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Tíos por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una trama de un capítulo, generalmente no hago continuaciones pero me lo sugirieron, espero que les guste.

Notas del capitulo: Como ya dije, dedicada a Karin_san y a Kodachi, espero que les guste.

 

Era una fecha importante, para ellos dos lo era al menos, su aniversario de bodas era algo que bien valía la pena celebrar, había sido un tiempo hermoso el de su unión, nada sencilla en un principio pero habían superado las dificultades y en esos momentos se consideraban dichosos por el hogar que habían formado. Siendo pareja estaban también muy felices y era para conmemorar el día que unieron sus vidas que deseaban celebrarlo pero se encontraban con una pequeña dificultad.

--Me gustaría que fuéramos en pareja-decía Saga.

--Pero no podemos dejar a Eneas así-contestó Minos.

--Claro que no, estaría bajo el cuidado de alguien.

--No creo que sea bueno abusar de la generosidad de los demás para cuidarlo.

--¿Y alguien de la familia?

--¿Quién?

--¿Quién más? Su tío favorito.

Minos lo pensó por unos instantes pero sonrió.

--Tienes razón, cuidará de Eneas, lo quiere mucho-dijo el de Grifo.

--Sólo hay que llamarlo.

Como los dos se mostraban de acuerdo siguieron con sus planes para hacer un viaje, no iba a ser largo, tan sólo un par de días en la playa pero eso parecía suficiente, lo que les interesaba era estar juntos; cuando alguno preguntaba sobre quien cuidaría de su pequeño había una respuesta:

--Su tío favorito lo hará.

Y como parecía que era asunto resuelto la mañana en que iban a partir únicamente esperaban por la persona que cuidaría de su pequeño.

--¿Todo listo?-preguntaba Saga.

--Si, también dejé listo lo de Eneas, no creo que haya problemas-respondió Minos.

--Bueno, en cuanto llegué nos vamos.

--Muy bien.

No se inquietaban ya que antes habían dejado a su pequeño al cuidado de su tío favorito y lo había hecho muy bien, no creían que hubiera problema y como al llamarlo les había asegurado que lo haría con mucho gusto no veían inconvenientes de ninguna clase. Así pues solamente esperaban por su llegada para partir. Estando en eso se escucharon pasos y una voz.

--Ya llegué.

--Que bueno-dijo Saga.

De inmediato se acercó a su gemelo para recibirlo, el recién llegado llevaba una maleta pequeña y se veía contento de poder pasar tiempo con su sobrino.

--Gracias por venir Kanon.

--No es nada Saga, hola Minos.

--Hola-respondió el de cabello platinado--¿Qué haces aquí Kanon?-le preguntó un poco desconcertado.

--Vine a cuidar a Eneas ¿Ya no lo recuerdas?

--Pero...

El gemelo menor ya tenía en sus brazos al pequeño que no parecía molestarle ser cargado por él pero Saga se daba cuenta que algo inquietaba a su compañero.

--¿Qué te pasa Minos?

--No me dijiste que ibas a llamar a Kanon.

--¿De qué hablas? Acordamos que lo iba a cuidar su tío.

--No creí que hablaras de Kanon.

Todo ese argumento estaba desarrollándose a media voz así que el otro no escuchaba nada.

--¿De quien creíste que hablaba Minos?

--Pues...

Pero antes de que dijera una palabra más apareció la otra persona.

--Ya estoy aquí.

Todos voltearon y vieron aparecer a Aiocos con una pequeña maleta, de inmediato hubo reacciones diversas ante la escena pues Saga se sorprendió, Minos se sintió un poco apurado, Kanon se sorprendió y Aiocos los ignoró a todos para ir por Eneas.

--¿Qué haces aquí?-preguntó Kanon.

--Voy a cuidar a Eneas-respondió Aiocos-Así que dámelo.

--Yo lo voy a cuidar.

De inmediato las miradas fueron a los padres que tampoco parecían estar muy seguros de que hacer ante la situación que se les presentaba.

--Nos dan un momento-dijo el gemelo mayor.

De inmediato desaparecieron en una habitación para resolver el problema.

--¿Llamaste a Aiocos?-preguntó Saga.

--Tú llamaste a Kanon-dijo Minos.

--Acordamos que Eneas fuera cuidado por su tío.

--Si y sabes que Aiocos dice serlo, además lo ha cuidado muy bien antes, nunca tuviste problemas con eso.

--Su tío favorito, lo dijimos.

--Y es Aiocos.

--Kanon es mi hermano, es su tío.

--Aiocos es casi mi hermano y adora a Eneas, además Eneas también lo quiere mucho.

--Uno tendrá que marcharse.

Salieron de nuevo para encontrarse con que los otros dos también estaban discutiendo sobre lo ocurrido. Los otros dos hombres sentían que tenían el campo ganado sobre quien iba a quedarse y quien iba a irse.

--Debió ser una confusión-dijo Kanon.

--Si, solamente una leve confusión-agregó Aiocos.

--Que pena que vinieras hasta aquí Aiocos pero ya te puedes ir, yo me quedo con mi sobrino.

--Nunca has cuidado a Eneas, no sabes nada de él y yo soy su tío favorito.

Ante la cara de incredulidad del otro el de cabellos morados hizo valer su punto, tan sólo extendió sus brazos al pequeño que sin pensarlo estiró sus manitas sonriendo como tratando de llegar con el juez mientras que los otros tres estaban concientes que no actuaba así con el gemelo menor.

--Yo lo cuido-dijo con una sonrisa de triunfo el de Garuda.

A las palabras sumó los hechos y ya tenía a Eneas en sus brazos que se mostraba contento de tenerlo ahí. Lo cual dejaba en una decisión algo delicada a los padres pues tendrían que elegir quien se iba y quien se quedaba pero no tuvieron que hacerlo ya que al ver la escena Kanon se decidió por algo.

--Me quedo con Eneas.

--Pero Kanon...

--Es mi sobrino Saga, yo me quedo, no importa que Aiocos también se quede, él sólo es tío putativo.

El juez puso una cara bastante particular al escucharlo y Minos intervino de inmediato.

--No es una grosería Aiocos, quiere decir que eres como un familiar aunque no lo seas realmente.

--Ah pero igual voy a cuidarlo, Eneas me quiere.

--Si te quedas con MI sobrino-dijo Kanon remarcando en mí-Yo me quedo.

Los padres del pequeño se miraron por un instante.

--¿No pasará nada?-le preguntó a media voz Minos a Saga.

--Todo estará bien-respondió de la misma forma el gemelo mayor-Serán solamente un par de días, además Eneas está aquí, no harán nada malo.

--Ya váyanse-dijo Kanon-Eneas estará bien cuidado.

--Claro-dijo Aiocos-Yo lo voy a cuidar.

Definitivamente al gemelo menor no le gustaba lo que Aiocos decía pero reconocía que el pequeño estaba muy apegado y encariñado al juez, iba a cambiar eso en esos días.

--Ya nos vamos entonces-dijo Saga-Gracias por aceptar cuidarlo, a los dos.

Se despidió pero al acercarse a Kanon le dio un abrazo, claro que eso era sólo la cubierta para hablarle al oído.

--Por favor no hagas nada de lo que deba pedir disculpas, Minos quiere mucho a Aiocos.

--Vete sin preocuparte hermano, nada va a pasar.

Por su parte Minos había besado a su bebé y abrazó a Aicos pero similar a su compañero le habló.

--No te pido que seas amable Aiocos pero se paciente por favor, Kanon es el hermano de Saga.

--No haré nada malo, no mientras tenga que cuidar a Eneas.

Parecía que todo estaría en calma, al menos mientras cuidaran a su pequeño, con eso en mente los padres se marcharon y dejaron Géminis y a su hijo en manos de esos dos hombres que reclamaban ser tíos aunque uno se sentía con derechos consanguíneos mientras que el otro ignoraba eso pues sin duda el pequeño Eneas mostraba su preferencia por él. Les quedaba únicamente tratar de sobrevivir uno al otro por las siguientes horas.

 

 

Y no fueron sencillas esas primeras horas, para empezar porque cada uno desde el principio marcaba su territorio, uno se llamaba el verdadero tío y el otro recalcaba a cada instante que el pequeño lo prefería, no era nada sencillo, fue por eso que pasaron ese tiempo tratándose con indolencia y sarcasmo pero ambos adoraban al pequeñito, eso nadie lo hubiera discutido y a su vez el bebé los quería a los dos aunque de alguna manera era más expresivo con Aiocos.

