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Fuego por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es sólo algo que quise hacer, espero que les guste.

Notas del capitulo:

Ya usé una vez a la pareja, quise hacerlo de nuevo.

 

Mu de Aries estaba tranquilamente desarrollando su vida en esos momentos, le gustaba esa nueva forma de existir en la que simplemente era un caballero cuyas responsabilidades resultaban menores comparadas con las que había tenido antes pero estaba muy a gusto, prefería tener ocasionalmente que reparar una armadura a estar en pie de guerra contra enemigos que amenazaban con acabar con toda la humanidad. Así que los días al menos para él podían pasar sin ninguna prisa ni novedad, le gustaba por completo su vida en esos momentos o casi por completo, se decía que disfrutaba de la paz pero no era todo lo que deseaba tener sinceramente, había alguien en sus pensamientos, no podía decir que eran de amor esas sensaciones pero tampoco lo descartaba, el problema era que no estaba del todo seguro como acercarse a ese compañero que más de una vez lo había hecho quedarse en completo silencio simplemente contemplándolo o que había poblado sus pensamientos antes de descansar por las noches. De todas maneras nada sucedía y él seguía llevando su vida cotidiana sin problemas.

En general las cosas en el Santuario para todos los caballeros eran del mismo tipo, estaban tranquilos y se mostraban agradecidos por tener nuevos días en los cuales pasar su existencia, a nadie le parecía mal eso, seguían con los entrenamientos por las mañanas y cumplían las misiones que les llegaban a ser encomendadas perfectamente, era una nueva rutina que en todo caso no interfería mucho con sus asuntos y les permitía hacer nuevas labores y descubrir más de los otros y de si mismos, estaban completamente de acuerdo en que les gustaba que las cosas marcharan de esa manera para todos.

Era también por tener una nueva disposición del tiempo que los caballeros dorados en más de una ocasión formaban planes entre ellos, ya fuera una salida en grupo, una reunión, convivir unos momentos, como aquella mañana después de su entrenamiento en que el caballero de Aries se dirigía al primer templo y fue alcanzado por el guardián de Tauro.

--Espera Mu.

--¿Qué sucede Aldebarán?

Ambos se encontraban al pie de las escaleras.

--Estábamos comentando acerca de ir al pueblo Mu ¿no te gustaría venir? Podríamos disfrutar de unos momentos fuera del Santuario.

--Gracias por invitarme Aldebarán pero no puedo, prefiero quedarme en mi templo, tengo asuntos que atender.

--Que pena, pero ya será en otra ocasión.

--Por supuesto. Espero que se diviertan.

--Nos vemos Mu.

El de mirada verde le hizo un ademan de despedida con la mano izquierda y sin más siguió con su camino, el del segundo templo lo vio alejarse, entendía que a veces todos ellos deseaban estar solos y respetaba que fuera de esa manera pero en ocasiones le daba la impresión que a su compañero de cabellos lavanda no era sólo que necesitara de unos momentos a solas sino que intencionalmente buscaba estar a solas. Comprendía que a veces todos quisieran unos momentos para si mismos pero con el ariano esos momentos eran demasiado frecuentes y sospechaba que se trataba de más que solamente un poco de paz pero por el momento no podía decir nada, tan sólo quedaba esperar que no fuera nada malo lo que sucediera con su compañero.

Por su parte y a solas en el templo de Aries se encontraba Mu descansando, el venido del Tíbet se decía que le hacía falta, miraba alrededor de su templo y realizó sin tardanza las actividades que tenía por hacer, no eran demasiadas así que terminó aprisa pero al final de eso se quedó mirando alrededor, le daba la impresión que el templo de Aries era en realidad un sitio muy amplio, silencioso y solitario para una sola persona, hasta antes de los conflictos eso no le había importado pero ahorra que había paz se daba cuenta de todo, que le faltaba vida pero no podía decidirse sobre la manera de que fuera distinto. Era verdad que él era uno de los mejores caballeros de todo el Santuario, leal, confiable, dedicado pero aún así algo le faltaba a ese sitio, algo que él por si mismo no era capaz de llenar.

Mirando las paredes y pilares de mármol sentía el vacio que lo rodeaba, quizás era eso, que estaba solo pero no creía poder hacer algo al respecto por el momento. Se quedó sentado bebiendo una taza de té, pensó en sus intentos de mantener una relación pero algo siempre había terminado por echar abajo esas posibilidades y al final no lo habían llevado a nada. Pensó en Milo pero no pudieron comprenderse, en Shura pero no iban realmente al mismo paso sobre lo que querían, incluso estuvo con Shaka pero el rubio y él parecían hermanos. No lograba estar con otras personas de manera personal, aunque en el fondo sentía que nunca le había gustado alguien en verdad, a pesar de haber estado con otros de sus compañeros nunca había sentido nada de todo aquello que había escuchado a otros decir sobre sus relaciones pero suponía que la experiencia era diferente para cada uno.

Lo mejor era descansar.

 

 

La vida de Mu de Aries seguía más o menos siendo la misma, formaba parte del Santuario, no convivía mucho con los otros y a veces suspiraba y fantaseaba de lejos cual muchachito por él, ese hombre al que no sacaba de sus pensamientos pero nada sucedía, no hasta ese día en que Shion, ahora de nuevo patriarca del lugar, lo llamó por un asunto de gran importancia según dijo.

--Patriarca-dijo Mu inclinándose respetuosamente delante del de mirada rosa.

--Que bueno que llegas Mu-fue la respuesta del antiguo caballero de Aries-Te hice llamar por un asunto en particular.

--¿Qué sucede?

--Ha sucedido algo Mu, se trata del Inframundo.

A esa mención el de cabellos lavanda no pudo menos que sorprenderse, no esperaba que de nuevo esa región estuviera dando problemas y que hasta ese momento lo supieran ellos pero sin duda Shion se dio cuenta de lo que pensaba pues procedió a explicarle de qué se trataba todo eso.

--No es algo de peligro Mu, no para los demás al menos, en el Inframundo en este momento están enfrentando una pequeña crisis y nos han pedido ayuda.

--¿El Inframundo quiere de nuestra ayuda?-preguntó asombrado el de ojos verdes.

--Así es.

--¿Qué tipo de ayuda?

--No fueron muy claros al respecto, Hades no decía demasiado en su mensaje, creo que lo mejor es permanecer atentos y por el momento ceder a su petición.

Pero el caballero de Aries aún parecía tener dudas, de todas maneras el que fuera su maestro continuó.

--Te hice llamar Mu porque debes ir al Inframundo.

--¿Por qué?

--Hades pidió específicamente tu presencia Mu, dijo que era una labor delicada y que sólo tú podrías ser de ayuda, creo que es algo importante para que el propio señor de los muertos enviara a llamarte.

--Sin duda.

Por unos instantes ambos guardaron silencio y se quedaron mirando pero sabían que tenían que tomar una resolución cuanto antes.

--¿Irás Mu?

--Es lo que debo hacer, sea lo que sea que está sucediendo en el Inframundo lo mejor es que nos enteremos cuanto antes y veamos que sea resuelto con prontitud antes de llevarnos sorpresas.

--No esperaba menos de ti Mu.

--Sea lo que sea que suceda lo mantendré informado.

Y como parecía que lo más importante ya estaba resuelto lo demás que se dijeron fue aprisa pues el de cabellos lavanda encontraba que lo más apropiado era resolver lo más urgente para marchar de inmediato a su destino. Con esas ideas en mente fue directamente a su templo pues debía resolver un par de cuestiones y entonces estaría listo para marcharse.

Lo más importante para el de ojos verdes era algo en particular y para eso fue a visitar a su amigo del templo vecino.

