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Single Lady por YukaKyo

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Notas del capitulo:

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Single Lady

 

Debes de saber que, Fullmetal Alchemist O El Alquimista De Acero  es © de Hiromu Arakawa, Square Enix, MBS, ANX, Bones.

Y que yo soy YukaKyo la creadora de este escrito y el © es de mi Propia Autoría.

Con la pareja Roy x Ed. 

También que quiero que recuerden la  LIE (Ley de Intercambios Equivalentes) Un capitulo por los reviews que me den.

Dedico este fic a : Elen-sess, donde quiera que estés linda, esto es únicamente para ti.

Y como ultimo, que este fic es una adaptación de La Nueva Alianza de Midhiel,.

 

 oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

“Únicamente para ti… con todo mi desprecio”

 

oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

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21.- A Traición

 

De alguna forma había podido controlarse y salio de la habitación donde se había encerrado. No sabía con exactitud por cuanto tiempo se había quedado oculto ahí. Había podido avanzar hasta alejarse lo más que suficiente de los pasillos que daban a la oficina del Flüher. Habría terminado jadeando en lugar de respirar y sus piernas le temblaban con mucha mayor fuerza ahora.

 

La sensación de vértigo le hacia sentirse en una espirar que amenazaba en tumbarle de un momento a otro, mucho mas ahora que las palabras de la rubia se repetían continuamente en su cabeza. Quería creer en Roy, definitivamente deseaba hacerlo, pero la duda estaba empezando a carcomerle el corazón. Negó fuertemente con la cabeza.

 

No podía creer aquello, no debía de creerlo.

 

Roy lo quería y tenía que confiar en él.

 

— Coronel Elric —

 

Se había detenido al escuchar aquello, no se volteo en lo absoluto para encarar a quien le llamaba, pero podía reconocer esa horrible voz donde quiera que fuera, aquella voz que pertenecía a la mujer que lo incomodaba.

 

Hawkeye notó la tensión en los pequeños hombros del rubio y aquello la hizo sonreír venenosamente. Podía ser que el pequeño entrometido ese, se hubiera enterado de la pequeña reunión que había tenido con Roy. Que si ciertamente la misma no había sido nada provechosa, aquello si que lo era ahora. Edward lo había interpretado aquella reunión equivocadamente y a su completa conveniencia.

 

Aquello no podía estar saliéndole mejor.

 

Aunque se trataran de simples conciencias.

 

— Así que aquí estaba, tiene a toda una comitiva buscándole — La mujer avanzó aun mas a él viendo como el rubio cerraba sus manos en unos apretados puños — La reunión con los aspirantes a alquimistas estatales esta próxima a empezar, tiene menos de una hora para alistarse —

 

Edward y apenas había girado el rostro notando que la mujer no se encontraba sola, estaba acompañada por el teniente Havoc, volvió sus ojos a ella pero contrario a lo que el chico deseaba ella no se dejo intimidar por las pupilas doradas que le observaban con odio muy apenas contenido. Edward y apenas había abierto la boca para hablar, cuando volvió a cerrarla.

 

En el solitario pasillo de pronto se escucharon un considerable número de pasos y de los tres rubios solo los dos mayores se habían girado por completo y ahora firmes y escuetos con una mano en la frente demostraban sus respetos al alto mandatario de la milicia que acompañado por su escolta personal hacia ellos avanzaba. Solo hasta que los pasos se habían detenido a una considerable distancia de Edward, fue que este se digno a girarse, pero contrario a sus subordinados, no hizo saludo militar alguno para su jefe frente a él.

 

Pasando por alto el que su joven coronel no le mostrara sus respetos, Roy ordenó el descanso a ambos rubios que aun firmes seguían. Con el rabillo del ojo Edward había podido notar claramente la sonrisa calida de la rubia que llamó la atención del pelinegro que le sonrío en respuesta y aquello no había hecho más que aumentar su enfado.

