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Gloria por zion no bara

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Notas del capitulo: Este es un proyecto que terminé hace unos meses, la idea original era que las historias salieran de acuerdo a la fecha pero como quería iniciar con Ikki no fue posible y al final decidí dejarla en otr orden pero respetando primero la del Fénix. De verdad espero que les guste puesyo disfruté bastante de hacerla.
Sin más comentarios aquí está el fic.
--Ah, si pudiera vernos nuestro padre!*
Eso haba dicho y no sin cierto sentido del humor que a pesar de todo no lo abandonaba, pero era sin duda un da en el que todo lo que se viera y se dijera no podra ser mejor, aunque los que estaban en ese momento reunidos eran en su mayora familia algunos casi podran considerarse como tales, al menos ese era el caso del caballero de cabello azul y ojos grises que permaneca a su lado, sin embargo se notaba que su sentido del humor no era el mismo de los otros.
A pesar de todo no los juzgaba, no a su amigo, diez aos atrs nadie hubiera credo que podran vivir ese momento, despus de todo Quin iba a pensar que una pequea y oscura familia que apenas si eran de ese reino algn da lo dominaran todo? Nadie, esa era la verdad, nadie lo hubiera pronosticado y tan slo porque lo estaba viviendo se convenca el silencioso caballero de que era posible que sucediera pero ese era un nuevo mundo, creado sobre sangre y miedo, pero nuevo y nadie lograra que todo lo conseguido retrocediera.
Aunque esa celebracin bien podra ser tomada como un retroceso, sacudi la cabeza, era mejor no pensar en ello, ese da perteneca a su amigo, no a l. Tambin se engaaba en eso, no tard en darse cuenta, ese da perteneca a la posteridad. Observaba a los dems alrededor, lamentaba que de todos ellos tan slo su amigo le resultara agradable, era casi inconcebible que siendo su familia, su verdadera familia por sangre resultara tan parsita e intil a sus ojos. Porque el caballero de los ojos grisceos no encontraba que hubiera en ellos mritos que los elevaran al nivel que estaban accediendo, tan slo ser familiares de su amigo era lo que les destacaba de un destino que si hubieran tenido que forjar con sus propias manos y mritos sin duda alguna hubiera sido oscuro y comn.
Pero su amigo no tena nada de comn, aos atrs lo haba descubierto, no desde el primer momento, claro, a pesar de que con los aos muchos se hubieran intentado vanagloriar diciendo que haban visto en ese hombre desde el principio la genialidad no les crea, para l que lo haba conocido tantos aos atrs, veinticinco aos atrs para ser exactos, no era nada claro ese brillante destino del que ahora disfrutaba y que derramaba alrededor de los suyos de forma tan prolfica; en el pasado ninguno de los dos se distingua de tantos otros nios pero algo los haba unido desde el principio, tal vez era el sentirse excluidos por los dems y por ese sincero deseo de no pertenecer a nada de lo que estaba establecido.
Suspir por esos recuerdos De verdad haban pasado apenas veinticinco aos? En tan slo un cuarto de siglo el mundo haba cambiado tanto? Casi se ri ante ese pensamiento, l mismo haba formado parte de esos cambios y con justo derecho podra reclamar su parte de la gloria pero no lo haca, de hecho haba rechazado mucho de lo que su amigo le trataba de otorgar y l simplemente no quera tomarlo y no quera porque haba en su interior una especie de desasosiego con lo que presenciaba desde un tiempo atrs. El nuevo camino que estaban tomando las cosas no terminaba de convencerle y sin embargo estaba ah, siendo testigo de la elevacin absoluta de un hombre que en ese momento contaba con el poder para rehacer todo el mundo a su voluntad.
--Sucede algo?
La pregunta fue directa, su amigo de antao lo observaba directamente, con esa mirada tan suya de la que nadie escapaba y que podra decir con bastante certeza lo que suceda realmente.
--Recordaba los das de antao—respondi el de cabello azul.
A esa mencin vio a varios del clan fruncir el seo, sin duda no les gustaba que hubiera alguien que les recordara quienes eran antes, pero para l eso no contaba, estaba ah por su amigo, no porque quisiera entrar en tratos con ninguno de los presentes y slo porque se lo haba pedido explcitamente en una carta, era extrao suponer que su camarada de antao an pidiera cuando estaba ms que acostumbrado a ordenar y sobre todo a ser obedecido.
--Cuando todo esto pase—dijo su amigo colocando su mano sobre el hombro del de ojos grises—comeremos una ensalada de alubias (1).
A esa mencin ambos rieron, la sinceridad entre los dos segua siendo uno de sus sellos, era el momento de seguir con lo planeado. Abandonaron la estancia para que todos tomaran el lugar que les corresponda, era un buen da, uno que pasara a la historia. Desde su sitio en la catedral de Notre Dame Ikki lo observaba todo, el sitio lo conoca bien pero no era lo que l miraba, vea a su amigo de antao vestido de una forma tan particular, una mezcla de vestiduras y objetos procedentes de diferentes monarquas y que parecan resumir sus deseos de reconocimiento y grandeza que desde haca algn tiempo ocupaban ms y ms su mente. Tambin vio al resto de la familia, incluso not que su hermano Jos se haba sentado prudentemente entre los consejeros de estado, la ceremonia pasaba tal y como se esperaba, incluso cuando estuvo Josefina en su sitio y eso que apenas se haban casado por la iglesia el da anterior pero era una especie de requisito.
Y fue cuando sucedi, haciendo a un lado al papa Po VII l mismo tom la corona y la coloc sobre su cabeza, lo vio jurar sobre la Biblia que mantendra la libertad, la igualdad, los ideales por los que todo haba dado inicio, por lo que una monarqua haba sido depuesta y ahora atestiguaban el surgimiento de otra: el dos de diciembre de mil ochocientos cuatro Napolen Bonaparte se coron emperador.


Con apenas diez aos de edad Ikki du Phnix haba ingresado a la escuela militar de Brienne, era un chico orgulloso y haba que serlo para no dejarse pisotear por los otros que eran hijos de buenas familias en su mayora y de franceses mientras que l pues vena de Crcega que apenas por un ao de su nacimiento era tierra francesa, en un principio haba vivido los pullas de los otros chicos pero un buen da les dio una paliza al grupo de los ms bravucones y eso bast para que supieran que si tenan algo de que burlarse de l ms vala que lo pensaran con detenimiento.
Un poco despus de ese evento lleg otro nio de Crcega, lo conoci el primer da de su arribo pues se sentaron frente a frente en la mesa del comedor, los dems lo dejaban solo pero eso no le importaba, de hecho le gustaba porque lea en los ojos de los dems que lo hacan por un respetuoso temor; tambin fue por eso que le llam la atencin que el recin llegado se sentara ah como declarando que no le interesaba lo que los dems dijeran de l e iba a sentarse donde quisiera. No se dijeron nada, a punto de partir de nuevo a clases tan slo se miraron de frente pero no se dijeron nada.
Eso cambi con los das, Ikki vea a ese otro nio de Crcega y ya haba notado algunas cosas, era ms bien sensible, casi no jugaba con los dems, incluso pareca algo triste, adems los otros le haban puesto ya un sobrenombre, era “la paille au nez”, era slo porque hablaba con su acento corso y ya que su familia era de orgenes italianos deca Napolion en vez de Napolen.
Lo que los acerc realmente fue que Ikki no era tan bueno para las matemticas mientras que Napolen fue en algo que siempre se distingui; ninguno de los dos fue un alumno de excelencia, de hecho fueron alumnos corrientes y ambos lean mucho. Eso y que descubrieron un lazo particular. La escuela colocaba en una pizarra las fechas de cumpleaos de sus estudiantes por mes, fueron otros los que se dieron cuenta y lo dejaron saber durante un descanso.
--As que no slo son corsos, nacieron el mismo da.
As era, en la pizarra se lean los nombres de Napolen Bonaparte e Ikki du Phnix en el da quince de agosto. Unos momentos despus ya eran el centro de atencin y no para bien, para la mayora de sus compaeros ellos eran extranjeros, no franceses, y haba bastante hostilidad por ese motivo. En algn momento Ikki estuvo ms que dispuesto a ponerlos en su lugar pero su compaero no pareca tener las mismas ideas.
--Es que no te molesta?—preguntaba Ikki.
--Si—respondi Napolen.
--Por qu no haces nada entonces?
--Hacer caso a los tontos es engrandecerlos.
Con eso cerr su libro y se march, por unos momentos el de cabello azul no supo que decir, pareca que los dems tampoco porque dejaron el asunto por la paz y nadie coment nada de su cumpleaos. De todas formas no pas mucho para que el de cabellos azules empezara a notar ms a su compaero corso, la verdad era que se parecan, inteligentes, exaltados y un poco salvajes pero canalizaban eso de manera diferente, an as los aos en la escuela militar les sirvieron para hacerse compaeros y amigos sinceros, tanto que se haban comentado algunas cosas de su vida.
Ikki provena de una familia de Crcega no tan mal establecida pues eran emigrantes franceses mientras que Napolen era de una familia italiana que haba tenido problemas por apoyar a Paoli en su resistencia contra los franceses pero haban logrado el perdn, pero eso no les importaba, se hicieron algo as como hermanos de causa y se apoyaron en esos aos de aprendizaje hasta que fueron nombrados como cadetes-artilleros en la escuela militar de Pars a sus quince aos, al ao siguiente fueron nombrados oficialmente el cargo de alfrez en el regimiento de la Fre y se convirtieron en oficiales a los diecisiete aos de edad pero por bueno que se escuchara eso no lo era demasiado.
Las cosas estaban mal en Pars pero no tan mal como llegaran a estar y ellos dos a veces salan a ver la ciudad, las enormes construcciones de piedra que hablaban de la gloria de otros y de lejanos tiempos pero les gustaba eso. Como los dos deseaban estar cerca de su tierra lograron ser destinados a Valence, sirvieron como artilleros y fue donde verdaderamente entraron en contacto con la tropa y aprendieron de esa vida adems de que seguan siendo lectores voraces y su amistad se afianz ms. Sin embargo temporalmente se separaron pues Napolen logr un permiso que le resultaba vital.
--Iras entonces?—preguntaba Ikki.
--Si—respondi Napolen—Deseo ver a mi familia.
--Es tu familia, no te culpo.
--Qu hars t?
--Ir a Pars.
--Cmo estn las cosas?
--Por eso quiero ir—dijo el de ojos grises—Sea lo que sea que pase quiero verlo.
--Espero que nos reunamos de nuevo Ikki.
--Lo haremos. Te traje un obsequio de despedida—dijo extendindole un libro.
Su compaero ley el nombre del autor y sonri.
--Es de tus favoritos—dijo Ikki.
Era verdad, Napolen se distingua por pocas cosas en esos momentos pero lo haca y eran: las matemticas, artillera y Plutarco; haba escogido para l uno de sus trabajos de Vidas Paralelas, obra en la que el antiguo autor comparaba a un ilustre griego con un romano similar a su juicio, era el de Alejandro y Cesar, los dos grandes conquistadores. Los amigos se separaron sin saber lo que sucedera con Francia.


