía ser transportada en cubetas a cualquier lugar, en cambio Alsacia contaba con un sistema de tuberías que le permitía correr sin problemas, decían que eso era gracias al Doctor J, un exiliado que había encontrado refugio en la progresiva corte a la que ahora servía.

--Te dejo descansar Zech, no quiero dejar pasar la oportunidad de darme un baño aquí.

--Hasta mañana.

Pero Zech se quedo pensando un rato más, tenía que estar doblemente atento a lo que sucediera desde ese momento y mostrarse como un príncipe sin importar lo que pasara, esa era su máscara para pasar desapercibido de lo que debía hacer.

  

A la mañana siguiente fue llamado a desayunar, un atento sirviente se presentó ante él para decirle que lo esperaban. No era una petición, era más bien una orden, dicha de forma suave y a él no le costó trabajo descifrar eso. Así que se dispuso a seguirlo lo más rápido posible, se vistió y se alisto en un instante.

Por un momento Zech pensó que sería un desayuno formal pero al acercarse a la habitación se dio cuenta que en realidad era más bien privado, o al menos privado en el sentido que se le daba a esa palabra en Alsacia. Era una habitación de grandes ventanas, mobiliario sencillo y varias personas estaban presentes. A pesar de que no las conocía sabía de quienes se trataban.

Grenoble, G, jefe de los sellos del reino, lo había visto el día anterior, una gran mente de la que debía tenerse cuidado aunque no excesivo; Hilde Schbeicker, la joven camarera y amiga del rey, aunque nadie sabía hasta que punto llegaba verdaderamente esa relación, algunos creían que era su amante, otros pensaban que no era una mujer y unos cuantos más decían que en realidad era una hermana ilegítima del rey; quienes más llamaban su atención eran los tres hombres que se colocaron en diferentes ángulos de la habitación, ahora los podía ver, ahora los conocía: las bestias guardianes, esa era la manera en que las personas se referían a ellos, más leales que un perro según murmuraban, eran los consejeros y guardias personales de Duo. Los miro con atención de la manera que había aprendido en la orden: fijamente, sin perder detalle alguno y en completo disimulo. Logró identificarlos casi de inmediato.

El de cabellos y ojos negros que miraba con indiferencia debía ser Wu Fei Chang, el de la espada corta, confiable, leal, estudioso y en buen comerciante según se decía, venía de Tian-ele, el reino más oriental.

Los cabellos castaños y los ojos verdes revelaban a Trowa Barton, probablemente su aspecto amable confundía un poco pero se decía que era el más culto y el mejor negociador del reino, y poseía una agilidad y equilibrio insuperable según se sabía, además de que con el bastón no tenía igual, provenía de Galias, el reino al oeste.

El tercero era casi increíble, se trataba de Heero Yuy, un hombre de guerra, llevaba sus dos espadas largas en la espalda y sus inteligentes ojos añiles lo observaban todo, su cabeza estaba cubierta por un rebelde cabello color chocolate. El más callado y peligroso oponente de los nobles de Alsacia, descendía de una familia de Yatari, el reino del este.

Se podían decir muchas cosas de los presentes aunque lo complejo era separar las verdaderas de las falsas, las verídicas de las míticas, no podía saberse con toda seguridad en un principio cuanto debía creerse, corrían historias de lo más extrañas, como el hecho de que G hubiera sido un contrabandista, o que Hilde hubiera cobrado por si misma la vida de tres hombres, o que las bestias guardianes fueran brutales asesinos que se comían el corazón de sus víctimas para obtener su fuerza.

Zech estaba al tanto de algo que si era cierto, de que los tres guardianes habían sido miembros de Oz, esa escuela ancestral que ahora encabezaba Dermail, pero eso lo sabía cualquiera, no era un secreto. Sin embargo, él estaba conciente de algo que muy pocos conocían: los tres habían sido enviados a aniquilar al rey de Alsacia, los tres habían fallado, los tres habían renegado de sus votos y los tres le servían fielmente ahora.

Se dieron otros atentados contra él rey y fueron detenidos por sus ahora guardianes, nadie había creído que con su juventud fueran capaces de hacer lo que hicieron. Cualquiera se detendría a pensar con mucho cuidado intentar atacarlo de nuevo, las consecuencias habían sido terribles para quienes tuvieron la idea de hacerlo. Todos esos pensamientos se dieron en cuestión de segundos, solo lo que tardo en entrar y llegar a la mesa que parecía esperar por él pues ya estaba servida. Saludo con cortesía y se sentó. Finalmente quedo frente a frente con Duo.

A primera vista nadie hubiera creído que alguien como Duo Maxwell había sido capaz de unir seis de los siete reinos bajo su mano, era un joven de apariencia encantadora, con su rostro de elfo y su larga trenza de cabellos castaños, sus enormes ojos violáceos estaban enmarcados por unas largas y rizadas pestañas que llamaban la atención de cualquiera, su linda sonrisa provenía de una pequeña y fina boca en color rubí que parecía desafiar a ser besada, era de complexión delgada pero fuerte, lo cual le permitía seguir viéndose como un adolescente aunque ya no lo era. Una verdadera belleza con un sutil aire de inocencia, así era, a pesar de lo extraña que pudiera considerarse esa palabra aplicada a Duo Maxwell era la única que podía utilizarse para definirlo en ese momento, lucía inocente.

Pero Zech conocía esa capacidad de tomar una máscara para mantenerse en terrenos firmes para conseguir algo, él mismo era capaz de hacerlo, como en esos momentos, era un príncipe extranjero ante los ojos de los demás. Para muchas situaciones de su vida, Zech Marquise había dependido de su imagen, a la cual podía dar los más diversos toques y notas que lo hacían verse de la mejor manera para proceder en sus deberes y obligaciones, que podían ir desde una frialdad que helaba la sangre de quien lo viera hasta rodearse de una atracción sexual que resultara un desafío para el más firme de los hombres. Era muy difícil dejar de ver a alguien como él, era el tipo de hombre que lograba las miradas sobre su persona sin necesidad de hacer nada, tan solo entrar a un lugar, su larga y brillante cabellera rubia siempre estaba en perfecto orden, como si no se atreviera a enredarse, sus radiantes y profundos ojos azules siempre podían ocultar a la perfección lo que en verdad pensaba y sentía, además de su estilizada figura y excelente físico producto del arduo entrenamiento contaba con una estatura elevada que hacían pensar en él inmediatamente como alguien de la nobleza, aún sin conocerle. Para estar presente en esa escena decidió que lo mejor era mostrar un aspecto de aristocrática suficiencia ante los demás pero con amabilidad hacia Duo.

--“Tengo que detenerte”--pensó al sentarse a la mesa frente al otro joven.

Y lo hizo sin ese absurdo temor que rodeaba a tantos que se acercaban a él y del que tanto habían escuchado; aún cuando sus supuestos poderes fueran ciertos él sabía a la perfección cuales eran los suyos y que no tenía porque temer.

No dijeron ni una palabra mientras tomaban los alimentos, no hacia falta si bien a él le pareció un poco extraño que no tomara el camino más obvio hablando del tratado, aunque tal vez con él no hubiera caminos obvios, esperaba alguna palabra al respecto pero no la hubo, solo el silencio estaba presente.

Como no hablaban tuvo la oportunidad de observar como Duo hacia todo con total naturalidad, la forma en que tomaba la taza, como comía la fruta, parecía que era igual a  las demás personas.

--“Pero los demás pueden ver”--se recordó a si mismo.

Parte del temor y recelo que guardaban hacia el joven gobernante de Alsacia se debía a su capacidad de ver sin sus ojos. Había quedado ciego a consecuencia de un atentado tiempo atrás, trataron de envenenarlo y solo precipitaron que su cognición fuera mayor, sus sentidos se habían afinado a grados que las demás personas jamás lograrían y que en su mayoría nunca advertirían. Claro que eso no importaba mucho para todos los que le temían, no podían comprenderlo porque no querían comprenderlo, y lo que la gente no comprende lo pone en el plano de lo sobrenatural.

--Joven Zech--dijo el rey de pronto.

--Alteza--dijo con educación el príncipe.

