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Amōris por OdiumAmoris

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● Amōris ●

● Por: OdiumAmoris●


● Capítulo I: Recuerdos ●

No sabía por qué tenía que ir precisamente a aquella casa a pasar sus días en Konoha, suponía que la Hokage no tendría habitaciones en su hogar, pero Konohagakure tenía las suficientes Hostales o Hoteles para mantener al Kazekage en comodidad, sin embargo cuando preguntó donde se quedaría lo único que le respondieron lo dejó algo sorprendido, y por qué no decirlo, extrañado.

—En la mansión Uchiha —sin decir que aquello lo tomó desprevenido, observó a Naruto quien hacía una clara señal de sus manos desentendiéndose de aquel dilema, logrando que sólo se captara su bufido de incomodidad.

—¿Por qué con el Uchiha? —su inconformidad se hizo presente mientras fruncía su ceño acentuando más sus palabras, a lo que sólo logró el claro bufido de Tsunade.

—Naruto tiene misiones, la mansión Hyuuga está algo ocupada y no quiero mandarte a un Hotel donde todos te trataran como un superior, por último con el Uchiha puedes mandarle las miradas de odio justificadas —dicho aquello la Godaime hizo un claro gesto para que ambos se marcharan cosa que hicieron al instante para no ganarse uno de sus golpes.

—No lo comprendo —fue todo lo dicho por el pelirrojo Kage mientras sus pasos se dirigían a la mansión Uchiha.

—Lo siento, sé que Sasuke no te cae bien ‘ttebayo, pero es buena persona, ¡y cocina excelente! —exclamó el poseedor de los orbes zafiros, Gaara llanamente asintió dejándose hacer, y así mismo llegó a la vasta mansión del Uchiha menor completamente solo, tocando la puerta esperando con sus brazos entrecruzados y su mirada seria.

—Voy —la voz del interior le sonó por decir perezosa y hastiada, pero no fue hasta que el Uchiha abrió la puerta cuando se dio cuenta de la realidad. Ambos se miraron a los ojos en una clara señal de reconocimiento, Gaara por una parte tras visualizar bien a su compañero de hogar, no pudo evitar un sutil sonrojo, sin quitar aquella demandante mirada y pose claramente intimidante que fue levemente opacada por aquella muestra de decoro.

—Uchiha, ¿así es como recibes a las personas todos los días? —y aunque su voz no había cambiado un ápice, aunque su presencia seguía siendo imperturbable, aquel leve color carmín en sus mejillas, ayudando resaltar su furioso cabello escarlata, rompía la envidiable escena de que Sasuke le abriese sólo con una toalla y completamente mojado.

—Qué importa Sabaku no, es cosa mía —así como vino, se fue dejando la puerta abierta y él entrando al baño; el invitado quiso reprimir sus instintos asesinos de expandir su arena y poder destrozarle la cara que tenía, pero se aguanto, diciendo que sería descortés y Naruto tendría una grave depresión por ello. Entró cerrando la puerta y se sacó sus sandalias shinobis, dejando de lado cualquier vestidura molesta de sus prendas quedando sólo con su camiseta manga larga color marrón y sus pantalones negros, se colocó las pantuflas en el recibidor y comenzó a recorrer la casa sin recato, encontrándose de inmediato con un pequeño Hall y a la izquierda el salón donde un elegante sofá lo recibía, en la otra sala estaba la cocina que daba pie a un comedor por la barra abierta, si seguía derecho había un gran estudio y una salida a la parte trasera y de allí tendría que recorrer las escaleras donde se suponía que daban pie a los cuartos.

—¿Terminaste de husmear? —cuando la presencia del Uchiha llegó a sus espaldas tuvo la irrefrenable sensación de un homicidio silencioso, pero no —, ven, te enseñaré tu cuarto —aunque aquello parecía una convivencia forzada, ninguno de los dos podía desmentir que aquella extraña sensación de protegerse del contrario se acentuara cada vez más, como si todo lo que aconteciera de ahora en adelante sería un gran paso para el infierno —. Traté de seguir las instrucciones de Naruto, pero omití algunas estupideces de su parte —fue todo lo que dijo cuando le mostró la habitación pulcramente ordenada, de colores más o menos oscuros, pero no apagados como los que el Uchiha acostumbrara a utilizar, la cama tendida y sus maletas en su lugar.

—Gracias —pronunció obligadamente mientras se adentraba y admiraba la elegancia de la pieza que era otorgada por sí sola.

—Una cosa más, de ahora en adelante la mantención y bienestar del cuarto es tú responsabilidad; lo rompes lo pagas. Tienes un baño continuo, y ya nos arreglaremos con los desayunos y esas cosas, tampoco quiero hacerte una mierda tu estadía aquí —fue todo lo que dijo antes de desaparecer, y aunque fue dicho con un tono de por demás prepotente, se podía atisbar algo de humanidad en aquello.

No llevaban ni una semana cuando supieron acostumbrarse a sus ritmos de vida, y ellos que pensaron que todo aquello sería un verdadero calvario. Los dos tenían una hora de despertar medianamente temprano, uno más tarde que el otro pero nada medianamente salvable; no tenían inconvenientes con las comidas y les gustaba el orden y silencio, pero aquella tensión prevalecía en la casa, y más cuando Tsunade le anunció que lamentablemente su estancia de tres meses aumentaría al doble, teniendo que convivir durante los restantes meses con el Uchiha.