Corra el ao de mil setecientos ochenta y nueve. Ikki estaba en Pars y haba atestiguado en los meses anteriores todo lo sucedido: ese asunto casi ridculo de no ser por su seriedad del collar, lo dicho por el ministro Calonne de las finanzas, la Convocatoria de los Estados Generales, el surgimiento de La Asamblea Nacional. Era el ao de la Revolucin pero nadie lo saba an. Supo del ataque a La Bastilla pero nada ms pues tuvo que abandonar Pars para reunirse con su nuevo cuerpo en una guarnicin de Auxonne, una pequea ciudad de Borgoa.
--Has llegado—dijeron al recibirlo.
--As que ests aqu—dijo Ikki.
Napolen y l se dieron un abrazo, eran gratas las noticias a pesar de todo.
--Cmo esta todo en Pars?—pregunt Napolen.
--Inquieto, terriblemente inquieto.
--Tendremos que estar atentos, aqu no encontraras lujos pero al menos nuestro jefe es un buen militar.
--Si? Quin es?
--El general Du Teil.
Mientras los dos amigos estaban en Borgoa las cosas en Pars se complicaban ms y ms, sin embargo ellos lo veran desde lejos pues cuando los disturbios llegaron a Borgoa como era de esperarse el ya teniente Napolen dio muestras de lo que poda hacer con el mando y la represin fue dura, prefera la injusticia al desorden (2). Adems peda varios permisos para ir a Crcega y en esa ocasin Ikki hizo lo mismo, preferan estar lejos de los acontecimientos, tambin contaba que se les consideraba una especie de franceses de segunda mano y ms bien se vean a si mismos como soldados del rey por oficio, en realidad no les pareca que esa revolucin fuera su revolucin, en aquellos das los dos pensaban en que Crcega podra ser libre.
Fue hasta mil setecientos noventa y dos que ambos amigos entraron abiertamente en el combate pues el entonces gobierno francs deseaba anexionarse Cerdea ya habiendo sido conquistadas Saboya, Blgica y Niza, el ejrcito francs iba a ser reforzado con voluntarios corsos y fue el momento en el que ambos se sintieron ms dispuestos que nunca, iban a ser oficiales corsos y franceses. A Ikki le asombr la habilidad de su amigo para ser nombrado teniente coronel en funciones de los voluntarios corsos con lo cual qued bajo su mando y particip en sus expediciones al frente de la artillera.
Vinieron las primeras batallas y las pruebas pero a pesar de todo las cosas entre ellos dos seguan siendo de camaradera y compaerismo pues a pesar de que su amigo ascenda este nunca lo olvidaba y lo mantena a su lado, cuando fue nombrado capitn logr para Ikki el nombramiento de teniente y cuando fue nombrado comandante del batalln de artillera en Toln lo llev con l, de la misma manera lo mantuvo cerca cuando fue ascendido a brigadier despus de salir herido pero triunfante a sugerencia de Robespierre y Barras que eran de los miembros de la Convencin.
Pero estos xitos no eran mucho en realidad pues estaban en lo que se conoci como El Terror y no era inusual dar nombramientos que despus se podan destituir con facilidad pero lleg un buen momento para darse a conocer y ser tomado en cuenta. Los dos amigos fueron enviados a Italia pues Napolen fue nombrado comandante de artillera del ejrcito en Italia. Cuando llegaron la situacin se hizo clara, al menos para ellos.
--Qu piensas?—pregunt Ikki.
--Hasta ahora se ha estado disparando al azar—respondi Napolen—Es momento de arreglar las cosas.
Y lo hubiera hecho pero sucedi que en Pars cay Robespierre y los suyos ante lo cual ellos quedaron tambin bajo sospecha de ser de su grupo y los encerraron adems de obviamente destituir a Napolen del frente italiano y lo enviaron a Vende pero no acept ir.
--Tan slo quiero comprender porqu no aceptaste—deca Ikki.
--Queran que fuera infante—respondi Napolen.
--Y eso qu?
--No es mi arma.
--No estamos en una situacin como para rechazar lo que se nos ofrece.
--Por qu no vas t Ikki?
A una pregunta tan directa no tuvo una respuesta pero su amigo continu.
--Eres como yo Ikki, no puedes renunciar al verdadero centro de la batalla como lo es Italia por una simple revuelta local. Adems no quieres luchar contra los mismos franceses.
--Otros lo han hecho, ah tienes a Klber y a Hoche.
--Ellos son franceses, no corsos como nosotros.
--Si en verdad eres como yo no es slo por eso que has rechazado el puesto que te ofrecan.
--Por qu entonces?
--Porque valoras demasiado tu independencia y sabes bien lo que vales como para no rebelarte si te ofrecen menos.
No hubo una respuesta para eso pero ambos saban que era verdad.


Lo que vino fue una poca difcil, muy difcil. Seran jvenes y brillantes pero el dinero no abundaba y deban comer.
--Te lleg esto—dijo Ikki entregndole una carta.
--Es de mi hermano Jos—dijo Napolen.
Eran buenas noticias pues les enviaba un poco de dinero, era mejor un poco que nada.
--Junot me dio algo tambin.
--Tu ayudante de campo es generoso—dijo secamente Ikki.
Lo poco que haba deba ser medido con precisin espartana y no escatimaban en ello, eran amigos as que lo que era de uno era de los dos.
--Cundo vas a desalentarlo por completo?—pregunt Ikki.
--Junot es buen hombre pero ya le he dicho que mi hermana Paulina no es para l.
--Lo convencers de eso?
--Ella no tiene nada, l no tiene nada, juntos no tendran nada.*
Las desilusiones de ese tipo no eran tan poco habituales, l saba que su amigo Napolen haba pretendido casarse con la hija de un comerciante de tejidos, llamada Desire Clary, su hermana Mary estaba casada con su hermano mayor Jos pero el padre de las jvenes consider que un Bonaparte en la familia era suficiente. Ya el viejo se convencera de su error, Ikki estaba seguro de que la fortuna llegara a ambos en su momento.
Mientras tanto deban esforzarse por obtener algo, tenan que ir con sus uniformes rados de antecmara en antecmara donde algunas veces pedan consejos sobre la forma de manejarse en el frente italiano, la situacin no era buena.
--Dicen que el Gran Turco paga bien—deca Ikki—El sultn est pidiendo oficiales franceses de artillera.
--Es el pas de las Mil y una noches—coment Napolen.
Pareca un destino ms seguro y claro Quin saba? Podran llegar incluso a ser bajs.
Pero en eso llamaron a su puerta, era un mensaje para Napolen.
--Debe presentarse en la oficina topogrfica del ejrcito.
Era una orden terminante y como Ikki no pensaba en abandonar a su amigo tampoco se march, se quedaron en Francia y aparentemente sin destino; sin embargo no fue as. Se saba en los das anteriores de disturbios y problemas, la Convencin encabezada por Barras estaba en problemas y necesitaban ms que nunca apoyarse en el ejrcito para sobrevivir pues algunos de sus decretos estaban causando ya levantamientos, destituyeron a Menou y qued como general en jefe del ejrcito del interior Barras pero este saba que necesitaba apoyo a su lado, alguien que fuera un buen tctico y record a ese joven general que varias veces haba visto solicitando un puesto pero sin xito, tambin record su impresionante actuacin en Toln y fue lo que decidi el asunto: Barras pidi a la Convencin que le diera a Napolen como su ayudante.
--Es verdad?—preguntaba Ikki a su amigo.
--Lo es—respondi el otro con seguridad—La Convencin siente miedo Ikki, cualquiera que hubiera pedido Barras se lo daran.
--Parece que empiezas a forjarte tu destino.
--Lo estamos forjando juntos, eres mi amigo, no me has abandonado, yo tampoco te abandonar.
Cuando tomaron sus lugares el joven de cabello azul se diverta de ver a los soldados preguntarse quien era este Bonaparte, les llamaba la atencin sin duda su cabello largo despeinado pero sobre todo el que siempre estuviera trabajando, aprendieron a respetarlo y a confiar en l, su amigo era brillante y estaba en camino de demostrarlo. Y lo hizo. Aniquil a los insurrectos de Saint-Roch, venci en la plaza del Carrusel y en el Pont Royal y no tard en ser reconocido por la rapidez de sus decisiones, no hubo inconvenientes cuando Barras le confirm su grado y lo puso al frente del ejrcito del interior.
--Ahora tienes el pie en el estribo—le deca Ikki.
--Lo ms importante ahora es controlar al ejrcito.
--Siempre trabajando Napolen, me pregunto a qu hora duermes.
--Cuando t lo haces.
Los amigos se rieron, ninguno descansaba demasiado pero no importaba.
--Viste de nuevo a Carnot?—pregunt el de cabello azul.
--Si, es el miembro del Directorio encargado de todo lo referente a la milicia, me ha comentado sobre lo que sucede en Italia.
--Cmo van las cosas?
--No muy bien—respondi Napolen—Adems el Directorio se anexion Blgica, Inglaterra es enemiga ahora y es necesario triunfar.
--Por tu cara te gustara estar ah.
--Claro que me gustara, se lo dije a Carnot, si estuviera all los austriacos seran derrotados muy pronto.*
--Qu dijo Carnot?
--Que ir.
--Qu?
Por unos segundos el de ojos grises se qued mirndolo solamente.
--Preprate Ikki, iremos.
--Sers el comandante en jefe.
--Y t estars a mi lado.
--Sers el comandante en jefe del ejrcito de Italia.
--Si.
--Y tan slo tenemos veintisis aos.
Era una buena edad para lograr muchas cosas ms.