 

Era intolerable el seguir ahí presente y comenzó a andar con toda la intención de marcharse. Pues estar en un lugar tan reducido cerca de Roy y de aquella mujer le provocaba unas nauseas terribles.

 

No había dado ni siquiera dos pasos cuando Roy le detuvo.

 

— Ed ¿En donde habías estado? Estuve buscándote — Fue un jalón excesivamente fuerte lo que apartó la mano de Roy que había sujetado el brazo del rubio. No se lo había esperado  y terminó dando algunos pasos hacia atrás evitando trastabillar en el camino.

 

— No vuelvas a tocarme — gruñó como advertencia el rubio mirando de mala gana al pelinegro aun con su brazo tensionado.

 

Roy había parpadeado contrariado, los ojos dorados de Edward brillaban teñidos de rabia que se endurecía con desilusión hacia su persona. Aun confundido por las acciones del rubio, opto por acercarse una vez mas a él mas sus pasos se detuvieron al instante de escuchar su grito.

 

— ¡No te acerques! Te quiero lejos de mí — y solo hasta que terminó de decir aquello, Ed volvió a emprender sus pasos para alejarse. Perdiéndose no con rapidez pero tampoco lentamente por los pasillos.

 

Roy no se había quedado simplemente ahí como Edward le había pedido, echó andar hacia él pero el cuerpo de Maes interponiéndose en su camino lo había detenido. Había querido rodearlo para seguir con su camino, mas las amplias manos de este sosteniéndole de los hombros lo habían dejado impedido para moverse.

 

— Es mejor que por ahora le dejes solo Roy — musito queriendo hacerlo entender — Si vas tras él en estos momentos, tan solo empeoraras las cosas —

 

Maes miró como Roy desviaba la vista y se obligaba a obedecerlo haciéndole notar su frustración cerrando sus manos en puños fuertemente apretados que, hicieron que sus nudillos se tiñeran de blanco. Algo había pasado con Edward y Roy necesitaba saberlo, pero en el estado en que se encontraba Ed, lo mejor era evitar algún altercado entre ambos alquimistas, pues ninguno de los dos saldría beneficiado.

 

Hunges dirigió la vista hacia donde Roy miraba ahora, el Flüher había girado levemente el rostro y pudo contemplar a la par con el pelinegro, la sonrisa de satisfacción que se dibujaba en los labios de la rubia que no dejaba de observar el pasillo por el cual el príncipe había salido. Maes achico los ojos, era mas que evidente que ella había tenido algo que ver en todo aquello.

 

— Maes — el aludido volvió los ojos a Roy que le observaba fijamente — Hay algo que quiero que investigues —

 

Tan solo tuvo que asentir en silencio, sabía a lo que se refería Roy y por su puesto que encontraría el hilo oscuro de todo aquello.

† “•” †

 

Se llevo una de las manos a la frente en un vano intento de que con ello, las nauseas y el mareo se le pasara rápidamente. No le había sentado nada bien encontrarse con ellos tan pronto. Mas aun cuando no tenia claro aun, lo que haría. Tenia que pensar bien las cosas aun, por ello se había marchado. Huyendo claro estaba, pero era preferible a cometer alguna estupidez de la cual se pudiese arrepentir después.

 

Porque aunque cabía la posibilidad de que una vez mas que Roy lo hubiese engañado, también estaba la contraparte de que todo aquello no fuese mas que un error. Un maldito error dicho por ese cabo sin nombre.

 

Un nuevo mareo le golpeo y esta vez con más fuerza, haciéndolo trastabillar, aun y cuando se sostenía con una de sus manos apoyándose en la pared blanca. Lentamente fue yendo hacia delante y  supo que terminaría en el suelo pues ya no podía sostenerse en sus piernas.

 

Sus sentidos finalmente habían comenzado a fallarle.

