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Amōris por OdiumAmoris

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● Amōris ●

 Por: OdiumAmoris


 

● Capítulo IV: Estorbos ●

Miró de reojo aquella situación y decidió intentar nuevamente hacerla pasar por alto. Llevaban en Konoha alrededor de cinco meses y su amante no daba intenciones de irse y tampoco era que él no quisiera largarse de allí; desde que Sakura confirmó el embarazo  —la chica elegida por su novio para ser la madre de su hijo— todo había estado demasiado revuelto y rápido ya que el Uchiha no esperó segundas observaciones y le dijo —porque ni siquiera pidió permiso— a Gaara que se marcharía hasta completar los tediosos nueve meses, y he allí del por qué él intentaba nuevamente omitir el hecho de que su propia pareja le prestara más atención a una mujer gorda y despiadada que a él.

—¿Estás segura que no quieres nada? —sin contar lo jodidamente atento que se había vuelto. Él sabía que aquello sucedería, que esa persona y el crío sería un estorbo en su relación pero por el amor obsesivo que le tenía al Uchiha lo había dejado ser feliz a cuestas de que su relación se fuera al traste.

—No Sasuke-kun, gracias —sin contar con que aquella estúpida chica aún andaba tras su novio, ¡el suyo!—Vámonos —he allí la razón del porque su humor era tan de perros, sin contar con la reciente abstinencia meses.

—Ya voy —el pelinegro se despidió aún observando de reojo a la mujer que se quedaba sola en casa, pero había prometido —hacia un mes ya—  que entrenaría con el pelirrojo debido a su falta de atención expresada en los  últimos períodos.

—¡Sasuke-teme! —¡arghh Naruto! Apretó sus puños tratando de mermar aquellos celos posesivos y obsesivos para no tener que matar  a nadie, no sólo tenía con Sakura en casa, sino también con el rubio que cada vez que lograba despegar al poseedor del sharingan de la chica, el impertinente rubio llegaba a robárselo. Quiso sacar la arena de su calabaza y aplastar la villa entera con tal que el de orbes oscuras se fijara sólo en él por un momento.

—¿Qué sucede? —parcamente el contrario contestó aunque la atención completa ahora recaía en el rubio.

—¿Vamos a entrenar?... ahora andas más pegado a Sakura y poco se te ve —argumentó rascándose la nuca con aquella sonrisa tan sincera que poseía. El de orbes aguamarinas admiró sorprendido —pero sin demostrarlo— como él sí podía decir lo que pensaba de aquella tortuosa situación sin pelos en la lengua, y por supuesto sin sentirse débil. Miró fijamente a su pareja en busca de  algún escaqueo o algo pero lo único que pudo apreciar fue la sonrisa arrogante y el leve asentimiento y nuevamente Gaara fue relegado por otro.

Quiso gritarle mío al contener del nueve colas, tomar al Uchiha por el brazo y arrastrarlo hasta Suna, encerrarlo en su habitación y no dejarle salir por semanas, que el cuerpo del moreno tuviera tatuado su nombre en cada nacarado lugar.

Quería a Sasuke, lo quería ya.Los observó partir delante de él con un Naruto parlanchín y uno que otro asentimiento por parte de su novio… demasiado doloroso para él que en una tormenta de arena se desvaneció de aquel lugar tratando de hacer perecer aquella sensación de olvido.

Había llegado a su casa al atardecer, Sakura tenía preparada la cena y sin miramientos se adentró a bañar pensando en los sucesos que acontecían en su vida. No es que no se hubiese dado cuenta, o que no le tomara atención, pero Gaara se había marchado de su lado desde hace mucho tiempo y no había tenido noticias de él desde que Naruto lo  interceptó en las calles de la hoja. Se relajó por unos momentos razonando que su loca pareja volvería al anochecer cuando todos estuvieran en cama, pero no sucedió ni ése día ni el otro.El día jueves —tras la tercera mañana en la cual Gaara no aparecía— el humor bestial y frío que tenía marcado en su ceño no cambiaba en absolutamente nada. Sakura había ido arrancando a la casa de Hinata, que le quedaba más cerca, con tal de no sentir la presencia asesina de la cual era víctima el Uchiha, mientras que Naruto al verlo tan tenso  decidió que lo mejor sería dejarlo pensar absolutamente solo en su casa donde no estaba Gaara: la persona que tenía la culpa de su eventual mal humor.

—Pelirrojo de mierda —mascullaba mientras volvía a entrar a su pieza y abría el ropero en donde podía apreciar las prendas rojas, negras y marrones de su pareja —, dejarme botado —volvía a murmurar macabramente mientras decidido alistaba su armamento ninja —, sin ni siquiera despedirse —espetaba arrojando sus shuriken en la bolsa y  amarrándose el porta-kunai en su pierna derecha —, estúpido novio.