--Aldebarán.

--Hola Mu-dijo el otro apareciendo y le llamó la atención ver que no iba solo-Hola Kiki.

--Hola-respondió el discípulo de Apendix.

--Deseo pedirte un favor Aldebarán.

--Con todo gusto Mu.

--Tengo que irme de misión por un tiempo y no deseo que Kiki se quede solo ¿podrías encargarte mientras regreso?

--Por supuesto, ya nos hemos divertido antes ¿no es así?-preguntó mirando al menor que sonrió.

--Muchas gracias-continuaba el de mirada verde.

--¿Dónde irás Mu?

--Al Inframundo.

--¿Qué?

--No te preocupes, es algo que no tardaré en solucionar, todo estará bien.

--De acuerdo.

Y como parecía que todo estaba listo para su partida apenas unas horas después de haber hablado con Shion estaba ya en marcha a su nuevo destino sin estar seguro del porqué lo llamaban ni de lo que estaría sucediendo en el Inframundo. Mucho menos esperaba lo que iba a encontrar en ese sitio.

 

 

La llegada al Inframundo fue relativamente tranquila, nada fuera de lo esperado y en realidad el de Aries sentía que lo mejor era ir preparado para todo y no mostrarse débil ante nada, fuera lo que fuera él sería un caballero dorado y aunque hubiera paz prefería dejar en claro que él estaba firme y listo para lo que sucediera en ese sitio. Con esos pensamientos y con pasos firmes hizo su entrada a los dominios de Hades y no tardó en encontrarse con que alguien lo estaba esperando o más bien algunos pues un grupo de tres espectros estaba ahí.

--Caballero de Aries-dijo formalmente uno de los espectros.

--Hades me llamó-fue la respuesta del de cabellos lavanda.

--El señor Hades nos envió a recibirlo.

Con eso de inmediato se pusieron en camino, el de mirada verde no perdía nada de vista, trataba de hacerse una idea sobre lo que estaba sucediendo pero no le parecía que ese sitio fuera diferente de lo que él mismo recordaba, aunque en su estadía anterior no había podido ver mucho, pero de todas maneras no lograba adivinar los motivos por los cuales estaba en ese sitio, incluso el que fuera llamado ya resultaba extraño, el que fuera llamado con sus herramientas celestes lo era aún más. Pero prefería no decir nada, una vez que viera a Hades sabría de qué se trataba todo eso.

Sin embargo al seguir avanzando y poder ver más espectros le dijo al caballero dorado que algo estaba sucediendo en ese sitio, era como si hubieran procurado que se viera como siempre pero no era así, incluso los espectros lucían distintos, no a simple vista pero él tenía un ojo experto y bien entrenado para lo que ocurría y no le tomó más que unos momentos para saber que sus sapuris estaban dañados. No dijo ni una palabra y conforme avanzaba sabía que tendría que verse con Hades de frente. Entró a un enorme salón que sin embargo parecía vació de no ser por la escalinata en el sitio y que sobre esta se veía un trono, mismo en el que estaba sentado el señor del Inframundo.

Como correspondía por educación y respeto el de Aries colocó una rodilla en tierra y aguardó pacientemente a que el hombre de largo cabello oscuro en el lugar le hablara.

--Bienvenido caballero dorado de Aries-dijo Hades-Llegas bastante más rápido de lo que esperaba.

--Deseo poder ser de ayuda sea cual sea la dificultad por la que fui llamado.

--No es una dificultad, es simplemente un inconveniente menor que está completamente controlado.

--¿Por qué he sido llamado?

--Es sólo una cuestión de prevención-dijo Hades con seriedad-Nada de que alarmarse, pero es necesario que el estado de los sapuris sea revisado.

--¿Los sapuris?

--Así es, uno de mis espectros te expondrá el resto.

Como si hubiera sido llamado apareció en ese momento alguien más en la escena y el de cabellos lavanda no tardó en reconocerlo, nunca hubiera podido olvidarse de esos ojos y cabellos dorados.

--Radamanthys de Wyvern te auxiliará en lo que necesites, él ya tiene sus instrucciones.

Sin más palabras el de Aries comprendió que era el momento de retirarse, así que hizo una breve reverencia y con eso abandonó al salón siguiendo al alto hombre de cabellos dorados que le indicaba el camino sin decirle una sola palabra.

Continuaban sin decirse nada a través de pasillos y puertas pero el de mirada verde no se atrevía a preguntar, de repente se detuvieron y sólo entonces el de Wyvern lo miraba de frente.

--Está será tu habitación.

Abrió la puerta y entraron, el de ojos verdes se fijo en el sitio, era un lugar cómodo en realidad aunque no pudo sustraerse a la idea que era algo lúgubre pero eso quizás era mera sugestión.

--El señor Hades me encomendó que viera por tu comodidad caballero de Aries-le explicaba el rubio--Si necesitas algo sólo debes pedirlo.

--Gracias.

--Espero que descanses.

Estaba por retirarse pero el de cabellos lavanda tuvo que preguntar.

--¿Por qué me llamaron?

--Es sólo para prevenir ¿necesitas algo más caballero de Aries?

--Si, deja de decirme así, me llamo Mu.

--Muy bien.

--¿Puedo decirte Radamanthys?

--Está bien ¿algo más?

--No.

--Mañana mismo podrás ver los sapuris.

Con eso el de ojos dorados se fue pero el de mirada verde no estaba seguro de lo que ocurría, sólo sacaba en claro que algo estaba sucediendo, algo que dañaba a los sapuris y por eso lo necesitaban, y también que estaban muy dispuestos a hacerle creer que no era nada grave pero si lo habían llamado sin duda lo era. De todas maneras no sacaría nada en claro en esos instantes así que se decidió a descansar, sin duda no tardaría en saber lo que ocurría en realidad.

 

 

Mu se había despertado, no estaba cansado y en general sentía que había descansado bien, se había lavado el rostro, cambiado y justamente cepillaba su cabello cuando escuchó que llamaban a la puerta, supuso de quien se trataba.

--Adelante.

Un segundo después ya estaba el de Wyvern en el lugar.

--Buenos días Radamanthys.

--¿Descansaste?

--Si, estoy bien.

--Si te encuentras dispuesto podemos ir donde están los sapuris.

--Está bien.

Sin más el de Aries tomó sus herramientas y fue guiado por el de cabellos dorados a una especie de taller, le recordó a una forja pero no dijo nada, vio que había un total de ocho sapuris en el lugar, aparentemente estaban bien pero su mirada experta le dijo que estaban dañados y la clase de daño pero también sentía dudas.

--Sea lo que sea que necesites tan sólo debes pedirlo Mu, el señor Hades espera que tu labor sea sencilla y no tardes demasiado con esto.

--Muy bien.

--Estos son los primeros sapuris, parece mejor que los revises poco a poco ¿estás de acuerdo?

--Si.

--¿Requieres de algo?

--Tengo lo que necesito Radamanthys pero dime algo por favor.

--¿Qué sucede?

--¿Cómo se dañaron?

--Somos combatientes Mu, a veces se nos va un poco la mano.

--Ya veo.

--Te dejo trabajar, si necesitas algo sólo llámame.

--Si, gracias.

Cuando el juez se retiró de inmediato el de Aries se dijo que le estaban mintiendo, los daños que veía en esos trajes de batalla no eran de una pelea, eran diferentes pero por el momento no terminaba de adivinar a qué se deberían, aunque tenía un par de teorías, parecía que habían sido pasados por fuego pero la idea parecía descabellada, después de todo una armadura de guerra estaba justamente creada para ser inmune a ese tipo de situaciones, además ¿Qué tipo de fuego podría dañar un sapuri? No tenía sentido. Al final prefirió comenzar a trabajar cuanto antes pues no estaba ahí para otra cosa que no fuera cumplir con un pedido que le habían hecho.