 

— ¡Edward! — escuchó el grito de alguien. Más no fue conciente de absolutamente nada más que de la oscuridad que empezaba a rodearle. Nublándole los ojos, adormeciendo sus sentidos. Perdiendo la conciencia.

 

Heidrich apenas y había alcanzado a sujetarle, quedando el cuerpo inconciente del pequeño rubio recargado en sus brazos. Los hombres que hasta momentos atrás habían seguido a Alphonse, ahora se encontraba rodeándolos mirando a ambos rubios completamente alarmados.

 

Pero definitivamente el que lo estaba aun más que todos era el rubio mayor. Cuando a penas y habían girado por el pasillo y sus ojos habían divisado al rubio militar, había intuido que algo no estaba bien. Su caminar errante y la repentina palidez que había decolorado su piel  trigueña dejándola blanca como el mismo papel, se lo habían advertido.

 

Pasando sus ojos por el rostro compungido del rubio, supo de inmediato que no se encontraba del todo bien, no solo físicamente hablando, había algo mas que lo inquietaba para aquellos momentos. Algo grave y crítico que incluso lo habían llevado a colapsar en aquel estado.

 

— Hay que llevarlo de inmediato a la enfermería —

 

Había terminado asintiendo a las palabras de uno de los hombres a su alrededor, levantando entre sus brazos al rubio y no aparto a ninguno de los que quisieron ayudarle a llevarlo. Heidrich había cerrado los ojos un momento para luego abrirlos decidido. Cuando el príncipe despertara haría todo lo posible por que el príncipe le dijera lo que sucedía, aun y cuando tuviese que batallar sacándole letra por letra de aquello.

 

† “•” †

 

Roy suspiro quedándose de pie frente a un ventanal, la guardia que le seguía se detuvo a su lado y espero paciente al siguiente movimiento que el pelinegro haría. Cerró los ojos y ladeo la cabeza. Ya estaba cansado de ir de un lado a otro durante todo el día. Las cosas habían estado bien al terminar la reunión, pero se habían complicado en un determinado momento que había pasado desapercibido para él. A penas y había estado a punto de volver a una ultima ronda por los cuarteles cuando una voz conocida le llamo.

 

— Majestad —

 

Abriendo los ojos y volviendo el rostro se encontraba un peliverde enfundado en traje blanco. Sonrío levemente al reconocerle de inmediato y ladeo levemente la cabeza en correspondiendo la leve reverencia que este le había hecho tan solo unos momentos atrás.

 

— Disculpe majestad, se que los asuntos del estado correspondientes al reino deben de discutirse en la sala del trono — musito el hombre acercándose mas a él con un portafolio de piel bajo el brazo que no dudo en mostrarle al rey — Pero dado a que dentro de pocas horas vuelvo a partir, me gustaría mostrarle de inmediato los acuerdos que he conseguido en los distintos estados —

 

Roy pasó la vista del mediano portafolio a los ojos violetas y rasgados cual gato del joven, pasando saliva por su garganta. Tenia razón en todo aquello, ese tipo de asuntos no se revisaban en las instalaciones de la milicia y las cuestiones que William traía para el ejercito habían sido resueltas en la mañana. Las únicas que faltaban eran las correspondientes a la corona y era comprensible que deseara desatenderse de las mismas también, tenia pocas horas de haber llegado y en pocas saldría de nueva cuenta.

 

Tal vez y lo que deseaba en aquellos momentos era librarse de todo aquello para descansar un poco antes de partir a tierras ajenas de Amestris. Asintió levemente y abrió la boca.

 

— Esta bien William, no hay problema alguno porque lo revisemos aquí —

 

Y mostrándole el camino con una de sus manos Roy avanzo a paso lento por el pasillo dirigiéndose a su oficina. William a un lado suyo mientras la escolta les acompañaba golpeando rudamente tus botas contra el lustroso suelo.