--¿Le agrado su recepción?

--“¿Mi recepción?”--pensó de inmediato pero contesto--Todo el reino de Sanc agradece sus atenciones.

--Por favor, dígame lo que le parece hasta ahora estar en Guisa.

No había visto la posibilidad de esa conversación, lo que había contemplado era hablar del tratado. Aún así contesto con una voz amable y cortés, no perdió detalle de que eran  seguidas con atención sus palabras, cada una de ellas, así que las eligió cuidadosamente y las dijo con total naturalidad, además notó que ya había pasado un largo rato en ese desayuno, no parecía lógico que se dejara a un lado asuntos del gobierno para hablar con él. Cuando respondió a lo que el joven le había preguntado se dio por terminado el desayuno. Zech se retiro y Duo fue a cambiarse de ropa para encabezar sus audiencias de la mañana, era la costumbre.

Pudieron retirarse, así que Zech se vio libre de regresar a su alcoba y meditar en cuales serían los siguientes pasos a dar, tenía que estar atento a cualquier señal que le dieran y debía mantenerse firme para evitar llamar la atención, aún así decidió que era mejor escribir a su padre y hacerle saber como iban las cosas. Alsacia contaba con un excelente sistema de postas que lograba una buena comunicación en todo el territorio, no fue mucho lo que tuvo que decir, era más como un informe de tipo militar que una carta personal, de todas maneras la envió en cuanto estuvo lista, encomendándole la tarea a Traize en persona para darle el sentido de formalidad que se pensaba debía tener la comunicación con el rey de Sanc.

Mientras Zech se encargaba de eso en su habitación,  Hilde le ayudaba a cambiarse y vestirse a Duo, aunque le habían sugerido al joven que tuviera un ayudante varón se había negado, alegando que ningún hombre sería tan confiable para esa labor como Hilde, además tenía una deuda de gratitud hacia ella que solo podía compensar manteniéndola cerca. Después de unos momentos le hablo.

--Dime algo Hilde.

--Si mi señor.

A pesar de conocerse por tantos años y de la confianza que se tenían, la muchacha jamás había abusado de la familiaridad con la que el joven de la trenza la tratara, para ella siempre sería su señor.

--¿Crees que el joven Zech es apuesto?

Hilde se quedo desconcertada por unos momentos, en todo el tiempo que llevaba sirviendo a Duo jamás le había hecho una pregunta semejante, y no porque faltaran oportunidades para preguntarlo.

--Dime Hilde ¿lo es? Confío en tu juicio sobre el aspecto de un hombre.

--Pues…a mi parecer es apuesto, bastante apuesto.

--Su voz es agradable, él es agradable ¿verdad?

--Parece que lo es mi señor.

Hilde no se atrevió a preguntar abiertamente pero se cuestiono como era posible que Duo no “viera” que Zech era bien parecido, sin duda él debía haberlo “visto”, aún cuando sus ojos no recibieran luz él podía ver, desde el atentado sabía eso. No dijo nada y acabo de arreglarlo, sin duda la pregunta no fue más que un comentario para charlar, no había razón para pensar más en ello.

  

Al día siguiente Zech debía presentarse en la sala de audiencias, el tratado entre Alsacia y Sanc debía tratarse con cuidado pues era casi una declaración para suspender los valores del MOBILE, iba acompañado de Traize, quien no debía de hablar, tan solo permanecer a su lado y observar de que manera se desarrollaban las cosas para comunicárselo a su padre en cuanto terminara la reunión. Ya que Traize no había recibido el mismo entrenamiento que él, era más sencillo confiar en sus palabras para explicar a su padre lo que sucedía que en las de Zech, que veía detalles que no eran sencillos de notar.

Al entrar noto que el rey permanecía sentado al frente de la mesa en una posición muy rígida y estaba rodeado por G a su derecha y sus bestias guardianes a la izquierda, también estaban Quatre, Dermail, Quince y Tuvarov.

--“La reunión es muy importante”.

El joven lo tomo como una señal de que algo más pasaba, demasiada gente importante para un tratado comercial así que tendría que callar a menos que le dirigieran la palabra. Actuó con total naturalidad y se sentó a la mesa a discutir la situación por la que supuestamente estaba ahí y procedió a exponer sus puntos de vista cuando se lo pidieron. Habló de lo que ofrecía Sanc y porque se consideraba un buen convenio que ambos reinos llegaran a un acuerdo comercial, aunque evitando mencionar cuidadosamente cualquier punto que pudiera afectar al MOBILE. Los demás no se quedaron quietos, hablaron y atacaron con fuerza los argumentos, aunque eso lo esperaba, no creía que se fueran a quedar callados cuando veían sus últimas vías al poder cerrarse. La caída del MOBILE era el cierre económico del último poder real para gente como Tuvarov y Dermail, sus negocios eran lo único que les quedaba y sin el apoyo de la corona se vendrían abajo inevitablemente, el papel en el reino de Sanc en esa situación era la de preferir los términos de Alsacia a seguir con los planteados por el MOBILE. Quince apenas si intervino, su papel se redujo al de consejero de la corte y uno que no intervenía mucho en negocios pues, según sus propias palabras, no era un comerciante y no podía opinar mucho al respecto. Wu Fei, por otra parte, se mostró como un comerciante verdadero, desde el primer momento se hizo evidente que lo mismo era capaz de manejar un arreglo por un plato de comida que por rutas comerciales de lado a lado del reino, no se dejaba intimidar y a cada palabra de los otros tres él daba un argumento de lo dañinas que habían sido las decisiones pasadas tomadas por gente como Dermail para el comercio, desde los productores hasta que llegaba a la gente que los consumía, los intermediaros habían afectado de gran manera la vida económica del reino por años y fueron los causantes de varias revueltas entre la población que no se sentía capaz de poder acceder a lo más básico para sostenerse; las personas del pueblo habían culpado de muchas de sus calamidades a la gente del MOBILE, aunque Zech no podía asegurar hasta que punto la participación de Duo había influido en esas creencias. Pasaron casi toda la mañana de esa manera.

--Creo que aún debemos hablar sobre esto--dijo el joven de la trenza levantándose, haciendo que los demás debieran levantarse también-- No es algo que se pueda decidir a la ligera.

Los presentes esperaban que dijera algo más pero no lo hizo, tan solo con un ademán indicó que se retiraran pero se puso hábilmente al lado de Zech antes de que se retirara del salón.

--La propuesta de Sanc me complace bastante, creo que es la más adecuada para ser aceptada.

--Agradezco escucharlo--respondió con una leve sonrisa, sin duda era lo que se esperaba que hiciera ante esas palabras.

--¿Puedo tocar su rostro?

La pregunta fue abierta y directa pero Zech no respondió en el momento.

--Tal vez después me permita hacerlo--dijo Duo con calma al sentir su vacilación--Debo atender otros asuntos.

--Su alteza--respondió con cortesía.

--Por favor Zech, dime Duo, es mi nombre.

Cuando Zech salio se dio cuenta de lo mucho que significaban esas palabras por más sencillas que parecieran. Lo primero era que le agradaba al rey, demasiado; segundo, le confería un extraño honor pues eran muy pocos (si no era nadie vivo todavía) quien lo llamaba por su nombre; y tercero, no quería que se fuera, por eso se retrasaba la resolución para el tratado. Y había un detalle más que no se le había escapado: las palabras compartidas fueron escuchadas por Quatre y eso no le había gustado al joven, sería una molestia si se lo proponía. Tenía que pensar con cuidado y actuar con mucho más cuidado en sus siguientes pasos en ese lugar.

Mientras tanto, Quatre debía hablar con Dermail y con Quince, se había acordado que les informaría de los movimientos de la corte con respecto al tratado, aunque era casi un hecho que debía informar algo más. Hizo lo primero con precisión pero en cuanto a lo segundo se sentía molesto.

--Y bien--dijo Dermail--¿Cómo crees que marcha todo?

--Como se esperaba--respondió el joven.

--¿Él no sospecha?

--No ha hecho nada al respecto, no creo que sospeche.

--Los planes siguen.

