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Verdad por zion no bara

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Notas del fanfic:

Pues es una historia corta que simplemente quise intentar, espero que les guste, va dedicada a Dark love quien sugirió a la pareja.

Notas del capitulo:

Esta trama pues es la primera vez que hago algo así, les advierto de nuevo que hay incesto así que si no se sienten cómodos con el tema no la lean, ya están doblemente advertidos. A quienes lean muchas gracias.

De la semana pasada no actualicé por cuestión de la página pero procuraré ponerme al día,perdón de todas formas.

 

La verdad, era a todo lo que se resumía ese encuentro, a decirla u ocultarla, no había más caminos. Generalmente cuando se piensa en la verdad desde que somos pequeños se nos impone el ideal de que es una de las virtudes más fuertes y que nunca debe ser transgredida y que sin importar cuanto trate de ocultarse siempre saldrá a la luz; sin embargo los que estaban ahí reunidos no estaban seguros de que la verdad fuera el mejor camino a seguir.

--Debemos decirles la verdad.

Pero aunque quisieran hacerse creer que era lo mejor sin duda ninguno lo creía de corazón.

 

 

Todo había iniciado unos meses atrás, cuando decidieron regresar. Era una buena tierra, era una lástima que se hubiera visto invadida por esas nuevas ideas en las que las personas como ellos ya no podían vivir la vida que siempre habían conocido pero así era la vida, a veces da y a veces quita y siempre que hay nuevas ideas los cambios no tardarán en hacerse sentir. Ellos lo sabían desde antes pues uno de los suyos no solo se había apartado sino que incluso había muerto por esas nuevas ideas, por esas causas que a los demás no les parecían tener que ver con sus vidas.

Para lograr descansar un poco de las preocupaciones y de todo lo que les podía inquietar era ese viaje, regresar a un rincón del mundo en el que siempre se sentirían a salvo de todo y de todos, en donde podrían seguir siendo quienes eran sin dificultades y aún podrían leer esa mezcla de respeto y sumisión de los demás al referirse a ellos. Siendo así ya estaban más que listos para disfrutar de ese verano en su propiedad, su antigua propiedad que aún permanecía inamovible ante los cambios del mundo.

Pero no era así, incluso a ese sitio habían llegado los cambios.

Los recién llegados fueron a vivir a Serbal, era una casona antigua y bien construida que había sobrevivido a mucho y con seguridad seguiría haciéndolo pero los tiempos habían cambiando, nadie les dio la bienvenida, no celebraron su llegada ni hubo una pequeña delegación con los principales del lugar ni nada de nada, simplemente recorrieron el camino en silencio. Todo era diferente. Las personas del lugar ya no los veían de la misma manera, ya no había temor ni un ciego respeto, era como un silencioso conocimiento de que las cosas eran diferentes, la gente sabía en esos momentos que eran tan buenos como pudieran serlo los recién llegados, para ellos las clases ya no contaban.

Aún así esperaban encontrar algo de paz en esa distancia que se imponían voluntariamente, sin duda era mejor esperar a que las cosas se calmaran y entonces decidirían que hacer, aunque eso no los libraba de desear que la espera no fuera muy larga pero eso solo el tiempo lo diría.

--Estamos en casa de nuevo.

El que hablaba era un hombre de cabello azul y ojos verdes, un hombre apuesto que había pasado ya varias temporadas en ese sitio pero que siempre le gustaba volver cuando le era posible.

--Es agradable estar de vuelta Saga.

Quien le hablaba era otro hombre de ojos azules y que al ser familia compartía con él el tener cabello azul.

--A todos nos hará bien un descanso Camus.

Tan solo faltaba uno de ellos en la escena y no tardó en aparecer.

--Los muchachos ya están instalados.

El que recién había aparecido era también de la familia y aunque no compartía nada con Camus si tenía los ojos verdes como Saga.

--Espero que esto les haga bien a los muchachos Dhoko-dijo justamente Saga-Las cosas estaban ya muy complicadas en la capital.

No era una mentira, toda esa nueva sociedad que estaba emergiendo reclamaba demasiado y a ellos que habían crecido en un mundo tan diferente les costaba un poco entenderla, al menos a ellos tres pues uno de ellos había creído en esas ideas de cambios pero había muerto prematuramente peleando por ese mundo nuevo que se levantaba de las luchas. Era como si esos días de los grandes propietarios como lo habían sido todos los de su familia quedaran atrás y se abrieran camino nuevos hombres y nuevas clases que emergían pero confiaban que en su rincón del mundo estarían protegidos de todo eso o al menos lo esperaban pues no era sencillo separarse de la idea de que ese mundo del que trataban de apartarse estaba dentro de su propia casa.

De todas maneras tratarían de resguardarse hasta que las cosas se tranquilizaran un poco, hasta que el Congreso terminara con sus resoluciones y se llegara a un acuerdo definitivo y cada parte de la sociedad supiera que era lo que estaba pasando realmente. Esperaban que fuera bueno para todos el aire del campo y la libertad de estar lejos de la capital, sobre todo para los más jóvenes, eran quienes necesitaban recordar que sus vidas eran de cierta forma y que era el estilo que debían conservar para seguir adelante. Justamente en ese momento se acercaron los más jóvenes de la familia que deseaban saber que esperaban de ellos en ese sitio...casi todos estaban al menos.

--¿Ya están instalados?-preguntó Saga.

--Si, todo está en orden-respondió uno de los muchachos.

Eran cuatro pero de los tres presentes se podía decir que el que terminaba de hablar era Seiya, un joven castaño muy sonriente y a juicio de su familia un tanto atolondrado en ocasiones pero un chico obediente a pesar de todo: el que estaba a su derecha era un alto joven de cabellos negros y ojos verdes llamado Shiryu, un intelectual por completo pero demasiado encerrado en ese mundo de libros del que siempre se había rodeado; el tercero era Hyoga, un muchacho rubio de ojos azules que resultaba casi apuesto, había algo en él que hacía pensar que no era tan guapo a pesar de todo. Del que faltaba no hacía falta preguntar pues sin duda llegaría por su cuenta como siempre lo hacía y sin dar muchas explicaciones.

--Espero que les guste haber regresado muchachos-les dijo Dhoko-Tomen esto como si fueran unas vacaciones.

--Así lo haremos-dijo Shiryu.

Todos esperaban que las cosas marcharan bien y que su estancia fuera lo más grata posible.

Siendo así los primeros días parecían no indicar que nada fuera diferente pero si que lo era, ellos eran vistos por los demás al mismo tiempo que observaban a la gente alrededor. Las personas estaban en un punto en el que dejaban sentir lo que opinaban de ellos, era algo así como:

--Pues ustedes serán de los que fueron grandes propietarios de estas tierras pero ni crean que son mejores que yo o que por hablarme me hacen un honor.

No era que lo dijeran con palabras pero si con acciones, además ya no eran los más importantes propietarios del lugar, ya no, habían perdido partes de sus tierras en los años pasados y algunos otros de los habitantes del lugar se habían labrado su propia fortuna con esfuerzo y dedicación, así que estaban en un punto en el que todos sabían de ellos pero no les importaba eso.

Ante ese panorama solo les quedaba matar el tiempo de la mejor manera posible o lo que entendían por la mejor manera pues nunca dejaban la propiedad ni hacían nada verdaderamente entretenido.

 

 

Una tarde Saga había terminado de revisar unas cuestiones de la propiedad, la tierra ya no producía como antes, no la suya al menos, tendrían que pensar en la forma de que sus gastos se adecuaran, aparte de eso el clima estaba bastante caluroso, tanto que el de ojos verdes se decidió a refrescarse con un baño.

Ya que se sentía más fresco después de darse un baño Saga tan solo se alistaba para vestirse, ese clima era extraño, parecía que antes de llover era cuando más calor hacía y después caía un diluvio que no dejaba a la gente salir de su casa siquiera y sin embargo prefería eso que la conmoción de la capital. Casi terminaba de vestirse cuando llamaron a su puerta.

