Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Fango por Cafe Amargo

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hoy llueve, gruesas gotas de agua se estampan en las calles y en las aceras, empapando las cabezas de los transeúntes y los animales callejeros.

Estoy feliz, adoro la lluvia. Beecher disfruta del fresco, cómodamente seco frente a la ventana abierta.

Agradezco los comentarios de todos, sus visitas y felicitaciones. Bastet, junto a mí, parece sonreír con esos inmensos ojos dorados y la peluda cola oscura. Esta semana ha sido perezosa y turbulenta, así que los domingos se me antojan demasiado cortos.

Uh, sí. Demasiado pequeños.

¡Me voy, me voy!

¡Ejem! Prometo contestarles lo más pronto posible, si la luz eléctrica no me abandona o si las goteras no me inundan la casa, que no he arreglado por floja.

Hasta entonces y que el capítulo sea de su agrado.

Capítulo Cinco

En cuanto llegó a casa, y después de asegurarse de cerrar la puerta a sus espaldas, Mikoto Uchiha se dirigió con paso veloz al salón principal. Dejó su abrigo húmedo en unos ganchos incrustados en la pared y caminó con la pequeña caja verde de café en la mano. No le sorprendió en lo absoluto encontrar a Itachi sentado en el largo sofá blanco, leyendo un grueso libro con gesto inescrutable. Ese carácter adusto venía de generación en generación por parte de la familia de su esposo.

-Buenas tardes, madre -le saludó Itachi, sin despegar sus ojos del libro que traía entre manos.

-Buenas tardes -respondió Mikoto con una sonrisa, sentándose en el sofá frente a él-. ¿Encontraste a Sasuke?

-Sí, está en su habitación con Naruto.

-Vaya, con que Naruto -la mujer desató la liga de su cabello, meciendo la cabeza para expandirlo a los lados-. Ahora pondré un plato más en la mesa.

Mikoto se recargó durante unos segundos en el respaldo del sillón, agotada. Había salido de emergencia al supermercado cuando descubrió que el frasco de café favorito de la familia se había terminado casi por completo. Sería algo demasiado desagradable despertar en la mañana sin posibilidad de tomar algo caliente y amargo, como lo mandaba su rutina diaria matutina. Después de todo, era la pequeña adicción en casa desde que su abuela tiró accidentalmente el azucarero en el piso, destruyéndolo completamente. En ese entonces, apenas tenía dos meses de casada.

Miró al techo y luego a su hijo con atención y suspicacia después de unos minutos. Aún seguía con la mirada perdida en el libro y en la página que, de estar leyendo, ya habría de haber cambiado hace tiempo.

-¿Algo que quieras decirme?

-¿Por qué lo preguntas? -Itachi, ahora con la cabeza alzada en su dirección, no dejó de observarla en ningún momento, olvidándose del libro que traía entre manos-. ¿Intuición maternal?

-Algo así -concedió, sonriente, agachándose para descalzarse las incómodas botas de tacón. Se reafirmó en el sofá una vez los zapatos cayeron en la alfombra en un sonido hueco-. Recuerda con quien estás hablando, así que dímelo de una vez.

Itachi suspiró, mirando por unos segundos hacia las escaleras; como si estuviera asegurándose de que nadie bajara o subiera por ellas. Después de un suspiro más profundo que el anterior, compuso nuevamente el rostro; encajándolo seriamente con el de su madre.

-Sé porque Sasuke actúa de esa manera tan fría. Ya encontré al culpable.

Mikoto intercambió la sonrisa por una línea y un par de cejas apesadumbradas.

-Padre tiene la culpa de todo -prosiguió con voz suave-. Él es el culpable de que Sasuke parezca odiarme. Mi hermano envidia la forma en la que me trata, el orgullo con el que muestra mis calificaciones y mis trofeos; todo cuanto explota de mí con sus amigos.

-Itachi...

-Es la verdad, madre. Está más que claro. Además, no me queda la menor duda que padre trató bastante mal a Sasuke cuando me encontraba fuera; enseñándole todas mis perfecciones en las narices, regañándole porque no conseguía hacerlo como lo hice yo una vez.

