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Single Lady por YukaKyo

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Single Lady

 

Debes de saber que,  Fullmetal Alchemist, El alquimista de Acero, Hagane no Renkinjutsushi (鋼の錬金術師) o también Hagaren (ハガレン),  es © de Hiromu Arakawa, Square Enix, MBS, ANX, Bones.

Y que yo soy YukaKyo la creadora de este escrito y el © es de mi Propia Autoría. Y este fic ya no es Exclusivo para Amor Yaoi xD

Con la pareja Roy x Ed.  Oh! Y por si no se habían dado cuenta en el sumary, habrá, male pregnancy (Y ya muy pronto al fin), ósea chico embarazado, ash!

También que No pretendo obtener nada a cambio, solamente unos pocos comentarios gentiles de los lectores que me sigan. Así que mucho menos espero retribución alguna de la  LIE (Ley de Intercambios Equivalentes)

Y como ultimo, que este fic esta basado en la grandiosa historia La Nueva Alianza de la fantástica Midhiel, y es su humilde adaptación.

 

Y quiero dedicar este capitulo a:

 

Yoko_Nakajima

 

Para que veas niña que no solo leo Fics de FMA!

Pues me estoy leyendo el tuyo y por cierto

Gracias por mencionarme en el mismo ^^

 

 oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

"Únicamente para ti... con todo mi desprecio"

 

oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

 

12.- El amor es una guerra

 

- Haré hasta lo imposible por quedarme con Edward -

 

Roy miró como el príncipe pelinegro lamía el cristal de su copa e inmediatamente cerró los ojos y sonrío socarronamente. ¿Qué era lo que intentaba hacer con aquello el príncipe xianganes?

 

Se le había quedado viendo por un segundo como si no comprendiera lo que sucedía a su alrededor, pero al rey de Amestris tan solo le fue necesario un breve segundo para que todo su ser se llenase de rabia.

 

Aquella frase fue el detonante de aquello.

 

Y sin poder evitarlo lo incendio.

 

Ling observó atónito la copa que tenia aún muy cerca de su rostro. El calor le lamió la cara y casi soltó un suspiro de alivio al ver que la había alejado de él justo a tiempo. La flama bailoteaba furiosamente en su bebida. Una preciosa llama anaranjada que subió más de lo previsto, eso si se tomaba en cuenta la poca cantidad de licor que aun tenía aquel vaso.

 

Roy sonrío con autosuficiencia mirándolo.

 

Ni siquiera había sabido en que momento había sacado de sus bolsillos los guantes y se los había colocado. El chasquido fue casi instantáneo y el resultado le había agradado completamente.

 

La flama seguía danzando en el vaso del pelinegro aún y cuando ya no había más alcohol que consumiese.

 

El primer chasquido había sido solo para intimidarlo y ahora el segundo lo iba a lastimar en verdad y en serio. Era una lastima pero dudaba que después de aquello hubiese buenas relaciones entre Xing y Amestris. ¡Le daba igual!

 

Un segundo chasquido al contrario del primero no solo le quemaría las puntas del cabello al pelinegro. Preparó sus dedos en la posición correcta y frotó las yemas entre si. Una hermosa chispa dorada surgió y ahora solo faltaba trasmutar el oxigeno en el aire lo suficiente para carbonizarlo entero y entonces disfrutó del delicioso futuro momento en su mente.

 

Nadie lo culparía, después de todo el mismo príncipe Yao, se lo busco.

 

Además, absolutamente nadie se burlaba de Roy Mustang y mucho menos nadie le quitaría a Edward. El mismo príncipe Ling había sellado su suerte al ir detrás de su persona. Roy sonrío de lado arrogante, festejando con satisfacción su victoria adelantada.

 

Vamos tan solo le quemaría un poquito, nada de gravedad, pero si algo que le dejase alguna marca, una buena marca que le recordara una y otra vez en cada ocasión que la viera que, con él nadie se metía sin salir ileso.