Sobrevivieron las primeras horas mutuamente pues afortunadamente se dedicaron a Eneas por completo y si alguien los hubiera visto no hubieran creído lo que hacían esos hombres. Ya que el pequeño caminaba por su cuenta, despacio pero lo hacía, también decía algunas palabras y le gustaba jugar, era un pequeño hermoso y muy especial que les sonreía y los hacía sonreír y además los hacía actuar de manera bastante particular. En algún momento Aiocos sorprendió a Kanon a gatas en el suelo persiguiendo a Eneas mientras que Kanon atestiguó como Aiocos permitía que Eneas le agarrara el cabello y parecía gustarle porque se reía y también el juez lo hacía.

Las cosas siguieron más o menos de la misma forma hasta que llegó la noche y era la hora de dormir del pequeño, lo llevaron a su habitación y no hubo problemas en que se durmiera después que Aiocos lo alistó, unos instantes después ambos hombres lo contemplaban dormir, era lindo y tranquilo verlo así.

--No creí que se durmiera tan rápido-comentó Kanon.

--Se duerme si lo arrullas unos momentos antes de acostarlo-dijo Aiocos.

--No lo sabía.

--No lo conoces como yo.

De nuevo eso pero el gemelo tenía que reconocer que era verdad, el juez de Garuda sabía mucho más que él del pequeño Eneas, todas esas mínimas atenciones que le gustaban al pequeñito y lo hacían sonreír.

--Deben gustarte los niños-dijo Kanon.

--No me gustan-respondió Aiocos.

--¿No?

--No, me agrada Eneas pero no me gustan los niños.

--No lo hubiera pensado-aguardó en silencio por unos instantes pero continuó--¿Te imaginas tener uno?

--¿Un que?-preguntó el de ojos morados.

--Un hijo.

--Claro que no, no me veo con alguien diciéndome papá y necesitándome todo el tiempo, eso no es para mí.

--Dejas en claro que no te interesan los hijos.

--Por supuesto que no, además no creo que haya muchos incautos como Minos para hacer lo que él hizo ¿Y tú? Tanto interés en niños no parece algo que vaya contigo Kanon.

--No, nada de hijos, no creo ser alguien para tener una familia, apenas si puedo con lo de tener un hermano gemelo, no podría con más.

--Ya sabes lo que dicen.

--¿Qué?

--A quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos.

Por unos instantes se miraron como si estuvieran de acuerdo con eso, también parecía que era mejor dejar el tema así que sus pensamientos empezaron a tomar otra dirección, una más entretenida para su forma de ser. Eran hombres solteros, sin compromisos y atractivos, muy atractivos; Aiocos no dejaba de notar la forma en que se le pegaban sus pantalones al gemelo y este por su parte veía la seductora cintura y cadera del juez, pero estaban en su papel de niñeras y sin la menor idea de lo que pensaba el otro sobre ellos, era mejor dejar la habitación y que el pequeño descansara para descansar ellos también.

Al disponerse a salir de la habitación ambos giraron sobre sus talones casi al mismo tiempo, al hacerlo Kanon accidentalmente rozó con su mano el cuerpo de Aiocos, para ser exactos el firme trasero de Aiocos, por unos instantes simplemente se quedaron mirando, el juez levantando una ceja y el otro tratando de explicarse.

--Lo lamento...

--¿Cuál es tu problema Kanon? No soy un pervertido que lo hace en la habitación de un niño.

--No fue mi intención...

--Soy de los que no presionan y aguardan.

El gemelo se quedó sin estar seguro de lo que le acababa de indicar el otro hombre pero no hubo dudas cuando al llegar a la puerta el de cabellos morados se detuvo y le habló pero sin verlo.

--Si no quieres nada y entendí mal deja cerrada tu puerta.

El de cabello azul simplemente permaneció ahí, de pie, sin moverse por unos momentos más, era una oferta particular pero no se negaba que lo había tomado por sorpresa y debía decidir que hacer.

 

 

Aiocos se había quedado en la habitación de visitas mientras que Kanon estaría en la recámara, lo que incluía la cama más grande y era por eso que el juez lo había sugerido de esa manera, si aceptaba sería una buena noche y si no pues nadie perdería nada; el venido del Tártaro se conocía a si mismo para saber que le gustaba el sexo y le gustaban los hombres, también era cierto que no le gustaba perder el tiempo y ese gemelo no estaba nada mal en sus estándares, no perdía nada con intentarlo.

Fue por eso que a la medianoche exactamente se puso en pie con su pijama para ir a la habitación en la que estaba el de ojos verdes, era momento de saber si no había leído mal sus señales durante las horas anteriores, llegó ante la puerta y al girar la manija se dio cuenta que no estaba con seguro, así que estaba de acuerdo ¿Quién era él para negarse cuando aceptaban lo que invitaba? Entró a la habitación y vio al gemelo que a pesar de la falta de luz sabía que estaba sentado en la cama, en su pijama también pero bastante dispuesto.

El de Garuda se acercó al gemelo, se miraban, se gustaban, estaban concientes de quienes eran  y lo que querían, el de cabello azul no vaciló en atraer al otro contra su cuerpo para empezar a besarlo y el juez le correspondió estrechándolo entre sus brazos, ninguno de los dos quería perder el tiempo. El de ojos verdes le quitó la camisa, el de ojos morados bajó sus pantalones, siguieron de esa manera hasta que se encontraron desnudos en la oscuridad de la habitación y excitados por darse cuenta de ello, se besaron y cayeron sobre la cama.

--Esto es incómodo-dijo Aiocos separándose.

--Creí que querías-dijo Kanon.

--Caí sobre algo-se quejó el juez.

Entonces aventó un libro contra la pared.

--Perdona-dijo el gemelo-Es que estaba leyendo antes de que llegaras.

No tenían que perder el tiempo, se acomodaron de nuevo para estar cómodos sobre el colchón; la mano de Aiocos fue al sitio que deseaba, acarició el sexo de Kanon con fuerza, al escucharlo gemir sonrió y lo estrechó con más fuerza, ante eso el gemelo lo hizo separar las piernas pero el venido del Tártaro no lo haría tan sencillo para él.

Logró darse vuelta, quedando el de cabello azul sobre su espalda y el de cabello morado sobre él a horcajadas, lo besó con insistencia en los labios introduciendo su lengua en su boca sin pensarlo ni pedirle permiso de ninguna manera, mientras su mano lo frotaba directamente en su miembro hasta que lo sintió erguirse por sus caricias pero quería más. Hizo que el de ojos verdes lo mirara directamente, tenía algo que decirle antes de continuar.

--Pórtate bien y me portaré bien contigo Kanon.

--¿Si?

--Si, ahora pon en tu boca lo que te daré, te va a gustar.

El de ojos verdes no se negó, permaneció recostado, el de ojos morados ascendió por su cuerpo hasta quedar casi sobre su rostro y guiar sin vacilaciones su sexo a la boca del otro hombre, sólo tomó la mitad pero se sentía muy bien, lo presionaba y lo succionaba arrancándole gemidos, fueron en aumento cuando el de cabellos azules empezó a acariciarlo y estimularlo con sus dedos en su masculina entrada, casi estaba por penetrarlo cuando el de Garuda se apartó.

--Aiocos...

Pero el juez no se detuvo, de nuevo estaba sobre él pasando su lengua por todo su cuerpo, haciendo cosas deliciosas que lo encendían y a cada instante deseaba con más intensidad al otro hombre, trató de decirle que le gustaba lo que hacía pero no pudo; Aiocos acariciaba su abdomen y no perdió el tiempo en usar su boca sobre el turgente sexo del gemelo, lo hizo de forma experta, de una manera que el de ojos verdes nunca había sentido, lo hizo arquearse y gemir con fuerza, lo hacía desearlo de forma intensa y un tanto salvaje. Tenían que continuar pues ninguno de los dos toleraría esperar más.