 

Cuando finalmente llegaron a la misma, William sonrío cuando Roy agradeció mudamente el que le hubiese abierto la puerta a su oficina, pero la sonrisa del peliverde se disolvió inmediatamente cuando el general que siempre seguía al rey a donde fuera, hizo acto de presencia también sin saber exactamente de donde había salido e intentó pasar por la misma.  Aquello simplemente hizo que la sangre del peliverde hirviera.

 

Maes no pudo más que pestañear ante el gesto grosero del joven que le echó casi encima la puerta y que por sus buenos reflejos la misma no logro golpearle. Sabia de sobra que no le caía nada bien al chico, ya habían tenido sus roces con anterioridad, más nunca habían llegado mas allá de simples miradas de desagrado entre ambos.

 

Cerrando la puerta tras su espalda y ajustando sus lentes en el tabique nasal del que se habían resbalado, Maes se adentro a la habitación mirando ahora como el joven y Roy estaban cerca, el más joven siguiendo al pelinegro hasta que este termino sentado en su silla. Postrándose a un lado suyo y abriendo el portafolio sobre el escritorio, un considerable fajo de papeles hizo aparición entre sus manos.

 

— Si me lo permite, me gustaría que viéramos inmediatamente los tratados que he conseguido y dejemos para el final las cartas y misivas de los demás reinos y estados — musito William llevando entre sus manos los mismos, previo a separar los documentos que interesaban del resto, para pasárselos al rey.

 

Con ojos críticos Maes lo observó y antes de que los mismos tocaran la yema de los dedos del rey, el de ojos miel habló.

 

— ¡Dámelos a mí primero! — Soltó Maes ganándose una mirada sorprendida de Roy y el desconcierto total de William — Después de todo yo soy el ministro del rey y todos los documentos deben pasar primero por mi revisión antes de llegar al rey —

 

Roy asintió a aquello y volvió sus manos a un lado suyo y William no pudo más que fruncir el entrecejo molesto por aquello acallando entre sus labios un gruñido realmente molesto por la altanería de Hunges. Era un fanfarrón, no había nadie en el reino que supiera más de aquella materia que él, tenía que ser él quien fuese el ministro del rey y ese odioso militar el simple embajador.

 

Trago saliva de mala gana, tendría que aguantarse por el momento, después de todo pronto todo aquello seria completamente suyo y cuando aquello pasara, le cerraría la boca a ese molesto militar.

 

Volteándose hacia donde estaba Maes y con los papeles en la mano se acerco hasta él con la clara intención de dárselos, pero a penas y había levantado las manos hacia los mismos, William los soltó dejando que cayeran libres desperdigándose en el suelo a los pies de ambos completamente revueltos.

 

Y cuando la mirada del de lentes se elevo hacia la suya, dibujo en sus labios una sonrisa entremezclada con burla y socarronería. Si Maes había creído que sus roces con el joven peliverde tan solo iban a quedar como simples altercados que no iban a más de dos o tres palabras descorteces, ahora veía que se había equivocado por completo.

 

¡La descortesía había quedado atrás por completo!

 

Fue el golpe de las palmas abiertas de Roy lo que los había sacado de su duelo de miradas y no le había quedado más que voltear el rostro para ver al rey completamente molesto. Soy se había quedado pasmado cuando vio como Maes se quedaba con las manos tirantes y vacías mientras los papeles caían a sus pies y la mueca de satisfacción en el rostro de William creía considerablemente.

 

Una ofensa como aquella no iba a pasar desapercibida frente a sus ojos, mucho menos cuando era a uno de sus más allegados a quien se ofendía.

 

— ¡Discúlpate con Maes William! — Demando el rey completamente colérico centrando toda su furia en el peliverde que le observo por un instante con el mismo ardor con que lo hacia Roy.

 

Por un momento Maes creyó que Envy le azotaría un golpe a Roy, de hecho hasta el mismo alquimista había sentido la rabia creciendo en el joven furiosa e incontenible que muy al contrario de lo que pensaban se controlo cuando el peliverde apretó fuertemente sus manos hasta convertirlas en puños.

