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Implosión del alma por Dark Amini

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Notas del fanfic:

ME ENCANTAN SUS COMENTARIOS... SOLO ASÍ SE CUANDO ALGO LES GUSTA, O CUANDO NO LES CUADRA ALGO... ESPERO QUE SE DIVIERTAN CON ESTE ENREDO.

Notas del capitulo:

NO SE ME DAN LOS ROMANCES... PERO SI EL HUMOR NEGRO, ASI QUE ESPERO QUE ESTO SEA DE SU AGRADO... EMPEZAMOS EL FIC!

Todo mundo me dijo que, cuando uno se enamora de alguien, la emoción te hace explotar el pecho en miles de sensaciones. Como si con ello, fueran liberadas todas en forma de mariposas coloridas, que revolotean por todo el lugar. Pero creo que fui la excepción. Me enamore profundamente de alguien que no me correspondía, y que incluso odiaba. Lo que yo sentí en el pecho, fue algo doloroso, como un cumulo de astillas, que se sumían lentamente hacia el interior de mi alma.

Suena estúpido ¿no?, enamorarse de alguien al que en un principio odiabas, alguien con el que rivalizabas. Pero juro que yo no lo elegí así, ni siquiera lo hubiese contemplado en el futuro… eso me hace quedar como un idiota... un idiota enamorado.

Todo empezó el año pasado, a Daniel lo conocía desde la primaria, y comenzamos a rivalizar en la secundaria. Yo siempre fui el segundón en todo: deportes, artes, talleres, calificaciones y lo peor… chicas. Físicamente no éramos tan diferentes: el era ligeramente moreno y yo pálido, el tenia el cabello rizado y yo lacio, yo era más alto… pero fuera de esos detalles, ambos éramos buenos partidos. Como detestaba a ese sujeto. Cuando entramos a la prepa pensé que sería distinto, pero ¡maldita sea mi suerte!, él tenía que entrar a la misma prepa y en el mismo grupo que yo. Estaba harto y comencé a revelarme.

Bueno… seria darle mucho crédito a él, culparlo del todo por mi rebeldía, tendría que omitir los problemas con mis padres exigentes, la ruptura con mi novia y tener que dejar los clubs para dedicarles más horas a los estudios… pero él era otra piedrita en mi zapato, y básicamente era con el único con el que podía desquitarme. Y así lo hacía. Me junte como chicos revoltosos, y le hacíamos bromas pesadas a Daniel. Con el tiempo, me fui perfeccionando el arte de “aventar la piedra y esconder la mano”, haciendo bromas a distancia o anónimas, donde no se pudiera rastrear al culpable. Motivado y descargado de mis frustraciones, aumente mis calificaciones, dándome un respiro con mis padres.

Confieso que soy muy orgulloso y un tanto egocentrista, pero llegue a la máxima escala cuando publicaron las calificaciones y por primera vez, estuve arriba de Daniel. Ese día, fue el mejor de toda mi vida y celebre como nunca en el pasillo. Pero confieso que mi felicidad no fue completa, puesto que ese día falto Daniel y no pude ver su cara de sorpresa al verme delante de él. Contuve la emoción hasta el día siguiente, pero comenzó a transformarse en frustración al ver que no venía. Y así paso una semana completa. Fastidiado, me atreví a preguntarle a uno de sus amigos:

-          Rodrigo… ¿y Daniel? – le pregunte al chico moreno y bajito que siempre se sentaba junto a él, mientras limpiaba mis lentes.

-          No lo sé.

-          ¿Cómo que no sabes? ¿no se supone que eres su amigo? – le dije mientras me recargaba en la pared junto a él.

-          Pues si… ¿y tú para que quieres saber? – pregunto su amigo a la defensiva.

-          Es que se me hizo raro que él, siendo taaannn puntual, faltara tantas clases – le dije esbozando una sonrisa burlona

-          Pues investígalo con otro – dijo el chico, alejándose de mí.

Bufe enfadado. El resto del día interrogue a sus demás amigos, y nadie parecía saber qué demonios había pasado con él. Ya bastante fastidiado, recurrí a mis encantos y fui a sondear a la secretaria del colegio, pera ver que había pasado con él.