El caballero del primer templo del Santuario no dejó su labor, sin duda era bueno en ella, lo primero fue hacer una especie de revisión y diagnóstico de cada sapuri, aunque similares los daños eran muy específicos en cada uno, después empezó a separarlos del más sencillo al más grave pues así le parecía mejor trabajar, primero resolvería lo simple para dedicarse de lleno a lo complejo, con eso sería menos complicado cumplir con su comisión. Puso manos a la obra y se dedicó a su labor sin decir nada, después de todo era algo que le gustaba y en el Santuario hacía tiempo que no tenía una oportunidad de ese tipo, los días de la paz tenían más consecuencias que simplemente dejar de pelear.

Durante los primeros tres días para Mu fue todo como una rutina pues hacía exactamente lo mismo, Radamanthys se mantenía muy atento a él y aparentemente nada estaba pasando, el de mirada verde casi creyó que nada ocurría pero eso cambió después de una noche en la que supuestamente debía descansar solamente.

 

 

El de los ojos verdes había estado trabajando en los sapuris aunque de haber tenido ocho reparó prontamente cinco pero le fueron llevados otros cuatro, similares marcas, pero nada de eso dejaba para él una pista de lo que ocurría; como fuera estaba descansando esa noche y se había dormido, nada pasaba, de pronto hubo un sonido, uno fuerte que lo hizo despertarse, como si el suelo bajo sus pies se abriera. De un movimiento ya estaba el de cabellos lavanda incorporado y fue hacia la puerta, apenas abrió se dio cuenta que todos los espectros estaban muy activos y que una apresurada actividad dominaba el sitio, no comprendía lo que ocurría pero nadie se ocupaba de explicárselo.

El de Aries terminó por ir en la misma dirección que los demás y sólo entonces, cuando dejaron las habitaciones, vio con sus propios ojos lo que ocurría. A lo lejos del mismo Inframundo pero con gran fuerza sin duda el ariano contempló como si una especie de pilares de fuego se alzara hasta lo más alto. No estaba seguro de comprender lo que sucedía pero nadie se detenía a explicarle, todos los espectros se movían con velocidad y coordinación, sin duda ya sabían lo que tenían que hacer pero él se quedaba impactado ante la magnitud de lo ocurrido.

--¿Qué haces aquí?

El de Aries volteó y se encontró ante la mirada dorada del juez de Wyvern.

--¿Qué está sucediendo?-preguntó el de cabellos lavanda.

--Debes retirarte Mu, regresa a tu habitación.

--Pero...

--Ahora.

Sin otra palabra el venido del Santuario sintió que lo mejor era obedecer y tan sólo pudo contemplar como el de cabellos dorados se ponía al frente de los demás y los coordinaba en sus labores, sería mejor no estorbar y hacer lo que le indicaban pero tenía muchas dudas sobre lo sucedido.

Pasaron horas antes de que Mu  pudiera saber algo más de lo ocurrido, por lo que adivinaba las cosas se habían tranquilizado pero seguía sin entender lo que había sucedido, aunque sin duda todo lo ocurrido explicaba los daños que había visto en los sapuris, eran causados por fuego pero no podía ser un fuego normal pero recordando lo que había visto tenía una mejor idea de lo sucedido o algo parecido pues seguía sin saber cómo había surgido ese fuego. Lo mejor era esperar a que las cosas se calmaran por completo, entonces sin duda vería a Radamanthys y podría preguntarle abiertamente por lo que sucedía.

Ya estaba entrado el día cuando el caballero dorado decidió que era bastante, no continuaría con dudas y como no veía al de ojos dorados iría personalmente a buscarlo para saber lo que estaba sucediendo; Mu había procurado hasta ese momento que las cosas continuaran como siempre pero de verdad había esperado para saber qué ocurría, tendría respuestas de una manera o de otra y para conseguirlas tendría que preguntar por lo que estaba pasando. Llegó a las habitaciones que sabía eran del juez y llamó.

--Adelante.

El de cabellos lavanda entró y con una mirada el de Wyvern veía con claridad que el de Aries quería una respuesta.

--¿Qué está sucediendo?-preguntó el del Santuario.

--Es algo que tenemos controlado-respondió el del Inframundo.

--¿De dónde vino ese fuego?

--Hace tiempo que surgió un problema-respondió el rubio sabiendo que lo mejor era ser sincero-El Flegetonte estuvo saliéndose de su cause natural y cuando eso sucedió hubo efectos como lo que viste.

--¿El Flegetonte? ¿El río de fuego del Inframundo?

--Así es. No sabemos el porqué, aparentemente su crecida excedió los límites y buscó otros cauces, por debajo del nivel normal en el que nos encontramos pero ahora todo está controlado.

--Lo de la otra vez no me pareció que estuviera controlado.

--Fue un incidente aislado, si hubieras visto los primeros sabrías que eso no fue nada. Todo está bien ahora.

--Muy bien, te creeré.

Vino un silencio entre los dos y el de cabellos dorados continuó con lo que estaba haciendo antes de que llegara el de cabellos lavanda y fue por eso que el de mirada verde sencillamente no pudo evitar notar al otro hombre. La cuestión era que el juez se estaba cambiando, ya no llevaba puesta su camisa y estaba un poco sucio, sin duda por haber estado cerca del fuego, sudaba algo, el cabello desordenado, los músculos tensos, se veía tan...pero el de Aries ni siquiera encontraba la palabra adecuada para lo que estaba mirando.

Lo que si sabía era que su respiración estaba agitada y su cuerpo reaccionaba con todo su ser pero casi al mismo tiempo le pareció una locura, él no actuaba de esa manera, era mejor que se tranquilizara. En cuanto al de mirada dorada simplemente terminó de limpiarse y se secaba con una toalla el torso desnudo, era suficiente para el ariano, lo mejor era emprender una retirada.

--Es mejor que me vaya Radamanthys-dijo ya sin mirarlo-Tengo que seguir con los sapuris.

--Bien y te agradecería discreción en todo esto Mu, es algo que ya está bajo control por completo.

--Si, está bien.

El de cabellos lavanda se fue prontamente y el de Wyvern se quedó pensando, le daba la compresión que algo sucedía con ese joven.

 

 

La labor del caballero de Aries era llevada a cabo con perfecto orden, desde que estuviera iniciado en el secreto de lo sucedido tenía más sapuris que arreglar, trabajaba en ellos con la misma dedicación que hubiera puesto en cualquier armadura de un caballero del Santuario y los demás lo sabían, de cierta manera se lo agradecían pues entendían que era un favor y uno muy especial, y nadie se daba cuenta mejor de todo eso que el juez de Wyvern que constantemente estaba al pendiente de ese joven de cabellos lavanda que por alguna razón parecía esquivarlo cuando estaban juntos en el mismo sitio.

Era verdad que Mu se dedicaba a su labor pero también tenía que ver que sus actividades lo ayudaban a no pensar, no deseaba pensar en Radamanthys, desde ese día que lo viera a medio vestir el de mirada verde se sentía extraño, no comprendía lo que le sucedía pero estaba convencido que nunca antes había vivido una sensación de ese tipo, como si su cuerpo se encendiera, era la verdad, una especie de fuego en su interior que lo llevaba a pensamientos bastante ajenos a él. Procuraba controlarse y por ello evitaba al de cabellos dorados, si lo tenía cerca se le hacía mucho más complicado tratar de obviar que su cuerpo respondía al del otro y que deseaba cosas que nunca antes había deseado.