 

— Me disculpo mi rey si le he ofendido de alguna manera con mi comportamiento — E ignorando completamente la orden del rey y aun mirándolo tan solo se excuso con él — Y si me lo permite me gustaría abandonar la habitación, mis servicios ya no son requeridos aquí — 

 

— Puedes retirarte William — el nombrado le dio una reverencia seca, no sin antes mirar con odio al militar de ojos miel.  Maes soltó un suspiro cuando la puerta de madera se cerró con el portazo del joven. Negó con la cabeza y miro a Roy seriamente.

 

—  Aun sigo sin entender como es que continúas teniéndolo tan cerca de ti — musito viendo como Roy volvía a sentarse no sin antes poner una de sus manos sobre su cabeza, gesto inequívoco de que comenzaba a dolerle la cabeza — Sabes que Envy es un enemigo potencial —

 

Quitando los dedos que le impedían observar a su general, Roy susurró.

 

— Deja de llamarle así Maes — le amonesto y apartó completamente su mano del rostro — El pidió perdón y una segunda oportunidad por todo lo que había sucedido, cometió bajezas y actúo de forma despiadada durante el reinado del antiguo rey,  pero lo hizo según las ordenes de este sin poder negarse a nada, después de todo era su único hijo y el rey el único familiar que William tenia —

 

— Además juro lealtad a mi corona y desde ese momento hasta ahora, tan solo ha demostrado su valentía y rectitud hacia mi persona — acotó Roy con voz ronca — Ya no es más un enemigo Maes —

 

¡Si que era un ingenuo obstinado!

 

Maes tuvo que asentir a las palabras de su amigo a regañadientes, tal vez para Roy, Envy era totalmente diferente, pero para él seguía siendo la misma víbora resbalosa y traicionera que todo el reino odiaba. No le quitaría los ojos de encima en ningún solo momento mientras estuviese cerca de Roy. Escuchó como el pelinegro suspiraba cansado y decidió cambiar la conversación a otros rumbos.

 

— Por cierto Roy, ya he investigado lo que me pediste — aquello atrajo de inmediato la atención del pelinegro — Además, ha surgido algo mas que necesitas saber de inmediato — No le gusto para nada a Roy el tono preocupado de sus ultimas palabras.

 

— ¿Qué es lo que ha surgido ahora? — Maes se apresuro a contestar su pregunta.

 

— Al parecer, Edward se ha vuelto a desmayar — Tras escuchar aquello el pelinegro no pudo mas que parpadear incrédulo al mismo tiempo que bajaba la vista pensativo.

 

Un nuevo desmayo.

 

Al parecer la salud del rubio de nueva cuenta había vuelto a empeorar.

 

 

 

 

† “•” †

 

Cuando recobro la conciencia supo que, se había desmayado de nuevo.

 

Había abierto los ojos y tuvo que pestañear varias veces antes de que se pudiese acostumbrar a la luz que inundaba la habitación. La cabeza aun le daba vueltas y la boca le sabía horrores, ganándose con ello una arqueada involuntaria. ¡Tenia terribles ganas de vomitar! Y seguramente terminaría haciéndolo en cualquier momento. Con una boca en la mano término sentado en la camilla en la que hasta momentos atrás había estado postrado y agradeció mudamente que la sensación ácida en su boca se detuviera.

 

— Mira nada más a quien tenemos aquí — musito una voz irónica que le hizo volver el rostro a un costado — Y yo que pensé que no te vería en una buena temporada —

 

Edward se encontró entonces con el dueño de aquella voz que vestía una inmaculada bata blanca. El rostro maduro de Knox no mostraba alegría alguna por verlo, de hecho hasta parecía hastiado con su presencia. Edward sonrío, aquella era siempre la impresión que cualquiera se llevaba del medico, pero la realidad era otra muy distinta. Aun y cuando su rostro no lo demostrara, Knox estaba siempre preocupado por sus pacientes.