-Quizá tengas razón, pero, aún así-

-¿Aún así qué? -Itachi refunfuñó cuando su madre trató de defender a su padre-. Por más estricto que sea, eso que le hizo a Sasuke puede llegar a ser muy pernicioso. Ese hombre tiene la culpa de que Sasuke... haya olvidado que aún es un niño.

Mikoto cerró la boca, formando un gesto afligido escuchando las verdades que decía su hijo mayor. Y tenía tanta razón, suspiró dentro, decaída. Aún recordaba entre pesadillas a un pequeño niño siendo regañado varias veces por no sacar los números perfectos en las calificaciones, o por mirar de vez en cuando la televisión en vez de encerrarse a estudiar. Incluso recordó el regaño que recibió cuando entretuvo a su hermano, apartándolo de los estudios, al salirse ambos de casa a comprar unos helados.

Todo lo había visto sin inmutarse, silenciosa y refundida en las esquinas, hasta que un día encontró al niño llorando en su habitación; con miles de libros de temas avanzados que no entendía a los lados. Lo tomó entre sus brazos y lo abrazó, diciéndole que no hiciera caso a los comentarios de su padre. Que ella lo amaba tal y cual era en ese momento.

-Todos somos culpables, Itachi -disertó Mikoto tristemente-. Tu padre por ser tan duro e intratable con Sasuke, y tú y yo por no hacer nada más que consolarle sin poner un alto.

Itachi se mordió el labio inferior, sintiendo la verdad dirigida a él con susurros suaves como una helada bofetada.

-Por eso... me siento tan mal. Un día encontré a Sasuke dibujando los dientes de un piano en una hoja de papel, divirtiéndose aplastándole las teclas con los dedos, y pensé hacer algo por él, metiéndolo a clases de música casi instantáneamente. Recuerdo su sonrisita cuando se lo dije -hizo una pausa, pasándose las manos al pecho-. ...después de eso renuncié, quisiera Fugaku o no, y se lo presente al maestro Orochimaru. Él fue quien enseñó a Kaguya Kimimaro tocar de esa forma tan asombrosa, ¿lo sabías? Por eso decidí que él sería perfecto. Y además pareció simpatizarle tener un alumno tan pequeño y decidido...-lanzó un suspiro, sus ojos negros brillándole por encima de las largas pestañas- pero eso pasó hace tanto tiempo...

El silencio incómodo que se formó después de esas palabras fue roto nuevamente por Mikoto, quien alegó que tenía que preparar la comida o no habría nada para cuando Fugaku llegara a casa.

Itachi sabía que las lágrimas que corrían por el rostro de su madre eran las más puras señales del arrepentimiento que aún trataba de minimizar en su pecho. Tomó el libro olvidado en su regazo, tratando de concentrarse en la conversación escandalosa que escuchó desde ahí, varios minutos antes de que llegara su madre. Contuvo la extraña necesidad de echar un vistazo a la recámara de su hermano, pero prefirió dejar a Naruto resolverlo. Las recriminaciones de Sasuke, tan histéricas como jamás pensó escucharlas, le gritaban que escondía algo. El famoso novio o novia del que escuchó fuertemente oír a boca de Naruto no dejó de darle vueltas a la cabeza.

No lo olvidó, incluso, cuando escuchó la llave girar en el cerrojo y vio a su madre aparecer por el pasillo. Aunque en ese momento recordó súbitamente a su padre y todo lo que desencadenaba la conversación con Naruto que mantuvo en el coche.

Reclinó la espalda en el sillón, depositando el grueso libro arriba de la mesita de luz. Quería hablar con Sasuke, pero también deseaba que Naruto estuviera ahí para forzar a su hermano a escucharlo. Sonrió cuando, al dirigir un vistazo a lo largo y ancho de la sala, encontró la llamativa caja verde del café, resaltando del sofá blanco, en donde antes estaba ubicada su madre. Ya tenía una excusa más que irreprochable.

xXx

-¿Qué es lo que vas a hacer con tu madrina?

-No sé -respondió Naruto, mirándose reprobatoriamente frente al espejo. Sasuke rodó los ojos, sentado en la cama-. Nah, Sasuke, tu ropa es muy fea. No me queda para nada.

-Déjalo ya, dobe -le bostezó al otro. Naruto se acercó hasta él, sonriéndole con malicia recalcándole su gesto adormilado. Éste lo miró medio enfadado, tratando de despejarse en vano-. ¿Qué miras?