 

Mas una cálida mano sobre la suya enguantada lo detuvo.

 

- ¡No lastimes a Ling!-

 

Roy volteó el rostro desconcertado cuando una segunda mano sujetó la del guante y reconoció la calidez de la piel, cuando atrajo su brazo acunándolo contra su pecho. Frente a sus ojos el príncipe Edward se encontraba sujetando su mano entre las suyas. Pudo sentir la tersa piel del rubio y el marcado hueso de su clavícula en la cual enterró sus nudillos apretando su mano más contra él.

 

Notó entonces al mirar solo los dorados ojos del rubio y la expresa preocupación que estos tenían, misma que se corroboraba segundo a segundo con la tenue pero constante presión que le ejercía cada vez un poco más a su mano. Una súplica muda que no tardó en expresarse en palabras suaves.

 

- No lo lastimes. No lo hagas - volvió a pedirle el rubio y Roy sintió el miedo y el temblor que lo recorrían.

 

El pelinegro contuvo la respiración y brevemente cerró los ojos, tomándolo aquello como una negativa a sus palabras el rubio insistió.

 

- ¡Por favor! - suplicó, cruzando sus cejas compungidas e incluso sus ojos se le humedecieron. - ¡Por favor! -

 

Un fuerte nudo en la garganta se le formó al pelinegro y que acrecentó un poco más el leve pinchazo de dolor que se le clavó en el pecho. Sabía que aquello se debía al semblante lloroso del rubio frente a él, deseo en aquel momento levantar una de sus manos y con los dedos borrar las gotas saldas de llanto que bajaban por sus mejillas, pero desecho todo aquello al darse cuenta de una cosa.

 

Edward jamás había rogado por nada, por nadie y ahora lo hacia por ese maldito príncipe.

 

¡Por el desgraciado príncipe Ling Yao!

 

No necesitó aplicar demasiada fuerza para zafarse del agarre de Edward y sin mediar palabra alguna entre ambos se levantó del sillón en donde hasta segundos atrás había estado sentado junto al rubio. Los ojos de Ed le siguieron en silencio hasta que hubo desapareció de su vista cerrando la puerta tras de su espalda y solo entonces pudo bajar su mirada dolida al suelo.

 

Lo había echado a perder todo otra vez.

 

Aunque Roy no le había gritado o mirado de mala gana.

 

Sabía que había metido la pata de nuevo.

 

¡Y todo por querer evitar que una estupidez se cometiera!

 

Quitando la mano de la empuñadura tras su espalda Ling bufó frustrado, si bien era cierto que la primera vez el rey de Amestris lo había tomado por sorpresa, no iba a decirse que volvería a hacerlo en el segundo intento. Por un poquitín y hubiese herido, sino de muerte al rey, al menos si de gravedad. Aunque para su pesar, el rubio les había interrumpido.

 

- ¿Sabes Ed? No necesitaba que me defendieras, se cuidarme perfectamente bien yo solo -

 

Completamente encabronado el rubio levantó su vista y clavó sus pupilas furiosas en el despreocupado pelinegro echado cómodamente contra el sillón. Ling no se lo espero tampoco esta vez, pues fue jalado con una sobre fuerza por los puños del rubio, casi le rompió el cuello de la camisa blanca, pero logró levantarlo de la silla y aunque le dejó a la misma estatura  del rubio, al menos pudo ponerlo de pie.

 

- ¡Ya basta Ling! -

 

El futuro regente de Xing parpadeó y puso entonces sus manos en las del rubio.

 

- ¿A qué te refieres Ed? Yo no hice nada -

 

Ed lo soltó empujándolo con fuerza casi arrojándolo otra vez contra el sillón.

 

- Conmigo no quieras hacerte el idiota. Se muy bien que es lo que te propones - el rubio tragó aire suficiente antes de soltarlo casi como un grito en los oídos el pelinegro - ¡Deja de entrometerte! -

 

Ling sonrío ¡Demonios ya no podía esconder mas lo que quería!

