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Sueños por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una historia corta, nunca he usado a la pareja y ciertamente nunca he usado a Hypnos de protagonista, de todas maneras espero que les guste.

Notas del capitulo:

Dedicado a Niutsachan, quien sugirió algo con Hypnos, espero que te guste, también cumple con tu otra sugerencia.


Espero que les guste a los demás.


 

 

Desde que los dioses eran dioses habían estado presentes en todo conflicto que se diera en la tierra pero cuando los conflictos terminaban ellos seguían siendo dioses y seguían conviviendo como si nada, así siempre había sido y así sería. Por eso el que terminara de haber un gran peligro en el que casi se destruyó a la humanidad y Hades casi mataba a Atena no les quitó el sueño ni les asombró que estuvieran reunidos y se trataran cortésmente en el mismo sitio.

Y los sirvientes de cada uno estaban ahí para formar parte de los nuevos acontecimientos, les gustara o no.

Lo mismo iba para los dioses.

Así que esa reunión en los Campos Elíseos no podía menos que aparentar ser placentera, el lugar era perfecto con sus verdes praderas y las floridas colinas, casi idílico resultaba el simple concepto de estar ahí. Pero en realidad no todos disfrutaban de ello. Para quien conocía ese sitio perfectamente por haber vivido más vidas que un hombre no resultaba tan encantador ese sitio, si se toma en cuenta que no era exactamente un hombre, sino un dios, pues no tenía porqué quejarse pero de todas maneras lo hacía, no con palabras pero si con sus acciones.

--Cualquiera diría que no te agrada estar aquí-dijo una figura casi idéntica acercándose a él.

--No me agrada Thánatos.

--Por favor Hypnos, tienes que mostrar algo de mesura para permanecer entre los demás.

--¿Desde cuando eres el que cita la prudencia?

--Desde que tú insistes en demostrar tu desgano por todo.

Los dioses gemelos se miraban en esos momentos pero no harían nada para entenderse, de hecho a pesar de su parentesco nunca lo habían hecho, se limitaban a tratarse y seguir con sus vidas, sus afectos y sus disgustos no estaban a discusión en esos instantes.

--¿No te aburre todo esto Thánatos?

--Si pero procuro encontrar la forma de entretenerme Hypnos.

--¿Entretenerme?-preguntó pensativo-No se escucha mal eso, buscaré algo que me distraiga.

--No armes una escena.

--¿Por qué haría eso?

--Por que eres tú.

--Por favor Thánatos.

--Sólo te advierto que si algo sale mal por tu causa el señor Hades te arreglará personalmente.

--Con razón no has hecho nada digno de ti.

--No me buscaré problemas gratuitos.

El de los cabellos dorados sonrió apenas pues sus labios no se movían usualmente para hacer eso, de los dos estaba consciente que Thánatos era más impulsivo pero sin duda había aprendido su lección sobre ser discreto y no dar por hecho que nada podía pasarles, ya no, ahora sabían que las acciones tenían consecuencias, aún para ellos.

--Te aseguro que no daré motivos de queja Thánatos.

--Disfruta de la reunión Hypnos...con discreción, sea lo que sea que tengas en mente.

Con sus ojos dorados fijos en lo que quería el deiforme se alejó de su gemelo mientras éste continuó por el lugar trastocando conversaciones y alimentándose de la presencia de otros en ese sitio.

 

 

Alguien más estaba no del todo en el ambiente de una reunión, con sus ojos azules lo observaba todo y se decía que en una reunión de ese tipo lo normal era divertirse pero de alguna manera él no lo lograba, y no comprendía el porqué. Estaba vivo de nuevo, apenas tenía veinte años y sentía que una nueva oportunidad de seguir en la Tierra debería significar algo pero si era así él no le encontraba el sentido todavía. Veía que sus compañeros prontamente se habían adaptado a todo ese nuevo mundo pero él de alguna manera no encontraba su sitio.

Miraba alrededor con su usual manera de hacer las cosas: fríamente y sin perder tiempo. El piso de fino mármol era resplandeciente, los antiguos candelabros del palacio parecían refulgir, las amplias ventanas dejaban ver el exterior pero él se interesó más por los desconocidos pasillos que nunca había recorrido, las paredes mostraban imágenes clásicas de lejanos mitos, gloriosas historias de tiempos muertos. De alguna manera ese lugar se las ingeniaba para decir que siempre estaría aunque los que lo conocieran murieran o nunca volvieran.

Al mismo tiempo era justamente su fastuoso estilo el que intimidaba un poco al joven de los cabellos azules, no le gustaba sentirse intimidado pero así era como se sentía en esos momentos, porque ese era un mundo al que nunca pertenecería pero de cierta manera nunca se había sentido parte de ningún lugar. Terminó por sacudir su cabeza, no importaba eso cuando su diosa les había dicho que iban a ir y él se limitaba a obedecer como siempre lo había hecho. Se encontraba entre los selectos invitados, podía compartir con dioses en esos momentos y estaba seguro que no muchos mortales habían tenido ese privilegio.

Le gustaba de todas maneras la oportunidad de hacer esa breve exploración, se había separado de sus compañeros para eso pero no creía que echaran de menos su compañía, y no pensaba hacer nada que mortificara a su diosa así que no creía que hubiera problemas en que estuviera haciendo lo que hacía. Además si algo llegaba a presentarse siempre podría regresar al lado de sus compañeros. Había visto a todos los demás invitados, rostros familiares aunque no podía decir que fueran gratos los recuerdos de sus encuentros con varios de ellos. Después de todo nadie estaba de ánimo para peleas así que tampoco suponía que fuera un problema.

Seguía observando alrededor, ese sitio era increíble, nunca pensó que realmente hubiera una construcción semejante, nunca sus ojos lo habían contemplado. Sus pensamientos volvieron a la idea de los días pasados, de las batallas y de sus extintas vidas para regresar, el mundo estaba en paz ¿Y ahora qué? ¿Qué se suponía que sucedería ahora con ellos? De todas formas lo más importante era que había paz, al menos le gustaba creer que era lo más importante.

Siguiendo en su silencio y observando el de los ojos azules se quedó mirando una pintura que estaba dentro de otra habitación, la puerta estaba abierta y se decidió a entrar, no creía que hubiera problemas con eso, se acercó calmadamente y vio la pieza, se preguntó cuanto tiempo tendría en ese sitio pero no veía nada que le diera una respuesta. Entonces sucedió.

--Estás muy lejos de tu sitio.

El de ojos azules volteó de inmediato y vio que alguien le hablaba pero no vio a quien pues estaba sentado en un amplio sillón que lo cubría por completo. Tuvo que acercarse para reconocerlo.

--No sabía que hubiera alguien aquí-dijo el que estaba de pie.

Pero no recibió una respuesta así que de nuevo habló.

--Lo siento-se disculpo-No sabía que hubiera alguien aquí.

--No debía haberlo-dijo el que estaba sentado-Olvidé cerrar la puerta.

Los dorados cabellos de Hypnos se reflejaban en la copa de vino que tenía en ese momento casi a la altura de su rostro. Por un momento el recién llegado se sintió sorprendido pero se había repuesto aprisa.

--Lamento interrumpir señor Hypnos.

--Tanta formalidad, parece que en el Santuario los educan bien.

Sobrevino un pequeño silencio pero el de los ojos dorados lo terminó.

--Camus de Acuario, caballero de Atenas, dorado caballero de Atenas. Finalmente te conozco.

--No quise ser una molestia-dijo el de Acuario dispuesto a retirarse.

--Pareciera que te escapas de la reunión.

--Sólo daba una vuelta para conocer el palacio, mi presencia no es indispensable en el lugar.

--Tampoco la mía.

En ese instante el de ojos dorados dio un sorbo a su copa dejando al caballero sin estar seguro de cómo proceder hacia él.

--¿Te gustaría un trago Camus? Este vino es bastante bueno, antiguo y extraño, además bebiéndolo me dedicó a algo más que a aburrirme.

El de cabellos azules se quedó sorprendido un instante, parecía que Hypnos había bebido un poco más de lo recomendable, aunque no vio motivos para no aceptar.

--Me agradaría mucho señor Hypnos.

--No me digas señor, ya no son necesarias tantas formalidades, ahora estamos en un mundo de paz ¿lo recuerdas?

Tomó una copa y de inmediato sirvió la bebida de color ambarino y extendió el trago al otro hombre que lo tomó pero antes de probarlo dejó que el buqué del vino llegara a su nariz, era agradable el aroma, sólo entonces bebió, un leve trago para permitir que su boca se adaptara al sabor y lo apreciara, era bueno, muy bueno y lo dejó saber.

--Es delicioso-dijo Camus.

Sintió de inmediato como un calorcito que le corría por el cuerpo, era agradable, un buen vino.

