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Single Lady por YukaKyo

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Notas del capitulo:

Hola!

Hem... No encontre a mi beta, asi que los horrores corren por mi cuenta.

Estamos de vacaciones asi que espero y alguien lo lea ToT

 

 

Single Lady

 

Debes de saber que, 鋼の錬金術師 o también ハガレン, es © de Hiromu Arakawa, Square Enix, MBS, ANX, Bones.

Y que yo soy YukaKyo la creadora de este escrito y el © es de mi Propia Autoría.

Entérate de que MI beta es Norico Asamiya00 Lo unico malo es que por vacaciones no pude encontrala y este capitulo no esta beteado lol

Con la pareja Roy x Ed.  Oh! Y por si no se habían dado cuenta en el sumary, habrá, male pregnancy, ósea chico embarazado, ash!

También que No pretendo obtener nada a cambio, solamente unos pocos comentarios gentiles de los lectores que me sigan. Así que mucho menos espero retribución alguna de la  LIE (Ley de Intercambios Equivalentes)

Y como ultimo, que este fic esta basado en la grandiosa historia La Nueva Alianza de la fantástica Midhiel, y es su humilde adaptación.

 

 oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

"Únicamente para ti... con todo mi desprecio"

 

oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

 


15.- Sin Compasión

 

Había sido el chocar de los metales, fino y suave, lo que le había hecho abrir los ojos.

 

Edward alejó de su rostro el libro de gruesas pastas rojas que tenia sobre el mismo. Notando entonces la oscuridad de la habitación, giró la cara hacia la única luz que apenas e iluminaba la pieza. Una lámpara de aceite, pequeña y sencilla colocada sobre la mesita de centro no muy lejos de donde estaba.

 

Seguramente Rose la había traído y dejado ahí para cuando despertara. Sabia que odiaba que le encendieran las luces si estaba dormido e inequívocamente despertaría de inmediato, cosa que no sucedía si incluso una suave vela era colocada en la recamara a oscuras. Se movió levemente sobre el diván y sonrío suavemente cuando la calida manta resbaló por sus piernas. Esa mujer si que pensaba en todo.

 

Terminó sentándose y dispuso el libro en el único lugar libre de la acojinada superficie donde estaba sentado. Bostezó ruidosamente aun medio adormilado. No se había dado cuenta en que momento se había quedado dormido, aunque si podía asegurar con facilidad que habían sido ya varias horas.

 

Pasando los ojos a lo largo de la habitación la encontró tal y como la recordaba. Suspiró con decepción al notar que incluso la cama ya había sido tendida. Roy por lo visto, no había regresado todavía. Para ser sincero, se lo esperaba. Aunque Roy hubiese explotado por los celos que sentía hacia Ling. Eso no le aseguraba que cambiaria respecto a sus sentimientos hacia él de un día para otro.

 

Ed lo sabía y haría también todo lo posible por contribuir en el cambio. El rubio soltó una risita mientras se levantaba del diván. Había tenido celos ¡Roy había sentido celos por su causa y eso lo emocionaba!

 

El rubio sabía que no estaba bien hacerse ilusiones con algo como aquello, pero no podía evitar sentirse jubiloso. Además no creía que le hiciese tanto daño el soñar aunque fuese un poquito, con que las cosas estaban cambiando, muy lentamente pero lo hacían. No estaba mal imaginarse que tal vez Roy, ya lo quisiera aunque fuese un poquito.

 

No, no hacia daño, mucho menos si ese simple pensamiento lo hacia olvidarse del otro que giraba casi siempre en su cabeza.

 

Roy no pensaba quedarse para siempre con él.

 

Algo que el rubio tenia, eran los pies bien puestos sobre la tierra. Le había dicho a Ling y a su maestra que lucharía por su matrimonio. Y lo haría claro que si. Pero, si por más que lo hiciera no lograba sacarlo adelante, no se empeñaría en quedarse al lado de Roy a la fuerza.

 

Iba a tratar por todos los medios de sacar adelante su relación con el rey, confesándole lo que en verdad sentía y siendo claro. Aunque si aun con todo aquello Roy seguía empeñado en no brindarle una sola oportunidad a su matrimonio, seria el mismo Ed quien diera por concluido el mismo.

 

Edward suspiró pesadamente, la sonrisa que momentos antes había adornado sus labios, se había esfumado con aquello. Sacudió la cabeza tratando con ello de olvidarlo. No iba a echarse a perder ese día que había empezado tan maravilloso, con pensamientos tan oscuros como aquellos.

 

Terminó levantándose del diván y se estiró los brazos, achicando los ojos cuando el dolor en los mismos le reclamó el maltrato. No había sido su idea quedarse dormido mientras leía, era algo que no había podido evitarse y ahora ya sabia que, aunque el diván pareciera cómodo para estar echado sobre el, no era nada recomendable el dormir en el mismo por varias horas.

 

Escuchó de nueva cuenta el choque de las espadas mas no le dio importancia alguna.

 

Después de todo, ya le había tocado presenciar una serie de encuentros amistoso entre soldados y guardias del castillo. Mismos que se realizaban en las horas libres y de cambios de turnos que tenían. Algo que bien podía tildar de rutina. No eran más que pequeños momentos de ocio que únicamente se podían encontrar en aquellas horas.

 

El rubio avanzó por la habitación casi a oscuras y encendió los candelabros suspendidos en la pieza. La calida luz iluminó de inmediato cualquier rincón en sombras que su habitación tuviera. El rubio suspiró de nueva cuenta cuando sus ojos dieron con un sobre blanco, mismo que se encontraba en uno de los burós de la cama. No tenia duda alguna que dentro de él se encontrara alguna nota de Ling. Lan Fan se la había traído algunas horas antes poco después de que Roy se machara y la joven se había ido de inmediato, sin  pedirle justamente respuesta alguna para su regente.

 

La cera azul en el sobre llamó la atención de su mirada y sus dedos tocaron muy apenas el relieve del dragón oriental, mismo de la familia real de Xing y distintivo inequívoco del príncipe. Con aquello a nadie le podía quedar duda alguna, aquel sobre lo había mandado el mismo Ling.