 

- ¡Me entrometeré cuanto quiera! - Clavó entonces sus pupilas oscuras en su cara - Ese cabrón ni siquiera te aprecia Ed y a su lado únicamente pierdes tu tiempo. -

 

Se levantó de su asiento y quedo frente al rubio.

 

- En cambio yo, yo si puedo amarte y ofrecerte todo lo que deseas. Es solo cuestión de que tú lo aceptes -

 

- No- Ling frunció las cejas cuando escuchó la rotunda negativa del rubio al mismo tiempo que se cruzaba de brazos.

 

- Si tu temor se basa en una posible guerra por dejar al rey, no debes de preocuparte Ed. Xing entero esta de nuestra parte -

 

Ed lo miró entonces alzando una ceja. Aquella era entonces la verdadera razón por la que Ling tanto insistía en que dejase a Roy ¡Quería que una guerra empezara! Xing contra a Amestris o viceversa y a como diese lugar. Era por eso que Ling estaba ahí, por lo que en verdad tanto le presionaba para aceptarlo.

 

- ¿Quieres una guerra con Amestris? - le preguntó y de inmediato el príncipe pelinegro negó una y otra vez con la cabeza.

 

- No, esa no es mi razón principal Ed. Tú sabes bien que tú eres a quien quiero y aún y cuando no tuviéramos el apoyo de Xing te llevaría conmigo - Edward lo miró perspicaz - Ed no me interesa en absoluto ninguna guerra, pero por hacerte feliz, no me importaría enfrentarme al mundo entero -

 

El rubio suspiró y se dio vuelta dándole la espalda al pelinegro y termino sentándose en el mismo sillón donde hubiese estado sentado Roy. Ling le imitó y se sentó en el propio.

 

- ¿Estas dispuesto a empezar una guerra por mí? - Preguntó y el pelinegro sin dudar asintió de inmediato - Empiézala entonces -

 

Ling sonrío y casi estuvo apunto de levantarse para ir y abrazar al rubio frente a él, mas el gesto serio y estoico de Ed lo detuvo. Los ojos dorados de Ed se cerraron momentáneamente para abrirse feroces y brillantes.

 

- Empieza una guerra Ling. Pero en contra de ti mismo - el pelinegro parpadeó - Lucha contra ti mismo si en verdad me quieres -

 

- Alguna vez dijiste que querías verme feliz, aun con otra persona - musitó decidido el rubio y apretó fuertemente sus dedos en sus puños cerrados - Pues acéptalo y no vengas aquí a declararle la guerra a aquel que quiera amarme -

 

- Edward... -

 

- Yo luchare también por mí, por mi matrimonio y solo entonces, si después de intentarlo no puedo lograr ser feliz lo dejare por propia decisión Ling-

 

- Ed, él te hará sufrir... -

 

- Estoy conciente de ello Ling y aun así, quiero intentarlo -

 

† "•" †

 

Ed suspiró revolviéndose por enésima vez en la cama. No le era posible dormir. Era ya de madrugada y concebir el sueño le era más que imposible. Roy no había ido en esa noche para nada a su habitación, justo como la noche anterior y si a ello le añadía la preocupación por no saber donde estaba, las cosas no se ponían mucho mejor.

 

No estaba en el castillo y había salido del mismo sin llevar consigo a su siempre fiel puñado de guardias. Eso era lo que había terminado por confesarle Maes forzosamente, ya harto con sus continuas preguntas sobre el paradero del rey. Pero muy al contrario de lo que debía de ser, el único preocupado por la seguridad de Roy era él.

 

Mas cuando rubio harto de esperar había decidido salir a buscarlo, todos habían de una u otra forma evitado su huida.

 

¡Vamos si incluso hasta Heidrich lo había sorprendido tratando de escalar por una enredadera crecida sobre las murallas del castillo!

