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Amōris por OdiumAmoris

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● Amōris ●

Por: OdiumAmoris


● Capítulo II: Amantis ●

De nuevo en aquella cama sintiendo la fricción de un cuerpo desnudo bajo el suyo, compartiendo calor, caricias y miradas; de nuevo podía estar entre sus brazos y aunque sonara en cierto sentido estúpido, odiaba que todo aquello lo produjera Sasuke Uchiha quien era el encargado de que su sentir lo llevara al éxtasis que sólo era proporcionado cuando aquellas manos ajenas se movían erráticas en un patrón conocido, y a la vez no, por ambos.

—Más —volvió a pedir entre caricias impúdicas y pensamientos difusos —, más —estúpidamente era lo único que sabía demandar a parte de estimular verbalmente y acariciar aquel cuerpo, él quería más, llegarse a fundir con aquella persona que le robaba el aliento, que su cuerpo recibiera todo lo que no se podían expresar con palabras, sentirse lleno y deseado, él quería llenarse de Sasuke así le doliera y agonizara por ello.

—Gaara —su nombre acompañado de un jadeo, su cuerpo sucumbido a oleadas de placer, aquellas manos acompañando un vaivén alucinante y bestial, aquel sonido que sólo ambos cuerpos producían al colisionar entre sí; le gustaba irremediablemente aquella ansiedad que recorría su bajo vientre y subía hasta su pecho el cual yacía con múltiples marcas que desearía que nunca se fueran —. Muévete más —de manera insana lo anhelaba, deseaba todo lo que fuese de aquel ser humano que lo traía loco e incluso haría lo que fuese por quedarse así, con el poseedor de aquellos orbes negros y atrayentes dentro de él reclamando lo que era suyo.

Sintió de nuevo que aquellas acompasadas arremetidas comenzaban a ahondar más y más en él, intentado llenar aquel vacío que existió durante toda su vida hasta que Sasuke llegó impensablemente, con vehemencia movía sus caderas al son de aquellos gemidos ilustrando cuándo le gustaba que aquel movimiento fuese dado, y gimiendo quedadamente cuando aquellas manos estrujaban con fuerza todo lo que él podía darle. Sus finos labios carmines se abrieron dejando de paso un gemido bajo en conjunto de pensamientos morbosos y sueños eróticos que codiciaría tener con él, haciendo que todo aquel movimiento fuese más brutal con unas caricias rayando el abuso, y es que a través de aquel escozor placentero producido por el dolor erótico que él le proporcionaba lo deleitaba, y aquellas orbes negras que pedían a gritos que siguiera estimulando sólo lo llevaba a la locura del éxtasis.

—Sigue así y te partiré en dos, haré que no te puedas parar en días y me implorarás porque penetre en ti… y te haga trizas —murmuró con la voz enronquecida producto del trabajo, los labios contrarios mordían sin piedad su cuello y él se dejaba morder desquiciándolo por aquel hecho de comportarse tan sumiso y a la vez tan salvaje.

—Más… profundo, ¿no llegas?, eso es lo que sucede: no llegas, no me das como debería ser… me buscaré a otro que logre hacer lo que tú prometes y no cumples.

Escocía terriblemente, pero su cuerpo convulsionaba por aquello; tenía diversas laceraciones que poco le importaba si él se las hacía. Ansiaba terminar gritando su nombre, que no se levantara sin aquel punzante dolor recordándole qué estuvo haciendo y con quién, quería ser la envidia de todos porque aquel hombre lo había elegido a él y por supuesto nadie se le tenía que acercar, quería muchas cosas, las cuales todas se las daba el Uchiha. Dejó escapar un jadeo de eterno goce cuando la virilidad de su amante se adentró aún más en él, escuchando aquella sinfonía de sus cuerpos con una placentera sacudida.

—Más duro, así, a-así —pronunciaba ya dificultosamente mientras arañaba todo lo que tenía y se encorvaba todo lo que podía.