 

-          Señorita Amanda… que guapa esta hoy – dije con una amplia sonrisa a la señora que estaba en su escritorio

-          Joven Bruno… si vienes a poner tu cara de hipócrita, y a venderme la idea de que no fuiste tú el que desatornillo el pizarrón de salón 21…

-          ¡Señorita!... usted me acusa injustificadamente. Solo porque al principio del año me porte mal, no le da derecho a juzgarme de esa forma – suspire satisfecho y continúe – solo vengo a preguntarle algo

-          ¿Qué quieres? – dijo mientras revisaba unos papeles

-          Vengo a preguntarle por mi amigo Daniel…

-          ¿Cuál Daniel? – pregunto la señorita

-          Mmm… Daniel Murano, del grupo 7-B

La mujer tecleo en su computadora, mientras yo me acomodaba los lentes que siempre se deslizaban, cuando yo miraba hacia abajo. Suspiro y tomo el teléfono, pregunto por el chico, guardo silencio y después colgó. Como si yo me hubiera vuelto invisible, me ignoro y continúo con su trabajo. Impaciente, le pregunte:

-          Señorita… ¿Qué le paso a mi amigo?

-          No saben. No reporto justificación médica, ni incidente familiar… nada. De hecho me dice la secretaria general que por petición de los profesores, llamo a su casa y no han regresado la llamada.

Eso se me hizo muy extraño. Algo me decía que no estaba bien, y sin perder tiempo me despedí, para ir a buscarlo. Mientras caminaba por la calle para ir a su casa, me detuve en seco y me pregunte ¿Por qué me preocupo por él?... iba a darme media vuelta para ir a mi casa, cuando esa extraña sensación, donde tenía el presentimiento de que algo estaba mal. Avance más rápido, hasta llegar a su casa. Me detuve en su puerta, indeciso… ¿Qué le iba a decir cuando me viera?, yo no era su amigo, al contrario, siempre me declare abiertamente su rival, e incluso él sabe que yo le he hecho bromas pesadas… era una tontería estar ahí. Suspire y me metí las manos a los bolsillos para retirarme. Cuando di media vuelta, me encontré con su mamá:

-          Hola… ¿eres amigo de Daniel? – pregunto examinando mi uniforme escolar

-          Este… más bien un conocido señora – dije apenado – me llamo Bruno

-          ¿El hijo de Leticia Luna? – dijo la mujer con una sonrisa apagada

-          Si señora

-          Pasa por favor – dijo la mujer, mientras abría la puerta

-          No quiero ocasionar molestias… solo vine a preguntar por Daniel… - dije parado en el marco, completamente indeciso para entrar.

-          No es ninguna molestia. Entre por favor – dijo la mujer con tanta amabilidad, que termine entrando

-          En el colegio no saben nada de él, ni siquiera las secretarias – le dije, mientras me sentaba en el sillón

-          Aun no se recupera. Y es que ha sido todo un shock toda esta semana, las idas al hospital, los medicamentos… han pasado tantas cosas que no hemos podido avisarle a la escuela. Y hoy tengo que pedirle de nuevo a la vecina que se quede con él, para ir a trabajar – decía la señora, con evidente mortificación, mientras preparaba una merienda

-          ¿Qué le sucedió? – pregunte extrañado

-          Nada – contesto una voz conocida.

Al levantar la vista hacia las escaleras que llevaban a la segunda planta de la casa, vi a Daniel en pijama, bajando con cierta torpeza, seguramente por los medicamentos. Su madre al verlo, corrió a auxiliarlo, mientras le decía:

-          ¡Daniel!... ¡por favor no hagas tonterías!

-          ¡Ya déjame mamá!... no me va a pasar nada. Deberías alistarte para ir a trabajar… se te va  a hacer tarde…

-          Pero aun no ha llegado la vecina

-          Bruno se quedara conmigo, en lo que llega la vecina – decía Daniel, mientras me veía con mirada penetrante

Yo me quede perplejo, jamás había visto a Daniel así. Completamente frágil, y a su vez, mostrando un lado dominante de su personalidad que desconocía por completo. La mujer me vio suplicante, se notaba a leguas su mortificación y el conflicto que tenía por dejarlo solo, así que sin pensarlo mucho, acepte.