Pero aún no decidían algo y era necesario para continuar, lucharon un poco por ello, fue como un ataque y contraataque hasta que Kanon logró quedar sobre Aiocos, el juez lo miraba, ahora era él quien estaba sobre su espalda pero no dijo nada, separó sus piernas flexionándolas un poco, el de cabello azul no necesitaba más indicaciones, se inclinó entre las fuertes piernas del de cabellos morados para usar su lengua y prepararlo, tenía que sentirlo, tenía que tenerlo. Kanon lo estrechó por la cadera atrayéndolo contra su cintura, entró en él de un par de movimientos haciendo gemir al de ojos morados, se acercaron sujetándose con fuerza y dieron inicio a un encuentro apasionado que llenaba su cuerpo, sus movimientos fueron algo enardecidos y exigentes pero ninguno de los dos se quejaba, por el contrario, les gustaba sentirse al grado que empezaron a gritar.

--¡¡Kanon!! ¡¡Eres un salvaje!!

--¡¡Tú eres maravilloso Aiocos!!

Continuaron con su encuentro hacia el éxtasis con un perfecto acoplamiento que los sacudía para convertirlos en uno pero les encantaba encontrarse con una persona que quería exactamente lo mismo que ellos en el mismo momento, los dos tenían la suficiente experiencia para enloquecer a otra persona en la intimidad y quedar plenamente satisfechos por ello; supieron en que forma colocarse para que ambos se sintieran plenamente satisfechos sin dejar de aferrarse al otro en ningún momento, simplemente siguieron sus deseos hasta que el clímax apareció entre los dos, gritaron un poco más pero ya no eran palabras y después se quedaron recostados respirando aprisa.

 

 

Pasaron unos largos instantes para que se animaran a mirarse tan sólo, no se decían nada, se miraban como si trataran de adivinar lo que  pensaba el otro, después de unos segundos Aiocos habló.

--Esto fue bastante...

--Intenso-terminó Kanon la frase.

--Si, intenso.

Ambos miraban el techo para terminar de calmarse, había estado mejor de lo que esperaban y valía la pena comentarlo.

--¿Dónde aprendiste a hacer eso?-preguntó Aiocos.

--¿Qué?

--Lo de tu mano cuando...

--Pues te diré que he tenido bastante práctica-respondió sonriendo el gemelo.

--¿Cuánto es bastante?

--Doce compañeros.

--¿Llevas la cuenta Kanon?

--Una vez hice recuento, por eso sé que son doce.

--Aprendes rápido.

--¿Qué hay de ti? ¿Cuántos hay?

--Pues...veamos...El primero fue el primero, no tenía de donde comparar, el segundo no fue malo, el tercero mejoró, el cuarto me gustó, el quinto estuvo bien, el sexto me hizo ser exigente, el séptimo me ayudó a aprender algunas cosas, el octavo me decepcionó, el noveno era aventurero, el décimo experimentaba, el onceavo era precavido, el doceavo tuvo lo suyo, el treceavo fue algo especial, el catorceavo me mantuvo muy contento, el quinceavo me cautivo, el dieciseisavo fue una pérdida de tiempo, el diecisieteavo era para pasar el tiempo, el dieciochoavo fue un buen momento para intentar cosas nuevas, el diecinueveavo casi me hizo renunciar al sexo, el...

--¿Para cuanto da tu lista?-preguntó Kanon medio sorprendido.

--Si no quieres escuchar no preguntes.

--De acuerdo, te quedaste en el diecinueve.

--Bien, el veinte fue el que me mostró lo divertido de usar algunas cosas, el veintiuno me hizo vivir de nuevo, el veintidós me dejó con el recuerdo, el veintitrés se abstuvo de muchas cosas, el veinticuatro fue el desquite, el veinticinco me permitió ser el creativo, el veintiséis me hizo perder el tiempo, el veintisiete tenía un gusto muy clásico, veintiocho y veintinueve fueron mi primer trío.

--¿Tuviste más?

--Si ¿Tú nunca has tenido uno?

--No me atrae.

--En fin, el treinta, treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres y treinta y cuatro me convencieron que cuando es en grupo alguien siempre queda insatisfecho y en ese caso era yo, el treinta y cinco era de los que ruegas que se callen, el treinta y seis rudo y sin gracia, el treinta y siete sólo conocía una posición, el treinta y ocho y el treinta y nueve me dejaron saber que los tríos eran aceptables para pasar el tiempo, el cuarenta me mostró que un automóvil no es el mejor sitio digan lo que digan las películas, el cuarenta y uno lloró...

--¿Lloró? ¿Ante ti? ¿De verdad Aiocos?

--Si, después me dijo que era su primera vez, craso error pero no volví a desflorar a ninguno. El cuarenta y dos me distrajo un rato, el cuarenta y tres tenía fantasías que me alejaron corriendo.

--¿Qué le gustaba?

--Que lo nalgueara diciéndole que era un mal niño, fue bastante horrible. Por fortuna las fantasías del cuarenta y cuatro me recordaron que puede ser divertido algo nuevo, el cuarenta y cinco era exhibicionista pero sabía bien como convencerme, el cuarenta y seis fue increíblemente divertido-y dijo eso sonriendo ampliamente.

--¿Qué tenía de especial?-preguntó el gemelo intrigado.

--Era contorsionista, no lo podía creer pero podía hacerse una felación el solo y aunque pongas esa cara es la verdad.

--No me lo puedo imaginar ¿Qué hay del cuarenta y siete?

--El cuarenta y siete...--pero se detuvo en seco.

--¿Por qué te detienes Aiocos?

--Ese fue... En fin, el cuarenta y ocho, el cuarenta y nueve, el cincuenta, el cincuenta y uno y el cincuenta y dos fueron tratando de olvidarlo. El cincuenta y tres fue una equivocación y el cincuenta y cuatro fue de lo más memorable.

--¿Es todo? ¿Seguro? ¿Sólo cincuenta y cuatro veces Aiocos?

--Fueron más veces, solo los enumere por compañero, lo cual deja mi número mágico en cincuenta y cuatro.

--Según esto soy el cincuenta y cinco.

--No, eres el cincuenta y cuatro.

--Aiocos...

--Tranquilo Kanon, no deshonraste a mi familia y debes pelear contra mis hermanos para lavar mi honor y después casarnos, como podrás suponer se bastante bien lo que hago.

--Me di cuenta de eso.

--Mejor me voy a dormir-dijo levantándose de la cama y recogiendo su pijama-Eneas se despierta temprano y hay que darle de desayunar.

--Buenas noches Aiocos.

--Definitivamente Kanon-dijo medio sonriendo.

Al verlo salir el gemelo no tardó en comprobar que lo había dejado agotado el encuentro y era mejor que descansara, siendo así se dio vuelta bajo las sábanas y se quedó muy quieto para no tardar en dormirse.

 

 

A la mañana siguiente ambos hombres estaban de pie y listos para continuar con su tarea de cuidadores, recibieron una llamada de Saga y Minos para saber como marchaban las cosas y para decirles que regresaban por la tarde, así que sabían que estarían juntos por unas horas aún y las usaron bien, cuidaron de Eneas, tuvieron arreglado el templo, nada de desastres y tuvieron una intensa sesión de besos y caricias cuando fue la siesta del pequeño en la habitación continua y si no llegaron más lejos fue porque empezaron a ponerse bastante ruidosos y el bebé despertó.

Al caer de la tarde se escucharon pasos en Géminis que indicaban la llegada de alguien.

--Estamos de vuelta-dijo Saga.

--¿Dónde se encuentran?-preguntó Minos.

Fueron a la habitación del pequeño de inmediato pero antes de abrir escucharon algo, los dos cuidadores hablaban.

--¿Qué te parece esto Aiocos?

--No es tan grande Kanon, no tienes de que presumir.

--No dirás lo mismo cuando veas lo que puedo hacer.

--Quítate de encima.

--Aprenderás quien es tu dueño.

--¿Será a la fuerza?

--Te va a gustar.

Saga tuvo bastante, más cuando se trataba de la habitación de su hijo.

--¿Qué les pasa a los dos para...

Antes de que el gemelo mayor terminara su frase vio que Kanon y Aiocos estaban sentados en la alfombra y Eneas estaba entre los dos, tenían unos controles en la mano y estaban jugando un tipo de videojuego de combate uno a uno.

--Ya llegaron-dijo Kanon.

--¿Todo bien Minos?-preguntó Aiocos.

--Si-respondió el de cabellos plateados-Muchas gracias a los dos por cuidar a Eneas-De inmediato tomó a su pequeño en brazos y lo abrazó-Papá te extrañó mi pequeñito-le dijo al bebé que parecía contento de verlo--¿Qué tal se portó?