—Te castigaré y… y no podrás escaparte de mí —jadeaba, estaban igual de cansados pero con adrenalina y la tentación de aquel deseo irrefrenable por el otro puesta en cada una de sus células.

—Sólo tú —sabía que había perdido, que su cuerpo había sucumbido ante todas aquellas muestras de excesivo placer que hace pocos meses llevaba recibiendo. Su noción se perdió y su psiquis sólo lograba dibujar la imagen de una persona con rasgos estoicos y caricias brutales. Sus piernas se extendieron aún más incitando a lo imposible, moviéndose con una sincronización propia y descolocada, una vez más volvían a movimientos erráticos producto de su propio deseo hacia el otro, avecinando que un orgasmo más se aventuraría en su repertorio y que sería tan esplendoroso como el del comienzo.

Exhalo el poco aire que tenía en sus pulmones tratando de alcanzar la cumbre de su placer carnal, ya no se movía rindiéndose a lo que el otro quisiese hacerle esperando que todo aquel torrente de emociones no quedase en nada, y que por supuesto su cuerpo quedara bien marcado como el otro lo tenía. Sintió su respiración dificultada cuando abruptamente fue cambiado de posición quedándose boca abajo con sólo una pierna alzada y entumecida con aquellas arremetidas, con aquella fragancia y sonidos impúdicos; sintió una vez más aquel torrente de confusión, delirio y respiro al por fin recibir lo que quería, llenándolo una vez más acompañado de aquel jadeo expresado en su oído.

Sus piernas temblaron al igual que sus pensamientos, arremetiéndose en su corazón doblegando todo lo que creía por unos momentos y perdiéndose en un mundo en donde sólo existía él y Sasuke, nadie más. Pronto se vio en la absurda necesidad de respirar, cosa que se le hizo imposible durante el tiempo que duró su orgasmo, inhaló todo el aire que pudo sintiendo su cuerpo renovado pero pesado, y aquella sonrisa que poco a poco se hacía costumbre en su rostro apareció. Se quiso dar vuelta pero sólo logró que su pierna alzada cayese de donde estaba y que aquel cuerpo le aplastara exquisitamente brindándole el calor que hace poco le había quitado, y se quedó así, importándole poco si aquello conllevaba a poder respirar menos.

El silencio se hizo presente, hasta que Sasuke en una actitud completamente morbosa volvía a ingresar sus dedos en aquella entrada maltratada deliciosamente, sacando un poco del producto de su deseo quedándose impregnados en sus dedos.

—¿Qué haces? —trataba de hablar algo coherente, pero de nuevo se dedicaba a sentir aquellas caricias, más cuando el Uchiha abandonó su entrada dirigiendo sus dedos hasta su boca, recordó lo pervertido que podía llegar a ser a veces Sasuke sin pretenderlo.

—Me gusta cuando lo haces —indicó mientras esperaba que aquel pelirrojo abriera sus labios, cosa que hizo al cabo de un corto periodo de tiempo. La persona bajo de él siempre se rendía ante aquellas palabras, cosa que sólo demostraba su debilidad por él, y la debilidad que el pelinegro tenía por hacer aquello. Sus dedos quedaron limpios y pronto sólo se dedicaba a succionar sus yemas y morder un poco hasta que se salió de encima del cuerpo más pequeño, provocando que Gaara ganara más oxígeno.

—Me duele —inquirió tras un tiempo, a lo que el moreno traducía como un inquietante “me gustó” que le hacía sonreír.

—Ven, vamos a bañarnos.

—No, quiero quedarme así —musitó mientras cerraba los ojos y por fin se decidía a voltearse en busca de su fuente de calor. El moreno sólo asintió y movió sus manos en busca de la sábana que los cubriría de un poco de frío o miradas recelosas; se quedaron tendidos a un costado sin mirarse ni tocarse por unos minutos hasta que el poseedor del Sharingan dio a entender que tenía sueño, por lo cual el pelirrojo se removió a su pecho como un animal criado para hacer aquello.