-Nada. Es que te ves bastante idiota con los párpados hinchados.

-Sí, búrlate. Ya me reiré yo cuando presentes otra vez los exámenes.

Naruto se paralizó, recordando súbitamente el problema que había dejado de lado todo ese tiempo. Frunció los labios con disgusto. Ahora que uno de los problemas más grandes había desaparecido, no tenía ninguna excusa lícita para no ponerse a estudiar.

-Puedo ayudarte, si quieres.

-¿En serio? -el rostro bronceado se iluminó-. ¿De verdad?, ¿No estás jugándome una broma o algo así, bastardo?

-Deja de repetir las palabras, dobe. Si te lo estoy ofreciendo es porque voy a hacerlo, aunque-

-¿Aunque, qué?

Sasuke lo picoteó con la mirada, pero continuó al darse cuenta que Naruto lo había interrumpido sin pensar.

-Voy a irme de la ciudad y...

-¡¿QUÉ?! -el ruido de la palabra alertó a las personas del primer piso. Mikoto casi rompe un costoso plato de porcelana del susto, tomándolo a tiempo en el aire en un suspiro-. ¡¿Y CUÁNDO PENSABAS DECÍRMELO? ¿CUÁNDO EL CAMIÓN DE MUDANZAS LLEGARA Y TE SUBIER-?

-¡Cállate, no voy a mudarme! -le gruñó, bastante molesto por el escándalo fuera de lugar que estaba formando. Naruto parpadeó unos segundos, curvando al instante una sonrisa avergonzada. El más blanco suspiró con resignación.

-¿Entonces? -el timbre de la voz, después de soltar unas pequeñas risitas, cambió a uno confidencial, tiñéndolo delicadamente con la curiosidad. Sasuke gruñó un poco más.

-Es una especie de vacaciones para los aspirantes a músicos. Orochimaru me invitó, así que iré para aprender algo más.

-¿Y cuándo te vas? -en los ojos de Naruto el júbilo desapareció un poco. Sasuke se recostó en la cama, estirando sus brazos a los lados.

-No lo sé. Presiento que pronto. Tengo que estar aquí antes de entrar a la escuela, de todos modos.

-¿A la escuela? -Naruto se lanzó al colchón, situándose de lado junto al moreno. Sasuke alzó las cejas cuando al otro se le ocurrió utilizar uno de sus brazos a forma de almohada-. No sé cómo es que te dan ganas de volver ahí después de todo lo que te han hecho-le señaló con un mohín.

-La escuela es para estudiar, Naruto -respondió en un murmullo, mirándole-. A mí me va y me viene lo que digan de mí. No es importante.

La escuálida respuesta de Sasuke no lo dejó conforme. Haciendo uso de su tozuda hiperactividad al mover los brazos, golpeó delicadamente a Sasuke en el estómago; mirándolo con intensidad. Quizá era una mala pasada de su desgastado y sobreexplotado cerebro, pero no le desagradaba estar recostado con él, juntos y silenciosos, en esa cómoda cama. Poco a poco la mano que estaba en el pecho contrario comenzó a calentarse. Sasuke entrecerró los ojos, forzándose a mirar el techo blanco para no caer rendido en el mundo del ensueño.

-¿Por qué tienes tanto sueño? -curioseó Naruto.

-No dormí mucho. Apenas un cuarto de hora.

-¿Pasaste la noche en vela, eh? Yo también pasé por eso. Lo que me dijo la vieja me dejó algo trastornado. De rato que me quedé dormido, tuve una rara pesadilla contigo.

-¿Destruía los tazones de ramen en tu cara? Es lo único que puedo imaginarme que puede causarte miedo -bromeó, haciendo toda la fuerza posible para no quedarse dormido. El otro se carcajeó, pensando en que esa sí sería una pesadilla espeluznante.

-No, Sasuke-teme. Soñé que eras una chica -el cuerpo de Sasuke convulsionó en un pequeño ataque de risa. Naruto frunció el ceño, mirándolo disgustado desde su costado-. No sé que le encuentras de gracioso.

Sasuke se ahorró el comentario, carraspeando, pensando en la cara que había puesto el otro al levantarse. Luego dijo, sin variar de posición:

-¿Acaso era demasiado horrible para ti?