--No tuvimos problemas.

--Que bien.

Ya que los padres estaban de vuelta los cuidadores se alistaron para marcharse pero antes de hacerlo hubo una breve charla por separado.

--¿No tuviste problemas Kanon?

--Todo estuvo bien Saga, Eneas y yo nos llevamos bien.

--Que bueno, por un momento temí que Aiocos y tú hicieran una barbaridad.

--¿Cómo qué?

--Pelearse o...

--¿O? ¿Qué creías que hacíamos cuando entraste a la recámara de Eneas?

--Pensé mal, lo admito pero que bueno que me equivoque. Muchas gracias por cuidar a Eneas hermano.

--De nada Saga, la próxima vez puedes llamarme y sólo llámame a mí, a nadie más.

--No es por mí Kanon, Minos estima mucho a Aiocos y le gusta eso de que diga ser el tío de Eneas.

--Entiendo, no te preocupes. Es mejor que me vaya antes de que sea más tarde.

--Gracias de nuevo Kanon.

Por su parte Minos y Aiocos también charlaban un poco de lo sucedido.

--Perdona la confusión-decía el de ojos dorados-Lamentó si te molestaste.

--Nada de eso-dijo el de Garuda-Pasé un buen rato con Eneas.

--¿No tuviste problemas con Kanon?

--No, lo puse en su lugar.

--Gracias por haber venido Aiocos, fuiste muy amable en venir.

--Con tal de alejarme un poco de los problemas en el Averno bien lo valió.

--Cuando regreses dale mis saludos a los demás por favor.

--Lo haré Minos, es mejor que ya me retire, espero verte a ti y a mi sobrino dentro de poco.

--Yo también.

Se dieron un abrazo, era mejor dejar las cosas en ese momento y esperar por verse de nuevo en las mejores circunstancias posibles. Al ir dejando el Santuario ni Kanon ni Aiocos se dijeron nada, cuando la separación era inminente hablaron de nuevo.

--Parece que desde aquí cada quien toma su camino-dijo Kanon.

--Así es, sólo de pensar en lo que me espera al llegar casi me dan ganas de no regresar, me escaparé en cuanto pueda.

--¿Dónde vas cuando lo haces?

--¿Te interesa Kanon?

--Tal vez.

--Pues si un día te quieres escapar del Templo del Mar puedes darte vuelta por las calles de Platón, en alguno de sus centros puede que me veas.

--Lo tendré en mente.

Antes de separarse Aiocos se le acercó y sin decirle nada más simplemente metió su mano entre las piernas del de cabello azul y presionó un poco.

--Nos vemos Kanon-dijo con una sonrisa.

De inmediato se separaron pero el gemelo estaba resuelto a verlo de nuevo.

 

 

En los días que vinieron Aiocos se mantuvo en el Averno como el juez que era pero le estaba tocando atestiguar una escena que si no fuera por su carácter hubiera resultado trágica pero siendo como era práctico y medio insolente lo estaba fastidiando bastante. El asunto era la relación entre Lune y Myu, mientras fueran pareja a él personalmente no le importaba nada, no cuando se retrasaban en sus tareas, tampoco cuando los habían escuchado hablarse con según ellos ternura, tampoco cuando los encontraron en la que fuera la corte de Minos teniendo relaciones, pero cuando estaban aparentemente peleando siempre por el mismo tema a él ya lo tenían cansado.

La cuestión era que Myu se había puesto más insistente en ese asunto de tener una relación formal y Lune estaba de acuerdo, en parte al menos, no estaba mal pero el de Papillon seguía hablando del tema de un hijo y en eso la verdad era que el de Balrog no quería tener que ver nada. En esa ocasión tenía que reunirse justamente con Myu para hablar sobre unas cuestiones del Tártaro y lo fue a buscar. Lo encontró de mal humor y bastante exacerbado.

--¿Tienes todo listo?-preguntó de inmediato el de Garuda.

Pero no hubo una respuesta.

--Te estoy hablando Myu.

--Lune no me quiere.

--¿Eso que tiene que ver conmigo?

--Somos pareja y él no quiere comprometerse.

--¿Tiene que ver con lo que te dije que hicieras?

--¿Soy tan horrible para que Lune no quiera un compromiso?

--¿Sabes que no me importa lo que me estás diciendo Myu?

--Tan sólo quiero que quiera más de nuestra relación.

--Y yo quiero que no me digas nada, no me importa, no soy mujer para fingir siquiera que me interesa.

--¿Qué hay de malo en mí?

--¿Será que no escuchas lo que estoy diciendo?

Ahora que le estaba tocando muy de cerca ese asunto de Balrog y Papillon el de Garuda encontraba que había que ponerle un final de una vez por todas, estaba en mitad de esos pensamientos cuando llegó justamente Lune.

--Myu...

--Lune...

Esas reacciones le parecían estúpidas al tercero que únicamente pensaba en la forma de marcharse.

--Si lo que quieres es que tengamos un hijo está bien Myu, lo tendremos.

--¿Lo dices en serio Lune?

--Si.

Cuando se abrazaron el de cabellos morados supo que tenía bastante.

--Déjense de estupideces los dos-dijo Aiocos-Ninguno quiere un hijo y de verdad que son irresponsables si piensan en eso.

Ambos se vieron sorprendidos para después mirar al juez.

--Así es-continuó el de Garuda--¿Creen que un hijo es un juguete? ¿Creen que es como una mascota? ¿Qué es para salvar relaciones fallidas? Les tengo noticias: no lo es. Es algo muy serio y ninguno de ustedes lo querría de verdad ¿Lo han pensado bien? Myu tan sólo quiere un hijo porque vio a Eneas, lo vio unos instantes y cuando no lloraba pero veríamos si lo quiere cuando hay que levantarse de madrugada para alimentarlo; tú Lune tan sólo no quieres perder a Myu y dirás lo que quiera escuchar para que no te deje.

--Creo que es muy atrevido hablar por los dos-dijo el de Balrog.

--Nos amamos y es lo que queremos-dijo el de Papillon.

--¿De verdad? Muy bien, entonces díganme una cosa: ¿Quién de los dos se va a someter al procedimiento para pasar nueve meses de gestación y por el parto? Porque según nos dijo Minos es bastante doloroso, tanto que él lloraba y gritaba cuando dio a luz, él que era un juez poderoso.

Ante esas palabras los dos se miraron de frente de nuevo.

--Bueno Myu tu eres quien insistía más así que supuse que...

--No supongas por mí Lune ¿Por qué he de ser yo? Tú también podrías.

--¿Ya lo ven?-terció el de Garuda-Ahora digamos que ya nació ese hijo, miren alrededor ¿Aquí quieren criarlo? ¿Dónde lo llevaran a pasear? Sugiero que a alguna de las prisiones o tal vez a nadar en el Estigia y a patinar a Cocito. Ah y no se les olvide quienes van a estar aquí para recibirlo, sin duda el señor Hades estará encantado con un llanto que nunca para y los pañales sucios.

Con esas palabras la pareja se abrazó bajando la mirada.

--Si se quieren que bien-dijo Aiocos-La verdad es que no me importa pero ya llevaron muy lejos esta discusión, no la quiero escuchar de nuevo y pónganse a trabajar en lo que les dije.

Ambos espectros se retiraron cabizbajos pero tomados de la mano, el de ojos morados esperaba que se les quitara de la cabeza todo ese asunto del hijo pues estaba convencido que ninguno estaba listo para esa responsabilidad ni tenía los medios para darle un hogar, él veía a Eneas y le alegraba que tuviera a sus padres y una vida lejana a ese sitio. De todas formas la escena le había dejado cierto malestar y se decidió por hacerlo a un lado y tenía un excelente pretexto: tenía que cuidar a Eneas por unas horas esa misma noche.

 

 

La llegada a Géminis no fue tan complicada, al hacerlo se encontró con que había alguien más aparte de las personas obvias.

--De nuevo nos toca cuidarlo juntos-dijo Kanon.

--Kanon llegó de sorpresa-explicó Minos--¿Te importa?

--No mucho, mientras estoy con mí sobrino no me interesa quien más esté-dijo el de Garuda cargando a Eneas que le sonreía.