Fue en ese tiempo que un cambio importante iba a llegar a la vida de los dos amigos, uno muy grande porque hasta ese momento les haba sido esquivo un escenario como el que se iba a presentar delante de sus ojos y todo dara inicio en una casa de la rue Chantereine, no era diferente de muchas casas pero esa era especial pues el da que entraron en ella haba sido casi por casualidad.
--Y ahora cumplimos encargos de Barras—se quejaba Ikki.
--Es slo un pequeo favor—coment Napolen.
--Un pequeo favor esa cantidad de dinero?
--Barras slo me pidi que hiciera esto porque se encuentra ocupado, no me quita nada hacerlo, adems el joven Eugne Beauharnais fue muy atento cuando lo conoc, al pedirme el conservar la espada de su padre. Pobre muchacho
--Pobre sin duda, con esa madre que nunca ha sabido manejar su dinero.
--Siempre has sido duro en juzgar.
--Si esta madame Beauharnais desde que se convirtiera en viuda fuera ms cuidadosa con sus gastos sin duda no estaran en la situacin que se encuentran, l y su hermana Hortensie.
--Slo espero que te sepas comportar unos minutos, no tardaremos ms.
Pero el de ojos grises ya no dijo nada, simplemente se limit a guardar silencio al llamar a la casa, fueron atendidos por una doncella que los hizo anunciar para regresar unos momentos despus por los dos y llevarlos a la parte interior, a un saln desde el que se escuchaban risas: unas de mujer sin duda y las otras de una persona joven. Al acercarse distinguieron a las dos personas, una era una mujer como era de esperarse y la otra era un muchacho castao de ojos y cabellos, los dos que rean no parecan haberse percatado de su presencia pues seguan charlando de algo por lo bajo y rindose de manera bastante libre.
Los recin llegados los observaron en silencio sin atreverse a interrumpir, era especial para ellos ese instante. Hasta ese momento ninguno de los dos haba hecho mucho caso a lo que eran otras personas en sus vidas, no en el terreno romntico y antes de que lo supieran esa respuesta estaba delante de sus ojos. Slo en ese momento los que rean se dieron cuenta que eran observados y se mostraron un poco ms serios pero an tenan la sonrisa pintada en los labios.
--Bienvenidos—dijo la mujer suavemente—Es un placer recibirles.
Ella era la viuda del general Beauharnais, Mara Josefina Tascher de la Pagerie, una mujer singular sin duda, una criolla graciosa y complaciente, demasiado de ambas cosas. Pero la otra no tenan la menor idea de quien era.
--Mi joven acompaante es Seiya, Seiya Cheval-ail, un encantador compaero de charlas.
--Es muy amable madame pero me temo que slo soy entretenido—dijo el joven castao.
--Es bastante en estos das.
Ambos compartieron una sonrisa como de complicidad y los recin llegados sentan que no estaban seguros de nada pero lo disimularon bastante bien.
--Slo venimos por una encomienda madame—dijo Napolen.
--De parte de Barras—intervino Ikki.
El de cabello azul esperaba que esas palabras produjeran algn efecto pero la verdad no lo hicieron, al menos no en su amigo que no se vea tener muchos nimos de marcharse rpido.
--Me gustara que lo hablramos a solas—coment Josefina.
--Ser un placer—respondi en el acto Napolen.
Lo siguiente que supo Ikki es que su amigo se apartaba del brazo de esa mujer mientras que l quedaba a solas con el joven castao.
--Su amigo parece muy serio—coment Seiya—Pero no tanto como usted segn puedo ver.
--Slo nos tomamos un momento para venir. Llevamos prisa.
--No la llevan, no su amigo al menos, charlemos mientras l regresa.
Se sentaron y se quedaron conversando, lo que vino fue muy particular pues Ikki, quien todo lo haca a la manera del soldado, o sea aprisa y sin perder tiempo, se mantuvo casi dos horas charlando sin sentirlo apenas pero ese joven castao era muy especial, hablaba y hablaba pero no lo cansaba, por el contrario, se dio cuenta que le gustaba orlo y le gustaba como mova sus manos y la forma en que sonrea con tanta facilidad e incluso que lo hiciera rer con sus comentarios.
Para Ikki hasta ese momento de su vida ya fueran hombres o mujeres no contaban la gran cosa, haba tenido unas cuantas aventurillas pero nada ms, eran slo una especie de chispas en la oscuridad pero ese muchacho era distinto, era como una candela o ms bien como una antorcha, era difcil de decir en ese instante lo que era pero sin duda no le result indiferente en ese tiempo en que le cont casi toda su vida que no era muy larga pues era joven.
--Ustedes se conocen desde antes?—preguntaba Ikki.
--Si--respondi Seiya refirindose a Josefina y a l mismo—Los dos vivamos en Trois-Ylets, cuando ella se cas vino a vivir aqu, a Francia, mi familia vino cuando fui un poco mayor pero fue cuando la deposicin de los Capeto, nadie contaba con eso. Mi familia y yo fuimos arrestados y apenas si logr salvarme.
--Debi ser terrible.
--Lo fue, cuando Lus Capeto muri supe que cualquiera podra ser el siguiente. Logr salir vivo vendiendo todo lo que tena aqu y lo que quedaba en mi tierra natal, as que estaba vivo pero sin dinero y Madame Josefina ha sido muy gentil conmigo, me ayuda en todo lo que puede.
Seiya era hurfano de madre, su padre se haba ido a Francia en busca de fortuna siendo como era amigo del general Beauharnais pero no lo logr, los que lo vieron al final dijeron que muri desquiciado por el Terror, dejando a su hijo con ms bien una renta msera, pero a sus diecinueve aos era un joven completamente independiente, daba clases en unas contadas casas bien acomodadas, una de sus alumnas haba sido Hortensie, la hija de Josefina y la amistad haba continuado pues madame lo haba recomendado con sus amistades.
--A que se dedica ahora?
--Doy clases de piano, no es muy lucrativo pero me mantiene con vida.
--Da clases con esa ropa?—pregunt escptico Ikki.
Porque la ropa que llevaba el joven castao se vea fina.
--No se gui por las apariencias—dijo Seiya—Una parte es el dinero pero otra muy diferente es el poder contar con las relaciones adecuadas, como parte del ejrcito debe saber que no se obtiene todo lo que se merece por esfuerzo, las amistades y las recomendaciones son importantes para alcanzar cualquier sitio en esta sociedad.
El de cabello azul no pudo sino estar de acuerdo, sin duda parte de la personalidad de ese muchacho era su sinceridad, no ocultaba lo que senta, con esos ojos hubiera sido imposible de todas formas el siquiera intentarlo, estaban demasiado llenos de vida y hasta cierto punto inocencia como para mentir. Mientras seguan esperando por los otros dos Seiya fue al piano que se encontraba en la estancia y empez a tocar con nimo, tal vez no era del todo correcta su interpretacin pero no haba dudas del entusiasmo y empeo con el que se dedicaba a la labor, sin dejar de sonrer con gentileza.
Estando absorto como se encontraba en el castao Ikki no se dio cuenta que los dos ausentes regresaban a la estancia.
--Podemos irnos—dijo Napolen.
--Espero que no sea la ltima vez que contemos con el honor de su visita—dijo Josefina.
Ambos se despidieron de ella besando atentamente su mano y diciendo un respetuoso adis al morocho pero sin duda muy dispuestos a regresar aunque por motivos diferentes.


Muy pronto ambos fueron asiduos visitantes a la pequea casa de la rue Chantereine pero mientras el joven Napolen iba por la alegre Josefina un silencioso Ikki estaba presente esperando encontrarse con el joven castao que pareca siempre sonrer y que algunas veces cuando lo miraba pareca contento de verlo. Y ninguno de los dos sala muy decepcionado pues cada vez eran mejor recibidos y atendidos, al grado que ya no molestaba en nada al de cabello azul que su amigo se fuera con la seora de la casa mientras l se quedaba a solas con el morocho que siempre charlaba y despertaba en l un sentimiento que no haba experimentado por nadie.
Cierta ocasin en la que fueron en sus ya habituales visitas encontraron a la familia reunida y con el joven Seiya entre ellos, conversaban animadamente de algo mientras coman unos chocolates rellenos de licor. Se notaba el buen humor y lo que ms se notaba de ese buen humor era que su origen resida en el morocho que hablaba sin parar de algo sobre un ebrio que haba cado dentro de una tina de chocolate y de ah haba nacido la idea del chocolate relleno de licor.
--Gustan uno?—pregunt Josefina—Estamos celebrando.
--Se puede saber qu?—pregunt Napolen.
--Es el cumpleaos de nuestro joven Seiya.
--Cuntos aos cumple?—pregunt Ikki.
--Esa es una pregunta descorts—dijo como si le recriminara Josefina.
--No lo es—intervino el castao—Le puedo decir mi edad, cumplo veinte, que viejo soy verdad?
De inmediato el castao se ri y a Ikki le dio la impresin que nunca haba visto tan contento a ese muchacho y slo por eso se puso contento tambin. Se quedaron conversando slo unos minutos pues Seiya se disculpo diciendo que deba atender un par de asuntos pero antes de marcharse el de cabello azul le habl.
--Me permitira acompaarlo?
--Vamos.
Unos minutos despus ya estaban en la calle caminando como si nada, no dijeron mucho en los primeros momentos pero cuando estaban ya bastante lejos de la casa el castao se decidi a hablar.
--Para estos momentos ya deben de estar a solas.
--Quines?
--Su amigo Napolen y madame Josefina Quines ms?
--Estaban los jvenes Eugne y Hortensie.
--Se retirarn—asegur el castao—Ya es evidente para todos que el general Bonaparte est muy interesado en madame Josefina.
No era una mentira y el de ojos grises lo saba bien pero no estaba seguro de qu sentir al respecto, era su amigo ms cercano y ms querido pero no estaba seguro de que ella fuera una mujer apropiada para l, no era un ingenuo, saba bien que antes haba sido amante de Barras y no saba administrarse, adems era ms grande que l Qu clase de apoyo sera para alguien brillante y ambicioso como Napolen? Por otra parte dominaba todo ese mundo que para ellos era desconocido y posea muy buenos contactos que podran ser por dems tiles. Tal vez no era tan mala eleccin despus de todo.
Pero eso qued en segundo trmino cuando se dio cuenta que el joven castao estaba a su lado, era extrao, hasta ese momento slo se haban visto en casa de madame Beauharnais pero en ese instante estaban solos en un sitio completamente ajeno a ambos, era como estar libres de un comportamiento determinado que debiera seguirse para dejar contentos a otros. Y le gustaba encontrarse de esa forma.
Pasaron por algunos puestos pero sin prestarles atencin, no mucha, hasta que quedaron frente a un vendedor de aves, entonces Seiya se detuvo y las mir atentamente, el de ojos azules lo observ por unos instantes y tuvo una idea.
--Quiero hacerle un regalo—dijo Ikki--Cul desea?—pregunt refirindose a los pjaros.
--Este—dijo sin pensarlo el castao sealando un pjaro de color azul.
Les entregaron el ave sin perder el tiempo, Ikki la pag y los dos siguieron caminando hasta que alcanzaron las sombras de una arboleda, entonces Seiya se detuvo, abri la jaula y dej ir al pjaro ante la mirada de su compaero que no comprenda lo que pasaba.
--No me gusta que estn encerrados—dijo Seiya—Cantan mejor cuando estn libres.
El de cabello azul tan slo sonri al ver como el joven castao sonrea con suavidad. Siguieron con su camino hasta que alcanzaron un pequeo caf y entraron, pidieron algo sencillo de beber y guardaron silencio, algo completamente inusual para el morocho pero en ese instante no pareca importar demasiado, tan slo dejaron morir el tiempo en paz hasta que era momento de despedirse.
--Gracias por el obsequio—dijo de repente Seiya.
Antes de que Ikki pudiera responderle el castao lo beso en ambas mejillas pero no fue una simple despedida, lo sinti, pero slo reaccion hasta que Seiya ya haba echado a correr y se alejaba velozmente por el camino, lo supo de repente: estaba enamorado de ese muchacho. Un muchacho sin dinero ni relaciones, ni siquiera con familia pero le pareci que era como l, tal vez por eso lo amaba. No, se engaaba, no era como l, Seiya era joven y vibrante, lleno de vida y sueos pero sueos diferentes de los suyos, le gustaba la vida y le gustaba vivir y por eso siempre sonrea. Tena que encontrar la forma que ese encantador muchacho lo amara tambin y entonces nunca lo dejara ir de sus brazos.