—¿Cuándo regresa Naruto? —y su único tema en común, del cual ya estaba enfureciendo a uno, se agotaba día a día.

—Ya te dije, Sabaku no, en tres semanas más y no es necesario forzar una maldita conversación —y aunque sonara ilógico, si había algo que le molestaba a Gaara eran los silencios incómodos, lo hacían sentirse despreciable o no querido, algo a lo cual por mucho que estuviese practicando en su vida cotidiana no se acostumbraba.

—Me odias —rebatió parcamente mientras dejaba de comer y miraba por el ventanal hacia un costado de la casa. Se escuchó el bufido del Uchiha lo cuál sólo le podía dar una pronta respuesta.

—¿Por qué dices eso? —si fuera por él, nunca le hubiera preguntado algo así al chico, pero Tsunade lo había amenazado lo suficiente como para dejar las cosas así no más.

—Por ser lo que soy, dímelo tú —inquirió mientras sus orbes aguamarina se dirigían a aquellos demandantes azabaches que no le daban respiro, el silencio se hizo denso e insoportable, y nadie daba pie a doblegar aquella situación hasta que la suave voz —la cual nunca antes escuchó Gaara a Sasuke— rompió aquella situación.

—No sé por qué sientes odio de mi parte, sólo hay incomodidad y algo de desinterés por no tener temas en común —fue todo lo que dijo, después de todo no tenía más que decir, él no conocía nada de aquel pelirrojo y viceversa, y aquella convivencia era por mera convicción de la Hokage desquiciada, algo que ambos sabían.

—Mientes, me odias por ser un Jinchuuriki —masculló mientras expandía levemente la arena por la mesa, lo que ganó una desconcertante carcajada del mayor.

—Si te odiara a ti, tendría que odiar a Naruto, no seas idiota Sabaku no, esa es por una de las razones que precisamente no te odio, y no es pena ni lastima, sino que has experimentado la soledad de la manera más dolorosa y despreciable que uno puede tener —haciendo omisión a que el Kage de la arena quedó con los labios levemente separados, se paró de aquella silla y se fue sin terminar siquiera de almorzar, desapareciendo en una ráfaga de viento. El desconcierto de Gaara llegó tiempo después, él sabía lo de la masacre Uchiha, pero por lo que conocía el Uchiha siempre estuvo rodeado de gente, ¡él era el menos indicado para sentir soledad!

—Estúpido Uchiha —también se levantó presuroso de allí y tomó sus cosas para marchar a la torre del Hokage, ya le preguntaría a alguien lo que sucedería allí, no porque él fuera precisamente un cotilla, sino que nadie decía aquellas palabras sin razón, pero lamentablemente no le fue bien.

Si bien cuando llegó a la torre del Hokage, terminando con sus responsabilidades como Kazekage le preguntó a Tsunade sobre el asunto, ella desvió su atención a otras cosas, dejándolo aún más curioso en el asunto, y cuando finalmente volvió a insinuar algo al respecto algo lo dejó fuera de lugar.

—Pregúntale a Naruto, o a alguien del antiguo Equipo siete —y aquello lo remitía a dos personas: Hatake Kakashi —con quien no hablaba mucho—, y Haruno Sakura —la mejor amiga del rubio—; aquello no iba a ser sencillo.

Divagó en sus pensamientos mientras caminaba por la aldea, perdiéndose en el centro de la ciudad y periferias para luego volver al mismo sitio, pasando por alto los campos de entrenamientos y todo a su alrededor, hasta que una muchedumbre bastante molesta de mujeres de variables edades se encontraban amontonadas en una esquina.

—¿Lo viste?, venía sin camisa, al parecer terminaba de entrenar y entró a comprarse un refresco.

—¡Claro que lo vi!, tendría que estar ciega para no hacerlo —chilló otra muchacha, contrariado frunció el ceño y quiso pasar de largo, seguramente sería la nueva estrella de Cine que venía a Konoha a filmar una película, después de todo algo así le habían informado en la torre; pero sus pasos gravitaron a la tienda abriéndola para ingresar a comprar algo, y es que aquello que le pasó fue algo inevitable y confuso.

Encontró la tienda vacía y silenciosa, opacados por el respirar del vendedor en la caja quien parecía cansado y los pasos lejanos que se escuchaban por el otro pasillo, era una tienda de abarrotes, por lo cual decidió comprar lo que faltara en la casa para hacer la cena y cogió lo que parecía ser una canasta y comenzó su elección, mas a la mitad de camino cambio de parecer.

—¿Uchiha? —contrariado pronunció aquel nombre infernal por unos segundos, viéndolo decidir entre qué arroz llevar para la cena y algo de especias.

—¿Sabaku no?, no compres nada ya lo estoy haciendo yo —asintió mientras dejaba su canasta de lado y caminaba a su dirección, parándose a su costado admirando que era precisamente él quien estaba sin camisa, pero no dijo nada, “debe ser una confusión”, pensó por unos momentos.