 

El rey podía salir, pero por lo visto había prohibido rotundamente que el príncipe abandonara el castillo y cuando el rey ordenaba algo, todos, absolutamente todos obedecían. Muy convenientemente.

 

Aunque volviendo a la desaparición del rey, le daba la impresión de que no era la primera vez que aquello pasaba, pues confiaban plenamente en que el rey regresaría sano y salvo. Era una lastima que él no pudiese pensar exactamente lo mismo.

 

¡Estúpido rey de mierda!

 

No tenia porque tenerlo tan preocupado de aquella manera.

 

Se giró dejando su rostro contra las almohadas y se tapó hasta las orejas con las frazadas. Si el maldito bastado volvía, seguramente ni siquiera se dignaría a pasar por a su habitación para avisarle de su llegada.

 

¡Como no!

 

Podía incluso que estuviese ya en su antigua habitación panza pa arriba y durmiendo.

 

Pestañeó, aquello era lo más probable para aquellas insanas horas. Alejó las mantas de su cuerpo y quedo sentado sobre la cama, inconcientemente se calzó las pantuflas y se echó la bata calida de lana sobre los hombros pequeños. Sin importarle un bledo como lucia, salió de su habitación y hecho andar por los pasillos.

 

Si el muy maldito de Mustang estaba ya echado en su cama, le asestaría una muy buena patada donde mas le doliese antes de regresarse a la suya para dormir ya tranquilo.

 

¡Era lo mínimo que se merecía el odioso pelinegro por preocuparlo.

 

Ed se detuvo en medio del pasillo

 

¿Y si Roy aun no volvía?

 

¿Qué es lo que haría?

 

Ni siquiera pudo terminar de pensar aquello cuando un ruido de cristales rompiéndose llamó su atención. Viró el rostro y notó una de las puertas entreabiertas, misma que dejaba escapar un halo de luz. Obviamente y después de aquel sonido, era más que lógico que alguien se encontrase ahí. Parpadeó reconociendo de inmediato la pieza, era la misma habitación en donde horas antes, se había encontrado a Ling y a Roy en medio de una acalorada y peligrosa discusión.

 

Encamino sus pasos hacia allí y empujó suavemente la puerta con el dorso de su mano, no se hizo ningún ruido al moverla. El rubio suspiró aliviado y cuando sus ojos dieron con el ancha espalda vestida de azul que bien conocía y sonrío inconcientemente tranquilo.

 

¡Finalmente Roy se encontraba en el castillo!

 

El rey trastabillo y aduras penas evitó caer al suelo sujetándose de la mesa frente a él, sobre la cual, casi terminó postrado. Edward se dio cuenta entonces que una de las manos de Roy, sangraba. A los pies del mismo se encontraban los restos de lo que bien pudo haber sido una copa y sin poder evitar sentirse alarmado el rubio entró completamente a la habitación e iba a terminar en pocos segundos al lado del rey mas se detuvo.

 

Roy sin importarle lo mas mínimo sus heridas, tomó otro vaso y casi lo llenó de alcohol. Edward entonces paseó su mirada alrededor y pudo contemplar varias botellas ya vacías, algunas al lado del rey sobre la mesa y otras más simplemente tiradas sobre la alfombra en el piso. Molesto y decepcionado a la vez no pudo evitar decir.

 

- ¿Un trago más? Es que quieres acabarte todo el alcohol del reino -

 

† "•" †

 

Roy gruñó de nueva cuenta cuando la botella quedo vacía frente a sus ojos. Mas una buena parte de aquella molestia se debía mas bien, a todos sus conocidos en el pueblo. Nadie le había querido dar una sola pizca de alcohol y en cambio, sí se ofrecieron a brindarle una buena plática amena para serenarlo antes de llevarlo una vez más a su castillo.

 

¡Ni siquiera había encontrado sus malditos guantes!