--Creo que hay algo más--dijo Quince sin quitar su vista de encima del joven rubio--Dinos Quatre ¿qué más has visto?—y pensó para si--“Sin duda también lo ha notado”.

--La forma en que el tratado se ha retrasado no fue una casualidad—respondió el muchacho de ojos azules.

--¿Porqué lo crees?

--Él debe tener una decisión al respecto pero no la ha dicho, tiene alguna razón más para querer que la negociación continúe.

--¿Sospechas de algo en especial?--pregunto Dermail.

--Pienso en algo.

--¿En que?

--Parece que se ha investigado sobre un pacto de hace años y que interesa la cuestión, dicen que el rey ha estado averiguando sobre una promesa de matrimonio entre su padre y el rey de Sanc. Aunque no hay indicios para creerlo, en realidad debe ser solo una historia.

Era cierto que en la corte habían estado moviéndose algunas situaciones poco usuales, se había estado investigando en los archivos y discretamente se enviaban mensajes y emisarios para hacer ciertas averiguaciones con la gente conveniente, generalmente no se debería notar que eso pasaba pero parte de la labor de Quatre en la corte era la de mantenerse atento a los movimientos, por mínimos que fueran, de las personas que rodeaban a Duo. Lo que había visto al terminar la reunión le desagradaba por demás.

--Así que le gusta el joven de Sanc--Quince hablaba con frialdad.

--Le dijo que podía llamarlo por su nombre, nadie en toda la corte puede hacerlo.

--Casarse con él cerraría la brecha--dijo Dermail pensando--Sanc daría el último toque para cerrar la antigua Thou, su dominio estaría completo.

Ciertamente seis reinos estaban en manos de Duo, el séptimo era Sanc, una vez juntos se restauraría el antiguo imperio de Thou, desaparecido generaciones atrás.

Quince observaba en silencio. Dermail era absurdo, todo su conocimiento era inservible cuando no era capaz de ver algo tan simple y se encerraba en caminos de poder para explicar lo que estaba sucediendo. Quatre tampoco era de ayuda, no era de extrañar que no pudiera lograrse nada de él, aunque nunca creyó que pudiera ser de utilidad para el papel que se esperaba que se desempeñara desde un principio. Ambos hombres eran ridículos a sus ojos en esos momentos, ridículos e inútiles, gente como ellos no podrían vencer a Duo de ninguna manera, ni siquiera podrían hacerse oír ante quien ahora regía Alsacia.

--Hay que estar atentos, tal vez esta sea la oportunidad más brillante de todas.

Fue lo único que dijo y se alejo con calma, aunque por dentro apenas si podía contener el histérico deseo de reírse de sus compañeros de conjura, pretendían ver argumentos políticos cuando se trataba en realidad de argumentos humanos, sencillos en su naturaleza pero con profundas connotaciones. Era tan simple que se sorprendían pero no tenía la menor intención de abrirles los ojos, la mejor manera de guiar a otros para llevar a cabo planes personales es mantenerlos en la ignorancia; dejarlos creer en lugar de saber.

Por el momento dejaría correr los acontecimientos, su arcano se haría cargo, no dudaba de ello.

  

Cuando creemos que todo marcha como debe de ser ocurre algo que nos hace reconsiderar. Zech esperaba el cierre del tratado para poder decir que regresaba a Sanc y en vez de eso recibió una invitación para ir a Valois, solo era por tres días pero era extraño, no había razón aparente para que sucediera algo así.

--¿En que piensas Zech?

--Tenemos una invitación para Valois Traize, su majestad espera que vayamos con ellos.

--¿Valois? ¿El lugar en que siempre es primavera?

--Así es.

--Supongo que iremos, así que ¿Qué es lo que te inquieta?

--No sabíamos nada de que estuviera un plan en marcha para salir de la capital y de pronto todo esta listo para apartarnos a un lugar que se considera de descanso ¿Qué piensas?

--Que el plan se había mantenido oculto o que se decidió hace poco.

--Lo más seguro es la segunda opción, el joven Duo no me comentó nada en la conversación que mantuvimos hace dos noches.

Duo le había pedido a Zech que lo acompañara en la cena y a pesar de que hablaron del tratado en realidad se dedicaron a conversar sobre Sanc, a lo que el de cabello trenzado se mostró muy interesado en saber todo lo que pudiera.

El joven príncipe de Sanc estaba conciente de que no podían ver sus planes, las órdenes con las que había llegado a Alsacia se mantenían ocultas pero él tampoco podía ver los planes de Duo.

--“Somos recíprocamente ciegos”--pensó para si, aunque sin dar la menor señal de que eso lo inquietaba, no necesitaba que Traize terminara involucrado en todo lo que se desencadenaría.

Se decidió rápidamente por aceptar y hacer saber que irían a Valois, le encomendó a su amigo que se lo hiciera saber a su padre y que viera que todo estuviera listo para partir con el resto de la corte. No fue mucho tiempo para que se pusieran en camino a Valois, lo cual fue agradable pues era una región singularmente favorecida por el clima que permitía que siempre hubiera un clima agradable y la tierra era muy fecunda, las cosechas eran sumamente fructíferas y existían grandes extensiones verdes que permitían al ganado desarrollarse de muy buen grado, parte de la riqueza de la corona se debía a ese sitio, por su capacidad para abastecerse a si misma sin necesidad de otros.

Su llegada fue sin el menor contratiempo, las personas actuaban como si no importara el poco tiempo que tuvieron para prepararse, los recibían como si los esperaran desde  hacía mucho, lo cual no los sorprendió mucho, nadie se atrevería a parecer desobligado ante su rey, quien, por demás, estaba al tanto de los detalles más pequeños.

Durante los primeros dos días no paso nada fuera de lo esperado: se charlaba un poco de todo, se trataba de dar un sentido de informalidad a la reunión y era casi agradable estar ahí; sin embargo, el tercer día hubo algo diferente.

Los presentes charlaban entre ellos mientras tomaban un refrigerio en los jardines, Zech conversaba con Traize y con G pero en algún momento ambos lo dejaron solo, se dio vuelta y ahí, de pie, estaba Duo.

--¿Esta aburrido Zech?

--Solo un poco.

--Es una pena, me temo que se aburre mucho en Alsacia.

--Soy una persona aburrida, no es su culpa.

--Desearía poder hacer algo al respecto, para que se sintiera a gusto aquí.

--Me gustaría preguntarle algo.

--Adelante.

--Me dejo un poco intrigado su petición del otro día ¿porqué me pidió eso?

--Una pregunta directa merece una respuesta directa--la voz del joven tenía un tono completamente neutral--Le pedí tocar su rostro en ese momento para saber si estaba sonriendo.

--¿Quería saber eso?

--Me agradaría saber como es cuando sonríe.

Zech no era una persona que sonriera por nada pero el gobernante de Alsacia quería conocerlo sonriendo, así que hizo la mueca de una sonrisa.

--Estoy sonriendo ahora.

Entonces el joven de la trenza estiro su mano y toco su rostro con suavidad. Eran unas manos finas y afiladas, manos de rey pero además eran manos de hombre. Algo en esa idea le resultaba entretenido pues la gente estaba tan acostumbrada al rey que se había olvidado por completo que seguía siendo una hombre. Sin darse cuenta sonrió abiertamente. Y en ese momento vio algo que no había visto antes: Duo era un hombre atractivo, tenía un hermoso cabello castaño que recogía en una trenza larga y sedosa, una tersa y nívea piel, un cuerpo perfectamente moldeado y esos ojos de pupilas violáceas que no se movían, que no brillaban. Las manos que lo tocaban se convirtieron en algo grácil y delicado que lo hicieron sonreír aún más. Tan solo fueron unos momentos pero para él fueron definitivos.

--Es más apuesto cuando sonríe--dijo con suavidad.

Hablaron un poco más y Duo se retiro pues dijo que debía encargarse de algunos asuntos. Poco después todos se retiraron y Zech se fue a su habitación, en la puerta se encontró con Quatre y se veía que algo lo tenía molesto.

--¿Sucede algo?--preguntó sin perder el tiempo el heredero de Sanc aunque ya sabía de que se trataba.

--¿De qué hablaron el rey y tú?