—Afuera, unas chillonas mujeres desquiciadas decían algo —ante tal comentario el otro se hizo el desentendido, a lo que él no lo tomó en cuenta y siguieron catando el arroz que se les presentaba.

—Estoy indeciso —murmuró tras un tiempo, el pelirrojo alzó una ceja y vio que el Uchiha mantenía su mirada en sólo dos costales.

—Es sólo un estúpido arroz —inquirió el aludido, ya se estaba cansando de de aquello.

—Con que estúpido arroz —argumentó el otro. Sin miramientos Sasuke cogió unas bolsas y comenzó a echar de todos los distintos tipos de arroces que estaban en aquellos costales, ganándose la reprobadora mirada del invitado —. Ya veremos si el estúpido arroz es igual al otro —Gaara no comprendió aquellas palabras, por momentos pensó que sólo era el estado de paranoia normal del otro, y se dirigieron a la caja tras escoger entre los dos los bebestibles, que les resultó sencillo, una vez pagado Gaara tomó la mitad de las bolsas y salieron juntos, mas no pudo omitir el chillido de las chicas en el exterior.

—¡Sasuke-kun! —corearon alrededor de una centena de muchachas, el aludido ni pistas de importancia le dio a aquello, así que el menor tampoco lo hizo, caminaron siendo seguidos por las chicas, cosa que comenzó a molestar al pelirrojo.

—¡Sasuke-kun se mi novio!

—¡Reconoce a tu hijo Uchiha-kun!

—¡Sasuke-kun quiero ser tu esposa!

—¡Yo soy la indicada para renacer tu clan, Sasuke-kun!

—¡SASUKE-KUN! —una y otra vez, incesantes, demandantes y molestas.

—¡Haz algo! —masculló por lo bajo mientras intentaba reprimir sus instintos más bajos los cuales decía que matara a todas aquellas personas.

—Créeme, ni siquiera las más grandes técnicas shinobis funcionan con ellas —y siguieron su camino al ahora mercado en busca de verduras frescas, carne y pescados, claro que sin obviar a la fanaticada.

—Eres un cobarde —el Uchiha sencillamente levantó los hombros en señal de indiferencia, había aprendido a que con algunas cosas era mejor no molestarse.

Compraron nuevamente lo necesario y partieron rumbo al barrio Uchiha, donde cada vez las chicas poco a poco iban desistiendo de su esfuerzo por la atención del chico, y así pasaron las tardes, el pelirrojo aprendiendo que el estúpido arroz sí tenía una gran diferencia, soportando a aquellas molestias cada vez que se lo topaba en alguna parte, y Sasuke omitiendo el hecho de que Sabaku cada vez preguntaba más y más sobre su vida.

La noche se acentuó en Konoha, invitando el cantar de los grillos y las sinfonías de los peces que parecían más inquietos a la luna al posarse sobre sus lagos y ríos. Gaara observaba de reojo cómo Sasuke estaba en una especie de meditación en el tatami, mirando hacia el exterior con una mueca de absoluta abstracción y volvió a dirigir su completa atención a aquel indescifrable pergamino que la Godaime le había mandado para que lo revisara. Una de las cosas que tenía que saber como Kage era aprender a leer el idioma muerto de los de su villa, pero a él poco le importaba aquello, sin dudas las distintas palabras parafraseadas en aquellos trozos de papel amarillento lo dejaban más y más descolocado, no tenía ni pies ni cabeza aquella historia, ni mucho menos encontraba dónde podría haber un mensaje codificado a lo cual bufó molesto dejando aquel objeto a un costado.

—Uchiha —no podía comprender el por qué de su naciente curiosidad por saber más de él, quizás por algo era el mejor y más reconocido amigo del rubio, y eso lo sumía cada vez más en querer saber el por qué de aquel lazo tan fuerte —, Uchiha —volvió a repetir más fuerte. El aludido hizo un gesto de que lo escuchaba mientras que todo seguía igual de silencioso pero menos incómodo. Gaara no había medido el por qué de su llamado, simplemente tuvo la imperiosa necesidad de hacer recaer la atención del mayor en su persona, y que aquello fue más fuerte que nada; su mente trabajó forzosamente por unos instantes para buscar una maldita excusa, cosa que encontró al poco tiempo —. ¿Sabes leer idiomas antiguos? —era una pregunta estúpida, lo sabía, porque la mayoría de los pergaminos Uchiha estaban escritos en aquel mermado lenguaje, por lo cual no le veía inconveniente a pedirle algo de ayuda, por último para quizás sonsacarle algo en medio del estudio.

—Al grano Sabaku —el pelirrojo omitió el tono con el cual dijo aquella palabra, y con sus manos enrolló el pergamino y se lo lanzó al moreno el cual lo atrapó al instante desde la posición en la cual estaba. Le vio abrir el pergamino y leerlo en silencio mientras movía sus manos por los distintos kanjis y complicaciones gráficas —. ¿Qué es lo que quieres específicamente? —murmuró mientras se volteaba y seguía leyendo, al parecer el moreno lo encontraba lo suficientemente interesante como para despegar su vista y mirar al poseedor de los orbes aguamarina, pero poco le importaba, él estaba haciendo aquello por él y por lo tanto le estaba prestando mediana atención.