 

Y mucho más por él, eso se podía ver a simple vista. Más aun cuando fruncía el entrecejo de aquella manera mientras hojeaba lo que parecía ser un folder de resultados y se acercaba hasta la camilla donde estaba Edward.

 

El rubio se mordió un labio nerviosamente, era más que lógico pensar que aquellos resultados que el hombre examinaba, no fuesen más que suyos y por la forma en que curvaba un poco más la ceja molesto, no le gustaban para nada sus resultados. Ahí iba otra vez más a regañarlo.

 

Y él que pensaba que ya se encontraba más que bien.

 

Con un bufido Knox termino sentándose en un pequeño taburete a un lado de la camilla y dejando los papeles en su regazo miro fijamente al rubio. No le gustaba para nada aquel silencio tan incomodo y el escrutinio silencioso del medico. No había necesidad de tanta intriga, solo tenia que decirle lo que le sucedía y porque según él se había desmayado.

 

Edward tenía su propia versión y ciertamente prefería que Knox le dijese algo distinto que no involucrara la inminente tensión insoportable de lo que había sufrido aquella mañana.

 

— Dime una cosa Edward, ¿Sentiste mareos, dificultad para respirar y en lapsos se nublo tu campo visual? — El rubio asintió a todo aquello, bueno a Knox solo se le había olvidado preguntarle del terrible escalofrío que le había asaltado momentos antes de perder el conocimiento — Edward, te has desmayado porque la presión arterial se te ha bajado — 

 

El rubio se quedo en silencio y el medico continuo.

 

— Tenemos que cuidarte de ello — soltó Knox levantándose del taburete con los papeles en la mano atrayendo la atención del rubio hacia su persona — Sabes muy bien que no es bueno para ninguno de los dos que de nueva cuenta vuelva a bajarte la presión y por ello… — El rubio parpadeo confuso y dejó de prestarle atención a lo que decía.

 

¿Había escuchado bien? ¿Qué aquello no era bueno para ninguno de los dos?

 

¿Para los dos?

 

— ¿Qué es lo que dijo? — preguntó de inmediato, evitándole al medico seguir con su cantaleta. Knox lo volvió a mirar de mala gana, por lo visto el rubio no había escuchado absolutamente nada de lo que había dicho después. Suspiro antes de hablar de nueva cuenta.

 

— Que se te bajo la presión — el rubio negó ante aquello.

 

— No lo que dijo después de ello —

 

Por un breve segundo el hombre se le quedo viendo y parpadeo cuando entendió lo que pasaba.

 

— ¿Es que no lo sabias? Yo que pensaba que se lo estabas escondiendo a Roy — musito mirando los ojos ansiosos del rubio y no le quedo mas que sonreírle para luego decir — Si Edward, estas esperando ya un bebe —

 

El rubio abrió los ojos enormes y bajo los ojos hasta su regazo.

 

Estaba embarazado…

 

— ¡Felicidades Ed! — escuchó que el hombre le decía, tan sinceramente mientras de forma juguetona colocaba una de sus manos enormes en su cabeza, despeinando sus cabellos mientras la giraba cariñosamente sobre la misma.

 

Finalmente estaba esperando a su bebe.

 

Aquello simplemente hizo que se le llenaran los ojos e lagrimas apenas contenías y que al mismo tiempo llevara sus manos hasta su vientre, donde poso sus dedos maravillado. Su pequeñito, ese que tanto había soñado, el que tanto deseaba era ahora una realidad. Hipó sin poderlo evitar atrayendo la atención del medico sobre su persona.

 

— Vamos, vamos tranquilo pequeño — se encontró musitando Knox intentando confortarle dándole unas palmaditas amistosas tras la espalda.