--Es un vino de la cava privada de este sitio, sólo quedan media docena de botellas Camus-se sirvió más y preguntó--¿De verdad te gustó?

--Es excepcional probar algo así.

Hypnos sonrió ante esa respuesta pero quizás la sonrisa se debió más a que vio la manera en que el de cabellos azules probó su labio superior con su lengua, un movimiento tan sutil que nadie lo hubiera notado pero él si.

--Mis gustos son exquisitos Camus, nunca he probado nada que no sea digno de ello.

Sin esperar por una respuesta rió y el de ojos azules se limitaba a observarlo.

--Pero por favor ponte cómodo-dijo el de ojos dorados-No quiero ser un mal anfitrión.

Tomaron lugares distintos, Hypnos regresó al sillón y Camus tomó un pequeño diván pero muy confortable, invitaba a recostarse y tomar una siesta. De inmediato el primero sirvió de nuevo sus copas y no perdía detalle alguno de lo que hacía el caballero del Santuario.

--¿Sucede algo?-terminó preguntando el de ojos azules.

--No, nada. Más bien me preguntaba porqué te alejaste de los demás, tus compañeros, amigos, eres como un héroe.

--No soy tal cosa, sólo soy un servidor de Atena. Quería conocer más de este sitio, eso es todo.

--Comprendo Camus, sé lo que se siente estar aburrido de los demás.

--No es aburrimiento.

--Entonces sé lo que es sentirte fuera de lugar sin importar donde estés y con quien estés.

El de ojos azules prefirió no responder a eso, bebió de su copa y el de cabello dorado se ocupo de que no estuviera vacía.

--He pasado reuniones como esta Camus, no son eternas aunque lo parezcan, no te preocupes, no hay nada malo con querer estar solo un tiempo.

--Gracias por decirlo.

Al de ojos dorados le pareció que podía sonreír por eso pero no lo hizo, se limitó a esperar, dejando que el vino siguiera corriendo entre ambos y charlando casualmente, lo cual fue extraño. En realidad ninguno de los dos estuvo seguro en ese momento de si fue por el alcohol o porque el que lograran entenderse, los vacíos y los silencios, la carga de tener que mostrarse y seguir adelante, sólo quedaba seguir adelante. En algún momento Hypnos se quedó observando a ese  joven delante de él, le parecía que lo veía con total claridad en ese instante y se dijo que era alguien interesante.

Era alguien con quien podía hablar.

La vida sin duda aún le guardaba algunas sorpresas a él que tanto había vivido.

 

 

La conversación se hizo libre en esos momentos, de las batallas y sus costos, de la forma en que el mundo era manejado por dioses y poderes ¿De quién venían esos poderes? Rieron y charlaron de lo absurdo que era a veces seguir ciegamente las órdenes de otros pero era la vida que tenían y no podían arrojarla a un lado. Esa noche sin duda no había sido un desperdicio cuando les brindó la oportunidad de conocerse un poco más.

En ese momento al de cabellos dorados se le ocurrió algo.

--Ven conmigo Camus, quiero que veas algo.

--¿No sería mejor que regresáramos con los demás?

--Esto es algo que vale la pena verse.

El de cabellos azules lo pensó pero se dispuso a seguirlo en silencio y sin preguntar más.

Llegaron a otro salón en el que parecía que todo estaba a oscuras pero al entrar y sin saber el de Acuario cómo se iluminó pero de una manera distinta a ninguna que él hubiera conocido, pues parecía como un brillo de luna el que llenaba el lugar. Fueron a lo que le pareció una fuente, no estaba seguro que tipo de fuente era pero ahí estaba, entonces se acercaron y de inmediato el de cabellos dorados le indicó algo.

--Desde aquí podemos ver lo que sucede en la reunión Camus.

El de los ojos azules se acercó y vio que era verdad, en la tranquila agua se reflejaban las imágenes y miraba lo que estaba sucediendo sin necesidad de estar ahí. Veía a los otros dioses y sus compañeros estar en el lugar, hablar, tratar de comprenderse o al menos pretender hacerlo.

--¿Esto que es? ¿Una especie de entretenimiento?-preguntó el de ojos azules.

--Más bien es para mantenerme enterado de lo que sucede en los Elíseos.

Mientras el de Acuario estaba ocupado mirando lo que sucedía no se percató que él estaba siendo observado, Hypnos no había apartado su mirada de él, en ese instante estaba como prendado de ese mechón de cabellos azules que se deslizaba por su hombro y no podía resistiré al deseo de tocarlo, de comprobar si era tan sedoso como se veía, estiró sus dedos con delicadeza para no perturbar al otro y supo que si, ese cabello era tal y como se veía pero no fue tan discreto sino que lo atraparon en acción.

Los azules ojos de Camus lo miraban interrogante por verlo tener su cabello entre sus dedos.

--Perdona Camus, sólo deseaba comprobar si tu cabello era tan sedoso como se veía.

--No importa.

--Si te interesa saberlo si lo es.

--Tienes un cabello hermoso, no entiendo porqué te interesa el de los demás.

--¿Crees eso Camus?

--Pocas veces se ve a alguien con un cabello tan dorado como el tuyo.

--¿Te gustaría sentirlo?

Sin más el de la mirada dorada tomó una mano del joven a su lado y la llevó a sus cabellos, eran finos como hilos de oro o al menos eso le pareció al de Acuario pero al querer separarse no pudo, quedó ante los dorados ojos de Hypnos que no lo perdían de vista, se sorprendió pero no se apartó, además contaba que llegó a él un aroma especial, venía del otro hombre y se sintió confuso, sin perder un segundo más se sintió besado en los labios con pasión.

Por unos momentos fue simplemente el contacto pero lentamente Hypnos hacía más profundo el beso, acariciaba sus labios, pasó sensualmente la punta de su lengua por la boca del de Acuario, entonces unos brazos lo estrecharon atrayéndolo más contra el cuerpo que parecía ahora sostenerlo, podía sucumbir sin evitarlo y el otro lo sabía pero algo ocurrió. Un sonido resonó en el sitio, no provenía de ahí, era de lejos, pero lo hizo apartarse y entonces el de cabellos azules recordó algo de estar presente cuando tañeran las campanas. Tenía que marcharse.

Se quedó mirando al de ojos dorados sorprendido ¿en qué estaba pensando? No podía hacer algo semejante, en territorios extraños y con un dios. Dio dos pasos atrás y el de cabellos dorados quiso retenerlo.

--Espera, por favor espera Camus, no te vayas así...

Pero el de ojos azules ya había dado vuelta, de todas maneras Hypnos lo alcanzó aferrando su muñeca entre sus dedos.

--Camus...

--Lo lamento...gracias...tengo que irme Hypnos...

Y lo hizo.

Hypnos observó como se alejaba velozmente de él, sentía en sus labios los del otro y en sus brazos su presencia, tenía que marcharse en ese instante pero no lo dejaría irse, no así. Tenía que encontrar que dijera su nombre pero de una manera muy distinta, no con formalidad ni huyendo. De pronto lo supo, una eternidad había pasado en ese instante para él, había encontrado al hombre con el que pasaría su vida o al menos la pasaría tratando de convencerlo de hacerlo.

 

 

Con la partida de Camus tan abrupta de su lado Hypnos no tuvo la oportunidad de acercarse de nuevo, los caballeros se marcharon de vuelta al Santuario y él tuvo que quedarse en los Campos Elíseos, aún así no por eso dejaba de pensar, de pensar en ese hombre de cabellos azules que lo había dejado sin aliento por sentirlo una sola vez entre sus brazos, por probar esos labios que sus labios no olvidaban y por esa mirada brillante y el sentir esos cabellos entre sus dedos, por la simple e imprescindible presencia que parecía ya no poder desvanecerse.

El de cabellos dorados andaba callado por el lugar, salía y daba vueltas pero no veía nada de lo que le rodeaba, ese sitio era tan frío en realidad, siempre igual, imperturbable mientras que su interior se enfrascaba en una tormenta de emociones que no comprendía ¿Qué estaba sucediendo con él? Y mientras trataba de descifrarlo el silencio y la melancolía parecían ser sus compañeros constantes de andanzas.

Había muchas cosas que no comprendía en esos momentos, no entendía del todo esa nueva vida que estaba llenado el universo y tampoco el porqué Camus se había marchado como lo había hecho, aunque tampoco podía explicarse porque seguía pensando en él ¡Por los dioses! Lo había visto apenas unos instantes, nada más, no era para que se sintiera de esa manera.

Y en su alejamiento alguien notaba claramente las señales de que algo no marchaba como debía.