 

Seguramente Maes quien había sido el único que intento persuadirlo de no bajar al pueblo, se los había sacado de los bolsillos, mientras forcejeaba por que lo dejara marcharse.

 

Sin alcohol, sin ganas de hablar con nadie y sin sus guantes para al menos relajarse lanzando algunas flamas. Había optado por vagar por vagar por las calles de Amestris, vestido en su uniforme militar viejo.

 

Sus tres estrellas de coronel en el hombro se encontraban más que lustradas y solo así, algunos, realmente pocos le reconocieron por las calles. Ya entrada la noche fue cuando decidió volver al castillo.

 

Al llegar no vio a guardia, sirviente o cortesano alguno, mas aquello no le extraño, bien podía deberse por las altas horas de la noche a las que había llegado. Terminó encerrándose en aquella habitación, para tomarse cuanta botella hubiese en el nada modesto bar que tenia.

 

Vació en su garganta trago por trago, hasta dejar una a una vacías las botellas y se detuvo observando fijamente aquella última aún con su copa media llena en la mano. Soltó un suspiro no sin antes fruncir sus cejas molesto. Tenia que aceptar de una buena vez que el culpable de su enfado no era ninguno otro más que Edward.

 

Edward, el que lo rechazaba, quien lo ignoraba, el que lo desobedecía.

 

El Edward a quien a todos quería y apreciaba, a todos menos a él.

 

Gruñó renueva cuenta y esta vez apretó entre sus dedos la copa con fuerza. Ni siquiera estando al lado de Riza había dejado de pensar en Edward y ciertamente en todo ese maldito día no había dejado de hacerlo en cualquier jodido segundo libre que tuviera.

 

Más en aquellos momentos y dentro de aquella endemoniada habitación, lo irritaba el solo recuerdo del maldito príncipe pelinegro. El rey chasqueó la lengua ofuscado. Declarar aquello. ¡Podía hacer cualquier cosa para quedarse con Edward! A tanto llegaba la arrogancia de ese sujeto y mas aun.

 

¿Quién se había creído que era para retarle de aquella manera?

 

Solo una cosa tenía bien clara, el pueblo de Xing no tenia culpa alguna de las estupideces que cometiera su príncipe. Pero dudaba mucho volver a ver con buenos ojos a ese maldito príncipe y para la próxima provocación directa o indirecta que le hiciera, no habría poder alguno que lo detuviera en darle su buen merecido. Ni siquiera aún cuando por él intercediera Edward.

 

Llevó la copa a los labios y de un solo trago casi le dejo vacío. El alcohol le irritó mas la ya de por si lastimada garganta, más el amargo sabor de la bebida no le reconforto en lo mas mínimo. Ya un poco nublados sus sentidos pero no por ello inconciente, apretó aún con mas fuerza la copa entre su mano.

 

Crujió los dientes.

 

No solo Ling podía hacer cuanto fuera por quedarse con Edward. Cualquier otro podía hacerlo. Si todo continuaba como hasta ahora, cualquier persona que se acercara al príncipe rubio podía cautivar su corazón con bonitas palabras y quitárselo. El pelinegro bufó y pudo escuchar claramente como se estrellaba el vaso en su mano mas lo ignoró.

 

Se lo quitarían, le quitarían a Edward.

 

El vaso en su mano explotó.

 

Mas el fuerte crujido del mismo y los vidrios enterrados en su piel sangrante, le hicieron darse cuenta de lo que había hecho. Pestañó levantando su mano notando los vidrios incrustados en las heridas que el mismo se había provocado. Frunció un poco más las cejas y tenso su mano haciéndola sangrar más.

 

Contuvo la respiración y sintió un frío helado tras la nuca.

 

NO

 

Edward no podía, no podía ser tan importante para él de aquella manera.

 

No, tenia que estar bromeando.

 

Alcohol, necesitaba alcohol en ese momento y rápido.

