Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Fango por Cafe Amargo

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Agradezco sinceramente cada comentario y cada clic de aquellos que se han interesado y hayan leído la historia hasta aquí.

Por el momento Beecher está en casa haciendo quien sabe qué cosa y el aire acondicionado del trabajo es lo suficientemente decente para no sacarme de quicio. Les deseo buenos días y que la lluvia les visite pronto si por allá también están deshidratándose.

Saludos.

Capítulo Tres

Unas horas más tarde, la diabólica sonrisa de Orochimaru se ensanchó mientras daba vuelta y se alejaba de la recámara del piano. Tenía que visitar a Kabuto para informarse cómo había marchado el plan. Habría querido hacerlo de inmediato, pero prefirió dejar a Sasuke tocando una pieza lo suficientemente larga y conversar con su asistente sin interrupciones. Además, no tenía nada de qué preocuparse; el simple hecho de que no hubiera recibido algún mensaje de Kabuto por el móvil, era más que suficiente para intuirle que todo estaba saliéndole a pedir de boca.

Cuando llegó a la puerta y la atravesó, no fue consciente de la mirada escudriñadora que le dirigía Sasuke desde el piano, viéndolo gracias a los cristales que hacían de paredes cristalinas. Le resultaba bastante extraño que no se quedara a escucharlo, siendo que siempre lo hacía, pero también era un maravilloso alivio tocar sin su penetrante mirada clavada a su espalda. Una vez que Orochimaru cerró la puerta y se adentró más profundo en la habitación, volvió la atención al libro de partituras.

-¿Qué te parece? -le sonrió una vez dentro del despacho. Kabuto se acercó a él con una sonrisa satisfecha.

-Sin lugar a dudas, Sasuke es ridículamente talentoso -le inquirió con gracia-. Y una pena que termine atado a una cama como su esclavo sexual. Una verdadera lástima para todos los fanáticos del piano.

Los ojos dorados parecieron carcajearse por el hilarante comentario de su asistente.

-¿Y lo otro? ¿Qué pasó?

-Sólo es cuestión de poner una fecha y listo -Orochimaru pareció brillar de la emoción-. La señora Uchiha no será un problema. No interferirá mientras Sasuke acepte nuestro trato.

-Es increíble, Kabuto. Por eso adoro trabajar contigo, eres la persona más inteligente que conozco.

-Me halaga, señor Orochimaru -Kabuto subió el arco de sus anteojos en una parte cómoda de la nariz-. Veo que ese muchachito le llama mucho más la atención de lo que alguna vez se la llamó Kimimaro-kun.

-Tienes razón -le concedió, pasándose la lengua entre los labios, como si tratara de saboreándose los restos de un helado-. Kimimaro-kun era hermoso y delicado como una rosa blanca, tan pura y exquisita. Adoraba acariciarle el rostro y ceñirlo a mi cuerpo cuando tocábamos juntos. Pero me cansaba, hacía todo lo que le decía. Ni más ni menos. Empezaba a tocarlo y no me decía nada. No gritaba, no lloraba, no pataleaba. Incluso me pedía disculpas cuando no lo hacía bien -Orochimaru se palmeó la entrepierna. Kabuto rió, entendiendo el mensaje instantáneamente-. Me aburrió tanto que dejé de desearlo.

-Pero con Sasuke-kun es todo lo contrario, supongo.

El gesto de Orochimaru se acentuó más, cerrando los ojos recordando aquellos desplantes bruscos, y aún así tensos, de ese adolescente tan arrogante.

-Sasuke-kun es divino. Tiene una cara preciosa, bastante varonil y atractiva. No sé qué tiene que lo hace tan adictivo a mis ojos. Intuyo que tiene un cuerpo desarrollado para sus trece años, pero su carácter, su forma de ser... simplemente me encanta. La forma en que me rechaza y me amenaza. Sé que le aterrorizo, lo he visto correr cuando sale de aquí, pero se niega a doblegarse cuando está frente a mí. Su personalidad tan arisca y reservada me hace pensar en lo excitante que sería tenerlo aprisionado entre mis brazos, llorando. Sería tan... -estiró aún más la tenebrosa sonrisa- tan adorable.