 

Aunque no podía evitar el sentirse un poco herido por la frialdad del joven, pues lo poco que el pelinegro hubiese querido decirle, lo había mandado en un papel. Tanto Ling como él gustaban de decir las cosas como eran y de frente. Pero el pelinegro lo había estado evitando desde la última plática que habían tenido y por lo visto el xianganes pensaba cumplir al pie de la letra lo que el rubio le había pedido.

 

Aun así, jamás había pensado que llegaría a perder su amistad por ello.

 

Y no podía echarse para atrás, si lo dejaba Ling no iba a tentarse el corazón para separarlo definitivamente de Roy y si Edward quería que las cosas con el rey de Amestris funcionaran, por mucho que apreciara y quisiera mucho a Ling no iba a seguirle el juego.

 

El príncipe se acerco al buró y tomó el sobre con su mano, lo mejor era leer de una buena vez aquello que Ling le hubiese mandado. Así al menos sabría si iba a cometer alguna tontería y estaría preparado para ella. Metiendo dos de sus dedos por los dobleces del sobre estuvo apunto de romper el sello de cera cuando una vez mas el ruido seco de dos metales chocó con fuerza.

 

Aquello lo hizo olvidarse de lo que haría y con el sobre en la mano, se dirigió, hacia las puertas que limitaban el balcón, abriéndolas y saliendo hacia el mismo. El frío de la noche le lamió la piel y agitó los mechones rubios serpenteándolos con fuerza contra su rostro. Poniendo ambas manos sobre la verja oscura, echó su cuerpo hacia delante y miró hacia abajo.

 

Los jardines estaban completamente oscuros, la única luz provenía de las antorchas que dispuestas en la muralla del castillo, la rodeaban en una perfecta hilera muy lejos de donde había provenido los sonidos. Se estaba llevando a cabo una pelea y completamente a oscuras. Aquello no le daba buena espina, aunque no dudaba que los soldados y guardias fuesen muy buenos contrincantes o peleadores, dudaba mucho que pudieran batallar simplemente con visibilidad nula.

 

Otro golpe y poco después, una explosión rojiza de fuego iluminó por breves segundos el lugar que se había escogido como campo de batalla. Lo había visto, los había visto. El rubio pestañeo confuso, aquello simplemente no podía estar pasando.

 

¡Eran Roy y Ling los que estaban enfrascados en un encarnizado combate!

 

Con rapidez se giró y echó andar de nueva cuenta hacia la habitación. Buscó por todas partes su sobretodo rojo y una vez que lo encontró se lo echó en los hombros sin cuidado alguno. ¿Qué demonios pasaba por la cabeza de Ling? Y ¿Roy? Estaban más que locos los dos. Salió de la habitación y enfiló hacia los pasillos.

 

Tenía que actuar rápido o terminarían matándose aquel par de idotas.

 

† "•" †

 

Fu, con el rabillo del ojo y dejando por un momento de prestarle atención a los pelinegros, observó como los sirvientes encendían mas y mas antorchas alumbrando aquel claro en el jardín. Había ya un puñado considerable de soldados y guardias dispuestos a actuar a la primera orden de su rey. Incluso ya había notando como algunos cuantos, apenas y se contenían para no actuar por su propia cuenta, dispuestos a ayudarle.

 

Volvió sus ojos a su nieta y notó como ella incluso se encontraba en peores circunstancias. Sus pues ya se habían movido incontables veces por el suelo arrastrándose, el polvo bajo los mismos ya era suave y se alzaba a la menor pisada y la quijada de la mujer estaba tensa. Seguramente por las incontables veces que había tenido que apretar los dientes evitando con ello, saltarle encima al rey de Amestris para parar aquel estúpido duelo.

 

Pero el intervenir en el mismo significaba un insulto y la deshonra para su príncipe.

 

Ambos lo entendían y por lo visto era de igual manera para el bando de aliados del rey de Amestris. Por lo mismo no podían hacer otra cosa que solo observar, esperar quietos y fuese cual fuese el resultado, aceptarlo sin rencor alguno. Era una pelea por el honor después de todo.

 

Pasando una de sus grandes manos por el poblado bigote el hombre volvió su vista al combate. Había llegado a pensar que el rey, iba a tener severas desventajas en el encuentro. No recordaba relato alguno que le atribuyera alguna mejor técnica que su exclusiva alquimia de fuego, misma que en un combate cuerpo a cuerpo como en el que se especializaba el príncipe Xing, era sencillamente inútil. Pues era mas recurrida para un combate a distancia por sus explosiones y flamas.

 

Había creído que no tendría problema alguno el príncipe en vencerle.

 

Pero todo se había complicado en el justo momento en que el rey de Amestris había tomado con una de sus manos el sable militar que contra la cintura portaba.

 

Roy Mustang no solo podía blandir el sable con una técnica envidiable, sino que también, era conocedor de una técnica de combate cuerpo a cuerpo temeraria que bien podía darle guerra al príncipe. Se movía con una rapidez y fuerza casi sobre humana y si a eso se le añadía aquel fuego que parecía seguir sus órdenes, desplazándose y moviéndose como serpientes sobre y por encima del suelo. Se volvía entonces en un adversario de cuidado.

 

Y su príncipe tan solo había podido esquivar dos de tres ataques certeros.

 

† "•" †

 

Lo había subestimado.

 

Eso era lo que pensaba Ling, mientras miraba la sangre que bajaba por su brazo herido. Había esquivado una patada que había querido romperle la quijada, el fuego que había amenazado con carbonizar su espalda, pero no había podido evitar el frío metal del sable cortándole la carne del brazo, en una herida que bajaba en una línea limpia desde el hombro hasta casi la muñeca.

 

Y ahora sostener entre sus dos manos su Liu Ye Dao* no era una tarea muy fácil que digamos. Podía paralizar los sablazos que el rey le lanzaba, pero no podía asestarle la patada o el puñetazo que lo noquearía dejando terminada la pelea. Cuando apenas quería acercársele debía echarse para atrás de inmediato, antes de que una llamarada lo tocara.

 

¡Esas malditas flamas que parecían salir de la nada no dejaban que se le acercara!

 

Ling de lejos y con Liu Ye Dao en ambas manos alerta, abrió la boca tragando excesivo aire. Tenia que actuar rápido y terminar con todo aquello, estaba empezando a cansarse y la culpa de aquello la tenia la sangre que no dejaba de brotarle del brazo. Sus ojos oscuros recorrieron la figura del rey que calmadamente hacia él avanzaba. Apenas y tenía algunos cortes sobre la ropa, todas cortesías de Ling. Pero el único lugar de donde sangraba era la mano derecha.