 

Sonrió de lado, se había esperado algo como aquello, aunque el joven príncipe se las apañaba muy bien para no soltarse en un llanto de felicidad, dejándose solo hipar y soltar una que otra lagrima que mojaba sus mejillas tostadas. Ahora solo le faltaba ver la reacción de Mustang cuando se enterara de aquello.

 

Y por su puesto que apostaría junto a sus antiguos subordinados por la suposición que ya tenía en la mente. Estaba segurísimo que se pondría a saltar como loco por todo el castillo pregonando a los cuatro vientos que iba a ser padre. Soltó una risa callada, pues incluso ya se lo estaba imaginado haciéndolo.

 

— Ah disculpen yo pensé que… —

 

Konx fue quien volteó el rostro hacia la puerta mientras el pequeño rubio se limpiaba el rastro de las lágrimas con el dorso de su mano. El medico solo podía ver la cabeza rubia y entrometida del chico que se asomaba por la puerta sonrojado por haber interrumpido.

 

— Descuida Alphonse — musito girándose totalmente hacia él — Anda entra de una buena vez, ya has estado demasiado preocupado haya afuera y seguramente has hecho un pozo de tanta vuelta que diste a solo unos pasos de la puerta de esta habitación  —el rubio abrió la puerta completamente.

 

— Como puedes ver este testarudo rubio ya esta mucho mejor — Ed miro al doctor de mala gana, pero correspondió la calida sonrisa que Heidrich le mandaba y lo siguió con la vista hasta que se quedo sentado en la misma sillita que hasta solo unos instantes atrás usara Knox.

 

— ¿Te parece si en un rato mas vengo a darte las indicaciones que deberás seguir de ahora en delante Ed? — Edward asintió a lo dicho por el galeno — Aun tengo mas pacientes por visitar, al parecer a muchos mas militares extrañamente les dio ganas de verme hoy — soltó el hombre cansado antes de cerrar la puerta tras su espalda dejándolos completamente solos en aquella habitación y solo entonces Al hablo.

 

— Ahora dime Ed ¿Qué fue lo que sucedió? —

 

Edward tan solo pudo suspirar, Alphonse estaba decidido a saber lo que había ocurrido y no iba a aceptar un silencio absoluto de su parte como respuesta. No le quedaba de otra mas que empezar a hablar.

 

Heidrich lo escucho en silencio mientras el rubio hablaba, no iba a interrumpir hasta que terminara, pues si lo hacia Edward era capaz de evitar volver al tema evadiéndose en cualquier minima oportunidad que tuviera.

 

— Así que eso fue lo que sucedió — El rubio solo asintió a las palabras del mayor de los dos, acunando sus manos en el vientre mantuvo la mirada baja escuchando solo el silencio que fue interrumpido por un suspiro cansado de Heidrich.

 

— ¿Te has puesto a pensar que tal vez nada de eso sea verdad? — Edward asintió a esas palabras y se encogió un poco mas de hombros.

 

— Ya esa idea ha dado más de una vuelta en mi cabeza, pero ella y ese cabo…—

 

— No puedes andar creyendo todos los comentarios mal intencionados que te suelten por ahí —  le espetó el rubio científico cortando las palabras de Ed — Mas de una persona en este lugar puede mentir para lastimarte —

 

— Pero… —

 

— Hawkeye esta herida Edward y por despecho es capaz de hacer cualquier cosa que pueda lastimarte — los ojos dorados del rubio se levantaron hasta que se posaron sobre los ojos intensamente verdes de Alphonse — Y puede que solo se este aprovechando de las circunstancias para sembrarte dudas —

 

Edward desvío la mirada avergonzado consigo mismo, después de todo podía ser que Heidrich tuviera razón. La mujer no le apreciaba en lo más minino y lo acusaba de haberle robado lo que quería, era más que lógico que no se quedaría con las manos cruzadas hasta destruir su matrimonio. Y el ingenuamente estaba contribuyendo a ello, al dudar de Roy. Ya que le había resultado mas fácil y sencillo hacerlo que buscar otra explicación mas lógica a todo aquello.