—Necesito saber qué devela el dichoso pergamino —exclamó cansado de lo mismo, había estado por días matándose por leerlo, y lamentablemente los estrategas y ninjas que veían aquello no le encontraban la utilidad a una historia casi fantástica.

—Lo único que da este pergamino es la ubicación de otro —fue lo que murmuró el Uchiha tras un tiempo. Gaara abrió los ojos sorprendido por el poco tiempo en el cual demoró, el moreno se levantó y se lo entregó nuevamente yendo al estudio, el menor se quedó allí esperando pacientemente por algo, que sabía que llegaría y pronto el Uchiha apareció nuevamente con un sólo pergamino.

—Ten, me lo devuelves cuando recaben lo que sea que necesiten —no le sorprendió el hecho de que al leerlo comprendiera todo, y después entendió por qué todos le decían genio. Agradeció con un gesto y se fue a ‘dormir’, mañana hablaría con alguien quien le dijera por qué Sasuke era así.

Muy temprano por la mañana encontró la nota del Uchiha diciendo que tenía misión y volvería por tres días, aquello lo tomó por desprevenido y sintió por primera vez lo silencioso de aquella casa, y lo abrumadora que debía ser estar allí las veinticuatro horas del día los siete días a la semana. Poco apresurado volvió a encaminarse a la torre donde entregó ambos pergaminos y adjuntó que la ayuda se la había prestado el Uchiha, la Godaime asintió mandándole otra tanda de pergaminos que leer y unos documentos y Gaara se marchó. No tardó mucho en toparse con Shikamaru al cual saludo con un poco de mejor humor descruzando sus brazos y alzando su mano para tomar la contraria, hablaron de temas triviales y se despidieron, no comprendía qué le veía su hermana a aquel muchacho. Le llegó el informe de su villa y mandó unas órdenes que debían de acatar y sin más se perdió buscando a cierta chica de cabellos rosas.

—Busco a Haruno Sakura —si bien no estaba en su habitual expresión y naturalidad buscar a alguien, en el Hospital de Konoha se sorprendieron por verlo, y además alguna que otra muchacha o enfermera le enviaban claras insinuaciones que él por supuesto omitía.

—Enseguida, Kazekage-sama —murmuró la Secretaria de informaciones en el hall de espera, al poco tiempo observó cómo la muchacha de exóticos cabellos rosas llegaba a su costado mirándolo sorprendida y algo cohibida por su expresión. Decidió relajarla un poco y saludar sin su golpeado tono de voz.

—Sakura —inclinó un poco su cabeza mientras la muchacha le sonreía un poco.

—Gaara-san.

—Sólo Gaara, Sakura —la joven asintió mientras se dirigían caminando al patio del Hospital en completo silencio, y cuando estuvieron lo suficientemente lejos de cualquier mirada curiosa Sakura se subió a uno de los árboles más grandes del centro Hospitalario para contemplar la tarde en Konoha.

—¿Qué es lo que deseas? —murmuró mientras admiraba como los fuertes rayos de sol cegaban por momentos a las personas, veía a Jōnins, Chūnins, y Genins recorrer los tejados y algún que otro despistado gato.

—Es por Uchiha —aunque su tonó de total neutralidad no daba pie para saber su era malo o bueno, la Haruno se sorprendió un poco mostrando su preocupada mirada y cuando abrió sus labios para preguntar si sucedía algo el pelirrojo se adelantó —, quiero preguntarte algo sobre él —la muchacha captando por donde iban las cosas simplemente asintió mientras mecía sus pies en el aire, esperando la reveladora pregunta que muchos hacían.

Era ya conocido por todos que a pesar de que el Uchiha fuera borde y despiadado con muchas personas aquella actitud sumada con extrañas maneras de actuar cuando estaba relajado atraían la atención de muchos de sus compañeros ninjas, tanto como Shikamaru, Kiba y muchos otros, aprendiendo a comprender el difícil carácter que tenía y que a pesar de ser un bastardo de lo peor, dentro de todo Naruto tenía razón: Sasuke sólo era un chico común y corriente. Sonrió complacida de que en tan poco tiempo haya llamado la atención de Gaara, quien sabía que tarde o temprano caería en aquella trampa que era la personalidad del mayor.

—Tsunade dijo que hablara con Naruto, pero no está… quiero saber por qué es así —dijo como si nada. Haruno comprendió que quizás él quería saber cosas de Sasuke tanto como Naruto, y para eso sólo podía contestarle dos personas: Naruto, o el mismísimo Uchiha.

—Hay cosas, Gaara, que no te puedo decir por mucho que quiera; o te las dice Naruto, o Sasuke, mientras tanto quédate con la información general —le dijo con una sonrisa. El pelirrojo asintió con aún más curiosidad y eso era precisamente lo que no comprendía, él no era dado a las muestras de afecto, ¡eso no había por qué repetirlo!, pero… pero su cuerpo y atención gravitaban hacía él como cual abeja a la miel.