Como fuera parecía que por el momento todo estaba bajo control, trabajaba hasta tarde y se agotaba de esa manera, era mejor eso que seguir teniendo ideas extrañas con el juez de Wyvern pero aunque esas fueran las intenciones del de mirada verde estaba a un paso de que le fuera inevitable seguir sus propias sensaciones. Sucedió que el de Aries ya había terminado con sus labores programadas, sabía que aún faltaban sapuris por arreglar y al menos por revisar pero confiaba en que de seguir trabajando de esa manera prontamente podría regresar a su templo. En medio de esas ideas caminaba solo a través de los ya conocidos para él pasillos silenciosos, al menos estaban silenciosos hasta que quedó delante de una puerta.

En un primer momento el del Tíbet pensó que algo se había caído del otro lado de una de esas puertas pero casi de inmediato vino una especie de lamento y supuso que alguien se había lastimado, así que se acercó para tratar de auxiliar pero antes de que abriera le llegaron una serie de sonidos agudos y después un insistente golpeteo contra la puerta que lo dejó desconcertado. Dos segundos después descifró los sonidos y se quedó sin saber qué hacer. Por las voces pudo reconocer a los otros dos jueces, Garuda y Grifo, que no peleaban, más bien se estaban comprendiendo pues Minos decía Más de forma insistente y Aiocos estaba de acuerdo con él pues decía Si a todo.

El caballero dorado no supo que hacer, miraba a la puerta y al pasillo pero logró reaccionar y sólo atinó a alejarse prontamente de ese sitio y casi correr a su habitación para encerrarse y quedarse en medio del silencio pensando en lo que debía hacer o más bien en lo que quería hacer. No podía evitar ahora que se encontraba solo consigo mismo el pensar en su situación y aunque no lo quisiera tendría que ser con total claridad. Le había resultado excitante lo sucedido y eso nunca le había ocurrido.

Mu se veía a si mismo, y no sin razón, como una persona muy tranquila, también en el aspecto del sexo lo era, no era de los que se dejaban llevar ni resultaba muy excitante, ni siquiera era de los que tomaban la iniciativa, era muy pasivo para todo en realidad y que en esos momentos sintiera que su cuerpo reaccionaba de una manera tan intensa le resultaba extraño, no lo comprendía ni sabía como manejarlo. Y estaba la cuestión de que todas esas sensaciones parecían tener un origen pero no le gustaba detenerse a pensarlo pues no lograba comprender el porqué estaba sucediéndole todo eso. Lo mejor era descansar o al menos eso supuso y por ello se fue a la cama pero no lograba concentrarse en nada, su mente y su cuerpo estaban muy despiertos, al final se levantó y fue a darse un baño.

Una vez bajo el agua el de cabellos lavanda creyó que se calmaría pero no fue así, a pesar de sus esfuerzos para que fuera de otra manera no podía dejar de pensar en una sola imagen en su mente y por ello las sensaciones le ganaron a la razón y sin batallar más llevó su mano a su entrepierna para acariciar su sexo, al principio con suavidad pero apenas reaccionó pasó su mano desde la base hasta la punta con un poco de fuerza, como si buscara terminar cuanto antes y no fue mucho realmente lo que le tomó llegar a su culminación pero un nombre brotó de sus labios al sentir llegar el clímax.

--Radamanthys...--dijo con voz ahogada.

Así era, se había visto a si mismo en sus pensamientos estando al lado del de mirada dorada, sin la camisa y con los músculos tensos que sin más se acercaba a él y con su mano lo llevaba al orgasmo, al  menos así había sido en sus pensamientos. Se sentía más tranquilo y muy dispuesto para descansar, así que fue a la cama y una vez ahí tuvo que reconocer que algo estaba cambiando en su interior, como si al estar en ese sitio algo hubiera surgido en él, algo nuevo y desconocido hasta ese momento de su vida. Y lo más impactante de reconocer era que todo eso estaba sucediendo por la presencia de Radamanthys de Wyvern.

No lo comprendía pero así era, no entendía que de pronto en su vida se sintiera tan confundido y se quedara despierto pensando en el otro, mucho menos que hubiera fantaseado con él bajo la ducha, no podía darse una respuesta a todo lo que sucedía y aunque lo intentara al final ya estaba muy cansado para intentar descubrir nada, lo mejor sería no verse con Radamanthys por ningún motivo, al menos en ese instante le parecía lo mejor para solucionar su situación. Se quedó dormido.

 

 

Aunque Mu había tratado de evitar a Radamanthys lo cierto fue que no pudo, el de Wyvern estaba a su lado constantemente pues era el encargado de ver que todo estuviera marchando con respecto a su visita, el propio Hades le había encomendado esa misión y él la cumpliría pero el de cabellos dorados pensaba que algo pasaba con el ariano, no era el mismo que él recordaba, a momentos le parecía que no quería ni verlo cerca pero no estaba seguro del porque de esa conducta. O al menos no lo supo hasta ese día en que el caballero dorado lo miraba de manera esquiva para lograr robarle un segundo y notar que sus ojos verdes brillaban con algo muy especial por estar a su lado.

Todo tuvo sentido en ese instante, Mu de Aries sentía algo por él.

No era que el de mirada dorada se sintiera sobradamente envanecido por esa situación pero tampoco negaba que en cierta manera era halagador que un caballero del Santuario sintiera la atracción que sentía ese joven de mirada verde por él, era lo suficientemente masculino para que le agradara la situación pero lo que más le interesaba era el siguiente movimiento y se convenció que él tendría que hacerlo. Tardó un poco pero decidió que valía la pena jugarse el todo por el todo, así que daría un paso que no dejara espacio para interpretaciones, si algo debía suceder sucedería desde el primer momento.

A Mu le parecía que había conseguido con bastante fortuna evadir al rubio, así que esa noche se fue a su habitación a descansar pero justamente en ese instante vio que alguien caminaba por el pasillo hacia él y no era otro que el de mirada dorada, trató de continuar como si nada pero fue imposible cuando quedaron a unos pasos de distancia.

--Buenas noches Mu.

--Buenas noches.

Pero a esa mirada dorada que nada se le escapaba no le costó trabajo ver la agitación en el de cabellos lavanda, aunque se apartara tan rápido de su lado estaba convencido que el ariano lo deseaba. Ahora estaba más convencido que nunca sobre lo que haría.

Una vez en su habitación Mu supuso que lo mejor era descansar o al menos intentarlo, casi sentía que tenía fiebre pues su cuerpo no se sentía como siempre pero no lograba comprenderse, fue a la cama pero supo que no dormiría, así que mejor fue al baño y se dio una ducha rápida que si bien lo refrescó no lo calmó. Se sentó en la cama llevando una playera gastada, sacudía su cabello y fue en ese momento que llamaron con suavidad a su puerta, se quedó con el corazón quieto por un segundo sin respirar, entonces escuchó su voz.

--Soy yo Mu.

Casi no pudo moverse en el primer segundo pero al siguiente ya estaba en la puerta abriéndola lentamente y quedó a un paso del de ojos dorados.

--¿Qué sucede Radamanthys?

Pero el otro no dijo nada, sólo entró cerrando la puerta y se le acercó con seguridad sin dejar de mirarlo.

--Radamanthys.

El otro se mostraba listo para seguir y le acarició el rostro pero Mu volteó evitando que se acercara.

--Yo no...

Antes de poder decir algo más el rubio lo besó en los labios pero el de Aries se apartó como si deseara terminar ahí.

--No lo hagas otra vez.