-No... -repuso Naruto, arrugando la nariz, escudriñando el perfil blanco y esculpido escondido entre la mata de cabellos negros y azules-. La verdad es que eras bastante bonita.

Sasuke se sonrosó un poco, sintiéndose de pronto bastante extraño. Recordó, inevitablemente, la conmovedora conversación en la que Naruto le declaró lo mucho que sentía no poder corresponderle; y se preguntó entonces por qué le decía cosas que fácilmente podrían interpretarse en doble sentido. Cerró los ojos, dejando de lado todo pensamiento confuso. Estaba enredándose con tonterías.

Naruto, impulsando su temblorosa mano hasta el bello rostro, comenzó a trazar débiles patrones en la piel; percatándose de la extraña sensación confortante. Su cuerpo empezaba a comportarse como antes lo hacía con Sakura, pero de una forma aún más profunda. Sasuke abrió los ojos negros con lentitud, volteando la cara hasta encajarla con la de Naruto. La mano se apartó enseguida.

-¿Qué te traes, dobe? Te quejas de que soy raro y tú lo eres aún más.

-Ya cállate y duérmete -atinó a decir el rubio, volteando la cara al otro extremo de la habitación-. Lo único que pasó es que me llamó la atención el contraste de tu piel y la mía, nada más -mintió. Sasuke cerró los ojos, sonriente.

-Lo que digas, dobe.

Naruto giró lentamente la cara, esperando encontrarse con los ojos burlones del bastardo; pero lo único que vio fue un pacífico rostro dormido, con el cabello cruzándole descuidadamente la cara. Un latido en su corazón le advirtió de algo completamente increíble.

Se levantó con cuidado de la cama, tratando de no despertarlo, y se plantó frente a él, mirándole. Sus mejillas arreboladas no mentían en lo absoluto. Su corazón latió de manera alarmante y luego se imaginó junto a Sasuke, dormidos y abrazados, en esa cama tan grande. Lo peor de todo fue que el solo pensarlo le enterneció hasta casi el punto de desearlo más ninguna otra cosa.

Se apartó unos pasos, la boca abierta y las cejas ridículamente alzadas.

No. ¡No, no, no y no! No era posible. ¡No ahora que había salido de un problema enorme y humillante! ¡Era completamente injusto!

Genial, maravilloso. Ahora los problemas que tenía eran mucho más grandes y complicados de lo que alguna vez imaginó en que se convertirían. Maldita la hora en la que Tsunade se le ocurrió meterse en su vida privada con chismes de vieja argüendera. Ahora los exámenes definitivamente quedaban en lo más oscuro y recóndito de su mente para siempre.

xXx

Orochimaru y Kabuto se dirigieron a una vieja cabaña situada a las afueras de la ciudad. Ambos estaban vestidos con chamarras gruesas y oscuras, mirando al frente como si el frío de la temporada no les afectara demasiado. Las cuatro manos desnudas sujetaban el mango de unos gordos maletines, atiborrados de un sin fin de papeles maltratados. El más grande tocó con fuerza la puerta, alertando a quien fuera que estuviera adentro que se apresurara en abrirla de una vez.

En segundos, un joven moreno de cabello café abrió la puerta, con una cobija azul cubriéndole el cuerpo. Los ojos marrones se abrieron inquietados cuando reconoció a las personas frente a sus narices.

-... ¿Señor? ¿Qué hace usted aquí?

-Un nuevo trabajo, Kidoumaru -le respondió Kabuto, adentrándose a la choza tras Orochimaru. La cara desconcertada del castaño, cambió rápidamente a una interesada. Se les acercó después de cerrar la puerta con fuerza, y con entusiasmo, echó un fuerte grito, colocándose las manos a forma de altavoz.

-¡Sakon, Tayuya, Jirobou! ¡El señor Orochimaru tiene trabajo para nosotros!

-Es Jiroubou -le corrigió molesto un muchacho con sobrepeso, saliendo de una habitación-. Siempre lo estás olvidando, Kidoumaru.

-Cállate, gordo. A nadie le importa -pluralizó una muchacha recargada en la pared. Jiroubou la miró, frunciendo la boca con disgusto. Orochimaru, cansado de aquello, golpeó con fuerza la malgastada mesa de madera, haciendo que tiritara; llamando la atención de todos instantáneamente. Kabuto suspiró, dejando su maletín junto al de Orochimaru en el suelo.