—Odio esto —masculló cuando se acomodaba y dejaba que el otro lo tocara en distintos patrones hasta cansarse, importándole poco si lo que tocaba eran sus hombros, sus piernas o su trasero, priorizando que sólo eran caricias post-coitales.

—Déjame dormir —y aunque sonará estúpido, Gaara también cerró sus ojos, estaba un poco cansado y gustaría de una siesta por una o dos horas, acompañando a Sasuke en su viaje a sus quimeras.

Uchiha Sasuke no se sorprendió cuando se vio tendido solo en su lecho, es más, la costumbre de que Gaara se levantaba antes que él ya no le incomodaba como en un comienzo. Desentumeció sus extremidades y tomó una toalla con el fin de darse una ducha revitalizadora y salir, eran alrededor las seis de la mañana y había prometido ir a entrenar con el Kage de la suna, por lo cual no tendría que tardar.

Una vez listo caminó a paso tranquilo hasta la cocina, encontrando su desayuno listo por lo cual sólo se dedicó a comer sereno y disfrutando del silencio que le otorgaba su hogar hasta que llegara Gaara.

—¿Terminaste? —cuando la imperturbable voz de su amante llenó la instancia, sólo logró hacer un sonido con sus labios cuando partió a su costado a entrenar, no es que no quisiera verlo, no quisiera hablarle o tocarle, sino que su control hacía que tomara medidas al respecto; él estaba consciente de que sólo bastaría ver aquellos orbes claros como para que su deseo aumentara el doble, como también sabía que nunca sería rechazado.

Caminaron juntos por Konoha, saliendo del Barrio Uchiha, y se dirigieron a los campos de entrenamientos, a los cuales tenían que cruzar el centro de la villa para poder llegar. El rumor que estaban juntos se había esparcido como agua de manantial, por lo cual las miradas curiosas, recelosas y odiosas no les sorprendían, pero ante todo el público ellos no se tocaban, no se miraban y ni mucho menos se hablaban manteniendo aquella postura tan conocida por todos.

—¡Sasuke! —obviamente que ante el nombre de uno de los dos ambos giraban, era algo habitual, Kiba apareció con Akamaru diciendo algo de una misión que duraría una semana y que lo necesitaban ante lo cual el aludido únicamente asintió y dio por finalizada la charla, no sin antes que Kiba le dijera dónde era y de qué se trataba, a lo que sencillamente le dio el pergamino.

—Está bien, nos vemos mañana —sin nada más que decir el Inuzuka asintió.

Gaara miraba todo en silencio, sopesando si debería estar enojado, feliz, o sencillamente impasible, pero el sólo hecho de recordar que no lo tendría en una semana lo enfureció sin saber por qué, y por supuesto sin saber cómo actuar.

—¿Por qué aceptaste? —murmuró el pelirrojo mientras seguía caminando con sus brazos entrecruzados con su enorme calabaza en su espalda esperando una respuesta satisfactoria.

—Porque quería —respondió el poseedor de los cabellos negros, ganándose una discreta mirada de odio. Gaara caminaba como lo hacía habitualmente, con sus brazos entrecruzados y la vista indiferente a su entorno, pero no dimensionó aquello hasta que vio a una pareja de enamorados tomados de las manos, conversando amenamente y besándose sin importar la presencia de más gente o miradas curiosas, y tuvo la obligación de hacer eso aunque se viera ridículo, por una vez quiso ser como una persona normal con una pareja que si bien no era tan cariñosa podría confiar en ella y apreciar su lealtad, por lo cual descruzó sus brazos y dirigió su mano hasta el bolsillo del Uchiha, quien ni se inmutó sólo hasta que la mano contraria se entrelazó impulsivamente —cosa extraña— con la suya, a lo cual giró su mirada con una ceja alzada pidiendo una respuesta.

Gaara sólo hizo una señal con su vista y vio a la pareja, a lo cual alzó los hombros y sacó las manos mostrándolas como si aquello no fuese nada, importándole poco las miradas sorprendidas, y interiormente disfrutando de aquella mínima caricia pública que sería la única demostrada, lo demás era demasiado empalagoso a su gusto.