Una vez listo —y con su humor en el estado más nocivo— comenzó a recorrer Konoha la cual encontró sin signo alguno de su pareja y sólo llegó a una sola resolución: Gaara se había ido.

Enojado con él —y consigo mismo— volvió a su casa dejando una explícita nota a la chica: “Volveré en una semana y media” —y sin pensarlo mucho caminó hasta la salida de Konoha y ya cuando estaban en terrenos externos al país del fuego se dio el honor de convocar a Manda quien lo llevó rápidamente hasta Sunagakure, ya se las vería con él el pelirrojo celoso.


Había llegado a Suna hacía dos días y estaba completamente enojado y frustrado en su casa. No había querido ir a trabajar porque sabía que ante la presencia de cualquier idiota terminaría ocupando su arena y posiblemente el carmín líquido sólo alteraría aún más las cosas. Apreció la absoluta oscuridad la cual era presente y pensó en que probablemente sus hermanos aún estarían en la puerta de su departamento intentando entrar para poder ayudarle, pero había dejado una buena cantidad de arena reforzada con su chakra para evitar visitas indeseables. Pensó en su supuesta relación con Sasuke la cual encontraba más frívola y distante que nunca; en Sakura, aquella mujer que si bien era parte importante de la vida de la que suponía ser su pareja ahora se encontraba monopolizando su tiempo. A su cabeza vino la imagen de cierto rubio que a cada rato le quitaba su preciado tiempo —el único que tenía— con el pelinegro y masculló, maldijo y espetó todos aquellos nombres con un sinfín de malos sentimientos, pero aún más lo hizo con la supuesta persona que debería estar pendiente de él, que debería amarlo y atender  a su persona cada vez que esta la solicitaba con bríos…Sasuke le había dejado de lado.

Sus orbes claras comenzaron a empequeñecerse producto del dolor sentimental que tenía y la poca estabilidad emocional que tenía se fue al traste al sentir que la puerta de su casa cedía ante un golpe de chakra.


¿Cuánto tiempo había pasado ya?: cinco, dos ¿o cuatro días de infierno y represión? Sonrió sarcásticamente ante aquella persona con la cual descargaría toda su ira al haber osado a interrumpir su momento de meditación y ‘tranquilidad’.

Sintió los lejanos pasos  resonar con más insistencia cuando se acercaba a su habitación y la arena que estaba pululando comenzó con un vaivén peligroso y  maquiavélico, los orbes aguamarina  refulgían entre la mezquina oscuridad y aquellos deseos de venganza se hacían más latentes cuando aquella presencia se detuvo en la puerta, tal era su ansiedad que no esperó a que la persona traspasara la instancia cuando tronadoramente rompió la puerta y envolvió al intruso en un torrente de arena formando el ya conocido Sabakukyū, elevando a la individuo en el aire acercándola lentamente hasta donde él se encontraba.

—¿Me matarás? —abrió sorprendido sus orbes entre verdes y azules levantando su quijada hasta observar la sombra —, respóndeme: ¿Me matarás? —volvió a insistir la masculina voz. Recuperando el control de sus acciones Sabaku presionó aún más aquel agarre con profundo resentimiento.

—Me dejaste de lado —espetó corroído por la ira —, dijiste que no lo harías —Sasuke guardó silencio, sabía que él tenía que descargarse, reclamarle por su actitud tan egoísta y aunque él sabía que estaba en un error no podía pedirle disculpas…  su hijo era importante para él tanto   como lo era su pareja, pero pensaba —erráticamente—  que él comprendería la situación que estaban atravesando, juntos… como pareja.

—¿Me matarás? —volvió a insistir cuando el agarre se hizo más fuerte.—Te lo mereces —pronunció en voz baja el menor —. Te dije… te dije  que no me dejarás de lado… te dije que ella se convertiría en un estorbo… te lo supliqué —farfulló con odio levantando aún más su dolida mirada.

Afianzó más el agarre para pasarlo de estado doloroso a uno agónico. La expresión neutra de Sasuke lo desquiciaba, aquel rictus de seriedad que tenía, sus pies cayendo lánguidamente en una expresión corporal por completo relajada: le molestaba.

—¿Te da lo mismo? —bisbisó rencorosamente —; después de todo siempre fui nada —balbuceó finalmente soltando el  doloroso agarre y la arena a su alrededor se comenzó a agitar formando púas y shuriken para que el mayor no pasara.