--Tenemos que irnos Minos-dijo Saga-Les agradezco a ambos.

--No es nada.

Cuando se fueron de inmediato los otros dos se quedaron mirando.

--¿Por qué viniste realmente Kanon?

--Vine a ver a mi sobrino, eso es verdad Aiocos, ya estando aquí me enteré que los dos iban a salir y que tú ibas a venir.

--Te creeré.

--Que bien.

Al principio las cosas estaban como era de esperarse, se dijeron un par de sarcasmos, se ignoraron y después se sonrieron, no se engañaban que su encuentro había sido bastante satisfactorio para los dos pero no podían hacer nada abiertamente. Primero porque Eneas estaba entre los dos y no se dormía, segundo porque sabían que Saga y Minos no tardarían más que unas horas.

--¿Por qué no se duerme?-preguntaba Kanon.

--No es su hora-le explicó Aiocos.

--A lo mejor ni se da cuenta.

--Ya te dije que no soy un pervertido que lo hace en la habitación en la que está un niño.

--Me dijiste que eras de otra clase.

--Si sus padres no tardan tal vez te demuestre algo más.

Siendo ese el panorama ambos procuraron distraerse, adormecer lo mejor posible esas emociones que los estaban conmocionando, aguardaron tan pacientemente como les era posible el regreso de los otros dos o que el pequeño se durmiera, lo que sucediera primero. Al final el pequeñito se había quedado recostado contra Aiocos adormecido para quedarse totalmente dormido unos minutos después, los adultos se miraron de manera bastante sugestiva y llevaron al bebé a su recámara aprisa, salieron cerrando la puerta y parecía que era todo lo que necesitaban, sonrieron y estaban por besarse cuando escucharon algo más.

--Estamos de vuelta.

--No sabes lo feliz que eso me hace Saga-dijo Kanon pero sólo Aiocos lo escuchó.

Fueron al encuentro de los recién llegados para informarles la situación.

--Eneas ya se durmió-dijo Aiocos.

--Muchas gracias por cuidarlo-dijo Minos-Fueron muy amables por hacerlo.

--No es nada. Bueno, yo me voy, es tarde.

--Yo también me voy-dijo Kanon-Me dio gusto verlos.

--Hasta luego-dijo Saga.

--Muchas gracias-dijo Minos.

Entonces los dos dejaron el Santuario y parecía que se marcharían pero eso era solamente apariencia.

--No tuvimos tiempo-dijo en tono de queja el gemelo.

--¿Qué tienes que hacer?-preguntó el juez.

--Nada.

--Entonces tenemos tiempo. Andando.

--¿Dónde vamos Aiocos?

--A Platón.

Lo siguió sin decir nada porque no estaba seguro del sitio al que iban ya que solamente había escuchado pero nunca había ido.

Resultaba que Platón era un barrio en el que se podían encontrar varias diversiones, sobre todo centros nocturnos, lo que lo hacía particular era que su clientela era masculina solamente; ellos dos no fueron a bailar ni por unos tragos, fueron directamente a otro sitio, uno privado, una especie de edificio en el que se podían alquilar más que habitaciones, eran más bien como un pequeño piso completamente independiente; el de cabello azul lo observaba atentamente, no era un mal sitio.

--¿Has estado aquí antes Aiocos?

--Algunas veces Kanon. Yo lo alquilo.

--Parece un buen sitio.

--Si seguimos esperando a que tengamos la oportunidad pasará bastante tiempo.

--Es una buena idea-dijo el gemelo sonriendo.

--¿Quieres hablar solamente?

--Para nada.

Lo siguiente fue besarse con intensidad.

 

 

Entre los besos apasionados ambos se estaban excitando y con eso se decidieron por continuar.

--Vamos a ponernos cómodos Kanon.

Fueron a la recámara, era pequeña como el resto del lugar pero de alguna manera se veía bien arreglada y formal, la verdad eso lo llevó a preguntar.

--¿Te quedas aquí Aiocos?

--A veces.

--Se ve bien.

--Esto se ve mejor.

Lo empujó para que quedara sentado sobre la cama y empezó a desvestirse con una sonrisa.

--No seas tímido Kanon.

El gemelo comenzó a desvestirse a su vez, el de cabello morado se quitó casi toda su ropa pero conservó la camisa aunque desabrochó los primeros tres botones, al de cabello azul le llamó la atención pero no preguntó en ese momento, se limitó a quedar completamente desnudo y deseoso de lo que vendría pero el de ojos morados tenía planes un poco diferentes.

--Acuéstate Kanon.

El de ojos verdes lo hizo sin protestar, un segundo después el juez estaba sobre él besándolo sensualmente en la boca, haciendo que separara sus labios y tocándolos con la punta de su lengua. El gemelo intentó abrazar al de cabellera morada pero este lo tomó de las muñecas y lo impidió.

--Déjame darme gusto, así también te daré gusto.

Con esas palabras el de cabello azul se quedó recostado y tan quieto como pudo, Aiocos fue directo a su pecho para tomar entre sus labios uno de sus pezones y su mano fue al otro, usó el dedo pulgar y anular para frotarlo, unos momentos después pasó su lengua por el otro y en ese momento usó su mano de forma un poco diferente: la dirigió a su abdomen para acariciarlo con cuidado. El de cabello azul lo disfrutaba y movió sus caderas, al sentirlo el de Garuda empezó a bajar, al del Templo del Mar le quedó solamente sentir que el otro le daba una ligera mordida en la punta de su miembro y la verdad fue que lo excitó sentirlo. Aiocos se dio cuenta de inmediato y aprovechó para atender el turgente sexo, primero lo acarició con sus dedos, después fueron sus labios y finalmente fue una activa lengua la que realizó la labor y a cada instante fue más constante; Kanon llevó sus manos al cabello morado buscando que lo tomara, no pudo lograrlo ya que el otro hombre de nuevo tomó sus manos para apartarlas.

--No me hagas hacer algo más Kanon-dijo Aiocos como advertencia.

Unos momentos y volvió a besarlo en su entrepierna, lo hizo separar sus muslos y llegó a la base de su miembro, lo lamía con cuidado y llegó a sus testículos, los besó y los estrechó con sus labios, los tomó en su boca disfrutando de los gemidos que conseguía del otro y debía seguir con su exploración, hasta ese momento le gustaba lo que había logrado; con una mano frotaba el erguido miembro mientras besaba el breve espacio antes de llegar a su intimidad. Para el de ojos verdes fue muy agradable sentirlo pero en especial se sorprendió y lo motivó el sentir que lo acariciaba con su lengua de forma constante y experta, el otro hombre lo besó un par de veces más para hincarse entre sus piernas, lo miraba directamente a los ojos para acariciarlo desde su sexo pasando por su abdomen, su pecho, su cuello y llegó a sus labios, pasó uno de sus dedos por su boca y el gemelo comprendió el mensaje, capturó el dígito y lo probó con entusiasmo.

--Lo haces muy bien Kanon ¿Sabes donde irá?

No tardó en llevar su mano a la estrecha intimidad del gemelo y comenzó a frotarla buscando excitar en un principio para después presionar e introducir la punta con cuidado, haciendo círculos con calma para prepararlo, sintiendo como al de ojos verdes le gustaba lo que hacía y movía sus caderas contra su dígito como incitándolo a continuar, entonces lo hizo, introdujo un segundo dedo y los movía al mismo tiempo observando con satisfacción como el gemelo separaba más sus piernas y tan sólo respondía a cualquier cosa que él le indicara; sin embargo él también estaba excitado y necesitaba continuar.

Con sus dedos encontró el punto exacto que necesitaba en esos momentos y lo presionó suavemente para después rodearlo y el de ojos verdes simplemente gemía y perdía la voluntad por completo, era bastante para el juez que también quería continuar, ya sabía lo que necesitaba. Retiró sus dedos suavemente y sujetó los muslos del de cabello azul para pasarlos por su cadera, con una calma que casi trastornaba al otro hombre llevó la punta de su sexo a la estimulada entrada y no esperó más, empujó con fuerza entrando con algo de dificultad pues se daba cuenta que el de cabello azul no estaba acostumbrado a esa situación pero no le importaba demasiado, además le gustaba sentirse estrujado y casi como si se le resistiera por unos momentos, sabía bien que lograría que se le rindiera.