El tiempo pasaba pero traa cambios consigo, cambios por dems importantes y sin duda uno era ms importante de lo que cualquiera pudiera prever.
--Qu vas a qu?—preguntaba sorprendido Ikki.
--Voy a casarme—respondi Napolen.
--Crees que sea una buena idea? Estamos cerca de la campaa en Italia, no puedes casarte.
--Voy a hacerlo, slo te lo informo.
--Pero madame Beauharnais es…
--Ser madame Bonaparte—dijo tajante su amigo.
El de cabello azul ya imaginaba que algo as podra suceder pero no haba contemplado que fuera tan pronto, esperaba tener tiempo y que la distancia que se formara con la campaa italiana ayudara a su amigo a reconsiderar las cosas pero no, adems vea en todo eso la mano de Barras, ese hombre le haba aconsejado al otro que se casara con ella aunque lo haba hecho exponindole motivos ms que mundanos y l que conoca como conoca a Napolen saba que en parte lo haca por eso pero en buena parte porque estaba locamente enamorado de ella.
--Slo digo que tal vez sea una buena idea reconsiderarlo un poco—dijo con tanto tacto como pudo Ikki—No hace mucho tiempo que se conocen.
--Es el tiempo ms que suficiente—respondi Napolen.
--No tiene dinero, slo contaran con lo que t pudieras llegar a tener.
--Eso no importa.
--Qu dice tu familia de esto? No me dirs que estn convencidos.
Era un buen punto de discusin pues saba que la familia de su amigo no profesaba simpata alguna por Josefina.
--Eso no importa—respondi en el mismo tono Napolen.
--Es tu nica respuesta? Eso no importa?
--Es la que merecen esas preguntas.
--Sabes que es mayor que t?—pregunt ms insistentemente el de cabello azul.
--Slo son unos aos.
--Lo sabes?
--Si, lo s Ikki, me lleva los mismos aos que tu le llevas al joven Cheval-ail.
A esa mencin el de ojos grises se qued quieto en un primer momento y despus se sinti inquieto mientras observaba esa mirada de guila sobre l; hasta ese momento nunca la haba sentido, la haba visto ser dirigida a otros, a los planes y a los terrenos, a soldados y compaeros pero nunca contra l. Por vez primera en su amistad se daba cuenta que para Napolen no contaba nada que no fueran sus planes y que si no se estaba de su lado se estaba contra l, tambin se daba cuenta que si ni siquiera su madre estaba teniendo peso en contra de su decisin lo que l pensara no contaba demasiado.
--Por qu mencionas a Seiya?—pregunt finalmente el de cabellos azules.
--Porque he visto la mirada que posas sobre l cuando esta cerca, cuando se habla de l o cuando simplemente debes estar pensando en l.
Hasta ese momento nunca haban discutido lo que unos aos atrs haba descubierto el joven du Phnix, su gusto por los hombres, no era juzgado por ello, no por su amigo al menos pero sin duda usara ese argumento para que comprendiera el porque estaba dando el paso que daba.
--Ikki—continu ms templado Napolen—Eres mi amigo, slo te pido que ests a mi lado ese da, slo eso Lo hars?
--Lo har.
Se sonrieron de forma no muy convencida pero eran amigos, eso era lo que contaba y lo ms importante por saber entre los dos. Por eso cuando lleg la fecha indicada, el nueve de marzo de mil setecientos noventa y seis, Ikki du Phnix fue testigo del matrimonio civil de Napolen Bonaparte y Josefina Beauharnais, de ahora en adelante madame Bonaparte. Tambin vio que el resto del clan conformado por los hermanos no estaba muy alegre con la entrada de la nueva parienta pero su amigo se vea tan contento que dudaba que eso le importara y tambin dejo de importarle mucho a l por dos razones. La primera porque Barras haba dado su regalo de bodas al novio: el mando supremo del ejrcito de Italia y pareca que no haba mejor noticia que pudieran haberles dicho. La otra razn era que el joven Seiya Cheval-ail estaba presente en la ceremonia y dispuesto a irse en ese momento.
Por lo mismo Ikki se apresur a felicitarlos y sali velozmente tras el joven castao. Al principio no lo vea pero con un poco de esfuerzo lo vio a la distancia alejndose y camin velozmente hacia l, a cada paso que se acercaba le daba la impresin de que el morocho iba ms despacio pero eso tal vez era slo su imaginacin, aunque no import de ninguna manera cuando estuvo al lado de Seiya.
--Se retira tan pronto?—pregunt Ikki.
--Es que la boda es para los novios, no quisiera ser un estorbo cuando los dos sin duda quieren estar a solas—respondi Seiya.
--Espero que sean felices.
--Yo tambin.
Siguieron caminando unos momentos en silencio pero la conversacin no tard en reanudarse.
--A dnde se dirige?—pregunt el de cabello azul.
--Voy a casa.
--Me permitira acompaarlo?
--Est bien—respondi de inmediato el de ojos castaos.
Siendo as los dos se pusieron en camino conversando con sencillez y sin pensar en lo que iba a suceder.


Los dos jvenes llegaron a un pisito compuesto de un gabinete, comedor y dormitorio, no muy grande pero bastante para una persona, adems las habitaciones de abajo estaban desocupadas aparte de contar con un pequeo jardn muy verde y muy sombro pues no se le vea con facilidad desde afuera.
--Desea subir?—pregunt como si nada Seiya—Podramos brindar por los novios—y eso lo dijo sonriendo.
Su compaero no tuvo siquiera que pensarlo para responder.
--Si.
Siendo as los dos subieron las escaleras en silencio y quedaron en el interior del lugar en pocos instantes.
--Por favor, sintese—ofreci el castao con suavidad.
El visitante lo hizo y cuando Seiya reapareci lo hizo con una botella de vino, dos copas y sin chaqueta.
--Espero que no le incomode—dijo el castao—Pero hace algo de calor.
--No me incomoda.
--Desea quitarse la suya?
Sin decirle nada ya estaba el de ojos grises quitndose la prenda que qued a un lado mientras los dos se quedaron sentados conversando por unos instantes y bebiendo el vino lentamente, despus llegaron las risas y los comentarios personales y a cada instante Ikki se senta ms y ms a gusto de estar en ese sitio con esa compaa, slo ese muchacho de ojos brillantes era capaz de hacerlo olvidarse por unos momentos de si mismo. Y era agradable poder hacerlo.
--Entonces Se irn a Italia?—pregunt de pronto Seiya.
--As es—contesto Ikki—Es algo que necesita hacerse.
--Si, lo supongo, slo espero que regresen con bien.
--Muchas gracias.
--Madame Josefina acaba de casarse, sera triste que no volvieran.
--Slo por eso se preocupa?
--No…espero que ambos estn bien.
Y como esos ojos castaos reflejaban la veracidad de esa declaracin el de cabellos azules sonri ampliamente haciendo que el morocho se ruborizara y agachara la vista y su acompaante no tard en darse cuenta de ello.
--Le sucede algo?—pregunt Ikki.
--No, nada, estoy bien.
--De verdad?
--Si.
Pero Ikki lo tom de la barbilla y lo hizo mirarlo de frente, sus miradas se encontraron y el que partira se dio cuenta que no se equivocaba, ese muchacho tambin senta algo por l y no dejara pasar la oportunidad cuando se le presentaba.
--Seiya…--murmur el de ojos grises.
Pero el otro joven no pudo decir nada, menos pudo cuando fue besado con suavidad en un primer momento para despus sentirse atrado contra otro cuerpo con pasin y fue estrechado por unos fuertes brazos cuyas manos no dudaron en empezar a acariciarlo mientras que el beso se haca ms profundo. Se separaron unos momentos despus pero si bien el de cabello azul se vea contento el castao estaba completamente ruborizado.
--Qu sucede Seiya?
Y tuvo que preguntarlo directamente porque despus de lo que terminaba de pasar no quedaba espacio para l de tratar de fingir que seguira las maneras preestablecidas de comportamiento, ya no poda hacer eso y esperaba con tanta calma como poda por una respuesta.
--No te ha gustado Seiya?
--Es…es…
--Qu?
--Nunca me haban besado—confes el castao.
Por unos instantes ninguno de los dos dijo nada, tan slo se miraban pero Ikki se dio cuenta que era mejor por el momento dejar las cosas como estaban, no presionar ni buscar ms y para eso era mejor que se fuera pues si segua mirando a ese encantador castao cualquier cosa podra suceder.
--Ser mejor que me retire Seiya.
--No quise decir que…
--Lo s, lo s pero es mejor, hablaremos de esto con ms calma maana Te parece?
--Si.
Lo acompa hasta la puerta y se despidieron slo con un gesto de su mano pero cuando estaba por dejar el lugar el de cabellos azules se dio cuenta de algo, no quedaba ms que regresar. Llam a la puerta y abri el castao.
--Olvidaba mi chaqueta—dijo el de ojos grises.
Tan slo se quedaron mirando y no pudieron hacer nada ms, al menos Ikki no pudo porque al quedar delante de Seiya se sinti perdido por esa mirada castaa tan brillante y llena de candor, fue imposible resistirse y sigui a sus impulsos que le indicaban lo que deseaba y eso era llanamente volver a sentir al morocho entre sus brazos. Lo tom con un slo movimiento atrayndolo contra l y volvi a besarlo con intensidad y se sinti feliz porque su castao compaero le corresponda, tambin lo hizo cuando sus manos empezaron a explorar y se volvieron ansiosas pues no opuso resistencia de ninguna forma, tampoco cuando fue guiado por el de ojos grises al dormitorio.