—Por un momento creí que comprenderías… por un momento pensé que razonarías que luego de nuestra estancia en Konoha nos iríamos aquí  y posiblemente Sakura nunca vería a nuestro hijo… creí ingenuamente que mi pareja estaría tan ansioso como yo cuando se diera cuenta de que tendríamos a un hijo a quien enseñarle… soy un idiota —rebatió a pesar de que dejaba en libertar parte de su sentir —… a veces pienso que esta relación no debería de existir —comentó al aire. Aquel último dicho cayó pesadamente en ambas mentes provocando que el aire que tuvieran retenido en sus pulmones disminuyera peligrosamente.

¿Terminar?... nunca se le había pasado por la cabeza… nunca ninguno de los dos lo habían pensado así.

—¿Te cansaste de mi?... ¿acaso ya no te sirvo? —arguyó colérico el menor al levantarse de la cama y tomar las prendas del Uchiha con su propia mano dándole alcance con su intimidadora mirada.

—Me cansé de decirte palabras cursis Sabaku no Gaara, me cansé de ser yo quien tenga que tapar las deficiencias de nuestra relación, me cansé de tener que repetirte una vez lo que siento por ti y no reciba nada a cambio… una pareja es de a dos, tus fachas son las mías pero las mías… ¿no tengo derecho a equivocarme?... eres un egoísta al pensar que el único que sufría eras tú  —manifestó enojado deshaciéndose del agarre abruptamente —, me iré mañana por la tarde.

Una última oportunidad.

Admiró la ancha espalda del Uchiha salir de la habitación y tan pronto como aquello sucedió se dejó caer abrumado al piso por sus pensamientos y culpas internas. Si Sasuke se equivocaba era siempre el que asumía las consecuencias,  pero y cuando él lo hacía… Sasuke también era el culpable en ambos casos. Mordió su labio con fiereza hasta hacerlo sangrar y pasó su vivaz lengua por el labio inferior probando aquella esencia maldita.

¿Qué hacer?

Meció sus cabellos escarlatas con impaciencia y  la arena que antes lo acompañaba quedó relegada a la nada.

¿Qué hacer?


Observó de reojo la puerta de la que hasta ahora había sido su casa y caminó vagando por las calles de Suna, no fue hasta que vio un Bar que paró su andar y se adentró en la estancia pidiendo el sake más fuerte para  olvidar todo lo que le atormentaba y sin dudar una cabeza roja era lo primero que veía.

—Estúpido novio —masculló por lo bajo vaciando otra copa de sake en su boca.

—¿Ahogando las penas de amor Uchiha-san? —giró su escolarizada vista hasta Natsumi, una hermosa ninja de la aldea que había conocido en una misión. No le respondió como debía pero tampoco le hizo quite a su presencia; la chica pidió dos botellas más de sake al ver que el Uchiha pronto bajó la tercera y última que tenía de una vez y comenzó a coquetear con él sin miramientos —, ¿Cómo ha estado Gaara-sama? —cuestionó mientras le sonreía levemente.

—No me hables de ése bastardo —espetó el pelinegro mientras desviaba sus orbes.

—Ah… ¿se han peleado? —indagó nuevamente mientras volvía a servir más sake en el vaso del mayor.

—Si me vas  a hablar de él más te vale irte Natsumi —escupió como si nada al quitarle la botella y empinársela en sus finos labios. La muchacha sonrió complacida y asintió mientras cambiaba drásticamente de tema, era vil lo sabía, pero ella cuando quería algo lo lograba.

—Y dígame Uchiha-san, ¿aún quiere revivir su clan? Aún quedaba noche.


Sus pisadas resonaban en la torre del Kazekage, sus pensamientos se desviaban a una sola persona la cual no encontraba y sus hermanos estaban tras de sí acribillándolo con despiadadas preguntas con respecto a su actuar, y como si tuviera poco con todo aquel estrés, ¡no encontraba a Sasuke por ningún lado!

—¡Dejadme en paz joder! —vociferó resentido logrando que pararan su atosigamiento —, sedme útiles e id a buscarle… —la rubia y el coleccionista de marionetas asesinas asintieron con vigor y pronto desaparecieron en una ráfaga de viento mientras él se quedaba allí admirando la tarde en Suna.

Eran ya las tres de la tarde y aún no daba con el Uchiha. Lo había esperado parte de la mañana en la salida principal y dio la explícita orden de no dejarle salir por nada del mundo sin antes hablar con él pero nada… a Sasuke se lo había tragado la tierra.

—¿Dónde estás Uchiha? 