—Desde la masacre del clan Uchiha, Sasuke siempre tuvo que velar por sí mismo, nadie nunca lo apoyo pese a estar solo o con tantas fans… no te miento que yo fui una de ellas, pero nunca pude ver más de lo que él no mostraba… siempre reservado y frío, no dejaba pie a que se preocuparan por él pese a que quería todo lo contrario. Él podía hacer lo que quería, después de todo nadie lo regañaba lo cual le daba aquellos aires de perfección que muchos conocemos y algunos odian —sonrió mientras ocultaba su jade vista de los rayos que se colaron por aquel frondoso árbol—. Nadie nunca se preguntó quién era Uchiha Sasuke, y cómo se sentía por no tener familia, siempre fue idolatrado y perseguido, pero nunca comprendido u apoyado —murmuró casi lastimeramente. Trató de sonreír pero sólo salió una clara muestra de nostalgia y añoranza, un silencio de suspenso cortó el relato, pero lo que más sorprendió al joven Kage es que de la nada aquel sensei que reconocía como Hatake Kakashi se hizo de un lugar en aquel cuadro una rama más arriba, admirando también el paisaje con añoranza y dejando de lado su libro. No comprendía el por qué de esas caras, pero sí sabía que si Naruto estuviese allí, los tres estarían admirando a la nada.

—Sasuke siempre fue así —inquirió el mayor cortando el silencio. Gaara supuso que el sensei tenía una especie de radar para sus alumnos, así que omitió el hecho, y supuso que le darían más información, y la curiosidad lo carcomía —.  Él siempre fue silencioso y perfecto a su manera, muriéndose en la soledad de que nadie lo comprendiera y le dijera nada, Naruto llegó desordenando su vida y al poco tiempo nos sumamos nosotros. Sasuke sólo quería vengarse y Naruto reconocimiento, se comprendían porque a la larga habían sentido lo que era no tener familia, salir adelante y que nadie se preocupara por ti al llegar a casa —siguió relatando el mayor.

—Lo demás es pura palabrería, Gaara, Sasuke pese a ser frío siente más que nosotros, y le duele el triple —murmuró en voz baja, aunque aquello no se lo creía para nada.

—No es necesario creerlo —adivinó Kakashi —, después de todo cuando le llegas a conocer lo comprendes —desde abajó del árbol se pudo ver a una enfermera gritándole a Sakura, y ella asintió despidiéndose de ambos, Kakashi se quedó con él un tiempo más, sabía que el poseedor de cabellos plateados quería decirle algo, y esperó pacientemente aquellos dichos, aunque la paciencia no era su virtud.

—Dímelo —se exasperó de la nada el pelirrojo mientras con su neutra mirada se posaba en la villa.

—Qué perceptivo, en fin, sólo te quería decir que no te acerques mucho a él, aunque no lo creas a Naruto no le gustará —desapareció como una nube de humo dejándolo perplejo, ¿qué no se acercara?, ¡pero si vivían juntos! movió con su cabeza negando aquello y se encaminó a su ahora hogar pensando en qué podría cenar, aunque no fuera dado en la cocina tenía que sobrevivir.

Lo que menos pensó al llegar a casa sería ver al Uchiha lanzado en su sofá durmiendo, al parecer estaba tan cansado que ni siquiera se quitó su uniforme ANBU, pero después de todo se sorprendió que estuviese allí tan pronto, pensaba que se demoraría más —los supuestos tres días—. Omitió aquel hecho y se dirigió a la cocina en busca de algo para comer sacando sus instrumentos culinarios decidido a hacer algo de Onigiris, por lo que había apreciado en uno de esos días, Sasuke disfrutaba de ellos.

—¿Gaara? —algo cruzó por su espina dorsal al escuchar la voz adormilada del Uchiha secundada por su nombre, no la verdad no le importaba cómo le llamara, pero sí que era extraño que ocupara su nombre y no apellido.

—¿Qué? —salió de la cocina con las manos llenas de arroz caminó al sofá en donde pudo apreciar lo perdido que se encontraba el otro chico, al observarlo el moreno se quedó viendo con seriedad la cara del Kage, para luego tallar sus ojos del sueño e inclinarse un poco.

—Lo siento, no debí llamarte por tu nombre.

—No me molesta —contestó enseguida algo sorprendido por aquello, pero decidió omitirlo, el Uchiha hizo un gesto con sus hombros y se desperezó en el sofá, todo bajo la atenta mirada del pelirrojo —. ¿Para qué me llamaste?

Sasuke enarcó una ceja e hizo una mueca con los labios para luego contestarle aún con aquella voz tan floja y suave.

—Sólo quería confirmar que eras tú. Me iré a dar un baño —inquirió cuando terminó la ‘explicación’ y subía por las escaleras.

—No demores mucho, ya estará listo el almuerzo —el otro asintió y siguió subiendo mientras estiraba sus brazos al cielo, y Gaara no se perdía detalle de aquello, por momentos se sintió extraño, complacido y completo con aquella escena, pero la dejó de lado aquel sentir y prosiguió son su tarea con más ganas —cosa extraña en él—.