-¿En qué podemos ayudarle, Orochimaru-sama? -un joven de cabello claro hasta los hombros, apagó la televisión y le sonrió al aludido con lambisconería.

-Éste es Sasuke Uchiha -inició el de gafas, dejando una fotografía en la mesa. Los jóvenes se acercaron a ella con curiosidad-. Este fin de semana nos lo llevaremos de la ciudad hasta la Villa del Sonido, sin dejar rastro, como siempre -subió el pesado maletín marrón a la mesa, originando un pequeño temblor en ella. Sakon alzó la fotografía, sonriéndole al adolescente serio que estaba ahí.

-Tiene bonitos ojos.

-¿Y el plan? ¿Ya pensaron en eso? -Tayuya se cruzó de brazos, totalmente desinteresada en conocerlo. Kabuto frunció el ceño, mirándola con reproche mientras sacaba varios papeles de la maleta. Odiaba cuando lo subestimaban frente a sus superiores.

Orochimaru se sentó ceñudamente en la acojinada silla que le aproximó cuidadosamente Kidoumaru, después de limpiarla con la cobija que aún tenía en el cuerpo.

-Aquí está -señaló los papeles que había sacado-. Tenemos hasta el fin de semana para completarlo.

-¿Y por qué tan rápido? ¿Acaso ya no se puede aguan-? -medio comentó Sakon, entregándole la fotografía a Jiroubou. El siseo envenenado de Orochimaru bastó para cerrarle la boca. Kabuto prosiguió, sonriendo internamente por el pequeño silencio y porque parecía que ahora le prestaban más atención que antes.

-Eso no es importante. El plan está completo, solo falta empezar a construirlo y... -Sakon le arrebató las hojas de las manos, leyéndolas rápidamente ante la mirada fruncida de Kabuto, molesto por su impertinencia. Poco a poco los ojos negros empezaron a agrandarse, totalmente sorprendido por lo que leía.

-¿Para qué fingir un accidente de esa magnitud? Me parece algo exagerado.

-El señor Orochimaru invitó a Sasuke a una falsa acampada de músicos. Él es el que más se arriesga, dado que es el único maestro de música que ha tenido Sasuke, y por lo tanto, sería el único sospechoso de la policía. El plan tiene que ser perfecto o caeremos todos.

-¿Y de dónde sacamos el cuerpo? -comentó el joven que abrió la puerta, aceptando el plan sin ningún problema.

-De eso me encargaré yo. Encontré a un jovencito similar a Sasuke en el centro forense donde trabajo -indicó nuevamente Kabuto, sacando más papeles del maletín.

-Es algo difícil. Y nada más tenemos tres días, sin contar el día de hoy -renegó Tayuya, acercándose a la mesa y quitándole la fotografía al gordinflón de las manos-. ¿Cuántos años tiene?

-Trece.

-¿Y qué tiene de especial? Es sólo un niño estúpido con cara de adulto y pelo negro.

-¡Cállense de una vez! -Orochimaru se levantó de la silla, con la mueca distorsionada entre la furia y la impaciencia. Todos callaron, inmóviles y sorprendidos-. Ustedes hagan solamente lo que dicen esos papeles, y guarden silencio. Les pagaré como siempre.

El cuarteto de jóvenes asintió con energía. Una persona tan amenazante como ese hombre era capaz de perder el control fácilmente, incluso podía llegar a descuartizarlos ahí mismo. Orochimaru cerró los ojos, retomando su lugar en la silla, mientras Kabuto resumía en lo que consistía el plan.

No soportaba en lo más mínimo que alguien se atreviera a no cumplirle sus deseos. Era ridículo que unos charlatanes como esos se entrometieras en sus planes, tratando de restarle importancia al asunto. Lo admitía. La pederastia insinuante que lograba despertarle Sasuke con el simple hecho de ignorarlo era enfermiza y peligrosa. Tanto como el veneno de una serpiente. Lo quería para él durante toda su vida; deseaba contemplarlo hasta que el último de sus cabellos de ahogara en el fango viscoso y vilipendista de su existencia.