Una vez en la habitacin Ikki no perdi el tiempo y recost a Seiya en la cama para seguir besndolo y acaricindolo y unos momentos apenas ya buscaba desabrochar su ropa y sentir su piel pero el castao logr separarse un poco y poner algo de distancia entre los dos.
--Qu sucede Seiya?
--Es que vas muy aprisa.
--Perdona, lo har ms despacio.
--Pero…
--No, no digas nada.
Se acerc al morocho y lo bes con intensidad, haciendo que separara sus labios y el beso se hizo apasionado, tanto que se qued sin aliento y al verse de nuevo pareca completamente fascinado por el joven de cabellos azules, este supo que no se resistira a nada que le pidiera y sonri por slo pensarlo. El joven du Phnix lo acarici en el rostro con cuidado para quitar la cinta de su cuello y abri su camisa de la parte superior para sacarla de sus pantalones pero cuando quiso retirarla las manos del castao lo detuvieron.
--Ikki yo…
--Clmate, djame seguir.
Honestamente el de cabello azul no tena la menor intencin de detenerse, quera al morocho y lo quera para l y a menos que escuchara un contundente no pues no iba a esperar. Fue por eso que dej la ropa por unos momentos para quitarle las botas a su compaero, despus fueron las suyas y aprovech para desvestirse quedando solamente en pantalones, entonces se acerc al otro joven que no dejaba de mirarlo y pareca esperar…por l. Ikki lo acarici primero, tomando su rostro con las manos suavemente, baj despacio por la tela y al buscar nuevamente quitarle la camisa no hubo nada que lo detuviera, sonri; Seiya se mantena expectante de cualquier movimiento del joven de los ojos grises, este lo hizo recostarse con cuidado y sigui besndolo y mientras lo haca comenz a retirar sus pantalones para acariciarlo en el abdomen.
En un primer momento Seiya se sorprendi pero lentamente empez a disfrutar de esas caricias tan nuevas, tanto que no estuvo seguro en que momento qued desnudo sobre la cama, tampoco cuando Ikki se recost sobre l igualmente desnudo y le gustaba, le gustaba ese hombre de ojos grises fuerte y decidido que lo acariciaba a cada instante con ms fuerza y lo apretaba contra su cuerpo haciendo que sus nacientes erecciones se encontraran; cuando el de cabello azules volvi a besarlo supo que el castao se senta tmido pero no se le negara fuera lo que fuera que le pidiera y eso le pareca mejor que nada en el mundo.
El castao senta que los besos ya no eran en sus labios, se desliaban por su cuerpo, despertaban sensaciones y lo hacan curvarse sobre la cama; el de cabello azul admiraba a su compaero, era un ser clido y brillante, incluso tierno y eso le gustaba ms pues nunca haba estado con alguien que fuera as. Los besos estaban llevando a Ikki directamente a la ereccin del castao, cuando la tuvo a su alcance la bes tiernamente y no aguard para probarla con cuidado entre sus labios, presionando con gentileza hasta que lo tuvo por completo en su boca, no poda decir que era ms placentero: tenerlo en su boca o escucharlo gemir.
El joven Seiya no saba que hacer, permaneca en la cama disfrutando, tambin un poco confundido pues no estaba seguro de lo que suceda, tan slo quedaba en manos de ese joven pero algo cambi cuando el de cabello azul abandon su sexo y se coloc sobre l, haciendo que sus piernas quedaran abiertas, lo sinti frotar su erguido sexo contra su intimidad y se arque con soltura gimiendo. Le gust al de ojos grises pero no era suficiente, por eso llev dos de sus dedos a su boca y los lubric lo mejor que pudo para dirigirlos al mismo sitio y los llev con suavidad, primero uno que hizo gemir ms fuerte al castao y despus otro, el morocho se arque separando ms sus piernas y dando un sensual gemido que entusiasmo por dems al de ojos grises; movi sus dedos con firmeza encontrando el sitio que buscaba y haca a su joven compaero desearlo ms, le pareci que era suficiente, ya no iba a esperar para tomar a ese encantador castao que lo haca perder el control por completo.
Ikki bes a Seiya con pasin, lo hizo abrir sus labios y lo recorri con su lengua, apenas si se separ para seguir besndolo y lo penetr con algo de rapidez, tratando de consolarlo por el dolor que se reflejaba en su rostro; les tom tiempo pero cuando lograron acoplarse fue bastante gratificante, ms que gratificante, los dos se estrechaban mientras se movan con inexperiencia y sensualidad, en el caso de Seiya porque nunca haba estado con nadie y en Ikki porque nunca haba estado con nadie que le importara de corazn.
Siguieron amndose con necesidad y pasin aunque un poco sorprendidos de todo lo que estaban descubriendo en esa persona a su lado, de lo candoroso y apasionado que era Seiya, de lo varonil y sensual que era Ikki, pero sin duda ambos convencidos de lo mucho que amaban a esa persona entre sus brazos. En algn momento el castao respiraba con profundidad, mova sus caderas buscando que ese hombre de cabellos azules siguiera amndolo pero le costaba tranquilizarse, algo en su interior se haca ms intenso y clido, le hubiera gustado poder decrselo pero no fue posible, su cuerpo slo le responda al de cabello azul, no a l; el de ojos grises estaba a un paso de la euforia, tena a ese maravilloso castao entre sus brazos, conocedor del placer y la entrega entre los dos y apenas si poda creerlo.
Ikki no podra ms y fue por eso que se movi con ms fuerza en el interior de Seiya al mismo tiempo que acariciaba ese firme sexo entre los dos con su mano, disfrutando del intenso momento que les llevaba al clmax y cuando este lleg el castao solamente abrazaba al de ojos grises con fuerza mientras que el de cabellos azules grit para unos segundos despus quedarse los dos muy juntos, medio cansados pero contentos.
--Te quiero Ikki.
--Y yo a ti mi Seiya.
--Tu Seiya?
--Si, eres mo, solamente mo.
--Tuyo solamente.
Ese da ambos jvenes se amaron varias veces con necesidad y fuerza, al caer la noche tuvieron que prepararse dos vasos de vino con azcar para recuperarse un poco.


No haba forma de detener los acontecimientos, de hecho pareca que eso era justamente lo que esperaba el nuevo comandante en jefe al llegar al frente italiano pero lo que le esperaba no iba ser fcil, no lo era porque lo primero que vio Ikki al lado de su amigo fue que el ejrcito estaba ms bien en la miseria, que los soldados no contaban con lo ms mnimo para abastecerse y que no les llegaban provisiones; adems de eso tenan que lidiar con los tres generales que ya estaban ah y que no parecan dispuestos a obedecer, Massna, Augereau y Berthier pero ellos no contaban, contaban los soldados.
--Soldados—les dijo Napolen—estn desnudos y mal alimentados. Yo los llevar a las llanuras ms frtiles del mundo. Ricas provincias y grandes ciudades caern en nuestro poder. All encontrarn honor, gloria y riqueza.*
Y los soldados bajo su mando respondieron, no tardaron en llegar los xitos pues tomaron Niza, ganaron en Lodi, unos das despus entraban en Miln y si bien a la nobleza del lugar no le convenca el pueblo italiano pareca bastante agradecido de terminar con la ocupacin de los austriacos.
--Hay que movernos aprisa—deca Napolen a Ikki.
--Qu planeas? Al Directorio no creo que le agrade tu respuesta por lo de Kellerman.
--Qu sugieres? Qu deba compartir el mando del ejrcito? Eso no, mi respuesta sera la misma si me lo propusieran de nuevo: Solo o nada.*
--Lo hiciste sonar como un ultimtum.
--El Directorio me necesita.
--Y Austria sigue planeando, no parece que vayan a negociar, dicen que han nombrado a sus mejores generales, Wrmser y Alvizi.
--Que salgan y nos busquen, veremos si les gusta lo que van a encontrar.
El de cabello azul vea una especie de furia en su amigo durante esa campaa pero saba que tena mucho que ver con las noticias que corran, l mismo ya haba escuchado que Josefina lo engaaba; mientras Napolen escriba carta tras carta llenas de pasin su esposa viva muy quitada de la pena, pareca no entender con quien se haba casado pero l no dira nada sobre ese asunto, su amigo tena bastante con sus propios pensamientos.
Ikki por su parte tambin extraaba al que haba dejado, no poda evitar pensar en Seiya, cerraba los ojos en sus pocos momentos de ocio y recordaba lo que era tener al castao estrechamente entre sus brazos, como si temiera perderlo aunque eso no tuviera el menor fundamento, antes de partir lo haba acariciado a cada momento con ms fuerza, muchas veces haban hecho el amor con prisa, casi como si los persiguieran, era en esos momentos cuando le haba hablado con firmeza y cario, con los ojos fijos en esa brillante mirada castaa.
--Te necesito Seiya.
Y su castao solamente le haba sonredo en esas ocasiones para besarlo al siguiente segundo y entregrsele de nuevo con toda su inocencia salvaje por completo.
Pero no haba tiempo para esos recuerdos, no cuando Napolen los guiaba firmemente y victoria tras victoria, los generales austriacos cayeron igual que los dems, incluso el archiduque Carlos, considerado un gran general, cay tambin. Los das que vinieron fueron veloces y activos, tiempo que no fue perdido ni desperdiciado, se trataba de una nueva poca en la que por vez primera no slo Ikki, sino todos quienes le rodeaban, se dieron cuenta quien era realmente este pequeo general que estaba creando un nuevo mundo. Lleg la paz de Campoformio y pareca que era todo lo que poda hacerse razonablemente.
En ese momento las alas de la gloria empezaron a cubrirlo, era los tiempos nuevos, Ikki saba que el Directorio tema a Napolen y que sin duda trataran de darle un destino que lo alejara de Pars y tenan razn en temerle a un hombre que haba demostrado su genio con tanta rapidez, haca tan slo veintin meses que haban dejado la capital y de ser un soldado desconocido estaba por regresar como un hroe nacional. Tambin se dio cuenta el de cabello azul que empezaba a hacer uso de parte de ese nuevo poder pues Napolen empez a colocar a su familia: Jos era comisario de la repblica de Parma, Luciano era comisario de guerra, Lus fue su ayudante de campo en la campaa italiana, su madre viva en Pars con sus hijas. Las cosas marchaban bien pero era momento de regresar. Aunque no estaban seguros de cual era el destino que les esperaba.
--Ests listo para esto?—preguntaba Ikki.
--No debes preocuparte Ikki, por el momento es mejor seguir con la vida de siempre.
--Dicen que cambiaron el nombre de la calle de tu casa, ya no es Rue Chantereine, ahora es Rue Victoire.
--Eso no es tan importante, el Directorio debe estar muy preocupado, yo soy alabado y eso no les gusta.
--Qu supones que harn?
--Mantenerme ocupado.
Era verdad, pareca que no haba nada que hacer en Pars a su regreso, pero el Directorio planeaba, primero sugirieron darle el mando de un ejrcito que invadiera Inglaterra pero ese era un proyecto irrealizable, entonces giraron en redondo para darle uno igual de conveniente pues as estara lejos.