-Sí que le ha pegado fuerte, señor Orochimaru.

La música del piano cesó y esa fue la señal que esperaba Orochimaru para marcharse. Sasuke podría aprovechar su ausencia para retirarse, y eso era algo que no permitiría hasta que le comentara sobre las vacaciones que tenía en mente. O al menos, una parte interesante de ellas. Con un gesto en la mano, le indicó al otro que ya regresaba.

Kabuto no dejó de observarlo hasta que abandonó el pequeño salón con el suave golpeteo de la puerta. Aprovechó para descalzarse los zapatos y echarle una visita al cuarto de baño y asearse un poco. Orochimaru sabría de sobra como convencer a Sasuke, así que no requeriría de su presencia. Después de todo, estaba jugándose la magnífica oportunidad de llevárselo a la cama, inmortalizando cada uno de sus caprichos.

xXx

Quince minutos fuera bastaron para que Naruto temblara de frío y se preguntara  por qué no tenía chamarras más gruesas. Hundió la cabeza en la bufanda naranja que colgaba de su cuello y metió las enguantadas manos en los bolsillos del pantalón. Estaba caminando en dirección a las clases de música de Sasuke, negándose a pasar otra noche despierto y con aquellos sueños tan extraños como el que había tenido esa mañana. El debía soñar con mujeres atractivas y no con Sasuke convertido en una.

¿Dónde había quedado el inmenso tazón de ramen con el que había soñado la semana pasada? Gruñó, su rostro congestionándose en un puchero de labios levantados, casi toqueteándole la nariz.

Necesitaba decírselo ya, volver a su vida despreocupada. Eso era lo que se había impuesto cuando salió de la comodidad de su casa. La única forma de regresar a su libertad pasada, teniendo exclusivamente dentro de la cabeza la preocupación de su bajo rendimiento escolar.

Pero tenía miedo; miedo a que Sasuke se enojara y dejara de hablarle e insultarle con esa sonrisa pedante de medio lado. No había duda en que él se disgustaría si le insinuaran algo por el estilo, incluso terminaría golpeando a medio mundo en el estómago hasta sacarle a base de vómitos toda la comida que hubiese podido ingerir en la vida. Sudó frío, consciente de lo débil que era por dejarse llevar por las palabras de entrometidos; pero Sasuke sabía que era un idiota muy sonso y explosivo.

"¡¿Cómo pudiste dudar de mí? ¡¿Acaso crees que todos deben amarte o qué? ¡Púdrete Naruto, tú y tu amistad de porquería! ¡Ya sabía que estos lazos sólo me harían daño! ¡No te amo, estúpido, pero ahora me das tanto asco que jamás te hablaré de nuevo!"

Sacudió la cabeza, tratando por todos los medios de callar la imaginaria voz furiosa de Sasuke saliendo de su mente. Estaba a unas calles de llegar y ya estaba arrepintiéndose. ¿Por qué era tan difícil decirle a Sasuke las dudas que iban y venían de su cabeza? ¿Tenía miedo de lastimarlo o de que él lo lastimara con sus palabras crueles?

Sacó las manos de los bolsillos y comenzó a bofetearse como si se tratara de un extraño ataque compulsivo.

"Es verdad, sí te amo. ¿Tú me amas a mí? Lo entenderé si no me correspondes, ya lo sabía. Es una lástima que nuestra amistad haya llegado hasta aquí, adiós para siempre. Que mis lágrimas no te conmuevan, yo estoy bien, muy bien... Solo dame un beso, tu primer beso... "

Estrujó las manos en su cara, borrando esa patética voz llorosa de la mente. ¡Sasuke tampoco era una niña chillona de telenovela, rayos! No dejaría de atormentarse con esas absurdas hipótesis sacadas de las novelas de la vieja hasta que fuera lo suficientemente valiente y le pusiera punto final a ese tema tan complicado.