 

Aunque a diferencia de él sujetar el sable con la mano izquierda no era problema alguno.

 

Un golpe seco hizo vibrar las hojas de metal al encontrarse. Los ojos de Ling miraron la filosa hoja, si se hubiese tardado un poco más en responder y la misma seguramente hubiese cortado de un solo tajo su cabeza.

 

- ¡Me tienes harto! - gruñó en la oscuridad Mustang y en un parpadeo Ling apenas y vio cuando terminó teniéndolo casi encima suyo.

 

- Desaparece, tan solo me estorbas - Roy sonrió despectivo.

 

Ling abrió la boca para decir algo, mas tan solo pudo girar el rostro abriendo los ojos en sorpresa, una considerable bola de fuego iba directo hacia ellos en aquel momento. A penas y tuvo tiempo para aplicar toda la fuerza que le sobraba para empujar a su compañero de combate a un lado. Evitando con ello que el fuego diera contra ellos.

 

- ¿Qué te pasa idiota? - preguntó mas que molesto, después de rodar por el suelo, demorando algunos segundos en ponerse de pie.

 

Estaba seguro que de no haberse movido y haber empujado al rey, el fuego fácilmente los habría dañado a ambos. ¿Qué el rey no se había percatado de ello? Era un error que sin duda, lo hubiese vencido pero lo habría afectado a él por igual.

 

O acaso...

 

Ling no pudo pensar nada más, tuvó que arrojar el Liu Ye Dao cuando la hoja del sable le fue lanzada por igual por el militar y sin saber como se vio obligado a saltar una llamarada agresiva que corría como serpiente por el suelo hacia él casi al mismo tiempo que el sable y en un parpadeo notó como Mustang tras su espalda aparecía con una sonrisa victoriosa en su rostro.

 

Había sido una trampa, todo había sido una maldita trampa desde el principio.

 

Otra vez más se había confiado.

 

Con una mirada maligna el pelinegro le asestó el golpe en una de sus quijadas, antes de que su mano cual garra se aferrara a su cuello. Sintió el tacto caliente y supo entonces que el fuego finalmente lo había abrasado.

 

La cintilla en el cabello del xianganes se carbonizo y sin piedad alguna los largos cabellos oscuros le golpearon el rostro como crueles latigazos. Estaba cayendo, a una velocidad demasiado rápida y aun con el militar prendido de su cuello. Ya no tenia fuerza alguna para quitárselo de encima, vamos, ni siquiera podía hacer reaccionar a su cuerpo. Ni un solo músculo le respondía.

 

Solo sintió que la boca se le llenó de sangre cuando el peso de todo su cuerpo y la fuerza de el del militar caía sobre el suyo. Tal vez e igual el suelo bajo de él se había quebrado también. Tosió con fuerza arrojando la sangre salpicándolo todo, respirar dolía y no dudaba que tuviese rotas algunas cuantas costillas.

 

Sobre él aun continuaba el rey, apretando sin compasión alguna el cuello. Los dedos hundidos en los huesos exactos para quebrar. Solo era necesario aplicar un poco mas de fuerza y sin duda alguna los mismos cederían al tacto.

 

- ¿Quieres una razón? - habló Roy lentamente, frunciendo el ceño.

 

- Sí - asintió Ling entrecerrando un ojo, la presión de aquellos dedos había aumentado sobre su cuello. El olor nauseabundo de la sangre le llenaba la nariz y el dolor en su cuerpo comenzaba a extenderse.

 

- No tengo razón alguna en especial - soltó el rey - Solo quería desquitarme y ellos estaban... tú estabas ahí -

 

Bueno, no se explicaba del todo, pero al menos era una respuesta, pensó Ling. Ahora solo tenia que ver como se las ingeniaba para utilizarla como arma para alejarlo de él. O bien, terminara con su existencia de una buena vez. Pero prefería vivir a estar muerto.

 

Despegando su vista del rey, pudo notar dos llamas encendidas, cerca y amenazantes. No consumían nada en específico y estaban solo ahí, suspendidas en el aire en espera. Tan solo bastaba que Mustang hiciese algún movimiento con sus manos para que ardieran con más fuerza hasta crisparse encendiendo hasta el mismo viento. Ondeándose como una hermosa y mortífera flama. Ahora entendía bien y hasta era mas que justificable el apelativo que la gente de Xing le había dado a ese monarca. En definitiva era en maestro del fuego.

 

- ¿Desquitarse? - Tragó saliva muy a fuerza - ¿De quién? -

 

- ¿Por qué? - añadió otra pregunta ahora Ling abriendo en su totalidad los ojos observando de nueva cuenta al rey. Aquella última pregunta pareció confundir por un segundo al militar, pero enseguida sus labios se curvaron en una sonrisa de burla.

 

Las llamas a su lado se apagaron lentamente, como si el combustible que las hubiese encendido se hubiese acabado de repente. Aquello tranquilizó a Ling, pero no le hizo creer que todo había terminado, en cualquier momento ese hombre volvería a atacar. Y claramente podía escucharlo y leerlo en la silenciosa contemplación de sus pupilas azul oscuro.

 

Había furia, impotencia, desconcierto pero sobre todo confusión en las mismas.

 

- ¿Por qué? - repitió Roy casi en una carcajada. - Tu sabes muy bien porque -

 

De Edward, de todos, de ti. Lo pudo leer claramente en los ojos de Roy y no pudo mas que mirarlo incrédulo. No había podido creer que alguna vez aquel hombre le hablaría con tan sinceridad y sin palabras de por medio.

 

Pero aquel fue un momento breve, casi efímero, sus ojos, aquellos que deberían ser un claro reflejo de su alma, habían escondido la claridez tras una borrosa y engañosa niebla.

 

Ling lo miró de lado, para hacerlo hablar tendría que acorralarlo. Asediarlo hasta que estallara y dijera lo que se tenia bien guardado. No había otra forma de hacerlo, por las buenas el monarca no hablaría y si lo llegaba a hacer tan solo diría medias palabras y frases sueltas.

 

Paso saliva, solo esperaba lograr dar justo con las palabras correctas.

 

- ¿Qué fue lo que te hicieron Mustang? - Preguntó el xianganes arriesgándose.