Su relación no era normal, eso lo sabía Kakashi y Sakura al verlos caminar por la calle con aquellas miradas serias y expresiones que asustaban a los más pequeños, pero aún más extraño era el hecho de saber cómo se unieron con aquellas personalidades que no distaban mucho la una de la otra, pero mientras ellos no hablaran, no tenían mucho qué decir.

—No durarán —anunció la kunoichi tras ver cómo Sasuke era perseguido por su club de fans y Gaara las espantaba con su arena.

—No lo sé, pero si sigue así el Kazekage terminará matando a media Konoha —la chica asintió mientras veía como el Uchiha arrastraba ligeramente al joven Kage en dirección a los campos de entrenamiento, ganándose unas palabras del odio por el menor mientras que las chicas se escondían entre los callejones gritando quién sabe qué cosa.

—Gaara es muy difícil de controlar, y Sasuke muy borde; sólo falta que Sasuke-kun diga algo estúpido y Gaara podría llegar a matarlo —enfatizó segura de todo lo que había dicho.

—Pues habrá que ver.

Pero ante todo pronóstico aquello no sucedió. Sasuke pocas veces decía algo que incomodara en cierto grado a su pareja, lo que sólo lograba que se largara de casa algunos días, o que él se fuera por unas misiones cortas para que aquella aura de muerte no lo persiguiera; y Gaara pocas veces hacía cosas que molestaran a Sasuke, y cuando las hacía sólo se ganaba unas palabras sarcásticas y maldiciones que lograban una tarde en la cama para cumplirlas; ellos estaban lejos de ser una pareja envidiable, pero sin embargo eran lo suficientemente estables a la hora de tomar decisiones, tales como el regreso de Gaara a Suna, y el papel de embajador que Sasuke jugaba allí para no poder separarse, o las vacaciones de tres meses en Konoha para que Naruto no se enojara, pero todo aquello siempre venía con un contra, y eso era la extraña posesividad que tenía el pelirrojo con el Uchiha, cosa fomentada por las fans y el extraño magnetismo que tenía el su novio tanto en hombres como en mujeres.

—¿Enserio son pareja? —Temari, su hermana, llevaba haciendo la misma pregunta desde que entró sorpresivamente a la oficina de su hermano y encontró a su ototo siendo lujuriosamente besado por el Uchiha cerca de la ventana, logrando así apagar cada rastro de placer antes dado por parte de los dos.

—¿Cuántas veces lo vas a preguntar? —cuestionó hastiado Gaara mientras se sentaba en la silla y Sasuke desaparecía algo enojado por la irrupción.

—Pero… ¡son hombres! —el pelirrojo enarcó lo que simulaba ser una ceja y siguió molesto por la irrupción, timbrando y leyendo los papeles rápidamente para buscar al Uchiha —… vale, eso no era lo que quería decir —argumentó—. Es sólo que me parece sorprendente que el bombón Uchiha se pierda así —y allí comenzó el catalizador —, no me sorprendería si alguien lo buscara para quitártelo, por lo que sé Sasuke-kun busca a alguien para que le dé hijos —y lo que faltaba: la razón del supuesto engaño.

A sol y sombra Gaara tenía a un bushin con Sasuke, cosa que al otro no le molestaba pero sí incomodaba como cuando tenía que conversar —obligadamente— con otros embajadores y resultaban ser mujeres, las cuales al ver la cara de enojo del supuesto Kage hacían las cosas más cortas aunque sonrosadas por la presencia del Uchiha.

—No puedo creer que seas tan celoso —comentó Sasuke un día cuando ambos estaban en la casa —. Ni que me fuera con cada tipa que conozco —lo que no sabía, es que Gaara tenía miedo, miedo de perderlo a él.

—Sólo cuido lo que es mío —murmuró acercándose a él con un vaso de jugo.