De pronto, y sin aviso alguno, un río de agua helada se estrelló contra su cara. Un vehículo oscuro había pasado al lado a toda velocidad, salpicándolo completamente. La ira lo envolvió, completamente indignado,  gritando a los cuatro vientos. Al fin, la gota que derramó el vaso. Alguien con quien desquitarse de todo lo que lo aquejumbraba.

-...¡IMBÉCIL! ¡FÍJATE EN LOS PEATONES QUE SÍ SE JODEN LAS PLANTAS DE LOS PIES CAMINANDO CON ESTE FRÍO DE LOS MIL DEMONIOS! ¡ANDA, DEVUÉLVETE PARA METERTE EL PIE EN TU MALDITO TRASERO! ¡¡DESGRACIADO!!

Itachi carraspeó a su lado, sentado en el auto y con la ventanilla baja, escuchando el histérico y maleducado discurso. Iba tan deprisa que no se fijó que había mojado a ese colorido adolescente hasta que lo vio reflejado en el espejo lateral, saltando y señalándolo con intensidad. Su madre le había rogado por el teléfono que fuera por Sasuke, que hacía mucho frío para que estuviera paseándose en quién sabe dónde. Y dado el temperamento de su hermano, y en que éste ya tenía planes, si no se apresuraba, lo perdería.

Naruto parpadeó por unos segundos, abochornándose casi al instante de la vergüenza; aunque prácticamente se esfumó cualquier amago de ella cuando reconoció que el coche que le había empapado era el mismo que estaba viendo. Frunció las cejas y arrugó la boca de nuevo, mirando salvajemente al conductor de ese estúpido carro.

-¡Tú, niño rico! ¿Qué te crees mojándome como si fuera parte del pavimento? ¡Voy a resfriarme por TU culpa!

-Lo siento, no fue mi intención -se disculpó, cuando al fin los gritos del rubio disminuyeron-. Tengo una emergencia.

Naruto calmó de pronto sus incontables acusaciones, sintiéndose algo culpable al interpretar "la emergencia" como que iba de camino al hospital o algún sitio de esos por un familiar herido. Le hizo un gesto con las manos, quitándole importancia a su problema y siguió con su camino, tiritando.

Itachi, con su rostro tallado en circunspección, contempló la colorida ropa húmeda y el temblor del cuerpo del muchacho que caminaba adelante, pensando en que podría entrarle una neumonía si seguía así. Suspirando, pisó el acelerador con suavidad, alcanzando al rubio al instante.

-Súbete.

-¿Ah? -la orden fue lo suficientemente autoritaria para entenderla, pero estaba totalmente desconcertado de que ese riquillo se apiadara de él cuando se suponía que tenía una emergencia. Itachi pareció disgustarse.

-Sube al vehículo ahora o enfermarás de pulmonía.

-Te dije que te fueras -Naruto se cruzó de brazos, no dejando que el calor se le escapara- Vete a ver a quien sea que vayas a ver, yo estoy bien.

-He dicho que subas. No lo repetiré otra vez.

Naruto dudó por unos momentos más, entre el sí y el no, pero cuando sus dientes empezaron a castañear, decidió que no tenía nada de malo. Si le ofrecía calor y transporte y él estaba muriéndose de frío por su culpa, ¿para qué hacerse el valiente?

Bordeó el vehículo por la parte de atrás y se metió por la puerta del copiloto, cerrándola con demasiada fuerza y haciendo que los vidrios vibraran por unos segundos. Itachi le miró desaprobatoriamente. Un poco más y parte de su automóvil hubiera terminado en el asfalto.

Naruto, sonriente e ignorante a todo lo que pasaba a su alrededor, se concentró en el cómodo asiento, disfrutando de la calefacción que le daba directamente a la cara. Hablaría con Sasuke una vez llegara a casa y cambiara su ropa húmeda y sucia por una limpia y caliente. Eso si Tsunade lo dejaba salir de casa y no lo castigara cuando lo viera, claro.