--Por qu deben irse de nuevo?—preguntaba Seiya a punto de llorar.
--Es nuestro destino—deca Ikki.
--Podras quedarte.
--No, no puedo ni quiero quedarme Sabes lo que significa para nosotros Egipto? No se trata nicamente de poder coartar el poder de Inglaterra, es tambin un sueo para nosotros.
--Qu hay de mis sueos Ikki? Qu hay de m en tus planes? Espere todo este tiempo que regresaras de Italia para que apenas tengas la oportunidad saltes a una nueva aventura.
--Entiende Seiya, esto es una oportunidad nica.
--Y es slo para ti, a mi me dejas a un lado.
Por unos momentos guardaron silencio pero el de cabello azul se vea contrariado, el castao se le acerc despacio y lo abraz con ternura.
--Cuando estabas lejos Ikki slo poda cerrar los ojos para pensar en ti, para recordarte, lo que ms me gustaba recordar era cuando me estrechabas en tus brazos y me decas que era tu Seiya…an lo soy, soy tuyo pero me duele estar separado de ti.
--Es algo temporal Seiya—dijo el de ojos grises abrazndolo—Esto no va a ser para siempre, volveremos antes de que lo pienses siquiera.
--Es que se oye tan lejos, Egipto, ese simple nombre me hace creer que la distancia es demasiado larga.
--Lo es pero tal como har el camino de ida te aseguro que har el de vuelta.
--Me lo prometes?
--Te lo prometo.
Se besaron con entusiasmo y no pas mucho para que terminaran haciendo el amor, ciertamente que ese encantador castao segua siendo exquisito en la intimidad, terminaron agotados pero complacidos; mientras Seiya dorma su compaero pensaba, no estaba seguro de lo que sucedera en esa campaa en la tierra de las pirmides pero si estaba seguro que yendo con Napolen sera asombroso.
Vino le despedida que era inevitable, no poda hacerse nada para prolongarla, el diecinueve de mayo de mil setecientos noventa y ocho embarcaron en la nave Oriente, la larga travesa dio inicio hasta que finalmente desembarcaron y fue un xito, vencieron a los mamelucos y de inmediato dio paso una nueva organizacin para seguir avanzando. Llegaron a Alejandra, se dio la batalla de las pirmides hasta que entraron a El Cairo pero tambin hubo algunos reveses pues los ingleses comandados por Nelson vencieron a la escuadra francesa en la batalla de Abukir pero eso no pareca impresionar a Napolen que simplemente segua haciendo planes adems de tener que encarar una crisis que deba ser personal pero fue imposible: Josefina lo engaaba con un tal Charles y no haba dudas de ello. Mientras su esposo estaba lejos ella se haba dedicado a seguir con ese tal Charles y tal vez con algn otro y los hermanos, Jos y Luciano, se lo haban hecho saber de inmediato.
Las cosas no se limitaban a eso, el problema era que haba escrito una carta a su hermano Jos que fue interceptada por los ingleses y publicada, no quedaba bien parado compadecindose de si mismo pero eso no evit que la campaa continuara y que vencieran a los turcos en Abukir.


Para el ao de mil setecientos noventa y nueve las cosas estaban por cambiar radicalmente.
--Este sueo me tiene cansado—comentaba Napolen.
--Es extrao escucharte decir esa palabra—coment Ikki.
--Si tan slo supiramos lo que sucede en Francia, lo que sucede en verdad.
Y deca eso porque saban que todas las noticias eran interceptadas por los ingleses y que dejaban pasar nicamente las que resultaran contrarias a los franceses.
--Es momento de volver.
El de ojos grises observ atentamente a su amigo pero no pudo preguntar si hablaba en serio, se vea que lo haca.
--Cmo supones que lo lograremos?—preguntaba el de cabello azul—Los ingleses tienen dominado el mar.
--Encontraremos la manera, no es la primera vez que lo arriesgara todo en una sola jugada.
--Qu pasara con el ejrcito?
--Dejara a Klber a cargo.
--Creo que sin importar lo que diga ya tienes los planes delimitados.
--Es tiempo de volver, puedo sentirlo, tenemos que regresar a Pars.
Cuando hablaba de esa forma lleno de convencimiento resultaba imposible negarse a seguirlo.
--Tenemos mucho que planear entonces—dijo Ikki.
--Slo tenemos veintinueve aos amigo mo, an tenemos muchos aos por delante.
--Decas que en seis aos podamos tomar hasta la India.
--Usaremos esos mismos seis aos en Francia Quin puede decir lo que haremos en ese tiempo?
--Bien, entonces regresemos.
El viaje de regreso fue veloz, era momento de saber lo que suceda realmente y decidir que pasos dar, era una oportunidad nica si saba aprovecharse. Al llegar a Frjus Ikki fue testigo de la conversacin entre los hermanos Jos y Napolen, este le deca al menor que la gente estaba descontenta con el Directorio, no crean en l, Barras ya no era tomado en cuenta y quedaba Sieys que pareca ser quien an poda sostenerse pero este hombre se daba cuenta que la nica opcin que le quedaba era apoyarse en el ejrcito. Tenan que moverse aprisa.
Lo que vino fue una experiencia aleccionadora para Ikki, hasta ese momento para l su amigo de tantos aos siempre haba sido un militar brillante, incluso un militar que poda moverse en los ms altos crculos de la poltica sin perderse pero slo entonces lo vio comportarse como un poltico, algo que nunca hubiera credo en l, lo haba considerado como un igual en el aspecto de que estaba por encima de los partidos pero se le estaba revelando una nueva faceta que no reconoca: Napolen quera el poder.
Lo que vino fue un plan bastante intenso y que pudo salir mal.
El once de octubre de ese ao el directorio ya saba que Bonaparte haba regresado de Egipto y que haba desembarcado en Frjus arbitrariamente, sin haber recibido rdenes de regresar y era un problema grave el que estaban enfrentando pues tenan que decidir que hacer: o lo detenan por abandonar su ejrcito o lo reciban amablemente. En el camino de regreso a Pars Ikki observ como eran recibidos por la gente, Avignon, Lyon, Pars, todos le reciban como vencedor y hroe, iluminaban las ciudades en su camino, en los teatros se daba la noticia en medio del escenario y el pblico se mostraba contento; ya no era un subalterno el que regresaba sino un gran seor.
Incluso en la casa de Josefina sus ojos grises atestiguaron las continuas visitas de amigos y los que queran pasar como tales, los generales y diputados, los ministros e incluso el prncipe de Talleyrand, todos amables y respetuosos. Tambin Fouch estuvo presente con quien habl en privado por dos horas
Al principio aparentemente no se haba hecho ningn compromiso pero eso era solamente porque no deban darse pasos en falso.
--Qu hars con lo dicho por el tro de sacerdotes?—preguntaba Ikki.
Su amigo saba que se refera a Sieys, Fouch y Talleyrand.
--Los tres concuerdan en que es necesario un golpe de estado—contest Napolen—Y me necesitan para que tenga xito.
--Qu piensas?
--No quiero que sea a punta de bayoneta, debe hacerse legalmente.
--Ya tenemos bastante suerte con no haber sido juzgados por desertar de Egipto.
--No se atrevern a moverse contra m, ya te dije que me necesitan. Lo importante es moverse aprisa antes de que esto se divulgue ms an.


El nueve de noviembre el Senado fue convocado temprano pero no se llam a los que se opondran con toda seguridad, una vez ah los senadores fueron informados de que haba una peligrosa conspiracin contra las Cmaras y deban llevarlos por seguridad a Saint-Cloud, pues ah estaran protegidos por las fuerzas de Bonaparte. Hasta ese momento los planes se cumplieron y pareca que el resto saldra bien, dimitieron como miembros del Directorio Barras, Moulin y Gohier y se traslad a los Consejos a Saint-Cluod, una vez all rodeados del ejrcito aceptaran tres nuevos cnsules y todo el asunto sera legal.
Pero varios de los representantes se inquietaron cuando termin la sesin de ese da pues adivinaban bastante bien el peligro, ante los cual el diez de noviembre el ambiente estaba revuelto, la parte jacobina del Consejo de los Quinientos protestaba violentamente por el cambio de sede y Sieys y sus partidarios perdieron terreno, cuando Napolen apareci en el lugar el asunto ya estaba bastante agitado y tuvieron que sacarlo del lugar ms bien consternado pues el tumulto en el lugar se estaba saliendo de control pero las cosas se salvaron por la intervencin de su hermano Luciano, como presidente de los Quinientos pidi el apoyo de la tropa pues los diputados estaban turbando las deliberaciones de la asamblea, tena el derecho de hacerlo y lo hizo.
Fue cuando entr Joaqun Murat y con sus soldados fue evacuada la sala. El golpe haba sido dado; su hermano Luciano reuni a los diputados suficientes en los pasillos para aprobar la dimisin de los miembros del Directorio y a sus sustitutos que seran tres cnsules: Bonaparte, Sieys y Roger Ducos. Pero Ikki que estaba entre los que escuchaba se dio cuenta que la gente slo escuch Bonaparte y nadie discuti de la legalidad de lo sucedido ese da.
Al da siguiente en Pars se anunciaba el cambio de poder en carteles oficiales y pareca que todo el lugar estaba tranquilo, como si todo fuera calma o al menos respiraban con bienestar, la gente ya estaba cansada y slo queran paz. Ikki no haba acompaado a su amigo al Luxemburgo, se qued con Seiya que pareca tambin contento con todo lo sucedido, al menos con el resultado.
--Que bueno es estar juntos de nuevo—deca Seiya.
Ikki lo escuchaba pero sin duda estaba alegre tambin, la gente se vea entusiasmada alrededor, haba desfiles y pregoneros y todos hablaban de la proclamacin del Consulado, incluso vean a la gente en la calle gritando y abrazndose por la nueva paz que les era permitido vivir, como si ese general invencible que regresaba de Oriente lo pudiera todo. Tal vez si.
--Mira—dijo de pronto el castao.
Se detuvieron frente a una pastelera pues haba Bonapartes de azcar (3).
--Francia le debe la victoria, Francia le deber la paz—ley Seiya la inscripcin—Esto es maravilloso.
--Un dulce?—pregunt Ikki.
--Cuando pienso que conoc al general Bonaparte apenas si lo puedo creer.
--Por qu?
--A veces creo que no entiendes quien es l.
La verdad era que el de cabello azul desde su regreso haba escuchado hablar mucho de su amigo pero en labios de Seiya, antes de su regreso apenas si tocaban el tema pero el castao pasaba buena parte de su tiempo juntos diciendo cosas sobre el General Bonaparte y lo haca como si le pareciera el hombre ms extraordinario que pudiera existir; no era que sintiera celos pero empezaba a ver desde otro punto de vista las cosas, pues su compaero al igual que la mayora de los franceses vea en Napolen todo lo que queran: paz y seguridad.
--Ahora que es el Cnsul todo empezar a marchar como debe—deca con conviccin Seiya.
--Eso espero.
--Lo har.
El resto de ese da fue ms o menos lo mismo, Ikki escuchaba a su castao compaero hablar de Bonaparte como el salvador de Francia, slo el tiempo dira lo que iba a suceder.
Lo siguiente fue una etapa continua de trabajo, se cre la nueva constitucin que fue ratificada el ao siguiente por un plebiscito, fue nombrado Napolen primer cnsul por diez aos, al ao siguiente fund el Banco de Francia para estabilizar las finanzas, se centraliz la administracin y se crearon las prefecturas, se reform el sistema legislativo y pareca que las cosas marcharan bien, slo faltaba la paz con el exterior.
--Siempre trabajando—deca Ikki un extrao da pues haban encontrado tiempo para charlar.
--Debo hacerlo—contest Napolen—Es todo lo que hay en este tiempo.
--Los austriacos estn inquietos, sin duda quieren guerra.
--He tratado de lograr la paz pero todos se niegan a responder.
El de cabello azul saba bastante de eso, saba que haba escrito al rey de Inglaterra y al emperador austro-hngaro pero estos tildaban de usurpador a Napolen y se negaban a contestar.
--Austria no quiere ceder Italia—le dijo Ikki—Pitt no acepta las anexiones de Francia.
--Es momento de hacer una ltima guerra.
--De nuevo guerra.
--Crees que me gusta esa idea? Se bien que mi sitio se sostiene por ser un hroe de la guerra, si pierdo todo lo que he logrado se derrumbar, deseo la paz pero si no lo aceptan la impondr.
El argumento era definitivo, el de ojos grises lo supo de inmediato, tenan que prepararse para la guerra de nuevo. Y no tena idea de lo que dira Seiya al saberlo.