Los días corrían y las horas parecían menos tortuosas y más llevaderas, entre carnavales de la semana y otras cosas poco a poco la convivencia se fue dando, y fue así como un mes y medio lleno de miradas rabiosas, silencios densos, palabras forzadas dio paso a algo más sano como mañanas pacíficas, tardes acompañadas y silenciosos ruegos de regreso por parte de Gaara, que cada vez que Sasuke se iba de misión sentía la soledad abrumadora de la mansión.

—He vuelto —murmuró un contrariado Sasuke, desde hace tiempo que no anunciaba su llegada a nadie, y cuando lo hizo se sintió irremediablemente extraño, habituado hasta ciertas medidas.

—Sasuke —su invitado —ya aceptado— apareció desde la sala dejando ver sus furiosos colores carmines de su cabello. Sasuke se descalzó y avanzó a paso lento hasta el piso superior —, ¿cómo te fue? —ante aquella pregunta quedó descolocado, rodó sobre sus talones y caminó hasta donde estaba Gaara, al parecer quería platicar de algo y él no estaba tan cansado.

—Bien, no estuvo tan difícil —contestó mientras ambos ingresaban a la sala y se acomodaban en el sofá, el pelirrojo le ofreció algo de tomar a lo que el aludido asintió logrando que el muchacho fuera por jugo y él se quedaría disfrutando de la comodidad de aquel lugar.

—Ten —la voz neutral y algo mordaz de Gaara lo despertó de su ensueño, y alargó su mano hasta tomar el vaso ofrecido.

—¿Qué sucede? —inquirió tras el silencio que su compañero le otorgaba, el otro negó dándole a entender que no era nada, que quería quedarse así, por lo cual el Uchiha se levantó para irse a dormir, al parecer sí estaba cansado.

—¿Dónde vas? —inquirió nuevamente, Sasuke se desentendió unos segundos, para luego responder.

—A dormir, estoy algo cansado —el pelirrojo volvió a asentir algo ¿desilusionado?... bien, estaba algo fatigado, cuando vio la expresión de Gaara le recordó a la de Naruto, cuando no quería que lo dejara solo porque precisamente quería compañía tras estar días él en misión y no tenía con nadie a quien platicarle aquellos temas tabúes para él con otras personas, le miró sin comprender por lo cual sólo pudo darle la misma solución que le daba a Naruto en esas situaciones, y aunque lo viera raro, poco le importaba, uno más o uno menos —. Vamos a dormir —con la clara y explícita invitación caminó hasta su cuarto, dejando al pelirrojo allí, él vería si aceptaría o no. Se hizo a un lado de su cama cuando la divisó y se abandonó a su cansancio moral y físico, estar al lado de Gaara significaba tener que leer todo mediante gestos y miradas, algo que lo agotaba y su reciente misión no ayudaba. Cuando sintió que el otro costado de la cama se hundía, se permitió abandonar todo tipo de pensamiento y conflictos y relajó sus músculos consintiéndose por fin cerrar sus orbes ébano.

No supo por qué había terminado allí, pero el punto es que ahora observaba de lado cómo Sasuke dormía con aquella mueca de relajación en su rostro de manera perecedera, pero que ahora se atrevía a mirar. Dirigió sus dedos paseándolo por las facciones del mayor, sabía que el Uchiha cuando estaba algo cansado no se despertaría hasta horas más tarde, así que aprovechó.

Recordó lo que le dijo Kakashi en su momento, y ahora recién pudo comprender la magnitud de aquellas palabras, y aunque él tenía la costumbre de no dormir gracias a Shukaku, decidió descansar su vista y cuerpo; no sabía cómo había llegado a aquello, pero lamentablemente no quería salir.

Llegó el otro día, jueves dos de Mayo, el día en el cual llegaría Naruto tras su atraso en aquella misión, cuando Gaara abrió sus orbes dejó de admirar el rostro de Sasuke, o divagar en sus pensamientos, observó la hora dándose cuenta de que era algo tarde para recibir a su rubio amigo debido a que pasaban de las diez de la mañana.

—Debes estar cansado —murmuró mientras se acomodaba nuevamente en la cama, la verdad no le había molestado tanto compartirla como creyó en un principio cuando le dijeron cosas de aquel tipo, la respiración de Sasuke era arrulladora y su calor adormecedor, y ni qué decir de su aroma que parecía embriagarlo mejor que el sake.

—Demonios —maldijo el poseedor de la tez clara —, Gaara hazme el maldito favor de cerrar la cortina —dijo adormilado mientras trataba de taparse los ojos los cuales le ardían a momentos; el contenedor sin problemas y omitiendo el hecho del tono el cual lo dijo se encaminó hasta cerrar la cortina las cuales yacían semi-abiertas.

—¿Mejor? —el mayor se sentó en el costado que estaba Sasuke quitándole los brazos de su orbes revisándolos inquietos —, están muy rojos —dijo mientras observaba su globo ocular.

—Debe haber sido el sharingan —asevero mientras se dejaba hacer sin problemas —. Dios como arde —se mordió las mejillas internas mientas los volvía a cerrar fuertemente —, en la gaveta de la mesa de noche hay unas gotas que Sakura me recomendó, dámelas —Gaara se estiró por sobre el cuerpo del Uchiha y con la yema de sus dedos abrió el dichoso cajón encontrando las gotas de un color un tanto extraño.