—Idiota.

Aquello sólo aumentaba los celos.

A la edad de veintitrés años a Sasuke le dio por tener un hijo, cosa que desaprobaba Gaara desaforadamente pero lamentablemente aquella decisión no la tomaba él, sólo sería un simple espectador y así se lo dejó bien en claro su pareja, lo que los llevó a la denominada primera discusión fuerte en años de relación.

—¿Por qué quieres tener un niño?: lloran, no te dejaran dormir, tendrás que enseñarle a ir al baño, cambiarle los pañales y todas esas cosas que molestaran en nuestra vida —masculló mientras su mirada se hacía cada vez más dura y descorazonada.

—Porque quiero tener a alguien quien siga con mi extirpe, y si tú no lo quieres lo criaré yo.

—¿No te basta conmigo? —último recurso, desesperado y abrumado por todo lo que vendría en el porvenir, y aquello no le gustaba, ¿y si prefería el cuerpo de una mujer?

—Dios, no me vengas con idioteces. Me voy, iré a buscar a una mujer digna de mi heredero.

Y estúpidamente, Gaara por primera vez en la vida se lamentó no ser mujer.

Le molestaba en lo más profundo que Sasuke no tomara en cuenta su opinión, le jodía que la atención que antes le era privilegiada sería compartida por un mocoso que sólo le quitaría el tiempo con el Uchiha, pero más aún, le molestaba que el niño no sería de él, sino que solamente de Sasuke.

—Odio esto.

Y allí comenzaba su plan. Misteriosamente en suna apareció el rumor de que Sasuke tenía un problema de ETS por lo cual muchas mujeres ninjas con las cuales su pareja establecía aquella condición desaparecieron; tiempo después surcó un rumor acerca de la impotencia que supuestamente tendría el Uchiha lo cual ocasionó que la otra mitad de las chicas tras él declinaran su oferta; pero no fue hasta que Sasuke había conseguido tres candidatas, y que una de ellas fuese su propia hermana que no terminó de explotar, aquello fijamente era traición.

—¿Qué significa esto? —el hecho de que Sasuke entrara extrañamente acompañado con tres mujeres hermosas, y una de ellas fuese precisamente su hermana, aparte de descolocarlo lo hizo hervir de rabia y celos, ¿qué carajos se creía el Uchiha al imponerle a tres mujeres en su casa?

—Gaara, ella es Natsuko y Kimiko, estaba pensando en ellas para mi heredero… obviamente Temari también así que las traje para que conversemos los términos y esas cosas —¡y lo soltaba así de fácil!, como si hoy hiciera calor en Suna o hubiera una tormenta de arena.

—¡¿Pero quién te crees que eres?! —explotó por fin; iba a llegar a tal extremo que lloraría para que Sasuke dejara aquella estúpida idea de su cabeza. Miró con aquellos orbes aguamarina a aquellas tipas —incluida su hermana— de la manera más escalofriante que tenían esperando a que desaparecieran si las fulminaba con la mirada.

—Sabes, paso algo extraño. Alguien dijo que tenía ETS e impotencia, ¿puedes creerlo? —eludía con sarcasmo mientras preparaba cinco tazas de té y se iba con su novio a intentar calmarlo.

—¡No me cambies el tema!

—No me hagas escenas de celos Gaara, no comiences —advertía mientras la seriedad de sus palabras era consecutiva a la de su mirada y forma de expresarse.

—Creo que aquí habrá problemas —murmuraba Temari a las demás chicas.

—Sabaku-sama parece muy enojado —admitió una hermosa chica llamada Natsuko, quien poseía casi las mismas características de Gaara.

—Creo que mejor nos vamos —la voz suave de Kimiko rompió aquel tenso ambiente formado por la lucha de miradas asesinas por parte de la pareja.

—Ustedes no se irán.