--Voy a ir—dijo Ikki—Tengo que ir.
Pero Seiya no le responda, ni siquiera lo miraba en esos momentos. Para esa altura de su vida ya no vivan como antes, en sitios modestos sino que contaban con una buena propiedad en el lado derecho del Sena, tambin haba mejorado considerablemente su situacin econmica pero en general seguan haciendo la misma vida aunque Ikki ya le haba dicho a Seiya que no tena que seguir dando clases pero este no le haba hecho caso.
--Bien—se limit a decir el morocho con voz seca.
--Qu significa ese tono?—pregunt irritado el de ojos grises.
--Que no tienes porque ir, que si vas es slo porque quieres hacerlo.
--Tengo que ir, es lo que debo hacer.
--No es verdad.
--Seiya…
Lo hizo mirarlo de frente en ese momento pero el morocho se vea contrariado con las noticias que le estaba comunicando.
--Seiya, tengo que ir.
--Si te vas no respondo de lo que suceda.
--Qu quieres decir con eso?
--Que t siempre andas corriendo y yo debo quedarme, que sigues creyendo que el Cnsul te necesita y no es verdad, l no necesita de ti pero t si que lo necesitas a l.
--A qu quieres llegar Seiya?
--A la verdad, yo me quedo y tu te vas, te lo dir Ikki, si te vas de nuevo no cuentes con volver a verme.
--No te irs—dijo tomndolo por el brazo.
--Quin me lo va a impedir? T? Andando lejos en campaa?
--Si.
--Probemos—dijo en tono desafiante el castao.
El de ojos grises no crea lo que estaba sucediendo, en todo ese tiempo no haba credo que Seiya guardara esos sentimientos y ahora se lo estaba diciendo.
--Soy un militar Seiya, es lo que soy, entiende eso.
--Ya me harte de ser el que entiende Ikki, estoy siendo honesto contigo crees que me gusta quedarme solo tanto tiempo? Podra haber buscado con quien consolarme de tus partidas pero no lo hago y no lo hago porque te quiero pero t slo piensas en marcharte en cuanto hay una nueva expedicin.
--No es tan sencillo.
--Lo es. Ya lo sabes, s te vas no me encontrars de vuelta.
Diciendo eso el castao se solt de su agarre y lo dej a solas, escuch un fuerte portazo pero no estaba de humor en esos instantes para tolerar esas escenas, haba muchos planes en marcha y l no iba a hacerlos a un lado slo por amenazas. Corra la primavera de mil ochocientos y era momento de moverse de nuevo hacia la guerra.
El ejrcito fue reunido cuando Austria invadi Gnova, el ejrcito francs bajo el mando de Napolen atraves el paso de San Gran Bernardo en medio de un clima terrible por la nieve y el hielo, tomaron Lombarda y se instalaron en Miln, triunfaron en la batalla de Marengo y el regreso a Pars fue grandioso, al menos por fuera porque Napolen no tard en enterarse de todas las intrigas que se dieron en su ausencia, incluso sus hermanos se vieron mezclados en todo eso.
--Bastaron unas semanas de mi ausencia para que todos me traicionaran—dijo Napolen a Ikki en una charla mientras montaban de regreso.
--Pero estamos de vuelta, todo estar bien.
--Mi corazn es muy viejo*—dijo con desilusin.
--Slo tenemos treinta y dos aos, no digas tal cosa.
Pero ya no hubo respuesta, algo haba cambiado, Ikki lo saba, su amigo ya no era el de antes, algo se estaba gestando en su interior pero no pudo pensar mucho en ello, al llegar a su propio hogar descubri una noticia menos que grata: Seiya se haba marchado.


Lo primero que hizo Ikki al saber que Seiya se haba marchado fue tratar de encontrarlo pero nadie pareca saber nada, primero se sinti molesto y despus preocupado para terminar deprimido, le resultaba imposible que su castao se hubiera marchado y saba que deba hacer algo para encontrarlo pero no saba qu.
--Te tengo noticias—dijo de repente Napolen.
--Los informes estn en regla—respondi Ikki.
--No de ese tipo, Fouch averigu donde est el joven Cheval-ail.
El de cabello azul despreciaba a ese hombre, sera ministro de polica pero para l era un intrigante que vendera su alma si la tuviera por informacin pero tambin saba que nadie estaba mejor enterado de todo lo que suceda en Pars que l.
--Te lo dijo?—pregunt Ikki.
--Se estableci en Chantilly.
Pero el de ojos grises no se movi.
--No hars nada Ikki?
--Fue l quien eligi irse.
--Tal vez tambin debes elegir.
--Qu dices?
--Es momento de decidir Ikki, y si ese joven te importa la mitad de lo que creo que te importa no debes dejarlo ir. Te arrepentirs.
--No voy a rogarle.
--Entonces slo sincrate.
El caballero du Phnix apoy la barbilla en sus manos, tena que hacer algo.
--Tengo que pensar en lo que har—dijo Ikki.
--Te dar el permiso si lo necesitas.
--Gracias. Est noche an tengo este asunto de la pera, lo pensar bien maana.
No se dijeron nada ms. Era el veinticuatro de diciembre de mil ochocientos. Esa noche Napolen iba en compaa de Josefina a la primera representacin de la Schoepfung de Haydn pero al estar en la rue Saint Nicaise estall un cargamento de polvorn y plomo, los escombros volaron hasta por encima de las casas. Poco fue lo que salv a Napolen. Como muchos al escuchar del atentado, Ikki estaba preocupado pero qued sorprendido por la sangre fra de su amigo que continu a la pera para agradecer con rgida indeferencia las aclamaciones frenticas de la gente que lo vio.
Lo siguiente fue aleccionador. Ikki se apresur a estar en las Tulleras pero slo lleg para presenciar la ira desencadenada de Napolen por el complot, las medidas que tom despus de eso fueron fuertes: deportaciones y detenciones contra gente que no estaba implicada pero l crea que si. Fueron sentenciadas intilmente ciento cincuenta personas. Cuando Fouch descubri todo el complot y a los verdaderos culpables quince das despus Napolen lo tom con una mezcla de ira y admiracin; en ese momento Ikki lo supo, su amigo de antao estaba ms bien furioso con lo ocurrido pues alguien terminaba de demostrarle que se haba equivocado y no iba a reconocerlo.
Aos atrs hubiera aprendido de ese momento pero ya no era el mismo hombre, no perdon a los deportados ni mostr cambio alguno hacia Fouch, ese Napolen era distinto pues estaba en vas de convertirse en autcrata y el de cabello azul se decidi en ese instante a lo que deba hacer. Qued ms convencido de su resolucin viendo a ese crculo que a cada momento lo atenazaba ms y ms como un cerco, saba bien que Napolen era conciente de su propia fuerza pero no estaba solo, haba alrededor un clan, esa familia que haba ido con l a Francia y a sus ojos eran unos hambrientos de poder, unos ambiciosos que estaban muy concientes de cuan alto haba llegado l y por lo mismo estaban esperando ser elevados a su vez, queran ascender y el esplendor que estaba sobre el hermano y no cesaban de acosarlo con movimientos que se supona deba dar para garantizar el poder. Las intrigas de esa parentela lo estaban distanciando de todos, de los antiguos camaradas y amigos, de las viejas ideas de Repblica y Libertad, queran convertirlo en un dspota.
Haba presenciado con sus propios ojos grises la forma en que se llenaba con sus xitos, su forma obstinada de perseguir y eliminar a todos los que tuvieran ideas verdaderamente republicanas, se estaba alejando el general y a cada paso se vea alguien nuevo…y l no se quedara a verlo. Era el momento de irse, ms an cuando el costo para comprenderlo haba sido el abandono de Seiya.


Chantilly era un sitio tranquilo, se poda estar cmodamente ah, una casa era ocupada por un joven castao que viva solo, contaba con la ayuda de un criado y una cocinera solamente, no pareca interesarle ms gente cerca. No haca mucha vida social, le gustaba hablar con todo el que quisiera hablar pero no comentaba nada de Pars aunque saban que vena de ah. Tena costumbre por las maanas dar una vuelta por los alrededores, estando prcticamente a las orillas del ro Nonette le gustaba ir a ese sitio, refrescndose con la tranquilidad y mejorando de humor por los das vividos, de todas formas esa mejora segua mostrando una cierta tristeza en su mirada pero se decidi y no iba a retractarse.
Estaba por volver a su casa cuando vio a alguien de pie a unos pasos de l.
--Seiya.
--Ikki.
--Al fin supe donde te encontrabas.
--A qu viniste?
--A buscarte y si me lo permites a estar contigo.
--Lo hars, hasta que el Cnsul haga otra campaa porque entonces te irs.
--No lo har, vine a buscarte para quedarme.
El castao lo miraba pero no pareca convencerse de esas palabras, permaneca en su sitio con los brazos cruzados.
--Es la verdad Seiya, no quiero seguir en Pars sin ti.
--Te lo dije, te dije que no me encontraras de vuelta si te ibas y de todas maneras te fuiste, preferiste dejarme.
--Tambin dijiste que me queras.
El castao agach la vista, estaba un tanto abatido con lo sucedido, cuando el de cabello azul se acerc y qued frente a l se sinti casi temblar.
--Hablemos Seiya.
Diciendo eso el joven de ojos castaos lo llev a casa, estaban solos pues el sirviente haba ido a hacer unos encargos y la cocinera estara ya en el mercado, sirvi un par de copas de vino pues fue lo nico que se le ocurri hacer. Al ver de nuevo a Ikki le hubiera gustado mantenerse fro pero no pudo, solamente poda recordar lo que era estar juntos y sentir sus manos sobre l, no tard en perderse de nuevo ante ese hombre, cuando el de ojos grises lo abraz fuertemente contra su cuerpo trataba de decirle algo sobre detenerse pero ninguno de los dos lo hizo; Ikki lo levant en sus brazos y lo llev al primer sitio que le pareci la recmara, entre apasionados besos y caricias le hizo el amor de nuevo.
Unos momentos despus Seiya se acurruc a un lado en la cama y empez a llorar.
--Por qu me haces esto Ikki?
--Sigues siendo mi Seiya.
--Y de qu sirve? T no vas a quedarte, yo podr ser tuyo pero t no eres mo, por eso me fui, porque merezco ser feliz con alguien que est conmigo por completo y no slo a momentos.
--Eso no es verdad.
--T slo vives para el Cnsul Bonaparte y yo no quiero vivir as, sabiendo que tus intereses son otros, que antepones tu deber a m.
--Cuando hablabas de l nunca era en ese tono Seiya.
--Eso era antes de entender que te tiene por completo, cuando te fuiste de verdad esperaba que no lo hicieras, que me eligieras a m.
--Ahora estoy contigo y es para quedarme Seiya, ya no me ir.
Le dijo esas palabras con tanta ternura y conviccin que el castao busc de inmediato su cuerpo y lo estrech con fuerza, el de ojos grises lo bes hasta que las lgrimas cesaron.
--Quiero creerte Ikki, de verdad quiero hacerlo.
--Slo creme.
No tard en convencerse el castao pues el de cabello azul se qued a su lado, a pesar de la cercana no volvi a Pars.