--De mi sonrisa--respondió con calma.

--No es tu labor acercarte de esa manera a él.

--No me fue prohibido.

--Vi como te toco.

--“Al fin lo dices”

--No olvides porque estas aquí.

--Se porque estoy aquí y se porque tú estas aquí; no me hables como si me conocieras pues no es así pero puedo asegurarte que yo conozco porque fuiste enviado y fracasaste.

A esas palabras Quatre se envaro.

--De no ser por ti aún tendría posibilidades.

--Aún sin mi presencia ya habías fracasado.

Quatre se quedo quieto por unos leves momentos, el príncipe en él hablo.

--Ya conoces tus órdenes.

--Así es.

Dio vuelta y se marcho, Zech entro a su habitación y se dispuso a descansar, a su manera de ver las cosas Quatre era una molestia cuando se lo proponía y ese era uno de los momentos, una vez que atravesó la puerta se decidió a no pensar más en él y prestar más atención a otras cosas, últimamente había tenido sueños extraños y necesitaba descifrarlos.

Quatre continúo con su camino, se encontró con Dermail.

--¿Ocurre algo que deba saber?-- preguntó de inmediato el hombre mayor.

--Zech se mantiene en su labor pero parece que quiere más.

--No debemos intervenir.

--¿Podemos confiar en él?

--Quince asegura que si.

--Creo que debemos vigilarlo, no confío en él. La tentación puede ser muy grande, aún para él.

--Es demasiado lo que esta en juego, no podemos fallar.

Pero esas palabras no tranquilizaban a Quatre aún cuando sabía que eran ciertas pero le desagradaba, había llegado a Alsacia con un firme propósito, había sido preparado para llevar una misión en especial y había fracasado, Oz no pudo llegar al poder a través de él, y no solo eso lo molestaba, lo peor era que había llegado realmente a creer que podría estar al lado de Duo, aunque este desde el principio dejo en claro que su relación jamás pasaría de ser formal y educada, nunca le permitió acercarse de manera personal, solo lo utilizó lo suficiente para distraer a sus oponentes y después deslindarse de cualquier compromiso, pero así era Duo, capaz de obtener mucho sin dar nada a cambio. .

  

Duo estaba en sus habitaciones, Hilde lo dejaba a solas en momentos como ese en los que necesitaba meditar. El joven rey practicaba las filosofías de Colmillo Blanco, un saber ancestral que alguna vez estuviera a punto de dominar todo el Continente pero que fue detenido por Maxwell I, primer rey de Alsacia, siete generaciones atrás, pero su saber seguía siendo valioso, lo reconocía, de la misma manera que reconocía los conocimientos de Oz, ya que también los practicaba.

A pesar de ser escuelas, filosofías, formas de vida, él nunca militó verdaderamente en ninguna de las dos, tan solo las conocía y las usaba pero jamás vivió las experiencias de lealtad y devoción que vio en otros, pero tampoco había querido vivirlas de todas maneras, había tenido cuidado en no perderse en los caminos que ambas escuelas tendían a sus seguidores.

Oz había sido un grupo apartado de los demás, eran una especie de monasterio al cual no cualquiera podía entrar, se decía que eran necesarios muchos años de entrenamiento para lograr ser un miembro adiestrado y reconocido como tal, un grupo selectivo que mantenía la firme convicción de que se podía aprender a estudiar a las demás personas observándola atentamente y escuchando con cuidado, además de aprender a controlar los impulsos físicos, tales como la risa y el llanto, y a dar tonalidades a su voz que podían influir sobre otros, todas habilidades perfectamente calculadas y bien controladas, además de contar con una forma de escritura secreta que solo podía ser leída siguiendo determinadas pistas que eran difíciles de rastrear por los demás, si eso no bastaran eran sometidos a extenuantes entrenamientos de combate, ya fuera cuerpo a cuerpo o con armas, para lo cual se decía que no demostraban la menor piedad en acabar con un oponente, en caso de que debiera morir, cuando torturaban podían ser mucho peores. Por sobre todas las cosas apreciaban el conocimiento, de acuerdo a uno de sus principios fundamentales el conocimiento era la clave del poder, por eso procuraban conocer hasta el más mínimo detalle de aquellos que se mostraban como contrincantes y contaban con medios económicos más que suficientes para lograr sus objetivos, pues no fue difícil para las mejores familias darse cuenta de las ventajas de las que disponía uno de los miembros de Oz para escalar en su posición social o lograr manejar de la mejor manera posible los negocios que se presentaran. ¿Cuántas veces no había Oz logrado sus objetivos a través de agentes bien colocados? Fue por ellos que los siete reinos habían permanecido en pie de guerra por muchos años, fue por ellos que el poder no había podido consolidarse en las manos de un solo gobernante, pero no porque lo consideraran una misión moral, no, lo hacían porque era la manera en que sus propios intereses seguían ganando y sus largos tentáculos se extendían a los campos más variados para mantener su control sobre los demás, pero eran soberbios, eso los hizo dejar de lado a personas más sencillas que finalmente se mostraron más fuertes y dispuestas a acabar con ellos que los más leales a otras causas.

Colmillo Blanco era distinto. Habían iniciado como una estructura secreta que se oponía a la entrada de otros reinos a los dominios de Salvash, una zona fronteriza de Sanc, debían su nombre a que sus miembros, para identificarse, llevaban un colmillo blanco de algún animal escondido en sus ropas, si lo mostraban se sabía de quien se trataba, era un pequeño grupo de hombres que conservaba un fuerte vínculo con la naturaleza y que se mostraban respetuosos de la misma, conocían antiguas técnicas que para muchos eran simple charlatanería y para otros eran conocimientos con los que más valía no meterse, se decía que eran hechiceros, aunque en realidad no lo eran, solo eran gente que sabía como leer los signos a través de ciertos rituales que aparecían en su mente o en algunos casos en sueños. Contaban con dos técnicas en particular que los hacían ser reverenciados con particular formalidad por quienes creían en sus habilidades. Una era la lectura de su tarot, contaban con veintiocho cartas de madera que contenían un símbolo grabado, cada una representaba algo, dependiendo de que carta las antecediera y las sucediera, de leerse adecuadamente se creía que podían adivinar el futuro; la otra era el ritual del ensueño, nadie podía decir a ciencia cierta de que se trataba o como funcionaba, lo que si se sabía era que solo podían practicarlo personas preparadas o las consecuencias eran fatales, más de una vez alguien había tratado de tomar el agua del ensueño sin saber como emplearla y solo habían terminado adictos a la droga, perdiendo su mente en caminos desconocidos, para quienes sabían como usarla era un medio para elevar sus pensamientos y su alma y ser capaces de ver aquello que los demás añoraban: el porvenir, pero ni siquiera todos los miembros de Colmillo Blanco se aventuraban a eso, solo unos pocos entre los suyos tenían la capacidad de comprender ese ritual. Al igual que Oz habían desarrollado sus propias técnicas para leer los signos de las demás personas y adelantarse de esa forma a sus acciones, la manera en la que se dilataba o no las pupilas, el ritmo de la respiración, la postura de los hombros, tantos y tan variados pequeños detalles que eran maestros en ver y analizar, contaban también con un estricto entrenamiento pero jamás lo usaban para matar, la orden era clara en respetar a la vida, era uno de sus fundamentos esenciales, aunque siempre había manera de flexionar las reglas sin romperlas necesariamente. Su poderío había alcanzado niveles insospechados cuando entraron a las guerras entre los siete reinos, su papel inicial era el de consejeros pero sus servicios fueron muy bien pagados cuando se convirtieron en combatientes, tanto que dejaron de servir a otros para formar sus propios vínculos con el poder, fueron ambiciosos y ese había sido su principal defecto, no supieron cuando detenerse.

El joven Duo estaba completamente al tanto de ambas organizaciones, conocía sus fortalezas y sus debilidades, meditaba en esos momentos sobre el camino a seguir con la amenaza que se cernía sobre el reino y debía estar seguro de que camino seguir para no estar desprevenido cuando los problemas iniciaran. Sabía que Oz y Colmillo Blanco estaban trazando caminos de destrucción a su alrededor pero también sabía que era posible que cometieran errores debido a su propia arrogancia y desesperación, eran los errores del pasado lo que mejor le había resultado para mantenerlos en orden y alejarlos del poder, además de disminuir de manera dramática sus dominios en el gobierno. Sin embargo había una ansiedad que no lo dejaba en paz desde hacia unos días.