Y así fue pues Kanon se esforzaba por relajarse y permitirle a Aiocos que continuara, que presionara bien dentro de él y lo complaciera por completo, le dolía un poco pero estaba convencido que era algo pasajero solamente, el otro hombre se movió despacio, con cuidado, las primeras embestidas fueron lentas pero en cuanto encontró el punto exacto, cuando presionó en el sitio que quería y lo vio arquearse por completo ya no esperó por nada, de inmediato sintió la forma en que el juez lo montaba con pasión y casi juraba que a cada instante entraba más profundo en él. No pudo hacer nada por si mismo desde ese instante, separaba sus piernas todo lo que podía invitando al otro a que siguiera, gemía de forma entrecortada y llevó sus manos a los brazos del otro apretándolos con fuerza, cerrando sus ojos y disfrutando como nunca del encuentro que vivía.

Justamente por tener los ojos cerrados no se dio cuenta del momento en que el de ojos morados lo hizo girarse de un movimiento fuerte y resuelto, se sorprendió un poco al ver que estaba sobre él mientras que el juez quedaba sobre su espalda con una sonrisa.

--Anda...muévete...--le dijo Aiocos.

No esperó por más, se movió un par de veces como para ajustarse pero después de eso no tuvo problemas ni inhibiciones para moverse libremente, subiendo y bajando su cuerpo para tener por completo en su interior; el del Averno llevó sus manos a las caderas del otro hombre para ayudarlo a  moverse al mismo tiempo que buscaba con su propio cuerpo estar en su interior. Kanon se abandonó a si mismo a la sensación, mientras Aiocos era el que imponía el ritmo, se limitaba a seguir montándolo disfrutando de cada instante, de ese endurecido sexo entrando continuamente en su intimidad, los gemidos de su compañero sólo lo hacían desearlo más y todo fue casi irreal cuando encontró de nuevo su próstata y la tocaba con una certeza increíble.

Para el gemelo ya nada contaba, simplemente se entregaba al placer de la misma forma que se entregaba a otro hombre, casi con un instinto animal dejaba que su cuerpo respondiera y más aún cuando las manos del otro hombre llegaron a su miembro y lo frotaban con fuerza, no iba a resistirlo mucho; el juez no estaba mejor pues sentía que estrechaban su sexo, esa cálida intimidad parecía estrujarlo a cada instante y supo que él mismo no podía aguardar mucho para el final, mientras una mano frotaba ese firme sexo la otra acariciaba con su pulgar la punta solamente. Ambos empezaron a gemir de forma ahogada sin resistirlo, las esencias de los dos se manifestaron entre jadeos, disfrutando la intensidad del momento y compartiéndolo sin condiciones.

Tuvieron que quedarse recostados tomándose unos momentos para que sus respiraciones fueran más tranquilas.

--No se como lo haces-dijo Kanon-Pero eres increíble.

--Es cuestión de técnica, nada más-dijo Aiocos.

 

 

Fue así que siguieron viéndose y encontrándose, tenían una cita cada semana, a veces más pero siempre era por lo menos una vez a la semana en el mismo sitio a la misma hora, les gustaba verse y pasar el tiempo juntos, ambos disfrutaban de esos encuentros en los que encontraban a un compañero más que dispuesto a todo lo que pudieran querer y más, al menos en el sexo ninguno de los dos tenía quejas. Pero no todo era el sexo. Al menos para el gemelo no contaba tanto como lo que venía después.

Por regla general Kanon agradecía de sus compañeros el que después de intimar no hablaran, no era que no le gustara pero sinceramente lo que quería no era escucharlos, pero Aiocos estaba cambiando ese esquema y en buena parte era porque el juez no cuestionaba y cuando se decían algo era con total claridad, sin ocultar nada y sin que importara si a los ojos de los demás pudiera ser reprobable, ya se habían contado algunas cosas que no creían que les dijeran a otros.

--¿Es el sitio más extraño en que lo has hecho?-preguntaba Kanon.

--Dije que era uno de los menos frecuentes-respondió Aiocos-Si lo haces en la parte delantera de un auto debes estar dispuesto a que el maldito claxon suene, cada me movía un poco mi trasero lo hacía sonar.

--Yo una vez lo hice en una moto.

--¿En movimiento?

--No, estaba encendida y como era del tipo antiguo vibraba, entonces...--pero no terminó la frase porque estaba riendo.

--Inténtalo sobre una secadora de ropa, eso si vibra.

--¿No hay una aquí Aiocos?

--No pero sé de una lavandería de veinticuatro horas.

--¿Lo has hecho así?

--Estuve con un exhibicionista Kanon, no tienes ni idea de los sitos que conocí, lavanderías, bibliotecas, tiendas departamentales, aeropuertos, tiendas de video, una vez fue en una tienda de mascotas.

Tan sólo se rieron pero no encontraban nada de malo en compartir algunas cosas, como el día que hablaron de Saga y Minos.

--Me da gusto por mi hermano Aiocos, de verdad, para él es un sueño tener una familia.

--Minos también quería eso Kanon, al menos lo tiene.

--Dime algo-dijo el gemelo con seriedad--¿Por qué nunca te fijaste en Minos?

--¿De qué hablas?

--Es muy lindo ¿Me dirás que nunca te fijaste en él?

El juez se apoyó en uno de sus brazos para quedar medio levantado en la cama y observó directamente al gemelo de cabellos azules.

--Tú lo hubieras hecho primero con tu hermano que yo con Minos.

--Eso suena torcido en muchas formas pero dime ¿Por qué?

--Minos es... Minos es mucho de lo que me gustaría haber tenido.

--¿De verdad?

--Minos era un buen compañero y se hizo mi amigo, nunca había tenido uno así que nunca me fije en él como me fije en muchos otros. Además ya había pasado por lo de un virgen, no me iba a arriesgar. Ahora dime, aparte de lo obvio ¿Por qué tu hermano no fue una opción?

--Porque si no fuera mi hermano y mi gemelo de todas formas no me gusta la gente como Saga, tan seria y formal para todo, no le gusta divertirse, no como a mí.

--Vaya que eres particular.

--Algo solamente.

Se rieron y se besaron para después estrecharse y besarse terminando de hacer el amor una vez más.

 

 

Desde ese momento entre los dos siguieron los encuentros, una vez a la semana se escapaban de todo y de todos para darse cita en ese espacio en el que podían encontrarse sin necesidad de excusas ni explicaciones, sabían perfectamente a lo que iban aunque no siempre lo que encontrarían, al menos el gemelo más de una ocasión tuvo más de lo que esperaba al lado del juez, sin duda era bastante experimentado y sin problemas para demostrarlo. Sincerándose consigo mismo al de cabellos azules le gustaba tener un compañero como el de ojos morados, un hombre dispuesto que lo deseaba y no ocultaba que lo hacía cuando estaban juntos, él tampoco ocultaba que le encantaba lo que había entre los dos, era el mejor sexo que hubiera tenido por mucho pero llegó el momento que menos le gustaba, el momento de pensar.

No le agradaba eso en sus relaciones porque generalmente llegaba al mismo punto siempre: terminar. El de ojos verdes no era alguien que se sintiera cómodo en los compromisos formales y hasta ese momento los había esquivado bastante bien pero era un poco diferente con el de cabellos morados. Lo más distintivo con esa relación era que hasta ese momento de su vida nunca había tenido a nadie con quien pudiera hablar como lo hacía con Aiocos, claro que en sus relaciones pasadas no buscaba precisamente que hablaran pero con el juez las cosas eran sencillas, eran como naturales y le gustaba eso.

El de Garuda no lo juzgaba ni lo condenaba, más bien tomaba las cosas como eran y si le decía algo por él estaba bien y si no también, respondía cuando él preguntaba y sin duda alguna tenía un aire muy especial, como el de alguien que no se amedrentaba, entre indolente y autosuficiente pero en el sexo era todo menos indiferente, le gustaba esa contradicción viviente que era el del Averno, tal vez debieran charlar de ello en su siguiente encuentro.

Llegado el día Kanon esperaba en el pequeño piso por la llegada de Aiocos, no esperó demasiado pues el del Tártaro apareció como siempre y muy dispuesto a que su encuentro se desarrollara pero algo en la expresión del de ojos verdes lo puso alerta.

--¿Te pasa algo Kanon?

--No, nada.

--Que mejor.