--Adelante.

Unos instantes después vio a Camus delante de él.

--¿Qué sucede Camus? ¿Necesitas algo?

--Necesitamos hablar-se limitó a decir el de ojos azules.

Si esas eran sus intenciones no iba a ser él quien se negara a escuchar.

--¿De qué necesitamos hablar Camus?

--Será mejor que nos sentemos Saga.

--¿Qué sucede?

Y ambos quedaron sentados en los sillones de la amplia habitación.

--Se trata de Hyoga Saga.

--¿Qué sucede con él?

--Nuestro sobrino está enamorado.

--Tu sobrino.

Al de ojos verdes le gustaba hacer notar la diferencia de que su parentesco con el rubio era meramente político.

--A Hyoga le interesa tu opinión-prosiguió Camus-La de los tres.

--¿Dhoko sabe esto?

--Si, se limitó a sonreír y a sacudir la cabeza.

--¿Qué es lo que quieres de mi?

--Solo quiero saber tu opinión Saga, nada más.

--Siempre  se le vio que se inclinaba por Ikki.

--¿Por qué lo dices?

--No nos engañemos Camus ¿De quien más podría tratarse?

Los dos se dieron una mirada especial, una de complicidad, era verdad que su joven rubio desde pequeño siempre había mostrado su interés por su primo de cabellos azules que ni siquiera estaba con ellos en esos momentos, sino ue permanecía en la capital.

--Bueno, ya que lo sabes Saga ¿Qué opinas?

--Quiero saber algo antes ¿Ikki le ha dicho algo a Hyoga?

--No de palabra pero Hyoga me asegura que está seguro de sus sentimientos, dice que lo mira con frecuencia, que le habla entre líneas, está convencido y jura que Ikki lo quiere también.

Pero al escuchar eso Saga tan solo guardaba silencio, no creía de manera alguna que alguien como Hyoga fuera para alguien como Ikki, para él personalmente no se trataban sino de fantasías de un muchachito sin ocupación. Estimaba a Hyoga, era un muchacho sumiso pero no podía decir que lo quisiera, en cambio si quería a Ikki, ese muchacho era especial, en cierta forma le recordaba a él mismo de más joven pero también lo admiraba. Era inteligente, fuerte, decidido, sabía moverse en todas partes, tenía un brillante porvenir y esa sociedad cambiante en la que se encontraban abriría todo un mundo para él. Tuvo que pensar de nuevo en Hyoga, no creía que pudiera apoyar a un hombre ambicioso y brillante a ascender siendo como era reservado y retraído, no, tan solo de pensarlo sabía que el rubio no era para Ikki o más bien que Ikki no era para Hyoga.

--Camus ¿te imaginas a Hyoga como apoyo para Ikki?

El de ojos azules lo pensó pero por su expresión llegaba sin duda a una conclusión, la misma de Dhoko y Saga: para Hyoga el amor era Ikki pero para el joven de cabello azul el amor era fuego y no se saciaría con el rubio; un incendio no se apagaba con un vaso de agua.

--Viniste a buscarme por mi opinión Camus, bien, pues creo que debemos esperar a que Ikki regrese y entonces veremos si esto es en serio o meras figuraciones de un muchachito romántico.

A Camus no le costó dejarse convencer con ese argumento, era razonable, una vez que Ikki estuviera de vuelta podría terminar de discutir el asunto y decidir si era algo serio o solo la imaginación de Hyoga que veía lo que quería ver. Y por lo que sabían no faltaba mucho para que el de cabellos azules regresara a la propiedad de la capital y esperaban de corazón que así fuera.

 

 

No había mucho que hacer en la propiedad, por lo general en las tardes refrescaba un poco, se reunían en las terrazas para sentir la brisa y hacer cualquier cosa que matara el tiempo. Años atrás un propietario como ellos hubiera tenido muchos quehaceres: ver que sus tierras fueran trabajadas, que los jornaleros recibieran su raya, que el agua corriera por el lugar y que todos los trataran con respeto por ser los señores pero esos días ya no existían. Ahora solo debían dejar pasar el tiempo, su tiempo.

Debían conformarse con estar reunidos y esperar a que fuera la hora de la cena para después irse a descansar. Una tarde justamente empezó a caer una fina llovizna pero el agua aumentó hasta que tuvieron que cerrar todas las puertas y ventanas mientras las gotas y el viento golpeaban creando un singular sonido que no rompía el silencio de los habitantes de la casa; sin embargo se dejaron escuchar pasos presurosos y un sirviente se presentó con formalidad y urgencia pero el aviso lo valía sin duda.

--Señores-dijo el asistente-Ha llegado el joven Ikki.

Todos se sorprendieron para de inmediato levantarse e ir a recibirlo. Hyoga no tardó en salir más aprisa que todos con emoción; se dirigieron a las escaleras y de ahí no pararon hasta casi alcanzar el portón que estaba abierto, en medio del patio y bajo la lluvia estaba de pie una figura que entregaba las riendas de un caballo tan solo cubierta con un pesado capote por la lluvia que parecía haber recogido todo el camino.

--Ikki-lo llamó Hyoga.

--No se me acerquen-dijo el joven-En cuanto esté más seco podremos saludarnos.

Se acercó a la parte techada y dejó caer el capote que hizo un sonido como de golpe, entonces el joven los miró como con sorna y duda.

--¿No van a saludarme?-preguntó Ikki.

De inmediato le dieron la bienvenida, sin duda era el más querido de los presentes, con su indiferencia y esa arrogancia que bien conocían pero seguía siendo su querido Ikki, el errante que siempre regresaba a su lado. Fue un buen momento, un momento conmovedor que los llevó a todos en torno al recién llegado de ojos grises.

--Por un momento pensé que se caería el cielo-decía Ikki-Creo que bien pude llegar nadando con este diluvio.

--Las lluvias son sorpresivas en este sitio-dijo Dhoko-lo mejor será que te seques y te cambies de ropa, haré que traigan algo caliente para ti en cuanto estés listo.

El joven tan solo asintió de un movimiento y no fueron necesarios más que unos veinte minutos para que el recién llegado estuviera con todos de nuevo cerca de la chimenea, bebiendo coñac y permitiendo que los demás lo rodearan y admiraran, diciendo solo lo que quería decir y guardándose lo que no quería que supieran.

--¿Cómo resultó todo Ikki?-preguntó Camus.

--Todo marcha perfectamente-dijo el de ojos grises-La nueva Constitución fue firmada.

Y aunque las palabras fueron dichas con una juvenil sonrisa Ikki no perdió detalle alguno de que fueron como una bofetada para los mayores. Con esa constitución quedaba en claro que la gente como ellos eran iguales a todos los demás, al menos eso era uno de los principios por los cuales se había abogado por tantos años y ante los cuales Ikki al igual que su padre lo había dejado todo atrás y no dejaron de luchar hasta ese instante en que finalmente se cumpliría su sueño.

--Desde ahora el mundo es diferente-decía el recién llegado-Será oficial en unos días pero yo me enteré antes, creo que respiro diferente desde que lo supe.

Casi decía esas palabras con orgullo, había estado lejos luchando justamente para que se cumpliera algo que el resto de su familia no era capaz de comprender, ya fuera porque terminaba con su estilo de vida o porque no les importaba mucho en ese momento pero con algo de tiempo ya sabrían lo que eso significaría.

--Entonces ¿Ya no te irás?-preguntó Hyoga.

--No en unas semanas al menos-respondió Ikki-Podré pasar tiempo con ustedes.

--Que bueno-dijo el rubio con una sonrisa.