-¿Dónde vives? -tras un silencio cortés, Itachi preguntó con un tono automático.

Naruto lo miró y sus grandes ojos azules se inyectaron en el atractivo perfil enmarcado por flequillos de cabello negro. Se le hacía familiar, pero estaba seguro que nunca lo había visto.

-¿Y bien?

-¡Ah, sí, sí! -apenado de habérsele quedado mirando en vez de contestarle, viró el rostro al parabrisas- Vivo al sentido contrario. Es que ahorita me dirigía a otro sitio, tengo que-

-Hace mucho frío para que alguien como tú esté en la calle. Los únicos aventurados utilizan un automóvil o el transporte público.

El rubio rodó los ojos, desinflando cualquier tipo de vergüenza que pudo haber tenido. Ese hombre tenía complejo de padre estricto y aburrido, la clase de padre que pisoteaba la alegría en cualquier lado. Ahora sentía pena por sus hijos, si es que los tenía, y si era así, también se compadecía de la mujer que seguro estaba por pedirle divorcio. Curveó una sonrisa traviesa mirándose las piernas, dándole vida y color a lo que pensaba, haciéndolo más cómico y menos serio solo por divertirse.

Segundos más tarde, cuando el auto se detuvo en el porche del conocido salón de música que tenía la intención de visitar, le entró un escalofrío, pensando si ese chico que conducía tenía poderes y le había leído la mente. Tragó saliva. ¡Eso quería decir que sabía lo que estaba pensando de sus hijos y su esposa! Antes de hacerle cualquier pregunta que consiguiera calmarlo, el joven de ojos negros le interrumpió con voz indiferente; dejándole la boca a medio abrir.

-Esperaremos a mi hermano y después te llevaré a tu casa.

La boca de Naruto casi cayó al piso, sus ojos más que dispuestos a salir de sus órbitas. El asunto que lo tenía nervioso remplazado instantáneamente por otro mucho más gordo y peligroso. No podía ser posible que estuviera hablando de Sasuke, el mismo engreído amargado y antipático que conocía; porque si así era, se había metido en un embrollo aún más grande que el que había ido a solucionar.

xXx

-¿Qué te parece, Sasuke-kun?

-Una tontería -zanjó el aludido, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos-. Yo toco porque me gusta, no para demostrarle nada a nadie. No iré a ese patético campamento.

-¿Ni siquiera... -la sonrisa maliciosa se ensanchó por los lados-...para demostrarle a tu padre que eres mejor que Itachi en algo?

Sasuke abrió los ojos, sorprendido, dando un paso atrás. Y de pronto, se sintió ridículamente vulnerable por esos ojos dorados que lo veían de forma satisfactoria. Orochimaru parecía conocerlo más íntimamente de lo que pensaba. Y la sola idea logró sacarle un profundo escalofrío a lo largo de la columna. Un tanto aturdido, y con las cejas alzadas, se aventuró a preguntar, tratando que su voz no mostrara el espanto que tenía.

-¿Cómo es que sabe algo así?

Orochimaru caminó hasta situarse frente a él, tratando todo lo posible de no traspasar el espacio personal del muchacho. Sonrió cuando los ojos perturbados de Sasuke se clavaron en los suyos, tratando de encontrar una respuesta convincente del cómo estaba tan enterado de su vida privada.

-Simple. Conocí a Fugaku e Itachi una vez en una fiesta -le mintió. No diría jamás que tenía alguien espiándolo-. Fugaku hablaba tan bien de Itachi, casi al punto de catalogarlo como el hijo perfecto. Y cuando le preguntaron sobre ti, Sasuke-kun, hizo un gesto en la cara y continuó hablando de tu hermano. Creo que se avergüenza de ti, esa impresión le dio a todo el mundo.

El moreno suplantó el desconcierto por un gesto entre furioso y melancólico. Le había picado justamente en la parte más dolorosa de la llaga.