 

- Ellos creen que son los únicos que saben lo que deseo, lo que me conviene, lo que debo de hacer - El monarca pasó saliva - Pero no lo saben, nadie sabe -

 

- ¿Qué es lo que quieres? -

 

Roy levantó una de sus cejas, aminorando un poco la presión en sus manos, tan solo lo suficiente para dejarlo respirar. Sabia que era ahora el militar quien lo observaba directamente a los ojos, intentando encontrar algo. Más le vio sonreír de lado.

 

- ¿No puedes entenderlo tampoco? - Preguntó el rey, aunque parecía más bien una afirmación. Continúo con la voz calmada y fría - Solo quiero que me dejen en paz. Lo que piensen u opinen los demás sobre mi bienestar no me importa en lo absoluto -

 

Ling gruñó irritado después de oír aquello.

 

¿Cómo podía decir algo como eso?

 

Cualquier persona que pensara en ayudar a los demás y más aun aconsejarles en sus decisiones era una persona digna de reconocerse y valorar. Y él simplemente las desechaba como si nada.

 

Se burlaba de las buenas intenciones de todos. Las de Edward, las de sus amigos, las de él.

 

Era tan maldito, tan desgraciado tan...

 

- Eres tan egoísta, tan hipócrita - estalló y sujetó las manos del rey con las suyas, apretándolas con fuerza con la intención de sacárselas de encima - No piensas en los sentimientos de nadie -

 

¡Ese maldito hombre lo irritaba como nadie nunca lo había hecho!

 

¿Qué diablos había visto Edward en él?

 

Definitivamente había estado en lo correcto en querer llevarse a Ed. Incluso volvería a sugerírselo de nuevo. Alguien como Mustang no se merecía el cariño y el amor sincero que el rubio le ofrecía. Se merecía algo mejor, alguien mas, cualquiera que no fuese ese engreído pelinegro.

 

Pues él nunca lo iba amar de la misma manera, nunca lo iba a querer porque él...

 

- Y tampoco tienes corazón, no tienes sentimientos -

 

- ¡No es así! - gritó el rey con fuerza callándolo.

 

No se tardo en escuchar el bullicio de la gente a sus alrededores, Ling incluso creyó escuchar como Lan Fan le llamaba, pero no pudo hacer más que morderse los labios para no llamarla. Mustang a pesar de tener completamente su atención puesta en él, podía reaccionar más que violentamente a un ataque sorpresa de su guardia, incluso algo le decía que podía llegar a matarla a sangre fría.

 

Sacudió mentalmente su cabeza, no la arriesgaría.

 

- Yo se lo que siento - escuchó que volvía a hablarle el rey en tono confidente, volviendo a apretar sus dedos en su cuello y no pudo evitar tensarse de nuevo - Yo se lo que quiero -

 

Le pareció ver como el rey se relajaba a pesar de sujetarlo con fuerza. Parecía que estaba apunto de soltarle en la cara un secreto, demasiado pensado y denso para seguírselo guardando dentro. La burla y furia lentamente desaparecían de él.

 

- ¿Lo sabes? - volvió a cuestionarle Ling aunque esta vez con voz calmada

 

- ¡Entonces dímelo! - le pidió conciliadoramente.

 

El rey no contesto.

 

Ling quiso cerrar los ojos decepcionado, no pudo lograr lo que se había propuesto, aun y cuando incitó Mustang no había dado su brazo a torcer y lo había dejado justo como al principio. Absolutamente no le dijo nada nuevo y se calló todo.

 

¡Maldito Mustang! Definitivamente era un bastardo.

 

- ¡No lo sabes! - Estalló otra vez Ling, harto con todo aquello, al diablo con buscar las palabras correctas, le echaría en cara todo de una buena vez sin importarle lo que pasara después - ¡No lo sabes porque jamás has amado a nadie, por eso no lo comprendes, no lo puedes comprender! -

 

Un golpe al lado de su rostro, contra el suelo, hizo que el xianganes callara, el calor del fuego ardiendo aun en el puño le lamió la piel. Roy había soltado su cuello, pero continuaba aun sobre él, totalmente furioso.

 

- Tú eres el que no sabe lo que dice -  siseó, en voz tan baja que sólo Ling la oía - El que no lo comprende -

 

- Claro que se amar, lo sé en este justo momento -  Roy finalmente puso sus manos sobre Ling, sujetándolo con ambas manos del cuello desnudo una vez mas, atrayéndolo hasta que sus rostros quedaron a sólo milímetros de distancia. Susurró de nueva cuenta confidente - Porque yo amo a E.. -

 

Un fuerte aplauso le hizo girar el rostro, el cuerpo entero y fue lo suficientemente rápido para levantarse de un solo movimiento de Ling. Pudo notar los rayos plateados de la alquimia pura y al dueño de los cabellos dorados que había hecho la misma. 

 

Cerró los ojos.

 

Y Roy solo pudo tratar por todos los medios de no caer, con el suelo moviéndose bajo sus pies.

† "•" †

 

Escuchando las maldiciones obscenas que soltaba el rey de Amestris, Ling suspiró aliviado aun y cuando aquella mano grotesca y exageradamente apretada le sujetaba con fuerza desde los hombros a la cintura, enroscando sus dedos de gravilla filosa en su cuerpo. Roy Mustang lejos de él no había logrado a escapar a la suerte parecida. Pendiendo a una considerable altura otra mano le sujetaba.

 

No había sido nada honorable ni para él y mucho menos para el regente de ese país al que visitaba, el que su propio príncipe consorte interviniera parando aquella pelea. Aunque le agradecía infinitamente a Edward el que le hubiese quitado a Roy de encima. Un poco más y ese desgraciado de Mustang le hubiese vencido, importándole muy poco al monarca si cometía homicidio.

 

Ahora solo esperaba que el rubio no se tardara mucho tiempo en liberarlo, aquella maldita mano lo estaba asfixiando.

 

- ¿Qué jodidos pasa aquí? - preguntó mas que irritado el rubio, olvidándose de sus modales mientras miraba completamente ofuscado a Roy y luego a Ling esperando respuesta.

 

El rey solo gruñó y Ling paso saliva a fuerza antes de hablar.