Thánatos no preguntaba ni se preocupaba ni tomaba interés en los demás aunque fuera su hermano, sin embargo en esos momentos no le quedaba sino estar atento pues esos cambios en el otro lo distraían y prefería saber de una buena vez que estaba sucediendo con él.

--Hypnos.

--¿Qué quieres Thánatos?

--Saber que está sucediendo contigo.

--No me sucede nada.

--Y hasta crees que ya te creí, anda, dime que te sucede.

El de cabellos dorados sabía que el otro no dejaría de insistir hasta que le sacara la verdad, así tuviera que pegarse como su sombra a su lado y no dejarlo en ningún momento, con eso en mente supo que lo mejor era hablar.

--Pienso en alguien Thánatos.

--¿En alguien? ¿Puedes ser más específico?

--En Camus de Acuario.

--¿El caballero de Atena?

--¿Es que hay otro?

--¿En serio piensas en el dorado ese?

--¿Para eso me haces preguntas?

--Está bien Hypnos, ahora dime ¿Qué hay con él?

--No lo sé.

--¿Cómo que no sabes?

--Pues nos vimos en la reunión, él apareció de pronto, le invité una copa, charlamos, anduvimos por el lugar y...

--¿Y? No te detengas ni omitas detalles por más torcidos o perversos que sean.

--¿Tienes algo más en la cabeza Thánatos?

--No quieres saber que hay en mi cabeza, te lo aseguro, ahora dime ¿Qué pasó? ¿Sexo desesperado? ¿Sexo culposo?

--No.

--¿Entonces?

--Nos besamos.

--¿Eso es todo? ¿Estoy perdiendo mi tiempo escuchándote por un triste y miserable beso?

--No fue triste ni miserable, fue único Thánatos, hermoso.

--Sólo se besaron.

--En realidad yo lo besé.

Con eso el de ojos plateados guardó silencio y se le quedó mirando a su hermano de una manera muy particular, tanto así que el de cabellos dorados tuvo que preguntar por lo que sucedía.

--¿No dirás nada Thánatos?

--Estás en problemas Hypnos.

--¿De qué hablas?

--Esto fue peor que si hubiera sido sexo.

--¿Cómo puede ser peor?

--Lo es. El sexo es físico, respuesta hormonal pero tú lo besaste y sigues pensando en eso.

--¿Y?

--¿Es que no entiendes Hypnos? Ahora sientes algo.

--Claro que no.

--Claro que si, por eso andas callado y te alejas, no es pasajero y no lo vas a olvidar.

Hypnos se quedó pensando en eso ¿de verdad era para tanto? No lo creía pero su hermano continuó.

--Ahora que si crees que en verdad no importa Hypnos se te pasará.

--No, no creo, de verdad fue único, nunca había vivido algo así, no puedo dejar de pensar en él Thánatos.

--Si no puedes dejar de hacerlo entonces debes pensar en algo para acercarte.

--Sabes bien que no puedo, no sin llamar la atención. No puedo llamarlo pero tampoco puedo ir a buscarlo. No sin saber si él quiere verme también.

El de ojos dorados lo miraba fijamente, tanto que el otro le sostuvo la mirada pero sin terminar de comprender lo que estaba sucediendo.

--¿Te das cuenta de lo que te sucede Hypnos?

--Tengo que pensar en que hacer Thánatos.

--¿Debo entender que lo amas?

--Creo que es prematuro hablar de amor.

--Pero eres tú quien está decidió a que sea el único y que sea sólo tuyo desde que lo conociste.

--No fue así.

--¿No?

Pero el de ojos dorados guardó silencio bajando la vista ante lo cual el de mirada plateada continuó.

--¿Por qué harías algo como eso si no hay amor Hypnos?

--Hablas con tanta facilidad, dices amor esto, amor aquello, suenas como un molesto romántico, no entiendo eso de ti.

--Por si no lo sabes muchos guerreros son románticos, incluso los dioses amamos y amamos a los humanos, para ellos es parte de su naturaleza y cuando lo sentimos somos como ellos.

--Aún si todo lo que dices es verdad Thánatos no pienso discutirlo contigo ¿Qué si lo amo? No es posible que sea tan rápido.

--¿Acaso no has escuchado del amor a primera vista?

--No creo en tal cosa.

--Entonces te diré lo que sé, que vamos llevando nuestra existencia solitaria hasta que alguien, alguien que siempre debió estar ahí aparece, hay quienes se reconocen de inmediato y saben que son el amor, a la mayoría les toma más tiempo pero sigue siendo amor.

--¿Amar? ¿Tú?

--Incluso yo puedo hacerlo Hypnos, y aquellos a quienes he amado los he amado de verdad, con lo mejor de mí.

--Y aún así está solo Thánatos.

--Pero no por eso me he rendido.

Se quedaron mirando fijamente pero el de cabellos plateados  tuvo algo más que agregar.

--El amor está hecho en parte con base de sueños Hypnos, en eso creo que tú eres el experto.

Se alejó pero su hermano comprendió lo que trataba de decirle, no era momento de rendirse. Miraba a su alrededor y descansó un poco más, tan sólo permitía a sus ideas vagar y un plan se fue formando en su interior, se decidió finalmente: conquistaría a ese esquivo Camus y lo haría en donde no podría rechazarlo.

 

 

Con su regreso de los Campos Elíseos al Santuario los caballeros se sentían tranquilos, después de todo no había porque preocuparse, los dioses estaban en paz y por lo mismo ellos podían estar en paz, era un buen mundo ese sin duda. Entre los que regresaron estaba Camus que se mantuvo silencioso y lejano pero como era normal en él nadie notó que estaba confundido, pensando intensamente en algo más.

--Será mejor descansar-escuchó decir a Afrodita.

--Nos hará bien eso-agregó Shura.

Como él no dijo nada los otros dos preguntaron.

--¿No te agrada volver Camus?

--Claro que si Shura,

--Es que parece que no.

--Estoy bien Afrodita. Gracias a los dos por preguntar.

Con eso parecía asunto resuelto lo de su conversación y terminaron por ir a sus templos a descansar, les hacía falta.

Ya en la soledad de Acuario el de los cabellos azules se tendió en su cama y se dispuso a reposar unos instantes pero inevitablemente su mente se dedicó a rememorar lo que había sucedido en los Campos Elíseos, lo de Hypnos, pero no tardó en dejarlo de lado, había sido por un segundo y por el vino, no tenía porque pensar más en ellos, después de todo no iba a repetirse. Lo mejor era descansar y olvidarlo. Para él era asunto terminado.

Durante los días siguientes todos los caballeros seguían con sus vidas, ese tipo de existencia que habían conocido antes de las batallas y no se quejaban por ello, era mejor eso que estar muerto. Así que los dorados cumplían con su rutinaria vida y a veces se permitían compartir un poco más de sus vidas pero en general todo marchaba perfectamente o al menos no tenían motivos de queja de ninguna clase. En ese medio el caballero de Acuario, Camus, seguía siendo un ejemplo de rectitud y cumplimiento de los deberes y al de cabellos azules le gustaba que fuera de esa manera.

Por ese día sus labores lo entretuvieron bastante pero al anochecer todo estaba tranquilo, así que se dispuso a descansar con calma, cenó, se aseó y estaba listo para dormir. Sin embargo algo diferente sucedería esa noche. Al ir a su habitación y recostarse no tardó en quedarse dormido.

Camus no sabía como pero lo cierto es que se veía vestido como si fuera un joven de un siglo atrás, con ropa fina pero no muy abrigadora para el clima que lo rodeaba, se veía la nieve gobernar el lugar en el que se encontraba pero por lo demás el sitio estaba tranquilo. Parecía un bosque en el que no faltaba nada, por lo blanco de la nieve y el hielo casi se pensaría que era de cristal. Aunque aún no comprendía que hacía en ese sitio. Estaba a mitad de esos pensamientos cuando le llegó el sonido de algo acercándose y volteó, no se esperaba lo que vio.

Era un carruaje, más bien un trineo dorado y blanco que se dirigía directamente a él, iba tirado por dos enormes tigres siberianos, hermosos y perfectos animales blancos y resplandecientes pero eso no fue lo más asombroso.

--Camus.

Quien lo llamaba si lo era.

--Hypnos-murmuraba el de cabellos azules.

El deiforme estaba cubierto por pieles plateadas y con una suave mirada en sus dorados ojos. Un instante después estaba abajo del trineo y se acercaba al de cabellos azules.

--Ven conmigo Camus-le decía.

Hypnos cubrió con una piel dorada al de Acuario y sin más estaban de nuevo en el trineo y en marcha, avanzando por el bosque y dejándolo atrás para entrar lo que en unos momentos le pareció al caballero como un desierto de nieve.

--¿Dónde vamos Hypnos?

--A un hermoso lugar Camus.