Lo que vino fue un periodo muy productivo pero ninguna de las noticias que les llegaron hicieron que Ikki se marchara; no lo hizo cuando Napolen segua cosechando victorias, la paz definitiva con Inglaterra, el concordato con la iglesia: las dos potencias ya no eran enemigas de Francia; el pas estaba tranquilo, la economa ordenada, terminada la discordia entre partidos, la riqueza floreca, la industria se desarrollaba, las artes estaban despertando. Se haba firmado el tratado de Lunville con Austria, Francia se anexionaba la orilla izquierda del Rin, se fund la Legin de Honor y el tres de agosto de mil ochocientos dos un plebiscito eligi a Napolen Cnsul vitalicio.
Pero para mil ochocientos tres ya se gestaba la guerra entre Francia e Inglaterra pues los ingleses no dejaban Malta y los franceses no evacuaban Holanda, Suecia y el Piamonte, cuando el embargo britnico de barcos franceses Napolen proyect una invasin a Inglaterra. El ao siguiente las cosas siguieron tensndose, hubo nuevos atentados y complots, si bien tambin hubo algo importante: la entrada en vigor del Cdigo Civil. De todas maneras nada evitaba que las cosas siguieran avanzando a un punto en el que ya nada detendra al Cnsul. El Senado le ofreci la corona imperial y este acept.
Durante esos aos distanciados Ikki no haba tenido noticias directas de su amigo, se haba dedicado a una vida completamente annima lejos de Pars, por eso una maana que Seiya entr con una carta en la mano no estuvo seguro de qu pensar.
--Te lleg esto—dijo con voz seca el castao.
La forma en que lo dijo puso alerta al de cabello azul y entenda que su compaero se predispusiera al ver el escudo en el lacre, abri la misiva y se sorprendi un poco del contenido, tena que decirle a su pareja lo que suceda.
--Debo ir a Pars Seiya.
Pero no hubo una respuesta.
--Napolen quiere que est presente en su coronacin.
Los ojos castaos se abrieron con sorpresa.
--Me escribi por eso Seiya, me pide que vaya.
--Cundo ser?
Le extendi la carta y el castao la ley, la fecha era clara.
--Ser mejor que vayas Ikki.
--Dirs que vayamos Seiya.
--No, no quiero hacerlo.
Ese comportamiento le pareca un poco extrao al de cabello azul pero saba que no insistir era lo mejor, deba prepararse. A pesar de todo la opinin de Seiya haba cambiado y al igual que mucha gente le pareca que las cosas estaban llegando demasiado lejos con Napolen, ms con ese asunto de la coronacin, ya no era a los ojos de muchos ese hroe glorioso sino ms bien alguien que deseaba el poder simplemente a costa de quien fuera.
Unos das antes de la coronacin Ikki lleg a Pars, escuchaba las noticias correr, le pareci extrao cuando escuch que el futuro emperador se haba empeado en que fuera el papa quien lo consagrara en Notre Dame pues nunca fue un hombre muy religioso. Pero ya estaba ah y estara con l, era su amigo, era lo que contaba. Arregl sus asuntos y logr una entrevista, lo hicieron esperar dos horas pero finalmente tuvo unos minutos para verse con su amigo o al menos era parecido al que fuera su amigo.
--Finalmente podemos vernos—dijo Napolen.
--Deba decidirme y eleg a Seiya—respondi Ikki—No cre verte as un da.
--Hubo cosas que solucionar, queran que fuera una coronacin en Campo de Marte pero hubiramos tenido que depender del clima.
--Por eso ser en Notre Dame.
Se vean pero algo haba cambiado y mucho.
--Qu haces ahora Ikki?
--Me establec con Seiya en Chantilly, vivimos ah, invertimos en una fbrica de telas y encajes, las cosas marchan bien, no necesitamos mucho y nos gusta nuestra vida.
--No vino contigo?
--No.
--Pasarn su cumpleaos separados.
Al de cabello azul no le sorprenda que recordara eso, saba que su memoria era prodigiosa, que recordara que el uno de diciembre era cumpleaos de su castao no era tan difcil que sucediera as que no le asombr.
--A Seiya no le molesta—dijo el de cabello azul.
--Espero que sea un buen regalo el que compense tu ausencia.
--Le compr un piano.
--Supongo que le gustar.
--No te distraer ms, debes estar ocupado, maana ser un da importante.
--Ser un gran da, te quedars aqu.
Esa fue una orden y no pudieron decir ms, el futuro emperador deba dar ciertas instrucciones an.
Fue gracias a esas horas que el caballero du Phnix pudo observar como se desarrollaban las cosas en ese nuevo mundo, apenas unos aos y todo era diferente, completamente diferente. La ltima vez que se haban visto todava era el Napolen que buscaba terminar con la guerra, identificado con su pas, el pueblo y sus ministros pero el Napolen de ese momento, cuatro aos despus, era un emperador, pareca no pensar en el pas ni en su pueblo, slo pensaba en Europa, en el mundo, en la eternidad.
Tambin atestigu como actuaba el resto del clan, queran ascender en el esplendor de una forma insaciable pero carecan del genio que disculpara esas acciones, acosaban a su hermano para llegar al poder, que formara una monarqua, una monarqua familiar, tambin queran que se divorciara de Josefina para que se casara con una princesa…y todo lo estaban logrando.
De tal forma que estaban el dos de diciembre de mil ochocientos cuatro atestiguando como Napolen se converta en emperador de Francia.


Ikki no se qued mucho tiempo despus de la coronacin, prefiri regresar a Chantilly donde su castao lo esperaba; a lo lejos, con esa distancia voluntaria tuvo noticias de lo que vino, de cmo Napolen fund una corte imperial, hizo prncipes y duques, condes y barones, Josefina y sus hermanas tuvieron damas de honor. Incluso le dio a l el ttulo de caballero en la Legin de Honor pero fue todo lo que acept, las cosas eran diferentes entre ellos. Y pensar que tan slo tenan treinta y cinco aos.
En su hogar las cosas estaban tranquilas con Seiya, los dos eran felices y les gustaba su vida pero el castao se dio cuenta que algo ms suceda. Se acerc a Ikki que observaba por la ventana el campo abierto.
--An piensas en l—dijo el castao.
--Es mi amigo, me preocupa.
--Te gustara estar a su lado?
--Si pero l no lo aceptara.
--Ikki…
--No te culpes Seiya, esto no tiene que ver contigo, cuando me decid fue por ti y nunca me arrepentira de eso, de ser feliz contigo.
--No s que te sucede entonces.
--Me preocupa mi amigo, no el emperador, ha logrado tanto y si cae ser muy duro.
--Por qu crees eso?
--No lo s pero es lo que pienso.
Seiya tan slo lo abraz, no haba terminado de comprender esa relacin entre ellos dos, saba que era especial y que los lazos entre ambos eran profundos, al menos estaba seguro que para su compaero no fue nicamente amistad, fue tambin la admiracin hacia un hombre que le habl como un igual y represent todo lo que quera para su pas: la fuerza, la fortaleza, el triunfo…que se convirtiera en emperador fue como una brecha pero slo Ikki la senta.
El tiempo dira lo que sucedera con todos ellos, tal vez el destino les exigi papeles diferentes a cada uno a pesar de haberlos hecho tan similares, nacidos bajo la misma estrella pero Napolen se convirti en un sol y todos estaban deslumbrados; en cuanto a l, pues Ikki se conformaba, tal vez no tena una vida tan brillante pero era dichoso, su amigo tendra un imperio pero l estaba tranquilo y tena a su Seiya, era toda la gloria que necesitaba en su existencia.


FIN
Notas finales: Debo decir que me quedé en este punto de la trama histórica porque desde el primer momento fue en lo que pensé, por eso no mencioné ya nada sobre el ocaso del imperio ni el exilio ni los Cien Días ni el destierro definitivo, preferí quedarme sólo hasta este punto. En lo personal me gusta la historia de Francia y es por eso que me quedé con este personaje, uno de mis cinco personajes favoritos de la historia, honestamente de todos los eventos que sucedieron un 15 de agosto este fue el primero que me llegó a la mente, de hecho empecé estas tramas porque fue de la primera fecha que me di cuenta que coincidía con un personaje histórico y por eso me animé a que me dijeran las demás fechas de los personajes de Saint Seiya, así dio inicio y en cierta forma de reconocimiento ya que fue el Fénix el iniciador es la primera de estas historias.
Debo agregar que de ninguna forma es mi interés hacer otra cosa que entretener, no es dar clases de historia ni mucho menos, es sólo algo que quise hacer.
Ikki es du Phénix porque es de Fénix en francés, es lo que significa.
“La paille au nez” fue un sobrenombre que le dieron a Napoleón y es algo así como La paja en la nariz, por su acento tan particular.
Seiya es Cheval-ailé porque significa caballo alado en francés, o sea un Pegaso pero me gustó más así.
*Estas frases son atribuidas a Napoleón de verdad.
(1) Existe una receta que se llama Ensalada Napoleón pues según se dice era uno de sus platillos favoritos, es una ensalada de alubias.
(2) Eso lo dijo Goethe.
(3) Eso fue cierto, incluso lo de la inscripción.
Trois-Ylets es lo que hoy conocemos como Martinica.
Los nombres de personas y lugares son verdaderos, exceptuando por supuesto a Seiya y a Ikki pero todos los demás son datos verídicos, claro que no los usé todos como fueron al cien por ciento pero sólo eran para apoyarme en la trama, no es mi intención de ninguna manera enseñar historia.
Use las fechas de acuerdo al calendario gregoriano pero sabemos que las fechas en ese momentos eran de acuerdo al calendario revolucionario, lo hice porque me resultaba más sencillo manejarlas de esa forma, espero que no importe.
Siendo como es un tema que me gusta mucho la historia de Francia he tenido la oportunidad de leer de Napoleón, me basé en algunos trabajos como el de André Maurois y Stefan Sweig.
Una buena forma de seguir la trayectoria de Napoleón, al menos para mí, es por medio de los cuadros que se conservan de él, como los retratos de Laffite, el de Philippoteaux, el de Gros, el de Phillips aunque probablemente los más conocidos son los cuadros de Gros en el que lleva la bandera tricolor en el paso del puente de Arcole, el de David en el que monta a caballo que es Napoleón cruzando los Alpes y el de Gérard que es el de Napoleón emperador.
Sólo me queda esperar que les haya gustado o al menos entretenido.

La siguiente trama es la de Seiya.

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