 

- Nada, tan solo se trato de un duelo amistoso -

 

- ¡Oh claro! -

 

El rubio aplaudió llevando al acto ambas manos al suelo. La mano que antes sostenía al príncipe xianganes se desintegro en polvo, dejando caer al pelinegro estrepitosamente contra el suelo. Ling no pudo hacer más que apretar los dientes al sentir el golpe, estaba demasiado cansado para mover un solo dedo. Total ¿Qué tanto mas daño podía hacerse al dejarse caer de esa manera?

 

- Solo que si yo no hubiese intervenido antes, habrían terminado matándose entre los dos -

 

- No es para tanto en realidad - soltó el pelinegro xianganes y no pudo evitar quejarse por su herida.

 

- Tu brazo - musitó alarmado el rubio notando la considerable cantidad de sangre que aun manaba del mismo, mas antes de que pudiese dar un solo paso para acocarse a su amigo. El estallido de una explosión tras su espalda le hizo girar el rostro.

 

Tuvo que cerrar los ojos cuando el polvo se levantó y con el dorso de la mano se limpio el rostro del mismo cuando aquello hubo pasado. Sus ojos dorados entonces observaron con claridad la ancha espalda del rey que a paso rápido se alejaba de ellos. Dio un paso mas se detuvo en seco.

 

Roy no parecía tener heridas, en cambio Ling.

 

Entonces echo andar en dirección contraria a la que el pelinegro había tomado.

 

Una mano en su brazo le detuvo, jalándolo con fuerza evitando con ello que avanzara más. Edward giró el rostro de inmediato ofuscado y no pudo evitar mirar con asombro como la que le había detenido no era otra más que su maestra Izumi.

 

- No es con Ling con quien debes de ir - le escuchó susurrarle confidente.

 

El rubio bajo la vista, en verdad que quería ir a donde Roy, pero Ling. Su brazo, aquellas heridas. No tenia duda alguna que aquello se debiese a su culpa. Él era quien tenia toda la culpa de que Roy no soportara al xianganes y seguramente al toparse los dos una vez mas, no se había podido evitar que las rencillas entre ambos surgieran.

 

Después de todo, casi no había pasado nada de tiempo entre el último desacuerdo entre ellos y lo de ahora y justo igual, él había tenido que intervenir de la misma manera. Aunque en esta ocasión el rey se había sobrepasado. Aunque quisiera no podía irse y dejar a Ling así. Estaba lastimado y por su culpa.

 

Él tenía que curarlo y cuidar de él hasta que se sanara.

 

- Edward - escuchó que Izumi le llamaba y levantó su rostro mirándola de nuevo. Con un leve movimiento de cabeza le ordenó que mirara hacia donde ella y así lo hizo.

 

No pudo evitar que una sonrisa sutil iluminara su rostro. Solícitos y atentos Fu y más Lan Fan estaban ya al lado de Ling que con una sonrisa boba les aseguraba que se encontraba más que bien. Lo vio llevarse la mano sana tras la cabeza mientras su joven guardiana comenzaba a examinar la herida, para luego entre sus ropas buscar lo necesario para curar la herida.

 

Izumi tenía razón, Ling no necesitaba de su presencia en lo absoluto.

 

Alejando la mano que aun le sujetaba del brazo, con suavidad el rubio se alejó, no sin antes darle una pequeña reverencia a modo de despedida a la mujer, girando su cuerpo para echarse a andar hacia el castillo. Izumi le siguió con la vista hasta que su pequeño cuerpo se perdió hacia los pasillos iluminados, solo entonces volvió su rostro hacia los xianganeces.

 

- Si que tuviste suerte - soltó estando ya una vez a una considerable distancia cerca de ellos, mas continuo avanzando - Aun así te pusieron una muy merecida paliza -  

 

- Izumi-sama - le llamó el príncipe pelinegro al reconocerla de inmediato.

 

Los calculadores ojos de Izumi le recorrieron, la chaqueta amarilla que hasta momentos antes hubiese portado le había sido retirada y dejaba a la vista la fina línea rojiza perfecta que surcaba casi en la totalidad el brazo. Había sangrado excesivamente, pero no había dañado tejido alguno importante que le dejara invalido el mismo. Fijó su vista en los costados de Ling y pudo notar dos costillas rotas del lado izquierdo, producto de la caída y suspiró mas tranquila.

 

Justo como había pensado.

 

Hasta cierto punto el rey de Amestris había sido demasiado cuidadoso en aquella pelea. Sonrío, ciertamente lo había lastimado, pero no hasta un grado letal para atentar contra su vida. Incluso las quemadas sobre su cuello ni siquiera llegaban a ser profundas, si a caso le escamaría la piel pero no más. Eso si, tendría la bonita marca de sus dedos en un azulado o morado color por algunos cuantos días.

 

- Era toda una suerte que el rey no se encontraba batallando contigo en las mejores circunstancias - musitó burlona cruzándose de brazos frente a él. El príncipe frunció los ojos y no tardo nada en preguntar.

 

- ¿Qué quiere decir con eso? -

 

- Hummm - Izumi se lo pensó un momento y luego continúo - Digamos que, si tuviese que medir el aguante y la resistencia del rey, diría que solo estaba peleando con la mitad de su fuerza -

 

- ¡Hay no! Esta mintiendo - uno de sus dedos apunto a la mujer y sus movimientos interfirieron en los de la joven guardiana que en esos momentos terminaba de vendarle el brazo. La oyó gruñir antes de colocar los ganchillos sobre las vendas.

 

- ¿Debería? -

 

No

 

Izumi no tenía porque mentirle en algo como aquello. No sacaría provecho alguno de hacerlo. Ling se cruzó de brazos para pensar aquello, pero al hacerlo no pudo evitar brincar de dolor al abrir sus heridas. Lan Fan lo miró de mala gana y sin consideración alguna le jaló del mismo para volver a revisarlo.

 

Como si un foquito se prendiera en la cabeza de Ling este acoto.

 

- ¿No es humano el rey? -

 

- Por supuesto que lo es idiota - una vena amenazante salto en la frente de Izumi.

 

En verdad era o se hacia el tonto. ¿Qué era lo que estaba pensando el emperador de Xing para designarlo a él como su futuro heredero? La pequeña Mei Lin comparada a él era la mejor candidata para el puesto.

 

- Pero no uno cualquiera, deberías de saberlo - le recordó viendo con censura.

