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Duple Vita por OdiumAmoris

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Duple Vita

Autor: AM


II

Sabaku no Gaara


 

 

Las luces titilaban tras un espectáculo privado y agotador. Observó a través de la ventana hacia la oscura y atrayente noche viendo el infinito negro sin luces ni estrellas... sólo la Luna que fielmente lo acompañaba en sus cavilaciones de hombre satisfecho y egocéntrico; entre sus brazos yacía un pelirrojo durmiente y pálido quien ni siquiera se inmutaba por el extraño insomnio del cual su pareja era asediado y se abandonó bajo aquel embriagante mar de calor que poseía el musculoso cuerpo contrario olvidándose por unos momentos todo lo que les rodeaba, permitiéndose ser egoísta y celoso apretando su agarre aún más sólo con el hecho de no querer soltar aquella figura.

El poseedor de orbes negras no hizo nada para mermar aquella atadura humana, ni tampoco quiso hacerlo; aquel calor embriagante que le entregaba el pelirrojo era único y adictivo. Se hundió más entre aquellas sábanas y aspiró el aroma que expelía sus cuerpos tras aquella ardua sesión amatoria y cubrió sus ojos con el antebrazo de su extremidad disponible queriendo estar así por un tiempo más antes de volver a su rutina.

—¿Estás despierto? —la voz suave y adormilada del contrario lo sacaron de sus pensamientos y se dedicó a acariciar la blanca y suave espalda del menor.

—Sí —respondía con el mismo tono de voz sucumbiendo ante el agotamiento físico.

—No vayas... mañana a estudiar —bisbisó el pelirrojo apretando más aquel cuerpo más adulto que el suyo con fuerza para nada desconocida siendo aquel agarre algo doloroso.

—No lo haré —afirmaba mientras volteaba un poco su cuerpo para volver aún más íntima la situación. Viró sus orbes oscuras hasta las claras encontrándolas nubladas por el sueño y la propia inseguridad que demostraba Gaara tras aquellos actos propios de una pareja consolidada.

—Soy único, ¿cieto? —acostumbrado a aquella inseguridad que rara vez salía de los labios finos del menor asintió.

—Único —y no mentía, no encontraría a otra persona como Gaara.

—Duérmete —la tosca voz volvió a hacerse partícipe de su conversación y rendido a la extraña personalidad y sensación de amor apache que tenían, cerró sus orbes dejándose llevar por la respiración contraria; mañana no iría a la universidad y se sentía jodidamente bien.

Giró su cuerpo buscando el calor que le faltaba bajo su cuerpo, pero se encontró solo en su cama. Removió molesto las pulcras sábanas rojas y se atavió rápidamente en su pantalón del día anterior buscando frustrado a la persona con la cual solía pasar sus noches en vela.

—Sasuke? —llamaba indeciso por el piso de su departamento, pero el silencio era la única respuesta —... maldito hijo de p--—

—¿Qué haces de pie? —estando a segundos de completar su improperio la puerta de su piso se abrió abruptamente dejando ver al poseedor de sus pensamientos pasar con dos bolsas en las manos.

—¿Dónde estabas? —cuestionó enojado por no despertar entre los brazos del contrario.

—Tenía apetito y fue a comprar... no tienes nada en tu maldito refrigerador —mascullaba el otro ante el repentino ataque de posesividad que tenía su novio.

—No lo hagas.

—¿Y morirme de hambre? —enarcó una ceja confuso por la actitud del chico.

—Me despiertas y vamos juntos.

—Dios no seas así —de improvisto la tonada del celular del mayor sonó cortando aquel denso ambiente. Dejó las compras en la mesa mientras el menor se hacía cargo de armar el desayuno con el ceño fruncido y el Uchiha fue a contestar un poco más alejado del pelirrojo.

—¿Sí?

Sasuke-teme ¿dónde estás?... acabas de perder las primeras clases -Naruto. Suspiró pensando en qué decirle y se abocó a decirle la verdad.

—No voy a ir, me quedaré en casa de Gaara —musitaba mientras se revolvía los cabellos en un gesto completamente agotador.

¿Por qué demonios estás con él? —sonaba enojado.

—No te tengo por qué dar explicaciones Naruto.

¡Soy tu novio!

—No tú mascota. Nos veremos mañana —y sin nada más que decir cortó la comunicación.

Un día había oído decir que era mejor siempre  decir la verdad cuando le era infiel a su pareja, así nunca sospecharía mucho. Teóricamente ambos —Gaara y Naruto— sabían la existencia del otro aludiendo que eran sólo amigos y que ellos eran su única pareja. Se volteó para ver cómo el menor terminaba de colocar la mesa con el agua recién hervida y le mandaba una clara mirada de "está servido idiota" por lo cual caminó hasta situarse al frente del aludido.