Aunque siguieron charlando un largo rato la idea de la Constitución ensombreció un poco a los mayores pero se les pasó, después de todo el ahí estaba el recién llegado, el cuarto de sus muchachos, el que faltaba, aunque no se pudiera decir precisamente que era un muchacho o al menos no se veía como uno, no como los otros tres. Ikki, buen nombre, nombre conciso, fuerte, que se imponía, tal como el joven que lo llevaba. Ikki era en ese momento de su vida no un muchachito sino un hombre hecho y derecho, alto, fuerte, decidido para todo y que había aprendido desde muy joven a nunca inclinar la cabeza sino cuando quisiera hacerlo. Era hijo de un caballero como ellos pues el padre del joven Ikki había muerto años atrás, cuando su hijo era tan solo un niño de diez años que se sentía orgulloso de que su padre hubiera muerto luchando por sus ideales y cuando fue acogido por el resto de la familia siempre les hizo sentir que no le hacían un favor sino que era él quien les hacía un favor a ellos por aceptar ese parentesco.

Por encima de todo el joven de cabellos azules y ojos grises, a pesar de ese carácter tan fogoso y atrevido, de no saber adular y de decir claramente lo que quería decir, se había hecho querer por todos en la familia, era por mucho el favorito de varios pues carecía de los defectos de los otros tres muchachos y sus virtudes sobrepasaban las de sus primos. Si Shiryu era inteligente Ikki era verdaderamente perspicaz, si Seiya era obediente Ikki también pero sin la mansedumbre, si Hyoga era guapo Ikki era de verdad apuesto; definitivamente aventajaba a los demás en todo, incluso a los mayores pues su sobrino de cabellos azules no se estaba quieto, no se había quedado esperando a que las cosas pasaran sino que él estaba en medio de ese mundo cambiante y ¿Quién sabe? Quizás era gracias a él que los habían dejado en paz muchas veces los de esa nueva sociedad por la que había abogado su padre y ahora Ikki.

 

 

Pasada la reunión estaban dispuestos a descansar para que sus vidas continuaran en la propiedad tal y como la habían llevado pero no tardaron en sentir que Ikki no estaría muy cómodo ni mucho tiempo ahí pues no había nada para él. Al de cabello azul y ojos grises no le interesaban esas interminables tardes en las terrazas ni pasar el día encerrado en la propiedad, para él nada de eso era interesante ni mucho menos iba con su temperamento ante lo cual los demás veían claramente que se aburría atrozmente en ese sitio y prefería pasar las horas en su habitación leyendo y escribiendo aunque los demás no tenían la menor idea de qué se trataba todo eso.

Sin embargo había otras cosas de las cuales hacerse cargo y que merecían de su total atención; se trataba de un asunto de sus tierras, como ya sabían en la familia estaban en una situación un poco complicada pues sus tierras colindaban con otras que para esos momentos ya estaban más que dispuestas a absorberlos para que formaran parte de otro capital, lo que necesitaban era tiempo para lograr reunir el dinero, que podrían hacerlo, pero no a tiempo para cubrir el plazo señalado de la deuda, tan solo necesitaban tiempo. Y se decidieron a conseguirlo.

Para ello el plan propuesto fue sencillo: harían una cena ¿El motivo? Estaban recibiendo a Ikki, era bastante creíble y nadie se atrevería a creer que el propósito era tan solo alagar un tanto y obtener un poco más de tiempo. Conocían a sus vecinos que eran con quienes se tenía la deuda, no veían que fuera difícil convencerlos de nada si se les convencía que eran estimados en esa casa...lo que fuera por un poco más de tiempo.

La cena había sido preparada con esmero, el regreso de Ikki bien valía ser celebrado y si de paso se podía afianzar una mejor relación con su vecino pues era mejor. El salón comedor se encontraba bien dispuesto, los criados en su sitio y la mesa lista; la verdad era que tan solo esperaban fascinar a esos vecinos que parecían ser más importantes que ellos en los días que corrían pero no hacía falta mucho para impresionarlos, estaban muy confiados en eso.

Cuando un sirviente se acercó a ellos no tardó en informarles de los recién llegados, los demás se alistaron para recibirlos, fueron a dar la bienvenida y primero distinguieron una gran figura que esperaba de pie sin soberbia pero con orgullo, no había antipatía ni simpatía por estar ahí, simplemente era un invitado. Le dieron la bienvenida pero muy dispuestos a hacer notar quienes eran ellos y quien era él.

--Sea bienvenido Aldebarán-dijo Saga hablando por todos.

--Muchas gracias-respondió el recién llegado.

El señor Aldebarán había empezado como muchos otros de la región, tan solo con una pequeña huerta pero desde muy joven la había trabajado y muy arduamente es de comentar, se le veía en sus tierras desde ates del amanecer hasta después del ocaso, siempre trabajando parecía su consigna y durante años se había dedicado a lo suyo, de tal manera que en esos momentos poseía toda la ladera desde los montes hasta parte de las tierras que habían sido de ellos e incluso hasta el arroya que había trabajado tanto por hacer brotar, se necesitaban cuatro horas de camino para recorrer todas las tierras de Aldebarán. Era un hombre rico, más rico que ellos.

--Mi sobrino no tardará en llegar porque no terminaba de alistarse-continuó Aldebarán--Así son los muchachos pero les aseguro que no tardara en llegar.

--Lo esperamos-dijo Camus.

Charlaron de nada por unos minutos pero no importó cuando la persona faltante hizo su entrada; lo primero fue asombrarse y lo siguiente quedarse sin aliento pues acababa de llegar una belleza que no se podía sino admirar. Se trataba de un joven esbelto como un junco con la piel de porcelana y la suave sonrisa de un ángel, bajo sus sedosos cabellos verdes resplandecían los ojos brillantes como esmeraldas; caminó despacio para acercarse con calma y seguridad hasta quedar al lado de Aldebarán, solo entonces hizo una breve inclinación como forma de saludo aunque sin mirar a nadie en especial, ni siquiera a un joven de cabello azul y ojos grises que sonreía como en sueños. Sin duda el recién llegado los tenía fascinados con esa mezcla de inocencia y belleza que poseía.

--Pero no es posible-dijo Saga-Haz cambiado tanto en tan solo cuatro años y para bien debo decir Shun.

De todos los que conocieron al de ojos verdes sin duda no podían creer que fuera el mismo, lo recordaban como un niño desaliñado y feúcho y no parecía posible que fuera el mismo joven delante de ellos.

--Será un placer que cenen con nosotros-dijo Dhoko--¿Vamos?

Con esas palabras todos se dispusieron a ir a sus lugares ya designados en la mesa y no tardó en presentarse el primer movimiento cuando Hyoga se dio cuenta de que Seiya se sentaba a su lado.

--¿Por qué estás aquí? No es tu sitio Seiya-dijo por lo bajo el rubio.

No lo era porque la persona que debía sentarse al lado del rubio era Ikki. Pero algo había sucedido.

--Ikki me dijo que me sentara aquí-respondió el castaño en el mismo tono.

Así era, en ese preciso instante el de ojos grises ya estaba cómodamente sentado al lado de Shun, que era el sitio que debía haber ocupado Seiya y la noche apenas empezaba. Durante la cena todo marchó como se esperaba, más bien conversaban los mayores y los jóvenes escuchaban pero en ese momento dos de ellos no perdían detalle alguno de lo que sucedía en la mesa. Cuando la cena terminó pasaron a un saloncito del tipo en que se hacen tertulias para tomar café y la conversación siguió aunque menos formal pues los mayores hablaron aparte dejando a los jóvenes que charlaran entre ellos y había alguien que no parecía querer perder la oportunidad.

--Me da gusto que vinieras Shun-decía Ikki-Siempre será un placer contar con tu presencia en esta casa.

--Muchas gracias-decía el de cabello verde con su voz suave-Nunca escuché de ti Ikki.

--Es que cuando vinieron hace cuatro años yo no vine con la familia.

--Es una pena, nos hubiéramos conocido antes.