 

- Roy Mustang no solo es el rey de este país. Sino también fue uno de los que encabezaron la revolución anterior, de los más fuertes. Era lógico que tuviese más técnicas, mas poder y por su puesto una mejor estrategia que un príncipe malcriado que solo se gasta la vida en viajes inútiles alrededor del mundo - 

 

Ling cerró los ojos y bajo la cabeza, como si estuviese asimilando todo aquello. Izumi lo dejó tranquilo un momento aunque no despegó su fiera mirada de él. Cuando creyó que era el tiempo suficiente y sin haber obtenido respuesta alguna del joven heredero, humedeció sus labios lentamente y carraspeó antes de continuar.

 

Tenia que soltarle su única explicación de la pelea. La más lógica y claro, la más obvia.

 

- Él tan solo estuvo jugando contigo -

 

Ling abrió los ojos de golpe mirándola perplejo e Izumi achico los ojos, aquella expresión era mas que fingida. Ya veía, así que el príncipe se había dado cuenta de ello mucho antes. Eso le sumaba un poco de puntos a la mala imagen que se estaba empezando a hacer de él.

 

- ¡Que miedo! - soltó el pelinegro con verdadero terror y sin saber de donde saco un pañuelito blanco con el cual simulo rendirse. Aquello hizo que otra gota le brotara a la mujer de la cabeza.

 

¿Es que no podía ser mas serio en una situación como aquella?

 

- Aunque me alegro que no me hubiese tomado tan en cuenta - musitó Ling, haciendo el intento por levantarse del suelo, Lan Fan intentó ayudarle pero la rechazo de forma amable irguiéndose de un solo movimiento.

 

Se le notaba hasta cierto punto agotado. Nada que una buena siesta no pudiese reponerle.

 

- Desde un principio te hubiese noqueado, eso es seguro - murmuró Izumi y vio como la misma Lan Fan asentía a lo dicho. Lo dejó pasar pero deshizo el agarre de sus brazos.

 

Se había dicho que no iba a intervenir más, pero tampoco iba a dejar que ese chico volviera a meter sus narices donde nadie le llamaba. Por muy amigo que fuese de Edward, tenia que entender cual era su lugar y aceptar de una buena vez que había perdido.

 

Ed lo había rechazado y el rey lo había derrotado.

 

Y si no le quedaba de otra Izumi se lo tendría que volver a recordar.

 

- Ahora espero que con esto te des ya por satisfecho y no vuelvas a -

 

- Por supuesto que si - respondió de inmediato el xianganes interrumpiéndola

 

- Ya ha sido suficiente para mí - siseó sinceramente y le dedicó una reverencia completa, que fue imitada por sus sirvientes antes de avanzar hacia ella.

 

Izumi les vio pasar a su lado y no necesito girarse para saber que se dirigían también al castillo. Era más que obvio que subirían a sus habitaciones para terminar de curar al príncipe y descansar lo que quedaba de ese día.

 

Al día siguiente y sin demora, todos partirían de nuevo hacia sus tierras.

 

La visita de la alianza había terminado.

 

La mujer suspiró y después de unos momentos decidió regresar ella también al castillo. La numerosa concurrencia que lo había estado presenciando, se había retirado ya y tan solo dos guardias que la esperaban, con todo el protocolo que exigía su envestidura como presidenta para escoltarla a sus habitaciones.

 

Asintió lentamente cuando estuvo a un lado de ellos y los siguió en silencio por los pasillos.

 

No le gusto para nada aquel combate y se había dado cuenta del mismo desde el principio.  Mas no había intervenido en el mismo, esperaba que Mustang de un momento a otro lo parara, pero cuando vio que las cosas se estaban saliendo de control había sido su idea detenerlo, mas Edward había llegado en aquel preciso momento.

 

Aunque tal vez y ella fue la única que pudo presenciarlo, la única que tal vez y se dio cuenta. Había algo nuevo en la mirada del rey, pudo verlo, fugazmente y en verdad que lo que vio, le había gustado sin ninguna duda y lo había notado justamente cuando el rubio apenas y había llegado a ellos, segundos antes de que la alquimia que había realizado separara completamente a los dos pelinegros.

 

Solo por ello, solo por ese pequeño destello que había visto en los ojos del rey, se había inmiscuido para que Ed no fuese con la persona equivocada. Izumi sonrío, tal vez después de todo aquel encuentro no había sido tan malo.

 

No si con el mismo podía abrírsele los ojos de una buena vez al rey y al mismo tiempo a Edward.

† "•" †

 

Se dejó caer en seco sobre la cama y su espalda dolorida le reclamó de ello en seguida mandándole un choque doloroso en toda la extensión de la misma. No pudo evitar gemir de dolor y levanto una de sus manos llevándola a su rostro cubriéndolo. Apretó los dientes, era justo en ese momento en que el cansancio empezó a calarle en todo el cuerpo. Cerró los ojos y abrió la boca soltando alguno que otro quejidito lastimero.

 

Había sido una mala idea completamente el enfrascarse en un combate demasiado estúpido. Pero no había podido evitarlo. Maes lo había irritado hasta el grado de querer desquitarse con lo primero que tuviese enfrente y lo había hecho, aunque había mas jugado con el Yao que otra cosa y no había logrado hacer lo que planeó desde un principio.

 

Había sido su intención desquitarse de la rabia que sentía y al mismo tiempo, advertirle de una buena vez al xianganes que se alejara de su esposo. Pudo lograr sacar todo el coraje y la impotencia lanzando algunos golpes y llamas, pero lo segundo no lo había logrado. Más bien había sido él quien había caído en el juego del príncipe pelinegro.

 

Sabia que Ling en medio de su desesperación por buscar alguna forma de vencerle lo había incitado a cometer un error, golpeándole directamente en su orgullo y casi lo había logrado, pero él no se había dejado doblegar tan fácilmente. Lamentablemente o afortunadamente lo había hecho hablar sin pensar con claridad.

 

O al menos así se quería hacer creer Roy.

 

Roy levantó su otra mano y se cubrió por completo la cara, a quién quería engañar por supuesto que todo lo había dicho plenamente conciente. Se había dicho que pensaría fríamente lo sucedido con Riza, lo que sentía por Edward y solo después de ello, tomaría una decisión que los envolvería a los tres. Podía que para aquellos momentos ya tuviese la respuesta para uno. Pero no había pensado nada de aquella forma y por lo mismo no podía un decidir en concreto algo.