El rubio no lo escuchó sino que se acercó y lo acorraló contra la puerta y lo besó de nuevo, sentía que se resistía a sus avances pero no desistió, lo estrechó entre sus brazos y una vez más Mu quiso separarse pero no pudo, el de mirada dorada lo sostenía junto a él y al besarlo llevó sus manos por sus caderas entre sus piernas y lo acarició por encima de su sexo. Mu no pudo evitarlo, gimió al sentirlo y al separar sus labios fue aprovechado por el de cabellos dorados para introducir su lengua y explorarlo con sensualidad, le recorrió sin esperar y pasó la punta por su labio superior para después mirarlo de frente.

--Si quieres que me detenga dímelo-dijo Radamanthys.

Pero Mu se sentía extrañamente sometido a esos ojos dorados y levantándose en la punta de sus pies se apoyó en su pecho para besarlo, en el acto el rubio lo estrechó entre sus brazos y la unión de sus labios se volvió apasionada; el de Wyvern no aguardo y llevó sus manos al borde de la playera que usaba el de mirada verde y la levantó, llevando su mano al ya medio erguido sexo del ariano, con sus dedos lo acarició por la punta hasta conseguir que se elevara por completo y aparecieron las primeras muestras de humedad en su miembro, con eso el de cabello dorado supo que podía continuar.

 

 

El de Aries se sintió cargado por esos fuertes brazos y arrojado a la cama de un movimiento, no se movió, se quedó ahí como a la expectativa con sus piernas sutilmente abiertas, mientras se acercaba el de ojos dorados se quitó la camisa y llevó sus manos por debajo de la playera de Mu y alcanzó su pecho, lo acarició y frotó sus pezones haciendo círculos y tirando de ellos ligeramente, el de cabellos lavanda sentía las gozosas sensaciones que encendían su cuerpo y se arqueó lanzando un gritito ahogado que fue escuchado por el juez, no pudo esperar, con habilidad hizo que el otro alzara los brazos y lo despojó de la única prenda que llevaba, quedando completamente desnudo.

El de Wyvern lo miró con intensidad, vio como el joven se ruborizaba y respiraba agitado sin mirarlo directamente con sus cabellos esparcidos sobre las sábanas, estaba tan hermoso en ese instante que se acarició a si mismo en su miembro pero tenía planes para ese caballero muy bien definidos; Radamanthys se acercó a Mu con movimientos decididos, se colocó sobre él mostrando sus músculos tensos y se inclinó a besarlo presionando firmemente sus labios y después pasando su lengua con deseo.

El caballero dorado no supo porqué pero se estremeció, sintió al rubio bajar por su cuerpo y sin detenerse llegó a su ombligo probándolo con su lengua y sus manos acariciaban sus muslos pero al seguir bajando le dio la impresión que su corazón latía más aprisa aunque no pensó en ello pues el de mirada dorada lo acariciaba en su sexo con uno de sus dedos, luego con la punta de su lengua y la mano se cerró alrededor de la base apretándolo un poco y arrancándole un gemido agudo, vino el movimiento haciendo que se excitara más y resultaba que no era sino el principio.

 A Mu le parecía que cada segundo era más difícil no buscar que Radamanthys continuara aunque no sabía como indicarle que deseaba más pero el de cabello rubio sabía que lo deseaba con fervor, se apartó con cuidado haciendo que lo sintiera, besando la punta con suavidad pero de inmediato hizo que apartara su pierna izquierda y el ariano por si mismo hizo lo mismo con la derecha, quedando expuesto ante los dorados ojos que brillaron por su forma de actuar, si, ese joven era especial. El de cabellos lavanda permanecía recostado, le daba la impresión que la presencia del rubio llenaba todo el lugar y se quedaba muy quieto poniéndose en sus manos; Radamanthys lo besó en la intimidad, pasó sus labios por el íntimo pasaje subiendo con sensualidad por sus testículos y continuó sobre el inhiesto miembro para humedecer la punta y descender por el mismo camino varias veces haciendo que el de mirada verde se estremeciera y buscara que continuara.

En algún momento sin que estuviera seguro en cuál sucedió, Mu gimió como conteniendo el aliento, apretó con sus dedos las sábanas bajo su cuerpo mientras esa hábil lengua entraba en él, traspasaba el anillo de músculo que se estremecía y conocía su intimidad de forma erótica sin detenerse, llegaba lo más profundo que podía de esa manera pero sabía que no era suficiente, los dos lo sabían de hecho; fue Radamanthys quien se apartó un poco, con sus dedos golpeteaba suavemente el masculino pasaje y los dígitos de la otra mano los llevó a su boca para humedecerlos y lubricarlos con su saliva, entonces los llevó al sitio que deseaba para frotarlo, presionaba y hacía círculos y pasaba su lengua mientras estimulaba por la base el rígido sexo con su otra mano, no haría sino lo que deseaba y eso era mostrarle al de Aries lo mucho que podía darle en la intimidad.

Para el de ojos verdes era nuevo lo que vivía, cierto que había hecho cosas así pero lo de ese momento era muy diferente a cualquier experiencia pasada, esto era intenso en su fogosidad, más aún cuando esos dedos en su interior entraron profundo, se retiraban y volvían a entrar, giraban y lo dilataban, a momentos salían de él y eran reemplazados por esa lengua, ambas formas eran terriblemente placenteras, con unos momentos la combinación era continua haciendo que el de cabellos lavanda se curvara sobre su espalda, las sensaciones de placer lo llenaban y su cuerpo se volvía más y más una hoguera, tuvo que gemir abiertamente cuando tres dedos estaban en él pero no sólo lo dilataban sino que lo embestían y esos sensuales labios de nuevo habían tomado su turgente sexo, lo complacían con destreza y para Mu era una sensación realmente apasionante que lo estaba llevando al éxtasis entre gemidos, nunca antes se había sentido de esa manera, todo su ser estaba encendido, el placer corría por su cuerpo manifestándose con el arco de su espalda y las apasionadas voces con las que llenaba la habitación.

Radamanthys sentía claramente como el de Aries disfrutaba lo que hacía, la manera en que su intimidad se contraía contra sus dedos, le parecía que incluso ese miembro entre sus labios se endurecía más, tanto que tuvo que comenzar a acariciarse a si mismo pues no había manera de detenerse y de ninguna forma iba a detenerse. Estaban en el momento en que el placer los llenaba y los guiaba a la culminación, una serie de espasmos surgían de su vientre y los tensaban, el juez de Wyvern lo disfrutaba pero sabía que no tanto como Mu, el ariano se arqueaba y gemía abiertamente mientras las intensas oleadas del éxtasis lo llenaban, sentía que su piel ardía y le faltaba el aire, esos dedos en su interior parecían embestir de manera continua su centro de placer, no supo más, no pudo hacer más, fue como si temblara y se liberó, se curvó y cayó en las sábanas varias veces a la vez que el de cabellos dorados vivía su propio orgasmo.

El caballero dorado se quedó recostado sin saber nada más que no fuera el cálido sentido del placer, todas las pulsaciones que surgían eran deliciosas y hasta que terminaron pudo mirar con claridad, vio que Radamanthys estaba poniéndose los pantalones y lo miró directamente.

--Radamanthys.

--Nos vemos después.

Con esa respuesta se acercó y lo besó suavemente para acariciarle la mejilla y marcharse. El de cabellos lavanda se quedo quieto unos instantes para después meterse bajo las sábanas y dormirse profundamente, no podía hacer más.