Siguieron avanzando y finalmente quedaron en lo que parecía un blanco campo, tan desierto y solitario que se confundía el punto del horizonte que fundía el cielo con la tierra.

--¿Qué hacemos aquí Hypnos?

--Espera un segundo y lo veras Camus.

En ese instante el oscurecido cielo empezaba a brillar, se dibujaban figuras destellantes y danzantes con sus colores perfectos y sólo entonces el de ojos azules reconoció lo que veía.

--Son las luces de la Aurora-comentó Camus.

--¿Lo recuerdas?-preguntó Hypnos con suavidad.

Pero lo siguiente fue silencio, no había nada que decir cuando se podía observar ese perfecto espectáculo que brindaba la naturaleza a los hombres. Cuando terminó pudieron hablar de nuevo.

--Es muy hermoso Hypnos.

--Si, lo es.

--Gracias por traerme.

En ese instante el de Acuario recargó su cabeza en el hombro del de cabellos dorados y este a su vez acariciaba sus hilos azules que ya lo habían fascinado en una ocasión. Quizás por el momento, tal vez por la cercanía o simplemente porque quería hacerlo Camus le dijo algo más al hombre a su lado.

--Ya había visto estas luces Hypnos. Cuando era niño.

--Dime más-le pidió el de mirada dorada.

--Durante mi entrenamiento una vez pude verlas, me gustaron mucho, sentí que nunca volvería a ver nada semejante en el mundo.

--Y deseabas verlas de nuevo...con alguien a tu lado.

--Si ¿Cómo lo sabes?

Pero Hypnos respondió sonriendo después de unos segundos.

--Porque yo deseaba lo mismo cuando las vi Camus.

En ese momento se miraron de frente y el de los ojos azules se sintió un poco sorprendido de verlo sonreír, no creía que fuera alguien que lo hiciera y verlo le pareció encantador. En ese momento el otro le acarició suavemente el rostro.

--Hypnos...

--Volveremos a vernos Camus.

En ese momento el de ojos azules los cerró pero cuando volvió a abrirlos descubrió que estaba en su habitación, descansando en su cama, terminó de despertar suavemente y sintiéndose contento.

--Todo fue un sueño-se dijo a si mismo.

Pero reconocía que había sido un sueño hermoso, sin embargo también le pareció extraño pues estaba consciente que él no soñaba.

Durante el día Camus se mantuvo en una especie de pasividad alegre, a pesar de no hacer nada distinto los demás notaban que estaba como contento y eso decidió que le preguntaran al respecto.

--Pareces de muy buen humor Camus.

--Lo estoy Milo.

--¿Qué sucedió?

--Dormí bien anoche, eso fue todo.

Y parecía que era todo pero no era así.

 

 

En los días siguientes aparentemente nada sucedía, las cosas siguieron igual en el Santuario y en la vida del caballero del onceavo templo, incluso parecía que había dejado de poblar su memoria ese sueño que había tenido, todo estaba como siempre. Por la noche el de ojos azules se disponía a descansar y nada se lo impidió, se metió a su cama y unos momentos después ya andaba dormido. Pero no durmió simplemente.

Camus se vio de nuevo en sus sueños, ahora se veía en una amplia y cómoda habitación, caminaba con suavidad hacia un balcón desde el cual se asomaba y podía observar el lugar, se convenció que estaba en una especie de palacio y al mirarse a si mismo se dijo que era del tipo de Luis XIV por los adornos y su ropa.

--Camus...

Volteó pues le parecía que alguien susurraba su nombre, no estaba del todo seguro pero lo escuchó de nuevo.

--Camus...

Entonces se dispuso a averiguar el origen de ese llamado y anduvo por el lugar hasta que llegó a lo que le pareció un maravilloso jardín con flores que nunca en su vida había visto para después convencerse que no era un jardín.

--Camus.

Ahora veía a quien lo llamaba y no lo hacía en voz alta pero él podía escucharlo perfectamente.

--Hypnos-dijo algo sorprendido.

El de los cabellos dorados estaba ante él vestido casi como príncipe de cuento de hadas y esperándolo con los brazos abiertos.

--Ven conmigo Camus-le pedía.

Y el de cabellos azules iba a él, ambos subían a una barca adornada con zafiros y navegaron, si, en eso que el de ojos azules creyó un jardín pero que en realidad era un mar de flores. No tardó en estar el de Acuario en los brazos de Hypnos.

--Es hermoso-dijo el caballero.

--Lo es.

Por unos momentos no dijeron nada pero fue el de ojos dorados el que empezó  a hablar.

--La vida de los hombres es muy solitaria Camus, la de los dioses no es tan diferente.

Pero el de ojos azules no dijo nada.

--Estamos una eternidad-continuó Hypnos-Hacemos aquello para lo que debemos existir, cumplimos con nuestro papel y si es así no hay discusión alguna sobre nuestro proceder pero a veces eso no es suficiente, no basta con la eternidad y el poder.

--¿No?

--No, necesitamos más que eso.

--¿Qué puede ser necesario teniendo una eternidad y poder Hypnos?

--¿Qué es la eternidad si se esta solo? ¿Para que sirve el poder si no es en interés a alguien?

--Parece que has pensado bastante en esto.

--Así es Camus, lo he pensado y lo he pensado más desde que te conocí.

--No creo ser tan influyente.

--Lo eres, eres como se describe el corazón de los hombres.

--¿Crees eso?

--Estoy seguro Camus, tan intenso y vivo que te presentas con toda tu fortaleza y no hay poder que pueda contenerte.

--Hypnos...

--Eres perfecto como el crepúsculo y más radiante que la luz.

El de los cabellos azules se sintió sin fuerzas para responder a eso y el de cabellos dorados lo tomó por los hombros para mirarse de frente con suavidad.

--Quiero estar cerca Camus.

--Hypnos...

--No dejaré que estés solo Camus, nunca más.

Diciéndole eso sumergió una de sus manos en las flores que los llevaban a la deriva y tomando una la besó para después entregársela a Camus haciendo que la sostuviera contra su pecho y el de los ojos azules sonrió.

--Nunca creí vivir algo así Hypnos.

--Yo cumpliré tus sueños Camus, todos ellos.

Sintiéndose a gusto el de Acuario se dejó llevar como lo hace una ola en la marea.

El despertar fue un momento muy delicado en Acuario, se movió suavemente y con calma sintiéndose rebosante de vida, era hermoso despertar y sentir que se estaba vivo, era conmovedor poder contemplar el mundo y ser parte de él o al menos todo eso le parecía al de cabellos azules que parecía mirar todo de una manera diferente desde ese momento, como si respirara lleno de vida.

 

 

Pero las cosas no terminaban en ese punto, Camus tuvo más sueños en esos días, sueños constantes y cumplidos sin importar las aparentes limitantes pero después de todo el reino de los sueños no tiene límites, por eso son sueños. Hasta ese momento todos eran románticos, intrépidos, divertidos, hermosos, no habían pasado de eso y el de ojos azules no los había tomado más allá de ser fragmentos de fantasía que el mundo onírico le ofrecía pero hubo un momento en que sintió que eran más que simples sueños.

El caballero de Acuario estaba en su templo, descansaba una tarde con tranquilidad y se quedó leyendo un libro sentado en su sofá, casi sin darse cuenta se fue quedando dormido en el agradable mueble y no fue extraño que después estuviera ya dormido y soñando. La presencia de su compañero de sueños tampoco le resultó inusual pues se trataba de Hypnos, se veía a si mismo correr a su lado por una silenciosa y remota playa de aguas cristalinas, se sumergían en el oleaje y reían mientras nadaban, sin embargo algo cambió durante ese tiempo.

En algún momento el de Acuario salía de nuevo a la superficie y volteaba alrededor tratando de encontrar al de cabellos dorados pero no lo veía, no sabía que sucedía y estaba por llamarlo cuando repentinamente éste salía del agua justamente a su espalda y no esperaba para estrecharlo en sus fuertes brazos contra su pecho. El de cabellos azules sintió de inmediato como una oleada de pasión recorrerlo y dejarlo sin habla por la proximidad del otro mientras el de los ojos dorados lo acariciaba.

--Camus-susurraba sensualmente a su oído.

El de los ojos azules se quedaba muy quieto sin voluntad tan sólo por escucharlo y el otro le hablaba de nuevo con sensualidad contenida.

--Eres tan hermoso Camus.

Y le decía eso acariciándolo por el pecho deslizando lentamente su mano hasta la cintura del otro, una de sus manos llegaba a la entrepierna del caballero y lo acariciaba tiernamente.

--Me he tocado pensando en ti-decía en tono sugestivo el deiforme.

Como para comprobar su punto se frotaba contra el cuerpo del de cabellos azules dejándole sentir que estaba excitado.