 

Patearon la puerta y con fuerza o eso le pareció al pelinegro, mas no se levantó del lugar en el que estaba. Los músculos se le habían entumecido y además, sabía de sobra que el que había entrado en la habitación no era otro más que el rubio. Eso le dio otra cosa a pensar, sin darse cuenta había parado ahí, en esa habitación que no era la suya. Había ido a parar a la habitación de Ed.

 

No tenia idea del porque lo había hecho y sinceramente, había creído que el rubio no iría detrás de él.

 

Roy gruño quedamente y esta vez no había sido de dolor físico. Se lo imaginaba mas a un lado de Ling, cuidándolo y curándolo de todas y cada una de las heridas que le había hecho. Aunque tampoco lo había dejado tan mal que digamos. En mala hora se le ocurrió haber solo jugado con él.

 

Escuchó las pisadas fuertes llegando hasta donde estaba, a un lado de la cama se detuvieron y aunque había esperado escuchar una ola de reclamos proveniente del príncipe, este simplemente se había quedado completamente callado. Quizás tan solo esperaba que él fuera quien dejara de cubrirse el rostro y lo mirara.

 

No iba a hacerlo. Al menos no por ahora.

 

- ¿No vas a sermonearme? - pregunto después de otro rato de silencio -  O a reclamarme ¿quizás? - 

 

Lo oyó soltar el aire que por lo visto había contenido en sus pulmones, bastante molesto. ¡Genial! El príncipe estaba enfadado también, tal vez y le reclamara por haber lastimado a su querido xianganes. Alejó las manos de su cara y dejó caer los brazos muy flácidos en la cama.

 

¡Maldito extranjero!

 

- ¡Pues voy a hacer ambas cosas! - Le oyó casi gritar y no pudo evitar imaginar su rostro notoriamente enfadado e incluso sonrojado de indignación. Sí, no había duda alguna iba a reclamarle por lo que le había hecho al heredero de Xing.

 

¡Vamos no era nada de consideración! Solo iba a necesitar unas buenas puntadas y ya. Aunque eso si le quedaría una muy bonita cicatriz de recuerdo. Aquello si que hizo sonreír con arrogancia al pelinegro.

 

- Y todavía se ríe con cinismo - Edward al parecer había creído que se reía por lo que anteriormente había dicho, si supiera lo que pensaba, tal vez y también se le echaría a golpes encima.

 

- Majestad usted es el anfitrión en esta visita y termina enfrascándose en una batalla contra uno de sus visitantes y frente a todos los demás - Lo escuchó bufar de nueva cuenta y oyó como se palmeaba las caderas en frustración - Esto puede ser mal visto por la mandataria de Dublith y que decir por los demás embajadores de otras naciones -   

 

Aquello le hizo alzar una ceja. El príncipe se preocupaba por las relaciones con las demás naciones y no por la salud del xianganes. Otra sonrisa mucho más socarrona adorno su rostro.

 

- Tú sabes muy bien que ya me había provocado con anterioridad y al darse las circunstancias, no iba a dejar pasar la oportunidad - musitó seguro el rey no dejándole duda alguna al príncipe de que si otra vez podía volver a darse un ligero roce conflictivo con Ling, volvería a retarlo una vez mas.

 

- ¡Si lo sé! Pero pudo haberlo evitado - pudo oír como Edward gruñía aquello - Ling es un completo idiota, tan solo lo debió de haber ignorado y ya -   

 

Sí, hubiese podido hacer eso, mas no le había dado la regalada gana.

 

Edward no sabía nada de lo que había pasado antes y ciertamente ese principito de Xing, había llegado como un buen juguetito para quitarse el estrés. Aunque no había estado de acuerdo con algo. Otra vez justo, como la anterior Edward.

 

- Volviste a interrumpirme igual que la última vez - Edward resopló al escuchar su reclamo, más no le interrumpió en lo absoluto - Pero ya habrá otra ocasión en que terminare la pelea Edward -

 

Oyó como el príncipe crujía los dientes y parecía que se había girado dándole la espalda. El rey abrió los ojos y ladeo el rostro. Edward seguía igual, solo que su vista estaba clavada en el suelo y una de sus pies golpeaba el piso de mármol con frustración. Al parecer, buscaba argumentos para seguir con aquello. El pelinegro volvió el rostro hacia el techo de la habitación y cerró los ojos de nueva cuenta. Quería que todo aquello se acabara ya de una buena vez.

 

- Pues creo que es una pelea estúpida - lo escuchó decir después de un rato y hasta cierto punto la voz del chico se sentía resignada y sentida.

 

Tal vez para Edward era estúpida, pero no para Roy. Desde el principio había peleado por el rubio y lo volvería a hacer sin dudarlo y cuantas veces fuese necesario. Después de todo era su deber y obligación como su esposo. Tenia que defender lo que era suyo, de Ling, del que fuera.

 

Si no lo hacia, perdería al rubio y su honor quedaría simplemente en los suelos.

 

- Tal vez para ti, pero es mi honor el que esta en juego y creo que -

 

Tuvo que abrir los ojos, mas cuando pudo oír y sintió el movimiento del rubio subiéndose a la cama sobre él. Las manos del príncipe se asieron con fuerza a la tela azul de su uniforme y las insignias sonaron al chocar entre si. Los ojos dorados que lo veían estaban molestos, demasiado y no pudo evitar quedárseles viendo en completo silencio. No podía evitarlo, aquella brillante mirada podía hipnotizarlo por completo hasta robarle los sentidos y el habla.

 

De un momento a otro los ojos del rubio se humedecieron y Roy no pudo evitar alarmarse por ello. Más cuando apenas iba a levantar una de sus manos para tocar la tersa mejilla del rubio, este continúo.

 

- ¡AL DEMONIO EL HONOR! - gritó con fuerza para luego cerrar los ojos y encorvarse en si mismo dolido - EL HONOR NO VA ALIVIAR PARA NADA MI DOLOR SI TE LLEGA A PASAR ALGO -

 

Roy sonrío al escucharle, el rubio había dejado a un lado el formalismo y lo tuteaba y al mismo tiempo le hacia saber de la forma mas simple y sincera su real preocupación por él. No pudo evitar tampoco sentir un calorcillo agradable en el pecho. Al parecer el rubio sentía ya algo de afecto por su persona.