 

 

A la mañana siguiente Mu se sentía muy distinto a cualquier otro día de su vida, lo de la noche anterior había resultado intenso, en cierta manera le parecía que aún corría por su cuerpo todo lo sucedido, aunque también comprendía que no se trataba se emociones ni de sentimientos, al menos lo que había despertado el juez de cabellos dorados no se trataba de eso. Eran las sensaciones las que gobernaban en él, si, una sensación de fuego había nacido de lo más profundo de su interior y no pudo contenerse a dejarse guiar por ella. Pero necesitaba tomarse un segundo y pensar.

¿Qué iba a suceder? No lo sabía. Lo mejor era seguir adelante con la única misión que lo había llevado a ese sitio, no podía hacer nada más. Sin duda era lo mejor.

Y todo eso hubiera funcionado de no ser porque cuando estaba trabajando en restaurar los sapuris apareció alguien a su lado. Alguien de cabellos dorados que no apartaba su vista de él.

--¿No necesitas nada Mu?

--No, gracias.

Pero aún cuando no dijeron nada más el de mirada dorada no se fue de ahí, se quedó respetuosamente a unos pasos mirando al de cabellos lavanda, quien por su parte no sabía que hacer, sentía que podía preguntar pero no se animaba a hacerlo, tal vez lo mejor era ignorarlo pero habían estado juntos la noche anterior, tenía demasiadas ideas en su mente como para trabajar bien y todo terminó por aclararse cuando una de sus herramientas se le cayó de la mano. Jamás le había sucedido eso.

--Estás trabajando mucho Mu.

--Estoy bien.

--Te dejo descansar.

Y parecía que se marcharía pero antes de hacerlo se acercó de nuevo a Mu para susurrarle algo al oído.

--Deja tu puerta abierta.

El de Aries lo escuchó y sintió que apenas si podía contenerse de no arrojarse contra él y no para pelear. Lo vio alejarse de él, esa forma de caminar, su espalda fuerte, la cintura estrecha, casi le temblaron las rodillas por recordar lo que se sentía estar entre sus brazos. Pero volvería a sentirlo.

Apenas estuvo listo se fue a su habitación para esperar, estaba seguro que la espera lo valía pero aún así parecía que su cuerpo estaba encendido, no se sentía capaz de mucho pero de todas maneras procuró distraerse, se bañó, se cambió de ropa por una pijama ligera, se peinó con suavidad y a cada cosa que hacía se recordaba a si mismo que tenía que esperar por Radamanthys. Veía el reloj continuamente y cuando este marcó la media noche se dijo a si mismo que no podía aguardar más, sencillamente no pudo resistir más.

Con determinación fue hacia la puerta y al abrirla quedó delante de alguien. De él. Quiso decirle algo, lo que fuera pero no fue posible, el juez de Wyvern entró mirándolo fijamente y colocando uno de sus dedos en sus labios, a lo cual el de mirada verde se sintió súbitamente sometido, lo vio cerrar la puerta y acercarse a él de manera firme, sin una palabra, lo besó en los labios y al siguiente momento lo tenía sobre la cama. Lo siguiente fue muy distinto para Mu, el de ojos dorados pasaba sus manos por encima de su cuerpo, le quitaba la ropa y se quitaba la suya, lo tocaba con sensualidad, como si buscara encender sus sentidos y una vez más esa sensación de fuego lo abrasaba.

Para el de Aries fue una noche especial, el de cabellos dorados lo besaba desde el cuello hasta las pantorrillas, acariciaba su piel, pasaba su lengua con sensualidad en sitios que nunca habían sido tocados de esa manera, lo acariciaba con la punta de sus dedos, presionaba levemente y todo lo estaba disfrutando. En algún momento el de mirada verde sintió que lo acariciaba pero ya no usaba sus manos, era diferente, más suave y no tardó en saber que se trataba de una de las flores que estaban en el florero de la habitación, después lo acarició con sus dedos de nuevo pero ahora estaban húmedos de la helada agua de la botella al lado de su cama, lo último fue unas fresas que había llevado a su habitación desde antes para cenar, las untó en sus áreas más sensibles para después lamerlas. Y Mu lo permitía todo.

El de cabellos lavanda apenas si creía que estaba sintiendo su cuerpo de esa manera, nunca antes había vivido algo semejante y por ello no esperaba de ninguna forma lo que estaba por venir. El de ojos dorados lo miró pero supo que no terminaría ahí, algo más era lo que deseaba y no se iba a detener en ese instante. Mu aún estaba recostado sobre las sábanas cuando sintió como Radamanthys lo atraía contra él, lo besaba sensualmente haciendo que abriera sus labios y ambos estaban unos instantes después de frente sobre la cama, quiso preguntarle algo pero no pudo pues en ese momento el rubio lo acariciaba en la entrepierna y hacía algo que el de cabellos lavanda nunca había sentido, lo frotaba con todo su cuerpo para excitarse y excitarlo, en algún momento tomó su miembro y lo acercó al suyo y procedió a tirar suavemente de su prepucio, acercando al mismo tiempo su erecto sexo, quedando muy cerca, tan cerca que el de ojos verdes gemía y casi gritó cuando su prepucio fue llevado al glande del rubio y lo cubrió* para comenzar a moverse y hacer que se sintieran de una manera única.

El de Aries no supo cuanto tiempo pasó ni lo que hizo exactamente el de Wyvern, sólo supo que terminó gimiendo con fuerza sobre las sábanas y que jamás había creído que se pudiera hacer algo así. Estaba extático sobre la cama, todo lo vivido había demasiado pero aún así le había gustado, lo excitaba el de mirada dorada y no pensaba negarse más eso. El juez se acercó y lo besó con suavidad.

--Volveremos a vernos-le dijo Radamanthys como una promesa.

Cuando lo vio irse el de mirada verde tan sólo estaba convencido de una cosa: esperaba su siguiente encuentro.

 

 

Las cosas pasaban, los días transcurrían, y el mismo tiempo sus encuentros continuaban. En ese tiempo Mu comenzó a descubrir más de si mismo, nunca había vivido algo así, él siempre había sido tranquilo, modesto, incluso en la intimidad se había mostrado recatado pero Radamanthys era intenso, apasionado y lo hacía desear hacer cosas que ni siquiera imaginó que podría hacer y ahora que las había conocido todo era diferente. No era que deseara hacer lo mismo siempre pero no podía evitar querer descubrir más, le resultaba vital saber hasta donde podía llegar.

Fue justamente por lo que estaba viviendo con el juez del Inframundo que el caballero dorado comenzó a retrasar su trabajo, no parecía tener la misma prisa por que los sapuris estuvieran listos sino que deseaba seguir con el rubio. Al menos fue así hasta que resultó inevitable atrasarse más, tenía que terminar y tenía que volver aunque no quisiera. Pero cuando fue un hecho que ya no tenía más motivos para quedarse ahí supo que lo mejor era hablar. Estaba justamente trabajando en el último sapuri, el de Wyvern, cuando su dueño apareció en el sitio en el que trabajaba.

--¿Necesitas algo Mu?

--Si Radamanthys.

Por un instante el de mirada dorada pareció sorprendido pero supuso de lo que se trataba.

--Tengo que ir al Flegetonte Mu ¿quieres venir?

--Está bien.

Con eso ambos se pusieron en camino y llegaron a las orillas del rio de fuego.

--Todo está en orden ahora-comentó el rubio.

--Si-dijo el de cabello lavanda pero necesitaba ser directo-Tengo que regresar al Santuario.

--Escuché eso.

--¿Qué va a pasar con nosotros Radamanthys?

El de cabellos dorados guardó silencio por unos momentos pero sabía lo que deseaba en realidad.

--Vamos a mi habitación-le propuso.

--Está bien-respondió el de ojos verdes.

Y con eso ambos se pusieron en camino pero el de Aries sentía que las cosas serían diferentes entre ellos.