--He tenido orgasmos por eso Camus, no sólo alivio o placer, verdaderos orgasmos por pensar en hacerte el amor.

El joven de ojos azules sentía la excitación corriendo por su cuerpo, la tibieza del cuerpo del otro contra el suyo, sus manos acariciándolo y la simple presencia del de ojos dorados le quitaba la voluntad, en ese instante se encontraba en sus manos y no se le resistiría a nada de lo que le pidiera, lo deseaba, esa era la verdad, lo deseaba con todo su ser. Y el de ojos dorados no se había detenido.

--Como sea Camus, sobre ti, sobre mi espalda, de pie, no importa el escenario, quiero hacerte el amor.

Uniendo los hechos a sus palabras el de ojos azules sentía que lo besaba en el cuello y hacía que se diera vuelta hacia él, lo despojaba de su bañador, lo hacía estrecharlo por el cuello, pasaba sus piernas por sus caderas, sus sexos se erguían y se encontraban de inmediato con erotismo, lo besaba en el cuello y frotaba su virilidad contra su intimidad, estaba por entrar en él y lo deseaba tanto, tanto que se arqueó contra ese fuerte cuerpo para ofrecerse por completo y...

Lo siguiente que supo Camus fue que le dolía y que estaba en su templo, en el suelo de mármol de su templo para ser precisos, se incorporó a medias tratando de encontrarle sentido a lo que había sucedido cuando concluyó con lo ocurrido. Sin duda dormido como estaba en el sofá y considerando lo que había estado soñando se había movido y cayó del mueble al suelo, con eso el sueño se terminó pero no así su excitación que seguía firme entre sus piernas. Se sintió algo apenado de su situación, excitado y en el suelo, nunca le había pasado algo como eso.

Se decidió por solucionarlo y fue al baño, o sea que se fue a dar un baño de agua helada que sentía que le hacía falta, se quedó quieto bajo la regadera hasta que sus ansias terminaron y se sintió más tranquilo, lo suficiente para pensar ¿Qué estaba pasando con él? Hasta ese momento sus sueños habían sido algo ocasional pero lo de ese momento era distinto. Un beso con Hypnos y ya andaba como adolescente libidinoso soñando con cosas de ese tipo. Eso no era digno de un caballero, más valía que buscara respuestas a lo que le estaba sucediendo.

Cuando descansó esa noche no soñó nada.

 

 

Camus había tratado de pensar en qué manera manejar lo que le había estado sucediendo y para eso recurrió a algo que sabía siempre podría ayudarle: los libros. En el Santuario el caballero de Acuario tenía fama de ser uno de los caballeros más inteligentes y estudiosos y esa fama no era gratuita sino plenamente justificada con su comportamiento y conducta. Así que estuvo investigando sobre periodos de sueños y sueños en general hasta que llegó a un material que le pareció indicado pero no estaba seguro de su validez.

Había estado aprovechando para leer en sus ratos libres pues sentía que necesitaba dejar resuelto ese asunto cuanto antes, por eso cuando al estar terminando con su entrenamiento tomó de inmediato su libro no les pareció inusual a los otros pero si tenían dudas desde hacía tiempo y les pareció bien preguntar.

--¿Qué haces con eso Camus?-preguntó Shura.

--Es sólo algo que me ha interesado leer-respondió el del onceavo templo.

--No imaginaba que te interesaran ese tipo de cosas-comentó Aldebarán.

--Es sólo para estar informado.

--Yo creo que los sueños son sólo eso-agregó Saga-No creo que predigan cosas ni nada de eso.

--No menosprecies ese saber-intervino Shaka-Los sueños pueden ser importantes aliados para los hombres.

--¿Hay algún sueño en particular que quieras interpretar Camus?-le preguntó amablemente Afrodita.

--Pues...

--¿Acaso sabes de eso?-interrumpió preguntando Death Mask.

--Algo-contestó el de Piscis.

--¿De verdad?-indagó Milo.

--Si.

Pero todos pusieron una expresión algo particular, de incredulidad y casi como si dijeran con su comportamiento que siendo el del último templo sin duda era una frivolidad más de su parte, lo cual no pasó desapercibido para el de los ojos celestes pero se dispuso a hablar con Camus.

--Los sueños han sido estudiados ampliamente desde que los hombres son hombres-dijo el de Piscis-Entre la tribu de los senoi se creía que los sueños no sólo manifiestan nuestros sentimientos actuales sino que también encauzan los sentimientos en ciernes, por eso animan tanto su discusión y comprensión.

Los demás dorados lo miraban sin estar seguros de qué pensar pero el del doceavo templo continuó.

--Aristóteles decía que eran manifestaciones de las emociones del ser humano; Descartes creía que al dormir los nervios que unían el cerebro al cuerpo a veces se tensaban y que esas sensaciones producían sueños; para Freud expresaban deseos inconscientes que de esa manera se cumplían; Adler opinaba que los sueños se deben a problemas cotidianos sin resolver; Jung escribió que eran un paso hacia el desarrollo de la personalidad, para que las personas podamos conocernos a nosotros mismos; Fromm creía que en los sueños los seres humanos expresaban sus sentimientos internos por medio del conocimiento externo adquirido (1). 

Los demás lo miraban como preguntándose de dónde había sacado eso pero el del doceavo templo continuó.

--Los sueños son vistos como medios para realizar nuestros deseos, en otros casos como una fuente de información y que algunos más tienen sus raíces en la formación de nuestra infancia, para algunos especialistas son considerados como síntomas de enfermedades.

Los demás se quedaron sin palabras después de ese discurso pero el de Piscis agregó algo.

--Evidentemente ustedes creen que por ser yo no puedo saber estas cosas ¿verdad?

Con eso el de ojos celestes se alejó pero los otros se quedaron aún hablando al respecto, sin embargo Camus logró despedirse y fue tras su compañero, lo alcanzó antes de que abandonara Acuario.

--Afrodita.

--¿Qué sucede Camus?-preguntó deteniéndose.

--Perdona por lo que sucedió.

--No importa, está bien. Pero dime algo por favor ¿Por qué quieres saber de sueños? No parece algo que te interese.

--Pues es que he tenido un sueño particular-respondió minimizando el asunto.

--Si quieres te puedo ayudar con eso Camus. Los nacidos bajo el signo de Piscis tendemos al misticismo y lo que toca los aspectos estéticos de la vida, la inspiración y ciertas aptitudes para el estudio del más allá. Estamos predispuestos a los estados de vigilia junto con un deseo de comunicarnos con los del otro mundo. ¿Sabías que en los medios religiosos somos ocultistas, médiums y sacerdotes?

--Ignoraba eso Afrodita.

--Soy bueno para eso de los sueños.

El de Acuario lo pensó por unos momentos pero terminó por convencerse.

--Tuve un sueño especial Afrodita, algo...íntimo.

--¿Soñaste que tuviste sexo con alguien?

--¿Cómo supiste?

--Ahora que lo dices sé que si.

--Por favor Afrodita...

--Tranquilo, no es tan malo ni tan inusual.

--¿No?

--No. Mira Camus, la explicación más sencilla es que tuviste un sueño erótico lo cual es normal en los hombres sobre todo en las madrugadas ya que a esas horas los niveles hormonales aumentan. Otra explicación es que hiciste algo durante el día que te hizo continuar con esa idea, como ver o tener sexo.

--No fue nada de eso.

--Entonces es que quieres conocer mejor a quien soñaste (2).

--¿Eso significa?

--Es una de las explicaciones más sencillas Camus.

El de los ojos azules se quedó pensando en eso.

--Tengo que irme Camus.

--Muchas gracias Afrodita.

--De nada.

Con eso el de mirada celeste se retiró pero el del onceavo templo se quedó pensando un poco más en sus palabras ¿Deseaba conocer mejor a Hypnos? ¿Cómo podía ser eso posible? Pero después de todo no había dejado de soñar con él en esos días, tal vez, sólo tal vez hubiera una manera de lograr saber más de él. Pero tendría que pensarlo pues no se le ocurría ninguna.

 

 

Ya era tarde, bastante entrada la noche y el caballero de Acuario aún no sabía que hacer, se había dicho que quizás no fuera tan importante lo de esos sueños y que lo mejor era dejar de lado todo eso, no valía la pena que perdiera su tiempo pensando en algo que no iba a suceder. Aún cuando viera a Hypnos ¿Qué iba a decirle? Sin duda haría un bonito papel delante de un dios diciéndole que había soñado con él y que deseaba saber hasta donde podían llegar los dos como una pareja. Tendría suerte si el otro tan sólo se reía de él. Convencido de que lo mejor era dejarse de esas ideas se dispuso a descansar.