Una maldita estela de luz pasó por sus orbes haciéndolos calentar y ceder ante el pesado sueño del cual era preso.  Quiso levantarse pero su cuerpo estaba más pesado de lo habitual y le dolía horrores la cabeza, sentía el traqueteo constante en sus sienes y soltó un bajo gemido lastimero.

Quiso rodar por la cama de dos plazas y pedirle a su novio que le trajera pastillas para el mal que lo aquejaba pero pronto las escenas de los últimos días —y la eventual mala noche— propiciaron su mente. Daba gracias de ser el tipo de ebrio que recordaba todo lo que hacía porque era perfectamente consciente que la chica había querido aprovecharse de él y es por eso que estaba desnuda en al costado de la cama aparentando dormir.

Hizo un movimiento dando a entender de que ya estaba despierto y la chica que respondía al nombre de Natsumi giró sin considerar su desnudez para poder ‘hablar’ con el Uchiha.

—Buenas tardes Uchiha-san —el aludido asintió removiéndose de su lugar logrando sentarse y ver sus prendas en la puerta de la habitación —. ¿Ya se va? —cuestionó algo dolida por la poca importancia que le daba el Uchiha a la situación.Sasuke sabía lo que quería, pero de él no lo obtendría. Pensó que era un desperdicio de tiempo estar allí, así también el que ella pensara embaucarlo de aquella manera tan vil y sin duda —sin importarle su desnudez— comenzó a vestirse no dirigiendo su mirada a la joven enredada en aquellas sábanas.

—¿No dirás nada?

—Fue un agrado beber contigo —pronunció altivamente mientras afirmaba sus pantalones e iba por la parte superior de su vestimenta.

—¿Qué diría Gaara-sama al saber de esto?, por lo que he oído anda buscándolo por toda la aldea —aquella sonrisa maliciosa no lo doblegó y así lo hizo ver cuando siguió vistiéndose como si ella no hubiese hablado, pero sí le tomó atención cuando la maldita mujer hizo una Henge de otra persona —ninja mejor dicho— y dio la información al primer ANBU que vio dónde estaba Uchiha Sasuke, y fue cosa de segundos —en los cuales ni siquiera alcanzó a colocarse bien su camisa— cuando Gaara apareció en una ventisca de arena mirando la hilarante  escena.

—¡Yo no quería Gaara-sama! —el mayor rodó sus orbes y pensó que por un momento Natsumi no sería como las demás chicas que se acercaban a él, pero equivocado ya estaba. Suspiró agotado por todo esto y se arregló sus ropas para ir por sus sandalias ninja y protectores olvidados en alguna parte de aquel departamento siendo visto fijamente por las inquisidoras orbes de ambos shinobis —… yo estaba ebria Gaara-sama y él se aprovechó de eso, dijo que habían peleado y necesitaba relajarse… enserio no esperé esto de Uchiha-san —y con un vil tono novelesco se colocó a sollozar cubriendo su desnudez taciturnamente.

—Sasuke —el tono rudo del poseedor del de cabellos carmines le llegó de lleno pero no paró con su búsqueda: él tenía orgullo. Una vez puestos sus protectores quiso encaminarse hasta la salida pero el grito sorprendido de la chica le hizo girarse.

El Kazekage tiraba de la sábana con el claro fin de examinarla como lo hacía siempre que atravesaban por aquellas situaciones y no hizo más que bufar; estaba claro que Gaara ya no estaba enojado con él y esa era su sutil manera de expresarle el arrepentimiento, y sabía que aunque encontrara residuos o algo no le diría nada.

—No hicimos nada —aquel tira y afloja que se estaba dando en la habitación quedó en nada cuando su enronquecida voz llegó a los oídos del menor —… pero eso no quiere decir que te he perdonado —Uchiha Sasuke desapareció de la vista de Sabaku no Gaara a pesar de ver —como sólo él podía— en aquellas orbes aguamarinas el arrepentimiento y soledad que profesaban, como también el resentimiento de la situación.

—Sasuke… —en sus labios se perdió aquel nombre que mucho significaba en su vida, y por primera vez en años de relación quiso llorar…

Llorar por ser tan egoísta.

 Llorar porque lo había perdido.


Notas finales:

Por fin actualicé, estaba algo pendiente por mis fic Kirieleisón y Duple Vita —ya saben, el trío GaaSasuNaru/NaruSasuGaa en FF.NET—… espero que les haya gustado.

Gracias a los comentarios que me han llegado, me hacen feliz —inclusive los pocos que tengo en Fanfiction—… por lo menos tengo la prueba de que alguien lo lee xD

Espero sus comentarios nuevamente

Post Data: Tuve que editarlo, si ven un error me avisan por favor.

 —Saludos—


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