 

Se había dejado cegar por los celos y el dolor de sentirse herido y había tratado a Roy con desprecio por lo mismo.

 

— ¿Es que no confías en Roy lo suficiente para creer que sea mentira? — aquella pregunta le hizo volver los ojos a Heidrich.

 

— Si confío en él — musitó — Yo creó en él —

 

— Entonces cuando Roy venga a ti, déjalo hablar Ed, que te explique que es lo que ha pasado y entonces, solo entonces toma una decisión a todo esto —

 

Edward asintió, después de todo eso era lo que haría. Escucharía a Roy, se lo debía.

 

† “•” †

 

— ¡Malditos sean! — Bramó el peliverde a lo lejos en los pasillos mientras caminaba azotando fuertemente los pies en el suelo — ¡Bastardo Mustang y su jodido lamebotas! —

 

— Deberías de guardar tu lengua en un lugar como este —

 

— ¡Lust! — Le llamó al reconocer su voz y giró inmediatamente su cuerpo, la mujer estaba ahí cerca de él tan provocativamente vestida en un informal pero entallado vestido — Estoy harto de todo esto ¡Harto! —

 

— No deberías de llamarme con ese nombre aquí —

 

— ¿Qué prefieres? ¿Qué te llame Solaris? Bien que sabes que tu nombre es Lust — la mujer borro la sonrisa sensual que llevara hasta momentos atrás en sus labios oscuros.

 

— Bien Envy — soltó olvidándose ella también de no llamarle así — ¿Qué sucedió ahora? —

 

— El maldito bastardo se atreve a darme órdenes y humillarme — gritó fuera de sí el peliverde — A mí, a un hijo de reyes. Al único y verdadero príncipe heredero del trono de Amestris —

 

Lust rodó los ojos, ciertamente cuando aquel príncipe infantil y mimado se ponía de malas como a hora, era sencillamente insoportable escucharlo repetir una y otra vez la misma cantaleta.

 

— Tú sabes que ya no tienes derecho alguno a la corona —

 

— ¡Quien no tiene derecho a nada de esto es él! — soltó indignado Envy acercándose peligrosamente a ella.

 

— La corona solo le pertenece a los hijos de reyes, yo soy el hijo del antiguo rey. Esa a mí a quien la corona le pertenece. No a ese maldito pueblerino bastado. Si tan solo esos zarrapastrosos no lo hubiesen subido al trono, yo seria en estos momentos el rey. —

 

— Esta es mi corona, mi reino, no el suyo — le aseguro tomándola rudamente de un brazo acercándola más a él.

 

— ¿Y a que fui obligado? a rebajarme a ser un simple duque, que se inclina y tiene que humillarse besando su trasero para seguir con vida — Lust se soltó del agarre y echo al joven hacia atrás alejándolo de ella.

 

 

— Tu padre hizo demasiadas estupideces, tantas que incluso a ti mismo te puso al filo de la guillotina — musito la mujer, y como si le restara importancia a aquello se dedico a mirar sus larguísimas uñas pintadas de rojo oscuro.

 

— ¡Aun así todo esto es mío me pertenece! —

 

— Hablar así es prácticamente, cometer traición William — soltó Lust volviéndolo a mirar secamente encontrándose con la sonrisa malvada de Envy.

 

— Es verdad, pues traición he de cometer — la mujer no pudo mas que negar con la cabeza antes de volver a ser sujetada por el hombre  que la atrajo hasta ella y tomo el mentón de la misma con una de sus manos.

 

— Y un día Solaris — susurró acercando su boca a los oscuros labios de la mujer — El reino volverá a ser nuestro —

 

Y lo seria aun y cuando tuviese que matar a Mustang con sus propias manos desnudas.

 


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