Mu se sentía un poco nervioso pero no pensaba retroceder, lo que deseaba era continuar y por ello seguía al de cabellos dorados, lo veía caminar, su fuerte espalda y las varoniles piernas, al de Aries le parecía que por vez primera se daba cuenta que le gustaban los hombres por su forma de caminar y ese rubio era completa y definitivamente un hombre, uno que le gustaba.

--Ponte cómodo Mu.

El de mirada verde entró a la habitación del juez tratando de mostrarse relajado pero sabía que estaba ansioso por lo que podía ocurrir, por lo que ese hombre de mirada dorada podía mostrarle de su sensualidad. Radamanthys veía esas emociones en el de cabellos lavanda, ahora era momento de seguir, Mu era de muchas maneras alguien que le atraía, su mirada, su expresión, su cuerpo, su voz, era un muchacho especial y le agradaba notar que él le resultaba apuesto. Se acercó al de ojos verdes y lo acarició por el cuello haciendo que su cabello se deslizara por sus dedos, clavaba sus ojos dorados en ese rostro juvenil y pareció sonreír.

--¿Qué pasa?-preguntó el de Aries.

--Tu rostro, es bello...aún sin cejas.

La verdad era que el rubio veía que si un hombre era bello no importaba que no tuviera cejas, no se notaba si sus ojos brillaban como lo hacían los del joven ariano, con auténtico esplendor; con suavidad el de Wyvern acariciaba el pecho del caballero dorado, empezó a besarlo por el cuello y lo atrajo contra si pasando una mano por su cintura, buscando su barbilla y llegando a sus labios para cubrirlos con los suyos, los acarició con su lengua, los tomó de nuevo y mordió suavemente el inferior. Sus miradas se encontraron de nuevo, Radamanthys se veía apasionado y Mu con la esperanza en sus verdes orbes,  el joven ariano pasó su mano por uno de los fuertes muslos del de ojos dorados y el espectro supo lo que pedía sin palabras, de verdad ese muchacho resultaba maravilloso, le mostraría todo lo que podía aprender de la intimidad y de las sensaciones  que un cuerpo podía vivir. Con dedos hábiles le abrió la camisa y le acarició directamente los suavemente marcados pectorales, presionó sus pezones como si tocara un timbre y el de cabellos lavanda rió con dulzura.

--Radamanthys.

--Vas a saber lo que es disfrutar de verdad Mu-le susurró al oído-Voy a hacer cosas que jamás has sentido-le lamió el cuello-Te voy a descubrir tu cuerpo hasta que no puedas más-mordió levemente su cuello para después chupar la piel dejando una marca rojiza.

Desde ese momento el de Aries supo que haría lo que fuera que el de Wyvern quisiera, por eso no se opuso cuando el de cabellera dorada abrió su ropa y lo permitió, incluso lo ayudó hasta quedar desnudo, recostado sobre las sábanas sin perderlo de vista.

--Radamanthys...Radamanthys... ¿Qué harás?

--Conocerás mucho más Mu.

 

 

El de ojos verdes respiró agitado y aguardó, el de mirada dorada se desvistió parcialmente, quedó con sus pantalones solamente, con eso se acercó al de Aries y lo besó separando sus labios, invadiéndolo con su lengua y explorándolo, pasando sus manos desde su cuello hasta el abdomen pero haciendo más marcas sobre la blanca piel que igualmente se veían rojas al volver al cuello; el de ojos verdes buscaba que el rubio continuara y apenas si movía su cuerpo para vivir los inicios de la sensualidad, dejaba a sus manos acariciar ese fuerte cuerpo y tocar los hilos dorados, ese hombre era tan  varonil, deseaba que continuara y el de mirada como el sol lo hizo.

Sin saber bien lo que estaba haciendo el de Aries supo que su compañero se estiraba para alcanzar algo del mueble a un lado de la cama pero buscó sus labios y se adueñó de ellos con deseo, unos momentos más y bajaba por su cuello, lamía sus pezones, acariciaba los músculos del abdomen y pasaba coquetamente su lengua alrededor del ombligo, bajó un poco más aunque solamente rozó con sus labios el erguido sexo, sin embargo sabía lo más importante y eso era que podía continuar con lo que tenía planeado, por ello ascendió de nuevo por ese dispuesto cuerpo y besó al de ojos verdes, mientras lo hacía llevó una de sus manos entre las piernas del ariano acariciando su entrada, lo escuchó gemir y supo que era momento de continuar.

Mu sentía que el de ojos dorados separaba sus muslos y que su mano lo frotaba entre las piernas, Radamanthys volvió a bajar por su abdomen y le dio un beso, entonces cubrió sus dedos con un tipo de gel, los llevaba a la intimidad del de Aries y la recubría para después llevarlos a su interior, se movían con lentitud y parecían buscar abrirlo pero no era suficiente así que el rubio decidió que haría algo más, llevó sus labios y lo besó superficialmente pues lo que más deseaba tendría que discutirlo con el caballero dorado.

--Mu.

--Radamanthys-decía el otro agitado.

--Voy a hacer algo que te va a gustar.

--¿Si?

--Si, vamos a jugar un poco.

Entonces el rubio sacó algo más, en un primer momento el de ojos verdes no supo qué pero el de mirada dorada lo acarició y le mostró lo que tenía en la mano, lo cual lo sorprendió pues si bien se daba una idea de lo que era nunca había visto algo así. El de Wyvern sostenía un consolador de los que vibraban de forma anillada, lo llevó a la intimidad del de Aries y éste se mordió el labio, sin perderse de vista Radamanthys llevó el rígido asistente a la intimidad de Mu, presionó contra su entrada al principio pero después lo cubrió de lubricante y una vez más buscó entrar y lo hizo, el anillado objeto traspasó la cálida estrechez dilatando las paredes que iban siendo cubiertas al mismo tiempo; al de cabellos lavanda le causaba un poco de ansiedad lo que sucedía pero también lo disfrutaba, el objeto avanzaba y retrocedía con suavidad hasta que lo tuvo por completo en su interior.

El de cabello dorado se quedó muy quieto para comenzar a girar el consolador, sin salir siquiera un poco tocaba la intimidad del ariano, el de ojos verdes sonreía y medio los cerraba y como parecía más cómodo el de cabellos dorados quiso continuar, así que retiró el objeto, lo cubrió nuevamente con lubricante y lo introdujo de nuevo pero lo hizo con energía, entrando y retrocediendo, tocando puntos íntimos que  encendían al de mirada verde y lo hacían curvarse sobre la cama, fue aún más intenso cuando el de mirada dorada introdujo todo el consolador y sólo en ese instante lo hizo vibrar. Mu gimió de forma abierta, casi gritando pero estaba entre la sorpresa y el placer, nunca había sentido algo así, pero el objeto volvió a moverse en las hábiles manos del rubio quien lo hizo girar, retroceder, avanzar, casi salir y entrar de nuevo por completo, encontrar su sensible próstata y asaltarla apenas dejando pausas en sus embates, logrando que el de mirada verde buscara por si mismo que el objeto ajeno a su cuerpo entrara y no dejara de complacerlo pero como eso pensaba hacerlo el juez sólo se mantuvo fascinado a la reacción del de ojos verdes aunque listo a detenerse si el otro pensaba en terminar de esa manera, eso no lo iba a permitir.