Duo sentía que algo se le ocultaba pero no podía ver nada, había intentado con el tarot pero no era posible hacerlo hablar, era como si algo se interpusiera en sus predicciones y sus visiones y tratar de forzar la visión era arriesgado, ya lo había intentado una vez y los resultados fueron permanentes: sus ojos no se conmovían por nada. Suponía que había un poder en oposición al suyo, no era imposible arrojar un velo contra él que no le permitiría saber con claridad que era lo que tramaban en su contra. Era verdad que en aquella ocasión que trato de ver más allá de lo que le era posible el veneno de los conjurados jugó su papel en todo momento, el atentado que había sufrido fue muy cercano a lograr aniquilarlo pero también era cierto que su propia imprudencia había dado espacio a que sus oponentes siguieran en sus maquinaciones, por un momento se sintió invencible y que podría franquear cualquier barrera que se interpusiera en su camino, había aprendido de la peor manera que eso no era verdad. Además, de forma indirecta, otros factores habían intervenido porque así debía de ser, a largo plazo fue benéfico, solo tuvo que aprender como manejarlo.

Pensaba con calma, controlando su respiración y dejando que las ideas se dieran por si mismas en lugar de controlarlas y tratar de imponerlas, debía seguir los indicios que se le presentaban; estaba convencido que algo se tramaba y que era algo definitivo; Dermail y Quince se despreciaban, eso era fácil de saber, pero lo detestaban más a él, lo suficiente para hacer un último esfuerzo conjunto. Cuando se tiene acorralado a un oponente es cuando debemos movernos con mayor cuidado pues es cuando se vuelve más peligroso y él tenía contra un rincón a Oz y a Colmillo Blanco, les había quitado su poder y los había obligado a sacrificar a sus mejores miembros en los últimos años, de hecho, solo Dermail y Quince sobrevivían, solo ellos eran verdaderamente fuertes para sostener a los suyos, sin su presencia todo se vendría abajo para sus respectivas órdenes.

Una cuestión que debía pensar con mucho cuidado era lo referente a Zech, tenía un papel en la conjura pero no podía ver cual; sin embargo, otras cosas la llevaban a pensar en el joven, si tan solo…Se detuvo ante esa idea, sabía adonde lo llevaría, no era necesario seguir dándole vueltas.

Tenía que hablar con Wu Fei, Trowa y Heero, tal vez ellos pudieran ver lo que a él se le escapaba, cuando las visiones no son claras los ojos que ven pueden llagar a ser más confiables que aquellos que nunca volverán a saber lo que es la luz.

Llamó a Hilde, termino de arreglarlo y se fue a acostar pero no durmió, una de sus visiones llegó a su mente pero no era una nueva, era una conocida, era aquella por la que se había arriesgado y por la cual casi muere aún sabiendo que había veneno en el camino. Podía sentirlo, era un hombre que se acercaba pero no cualquiera, era el hombre, el que lo completaba, la otra parte, el que el futuro le había revelado que existía; su cercanía era cada vez más fuerte, su presencia parecía gritar “Mírame, estoy aquí”, no podía distinguir su aspecto, ni siquiera su rostro, solo había algo de él que se le revelaba por completo: sus labios se posaban sobre los de él con firmeza y suavidad, con seguridad y timidez, era como reír y llorar al mismo tiempo.

Era lo único que había podido saber de él, cuando trató de saber más y se sometió al ritual del Ensueño no pudo lograr verlo, tuvieron que arrancarlo de la visión pues el veneno que lograron darle con el Elixir del Ensueño fue descubierto por Trowa, fueron momentos críticos para todo el reino y los que le rodeaban. Él sabía lo del veneno pero no pudo dejar de seguir adelante; detenerse hubiera sido muy caro y los beneficios hubieran sido mínimos en comparación a lo que ganó. Su visión lo llevo hasta ese beso que prometía futuro, el veneno que casi provoco su muerte fue un excelente medio para lograr la caída de numerosos y fuertes enemigos, que casi muriera despertó en él una nueva conciencia, se creo al rey y al mito.

Pasó una mano sobre su pecho, escucho el latido de su corazón, una idea se formó y quedo fija en su mente mientras se deslizaba en el sueño.

--“Debo estar con Zech”

El pensamiento seguía ahí cuando se durmió.

  

Wu Fei estaba de pie observando hacia los jardines, Trowa leía un libro sin mucha importancia, y Heero limpiaba una de sus espadas. Quatre llego agitando una carta y pregunto por Duo.

--No puedes ir a buscarlo--dijo Trowa impidiéndole el paso con un gesto.

--Esto es importante--respondió Quatre con firmeza.

Era un príncipe de nacimiento y sabía cual era su lugar en la corte y no iba a dejarse intimidar por tres traidores a Oz.

--Mi dueño dijo que no quería que lo molestaran--Wu Fei no lo miro siquiera al decir esas palabras.

--Nunca se separan de su lado y ahora están tranquilamente aquí, dejándolo a  solas, eso es bastante extraño.

--No puedes interrumpirlo--continúo el joven mirando a la distancia, sin brindarle la menor atención al de cabello rubio--No esta solo.

Quatre se quedo mirando fijamente a Wu Fei, este volteo y le sostuvo la mirada; era tanto lo que podía decirse y saberse de otra persona al mirar en sus ojos de acuerdo a las enseñanzas de Oz, cualquier indicio de un brillo, la dilatación de las pupilas, si su mirada se dirigía a la izquierda o a la derecha, la manera en que se abrían o cerraban los párpados pero estos eran dos de sus estudiantes, de los mejores y no sería fácil usar alguna de sus técnicas, los dos estaban concientes de eso.

--Esta con el joven Zech de Sanc--dijo el de ojos negros con frialdad.

A pesar de si mismo, Quatre se inquieto, no pudo quedarse tranquilo ante esas palabras, y Wu Fei lo veía con total claridad, se dijo a si mismo que había empleado las palabras adecuadas.

--¿Confían en el heredero de Sanc para estar a solas con él?

--Mi dueño dio sus instrucciones, yo las obedezco, si intentas avanzar un paso más será sobre mi.

Quatre estaba conciente de su posición, era muy vulnerable, no era capaz de combatir a Wu Fei y salir sin problemas del encuentro y sin duda Trowa y Heero no se quedarían quietos si se atrevía a hacer un movimiento contra el de cabello negro.

--Puedes esperarlo si lo deseas.

Trowa había decidido intervenir, su voz llena de amabilidad y tranquilidad, una voz de alguien que no quiere conflictos. El joven hijo de príncipes escucho con cuidado pero lo que verdaderamente lo hizo decidirse fue la mirada de Heero sobre él, casi podía sentir el peso de esa mirada. No era fácil entender a alguien como el de ojos añiles, de verdad era una persona complicada, como un laberinto. En ese momento su mirada decía: “Acepta y calla”, se dio cuenta que era lo mejor hacer caso a ese aviso. Decidió esperar el regreso de Duo con tanta calma como podía mostrar, ignorando a los otros tres presentes.

Wu Fei volvió su mirada sobre el jardín, agradecía la intervención de Trowa, de otra manera tal vez hubiera reaccionado contra Quatre y eso hubiera sido desagradable, no tanto por él sino porque siempre le había parecido que Quatre era un idiota, a su manera de ver siempre estar recalcando el título de príncipe ante ellos no era más que una debilidad. Dejo a un  lado esas ideas y se refugió en el recuerdo de cuando el joven gobernante les había dicho que esperaran, se mantuvo quieto y acepto pero por alguna razón sentía que algo iba a suceder, no sabía que o como pero tenía la impresión de que se iba a presentar un cambio importante en la vida de Alsacia a través de su joven gobernante.