—Uchiha-sama, creo que debería primero solucionar su problema, si quiere luego nos contacta —informaba con una radiante sonrisa Natsuko y ante aquel gesto pesadamente Sasuke también correspondió con una sonrisa sólo para sacar de quicio a su pareja, quien parecía estallar de ira ante eso. Temari apurada saco a las chicas de la casa y cerró la puerta esperando a irse por lo menos dos cuadras antes de una explosión, sin dudas aquella era la primera pelea fuerte que tenían ambos y no sabía cuáles serían los resultados.

—¡No puedo creer que me hagas esto! —gritaba un pelirrojo mientras se sentaba frustrado en el sofá.

—Te dije hace meses que buscaría una mujer.

—¡Pero no pensé que sería verdad!

—Obviamente que sí, ¿por qué actúas de ésta manera? —inquiría el Uchiha mientras trataba de acercarse si ser atacado por la arena que comenzaba a pulular en la estancia.

—¡¿Por qué?!, es sencillo señor Uchiha —escupía enojado mientras le dirigía aquella tétrica mirada —. Ése niño —admitía con desprecio— no es mío en primera instancia, luego de que te tienes que revolcar con otra y… ¡¿te parece poco?! —bien, estaba algo avergonzado pero no lo demostraría, tampoco que se sentía inestable y celoso por culpa de aquel niño, y de la mujer que probablemente le quitaría a Sasuke y él no quería aquello, ¡Sasuke era de su propiedad y nadie más podía disfrutar como lo hacía él!

Por otra parte la pareja de aquel inestable pelirrojo admiraba las facciones viendo frustración, cólera y sobre todo inseguridad marcada en sus orbes, los cuales se cubrían bajo el manto de enojo que trataba de darle Gaara. Suspiró agotado por todo lo que tendría que hacer para darle seguridad a su pareja, pero sabía que si él no lo hacía probablemente Gaara terminaría matando a toda la población femenina del mundo.

—Ven —ordenó cuando se sentó a su costado. El aludido iba a replicar pero basto para que la mirada decidida que poseía su novio para hacerlo desistir, quizás no estaría tan mal dejarse engatusar por ahora —. Dime la verdad —aunque ya no le pareció tan buena idea.

¿Cómo le diría a Sasuke que se sentía inseguro al saber que probablemente al probar las bondades femeninas lo dejaría?, o el hecho de que ninguna mujer sería como él, por lo cual lo conquistaría con su actitud sumisa. Pensó irremediablemente en llevarlo a Konoha y devolvérselo a Naruto ya que por último sabía que había perdido con alguien como él y no ante atributos que no tenía.

—No te rías —amenazaba fieramente cuando le iba a dar la explicación. El mayor asintió y se acomodó esperando las palabras que lo llevarían a una presunta solución, pero su pareja cavilaba algo inquieto las hipotéticas palabras que tendría que decirle, por lo cual el silencio los sumió en algo incómodo.

—Gaara, no porque no me digas significa que no lo haré —admitía agotado el Uchiha debido a que su paciencia disminuía al correr los minutos.

Por otro lado el pelirrojo se debatía en decirle la verdad o no, ¿pero a quién engañaba? Sasuke no le creería a menos que fuese la verdad, y por ser la verdad era precisamente que estaba así. Pensó por unos instantes sus argumentos, o si le salía más sencillo ceder ante el capricho del Uchiha por tener un heredero, pero el sólo hecho de pensarlo le hizo hervir la sangre además él era Sabaku no Gaara; ¡Kazekage!... no podía ser un maldito cobarde.

—Tengo miedo de que cuando te metas con aquellas tipejas me dejes a mí de lado porque da la puta casualidad de que te persigue toda la población femenina —bien, lo había dicho, ahora esperaba la respuesta que ya sabía lo que sería “eres un idiota Gaara” en caso de ‘consolación’ o un degradante “por supuesto, ¿qué más creías?”; pero lo que menos esperó era aquella sonrisa socarrona posada en sus labios, aquellos profundos orbes negros mirándolo casi con burla queriendo carcajearse de él a viva voz —. ¡¿Qué?! —volvía a explotar mientras golpeaba fuertemente el pecho contrario signo de que estaba enojado.