 

Sus ojos azul oscuro se movieron rápidamente por la barra y buscaron otro vaso y la respectiva nueva botella. Haciendo caso omiso al dolor en su mano tomo la copa y arrojando a ningún lugar en especial el tapón de la botella la relleno de licor. 

 

Pero justo antes de que la misma fuese probada por sus labios, oyó claramente un reclamo divertido.

 

- ¿Un trago más? Es que quiere acabarse todo el alcohol del reino - Roy levemente giró la cabeza y con el rabillo del ojo pudo ver la figura pequeña y menuda de Edward.

 

Ignorándolo olímpicamente, empinó todo el contenido de la copa en su boca. Lo asqueo. Tal vez y no era tan buena idea eso de tomarse todo el alcohol del reino. De pronto una de las manos del rubio acabó quitándole la copa ensangrentada de la mano.

 

- Creo que ya ha sido suficiente de esto - terminó el rubio mirándolo con una sonrisa jovial en el rostro.

 

- ¿Qué quieres Edward? - preguntó Roy sin poder evitar alzar la voz. Lo último que le faltaba a ese día era tener a su lado al rubio amonestándolo por lo que hacia.

 

- Suena molesto ¿Puedo saber por qué? -

 

- El hecho de que estés aquí me quites mi bebida y por lo visto quieras regañarme, no me hace muy feliz que digamos -  

 

- No vine a regañarle en si, solo que escuche un vidrio romperse y vine - Soltó como si nada el rubio y dejó de mirarle para darse la vuela y buscar algo, Roy lo observó mientras se movía por la habitación y revolvía los cajones de los muebles - No sabía que ya había regresado al castillo, aunque tampoco me esperaba encontrarle alcoholizado -

 

- No estoy ebrio - Se defendió de inmediato el monarca - Solo algo tomado -

 

- Sí lo que sea - murmuró Ed volviendo a su lado y sin que el rey se lo esperara le sujetó de la mano lastimada.

 

- ¿Qué haces? -le preguntó notando como el rubio con cuidado pasaba una blanca tela por sus heridas y tratando de no lastimarlo retiraba con cuidado los vidrios que aun tenia incrustados.

 

- Bueno majestad, como puede ver, intento curarle -

 

Roy tensó la mano y las atenciones del rubio se hicieron más efímeras sobre su mano, interpretando la reacción del pelinegro como resultado de haberlo lastimado al curarlo. Mas el verdadero motivo de aquello tan solo era claro para Mustang. Le había molestado el que le llamara de aquella forma.

 

Siempre para Edward, era majestad, rey o señor. Nunca le llamaba si quiera por su apellido o bien de casualidad y sin darse cuenta por su nombre y ahora era conciente de que el llamarlo con aquella fría formalidad le dolía como una puñalada salvaje.

 

- Espere que aun no término - musitó Ed sujetando con fuerza la mano del rey cuando este intento zafarse de su agarre. Apenas y había vuelto a pasar la tela rugosa por las heridas cuando el pelinegro se quito su mano de encima.

 

- ¡Ya déjame! No necesito que lo hagas - gruñó Mustang echándose un paso hacia atrás y sin poderlo evitar trastabillo hasta caer al suelo.

 

¡Perfecto! ¡Simplemente perfecto!

 

¿Por qué nada en ese maldito día le podía salir bien?

 

- Se esta llenando la cara de sangre - apuntó el rubio y Roy quito ambas manos que había llevado a su rostro cubriéndolo. Por un momento miró su mano herida y notó que en la misma ya no había vidrio alguno.

 

- Con su permiso - escuchó y antes de que pudiera hacer nada, Edward ya estaba arrodillado entre sus piernas abiertas y con un pañuelo se encontraba enjuagando su rostro.

 

Roy lo dejo hacer sin decir absolutamente nada.