Trowa se mantuvo amable con Quatre, el pobre Quatre como pensaba comúnmente en él, no se le podía tener más que cierta simpatía por su situación, no era su culpa lo que le ocurría, sencillamente era un instrumento en manos de otros, principalmente de Dermail, ese príncipe sin corona, tan dedicado a los estudios como ignorante, atractivo y vacío a la vez. Estaba al tanto de que en algún momento Oz pensó que podría llegarse a Duo a través de él pero se equivocaron, Duo era inalcanzable para alguien como el de cabello rubio, no era la mejor opción. Y ahora estaba a la distancia con otro joven de cabello rubio pero que no resultaba indiferente a su rey, debía esperar para ver como se desarrollaban las cosas.

Heero seguía con las espadas, estaban relucientes como siempre. No miro siquiera a Quatre, no se molestaba en guardar ningún tipo de sentimiento hacia él, ni de agrado ni de repudio, cualquier sentimiento hubiera sido darle una importancia que a su gusto no le correspondía, para él solo contaba Duo, todo lo que él era, todo lo que representaba y por eso le servía con total lealtad y fidelidad. Y ahora esperaba, tan solo esperaba lo que vendría, sabía que lo que se aproximaba sería importante, lo había visto alrededor, lo sentía en el ambiente, todo lo que conocía iba a cambiar.

  

Por su parte, en los jardines paseaban Duo y Zech, por algunos momentos habían hablado de tópicos sin mucha importancia, solo se trataba de hablar o en todo caso de intercambiar palabras.

En realidad habían tenido varios encuentros, a Zech le quedaba claro que Duo guardaba algún tipo de interés en él, de que tipo no fue capaz de decirlo en un primer momento pero poco a poco fue atando cabos y supo que de un momento a otro sería inevitable hacer algún tipo de declaración sobre sus verdaderas intenciones, él podría hacerlo también pero no lo considero conveniente, si las cosas debían suceder, sucederían, pero él no las provocaría, tan solo permanecería tranquilo hasta que llegaran y entonces actuaría en consecuencia. Sus últimos sueños habían tenido la presencia de Duo como una constante, pero de diferentes maneras, en algunas ocasiones como un guía, lo que significaba que era un aliado, en otros como una sombra, lo que quería decir que era un peligro, finalmente supo que se trataba de ambas y pudo reequilibrarse lo suficiente con ese conocimiento para tratarlo de la mejor manera posible.

Llegado un momento no podía ignorarse más lo que vendría, los dos jóvenes lo sabían, cada uno por sus propios medios.

--Las flores son muy variadas aquí--dijo Zech como si nada, intentando continuar la conversación.

--Lo son.

Las respuestas de Duo eran  cada vez más cortas conforme pasaba el tiempo.

--Tal vez sea lo mejor volver.

--¿Porqué?

--Creo que se aburre conmigo Duo.

--No, no es así.

Se quedaron callados y Duo se puso a un lado del joven, muy cerca de él.

--Cuando era pequeño recuerdo que mi padre viajaba con frecuencia pero al regresar, sin importar la hora o el tiempo, mi madre estaba esperándolo, con solo verlo su mirada brillaba, era un brillo intenso, alegre; me pregunte si alguna vez yo tendría algo así, una persona que hiciera brillar mis ojos de esa manera. Cuando perdí la vista supe que no podría ser así.

El príncipe de Sanc sabía que debía responder y dijo las palabras como si as conociera de antemano.

--Pero eso no significa que su corazón no pueda sentir.

--¿Lo cree? ¿Cree que mi corazón puede amar?

--No tengo dudas al respecto, todo depende de donde este nuestro corazón.

Duo se puso frente a él, con cuidado y suavidad, como se toca a un recién nacido, puso su mano sobre el pecho del joven sintiendo el latido de su corazón.

--Mi corazón esta aquí--dijo con dulzura--¿Dónde esta su corazón Zech?--preguntó el joven castaño con una leve nota de ansiedad.

El joven rubio sabía que no podía hacer nada, tenía que seguir con el camino marcado, no se podía escapar de eso.

--Donde pertenece.

Y puso su mano sobre la de él.

--No acepte solo por conveniencias, no acepte si no son sus deseos.

--Duo…

--Deseo que me ame…

--Duo…

--Porque yo lo amo.

Esas palabras fueron como un suspiro, no había nada en ellas que no fuera exactamente lo que decían, eran palabras honestas, dulces, tímidas…y esperanzadas. Algo terriblemente conmovedor en su sinceridad y Zech no podía hacerlas a un lado. Sabía que ahora tenía que convencerlo de que sus respuestas eran verdaderas, así que con su otra mano sujeto la barbilla del joven y con dulzura le dio un beso en la frente y de inmediato la tomo en sus brazos, como si quisiera protegerlo de todo lo que les rodeaba.

--Gracias--murmuro el más pequeño.

--¿Porqué?

--Por aceptar mi amor.

El joven no dijo nada pero una idea seguía en él.

--“Lamentare alzar mi espada contra ti”

Duo lo rodeo con sus brazos y no dijo nada, solo dejo que el latido de su corazón se sintiera en el pecho de él. Después de unos momentos regresaron con los demás. A quienes esperaban les pareció que era mucho tiempo el que habían permanecido lejos pero a los jóvenes les parecía que apenas si habían pasado unos momentos a solas.

Algo en su joven rey les resultaba desconocido a sus guardianes y a Quatre, era como un brillo que surgía de él y no se podía explicar del todo. Pero no hubo mucho tiempo para tratar de explicarse lo que sucedía, los signos eran claros y no se ocultaban, por si acaso hubiera dudas, Duo las despejo sin tardanza.

--Llamen a los consejeros, a los mensajeros del exterior y que se prepare todo para ir a Corbie.

Sonriendo con amplitud agrego:

--Voy a casarme con Zech de Sanc.

  

De todas las resoluciones que había tomado el gobernante de Alsacia esta última era sin duda la más importante que se había conocido y la noticia había viajado muy rápido. Mientras alrededor se daban las más variadas respuestas al anuncio, Duo se veía tranquilo, su capacidad de organizar y ordenar seguía igual y cuidaba de todos los detalles del reino, su gente y ahora de su boda.

Wu Fei, Trowa y Heero recibieron la noticia como una nueva orden y se pusieron a trabajar en el acto; Quatre se sintió desfallecer al escucharlo, tuvo que recurrir a todo lo aprendido en su aprendizaje con Oz sobre control para permanecer en calma. Los demás, al escucharlo, reaccionaron de la manera en la que sentían.

Los conjurados se reunieron de nuevo a toda prisa, cuando Tuvarov, Dermail y Quatre se vieron solo compartían el sentimiento de ansiedad y malestar por lo que sucedía pero cada uno se sentía así por razones diferentes. Finalmente, después de una corta espera que a ellos les pareció infinita se presentó Quince, lucía una calma que por un leve momento dudaron que supiera lo que pasaba.

--¿Qué debemos esperar de tu joven?--dijo de inmediato Tuvarov con una voz de completo descontrol.

--Cumplirá con lo pactado--contesto Quince con seguridad.

--Va a casarse con él--dijo Dermail--¿Nos vas a hacer creer que seguirá adelante con lo planeado?

--Lo hará.

--¿Cómo estas tan seguro?

--Porque es un miembro entrenado de Colmillo Blanco, yo mismo lo eduque y prometo que su mano no se detendrá, llevara a cabo lo que se espera.

--¿Crees que lo hará? Esta a un paso de casarse con Duo, es mucho lo que puede ganar para renunciar a ello.

--Los que formamos Colmillo Blanco cumplimos nuestros objetivos, siempre hemos llevado a cabo lo que planeamos; estamos al límite, igual que ustedes, es demasiado lo que podemos perder. ¿Suponen que este posible matrimonio nos sorprende? Esta es la mejor oportunidad que tendremos, no podíamos pedir otra que nos brindara tanto y con tantas seguridades. 

--¿Dices que tu joven renunciara a lo que se le presenta?

--Hará lo que se le ha ordenado, no fallara.

--Me gustaría tener tú seguridad--agrego Tuvarov--Pero ya antes se ha fallado, no creo que tu estudiante sea distinto.

--Lo es.