—¿Quién era?

—Naruto.

—¿Para qué te llamó?

—Para decirme que me estaba perdiendo las clases.

—Tu amigo es algo extraño...

Amigo... si tan sólo supiera. Alzó los hombros desentendiéndose de aquel asunto y procedió  a comer lo que había traído de una cafetería cercana y se dispuso a pasar una tranquila mañana con su pelirrojo; quizás saldrían a dar una vuelta por allí tras descansar —o saciarse— lo suficiente.

Gaara era extravagante a su manera, y eso le gustaba. Siendo siempre serio no le gustaba, pero aquellos repentinos ataque posesivos sumado a su inseguridad emocional y sin denotar que la manera en la cual se desenvolvía lo embriagaba lo hacía sentirse bien, aún más cuando era capaz de congelar con su mirada a cualquier sujeto que los estuviera molestando... siempre le causó gracia su forma de ser. Guiado por sus instintos y pensamientos del momento envolvió al menor entre sus brazos aspirando aquella fragancia que lo desquiciaba y sintiendo el cálido cuerpo contrario en su pecho estremecerse con premura.

—¿Qué haremos hoy? —cuestionó toscamente mientras seguía con sus acciones como si aquello no fuese nada.

—No lo sé, sorpréndeme.

Revolvió los cabellos carmines para joderlo ganándose una mirada entrecerrada y amenazante y se dejó llevar por el menor.

Gaara tenía diecinueve años y ya se hacía cargo de su propia empresa, no era para nada desconocido que su padre lo odiaba por lo cual siempre lo acribillo a estudios y pruebas para que se volviera loco, pero lo único que consiguió fue que aquel niño se convirtiera en su propia destrucción. El pelirrojo no mantenía una relación demasiado buena con sus hermanos, pero siempre los veía cada dos o una semana para saber de ellos.  Apreció la belleza única que poseía aquel joven muchacho con su rictus de seriedad, sus pensamientos nadie los conocía por lo cual se permitía soñar despierto.

Todo en él cambió abruptamente cuando dos personas el mismo día se las ingeniaron para adentrarse a su podrido y lúgubre corazón; uno con su aparente personalidad explosiva y otro con su tranquilidad arrulladora y palabras precisas.

Ambos diferentes e iguales a la vez.

Cuando el menor estuvo listo ambos se bañaron  bajo miradas tronadoras, palabras amenazantes y deslices propios de su relación y ya a las diez menos quince se encontraban de pie en la entrada del edificio en donde vivía el pelirrojo.

—¿Dónde me llevas? —cuestionó con voz grave y desinteresada el mayor.

—Al cine, quiero ver una película sin escuchar los chillidos de jovenzuelos en plena faena —mascullaba el menor irritado mientras lo jalaba de la manga de su chaqueta. Lo vio fruncir el ceño de reojo cuando los gritos de la calle comenzaron a cursar sus oídos —algo realmente molesto— y cuando dio la luz verde para peatones casi lo arrastro hasta el cine Arte de la avenida central.

—¿Eh?

—Di algo Uchiha del mal y te castro —el mayor redirigió su mirada asesina al pelirrojo y pagó las dichosas entradas. Cualquiera que los viera pensarían que se llevarían del asco y aquella convivencia era realmente obligatoria, ¿cómo pueden ser novios aquellos que se pelean cada tantos, fruncen sus ceños y dicen palabras de muerte súbita cuando el otro está dormido?... por lo menos la gente normal no.

Sasuke pasó bajo su perfil de ‘me dices algo y desearás estar muerto' por las butacas rojas oscuras, y el menor cargaba sus respectivos jugos y PopCorn como si fueran su más preciado tesoro.

—No entiendo cómo puedes comer esa mierda —espetaba el pelinegro mientras le quitaba el jugo de manzana que traía el menor.

—Yo no necesito dieta para conservarme señor calorías —escupía las palabras el contrario con sorna.

—No seas ingenuo Sabaku, es por los químicos que tiene esa porquería que no las ingiero —mascullaba el otro enfurecido por llamarle sutilmente metrosexual.

—Ája, lo que tú digas.

—Estúpido.

—Idiota.

—Crío.

—Arrogante.

—Desesperado.

—¡No soy desesperado!

—Lo que tú digas  rojo —murmuró el otro — lo que tú digas —completo con algo de gracia mientras pasaban los créditos y una semi-poblada sala hacía silencio.

—Me haré un tatuaje —dijo de improvisto el menor mientas sus orbes aguamarina reproducían todo lo que en la pantalla se veía con nitidez.

—¿Qué te tatuarás?

—El kanji Ai —respondió  girando su vista hasta su pareja esperando que le dijera "no destruyas tu cuerpo" como en su momento alguien le había dicho.