La señora se alisto con su uniforme de enfermera, para trabajar en el hospital central de la ciudad. Ella y su padre se habían separado desde hace algún tiempo, cosa que me entere porque mi madre es muy participativa en la junta  de padres de familia, y ahí se escucha de todo. Conforme con mi presencia, la mujer se despidió cariñosamente de Daniel, y antes de salir, se detuvo para decirle:

-          Recuerda que te quiero mucho hijo

-          Si mamá… vete tranquila – contesto Daniel con un poco de condescendencia

Una vez solos, Daniel me miro con ojos de pocos amigos, y sin mucho preámbulo me dijo:

-          ¿Y tú a que vienes?... ¿vienes a burlarte de mí?

-          ¿De qué hablas? – dije desconcertado

-          No te hagas… seguramente en el colegio hay un hervidero de chismes, y tu solo vienes a fastidiarme – dijo mientras trataba de ponerse de pie – mejor vete, no tengo ganas de aguantarte

Y en el momento en que se puso de pie, se tambaleo y yo intente sostenerlo, pero Daniel estaba enojado y comenzamos a forcejear, provocando que el perdiera el equilibrio y que ambos cayéramos al piso. Mientras sentía su peso sobre mí, tuve una extraña sensación y al mirar, me di cuenta que Daniel había perdido la conciencia. Me asuste y delicadamente lo quite de encima, y al tratar de revisar su pulso me di cuenta de algo terrible: las muñecas las tenía vendadas y manchadas de sangre. Todo mi ser se contrajo al pensar en la posibilidad de un intento de suicidio. Una parte de mi se resistía a la idea, ¿Cómo alguien tan brillante y popular intentaría suicidarse? Me incorpore y lo cargue hasta el sillón. El respiraba acompasadamente, y sus ojos se movían en señal de un sueño profundo. ¿Por qué lo había hecho?, me sentía traicionado y muy enojado con él. Le tome la temperatura colocando mi frente contra la suya (como lo hacia mi madre), y en ese instante el me abrazo. Sorprendido, me paralice y después me moví lentamente, solo para darme cuenta que él seguía dormido, pero había algo más… estaba llorando. Me desprendí delicadamente de sus brazos, completamente confundido e impresionado. La vecina no llegaba y ya se había hecho tarde, así que tome la decisión de  quedarme con él, y avise a mi familia que me quedaría en su casa. No les explique el motivo, les basto con saber que era Daniel, el hijo de la amiga de mi mamá. Además ya hace mucho tiempo en que no me metía en problemas, así que no había por qué desconfiar.

Mientras buscaba unas sabanas en su recamara, unas fotos se cayeron al suelo. Desconcertado, las levante y vaya, cuál fue mi sorpresa, al darme cuenta que era fotos de nosotros dos en diversas competencias. Suspire con las diversas imágenes, el eterno segundón después de Daniel, pero fue mayor mi impresión al darle vuelta a una de las fotos y leer: “Mi amigo Bruno y yo en la competencia de futbol”…. ¿su amigo?, seguí hurgando en las fotos, y la mayoría tenía notas de ese tipo. Después de tantos años, jamás me había dado cuenta que él me consideraba su amigo. Escuche ruido en la sala, así que velozmente acomode las fotos en su lugar y baje corriendo con la sabana. Al llegar a él, me di cuenta que dormido, había derribado con su mano, un vaso con agua que estaba en la orilla de la mesita del centro. Suspire aliviado y lo cubrí para evitar que se resfriara. Después fui por un trapo de la cocina para limpiar el desorden. A los diez minutos, mientras cabeceaba frente a la televisión con mínimo volumen y las luces apagadas, sonó el teléfono, haciéndome brincar del susto. Mire hacia donde estaba Daniel, para cerciorarme de que seguía dormido. Me levante sigilosamente y conteste:

-          ¿Bueno?

-          ¿Margarita? – pregunto desorientada la mamá de Daniel

-          No señora, soy Bruno – dije tratando de bajar la voz

-          ¡¿Cómo?!... ahorita le hablo… - comento exaltada la señora

-          No se preocupe señora, ya avise en mi casa que estoy con él.

-          Pero muchacho, tu tendrás otras cosas que hacer – objeto la mujer – no me siento cómoda dejándote esa responsabilidad

-          Mañana es sábado, y no hay práctica hasta el otro fin de semana. En serio señora, no es molestia para mí. Además Daniel está dormido… ¿tiene que tomar alguna medicina?