Algo en las respuestas de Quince hacia que las dudas se disiparan, su voz contenía fuerza y seguridad, era como si diera órdenes en vez de contestar a preguntas, verdaderamente la preocupación se había ido; esa era una de las grandes habilidades de Quince, su poder de persuasión sobre los otros. Aunque pudo ver en Quatre otros sentimientos, más allá de la conjura.

--Mi joven Zech no se casara con él.

Las palabras se dirigieron a Quatre con convencimiento pero no lo calmaron.

--¿Es que no hay otro camino?--pregunto el joven.

--Quatre, él se ha decidido, desde hace mucho quedo claro que no hay otro camino.

El joven agacho la mirada, ese sencillo gesto no paso desapercibido para Dermail, lo cual le causo desagrado.

-“Mostrarse tan patético”

Dermail no podía dejar de sentirse molesto ante esa muestra de debilidad por parte de alguien que pertenecía a Oz; los suyos habían fallado miserablemente contra Duo, y no solo eso, su poder se había perdido al mismo tiempo que los mejores de los suyos se separaban, algunos muertos, otros por traición. Pero lo que en verdad lo irritaba era que Quince lo atestiguaba todo: veía a los suyos como tristes sustitutos de lo que alguna vez fuera la mayor fuerza que se opusiera a Colmillo Blanco por el dominio de los siete reinos.

--Debemos continuar y hacerlo con cuidado, un paso en falso y estaremos perdidos--dijo Quince con sencillez--Cada uno debe seguir su papel y no fallar. Tuvarov ¿esta todo listo?

--Si--contesto el otro--Las armas y los caballos están en orden.

--¿Dermail?

--La gente esta lista y preparada, solo falta la señal.

--¿Quatre?

--Sus bestias guardianes vigilan pero no se ha hecho ningún movimiento fuera de lo común, todo sigue como se esperaba.

--No podemos retroceder, solo unidos lo lograremos. Mientras cada uno siga con lo planeado aún podremos recuperar el terreno perdido.

--Aún no comprendo como puedes estar tan seguro--dijo Tuvarov con algo de ansiedad.

--Si te ayuda saberlo te diré que Zech jamás ha fallado.

--Pero…

--El arcano jamás ha fallado.

  

Hilde ayudaba al joven gobernante a arreglar los últimos detalles antes de su viaje, estaba conciente de lo importante que era lo que se avecinaba. Le alegraba ver a Duo contento, no lo había visto así en años, y no dudaba que sus razones para casarse, aunque para los demás todo indicara un matrimonio por conveniencia para ella era claro que el joven castaño se casaba por sus sentimientos por el heredero de Sanc, simplemente lo había cautivado ese hombre.

--Hilde

--Mi señor.

--Partimos mañana mismo ¿todo en orden?

--Todo en orden.

La joven Schbeicker sabía que el orden era importante para que las cosas se realizaran, ella misma era muy ordenada, Duo no ignoraba que cuando planeaban tomar el control de Galias, Hilde había sido por si misma uno de los pilares de su triunfo, lo que se decía de ella tenía ciertos fundamentos, su relación con Duo había sido casi la de hermanos, se conocían desde hacía años, ella había arriesgado su cabeza por él en varias ocasiones, de hecho toda la familia Schbeicker había sacrificado mucho por apoyarlo, el hermano de la joven había ofrecido su vida por él en combate, cuando Hilde tuvo la oportunidad arreglo las cuentas pendientes de la familia. Se decía que había matado a tres hombres, no era cierto, fueron cuatro, eran miembros de la nobleza de Galias y estuvieron a cargo de una matanza sistemática que había cobrado la vida de sus padres e indirectamente la de su hermano, ella se infiltro en su fortaleza, en lo que duro el cambio de una guardia los había buscado y aniquilado cortándoles el cuello mientras dormían uno a uno, no pudo salir del castillo pero a pesar de que la golpearon no dijo ni una palabra sobre Duo. Para el joven trenzado no hubo dudas de los motivos de la muchacha, no solo lo había hecho por creer en su causa, también por su familia, aún así siempre la había estimado y le guardaba cariño, sabía que nadie era más discreto y confiable para la posición en la que estaba que la alegre y sonriente Hilde Schbeicker y que si alguien se hubiera atrevido a atacarlo por medio de lo que estuviera a su cargo hubiera muerto antes de dar un paso.

En ese momento se anuncio G, entró con cierta prisa, saludo y antes de decir nada Duo extendió su mano.

--Lo firmare antes de partir--dijo con calma.

Tomo el documento, fue hacia su escritorio y firmo en el lugar exacto, se decía que Duo era capaz de leer con la piel de sus dedos, lo que parecía ser cierto. G, a pesar de todas las veces que lo había visto hacerlo, seguía sintiendo cierto asombro, era increíble que unos ojos ciegos no lo hicieran ciego a él, aunque era más increíble que supiera lo que pasaría antes de que sucediera. El joven le regreso el documento al anciano.

--¿Estas listo para irnos?

--Lo estoy su alteza.

--Confío en que dejaras en orden lo que haga falta.

Era un simple formulismo decir eso, Duo sabía que no era necesario hacerle ese tipo de indicaciones a su guardia de sellos.

--Esta en marcha lo necesario.

--Los mensajeros han partido, tendremos noticias de Sanc para cuando lleguemos a Corbie, quiero todo listo para entonces.

--Así será.

G no se molesto en hacer notar que era él quien iba a informarle de la partida de los mensajeros a Sanc, pues él ya lo sabía.

--¿Qué más deseas tratar G?

--Su alteza, los informes dicen que algo sucede en Valtenille, se han comprado muchos caballos y se sospecha del MOBILE, es quien puede hacer algo así.

--¿Qué me sugieres?

--Arrestar a Tuvarov su alteza.

--Eso solo provocaría disturbios, no, eso sería contraproducente.

--Hecho con discreción…

--Esa opción no esta en discusión, debemos movernos de otra manera, no hay pruebas de que el MOBILE haya hecho esas compras de caballos y aún así no podríamos decir que algo esta mal, son comerciantes.

--Su alteza, si usted lo dice nadie se atreverá a dudarlo.

--No haremos tal cosa, si no hay pruebas no procederemos.

G agacho la cabeza en respuesta.

--Te preocupas demasiado G--dijo con suavidad--Pero estaremos atentos--agrego en tono muy bajo.

El consejero acepto lo dicho de forma inmediata, se sintió más tranquilo y se retiro a su gabinete y dio sus últimas instrucciones para partir. Se sentó unos momentos, ya era un hombre grande pero consideraba que había vivido con intensidad, agradecía sus momentos de descanso, cerro los ojos por un instante, cuando los abrió vio a Trowa ante él.

--¿Porqué los jóvenes ya no tienen modales?

--Lo lamento G pero esto debe ser discreto.

--¿Qué sucede?

--No solo son los caballos, están adquiriendo armas también, están preparando algo.

--¿Una revuelta? Necesitarían un motivo.

--Tal vez lo esperan; Wu Fei se mantiene atento y Heero se prepara.

--Tienen que ir a Corbie.

--Esto es importante.

--Su majestad no va a esperar, tienen que ir con nosotros a Corbie.

Trowa sabía que esas palabras no eran de G, venían de Duo pero a través de su consejero y no serían discutidas.

--Estaremos en Corbie.

--No se retrasen, su alteza desea que el compromiso se celebre cuanto antes.

--Los enamorados-dijo el joven sonriendo con simpatía.

--Desea que estén ahí.

--De todas maneras estaremos atentos.

Esas palabras eran para G, necesitaba darle seguridad para que siguiera adelante con los preparativos. Después de eso se retiro sin hacer el menor sonido.

G entrelazo sus dedos y se quedo pensando. Sabía que Trowa solo le informaba por respeto pues no tenía obligación de hacerlo, aunque suponía que lo hacia también para que actuara en consecuencia, y sin duda le decía mucho más de lo que parecía. Era en esos momentos cuando debía pensar con calma, a veces debía repasar la situación para lograr descifrar los mensajes que esos muchachos le transmitían.