Orochimaru, sin conseguir resistirse, se acercó un poco más, inclinándose hasta que su boca tocó la oreja de Sasuke, susurrándole miles de verdades dolorosas. Verdades acerca de la deshonra que sentía su padre por él, de la penosa lástima que su madre e Itachi le transmitían día con día porque era débil.

Demasiado aturdido para apartar los gruesos labios de su oreja, mismos que ya estaban deslizándose a su cuello, mordiéndole y succionándole la piel con los dientes, Sasuke sintió sus brazos paralizados. Las manos pálidas de Orochimaru se acercaron hasta su cara, tocándola suavemente en lo que parecía una caricia enternecedora, delineándole del pómulo a la barbilla una y otra vez.

Con un gesto hambriento que Sasuke no vio, Orochimaru apretó la piel que mordía y le acarició la quijada de una forma más ruda. Y en cuanto lo hizo, rápidamente se dio cuenta de algo importante. Si seguía así, ya no podría detenerse hasta el final. El deseo que sentía por Sasuke había estado contenido demasiado tiempo como para que fuera capaz de frenarlo con facilidad.

Se separó de él lentamente, sonriéndole con ternura. No echaría todo a perder por un ataque hormonal corrosivo. Ya tendría tiempo de hacerlo suyo con intensidad, después, sin que nadie los molestara. Con esfuerzo, se conformó tocándole el espeso cabello negro con la mano que antes tenía ocupada y utilizándola de aquella sedosa manera que había cautivado a Kimimaro años antes.

-Ellos te tienen lástima, Sasuke. Toda tu familia te ve como un estorbo, pero yo no -los ojos negros se clavaron en los dorados, hipnotizándose por las reconfortantes caricias en su cabello-. Yo sé cuanto puedes alcanzar a brillar y estoy completamente seguro que serás mejor que Itachi en todo lo que te propongas. Yo creo en ti.

Estaba confundido, aturdido; débil, incluso más vulnerable de lo que creía era cuando era un niño. Todo lo que Orochimaru decía parecía encajar perfectamente en el rompecabezas de su mente. Ahora entendía la mirada intensa de Itachi la noche pasada, la mirada triste de su madre cada vez que se encerraba en la biblioteca o en su habitación... y sobre todo, la mirada penetrante y hostil de su padre, reprochándole por cada suspiro que escapaba de su boca.

Le tenían lástima porque era débil. Su padre se avergonzaba de él porque no era tan fuerte e impenetrable como Itachi.

Y ahora Orochimaru estaba animándolo, acariciándole el cabello como solía hacerlo su madre antes de quedarse dormido en su regazo. Se encontró aceptado por lo que era por segunda vez en la vida, y eso era algo que siempre le había parecido importante. Sujetó el suéter arena de su instructor con fuerza, calmando la lógica que se arremolinaba furiosa en su cabeza.

Había caído en la trampa de la serpiente.

xXx

¿Cómo había sido tan estúpido y no haberse dado cuenta antes? Era más que obvio el parecido casi idéntico que compartían. Ahora no moriría de neumonía, si no de un ataque cardiaco causado por su racha indiscutible de mala suerte.

-¿Sasuke? ¿Así se llama tu hermano? -titubeó, no sabiendo en realidad si quería que le contestara. Aunque ya lo sospechaba, aún tenía la estúpida esperanza de que esas clases fueran en grupo. Y como ya se lo olía, esta misma se fue al caño cuando Itachi pareció sorprenderse, atónito por aquella duda tan acertada.

-Sí, ¿Lo conoces?

Naruto cayó a un abismo, maldiciendo otra vez la adversidad de su mundo y como parecía caer en sus trampas como todo un idiota. Se disponía a ponerse los pantalones como todo un hombre y arreglar sus problemas, pero justamente al destino se le hacía fácil y divertido mandarle otro muchísimo más gordo que el anterior.

Manteniendo la calma y con varios tics adornándole el rostro, le asintió. Ese hombre ahora le prestaba toda su atención.

-E-en realidad, aquí es donde me dirigía antes de que... tú, eh, me salpicaras.