--Si que es una pena aunque ya había venido una vez a estas regiones.

--¿Si?

--Si, cuando tenía dos años, con mis padres pero hasta ahora pude regresar.

--Creo que yo todavía no nacía.

Parecía que marchando las cosas tan bien todos se encontraban de buen humor pero el caso es que no fue así. Hyoga definitivamente no estaba tranquilo ni contento con lo que ocurría. Cierto que había recibido a Shun amablemente e incluso le había dado un abrazo como si hubiera echado de menos su compañía en esos años que no se vieron pero la verdad era que sentía estrujado el corazón; cuatro años antes habían conocido a Shun porque las propiedades de su tío colindaban con las suyas y en los dominios de Aldebarán había árboles frutales que ellos como cualquier niño disfrutaban de trepar y saquear pero hasta ahí habían sido sus correrías, el de cabello verde era visto como un invitado en su selecto círculo pero en ese instante se había convertido en el centro de todos ellos, ya no era más un chiquillo despeinado y descalzo que trepaba como un mono en los árboles, se había convertido en un joven encantador y tentador como una fruta madura.

Hyoga se daba cuenta de todo eso y de muchas otras más cosas aún, por ejemplo que el de cabellos verdes estaba muy flaco y pequeño para su edad, que tenía mucho de femenino, que cuando se reía cerraba mucho los ojos, que hablaba con demasiada libertad de todo lo que no le preguntaban, que ponía cara de tonto cuando se sorprendía y la verdad esperaba que Ikki también se diera cuenta de todo eso. Lo que no sabía era que el de cabello azul lo veía todo pero de una perspectiva algo diferente. Para él Shun era muy hermoso en su fragilidad de adolescente, su belleza competía con las de las pinturas de ángeles, era más hermoso cuando sonreía y cerraba encantadoramente sus ojos, que su espíritu parecía igualmente bello que su aspecto. Definitivamente no le interesaba, aunque lo hubiera sabido, lo que opinaba Hyoga.

--No hace mucho que regrese a estas tierras-comentaba Shun.

--¿Dónde había estado?-preguntaba Ikki sin dejar de mostrar su interés.

--Estuve en un colegio, un internado más bien, en la regiones de Alerce, mi tío quería que estudiara en un buen colegio.

--Una acertada decisión.

--Claro que lo fue-intervino Hyoga-Aunque perdiste casi todo tu acento Shun pero no te preocupes, casi no se nota.

Y el rubio lo había dicho como si nada pero podía resistir más la forma en que ese pequeño provinciano tenía completamente a sus pies a su primo, quería dejar de una vez en claro que no eran iguales, que Ikki se diera cuenta y encontrara la diferencia entre ellos a disgusto y terminara con esa plática pero lo cierto fue que no pudo disfrutar del triunfo.

--Sigues teniendo buen oído Hyoga-respondió Shun-Siempre me pareció una pena que no pudieras aprender a tocar más que una canción en piano, supongo que el problema era que tocabas con las manos y no con las orejas.

Mientras que todos los muchachos se rieron el rubio sintió que podía morirse y que podía matar a ese muchacho que había dicho todo como si tan solo fuera una broma, una que tenía aún más fascinado a Ikki que no dejaba de reírse por las palabras de Shun aunque fuera a costa de su primo. Fue una noche muy larga para Hyoga y muy corta para Ikki pero finalmente las visitas se retiraron aunque con la cordial invitación se volver a verse.

 

 

Y volvieron a verse pues no estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad ahora que parecía que los días eran mejores. Era como una consecuencia que toda la casa se llenara de un nuevo aire, incluso el clima mejoró notablemente pues ya no hubo lluvias torrenciales, solo se apreciaban días despejados y soleados en los que los sentidos se vuelven más agudos, nadie lo sentía más que los jóvenes y contagiaban a todos con su alegría.

Sin duda la entrada de Shun era el principal apoyo para que fuera de esa manera pues el de cabellos verdes era naturalmente alegre y cálido, nada de esa mojigatería que llamaban buenas costumbres los demás, no, eso no era para un muchacho como él que le gustaba de reír y correr alegremente y charlar; era como parte de la naturaleza misma y se fundía con la fresca brisa, el murmullo del agua y el brillo del sol. Nadie notaba más todo eso que el propio Ikki, siendo como era joven y capaz no dejaba pasar la oportunidad de estar cerca del encantador vecino, las frecuentes visitas de Shun eran muy gratas y él le mostraba todo el lugar, las habitaciones, los cuadros, los muebles, las terrazas y los pórticos y en todo ello siempre había risas y juegos que animaban a todos a participar...casi todos pues Hyoga se encontraba con mucha frecuencia en su habitación como si estuviera adolorido.

Pero eso quedaba a un lado cuando los demás podían seguir tomando vida de la vida misma; sin embargo las cosas se iban estrechando entre los dos, entre Ikki y Shun, pues los jóvenes muchas veces se habían escabullido de los demás y pasaban largos ratos a solas antes de que se volviera a saber de ellos e incluso el de cabellos azules había ido a casa del de ojos verdes aunque ahí estaban bajo la atenta y vigilante mirada de Aldebarán que no perdía de vista a su sobrino mientras estuviera bajo su techo y era justamente por eso por lo que los jóvenes preferían estar en la otra casa.

Nadie estaba muy seguro de cómo era posible que un hombre como Aldebarán tuviera un sobrino como Shun, aunque si había algunos indicios, para los mayores que tenían la edad para recordarlo sabían bien que la madre del de cabellos verdes, la hermana de Aldebarán, había sido una muchacha muy hermosa, la más bonita de la región decían varios pero había protagonizado un escándalo cuando quedó embarazada sin estar casada y nunca se supo quien era el padre de la criatura. Ella había fallecido siendo pequeño su hijo que quedó completamente bajo el cuidado de su tío y había hecho un buen trabajo, lo quería y se había esmerado por él para que tuviera las cosas buenas de la vida o al menos de las mejores que pudiera tener.

Siendo así las cosas los dos jóvenes se habían hecho más que cercanos, eran inseparables, siempre se les podía ver juntos dando una vuelta o charlando o riendo de cualquier cosa pero había ocasiones en que estaban a solas y se quedaban en silencio pues parecía que no había palabras para describir lo que sucedía entre los dos, un algo que nunca habían tenido y que deseaban que siguiera adelante. Por esos sus encuentros se prolongaron muchas ocasiones y era por las noches  a escondidas de los ojos avizores de los demás, tras algún seto que les brindaba la suficiente privacidad bajo el brilla de la luna.

Pero a pesar de que no era su deseo había algo que resolver y se trataba del regreso de Ikki a la capital. El Congreso estaba más que listo para que la nueva constitución marchara de inmediato y el joven debía regresar, lo había aplazado por estar con Shun pero no podía hacerlo más, tenía que ir a ocupar su lugar como uno de los congresistas. No le había dicho ni una palabra a su familia hasta ese momento pero ahora era inevitable que se supiera de su nueva posición en la que sin duda no solo brillaría sino también ascendería pero para eso tenía que irse al menos por unas semanas...semanas en las que estaría sin Shun.

 

 

No tenía caso seguir como si nada sucediera entre los dos y si para ese momento iban a separarse no lo harían como si nada, como si solo fueran  conocidos porque no lo eran y debía informar sus planes el de ojos grises.

--¿Podemos hablar?

Ikki en ese momento entraba en el despacho que ocupaba Saga, este estaba algo ocupado con algunas cosas de sus propiedades pero al ver al joven lo dejó todo a un lado.

--Claro Ikki ¿de qué quieres hablarme? ¿Tienes todo listo para tu viaje?

--Si, todo está listo, parto hoy mismo.

--Que pena que debas irte, a todos nos daba gusto tenerte aquí.

--Lo se pero es importante, cuando regresen a la capital se darán cuenta de ello.