—Está bien... entonces yo me haré uno también.

—No digas estupideces.

—¿Por qué no? —cuestionó el Uchiha con sorna.

—Haz lo que quieras.

—El Domingo iremos —fue todo lo que el Uchiha dijo y sin mayor preludio ambos fijaron sus orbes oscuras y claras en la pantalla bajo aquel gran título destilando en rojo.

—Porquería de película de terror —enfatizó el pelirrojo lanzando las botellas y lo que quedaba de palomitas de maíz al basurero —, la sinopsis se veía mejor que esa mierda —discrepaba enojado.

—Lo que sea, vámonos rojo —revolvió una vez más aquellos furiosos cabellos escarlatas y el más joven golpeó la mano del mayor frustrado por todo eso, como medida preventiva para la seguridad nacional —o de las personas que pasaran cerca de su sulfurada pareja— asió una de las manos a la suya y comenzaron a caminar en dirección a un parque cualquiera.

—Te odio —masculló enojado el pelirrojo al verse tratado como un crío.

—Es mutuo.

Observó de reojo a su pareja, era volátil con su  humor si no lo sabías controlar, pero bastaba con que se metieran con algo que él realmente quería y toda aquella explosión de furia mermaba para convertirse en un mar de tenebrosa calma y precisión en sus palabras ácidas.

—¿Qué me miras Uchiha?, ¿te gusto acaso? —sin contar con aquel tono de presunción en su voz.

—Me gustaría perforarte... pero creo que no te va el exhibicionismo —pronto un inmaculado y nimio color carmín —que podía ser confundido fácilmente— se instaló en aquellas mejillas, pero él conocía lo suficiente a Gaara como para decir que era un simple color nacido de la nada.

Se cuestionó el hecho de haber llegado a caer tan bajo ante un crío —porque para Sasuke lo era— pero con sólo ver cómo miraba amenazante a las personas y aquella mueca de asesino en serie bajo unas ojeras atenuadas bajo sus orbes aguamarina comprendió que muchas cosas escapaban de su entendimiento, como la razón por la cual llevaba una doble vida,  o la comprensión de por qué por más que quisiese decidirse entre uno o el otro no podía, mientras más tiempo pasaba con ellos más dificultoso se volvía su decisión.

A Gaara lo quería por las mismas razones que quería a Naruto, pero los hechos por los cuales las razones se formaron eran demasiado distintos y no sacaba absolutamente nada con compararlos porque era inútil: ¡eran jodidamente diferentes!

—¿Qué piensas?, te quedaste demasiado perdido —aquel chico que estaba delante suyo ahora siempre notaba cualquier ínfimo detalle suyo, atento pero no en exceso y sabía identificar cuándo realmente necesitaba compañía.

—Pensaba en lo que haría sin ti —y de verdad que lo pensaba.

Cualquiera que conociera a un Uchiha cuestionaría si de verdad tenían sentimientos —él también lo hizo en su momento—, pero sólo bastaba encontrar a la persona indicada —o las personas indicadas— como para sacar a flote aquella muestra irracional de sentimentalismo en su justa medida.

—¿Y qué harías? —preguntó enojado el otro ante la sola mención de una presunta separación. Alzó los hombros en un gesto que claramente se entendía como un no sé  y eso fue suficiente para su ruda pareja.

—Café —el pelirrojo asintió y fue en busca de la preciada cafeína para su novio y él se fue a sentar en una banca cercana.

Sabaku no Gaara era lo antagónico de Naruto... pero Naruto...

Decidió dejar aquellos pensamientos a un lado, ahora estaba con su pelirroja pareja y ya se pondría a pensar en su lío emocional cuando no estuviera ninguno de los dos.

Naruto, ¿qué estaría haciendo su dobe?


Notas finales: Como se habrán dado cuenta este capítulo es la expresión de la relación que Sasuke mantiene con Gaara, y si se fijaron —o leyeron bien—, Gaara tampoco sabe que Sasuke tiene otra pareja por lo tanto es un engaño doble, y como bien dice el título: Una doble vida.

Comencé con el cuestionamiento inmediato de la presunta vida de Sasuke sin ninguno, y aclaro que ante cualquier duda del pairing final no la diré. Obviamente ustedes se preguntaran ¿pero si queda con Gaara por qué no lo pusiste en Sasuke U. & Gaara?; es sencillo: Porque irremediablemente los personajes principales son Naruto y Sasuke allí va la pelea y no no estoy diciendo el pairing final, eso lo decidiré cuando vea sus reviews titubeantes y anhelantes —los que me lleguen mejor dicho—.

No los molesto más y espero sus comentarios y sí, el próximo capítulo le toca a Naruto.

-AM-

 


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