-Dime tu nombre -la voz del moreno se escuchó tan áspera que Naruto se hundió más en el asiento, ocultándose de esa mirada negra y penetrante.

-Naruto..., Naruto Uzumaki.

Naruto. Ese niño maleducado e inquieto era el mejor amigo de su hermano, el sujeto que lo había destituido como la persona más importante de su mundo. Apretó los puños y frunció el ceño, formando una imagen sobrecogedora y alarmante para quien quiera que lo mirara en ese momento.

-Con que eres el famoso amigo de mi hermano. No pareces del tipo de personas que Sasuke toleraría.

Naruto se molestó por el tono despechado de voz que utilizó el otro como contestación y descripción.

-Al menos... -Los ojos negros de Itachi lo miraron con advertencia. Naruto no se acobardó, tratando que su lengua no se le atorara en la garganta-, al menos yo nunca lo dejaría solo y a su suerte durante tanto tiempo mientras me iba a estudiar a un lugar bastante retirado.

En el rostro de Itachi se leyó la sorpresa cuando Naruto terminó de hablar.

-Es increíble que Sasuke te lo haya dicho.

Naruto sonrió con un poco de tristeza, recordando vagamente los atardeceres que pasaron juntos en los columpios, tratando de animarse mutuamente. El pequeño rostro risueño del antiguo Sasuke le dio fuerzas para responderle.

-Porque sé que me quiere. Me aprecia porque sabe bien que jamás lo dejaré solo. Cumplí el rol de hermano que tú abandonaste hace mucho tiempo.

El semblante severo de Itachi se acentuó más. Naruto hablaba como si hubiera elegido abandonarlo con la única razón de acentuar la satisfacción que su padre siempre le dirigía en público, apremiándolo hasta el cansancio. Lo acusaba, con tanto ímpetu y desencanto, de ser un egoísta. Aún así, pese a lo demás, le había dolido la seguridad con la que afirmaba que Sasuke lo quería. Esa confianza tan fuerte que inspiró en su hermano para que él mismo le contara ese tipo de cosas a un desconocido era absurdamente envidiable. Algo que a veces, en el pasado, ni siquiera se había ganado.

-Eso no es lo que en verdad sucedió -un tanto más calmado, Itachi miró la punta de la calle, brillosa de hielo y agua.

-¿En serio? -le gruñó Naruto con sarcasmo, cruzándose de brazos-; Quizá tengas razón también en que los cerdos vuelan a lo largo del arcoíris con alas multicolores... ¡Vamos, acéptalo! ¡Acepta que eres un patán como tu padre!

-Ese día padre ya había firmado toda la papelera de la Universidad -comenzó a excusarse, ignorando el comentario sarcástico del otro. Los ojos azules vaguearon entre la ventanilla cerrada a su lado y en la mueca descompuesta del hermano de Sasuke. Parecía que el enojo estaba siendo moldeado lentamente por uno de nostalgia-. Yo no decidí absolutamente nada. Si de mí hubiera dependido, cursando cualquier Universidad de la ciudad habría estado bien. Padre siempre está alabándome a donde quiera que vaya, así que no quería desilusionarlo diciéndole que no quería ir. Madre me comentó de todo el dinero que ya había invertido en ella.

El rubio escuchaba con atención la voz sedosa y acompasada, mientras esta deshacía el nudo y lo alisaba aclarándole las dudas. Ahora que lo notaba arrepentido, más por saber escucharlo que porque se viera así, no parecía la persona desalmada y arrogante que imaginó que sería. Hasta podría considerarlo buena persona si cambiara su guardarropa por uno como el suyo. La ropa negra puesta en él, así como en Sasuke, tenían el efecto de intimidar a los demás.

-Sasuke era mi hermano pequeño. Yo debía protegerlo en ese entonces. Hice mal en irme y abandonarlo, pero creía que madre renunciaría pronto. Cuando ya estaba hospedado en la Universidad, ella me comentó que mi padre se negaba a que dejara el empleo. Necesitaban el dinero para pagar mi estancia. Si lo hubiera sabido antes, jamás me habría dejado convencer por mi padre.