 

Cerró los ojos y sintió la tela rozándole la piel, pero aun con la misma, podía sentir con claridad la calida textura de las yemas de los dedos del rubio. Los dedos desnudos de Ed surcando cada pequeña curvatura de su cara. Grabándola e incluso tocando un poco más que su frente,  perfilando sus cejas, deslizándose por su nariz y entreabriendo sus labios.

 

Sabia que ya no había más sangre sobre su rostro, pero las caricias del príncipe sobre el mismo continuaban. Y tenia que aceptar que él también deseaba que siguiesen así, que el tiempo se detuviera y que el rubio siguiera intoxicándolo con su calido roce sobre la piel.

 

Abrió los ojos entonces y comprobó que eran simplemente los dedos del príncipe los que le tocaban.

 

Miró su rostro y sus ojos le robaron el aliento. El rostro levemente sonrosado de Edward no hacia más que acentuar, las pupilas dilatadas y brillantes que le veían, mientras su cuerpo temblaba levemente por su cercanía. 

 

Roy ahogó en su garganta un gemido.

 

¿Cómo podía la mirada del rubio provocarlo de aquella manera?

 

El cálido aliento del príncipe le golpeo sus propias manos cuando las dirigió a su pequeño rostro coronado por los largos mechones rubios a cada lado del mismo,  más resbalaron del mismo hasta su cuello y bajaron por los hombros y tras la espalda hasta cernirse en la pequeña cintura sujetándolo de la misma.

 

Lo arrastró por la alfombra hasta dejarlo contra él. Su pecho pequeño contra el suyo respirando agitadamente. Podía escuchar claramente débiles y temblorosos los latidos del corazón del príncipe. Besó la piel desnuda que dejaba a la vista el pijama que Ed usaba y deseo rasgarlo hasta oírlo suspirar. Más no necesitó hacerlo cuando lo escuchó claramente después de lamerle juguetonamente el cuello.

 

Iba a ser insoportable el seguir sintiendo el cuerpo del rubio ardiendo en humedad. Era delicioso.

 

Ambos podían sentirse completamente y no solo el contacto de su mirar.

 

El rubio lo observo añorante cuando volvió a mirarlo y cerró los ojos cuando llevo sus labios a sus mejillas besándolas, apenas tocándolas. Lo sintió levantar las manos dejando una tras su nuca y la otra apenas posada sobre una de sus mejillas, le beso la nariz y se separó un poco para mirar al príncipe.

 

Su fragancia fresca y distintiva le lleno los sentidos y solo fue capaz de sentir su aliento chocando contra el suyo cuando, reclamó sus labios. Tal vez y el príncipe no deseaba que le besara con tal fuerza, pero no podía evitar la pasión que le provocaba el latido frenético de su corazón del rubio acariciándole los oídos.

 

Mas supo que eran bien recibidos sus besos cuando el príncipe corto el primero, mordiéndole provocativamente el labio para esta vez ser el quien lo besara, apretándose mas contra su cuerpo.  Y para Roy aquello estaba bien, después de todo no había nada mas importante en esos momentos que sentir los labios y el cuerpo del rubio sobre su persona.

 

Ni siquiera fueron concientes de las intensas campanadas que soltaba el reloj que adornaba una de las paredes y que les avisaba del próximo amanecer.

 

† "•" †

 

TBC...

 

"Somos un par de almas solitarias, ardiendo en llamas y atrayéndose"

 

¡Aquí YukaKyo!: Hola a tod@s! Antes de que se acabe el mes y justo el día 3 final o séase el 23, aquí un nuevo capitulo. Esta un poquitín mas cortito de lo que acostumbro pero no quería que acabara el mes sin traerles algo, aunque fuese chiquito xD. Así que con esta pequeña entrega me despido hasta el siguiente 3 de Marzo! Ash! Besos a tod@s.

 

Hazme feliz y gasta 8 segunditos de tu tiempo, dejándome un review! ^///^

 

Y por cierto las quiero 22 veces mas! Besos pa' todosss *3*

 

 

 

 


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