 

Podía ser que incluso le quisiera, aunque fuese un poquito.

 

- Y no yo quiero quedarme viu.. -

 

Roy no lo dejó continuar, sus dedos se posaron sobre los sonrosados labios acallándolo y el rubio tuvo que sujetarse de los brazos de Roy al principio con miedo, al ser al ser echado contra la cama de improviso por el pelinegro.

 

Iba a protestar mas tuvo que quedarse callado cuando el pelinegro se echo a un lado suyo de costado y lo asió con sus manos arrastrándolo por las sabanas hasta dejarlo contra su cuerpo. Lo abrazó como si se tratara de una almohada y Edward notó que incluso quería echarle las piernas encima pero opto por no hacerlo. Lo único que si hizo fue apretar un poco más el agarre en que lo sostenía.

 

- ¿Qué haces? - le preguntó aunque era mas que obvio lo que le respondería.

 

- ¡Quiero dormir! - le dijo sin malicia alguna el rey, acomodando mejor su cabeza, buscando un ángulo cómodo para no lastimarse el cuello.

 

- Ah - soltó el príncipe y sintió al rey acomodarse, cuando termino de amoldarse en la cama con un bufido divertido preguntó sin poder evitar un leve acento de desazón en su pregunta - ¿Y por eso me tratas como si fuese una almohada? -

 

El rey lo dejó un poco y levantó la cabeza hasta encontrarse con su mirada dorada, fueron pocos los segundos que se quedaron observándose, pero las pupilas de oro que brillaban con una molestia falsa le incitaba. Tenia que aceptar que verlo incomodo de aquella forma juguetona y fingidamente indignada le agradaba.

 

Curvó sus labios en una enorme sonrisa llena de una prepotencia burlona y casi pudo ver como aquello le hacia explotar una venita en la frente del rubio.

 

- Eres mi almohada - afirmó el pelinegro con excesiva mordacidad.

 

- ¡Maldito cabron! - Musitó el príncipe sin intención ofensiva alguna y además le dio un buen manotazo en el pecho al mismo tiempo que lo quería echar hacia atrás - ¿Me estas diciendo enano? -

 

- ¡Oh! Me has robado las palabras de la boca - comentó de forma socarrona Roy remarcando la frase provocando mas al rubio y vaya que lo logró.

 

- ¡Bastardo! - gruño el príncipe y empezó a patalear para alejar a un rey molesto que además de decir todo aquello de la forma mas irritante, reía a carcajada abierta desesperándolo mas. Trató por todos los medios de zafarse de su agarre más el pelinegro en medio del forcejeo término dejándolo bajo su cuerpo para calmarlo.

 

- ¡Quédate quieto ya! -

 

Le ordenó y cuando el príncipe dejó de moverse, se deslizo tan solo un poco dejando aun medio de cuerpo sobre el del rubio y de hecho lo siguió haciendo hasta que su cabeza termino recostada sobre el pequeño pecho, que aun subía y bajaba con violencia intentando modular su respiración después de sus bruscos movimientos.

 

Poco a poco el rubio se calmó y fue conciente entonces de la suave y pausada respiración del rey, que bien sujeto a su cintura y cómodo sobre su cuerpo, estaba ya empezando a conciliar el sueño. Sonrío levanto sus manos llevándolas directamente a enredar sus dedos en los oscuros cabellos de su pareja.

 

Dejó pasar los minutos realizando aquello, los cabellos de Roy eran tan cortos y suaves, que apenas y podía dejar enredar sus dedos entre los mismos. Tal vez y terminara enmarañándolos todos para la mañana siguiente, pero dudaba que el rey se molestara por ello.

 

El rubio volvió a abrir los ojos que los había cerrado hacia poco.

 

- ¡Oye! - Le llamó al pelinegro, moviéndolo suavemente de los hombros para luego intentar moverse y quitárselo de encima para sentarse en la cama -Tienes que cambiarte y si estas herido hay que curarte -

 

-  Así estoy bien y no tengo nada - le aseguró el rey, evitando por todos los medios que el rubio se le escapara - Solo quiero dormir -

 

- ¡Pero! - volvió a atacar Ed haciendo que el pelinegro se desesperara.

 

Volvió a atraerlo hacia él, dejándolo de nueva cuenta contra su pecho amplio y fuerte y el rubio no pudo evitar sonrojarse cuando los labios suaves y calidos del rey depositaron un beso gentil y suave sobre su frente, para luego quedarse solo ahí rozando su piel mientras suspiraba.

 

- Shhh - lo escuchó acallándole y susurrar contra su piel - Duerme -

 

Y resignado no le quedo más que cerrar los ojos y acomodarse al lado del rey sintiéndole abrazarle con fuerza. Había sentido después de algunos momentos más sutiles besos sobre su frente, que se fueron haciendo tan efímeros como la profundidad del sueño en que se adentraba.

 

Roy en cambio solo había cerrado sus ojos mas no dormía. Tenia que aclarar un último pensamiento antes de hacerlo. Pues después de todo lo que le había dicho al xianganes,  no lo había pensado de forma precipitada. Ni era tampoco un error.

 

Había dicho exactamente lo que sentía.

 

† "•" †

 

Sigue...

 

¡Aquí YukaKyo Reportándose al fin!: Bien, esperare paciente a que me maten, pues no actualice como prometí hacerlo. Disculpen. El trabajo se me dobletea en estos días antes de las vacaciones de semana mayor y apenas he tenido tiempo de escribir algo, a parte de que este capitulo me hizo gastar un huevo xD. Lo único que si puedo prometerles es el capitulo que sigue el día 13, en mi cumple por cierto xD a ver que me regalan, lol. Bueno En fin, creo que era todo lo que les iba a decir! Un saludo y besos para todos.

 

* Liu Ye Dao: Esta es el arma de Ling, o bueno, así me pareció después de verla en los capítulos y en el manga, no se si exactamente este sea. Pero por el diseño y dibujo es la más parecida. Lo toma con ambas manos y aunque parezca una espada, es en realidad un sable chino, variación del Dao común. Aunque para mi gusto hubiese preferido que usara la Jian que es la espada aristocrática. Pero tenia que dejarlo un poco mas apegado a su realidad en el manga.

 

 

 

 

Notas finales:

lol

Ya esta!

 


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