La boca se le abrió un poco. No sabía que decir. Itachi en verdad parecía arrepentido y por las cosas que había dicho, no encajaba en ninguna parte que verdaderamente hubiera deseado ese prestigioso puesto en la Universidad. Trató de sonreírle un poco, picándole las costillas con su dedo índice, tratando de llamar su atención.

-Sasuke es un amargado desde que lo conozco, pero no es malo. A veces es bastante desgraciado y frío, pero si hablas con él así como lo hiciste conmigo, te aseguro que Sasuke poco a poco irá abriéndose. Algunas de las veces cuando éramos niños, me contaba las cosas que hacían cuando tus padres trabajaban. Todavía te quiere, pero es muy orgulloso y también está eso.

-¿Está el qué?

-Bueno, esto lo descubrí una vez que me metí a su cuarto por la ventana.

-¿Y eso? -Itachi pareció animarle con una risilla.

-Bueno... es que me daba algo de miedo entrar a tu casa. Era... algo impresionante para el tamaño que tenía en ese entonces -le señaló, sonrojado y avergonzado. Itachi asintió con una nueva sonrisa, mostrándose en acuerdo-. Como sea. El caso es que cuando estaba trepándome entre los árboles, escuché la voz de tu papá hablando de tus logros en la Universidad, bastante orgulloso. Cuando me metí por la ventana vi la boleta de Sasuke hecha bola en el piso...

Itachi, ceñudo, comprendió todo en ese instante. La razón por la que Sasuke había cambiado radicalmente su forma de ser hasta ahora. El por qué del odio y la envidia que le tenía cada vez que lo veía. Celos. Celos del cariño de su padre, quien lo ignoraba y lo regañaba por no ser lo suficientemente bueno como su hermano. El no tenía la culpa de nada. La culpa la tenía su padre, el respetable señor, cabecera de la policía, Fugaku Uchiha.

Quiso golpearse la cabeza contra el cristal de la ventana. Sabía de aquellas comparaciones que hacía tan descaradamente con él y con Sasuke, pero nunca creyó que serían tan profundas para su hermano. Pensó que las empleaba como una inspiración en volverse cada vez más fuerte e independiente; para hacerse valioso por su propia cuenta. ¡Había sido un completo estúpido por no ponerle un alto a su padre cuando Sasuke bajaba la cabeza!

-Oye...

Itachi apenas lo volteó a ver.

-Lo siento. No debí haberte acusado antes de saber tu historia. A veces llego a ser bastante sonso y sordo.

El mayor le sonrió un poco, comprendiendo un poco la razón por la que Sasuke lo apreciaba tanto. A pesar de ser escandaloso y berrinchudo, comparándose con un gamberro, parecía un niño de buen corazón.

-No importa -señaló, intentando parecer desinteresado-. No es como si me importe que me odies o no.

-¿Entonces para qué me contaste esa historia? ¿Para pasar el rato? -Itachi lo miro, interesado por las conclusiones que llegaba tan perspicazmente en sus respuestas-. Conozco a Sasuke y te pareces mucho a él. No sirven las evasivas conmigo porque el amargado de tu hermano ya me ha enseñado a leer sus jugadas. Por eso digo que tienes algo de esperanza.

Itachi no tuvo tiempo de agradecerle el apoyo. La puerta del salón de música se separó del marco de metal en ese preciso momento, dos personas saliendo con lentitud. Naruto abrió la puerta del coche casi instantáneamente, cuando distinguió movimiento, saliéndose a recibir a su amigo con una sonrisa contagiosa que desapareció tan rápido como si prácticamente nunca hubiera existido.

Ahí, frente a él, Sasuke, con un gesto vacío, salía acompañado de un hombre mayor que le apretujaba el hombro. No le gustó para nada la sonrisa del más grande. Parecía tramar algo.

-...¿Sasuke?

Los ojos negros parecieron entonces ser conscientes de su existencia, mirándolo con el particular brillo en ellos. Poco a poco la sonrisa de medio lado se moldeó sobre la línea inerte de sus labios.