Ansiaba fervientemente sucumbirlo a sus placeres, despedazándolo mientras se abría entre su cuerpo y su mente, dominándolo. Todas las lágrimas imaginarias de Sasuke le pertenecían solamente a él. Y por sobre todas las cosas, anhelaba ser él el único público que lo contemplara embellecerse con el paso del tiempo, hasta convertirse en todo un hombre.

Extasiado y sonriente por sus pensamientos, Orochimaru abrió los ojos, observando feliz a las personas arremolinadas alrededor de la mesa, apoyando y construyendo el camino que lo llevaría al éxtasis. Estiró la sonrisa, agradeciendo haber nacido en un sitio donde los estratos de la sociedad se regían por el bulto pesado y extenso del bolsillo. Una vez que todo estuviera listo, Sasuke estaría atrapado entre sus redes y nadie, ni nada, podría ayudarle a salir de ahí.

Así tuviera que despellejar con sus propias uñas y dientes.

xXx

Insultó cuando el agua se le escapó del lavabo en uno de sus movimientos y se esparció a los lados; mojándole el suéter café y salpicando parte importante del lustroso azulejo blanco. Todo a la velocidad en la que caían los relámpagos contra la tierra.

Después de varios intentos fallidos tratando de quitarle la mirada al rostro pálido de Sasuke, comenzó a recoger las ropas húmedas que había arrojado descuidadamente camino al baño, disponiéndose a lavarlas por sí mismo en el lavamanos. Aún estaba aturdido por sus pensamientos, tan extraños y revueltos como eran los libros de secundaria. Creía estar confundido por toda la alteración que habían sufrido sus nervios, dadas las cosas intensas y delicadas que vivió con el engreído durante ese día, pero ahora estaba replantándoselo todo. ¿Qué tal si, después, eso no era tan ridículo como él mismo lo pintaba?

Tan ensimismado estaba en ello, que no se dio cuenta que casi rompía la manga de su suéter por no bajar la intensidad con la que frotaba la tela contra el cepillo limpia-pisos. Su mente no estaba en donde se suponía que debía estar; si no que estaba más bien de viaje, imaginándose a sí mismo con el bastardo en muchos varios lugares, disfrutándose el uno al otro entre payasadas y palabras altisonantes. Cuando vio sus ojos azules en el reflejo que le devolvía el espejo frente a él, se sorprendió de la extraña y diminuta sonrisa que le curveaba en la boca. Parecía un completo idiota.

Soltó su ropa al instante, frustrado, dejándolas caer entre la espuma de jabón y el agua sucia. Sacudiéndose las manos para alejar cualquier rastro de humedad, tomó un paño blanco al paralelo del lavamanos y secándose entre los dedos, caminó de nueva cuenta hacia Sasuke.

La nueva emoción que lo embriagó al verlo acurrucado sobre las mantas fue algo curioso e inexplicable. Un intermedio entre la risa y la ternura, dado que ese era el único evento inconsciente que no podía controlar el bastardo para dejar entrever su niñez.

Con calma, se recostó de una forma en la que tenía la nuca del moreno frente a sus narices, con las curiosas puntas del cabello negro cosquilleándole la cara. Quizá el compás de la respiración, el conforte y la calidez, comenzaron a afectarle, ya que poco a poco los párpados se le cerraban, logrando adormecerle. Una lástima que el vigor no pudo durarle más.

El sonido seco de alguien tocando fuertemente la puerta logró abrirle los ojos de un tirón. Algo asustado de que esa persona entrara en la habitación y lo encontrara en esa posición tan extraña, se levantó tan estrepitosamente de la cama, logrando despertar accidentalmente a Sasuke, dado que su torpeza se había incrementado gracias a los nervios y al adormecimiento. El recién despierto, bastante alarmado y confundido, miró a su alrededor en busca de alguna respuesta.

Frunció el ceño encontrando a Naruto como el único culpable. Observó sin comprender la puerta de madera que veía ese idiota con tanta dedicación.

-¿Qué te pasa, imbécil? -le preguntó de mala gana, cuando Naruto parecía completamente hipnotizado con la puerta. El chasqueo exagerado que hizo con su lengua fue totalmente intencional.

-¿Eh? -Naruto boqueó, girándose para ver el rostro disgustado del otro. Inmediatamente alzó el dedo índice, señalando escandalosamente la puerta frente a él-. ¡Están tocando la puerta!