--No creo que quisieras verme para  hablar de eso ¿Qué pasa Ikki?

--Bien, no me gustan los rodeos y menos lo haré con algo que me importa.

Definitivamente Saga no era tonto y ya estaba bastante enterado de algunas cosas que no habían dejado de ser comentadas sobre esa asiduidad del joven de ojos grises por el pequeño vecino de cabellos verdes que parecía todo encanto y que sin duda ya había dado pruebas más que suficientes de su valer. Según se murmuraba entre la gente del pueblo los habían visto besándose bajo un antiguo árbol en las orillas de la propiedad pero de eso no se sabía nada por los protagonistas.

--Estoy enamorado-dijo Ikki sin darle vueltas al asunto.

El de cabellos azules tan solo sonrió, definitivamente nunca pensó que vería a es joven delante de él de esa forma, todo formalidad y firmeza para hablarle de algo que era serio y formal. Ni siquiera valía la pena preguntar de quien porque ya sabía la respuesta pero de todas partes era como parte de un ritual y sabía que debía hacer la pregunta.

--¿Quién te ha robado el corazón Ikki?

--Se trata de Shun.

Ahí estaba la respuesta a todo, al cambio en la casa y esa nueva personalidad en Ikki, Shun, ese pequeño de ojos verdes que sin duda hubiera podido tener a cualquiera que quisiera pero que por alguna razón había quedado prendido de su joven pariente. También los tiempos cambiaban, ahora se buscaba que las clases no fueran diferentes sino que se nivelaran, era por eso que el sobrino de un agricultor podía emparentar con ellos pues en otros tiempos ni en sueños podría haber sucedido algo semejante, tampoco que el tío de ese muchachito fuera un hombre más importante y rico que todos ellos juntos.

--Lo que quiero pedirte-continuó Ikki-Es que hables con el tío de Shun y pidas su mano para mí.

Con decisión y aprisa, pero no era de asombrarse, así era con Ikki.

--¿Estás seguro de que Shun te corresponde?-preguntó Saga.

--Por supuesto, me ama como yo lo amo.

Amor, que fácil era pronunciarlo cuando era una palabra pero los ojos grises decían que era más que una palabra en ese momento, siendo así y como sabía que de nada valía tratar de negarse pues Ikki encontraría una forma u otra para casarse con Shun, que el de ojos verdes tan solo pudo dar una respuesta.

--Hablaré con Aldebarán y pediré la mano de Shun para ti Ikki.

--Gracias-dijo el joven con una sonrisa-Sabía que podía contar contigo para esto.

Tomó sus manos con calidez mientras la sonrisa seguía en su rostro, sin duda estaba feliz con la posibilidad de estar formalmente comprometido con el encantador joven de los ojos verdes.

--¿Cuándo hablarás con él?-preguntó Ikki.

--Mañana mismo.

--Pero...

--Por lo que se Aldebarán está terminando un negocio con unos jornaleros y hasta mañana estará en su casa, me temo que debes esperar.

--Me voy hoy mismo.

--T es escribiré el resultado del encuentro, no creo que haya problemas en que acepten la propuesta.

--Gracias.

Los preparativos para el viaje estaban completos y un sonriente Ikki estaba listo para marcharse, se despidió de todos con afecto pero al ver a Shun delante de él se notaba que se despedía con amor. Se puso en camino a su nuevo destino del cual aseguraba no necesitaba más que un par de semanas para poder poner en orden sus asuntos más importantes y regresar.

 

 

Al día siguiente de la partida Saga se alistó, se vistió con un formal traje de día, elegante y de buena tela, quizás la persona para quien debía usarlo no lo mereciera a su juicio pero quien le había pedido que cumpliera con tal alto encargo sin duda si. Después de todo debía reconocerle a su joven Ikki que se había portado bien al darles una deferencia en las costumbres muy poco acostumbrada en él pues en otras muchas cosas nunca se los había hecho saber, simplemente llevaba a cabo sus planes; Ikki era el tipo de hombre que nunca decía "Voy a hacer" sino que decía "He hecho", sin duda un buen miembro de la familia y un excelente hombre de su tiempo, un nuevo tiempo.

Cuando llegó a la propiedad de Aldebarán tuvo que admitir que no estaba seguro del tipo de hogar que encontraría, había tratado a ese hombre solo ocasionalmente, cuando debían pedirle un préstamo o debían buscar una prorroga para liquidar esas deudas. De ahí en fuera apenas si habían cruzado algunas palabras pero ¿Qué más daba el tipo de hombre que era cuando tenía un sobrino como Shun? Fuera cual fuera el destino que le había dado el orgullo de criar a tan encantadora criatura debía estarle agradecido.

La casa era un sitio amplio y colorido, soleado, todo indicaba que era un lugar para vivir sin la oscura sobriedad que el de cabello azul siempre había conocido, buenos y resistentes muebles acompañados de adornos sencillos, nada de formas rebuscadas ni supuestas señales de lujo, simplemente un buen hogar montado por un hombre que rara vez descansaba en ese sitio. Finalmente la puerta se abrió y apareció Aldebarán, como siempre tenía el aspecto de alguien que llegaba de trabajar la tierra, esa tierra que tanto había costado tener.

Los dos hombres tan solo se vieron por unos instantes pero era momento de hablar.

--¿A qué debo que esté en mi casa?-preguntó Aldebarán.

Tiempo atrás hubiera dicho "el honor de que esté en mi casa" pero ya no, Aldebarán era un hombre orgulloso y honorable, seguro de su valer y confiaba en su trabajo, fuerza e inteligencia para todo en la vida y hasta ese momento le había resultado. Saga no demostró nada de lo que pensaba pero encontraba que era mejor ser directo lo más pronto posible.

--He venido con una encomienda importante-dijo Saga-Vengo para pedir formalmente la mano de su sobrino Shun en matrimonio para Ikki.

A pesar de que esperaba algún tipo de reacción de parte del otro hombre no obtuvo ninguna, Aldebarán se limitaba a mirarlo como si esperara que le dijera algo más pero como el de ojos verdes no decía nada procedió a hacerle saber lo que pensaba.

--Ese muchacho Ikki es un joven ambicioso, muy ambicioso.

--Esto no se trata de dinero-dijo Saga-Ikki está enamorado de Shun.

--¿Quién habla de dinero? Me refiero a sus ambiciones en el Congreso, me parece que encuentra que eso es solo un peldaño en su vida para seguir ascendiendo.

--Ikki es un buen joven.

--No he dicho que no lo sea pero ¿Un buen muchacho se anda viendo a escondidas con otro para besarse detrás de setos?

Así que estaba enterado de eso también, parecía que a cada momento el papel de Saga e hacía menos glorioso de lo que había pretendido.

--Ikki es un muchacho serio, por eso quiere casarse.

--Si es serio puede comunicarle al joven Ikki que no hay impedimentos, Shun lo ama también y yo no tengo nada que decirle a él si esos son sus sentimientos.

El de cabello azul sonrió, a pesar de todo la encomienda estaba cumplida pero faltaba algo por decir.

--Debe saber algo-dijo Aldebarán-Mi sobrino habló conmigo, Shun me juró que estaba enamorado y que el joven Ikki también lo ama, es por eso que doy mi consentimiento.

En ese instante los dos se estrecharon la mano. Las manos de Saga eran manos suaves y afiladas, manos distinguidas mientras que las de Aldebarán eran manos fuertes, hoscas, curtidas por el trabajo.

--Pero deben tener en cuenta algo-dijo el más alto--No me hacen un honor por emparentar conmigo y ciertamente no le hacen un honor a mi sobrino y si acepto esta boda es solo porque los muchachos están enamorados, por nada más que la felicidad de Shun.