-¿Qué haces aquí? -su voz se oía totalmente normal. Naruto dejó de preocuparse instantáneamente. Sasuke reparó entonces en el coche negro de su hermano detrás y en la puerta abierta. Frunció el ceño atando cabos-. ¿Qué hacías con él?

-Una historia bastante graciosa -apresuró a contestarle para evitar confusiones-. Tu hermano me mojó cuando venía a... -Naruto decidió guardarse la razón por la que estaba ahí. Había perdido el valor con solo verlo a la cara-, a... pues, eso, a recogerte y se sintió algo culpable. Por eso me dejó quedarme con él, para evitar que me enfermara.

Sasuke le creyó únicamente por la evidencia más palpable de la historia: la ropa húmeda de Naruto aún era notoria. Caminó hacia él, olvidándose momentáneamente del agarre en su hombro que le impedía alejarse del cuerpo más grande. Alzó los ojos furiosos, exigiéndole que lo soltara. Orochimaru lo ignoró, clavando sus ojos dorados en los azules del otro. Ese era el mocoso del que le hablaba Kabuto, el único amigo que parecía tener Sasuke.

-¿Vas a presentármelo?

-No -se apresuró a responderle Sasuke, dirigiéndole toda su impaciencia.

-Sasuke-kun -le insistió-, preséntamelo -Naruto alzó las cejas, extrañado de la confianza que ese señor tenía con Sasuke. Era demasiado inusual, conociendo como conocía al moreno. Ignorándolo, pensando en que se trataba de una tontería, se acercó un poco más y decidió presentarse con su característico buen humor.

-Soy Uzumaki Naruto -extendió la mano al desconocido-. ¿Y usted es...?

-Orochimaru, el instructor de Sasuke -respondió, correspondiéndole al saludo con un suave apretón de manos-. ¿Son amigos, cierto? -agregó, tratando de mostrar curiosidad, después de todo se suponía que él no sabía nada.

-¡Ajá! ¡Los mejores! ¡Y tenga por seguro que soy el único que lo aguanta aquí! -apuntó el rubio con gracia, retirando su mano enguatada.

-Cállate usuratonkachi, que nadie te ha preguntado eso.

-...parece que se llevan muy bien -comentó Orochimaru al aire, observando con interés la pequeña sonrisa que empezaba a fortalecerse en el rostro de Sasuke, y en la otra madura y contagiosa de Naruto, que destilaba socarronería para el primero. No le gustaba para nada el comportamiento apacible que adoptaba el más serio, parecía haberse olvidado de las palabras que le había dicho minutos atrás. Ahora, incluso, la mirada era fuerte y dura, casi tan impenetrable como su conciencia completamente restablecida.

-Sasuke, Naruto -llamó Itachi desde el coche, un poco molesto por haber sido marginado de la charla-. Entren rápido. Naruto aún tiene la ropa húmeda.

El rubio jaló a Sasuke del brazo con fuerza, dispuesto a regresar a la calefacción del automóvil. El moreno sintió los dedos de Orochimaru, antes clavados a su hombro como pinzas de acero, soltarlo al instante para no hacerle daño.

-Hasta mañana, Sasuke-kun. Piensa en lo que te he dicho.

Sasuke cabeceó en respuesta, afirmándole que lo haría. Ya lo había pensado una vez dentro del salón. Asistiría a ese campamento para hacerse más bueno en el piano y quizá aprender a tocar otros instrumentos. Le demostraría a su familia lo brillante que podía llegar a ser, moviéndose en solitario.

No era débil. Jamás tendrían que protegerlo como a un desvalido. Ahora él cuidaría de su vida, demostrándoles a todos que desde ese momento, la lástima que sentían por él, sucumbiría en el vaivén de sus sentimientos.

Y que ahora la única persona importante en su vida era Naruto y nadie más. Los demás habían desaparecido en el abismo de odio y rencor que había desencadenado Orochimaru.

xXx


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).