Se le acercó para besarlo pero al pasar el otro sus brazos alrededor de su cuerpo sintió que definitivamente algo estaba pasando.

--Aiocos.

--¿Qué?

--Tenemos que hablar Aiocos.

--¿De qué?

--De nosotros.

--No hay nada que decir.

Trató de besarlo pero el de cabello azul se apartó un poco.

--Tenemos tiempo viéndonos de esta manera Aiocos, debemos aclarar que es lo que vamos a hacer, adonde nos llevan estos encuentros.

--A donde quiero llegar es a la cama Kanon.

--Es en serio.

Con esas palabras el juez se quedó quieto escuchando lo que el otro hombre tenía que decir, viendo eso el gemelo procedió con su explicación.

--Esto que tenemos Aiocos no lo he tenido con nadie antes, de verdad, cuando estamos juntos es impresionante lo que sucede, siento que nunca he estado mejor que al estar a tu lado. También me he dado cuenta que necesito más que unos simples encuentros semanales, quiero que tengamos algo formal, al menos más formal que esto, si ambos ponemos de nuestra parte sin duda lograremos una relación estable y comprometida ¿Qué me dices?

--No creo que pueda con algo así Kanon.

--Soy el primero en comprender que no sería sencillo ni usual ¿Un general marino y un juez del inframundo? Sin duda no suena razonable de ninguna manera pero podemos lograrlo, mira a Saga y a Minos, lo han conseguido, tienen un hogar, una familia. No te pido lo mismo pero quiero algo estable, algo formal, Aiocos de verdad creo que podemos lograrlo, hablamos de todo, no nos ocultamos nada, esto es algo que jamás soñé siquiera con tener.

--Pero yo no lo creo ni me parece tan especial.

--Aiocos...

--¿Por qué tuviste que echarlo todo a perder Kanon? Estábamos muy bien con lo que teníamos y tuviste que cometer el mismo error.

--¿De qué hablas?

El de cabellos morados guardó silencio por unos momentos pero supo que era momento de aclararle algo.

--¿Recuerdas la primera vez que estuvimos juntos Kanon? Te hablé de mis compañeros anteriores.

--Si, lo recuerdo, pero eso no me importa, los que estuvieron antes contigo no cuentan para mí.

--No te hable de uno de ellos, del cuarenta y siete.

El gemelo hizo memoria, era verdad, no le dijo nada de esa persona.

--¿Qué tiene que ver en este momento Aiocos?

--Estuve con alguien por un tiempo, un largo tiempo, lo dejaré como el cuarenta y siete, era alguien muy especial, sentido del humor cáustico, mirada irreverente de la realidad, inteligente y podía sentir hasta la última fibra de mi cuerpo cuanto me deseaba y yo también lo deseaba, cuando lo hacíamos... juro que hacía que el mundo se detuviera por un instante. Sin embargo un día empezó a hablar del futuro, de los días venideros, de nosotros, me preguntaba de mi vida, de lo que me gustaba, incluso me preguntó a qué me dedicaba, le dije que trabajaba en un juzgado-se rió de forma extraña por el recuerdo-Y cuando llegamos a ese punto supe que no podía seguir con él, era el momento de terminar, se lo dije y nunca volví a verlo.

--¿Estás diciéndome que no quieres volver a verme?

--Me gustas Kanon pero no soy alguien que va a comprometerse, soy quien soy, soy un juez del Averno y me gusta serlo, no voy a dejar esa vida, es quien soy, si no puedes aceptar lo que tenemos en este instante lo mejor será terminar aquí y ahora.

El de cabello azul lo miraba sorprendido, no podía creer lo que escuchaba.

--Veo que comprendes Kanon, es momento de terminar para los dos.

--Aiocos...

--Tú quieres más y yo no, es todo. Adiós Kanon.

Diciendo eso simplemente se dio vuelta, no le dio tiempo de nada al de ojos verdes, lo dejo solo en el lugar sin terminar de comprender lo que había sucedido pero si sabía que le dolía el pecho por verlo irse de esa manera.

 

 

Los días siguientes Aiocos no se separó de su vida en el Averno, estaba todo el tiempo ahí pero a pesar de estar ocupado y mantener su mente en sus deberes seguía sintiendo una especie de desazón en su interior, ya la había vivido una vez antes pero descubrió que la de ese momento era más intensa que la vivida con anterioridad, procuraba que no se notara nada en él ni en su comportamiento pero no era sencillo, de todas formas lo estaba logrando, a la vista de la mayoría seguía siendo el inflexible e insolente juez de Garuda que tan sólo rendía cuentas a su señor Hades pero algo estaba cambiando en su interior aunque no quisiera reconocerlo.

El de ojos morados estaba inquieto y trataba de apartar todas esas inquietudes con su labor pero no parecía funcionar, muchas veces se encerraba en sus habitaciones sin permitir que nadie se acercara, no comprendía lo que le estaba sucediendo pero tampoco deseaba pensar mucho en ello, era mejor de esa manera pues así evitaba explicaciones consigo mismo que no le agradarían y que ciertamente no tenía intención de reconocer. No, en definitiva era mejor dejar todo eso a un lado. Y casi le hubiera resultado de no ser porque alguien se dio cuenta que algo andaba mal y definitivamente era la última persona que hubiera esperado que le dijera una sola palabra al respecto.

Como no tenía nada que hacer con respecto a sus labores Aiocos simplemente daba una vuelta, cierto que el Averno no era el lugar más alentador para dar una vuelta pero siendo que estaba acostumbrado al paisaje no le molestaba recorrerlo, además así parecía que inspeccionaba y nadie se atrevía a preguntarle nada sobre lo que hacía o dejaba de hacer. En algún momento se quedó quieto mirando la tierra yerma ante sus ojos ¿Cómo había escogido esa vida? No lo sabía pero no tuvo tiempo para preguntarse más al respecto ya que alguien estaba parado a su lado de repente. En un primer momento no se dijeron nada pero el de cabellos morados supo que tenía que preguntar pues el silencio y su presencia lo estaban inquietando más.

--¿Qué quieres Radamanthys?

--Nada-respondió el rubio.

--Ya veo, simplemente estás aquí por un poco de charla amena entre compañeros jueces, como siempre lo hemos hecho-dijo con ironía.

--No estoy aquí por eso.

--Si me vas a decir algo sólo dilo, no tengo humor para adivinanzas Radamanthys.

--Muy bien, quiero que me digas que te está sucediendo Aiocos.

--¿Qué?-preguntó sorprendido.

--Escuchaste bien, dime qué te esta ocurriendo.

Los ojos morados lo miraron atentamente y como con desconfianza pero simplemente respondió algo el de Garuda.

--¿Quién eres y que le has hecho a Radamanthys?

El de cabellos rubios lo miró directamente, indicándole de esa forma que no estaba de humor para sus respuestas que cualquier otro aguantaría pero como el de Wayvern no era cualquier otro era mejor responderle cuando preguntaba algo.

--Estoy bien Radamanthys, no entiendo porque preguntas eso.

--Hace tiempo que no dejas el Averno Aiocos, eso es inusual.

--¿Acaso me espías?

--No has ido a ver a Minos siquiera.

Eso era completamente inusual, el de cabello morado sabía que desde la boda el juez rubio no había vuelto a hablar sobre el que fuera juez de Grifo.

--¿Desde cuando te interesa hablar de Minos Radamanthys? Como bien recordarás él se casó y está muy feliz con su esposo y su hijo lejos de aquí.

Le dijo esas palabras con toda la intención que la charla terminara pero para su sorpresa el rubio no se inmuto con sus palabras.

--Sé eso y me da gusto por él Aiocos, ahora te estoy preguntando sobre ti.

--¿Te alegra que Minos se fuera?

--Según veo no dirás nada hasta que no tengas otro camino que decir lo que te sucede, si es así está bien, te diré el porqué actué como actué con Minos.

--No quiero...

--Cállate y escucha o te haré escuchar.

El de Garuda supo que era en serio así que mejor guardó silencio.

--Quería a Minos Aiocos, tú mismo debes saber que no era sencillo no quererlo pero comprende esto: yo no lo amaba. Cuando se lo dije lo hice con sinceridad y sabiendo que si podía hacer algo para que fuera feliz era rechazándolo.

--¿De qué estás hablando Radamanthys?