—¿Es normal que estén verdes? —dijo algo contrariado.

—No sé, pero me las dio así —su compañero de casa se removió de aquella posición para nada molesta y le pidió que abriera los ojos —. No soy un inútil Gaara —contestó enojado mientras intentaba arrebatarle las dichosas gotas.

—Joder ya lo sé, pero tienes ahora un pulso de mierda, así que abre los malditos ojos —no pudiendo negar la realidad se dejó hacer mirando el techo de su cuarto, cuando sintió las gotas caer a su ojo los cerró como acto reflejo para luego volver a abrirlos, ahora ardían más pero poco a poco se iba mermando aquella sensación —. ¿Cuántas gotas por ojo? —murmuró mientras esperaba la respuesta.

—Depende de si el dolor persiste, pero con una creo que ya —repitió el procedimiento en el globo ocular contrario y cuando ya finalizó los cerró esperando a que cuando los abriera nuevamente ya no le ardieran tanto.

—Deberías dejar de ocupar tu sharingan —el moreno no tomó atención a aquellas palabras y fijo su vista inmediatamente en el reloj de mesa que tenía soltando un bufido.

—El dobe me va a matar si no llegó en unos minutos a la puerta. Vamos —el Kazekage frunció el ceño cuando omitió su recomendación por su salud, y giró su rostro enojado parándose abruptamente para dirigirse a la puerta —. No tenía opción, no soy un idiota ¿sabes? —ante aquella declaración recordó que después de todo era un Uchiha, y solamente asintió.

—Vamos —ahora fue él quien procedió a decir aquellas palabras, volteó su rostro vio que Sasuke sólo se cambió la camisa.

—Me bañaré después —dijo ante toda pregunta, y así sin más Gaara se desvaneció en un torrente de Arena y Sasuke en uno de viento, dejando la casa en silencio.

—¡SASUKE-TEME!, eres un maldito capullo por dejarme esperando una hora, ¡una hora aquí jodido bastardo!, ¡¡Más te vale invitarme a comer Ramen o verás lo que el gran Uzumaki Naruto hará contigo!!, ¡tengo hambre y no he desayunado aún!, ¡¿Cómo puedes ser un capullo desconsiderado con tu mejor amigo?! —Naruto seguía gritando y discrepando al Uchiha, pero este sólo mantenía una conversación bastante inusual con Gaara, quien asentía o negaba y viceversa.

—¿Es así siempre? —inquirió el pelirrojo, a lo cual el pelinegro asintió. Sabaku sabía que su amigo era bastante peculiar y gritón, pero aquello superaba con creces lo que el tomaba como natural.

—¡No me ignores teme, Gaara! —seguía el rubio mientras se encaramaba a la espalda de Sasuke gritándole en pleno oído.

—¡No grites usarontonkachi!, sería un maldito sordo si no te escuchara. Vamos a desayunar.

—¡Ramen!

—No, iremos por algo más saludable —manifestó Gaara.

Camino al restaurant el Kage pudo constatar que la mayoría de la aldea estaba acostumbrada a que Naruto apenas viera al moreno comenzara con sus estupideces, decían que era como un chip que tenía instalado cuando el nombre del Uchiha atravesaba por sus oídos, y pese a que mantenía una conversación con él de lo más sería, no dejaba en paz al pobre de Sasuke quien era quien lo cargaba de mala o buena manera.

—Naruto, deberías bajarte de Sasuke —inquirió tras un tiempo el pelirrojo, a lo que el rubio negó la cabeza.

—Es su castigo por llegar tarde, ¡me llevará hasta que me cansé!

—¡No grites dobe!, ya suficiente tengo con tenerte pegado a mi —el rubio le recriminó algo y lo pateó un poco pero no se movió. Bufó descontento y se sentó en el local con Naruto y Sasuke frente a él.

—¿Cómo te ha tratado el teme Gaara? —la sonrisa picarona que le mandó le hizo sentir algo extraño cuando miró al chico, pero contestó como debía de ser.

—Bien, su casa es más ordenada que la tuya.

Tras que el rubio comenzara con una pelea verbal con el Uchiha acerca de lo perfecto que era, y metiera a Gaara en medio quien —extrañamente— se puso del lado de Sasuke, el Uchiha ganó una victoriosa sonrisa de satisfacción y el rubio, una clara mueca de inconformidad.

La mañana pasó rápido dando inicio a una tarde algo más floja, el Kazekage se quería ir a descansar a casa debido al calor y ciertos pendientes que tenía, pero Naruto en cambio marchó rápido a la torre a saludar a Tsunade y luego volvió a su rutina, tras arrastrar al moreno —y por obviedad al pelirrojo— a saludar a Sakura, Kakashi, Iruka, Kiba, y todos los amigos que estaban en la villa con el fin de que supieran que Naruto estaba de vuelta; por fin se encaminaron —bien entrado al atardecer— a la mansión Uchiha, y Naruto como cualquier amigo del poseedor de cabellos negros se echó en el tatami de la sala pidiendo refresco, que Gaara le trajo, y Sasuke se quedó en el sofá.