Sasuke hizo un gesto fuera de lugar y exhaló el aire que tenía en sus pulmones para luego colocar aquellos ojos en los suyos, y la abstracción que tenían aquellas orbes era sorprendente: supo que solamente quedaba escuchar.

—¿Crees que me acostaré con una mujer para tener un hijo de buenas a primeras?

El aludido asintió sin titubeos ganándose un bufido por parte de su pareja, quien parecía volver a colocar aquella arrogante mueca en sus labios, aquellos labios que ya deseaba.

—Eres un idiota —¿consolación o ruptura? —. Gaara existe la inseminación Artificial, y si aquello no funciona pues allí sí tendría que acostarme con las chicas —murmuraba como si nada alzando los hombros.

—Espera —y razonó… una sencilla ecuación que ocupada su mente:

Tecnología seminal= no contacto sexual/casual con la tipeja = fidelidad = Sasuke es de Gaara”.

¡¿Cómo se le había olvidado la maldita tecnología?!, el primer paso era avergonzarse por su estupidez, el poseedor del Sharingan tendía a desorientarlo como un idiota ante la sola presencia o mención de su nombre de la manera más absurda posible; hasta cierto grado parecía un quinceañero enamorado cada vez que otras personas hablaban de él… pero aún así estaba en contra de todo aquello.

—Pero ése hijo no será mío —rebatía el otro tratando de que su pareja desistiera de aquella idea.

—Joder Gaara, si fueras mujer o yo lo fuera sabrías de sobra que no buscaría algo así, pero ambos somos hombres, ¿o es que acaso no has pensado en tener hijos? —guardó silencio; la verdad no lo había pensado. Su infancia había sido lo bastante vacilante y solitaria que ni siquiera había pensado en dar vida, él quien precisamente quitó muchas además de su naciente inseguridad. Se imaginó con una familia al lado de Sasuke, por una parte sentía cálido el fruto de ellos… aunque fuera sólo de uno él sabía que le gustaría tener un niño con su novio pero… ¿y si eran malos padres?, ¿y si morían y lo dejaban solo?, ¿y si el niño lo odiaba por ser lo que era?

—¡NO! —gritó tapándose sus orejas con el fin de detener aquellos pensamientos malaventurados en su psiquis, ¡él no quería eso! —…no —gimió lastimeramente mientras sus orbes ardían, hace tiempo que no sentía la imperiosa necesidad de llorar —. No seremos buenos padres, podríamos morir, podrían mirarlo mal, me podría odiar —empezó a decir argumentos al aire tratando de que uno tocara el corazón, o lo que fuese que tuviera Sasuke allí en su pecho. Fijó su decidida mirada cristalina en la contraria tratando de que se diera cuenta de lo que le sucedía y lo hizo, pero le dio la solución que él no quería.

—Yo también tengo miedo —admitió —, pero mis ganas de ser padre superan aquello. No quiero que mi clan termine aquí… además, yo quiero tener una familia.

—¿No te basta conmigo?

—Una familia completa, por lo menos con un niño o niña…

Y lo dejó solo en aquel salón, Sasuke no estaba pidiendo su autorización, sino que le estaba avisando y aquella era la única muestra de amor que él le pedía: aceptar a su hijo...

Notas finales: Para los que no sepan, ‘Amantis’ significa amantes ;)
Bien, el Lemon me costó un poco ya que no estoy acostumbrado a poner a Sasuke con Gaara... y puse al pelirrojo de Uke para acostumbrarme a la idea de una nueva pareja lo que no significa que lo enclaustraré al pobre en la posición pasiva.

Siempre me imaginé que Gaara sería más celoso que Sasuke por el hecho de que le habían dado algo nuevo que nunca antes había sentido... Sasuke es como el primer regalo de navidad en cierta medida para Sabaku, por eso de sus celos obsesivos y desquiciantes, aunque no terminan aquí.

Espero sus comentarios.


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