Era un golpe certero y bien dado ya que era la verdad, Aldebarán no encontraba que su sobrino estuviera haciendo un gran matrimonio con un joven que, si bien inteligente y ambicioso y que sin duda lograría cosas importantes, estaba más bien con una mano delante y otra atrás, esa familia suya le debía a él y ya tenía tres cuartas partes de sus propiedades pero Shun le había hablado con sus ojos verdes brillantes llenos de amor suplicándole que aceptara cuando Ikki se declarara formalmente y él simplemente nunca le había negado nada, si su hermana había sido desdichada al menos que su sobrino fuera feliz. En cuanto a saga se tragó muy bien lo que sentía pero no pudo evitar que una idea fluyera con total claridad.

--"Esa actitud demandante debiste tener cuando dejaron a tu hermana embarazada"-pensó Saga para si.

 Pero ya no quedaba nada por solucionar, lo más importante estaba dicho y formalmente el de ojos verdes escribió a Ikki que la misión era favorablemente cumplida y que a su regreso ya lo estaría esperando su prometido de ojos verdes.

 

 

Desde ese día las visitas de Shun a la casa eran lo común, charlaba amablemente con los mayores y animadamente con los jóvenes, aún con Hyoga que siempre parecía desvelado con los ojos azules irritados, pero siempre estaba la pregunta presente después de saludar.

--¿Cuándo regresa Ikki?

Pero hasta el momento ninguno lo sabía. No lo supieron durante tres largas semanas hasta una noche fría, una noche tranquila en la que ya casi estaban por retirarse a descansar, llamaron al portón principal y un sirviente de inmediato fue a avisarles.

--El joven Ikki llegó.

Todos se sorprendieron pues no lo esperaban y mucho menos tan tarde pero así era, se escucharon unos pasos veloces y unos instantes después ya estaba el joven delante de todos.

--Regresé-dijo simplemente con voz triunfante.

Se acercaron para darle la bienvenida de inmediato, era una inesperada alegría que estuviera en casa de nuevo pero tenía poderosos motivos para hacerlo o al menos eso fue lo que entendieron los demás.

--Ya no toleraba estar sin Shun-dijo Ikki-Ahora solo queda una boda que planear y debe ser pronto.

--Con calma Ikki-dijo Dhoko-No puedes simplemente apresurarte para todo, estás cosas llevan tiempo.

--No cuento con tiempo.

--¿Qué ha sucedido?-preguntó Camus.

--Nada en especial pero el Congreso seguirá, no se disolverá como pensaban y debo estar presente, tendremos que trasladarnos permanentemente a la capital.

Esas noticias eran una sorpresa tras otra sin duda alguna, no solo se trataba la prisa con la que tendrían que llevar a cabo sus planes, también se trataba de que ese Congreso tomaba más fuerza de la que hubieran imaginado la mayoría pero Ikki tan solo estaba complacido con todo lo que sucedía, no solo se casaría mucho antes con Shun, también esa nueva posición que se estaba forjando era muy prometedora.

De inmediato el joven de los ojos grises hizo enviar a Shun un mensaje de que había llegado aunque le dijeron que por la hora lo más probable era que el joven estuviera ya descansando pero por su mirada parecía que el recién llegado estaba muy convencido de que no era así. No se equivocaba. Aún estaban reunidos charlando sobre lo de la boda y el Congreso cuando se dejo escuchar una voz.

--¡Ikki!

--Shun.

De inmediato el joven se le acercó y sin mediar otra palabra lo estrechó en sus brazos para besarlo, ya no tenía que hacerlo a escondidas, ahora era su prometido, al separarse ambos sonreían y de inmediato el de ojos grises le mostró algo al de cabello verde.

--Traje esto para ti Shun.

Unos instantes después una esmeralda oscura y brillante rodeada de brillantes pequeños lucía en la pequeña mano de un joven que parecía no creerlo. Nadie creía que todo estaba sucediendo tan aprisa lo que presenciaban y aún más aprisa marcharían las cosas.

En los días siguientes los preparativos se dejaban ver y se llevaban a cabo con tanta velocidad como fuera posible, si se hubiera tratado de una posesión de una ciudad completa no se hubieran hecho tan aprisa las cosas pero ahí estaban todos en la región interesados y entusiasmados por ver una boda tan grande como aparentemente lo sería esa y no se podía esperar menos siendo quienes eran los jóvenes por casarse. La ropa estaba siendo cortada y cosida a toda prisa mientras que el banquete y las invitaciones se terminaban de alistar, las flores debían ser perfectas y se destinaban desde antes para la fecha exacta, los padrinos tendrían que ser de la misma familia para que no se tardaran más en estar listos, todo debía estar listo en una semana.

 

 

A dos días de la ceremonia Shun e Ikki habían encontrado algo de tiempo para verse a solas pues en medio del alboroto del cual eran protagonistas tan solo deseaban pasar algo de tiempo juntos y ya que esa tarde parecía que habían podido escabullirse de todo se sentían contentos. Paseaban tomados de la mano por la parte más alejada de la casa, una parte que más bien estaba desocupada pues no se podía solventar el mantenerla pero eso a os dos enamorados poco les importaba, en ese instante era un perfecto refugio de las miradas y llamados de los demás.

--¿Tú tío está listo Shun?

--Si Ikki pero opina que esto va muy aprisa.

--Me hubiera gustado que fuera de otra manera, te mereces lo mejor.

--Serás mi esposo ¿Qué más puedo pedir?-sonrió al decirle eso--¿Y tu familia?

--Todos listos, no quise que invitaran a nadie de fuera, así no tendremos que esperar hasta que lleguen.

--¿Y Saga? No lo he visto.

--Tuvo un llamado de emergencia de un viejo amigo de mi padre, se llama Shaka.

--¿Shaka?

--Si.

--Lo recuerdo, era muy pequeño la última vez que lo vi, mi tío Aldebarán me dijo alguna vez que era amigo de él y de mi madre. Hace mucho que no se de él, espero que se encuentre bien.

--Eso deseo también.

--¿Crees que Saga fue para traerlo a la boda?

--No creo que sea algo que él haría pero mientras esté aquí para la ceremonia no me interesa a quien traiga.

Siguieron con su paseo y charlando entre las antiguas habitaciones que ya no brillaban pero a ninguno de los dos les importaba eso, solo contaba que estaban juntos. En algún momento se detuvieron para sentarse a descansar solo unos instantes, estaban en lo que semejaba un antigua salón de descanso y podían apreciar lo que fuera una elegante ventana que dejaba pasar los rayos del sol, justamente a la luz del astro rey Ikki veía lo que no le parecía posible que estuviera delante de él, pero ahí estaba con sus hermosos ojos verdes y su rostro de ángel, no podía estar sino sorprendido de que fuera a ser su esposo. De repente Shun volteó a verlo y simplemente le sonrió, entonces el de ojos grises lo tomó entre sus brazos y lo besó con suavidad en los labios y el más joven no tardó en responderle con ternura y amor.

--Te extrañe mucho cuando te fuiste Ikki, tan solo contaba el tiempo para que regresaras, me siento tan feliz de que ya estés aquí.

--Yo también estoy feliz por haber regresado Shun, esta vez es para ya no separarnos.

Volvieron a besarse pero con más intensidad, no tardaron en capturar el cuerpo delante de ellos con sus brazos para seguir estrechándose pero cuando la pasión iba en aumento fue cuando uno de los dos encontró algo de cordura en lo que sucedía en ese instante y se separó.

--Será mejor irnos Shun.

--Pero Ikki...

--Es mejor que descansemos, ya no falta mucho para la boda.

--Y ya nunca más nos vamos a separar ¿verdad?

--Así es, nunca más.

La simple idea los hizo sonreír y tuvieron que besarse de nuevo, con ternura y alegría pero se querían demasiado para dejar pasar la oportunidad y fue por eso que no supieron cuando detenerse, sus manos siguieron tocando y estrechándose hasta que los dos supieron que si no se detenían en ese momento ya no lo harían.