El de cabellos azules se adormeció pensando en Hypnos y cuando se quedó completamente dormido no tardó en entrar al reino de los sueños. Ni en encontrarse con su señor.

--Camus.

El de los ojos azules se veía fuera de una cueva, escuchaba claramente que lo llamaban y no sintió temor de  ningún tipo al empezar a entrar a ese sitio, se limitaba a continuar pues era lo que deseaba hacer. Vio que el sitio tenía flores, las reconoció, amapolas y otras plantas hipnóticas adornaban el lugar pero no tuvo tiempo de admirarlas. Su mirada recayó en lo que le pareció una habitación pues estaba exquisitamente arreglada y sobre todo en la que dominaba una enorme cama que estaba cubierta con cortinas oscuras alrededor (3).

--Ven Camus.

Vio como una mano traspasaba las cortinas y esperaba por él, no dudo en tomarla y un instante después estaba del otro lado de las sombrías telas sobre lo que adivino era una cama de plumas pero dejó eso a un lado al ver al hombre que ahí descansaba.

--Haz venido Camus.

--Si.

--Me alegra que lo hicieras.

El de ojos dorados lo miraba como sonriendo, aguardando por lo que tuviera que decirle y sin embargo el de Acuario no se atrevía a decir nada.

--¿Qué sucede Camus?

--Esto es tan extraño Hypnos.

--No lo es, yo quiero estar contigo y tú quieres estar conmigo ¿Qué hay de extraño en eso?

--Cada vez que he soñado contigo han sido cosas maravillosas las que han sucedido, ya no sé que pensar por eso.

--Tus sueños se realizaron Camus, puedo hacer que tus sueños se cumplan, no tienes que lamentarte por ello.

--No lo hago pero siguen siendo sueños, no son la realidad.

--Entonces hagamos algo que sea real.

--Hypnos...

--Me quedaré a tu lado Camus, permíteme eso, nunca te abandonaré, permíteme ser el hombre de tus sueños.

--Sé que estoy soñando y sin embargo al sentirte así, a mi lado, parece tan real.

--Dilo Camus, tan sólo dilo y haré que sea real.

--¿Qué debo decir?

--Que quieres estar conmigo, que me quieres a tu lado.

--Hypnos...

--Dilo y no serán sólo sueños.

El de Acuario miró directamente el rostro del otro, se sumergió en su mirada dorada y se dijo que era verdad, era lo que él quería y no importaba si era real o no, en ese momento no le importaba nada que no fuera estar con él.

--Quédate a mi lado Hypnos.

El de los Campos Elíseos se acercó y lo besó con intensidad, al sentir sus brazos alrededor de su cuerpo el de cabellos azules se sintió dichoso, si era un sueño no quería despertar.

Camus despertó repentinamente y sintió la presencia de inmediato de alguien a su lado sobre las sábanas.

--Hypnos-murmuró sin terminar de creerlo.

--Estoy aquí Camus.

--¿Es verdad? ¿No estoy soñando de nuevo?

--No, estoy aquí Camus, estoy aquí para ti.

En realidad Hypnos se había limitado a esperar, siendo como era dios del sueño podía controlarlos y meterse en los sueños de cualquiera que deseara, por eso había conocido los sueños de su joven de cabellos azules y los había cumplido esperando que fuera el mismo Camus quien le dijera que deseaba estar con él, ahora que lo había escuchado no se permitiría estar lejos por más tiempo.

Sin más se buscaron los labios y se besaron con pasión, estrechándose con intensidad, para el de ojos azules si era un sueño no quería despertar y si no lo era sería completamente dichoso. Sus cuerpos se buscaron en el silencio y la noche, disfrutando de lo hermoso que es tocar a otra persona que desea tanto como nosotros que la toquemos, compartiendo la intimidad hasta las últimas consecuencias pues no había marcha atrás en lo que sucedería esa noche, los dos lo sabían y lo querían con todo su ser. Embargados por la pasión no querían separarse y supieron que no esperarían más para seguir con sus deseos.

 

 

Se separaron unos instantes y se quedaron como si se contemplaran, ambos sentados sobre la cama, completamente desnudos y con sus ojos brillantes, casi como si soñaran de nuevo.

Hypnos se acercó a Camus y de sus labios salió una promesa.

--Nunca te habían hecho el amor como yo.

Se acercó suavemente a Camus y acarició su mejilla, después tomó con suavidad su sexo, su erguido sexo y como si sus dedos fueran alas de mariposa lo frotó, no dejaba de acariciarlo y a veces lo sacudían poco por la base y después aprisionaba el glande para excitarlo, sus manos fueron más deseosas y recorrieron sus muslos y su suave trasero para no esperar más y hacer que el de Acuario se acostara con cuidado.

Al quedar sobre sus espalda acarició y besó sus muslos, con lo que unos momentos después logró separarlos sin inconvenientes, primero besó sus piernas para llegar al turgente miembro de nuevo, sin esperar le dio una serie de besos en la punta, haciendo gemir al de los cabellos azules quien trataba de buscar el rostro de Hypnos, logró llevar sus manos y lo tomó por el cabello dorado, pudo ver como lo besaba y empezaba a tocarlo usando su lengua, se miraron por un segundo pero las primeras pulsaciones del placer se hacían sentir y el de ojos azules los cerró haciendo su cabeza hacia atrás respirando agitado, son eso el de ojos dorados supo que necesitaba continuar.

Aprisionó en sus labios la corona del firme miembro de Camus para estimularlo pero se separó unos instantes y usó sus dedos de nuevo, lo frotó con deseo por la punta para escucharlo gemir y volvió a jugar con su boca en el mismo lugar, disfrutando de la manera en que el de Acuario respondía a sus caricias. Siguió así para pasar su lengua de la punta a la base pero sabía que no era suficiente, así que lubricó uno de sus dedos y jugueteando primero y presionando después los llevó a la masculina entrada del de cabellos azules. Cuando el de mirada azulada lo sintió lanzó un agudo gemido por la firme penetración pero se quedó tan quieto como pudo para disfrutarla.

Mientras, Hypnos no dejaba de pasar su lengua por su miembro, prestando especial atención al frenillo, y con su dígito en el interior de ese suave cuerpo comenzó a moverlo y más que nada a prepararlo. Los primeros movimientos fueron lentos pero al sentir como Camus se relajaba y lo disfrutaba tomó en su boca el erguido sexo para complacerlo y llevó dos de sus dedos al interior de la varonil estrechez del de cabellos azules.

Sólo por unos momentos estuvieron de esa manera pues el de Acuario sintió como Hypnos retiraba lentamente sus dígitos, haciéndoselo sentir pero no pudo decir nada ya que el de ojos dorados colocó sus manos en la base de sus muslos y separándolos aún más besó su íntima masculinidad, pasó su lengua alrededor del descubierto camino y con la punta muy decidida del húmedo músculo dio inicio a otra penetración, más suave pero muy erótica.

Con su mano Hypnos seguía complaciendo el turgente miembro del de Acuario pero a la vez metía y retiraba su lengua del viril pasaje que necesitaba estimular. Hypnos se acariciaba con su mano libre para al mismo tiempo presionar tan dentro como pudo en la intimidad del de cabellos azules, retiró su lengua y usó de nuevo sus dedos, metiendo dos al mismo tiempo y separándolos y haciéndolos girar en su interior para alistarlo pero no era sencillo pues estaba sumamente estrecho, aún así se esforzaba. Cuando sintió que no podía más el de cabellos dorados se lubricó y con determinación tomó los tobillos de Camus, lo hizo flexionar sus piernas al mismo tiempo que las separaba para entrar en él; su empuje fue apasionado y con ardor, escuchaba al de ojos azules gemir de forma ahogada pero no podía detenerse, necesitaba entrar y sentirse cobijado por esa masculina estrechez cuanto antes.

Ambos gemían y respiraban temblorosos, aguardaron unos segundos pero la pasión y el deseo reclamaban que continuaran. Hypnos retrocedió un poco para entrar de nuevo con firmeza, disfrutando de la experiencia y tuvo algo más que decir.

--Si...mmmhhh...si...

Apenas si se movió y continuó.

--Que delicia...así....así me gustas...

Parecía dar un lamento pero siguió.

--Que estrecho estás...si...estás delicioso...me encantas...

Sentía como la intimidad de Camus lo envolvía, estrechándolo en su interior y provocando que se excitara más, fue así que sus embestidas dieron inicio. Disfrutaba de los quedos gemidos del de ojos azules, tanto que lo atrajo por la cintura para que quedara frente a él y poder besarlo y sentir como se frotaba su sexo contra su abdomen. Poco a poco lograba que sus penetraciones fueran más profundas y rítmicas, ese varonil pasaje lo recibía con mayor facilidad pero sentía que necesitaba más; Hypnos se separó del de Acuario, con velocidad lo hizo quedar sobre sus rodillas y apoyándose en sus manos, se colocó tras él y usando sus manos separó su trasero, miró por un instante la cálida entrada ya dilatada por él, casi se relamió los labios para tomar las caderas del de cabellos azules y penetrarlo de nuevo.