-          No… hasta mañana que llegue, le doy la que le falta. Muchas gracias.

-          No hay de que señora.

Sin decir más colgué el teléfono. Al darme la vuelta, tuve el susto de mi vida al ver a Daniel parado frente a mí, con la mirada ida… como sonámbulo. Teniendo en cuenta todo lo que se decía de los sonámbulos, le hable con suma delicadeza, sin tocarlo:

-          Daniel, vete a tu cama a dormir

Pero Daniel se veía perdido, así que me acerque para tomarlo de las orillas de su pijama y guiarlo a su habitación, cuando él se me abalanzo y me beso. Desconcertado, sorprendido y paralizado me encontraba ante aquel chico que tanto detestaba, y sus labios que me besaban sensualmente. Y como una mala broma, el abrió los ojos, al principio delicadamente, después tan grandes como dos platos, arrojándome con fuerza hacia el frente y gritando:

-          ¡Maldito! ¡¿Pretendes aprovecharte de mí?! – al decir esto, su rostro se notaba rojo como una cereza y se cubría la boca tratando de descifrar lo que había ocurrido

-          ¡Fuiste tú el que me beso! ¡Te hiciste el sonámbulo para hacerlo! – dije con el rostro rojo de la vergüenza.

Y para rematar, ante la impresión de lo que había ocurrido, se tambaleo y se desmayo a mi lado. ¡Maldición! ¿y ahora que hacia? Molesto, me levante y me rasque unos momentos la cabeza. Esto debía ser una muy mala broma, quizás con esto planeaba regresarme todas las que le debía. Pero él seguía tirado, en una posición muy incómoda como para fingirla. Suspire fastidiado, mientras lo cargaba a cuestas hacia su dormitorio. Imbécil… ¿Qué estaba imaginado cuando me beso? No dejaba de pensar en ello mientras lo arropaba.

Me quede dormido en un sillón cerca de su cama, y en la madrugada lo escuche murmurar. Desperté y verifique si tenía fiebre colocando mi mano sobre su frente. Nada, estaba tibio y dormido. Parecía que tenía pesadillas, y volvió a llorar. No sé qué demonios me pasaba por la mente, pero después de su asalto sonámbulo, no sé cómo me atreví a tratarlo de consolar, acariciando su cabello y susurrándole palabras tiernas. En la mañana, muy temprano, él se levanto de nuevo, como sonámbulo y me volvió a besar. Esta vez yo lo arroje a la cama, completamente sorprendido por su atrevimiento, pero Daniel me dijo, aun con la mirada perdida:

-          ¿Qué sucede?

-          ¡¿Qué sucede?!... ¡Maldito bastardo!... ¡Me volviste a besar! – dije limpiándome la boca, completamente molesto

-          ¿Y? ¿no te gusto? – pregunto cómo zombi

-          ¿Qué si me gusto? ¡Maldito Daniel, déjate de bromas estúpidas! – dije más cabreado

-          ¿Daniel?... yo no soy Daniel… soy Aarón

-          ¿Aarón? ¡Imbécil!... ¡si sigues con este estúpido juego te voy a golpear! – dije entre un estado de desconcierto y enojo

-          ¿Juego?... mmm… no recuerdo que pasó… - dijo aun con la expresión de zombi, sentado en la cama, entonces volteo hacia a mí y me dijo - ¿Daniel te conto?

-          ¿De qué hablas? – dije incrédulo

-          Porque se corto las venas…

-          No… no me dijo… - lentamente comencé a alejarme de él, y acercarme más a la puerta

-          Él ya no aguantó la presión… no podía seguir siendo el mejor. Además tenía roto el corazón… entonces intento acabar con su vida y dejar que yo empezara con la mía…

-          ¿De qué carajos hablas? ¡estás loco!

-          Pero algo salió mal. Se resiste a cederme el control… se resiste a ser feliz… ¿quieres ayudarme?

-          Yo creo que mejor me voy… tu mama no ha de tardar en venir – dije mientras trataba de girar la perilla de la puerta

-          ¿Él te gusta? – pregunto sin moverse de la cama

-          ¿Quién? – pregunte como idiota

-          Daniel… ¿te gusta verdad?

-          ¡Claro que no!... ¡él es solo un compañero!