-¿Y eso qué?

Naruto bajó la mano cuando escuchó ese desabrido comentario. Alzó las cejas, viéndolo como se recostaba de nueva cuenta en la cama, encogiéndose en sí mismo hasta tomar la forma de un feto. Le pareció raro que se enroscara así, pero no le dijo nada al respecto.

-¿Y qué tal si es tu mamá?

-No importa.

-Pues fíjate que voy a abrir, bastardo. A veces eres más berrinchudo y caprichoso que yo, de veras -Sasuke le contestó con un bufido, levantándose rápidamente de la cama, encerrándose en el baño en un portazo.

Naruto cabeceó la cabeza a los lados. Esa era precisamente una de las razones por la que seguía denominándolo bastardo.

Algo decepcionado por esa arrogancia despreciativa y desinteresada, cortó el pequeño espacio que lo separaba de la perilla y se apresuró en abrir la puerta. Cuando lo logró, casi se golpea la frente con el filo metálico de la bandeja al otro lado, aspirando accidentalmente el característico olor de café por las rendijas de la nariz. Levantó la cabeza, alzando instantáneamente las cejas, incrédulo, por la conocida cara seria de Itachi, sujetando cuidadosamente la charola con dos tazas de café y un tazón de pequeñas galletas encima de ella.

-¿Y eso? -confundido, dejó pasar a Itachi al interior de la habitación. Sasuke no gustaba de las galletas, o al menos, jamás en la vida lo había visto comerse una.

-El café es para Sasuke y para mí. Las galletas son para ti, si las quieres -Itachi movió la cabeza y miro al rubio, colocando elegantemente la bandeja en el piso.

-¿De qué estás hablando?

-De que voy a hablar con Sasuke de una buena vez. Y como sé que no va a escucharme, tú te quedarás para obligarlo.

-¿Qué? -murmuró, prácticamente descolocado, cerrando la puerta sin despegar la mano de la perilla, tal y como lo haría un autista.

-No pienso repetirlo ¿En dónde está Sasuke?

-Haciendo berrinche en el baño -aún descolocado, Naruto señaló con el pulgar la puerta cerrada al lado de la cama-. No quería abrirle a nadie.

Moviendo la cabeza con irritación, Itachi se sentó en la cama dispuesto a esperarlo. Sasuke tendría que salir tarde o temprano y él estaría ahí esperándolo. Naruto se encaminó hacia él, casi tropezándose con lo que parecía un gordo libro de aritmética. Entornó los ojos, recordando que no había alcanzado a ordenar ese desastre, gracias al ataque que envolvió a Sasuke y la conversación tan vergonzosa que habían tenido. Suspirando, comenzó a ordenar las pocas cosas que aún vivían en el suelo.

-¿Por eso discutieron? -comentó Itachi, agachándose para tomar una galleta y sumergirla en el café. Naruto se avergonzó al instante.

-¿Nos oíste?

-Y no dudo que los que pasaron por la calle también. La casa siempre está en silencio, es bastante fácil escuchar sus gritos desde la planta baja -le explicó mientras devoraba de un mordisco la galleta de vainilla. Naruto sudó frío, asustándose irremediablemente con la voz tan segura con la que lo afirmaba.

-¿E-escucha-chaste todo...? -la voz le tembló, aún más rojo y humillado que antes. Eso quería decir que había escuchado también ese discurso sobre el amor y cariño que le dedicó a Sasuke desde el fondo de su corazón. ¡Qué vergüenza! ¡Ahora lo tacharía de niño sensible y llorón!

-No -para su alivio, Itachi negó con la cabeza.

-¿Qué... fue lo que...? -la lengua de Naruto estaba tan enredada como una telaraña. Tragó saliva, aclarándose la garganta, dispuesto a espantar sus dudas antes de perder por completo el valor.

Pero no alcanzó a decir nada más. En ese momento, la puerta del cuarto de baño se abrió. Naruto, aún perdido entre el bochorno y el horror, giró mecánicamente la cabeza hasta verle la cara a Sasuke, que lucía más hosco de lo normal. Itachi suspiró, preparándose para la que sería la conversación más intensa y delicada que alguna vez ni imaginó que tendría con su pequeño hermano.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).