Los gemidos del de Aries se hicieron más sonoros y por la forma en que se agitaba sobre la cama sin duda buscaba su culminación, fue el momento en que el de Wyvern terminó por retirar el consolador para ser él quien se colocara lubricante ya completamente desnudo delante de esos brillantes ojos verdes que lo encontraban hermoso y fuerte en ese instante, separó los firmes muslos del ariano y entró en él. Para Mu la experiencia fue diferente de lo que suponía, debido a lo anterior esperaba que entrara en su cuerpo y lo embistiera como bestia salvaje pero en vez de eso tenía a un hombre que si bien intenso estaba llevando las cosas con una apasionada calma, entraba profundo en él y sensualmente movía sus caderas, lo tomaba por la cintura y lo elevaba un poco introduciéndose hasta la base y quedándose quieto por unos segundos para después retirarse casi por completo y volver a entrar en él de un solo movimiento, resultaba ser una extraña mezcla de necesidad, deseo, pasión y sensualidad, aunque el de cabellos lavanda no sabía mucho de eso en ese momento, estaba demasiado ocupado gimiendo y arqueándose en las sábanas para saber nada que no fuera la manera en que su cuerpo buscaba más satisfacción.

Para Radamanthys tampoco estaba resultando sencillo pero quería que el otro se acostumbrara y cuando él mismo se sintió más seguro abandonó el cálido cuerpo del caballero dorado para hacerlo girarse y que quedara a gatas sobre la cama y tomarlo de nuevo por las caderas y entró en él con fuerza, ahora ya no había tranquilidad, se trataba de seguir embistiéndolo y complacerse mutuamente; Mu se sorprendió ante la primera embestida, gimió y después trató de voltear para mirar al otro hombre pero no fue posible, la manera en que entraba y salía de su cuerpo lo hacía quedarse tal y como estaba, respirar agitado, buscar con sus propias caderas que lo penetrara y disfrutar de la intensa sensualidad que compartía con él.

El juez llevó su mano al sitio que deseaba, tomó el turgente miembro con sus dedos para frotarlo, disfrutando de esos apasionados gemidos que salían de la boca del de Aries, se movía con mayor prontitud entrando hasta donde su cuerpo se lo permitía y casi como si buscara más, los dos parecían sincronizar sus llamadas de pasión y compartían el salvaje ardor de entregarse mutuamente; Mu en algún momento se sintió a un paso de desmayarse, no sabía el porque pero le faltaba el aire, su cuerpo ardía por completo, le faltaba la fuerza para todo y tan sólo podía seguir por ese cuerpo que no dejaba de moverse en su intimidad hasta el grado que gritó, fue una verdadera exclamación de placer cuando una serie de poderosos espasmos surgieron desde su abdomen corriendo por su cuerpo, tensando sus músculos y su esencia salió de su miembro para quedar en esa entusiasta mano mientras su dueño gritaba también tomando casi con violencia esas suaves caderas para inundar la intimidad de su compañero con su caliente semilla, buscando que toda quedara en ese sitio. 

La calma llegó mucho después, cuando ambos aun respiraban agitados con los ojos brillantes y el corazón latiéndoles salvajemente, no podían decir con palabras lo que había sido esa experiencia pero no importaba, sólo sabían que la habían vivido y que sería algo que siempre los uniría en sus vidas.

 

 

Se sentían más relajados cuando el de ojos dorados acariciaba la espalda del de Aries con suavidad, era el momento de aclarar las cosas entre los dos.

--¿De verdad quieres saber qué pasará con nosotros Mu?

--Si Radamanthys.

--Pues lo nuestro no es una relación, no tiene nada que ver con sentimientos.

--¿Qué es entonces?

--Es algo que no pudimos controlar...como el fuego.

El de ojos verdes se quedó pensándolo, era verdad, él no amaba a Radamanthys, ni siquiera era capaz de imaginar una relación con él más allá de ese lugar pues después de todo no era lo que quería, lo que los unió fue como el fuego, una chispa se había encendido en él, creció, se desbordó y se volvió casi incontrolable pero ahora las cosas volvían lentamente a la normalidad.

--¿Te arrepientes Mu?

--No, claro que no. Sólo pienso que lo nuestro estaba ardiendo un segundo Radamanthys pero ahora está más calmado, creo que se apagará en cualquier momento.

--Ahora lo sabemos los dos.

En un instante el de ojos verdes se acurrucó a su lado con suavidad, no terminaba de entender lo que había sucedido con él pero aceptaba que le había fascinado aunque no volviera a vivirlo pero había aprendido mucho de si mismo.

--Eres muy apasionado Mu-comentó el rubio-Pero también sabes ser un gentil amante, algún día podrás hacer muy feliz a alguien más. Y no sólo por el sexo.

--¿Lo crees?

--Si-se le quedó mirando fijamente y continuó--¿De quién se trata?

--Pues...

--Está bien, no tiene que sentirte presionado, tan sólo no aguardes, él merece saberlo.

--Cuando regrese se lo diré. O al menos lo intentaré.

--Te deseo suerte ¿Qué te parece si descansamos? Mañana será un día largo y tienes que marcharte.

--Descansemos.

Bostezó y se durmió al lado de un Radamanthys que se sintió muy complacido de haberlo tenido a su lado.

Por la mañana el de Aries ya estaba listo para marcharse al Santuario, había terminado de restaurar los sapuris, Hades agradecía su ayuda, aunque no lo hizo de frente pero eso lo esperaba el de cabellos lavanda, mejor se enfocaría en ese instante en que una vez más podía estar cerca del rubio.

--Es momento de decirnos adiós Mu.

--Así es.

--Pero te recordaré, fuiste algo hermoso y especial.

El de Aries sonrió.

--También te recordaré Radamanthys.

Se dieron un abrazo con tranquilidad, las cosas se habían calmado entre los dos y podrían seguir con sus vidas. El rubio se quedaría pero el de mirada verde regresó al Santuario. Era todo entre ellos dos. Mientras estaba en su camino el ariano se puso a pensar un poco más, no estaría con Radamanthys pero le había enseñado tanto sobre si mismo, le descubrió y liberó su natural sensualidad y gracias a ello se sentía confiado, no necesitaba demostrarlo ante todos pero de alguna manera los demás se darían cuenta.  Simplemente lo sentía.

--Hola Mu.

--Hola-respondió al dueño de sus suspiros pero sin timidez, con confianza.

--Veo que ya estás de regreso.

--Así es, me da gusto volver.

--Espero que ahora que regresaste del Inframundo te acostumbres a nosotros una vez más.

--Lo haré, no te preocupes.

Los ojos verdes del de Aries brillaban al hablar y su compañero se dio cuenta, era tan irresistible ese brillo que no vacilaría en aceptar cuando el del Tíbet habló pues ya estaba cansado de esperar y suspirar.

--¿Qué te parece si hablamos durante la cena?-preguntó el de cabellos lavanda-Así podré decirte como me fue.

--Me encantaría Mu.

El del primer templo siguió caminando pero antes de dejar de ver al otro caballero le guiñó un ojo con una sonrisa dejando a su compañero un poco sorprendido pero entusiasmado por lo que podría suceder. Mientras tanto el joven que recién regresaba seguía sonriendo, confiado en esa sensación en su interior que ahora que había descubierto disfrutaría, sin duda también el de Géminis lo haría durante la cena pues sabía que ese fuego encendido en su interior ya no se apagaría.

 

 

FIN

 

Notas finales:

 


 


En la mitología griega, el Flegetonte era un río de fuego que corre por el Inframundo, era un afluente del Aqueronte, y se le considera hijo de Cocito. Por él corría fuego que ardía pero que no consumía combustible alguno.


*Esto es algo que se llama docking, no se pregunten porque lo sé, sólo lo sé y en verdad se hace.


La próxima semana aún no sé  cual voy a subir, tenía un proyecto pero no lo he terminado así que tal  vez sea algo de Afrodita, nos leemos.


Atte. Zion no Bara


 


 


 


 


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