Camus se mordió los labios pero no pudo resistirse mucho ya que las embestidas de Hypnos fueron más decididas y fuertes, además empezó a acariciar su pecho y bajaba por su abdomen para frotar su sexo; ambos gemían con pasión y se entregaban con ardor pero el de cabellos dorados sintió como estaba más rígido a cada acometida y no quiso terminar así. Salió del de Acuario nuevamente sintiendo que casi le dolía por lo turgente que estaba pero quería ver el rostro del de ojos azules, necesitaba verlo, lo acostó de nuevo sobre su espalda y llevó sus piernas a sus hombros, apoyándose en su peso para que las flexionara, buscando sus labios y devorándolos mientras su mano frotaba con necesidad y brío el sexo de su compañero.

Los dos hombres gemían más aprisa y sus movimientos fueron veloces, la pasión los consumía mientras se volvían uno; Camus gemía con gritos ahogados y a veces se quedaba sin voz sintiendo como Hypnos presionaba bien dentro de él, en sus sitios más íntimos con fuerza y ardor, tocaba y rozaba con exquisita precisión una zona muy sensible que lo hacía arquearse y desear que no se detuviera, llevó sus manos a los brazos del de ojos dorados como única forma de pedirle que no se detuviera pues no podía hablar mientras el otro seguía embistiéndolo con un apasionado asalto de amorosa fiereza.

Hypnos hacía todo lo que le era posible para satisfacer a Camus, quería llevarlo hasta la saciedad y al mismo tiempo calmar esa sed y esa hambre que despertaba el otro en él, por eso no se detenía sino que continuaba con su ardoroso ritmo que despertaba el más llano y primitivo deseo de satisfacción pero no se olvidaba de querer la culminación del de ojos azules. Entre su deseo, la necesidad y la pasión surgió algo más, como un encanto incontenible, un insensato acoplamiento animal, el de cabellos dorados no podía más, sujetó al de los ojos azules entre sus brazos con fuerza y empezó a arremeter con lujuria llana e indomable el dispuesto cuerpo de su compañero; ante el asalto irrefrenable Camus comenzó a gritar, sentía como el hombre sobre él entraba a su cuerpo, su determinación y su fuerza. Hypnos lo sujetó con energía y lo colmaba, lo llenaba hasta lo más profundo, se había convertido en un deseo enardecido e implacable.

--Mío...eres mío...Camus...eres mío...

Clamaba con intensidad Hypnos.

--¡Soy tuyo! ¡Tuyo!

Gritó Camus con pasión al grado que derramó unas lágrimas. El cuerpo de Hypnos se sacudía con ímpetu sobre Camus, dentro de Camus, el éxtasis fue súbito, casi terrible en su fuerza, los hizo parte del otro y los dos fueron uno, sus esencias abandonaron sus cuerpos mientras se quedaban sin aliento y se estrechaban al límite de sus fuerzas. El clímax los estremecía y corría como descargas de placer puro desde sus vientres al resto de su cuerpo; la calma llegó...con el tiempo pero ellos dos sentían que aunque sus cuerpos se separaran ya nada evitaría que se pertenecieran uno al otro,

Hypnos sostenía protectoramente a Camus entre sus brazos, no podía sino reconocer algo completamente azorado en sus pensamientos.

--"Esto es amor, realmente amor"

Lo era, no se trataba de un sueño, en verdad era amor.

 

 

Desde ese momento, cuando estuvieron juntos en la realidad, los dos se sintieron completos, no había manera que fuera diferente ya que se tenían y se comprendían, respetaban y aceptaban lo que era ese hombre que resultaba ser también su compañero y al que amaban con todo su ser.

Camus cambió, sus compañeros lo notaron casi de inmediato, el de Acuario estaba como lleno de algo nuevo y que a ellos resultaba inexplicable, no era que actuara distinto ni hacía nada fuera de lo que haría comúnmente pero ahí estaba, el del onceavo templo era alguien distinto o por lo menos era alguien que nunca antes habían visto. De pronto fue como si Camus tomara lo mejor de todos y los superara, era más bello en su quietud que Afrodita y Shaka juntos, aún así también parecía al mismo tiempo profundamente varonil y ni siquiera Shura, Saga, Death Mask y Aioria juntos lo igualaban, que ese aire como templado y soñador superaba al de Mu y al de Dohko y parecía incluso más fuerte que Aldebarán y más vibrante que Aioros y Milo.

Para Hypnos simplemente fue que entendía lo dicho alguna vez por Thánatos, que ese joven a su lado llenaba una parte de su vida que no sabía que existía y que nunca más estaría sola, ahora se sentía un hombre completo pues no había vacíos en su vida, la simple pero constante presencia del de cabellos azules impedía que fuera un solitario, nunca más sería de esa manera para él. También contaba el que el caballero de Acuario se mostrara siempre dispuesto y amoroso como compañero pero sin importar cuanta pasión existiera entre los dos Hypnos se aseguró de que Camus supiera que siempre tendría su ternura, siempre.

Fue en una de las ocasiones que iban a verse que Hypnos llegó al lado de Camus, el de cabellos azules le había dicho que la siguiente ocasión que se vieran sería especial y aunque el de cabellos dorados sentía que cada vez que se veían lo era también estaba convencido que si el de ojos azules lo decía sería algo para recordar.

Así que el día y la hora señalada el deiforme llegó y ya estaba el de ojos azules esperándolo.

--Bienvenido Hypnos.

--Hola Camus.

Se besaron y se estrecharon con necesidad, se habían visto apenas dos días antes pero casi era como una vida esa distancia entre los dos.

--¿Cómo has estado Hypnos?

--Extrañándote.

--Yo también te extrañaba.

De inmediato se pusieron a charlar, era importante para los dos compartir esa parte de sus vidas y les gustaba hacerlo, siempre será agradable contar con alguien con quien compartir nuestras vidas pero llegó un momento en que una duda asaltó al de ojos dorados.

--Me dijiste que algo especial sucedería Camus ¿de qué se trata?

--Pues es que he pensado en algo Hypnos.

--¿En qué?

El de los ojos azules lo miró intensamente para después besarlo con sensualidad.

--Camus-dijo en un murmullo el de cabellos dorados.

--Hypnos...

Continuaron con los besos pero en el momento que el de cabellos azules consideró preciso, cuando las manos de su compañero se mostraban dispuestas a desnudarlo el caballero dorado las detuvo y buscó el oído de su compañero, le dijo algo en voz baja y después buscó su rostro como esperando una respuesta, el de los cabellos dorados no estaba seguro de su respuesta pero su compañero aguardaba.

--¿Es lo que quieres?-preguntó Hypnos.

--Sólo si tú quieres.

Hypnos miraba a Camus, levantó una de sus manos para acariciarlo en el rostro y le habló con dulzura.

--Eres un caballero dorado-dijo con suavidad y pasó su dedo pulgar por encima de los labios de su compañero-Por lo que sé son muy dispuestos a todo y nunca dejan de cumplir con su misión.

Camus abrió su boca y se apoderó de ese dedo para presionarlo y succionarlo con sus labios para después dejarlo ir con una suave lamida de su lengua, no dejaba de mirar directamente al otro hombre.

--Creo que puedo hacerme cargo-dijo con seriedad Camus-Sólo tengo que trazar el plan adecuado.

--Oh.

De alguna manera la mirada azulada de ese joven le indicó al de cabellos dorados lo que en verdad le estaba proponiendo: cambio de roles. Nunca lo habían hecho, desde la primera vez juntos cada uno había asimilado perfectamente su papel de pasivo y activo, la verdad era que lo ponía un tanto nervioso la situación pero se había prometido que haría realidad los sueños de su joven de cabellos azules y lo cumpliría.

--Está bien, me pondré en tus manos Camus.

El de los ojos azules los abrió con sorpresa pero se recuperó y en un instante llevaba al de ojos dorados a la recámara.

 

 

Una vez dentro su compañero no tardó en descubrir una botella de vino, dos copas y un platón de quesos y fruta a un lado de la cama, la cual estaba cubierta por un edredón borgoña y de manera un tanto cruda se adivinaba parte de un empaque de lubricante debajo de las almohadas.

--Estás muy seguro de ti mismo Camus.

--No tanto, más bien me siento esperanzado.

En ese momento el de Acuario se quitó la camisa con gracia, quedando solamente en sus pantalones, se abrió el broche principal de los mismos para seguir con los otros y después dejar caer la prenda en sus tobillos dejándolo en la ropa interior que mostraba ya la erección que empezaba a surgir, con eso el de los ojos azules se acarició a si mismo por encima de la tela.