-          Pero… correspondiste al beso… y aun así te quedaste a cuidarlo

-          Yo no hice nada… - dije sonrojado

-          Por eso… dejaste que te besara, incluso dejaste que te metiera la lengua…

-          ¡Imbécil! – dije, mientras abría la puerta completamente avergonzado.

Salí de la habitación respirando agitadamente, mientras me pegaba a la pared ¿Qué diablos había sucedido ahí? Juro que esperaba que en cualquier momento salieran sus amigos para burlarse de mí, ante tal actuación… tal vez, incluso lo estaba grabando y en cualquier momento estaría online, para que toda la escuela se riera de mí. En ese instante llego su mamá y comenzó a subir las escaleras. Al ver mi expresión, solo le escuche  decir un ¡Oh no!, entro a la habitación y escuche asombrado que le decía:

-          ¿Daniel?... hijo… ¿eres tú?

-          Daniel está dormido mamá. Ojala se quedara así por siempre

-          Deja de decir tonterías Daniel…

-          ¡Me llamo Aarón mamá!... ¡déjanos en paz!

La mujer salió de la habitación cubriendo su boca con la mano y con lágrimas en los ojos. Yo aún estaba sentado en el suelo, con una expresión de incredulidad ante lo sucedido. La mujer al percatarse que aún seguía ahí, se disculpo y me pidió que me fuera.

Camine por las calles solitarias, y me sentía muy contrariado por todo aquello que acaba de pasar. ¿Qué diablos le había sucedido a Daniel? No me parecía lógico todo eso, y lo que más me irritaba es que… en cierta forma si le había permitido besarme. No sabía si era una mala broma, o era en serio, pero me jure a mi mismo no volvérmele a acercar, ni siquiera a dirigirle la palabra.

Pero después de algunas semanas de clase, cuando él regreso, la imagen mental de aquellos besos, hicieron que me ruborizara inconscientemente. Y tal como lo había pensado, lo evite todo lo posible. Sin embargo, se rumoreaban muchas cosas, entre ellas su intento de suicidio y su cambiante personalidad. Definitivamente ya no era el mismo Daniel que yo conocía, y eso era perturbante para mí, y para los demás.

Una tarde, después de salir de la biblioteca, caminaba por un pasillo solitario y de la nada, me jalaron del brazo, dándome un gran susto. Era Daniel, el cual parecía esconderse de alguien, puesto que actuaba de esa manera. Molesto le dije:

-          ¿Qué diablos haces Daniel?

-          De los demás lo comprendo… pero de ti no soporto que me llames con ese nombre… me llamo Aarón – dijo a manera de reproche

-          ¿Otra vez con lo mismo?... ¿no te cansas de este juego?

-          ¡Cállate!… viene alguien – dijo Aarón, mientras nos replegábamos a la pared

Pasaron unas personas corriendo y murmurando, después escuchamos sus pasos alejarse… entonces caí en cuenta de que yo no había hecho nada, para andarme escondiendo. Pero mi pensamiento fue muy lento, cuando menos, Aarón me sorprendió, arrinconándome en una esquina y robándome un beso. Trate de zafarme, pero el parecía más fuerte y me sometió aprovechando que tenía la mochila en los brazos, para bajarla y usar su peso para sujetar mis muñecas. No sabía cómo reaccionar, trate de esquivar su boca, pero el aprovechaba este movimiento para mordisquearme el cuello, cosa de la cual yo era muy sensible y hacia que me estremeciera por completo. Así que decidí dejar que me besara, en lo que encontraba la manera de salir de ese aprieto. Al principio me beso de manera sencilla y rapaz, después comenzó a morderme un poco el labio inferior, para después besarme con más voluptuosidad. Ya no podía más, reconozco que él maldito sabía besar, pero me sentía en cierta forma abusado, y termine suplicando que se detuviera. Él accedió y cuando me soltó, me dijo:

-          Nos gustas mucho… aunque Daniel jamás lo reconozca… pero yo te lo digo de frente: hare todo lo posible por tenerte.

No supe cómo interpretarlo: como una declaración o como una amenaza. Lo que si me era evidente, es que Aarón es totalmente opuesto a Daniel en todos los sentidos, ya que era impulsivo, sumamente sociable, atractivo, se metía en muchos líos, peleas, múltiples romances… ¡Hey!... ¿dije atractivo? ¡maldita sea!

CONTINUARA...


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