G, Grenoble, no había sido miembro de Oz, no era de la nobleza, ni siquiera pertenecía a una familia de buenos recursos, no poseía el entrenamiento que se daba para negociar, para tratar a la gente, mucho menos para leer esas palabras que no son dichas; sin embargo, era un hombre de talento, por eso su joven rey lo había colocado en la posición que ocupaba en el reino, elevándolo por encima de gente que lo odio por verlo en una posición de poder que no creían que le correspondiera. Antes había sido uno de los tantos funcionarios bajo el mando de Duodici, el rey de Alsacia, padre de Duo. Pero el rey descubrió que se dedicaba a otros negocios, de los que se pregunta poco para pasar productos que no eran muy legales y lo hizo encerrar, poco después lo saco y lo puso a cargo de la reorganización del palacio, parecía que sin motivo alguno pero tuvo que convencerse poco tiempo después de que lo había retomado bajo su cargo para que tratara con gente a la cual podía entender y a la que podía mantener a distancia. Conoció a Luka, reina de Rochelle y primera esposa de Duodici, después de años de matrimonio el rey enviudo pero su esposa le dejaba sus derechos de herencia, ampliando así sus dominios. Fue entonces que el rey volvió a casarse, esta vez con Dalia, heredera del principado de Nantes, que fuera una dulce esposa y madre de dos hijos: Solo y Duo. El hermano mayor del rey murió siendo casi un adolescente a causa de una enfermedad y su padre falleció poco después, dejándolo siendo aún un niño. Habían corrido historias sobre que la enfermedad había sido traída por gente de Colmillo Blanco en mantas infectadas para debilitar a la población e impedir que el rey llevara a cabo sus planes de unificación pero no se pudo probar que fuera cierto. Debido a su corta edad, la regencia quedo en manos de su madre, que no era particularmente una buena gobernante pero que poseía sentido común e intuición, tomaba buenos consejos y supo mantener en cierto orden el reino, aunque no fue suficiente.

Duo, siendo apenas un adolescente, tomo el gobierno del reino, haciéndose cargo cuando falleció su madre, oficialmente fue una enfermedad pero se murmuro que fue por veneno en un ramo de flores que le obsequiaron. Pero apenas los primeros movimientos de Duo fueron conocidos hicieron que los enemigos surgieran, no en el primer momento, sino después, cuando comprendieron que no podían manejarlo a conveniencia, a pesar de su corta edad había aprendido con duras lecciones que no podía sino seguir su propio camino; fue entonces que los peligros aumentaron pero de alguna manera él había logrado salir adelante y G se enorgullecía de servirlo.

Cuando se lanzó a la conquista de los otros reinos solo contaba con Alsacia y Rochelle; prácticamente una casualidad le había dado la corona de Nantes, pues era sobrino del fallecido rey Diamo, quien no contaba con herederos y él era el más cercano; una vez que sometió a la conflictiva corte había ido tras el rebelde territorio de Tian-ele, donde no había habido gobierno verdadero por dos décadas debido a una guerra interna, a la cual él puso fin arrasando a sus oponentes; dirigió su mirada a Galias, donde el poder estaba verdaderamente en manos de unos cuantos nobles que ya habían dado cuenta de la línea de sucesión legítima y tenían a un títere de Oz por gobernante, abogó a sus vínculos por ser un Maxwell y encontró apoyo, aunque fue un conflicto difícil pero lo soluciono gracias a la caída de la fortaleza de Maesse, su última conquista había sido Yatari, un reino extraño y complicado que se gobernaba a si mismo por un parlamento, sencillamente, cuando vio que la guerra no era la solución, se encargó de disolver el parlamento, ofreció que se le unieran, quienes no lo hicieron fueron aplastados; a pesar de sus logros no se podía decir que verdaderamente era el dueño del poder por completo, hubo luchas internas, revueltas, oposiciones, pero a todas supo enfrentarse y manejarlas de la mejor manera que encontró, ya que sus enemigos estaban en la nobleza y en los círculos de poder, se inclinó para apoyarse en la gente que menos tenía, la gente que sufría por esos conflictos, sus discursos eran certeros: las calamidades no eran su culpa, él deseaba ayudarlos, pero sus enemigos eran quienes provocaban todos los problemas, cuando decomiso tierras que pertenecían a grandes latifundistas y las entregó a los campesinos obtuvo un gran apoyo, fueron gestos de ese tipo los que le valieron el apoyo incondicional del pueblo. Él sabía que había un calculado sentido de la ventaja en esos movimientos pero también que no era solo por motivos personales, Duo realmente creía que la gente debía tener una justa repartición de las riquezas, había visto demasiada miseria a su alrededor para quedarse sin hacer nada, no deseaba batallar pero si lo orillaban a eso lo haría.

Era demasiado lo que habían compartido juntos, incluso había estado a su lado cuando Duo se hizo cargo personalmente de Nonmi, un férreo adversario al que mato frente a todos en un duelo, declarando así el final del conflicto en la región este. Dijo que no había deseado que todo terminara así, había sido un movimiento muy arriesgado que pudo salirle mal pero que resulto bien cuando nadie más se atrevió a dudar de que su joven rey haría lo que fuera para unificar los reinos bajo su mano, un Maxwell sin duda. Pero su carácter nunca se nubló por esos momentos, de alguna manera podía continuar siendo el joven amable y lozano que conocía.

Incluso su nombre, G, había sido creado poco después que lo hirieran en una batalla, era una especie de broma entre ellos, Duo había dicho que Grenoble era demasiado largo y que para cosas largas ya tenía su nariz, así que solo lo llamaría G, desde ese momento pocas veces había sido llamado por su nombre de nuevo. Pero no le molestaba, tenían una extraña relación de afecto y respeto entre los dos.

La parecía que Duo se veía diferente desde que dijera que iba a casarse, hacia mucho tiempo desde la última vez que la viera tan contento, le daba gusto, de verdad, pero no podía evitar compartir cierta ansiedad con sus jóvenes guardianes sobre lo que se formaba a su alrededor y que lucía como una intriga…una sin pruebas. Su propia experiencia como contrabandista le había dado un singular conocimiento de cuando se planeaba algo ilegal alrededor, estaba seguro de que algo tramaban esos intrigantes de Oz. Dermail siempre le había resultado repelente, aquella estúpida seguridad de que era mejor que todos por ser de la nobleza, “el gran duque Dermail”, no era más que un cretino. En cuanto a Quince, con él las cosas eran diferentes, era mejor tratar de mantenerlo vigilado y meterse lo menos posible en su camino si no se quería terminar arrollado a un lado, aunque no siempre era posible.

Tendría que esperar y someterse, eso no le molestaba pero en verdad le hubiera gustado dejar finalizado ese asunto del MOBILE, sin embargo parecía que el rey tenía otros planes y él los respetaría, fueran los que fueran.

Un sirviente entro y le informó que el equipaje estaba listo. El anciano acepto y envió un mensaje a su joven rey para hacerle saber que estaba listo para partir, aunque eso a veces le daba la impresión de que no era necesario, él sabía lo que le rodeaba sin necesidad de que se lo informaran, esa diferencia sobre sus oponentes que tanto reverenciaban otros y que a él aún le sorprendía a pesar de todo; ese poder ver con los ojos ciegos era inquietante pero no cambiaba ni alteraba sus sentimientos por el joven, seguían tan firmes como el primer momento y estaba seguro de que no cambiarían pasara lo que pasara.

A la mañana siguiente un pequeño grupo partió hacia Corbie; tal como lo habían planeado era hecho de forma discreta, veloz y eficaz. Al rey no le gustaba llamar la atención, de esa manera se viajaba más tranquilo.

El camino no era corto, no se trataba de un viaje que pudiera hacerse de forma directa pero al gobernante de Alsacia no le importaba hacer las cosas de una manera tradicional, respetando las costumbres se podía dar un sentido de alianza pero eso no era lo que más le importaba en esos momentos, lo que de verdad quería era a ese joven de Sanc que había aceptado su amor. 

 Continuara...
Notas finales: Cualquier duda, comentario, lo espero con ansias pues esta historia la escribi bajo apuesta. Gracias de antemano a cualquier comentario.

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