--Veo que tengo tu atención Hypnos.

--Por completo Camus.

--Entonces...

--Parece que me toca satisfacer tus torcidas fantasías.

Pero al decir eso y sin que fuera su intensión los ojos azules delante de él parecieron nublarse, ante eso se dijo a si mismo que no importaba, no tenía porque importar. Y se dispuso a darle a Camus lo que deseaba, sin decir nada Hypnos se  quitó la ropa ante el otro joven.

--¿Así estoy bien?-preguntó el de cabellos dorados.

--Estás perfecto-dijo acercándose y besándolo--¿De verdad estás de acuerdo?

--No te mentiré diciendo que es mi posición favorita pero...te amo.

Esa explicación parecía bastante convincente.

--Dame algo de crédito Hypnos, puedo hacerte sentir bien.

--Lo sé.

--Sólo déjate llevar Hypnos, déjame encargarme.

--Muy bien ¿Qué quieres de mí?

Sin esperar por más el de Acuario se acercó y lo besó con intensidad, haciendo que separara sus labios y que sus lenguas se encontraran mientras sus manos corrían por su pecho y sin perder tiempo acariciaba sus pezones con insistencia. Fue entre besos y caricias que el de cabellos dorados fue guiado suavemente a la cama y sintió como su espalda tocaba el edredón, se curvó al sentir el peso del de cabellos azules sobre él que no dejaba de tocarlo y encenderlo con su proximidad. Camus se separó un poco y sin perder una seductora sonrisa bajó por el cuerpo del otro hombre, llegó hasta su ropa interior y con sus dientes empezó a tirar de ella para hacerla a un lado, lo suficiente al menos para que la húmeda boca del de Acuario tomara la punta de su sexo y jugueteara con ella, excitándolo y excitándose por las caricias.

Las manos de Hypnos fueron a la tela debajo de su cuerpo y sus dedos estrujaron la cubierta color borgoña mientras sentía esa boca, esos labios, esa lengua, despertar oleadas de sensaciones, todas placenteras. El de cabellos azules usó su mano para estrechar el erguido sexo por su base, comenzó a pasar su lengua en el punto que el tronco y el glande se unían, suaves círculos dibujados con humedad que hacían gemir al de cabellos dorados, le parecía que su cuerpo se incendiaba como una hoguera ante el sensual asalto pero como su compañero no quería apresurarse se apartó.

--No tan aprisa Hypnos-susurró con voz aterciopelada-Te quiero de rodillas y apoyando las manos contra la cabecera.

Definitivamente eso era una orden, casi pensó en negarse pero Camus nunca se le negaba y lo amaba, sabía que no iba a lastimarlo ni a humillarlo o a hacer algo que no quisiera, veía en ese rostro que esperaba pacientemente por que él aceptara, sentado en sus tobillos pudo admirar que también estaba desnudo y la forma en que su erección se elevaba igual que la suya.

--Iré despacio-le aseguro el de cabello azul-Seré amable.

Se acercó y lo besó como si buscara darle seguridad para continuar y el de cabello dorado pasó sus manos a lo largo de sus fuertes brazos, acarició sus mejillas y por poco cede al deseo de ser él quien hiciera suyo a ese joven delante de él pero se decidió por ser complaciente.

Con el rostro encendido el de los cabellos dorados se colocó como le había dicho el de cabellos azules, no quería ni imaginarse como se veía él en esa posición pero escuchaba como su compañero respiraba más aprisa y lo tocó sutilmente por la nuca y la espalda, casi temblando.

--¿Tienes idea de lo que haces en mí Hypnos?

El de ojos dorados volteó su rostro y lo vio con el deseo escrito en el rostro, no quería esperar más así que estiró su mano, alcanzó el lubricante y se lo extendió al de Acuario. El joven lo tomó pero antes de usarlo se decidió por acariciar más a su compañero, llevó sus manos por la parte interna de los fuertes muslos, la firme espalda, besó sus hombros y cuello, con delicadeza acarició su trasero y disfrutó de ver que el de ojos dorados disfrutaba de sus atenciones. Pasó por sus genitales y tocó lentamente sus testículos y uno de sus dedos pasó apenas tocando el rígido sexo, un claro acto que decía que era suyo.

--¿Listo?-preguntó a su oído el de ojos azules en voz baja.

--Si-murmuró el de cabellos dorados más que listo.

Camus abrió el lubricante y se lo puso en sus dedos, con cuidado los llevó a la entrada del de ojos dorados para acariciarlo en un principio, el otro se quedaba muy quieto sintiendo como su compañero se mostraba gentil, cuidadoso, tomándose el tiempo para que estuviera cómodo; sentía esos fuertes dedos abrirlo y prepararlo, con lánguidos movimientos explorando en su interior, casi haciéndolo terminar pero de nuevo su compañero se detuvo a tiempo.

--¿Estás seguro de querer seguir?-preguntó Camus colocándose sobre su espalda.

En respuesta el de ojos dorados separó más sus piernas y buscó el rostro de su compañero para besarlo, con eso Camus supo que podía continuar y con cuidado guió su turgente sexo en la estrecha intimidad de Hypnos, se sujetó de sus hombros y presionando suavemente en sus íntimas paredes penetró al otro hombre.

--Dioses-gimió Camus.

Hypnos se arqueó ante la invasión, por un instante sintió el dolor atravesarlo pero su compañero se dio cuenta y lo hizo más despacio, se movía con cuidado para no lastimarlo y se contenía para que no fuera desagradable estar con él en esa situación, siguieron con suavidad hasta que se sintieron lo suficientemente seguros de poder seguir de otra manera.

--¿Estás bien?-preguntó con voz trémula el de Acuario.

--Si...se siente...bien....

Y dijo eso sin saber porqué pero era la verdad.

La balanza entre placer y dolor se inclinó cuando Camus empezó a moverse, el cuerpo de Hypnos se relajó lentamente y disfrutaba poco a poco de las sensaciones que despertaba el de ojos azules moviéndose en él, entrando continuamente en su cuerpo y acariciándolo casi con devoción, sentía lo que era entregarse de una manera a otra persona y estaba convencido que no había nada de que arrepentirse en esa elección, en decidir ser de su compañero como éste era suyo. Los besos en su cuello, el aliento de su compañero rozando su piel, las palabras amorosas y trémulas, las caricias de esas vigorosas manos, era un conjunto de erotismo y satisfacción.

Llegó el momento en que no quedó sino el placer entre los dos, el completo entendimiento de lo que estaban compartiendo y la decidida renuncia de si mismos para pertenecerle a su pareja, se amaron con intensidad y más aún cuando una de las manos del de Acuario llegó con determinación a las ingles del de ojos dorados y lo frotó con deseo contenido, procurando que fuera realmente agradable para su dueño. Se dejaron escuchar unos gemidos ahogados y se movieron con dificultad pero sólo por la llegada del clímax en ambos, uno fuerte que los sumergió en la satisfacción y la dicha. Jadeantes y relajados cayeron uno al lado del otro en la cama para besarse y sentirse unos momentos más, estaban dichosos por estar juntos.

 

 

Ya más relajados estaban sobre la cama, Camus había servido las copas de vino y en ese instante le daba a Hypnos fruta directamente en la boca. Al de ojos dorados le encantaba la forma de ser del de ojos azules, a veces suponía que en realidad nadie había conocido al hombre que él tenía a su lado, con su fuerza y su ternura, su firmeza y su alegría, sobre todo con esa forma tan franca de amarlo y de recibir su amor, no como algo que le debiera la vida sino esforzándose por merecerlo y corresponderlo.

--¿En que piensas Hypnos?

--En que es una gran suerte que sea un dios.

--¿Por qué?

--Porque sólo de esta manera pude vivir una eternidad para lograr conocerte.

--A veces eres todo un romántico.

--Y tú eres todo un sueño Camus.

Se sonrieron y se besaron, al de cabellos dorados lo hacía feliz eso, serlo entre sus brazos y saber que ese joven era un sueño, todos sus sueños hecho realidad.

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

Notas:


(1) Son sólo algunos de los autores que han hablado y estudiado los sueños pero creo que ejemplifican el punto.


(2) No sé que tan cierto sea pero una vez leí que esa era una interpretación de ese tipo de sueños, claro, cuando se sueña con una persona a la que se conoce.


(3) Esto forma parte del mito de Hypnos, incluyendo lo de la cama de plumas pues en algunas representaciones es como se le veía.


Espero que les gustara.


Si nada sucede que me lo impida la semana que entra subo un fic que se llama Voz y es un CamusxMilo.


Atte. Zion no Bara


 


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