--Shun...Shun...

Pero el de cabello verde no se detenía, así que el de ojos grises se separó un poco de él y lo miró de frente, se veía tan perfecto y hermoso en ese momento que nunca se permitiría perderlo.

--Eres maravilloso Sun, eres lo más hermoso de mi vida.

--Te quiero Ikki, te quiero.

--Y yo te quiero a ti Sun pero no podemos seguir.

--Ikki...

--Moriría por tocarte Shun.

--Moriré si no me tocas...ahora.

Sin otra palabra el de ojos verdes se arrojó a los brazos de Ikki para besarlo con pasión y el joven de cabello azul tan solo pudo seguir sus impulsos y lo atrajo contra su cuerpo para ya no dejarlo ir. Mientras se besaban  acariciaban sentían claramente al deseo luchando con la castidad, a la búsqueda de satisfacción de la mano de la ignorancia pero ya no iban a detenerse, ya no. Estaban solos, completamente solos y se amaban, eran el uno para el otro y no dudarían en demostrarlo.

Con cuidado y ansiedad Ikki empezó a abrir la ropa de Shun, la tela no le oponía ninguna resistencia y tampoco lo hacía el joven de ojos verdes que los mantenía cerrados mientras sus manos exploraban el cuerpo de su pareja y buscaban hacer lo mismo con su vestimenta; al encontrar una forma de traspasar las barreras fueron momentos de alegría pues estaban en camino de mostrarse cuanto se amaban, la ropa fue hecha a un lado lentamente, quedaron desvestidos y sobre la misma ropa recostados, Shun con su espalda sobre la tela e Ikki sobre él.

El de cabello azul acarició con suavidad el rostro de su compañero, con tanta ternura que el joven de los ojos verdes los cerró y parecía esperar por lo que su pareja haría y no tardó en sentir como cubría su rostro a besos para apoderarse de sus labios y después bajar por su cuello donde hizo más intensas sus caricias para continuar con el blanco pecho, besándolo y acariciándolo con sus labios y su lengua y usando suavemente sus dientes, provocando que el más joven se estremeciera pero se curvara como si quisiera más y no dudo el de ojos grises en brindárselo.

Una de sus manos llegó primero entre las piernas del de cabello verde, lo acarició con gentileza para después presionar el semi-rígido miembro con sus dedos, el menor gimió suavemente para después hacerlo abiertamente mientras esa diestra mano lo excitaba y era besado en el pecho con intensidad. Ikki escuchaba y sentía a su compañero, estaba complacido de lo que lograba pero quería darle más, fue por eso que siguió descendiendo para reemplazar sus dedos con sus labios, besando primero el sexo ya turgente de su joven amor y después lo acarició con su lengua para no perder tiempo y tomarlo entre sus labios. Shun gimió al mismo tiempo que se arqueaba para sentir más de lo que su compañero hacía, no creía que pudiera resistirlo mucho tiempo pero se sentía tan bien lo que hacía el de ojos grises que no quería que terminara.

Sin embargo el joven del cabello azul supo que debía continuar pues no quería que todo terminara de esa manera, fue por eso que se separó ante la mirada entre interrogante e insatisfecha del de los ojos esmeralda pero no tardó en tomar con firmeza las suaves caderas del menor para elevarlas un poco y hacerlo abrir un poco más sus piernas, entonces le dio un tierno beso en su intimidad que hizo a Shun dar un fuerte gemido y volver a cerrar sus ojos con fuerza mientras disfrutaba de lo que esa complaciente boca era capaz de hacer.

Llegaron a un punto en que ya no era suficiente simplemente tocarse, necesitaban sentirse por completo, sabiendo eso Ikki procuró preparar a Shun lo mejor que pudo usando su lengua y sus dedos y sintiéndose más necesitado a cada instante por los sensuales gemidos de su compañero, hasta el punto en que no pudo resistir más ya no sentirlo, tan solo ser cobijado en su interior. El de cabello azul se incorporó a medias y atrajo al de ojos verdes contra su cuerpo dándole la espalda y haciendo al mismo tiempo que separara sus piernas, lo estrechó entre sus brazos de tal manera que su pecho quedaba contra la espalda del menor y con cuidado deslizó la punta de su enhiesto sexo en el interior de la masculina entrada que no se le resistía.

En un primer momento Shun sintió que el encuentro era un tanto violento, pero al sentir las manos de su compañero sobre su cuerpo y sus besos en su cuello mientras le susurraba cuanto lo amaba dejó de pensar en ello, de hecho ya no pensaba en nada, tan solo sabía que deseaba entregársele por completo a Ikki y el de cabellos azules también lo sintió mientras le parecía que se quedaba completamente intoxicado por el perfume de ese cuerpo y esos cabellos; al quedar completamente unidos tuvieron que detenerse unos instantes, solo unos instantes en los que la quietud les permitió sentirse más seguros y confiados pero también más necesitados de seguir.

Fue por eso que Ikki comenzó con un suave movimiento de sus caderas, solo un vaivén tranquilo y apacible que permitiera a su pareja relajarse y disfrutarlo pero su propio cuerpo quería más, comenzó a moverse más aprisa y con más ardor pero al sentirlo Shun se sorprendió un poco y casi buscó separarse mientras daba un quedo sollozo pero su compañero no se lo permitió, lo estrechaba por la cintura con una de sus manos mientras que la otra acariciaba su cuello y su pecho para que se relajara y no tardó demasiado en conseguirlo, desde ese instante ya ninguno de los dos quiso detenerse y se entregaron sin reservas con todo su amor y su juvenil pasión.

En algún momento del encuentro la fuerte mano de Ikki dejo de tocar su cuello para descender y llegar hasta el rígido sexo de Shun lo tomó con firmeza para frotarlo y acariciarlo y presionarlo de una forma que el de cabellos verdes no podía creer que fuera tan placentera y solo gemía con libertad y trataba de decir algo pero el placer no le permitía hablar siquiera mientras que su compañero estaba a un paso de la gloria completa entrando continuamente en ese cálido pasaje que no dejaba de estrecharlo. Al final ambos jóvenes gimieron con fuerza indicando que el éxtasis los había abordado y tan solo encontraron algo de refugio estrechándose con la fuerza que les quedaba, hasta que pudieron separarse y siguieron besándose dándose promesas de amor eterno.

 

 

Los planes seguían en marcha y estaban saliendo a la perfección, nada se dejaba pasar por alto y siendo que se consideraba una boda por todo lo alto no se escatimaba en nada, definitivamente todo estaba en su sitio. Al menos casi todo pues hacía falta que una persona estuviera de vuelta y justamente un día antes de la ceremonia Saga estuvo de regreso pero no tenía buen aspecto. En cuanto el de cabello azul y ojos verdes estuvo de vuelta las personas que lo vieron pasar no tardaron en darse cuenta de que se veía mal, desmejorado y pálido además de sumamente silencioso, lo que hubiera sucedido lo tenía alterado y con una idea fija en su mente.

--Llamen a Camus y a Dhoko-ordenó.

Ambos caballeros habían estado ocupados con todos esos pequeños detalles que no pueden ser dejados de lado cuando se celebra una boda pero se dieron unos momentos al saber que había regresado el ausente. Tan solo de entrar a la misma habitación y de ver la expresión del de cabello azul y ojos verdes supieron que era muy serio lo que ocurría, Saga cerró la puerta por dentro después de dar la orden de que nadie los molestara.

--Tengo que decirles algo muy importante-anunció Saga.

Los otros dos esperaban pero se daban cuenta de que el hombre delante de ellos parecía haber envejecido unos años en tan solo esos días de ausencia, la inquietud que emanaba de él se les estaba contagiando.

--¿Qué sucede?-preguntó Dhoko.

--¿Qué ha ocurrido?-preguntó Camus.

--Es grave-dijo Saga-Quien me llamó fue un conocido de antaño, fue Shaka.