--Lo mejor que pude hacer por Minos fue dejarlo ir Aiocos, si yo le hubiera dado esperanzas, aunque fueran mínimas él no se hubiera marchado de aquí, seguiría en el Averno, sin embargo se fue y tal y como lo has dicho es feliz y lo merece.

--Tú te quedaste con el señor Hades.

--Eso es temporal Aiocos, los dos lo sabemos, en algún momento se cansará de mí y me dejará completamente a un lado ¿Crees que no sé que no soy el único? ¿Qué no sabía que esto era porque Minos lo rechazó? Lo sé y desde hace tiempo pero no importa, cuando deba terminar terminará.

Pero el de ojos morados lo miraba en silencio, nunca hubiera imaginado siquiera que el juez rubio actuara de esa manera, tan humana... y eso le daba miedo en cierta forma. Eran jueces del Averno y el rubio le demostraba humanas debilidades que consideraba no debían tener, no si querían seguir con su vida tal y como la conocían.

--¿Qué te sucede Aiocos?-preguntó de forma más terminante el rubio.

--Tengo tiempo viéndome con alguien-dijo el de cabello morado comprendiendo que no tenía caso ocultarle nada al otro hombre-Las cosas estaban bien pero cada vez eran más estrechas y él quería que fuera algo formal, yo le dije que no y terminé con la relación.

--¿Y?

--No hay más Radamanthys, eso es todo.

--Pues no lo parece, si lo fuera no actuarías como lo haces. Si estás convencido de tu decisión sería sencillo continuar pero no lo consigues, así que algo está mal.

--Debe estarlo para que reciba consejos de ti-dijo con irritación el de cabello morado.

--Enfádate cuanto gustes porque no es conmigo con quien estás molesto Aiocos, lo estás contigo mismo porque no es lo que de verdad querías hacer.

--Vaya, anunciaré a los espectros que quien necesite consejos acuda con Radamanthys de Wayvern, casi lo veo: Consejos amorosos para los espectros del gran Radamanthys de Wayvern-dijo con sarcasmo el de Garuda-El primer consejo es gratis.

--Búrlate si lo deseas Aiocos pero ya que reconociste que es un asunto amoroso aquí tienes mi sugerencia: si tienes la oportunidad en la mano no la dejes ir. Minos logró ser feliz ¿lo lograrás tú?

El rubio dio vuelta pero a unos pasos le dijo algo más.

--Como fue el primer consejo será gratis Aiocos.

Entonces dejó solo al juez de Garuda que se sintió más confundido y como si sus sentimientos flotaran alrededor sin que lo pudiera impedir.

 

 

En el templo de Géminis había reunión, era sencilla pero no por eso menos especial la ocasión para reunirse, se trataba de algo importante para muchos: el pequeño Eneas cumplía dos años. Sus padres estaban contentos y a los invitados les daba gusto ver al pequeño que ya era todo un personaje pues no dejaba de imitar lo que veía hacer a los mayores lo que había dado por resultado que moviera sus manos como si entrenara o meditara o incluso combatiera, además de hablar bastante aunque no todo se le entendiera y corría por el lugar libremente, casi libremente pues había puertas de seguridad para evitar cualquier accidente o susto que pudiera darles.

Todos los caballeros dorados estaban ahí cuando llegó Kanon, el gemelo estaba algo decaído aún pero la vista de su pequeño sobrino lo alegró, de inmediato lo abrazó y le habló.

--¿No me dices nada Eneas?

--Non-dijo el pequeño.

--Kanon-dijo el de cabello azul-Soy tu tío Kanon ¿puedes decirlo? Tío Kanon.

--Non-dijo Eneas.

--Aún está aprendiendo a hablar-dijo Saga.

--Eso veo.

Aún sostenía al pequeñito en sus brazos cuando lo vio sonreír y luchar por ir a otra parte, lo tuvo que dejar en el suelo y todos los presentes lo vieron correr directamente a la persona que acababa de llegar.

--Tío Iocos-decía el pequeño tendiendo sus manitas para que lo levantara en sus brazos.

--Mi sobrino ¿Quién es tu tío favorito?

--Tú-dijo el niñito sonriendo.

--Así es.

El de cabello morado lo abrazó de inmediato, le encantaba ese niño y lo quería sinceramente, por unos instantes Aiocos y Kanon se miraron pero no valía la pena discutir lo sucedido, no estaban ahí para hablar de ellos mismos sino para celebrar a Eneas; por el tiempo que siguió así fue, el pequeño platinado de ojos verdes fue agasajado y festejado pero al llegar al momento del pastel sabían que no quedaba mucho por hacer sino los regalos. Recibió varios y todos parecieron gustarle ante lo cual poco a poco empezaron a retirarse.

Entonces Saga aprovechó para hablar con su gemelo.

--¿Todo bien Kanon?

--Si Saga.

--Te ves un poco decaído ¿está todo bien en el Templo del Mar?

--No hay problemas con eso.

--Si algo sucede sabes que cuentas conmigo para lo que sea.

--Lo sé pero te aseguro que me encuentro bien.

Por su parte Minos también hablaba con Aiocos a quien había notado inusualmente callado.

--¿Te encuentras bien Aiocos?

--Claro, estoy comiendo pastel Minos-y era verdad, estaba en la tercera rebanada.

--Te ves un poco extraño, como débil ¿De verdad te encuentras bien?

--Si, no te preocupes...no es nada grave.

--No te presionaré pero si necesitas algo sólo dime.

--A decir verdad si hay algo Minos.

--¿De qué se trata?

--Cuando dejaste el Averno ¿No te daba miedo? Es decir, tu vida iba a ser diferente.

--Tú me viste como estaba Aiocos, pero ahora veo alrededor y no puedo sino ser feliz con todo lo que tengo, tuve que dejar una vida para iniciar otra.

--Si, debes renunciar a algo para cambiar tu vida.

Quizás hubieran dicho algo más pero en eso reaparecieron los gemelos en el lugar y Saga le habló a Minos.

--Voy a terminar de guardar esto-dijo levantando los regalos de Eneas.

--Te ayudo-dijo su esposo--¿Les importaría vigilar a Eneas un momento?

Los dos hicieron señas de que no había problema, entonces se miraron de nuevo de frente pero parecían no poder hablar mucho.

--¿Cómo has estado Aiocos?

--No me quejo Kanon ¿y tú?

--Estoy que ya es bastante.

Pero lo que deseaban preguntarse y decir no lo hacían, era como si hubiera algo en su interior que no les permitiera decirlo, sin embargo alguien más iba a intervenir. Eneas caminó hacía el de cabello morado y le tomó la mano con su manita.

--Tío Iocos-le dijo.

Entonces sin soltarlo caminó hacia el de ojos verdes y le tomó también la mano con la que le quedaba disponible.

--Tío Non-le dijo.

Parecía mirarlos a los dos como si se preguntara a qué hora harían algo al respecto, los dos hombres se miraron directamente, tenían tanto de que hablar y que discutir.

--Yo...Kanon...

Pero el gemelo no dijo nada, no lo necesitaba cuando lo había leído en sus pupilas moradas, esos mismos sentimientos que él tenía y había querido que aclararan antes, aunque en ese preciso instante no pensaba en que aclararan nada, ya habría tiempo para eso, lo que más quería en ese momento era algo distinto.

Cuando Saga y Minos regresaron a la estancia encontraron a su pequeño Eneas muy atento a sus tíos que se besaban y se estrechaban con amor y sin que pareciera importarles nada más, verdaderamente no les interesaba otra cosa que saber lo mucho que significaban para otra persona, una en la que confiaban y de la que no se escondían, a quien podían entregarle todo lo que eran y más allá de lo que ya se habían dado querían más y al mismo tiempo entregarían todo lo que les quedaba ¿Qué más daba quienes eran cuando estaban a un paso de quienes podrían llegar a ser? Al menos al general marino y al juez del inframundo no les importaba, serían felices de alguna manera, ya no sólo por ser tíos del pequeño Eneas sino también por forjar su propia felicidad.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

Espero que les gustara.

Aprovecho para hacer una petición, a cualquiera que pudiera orientarme se lo agradecere, ando en un nuevo trabajo y me gustaría saber si alguien pudiera comentarme un evento histórico sucedido el 19 de septiembre, no importa el año o el país, ya tengo algo pero no sé, creo que tal vez podría tener otra cosa. De antemano gracias a cualquiera que me apoye.


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