—Sasuke —Naruto bebía el jugo insaciable y luego se fue a la cocina a buscar algo de comer, pero Gaara quería hablar algo con el moreno.

—¿Qué? —el Kazekage le explicó con cortas palabras lo que quería de él, a lo cual el otro asintió decidido a ayudarle con los pergaminos, así y se distraería del rubio piraña que tenía en su cocina. A la vuelta su compañero de casa trajo consigo unos pergaminos y se acomodaron en el sofá, leyéndolos, más cuando llegaron al crucial ninguno de los dos quiso bajar del sofá, estaban demasiado cómodos, y Gaara en una actitud completamente atrevida y obviamente desinteresada se acomodó en las piernas del Uchiha apoyando su espalda en el pecho y puso el dichoso pergamino entre sus piernas, el mayor —quien tenía la costumbre de pasar sus dedos por donde leía—, para nada molesto comenzó a leer mientras sus manos hacían un vaivén algo adormecedor. Tranquilos ambos leyeron armoniosamente el pergamino acompañando la lectura de otros que aportaban al descubrimiento de aquella ubicación de un supuesto tesoro de Suna.

Si bien sabían que eso no era común en alguien como ellos, poco les importaba, después de todo podían considerarse incluso algo similar a amigos por lo que si se montaban para mayor comodidad no les molestaría en lo más mínimo.

Cuando Naruto ingresó a la habitación y observó aquello, algo comenzó a carcomer su paciencia poco a poco.

—Sasuke —pronunció tratando de captar su atención, pero se le veía tan concentrado, al igual que Gaara, que no le prestó atención —, ¡Sasuke! —gritó obteniendo la mirada del mayor.

—¿Qué? —Naruto comenzó a hablarle de cualquier cosa, tratando que la atención se derivara a él mientras comía y se reía, a lo cual el Uchiha asentía, le decía lo asqueroso que era comer y hablar al mismo tiempo. Sasuke observó el pergamino que se había caído en el suelo desenrollándolo, y allí —con su vista fija mientras escuchaba las trastadas de su rubio amigo—, comprendió lo que quería decir el dichoso papel.

—Espera Naruto —le dijo con un gesto —. Gaara pásame aquel pergamino —el aludido asintió mientras se estiraba hasta cogerlo y pasarlo en movimientos completamente sincronizados, Sasuke lo extendió a su costado y lo cortó.

—¡Sasuke! —le gritó el pelirrojo, lo que el otro hizo un sonido con los labios para que se callara, y cortó el pergamino el cual Gaara leía.

—Mira —le dijo muy cerca del oído, pero inclinándose; cuando aplicando un poco de chakra ambos se unían y se diluían algunas letras, dando paso a otras —, lo hemos logrado —le dijo con una sonrisa sencilla. Gaara asintió y se acomodó descansando su cabeza en la curvatura del hombro del Uchiha mientras masajeaba sus sienes.

—¡Ey! —volvió a gritar el rubio —, déjenme espacio en el sillón —y allí comenzaría el suplicio del pelirrojo contra el rubio, ambos buscando de distintas maneras la atención de aquel chico completamente desinteresado de la vida propia.

Pasaron las semanas y poco a poco comprendía aún más lo que Kakashi le quiso decir con que no se acercara mucho a Sasuke o Naruto haría algo, si había una cosa que el rubio no soportara era compartir el tiempo del Uchiha con nadie más, pero todo aquello se vio completamente sustituido cuando Gaara le dijo de su propia boca algo que lo dejó marcando ocupado “Quiero llevarme a Sasuke, Naruto”… y el rubio se perdió unos meses más en una misión.

Y aunque sonara desquiciado, el tiempo hizo que algo que no tenía ni pies ni cabeza, dibujara la silueta de algo que ambos estaban esperando, el día en que quizás la soledad podía ser compartida. Gaara no era un romántico ni buen amante, de hecho era la primera vez que trataría de hacer algo similar, y el Uchiha era lo suficientemente parco como para irle a darle una declaración con chocolates y rosas, y fue por un mutuo acuerdo de la costumbre que se habían hecho sus presencias en que todo quedó resumido a una noche que conllevaría a unos meses de reclusión por parte de ambos.

Notas finales: Bien, la verdad —como les dije antes— el Fiction era largo, pero el primer capítulo quedó corto por ser algo así como un prólogo de la relación. No hice caso a suplicas, la historia iba así, de hecho la tengo bastante avanzada y por obviedad tengo el final.

Espero que les haya gustado, y me tardé por la edición del capítulo, como no trabajo con Beta-reader me demoro más de lo habitual en publicar. Agradezco las lecturas y comentarios respecto a mi escrito, y espero que lo hagan nuevamente.

Post Data: Si hay un error pueden decirmelo, con gusto lo revisaré y editaré en su correspondiente tiempo.

Post Data 2: Me fije tiempo después que hay partes que aparece lo siguiente " ...l" después de un punto, eso se debe a que extrañamente no me toma la 'e' mayúscula con tilde ( É ) y me la remite a eso... son problemas conla página así que no está en mis manos solucionarlo o no. Las he puesto en negrita a ver si así salen pero si ven otra ya saben el por qué de ello.


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