Lo recordaban, un hombre más o menos de su edad que había vivido años atrás en ese mismo lugar pero se había marchado y hasta ese momento nunca habían vuelto a escuchar de él.

--Shaka me llamó-siguió Saga-Porque tenía algo importante que decirme.

--¿Qué te dijo?-indagó Camus.

--Shaka estaba enfermo, necesitaba decirme algo antes de que fuera tarde.

--¿Qué dices?-preguntó Dhoko?

--Shaka falleció.

Por unos instantes guardaron silencio pero sin duda eso no era lo que había puesto en ese estado al de ojos verdes y cabello azulado, era algo mucho más urgente.

--Como estaba próximo a fallecer Shaka me llamó porque tenía algo muy urgente que decirme, algo sobre nuestra familia-Saga atuvo que respirar con profundidad antes de seguir con su relato-Shaka era amigo de la madre de Shun, ella le confió antes de morir quien era el padre de su hijo, le rogó que no le dijera a su hermano porque temía lo que Aldebarán haría de saberlo pero también le rogó que su hijo no lo supiera sino hasta que tuviera la edad para comprenderlo. Shaka me dijo que estaba dispuesto a nunca decirlo pero no podía morir con el secreto.

Hubo unos momentos de silencio nuevamente y saga no podía mirarlos de frente, solo quedaba decirles la verdad.

--El padre de Shun era el padre de Ikki.

Los otros dos hombres pusieron cara de sorpresa para después pasar a la incredulidad y por último se quedaron con una expresión de preocupación.

--Esto no es posible-dijo Camus-No es posible.

--Fue por eso entonces-comentó Dhoko como si recordara-Fue por lo que se fueron y nunca regresó.

Justamente cuando esa visita a la propiedad años atrás los padres de Ikki se habían marchado aprisa y nunca volvieron, cierto que ese matrimonio estaba muy mal y no era un secreto que no era el amor lo que lo mantenía unido, de hecho llegó a sospecharse que el padre de Ikki quería dejar a su esposa pero nunca lo hizo porque ella había amenazado con llevarse a su hijo y que nunca lo volvería a ver, sin duda también había sido por no ser feliz en su hogar que se había involucrado con todas esas nuevas ideas en las cuales dejó su vida: un mundo en el que todos fueran iguales.

Así era, el padre de Ikki en realidad se había enamorado de la madre de Shun, estaba dispuesto a dejar a su esposa pero perder a su hijo no, por eso nunca regresó y la madre de Shun esperó y esperó pero su amor nunca regresó y nunca supo de Shun, Aldebarán se portó bien con ella, nunca le hizo un solo reproche y trabajó duramente para que nada le faltara a su familia, cuidó a su sobrino con amor y esmero aunque su hermana nunca le dijo quien era el padre pero él no se lo reprochó.

La realidad ante esa confesión era una.

--Ikki y Shun son hermanos-dijo Saga.

El silencio se hizo casi sepulcral en ese instante, los tres hombres tan solo pensaban y trataban de imaginar lo que sucedería en cuanto algo así se supiera pero en la mente de los tres quedó la misma duda ¿Debían decirles la verdad? Había mucho que tomar en cuenta, no se trataba simplemente de un sentido de lo justo, lo correcto, lo honorable. No. Se trataba de mucho más, de unas jóvenes vidas que estaban por unirse y que parecían no poder separarse ya, como si su existencia dependiera completamente de ser de esa otra persona a la que amaban.

--Son hermanos-dijo Camus.

Esa era la cuestión eran de la misma familia, no podían ignorarlo ni permitir que lo  ignoraran, debían decirles la verdad...aunque eso los destrozara. Toda su vida se acabaría al saberlo pero eso era lo que debían hacer o al menos trataban de convencerse de ello.

--Los destrozará saberlo-dijo Dhoko.

No era sencilla la respuesta a su dilema, sentían que era su deber decirles la verdad pero querían a Ikki, no podían imaginar siquiera su sufrimiento ni lo que haría al saber la verdad; tampoco el dolor en esos hermosos ojos verdes que se iluminaban a la simple vista de su amor. Porque ninguno dudaba que ambos jóvenes se amaran y no escapaban a las dudas sobre si se trataba de un malentendido cariño fraterno o de amor verdadero de un ser humano por otro.

Con las puertas cerradas siguieron discutiendo sobre lo que debían hacer pero pasó un largo rato para que salieran de nuevo y ya estaba decidido lo que harían. Al dejar la habitación buscaron a Ikki, el joven no tardó en aparecer pero no lo hizo solo, de su manos estaba Shun, ambos jóvenes y sonrientes y sobre todo enamorados ¿Podían acabar con eso? ¿Destruirlo? ¿Destruirlos a ellos?

--¿Por qué me llamaron?-preguntó Ikki.

--Ikki...--trataba de decir Saga.

--¿Si?

--Perdonen-interrumpió Shun-Pero antes de que digan nada más quisiera decirles que les agradezco todo lo que han hecho por nosotros.

--Por ambos-agregó Ikki-Se que no siempre he sido lo que esperaban pero...les agradezco todo lo que han hecho por mí porque gracias a ustedes soy el hombre que puede ser feliz al lado de Shun.

Diciendo eso el joven de los ojos grises sonrió con alegría y una gentileza que parecía no poder creerse, por su parte el de cabellos verdes tan solo miraba con ilusión, como si soñara con el tiempo que les restaba de una vida juntos. Por un momento todo se detuvo y solo fueron felices y no había manera de que los otros no se dieran cuenta de ello; el momento terminó y quedaba algo por preguntar.

--¿Qué era lo que querían decirme?-preguntó Ikki.

Los tres hombres los miraban en silencio, sabían que si iban a hablar debía ser en ese momento.

--Ikki...Shun...--intentaba decir Dhoko.

Los jóvenes tan solo estaban tomados de la mano y esperaban, el de cabello verde se recargó contra el hombro de su compañero y este lo estrechó con afecto, aguardaban por lo que les dirían solamente.

--Muchachos ustedes...--quiso decir Camus.

Las palabras debían ser dichas.

--Ustedes dos...--dijo Saga-Ustedes dos se aman y merecen ser felices.

Era lo único que contaba y lo que debían saber.

 

 

Fue así como llegó el momento esperado por la región y se celebró la ceremonia, el joven Shun se comportó perfectamente y nadie hubiera creído que el muchacho de ojos verdes estaba nervioso; iba vestido de blanco y verde, su hermoso cabello caía sobre sus hombros y su espalda y su rostro estaba radiante, caminaba con ligereza y una sonrisa hasta quedar al lado de Ikki. El de cabello azul tomó las pequeñas manos entre las suyas con suavidad todo el tiempo y cuando terminó la ceremonia el de ojos verdes se lanzó a los brazos de su compañero para besarlo en las mejillas  el de ojos grises le respondió con un beso en los labios.

--Soy tan dichoso Ikki-dijo con un suave rubor.

El otro joven tan solo sonreía con amor. Le dio el brazo a su joven esposo para atravesar los salones hasta llegar al salón principal donde ya eran esperados por los invitados mientras eran seguidos por la familia. Como ya los esperaban se acercaron de inmediato para felicitarlos, los abrazaban y besaban y todos se mostraban contentos, se dieron cuenta varios de los presentes que incluso el joven Hyoga estaba tan contento que lloraba.

Llegó el momento de que la joven pareja bailara y la música se dejó escuchar, Ikki se movía con una delicadeza increíble tomando a su joven esposo por la cintura, Shun lucía encantador y no era posible que no se viera lo felices que eran estando juntos.

Saga, Camus y Dhoko los observaban ser felices y si querían que siguieran siéndolo no podían dañarlos, no podían decirles lo que sucedía, por su felicidad guardarían en secreto la verdad.

 

 

FIN

 

Notas finales: Espero que les gustara.

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