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Implosión del alma por Dark Amini

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Deje de vestirme y lo mire sorprendido. ¿Cómo podía decir semejante estupidez? Y lo peor de todo es que se escuchaba muy convencido de sus propias palabras. Enfadado, camine pesadamente hacia a él, y lo derribe a la cama, montándome sobre él y sujetándolo por los hombros.

 

 -          ¡Escúchame bien! ¡Tú no hiciste nada mal!...

-          Yo… yo… yo te obligue – dijo él mientras sus ojos se ponían llorosos – incluso te lastime

-          ¡Maldita sea! ¡¿Crees que me entregaría con tanto placer si me violaras?! ¡¿No te diste cuenta que lo disfrute?!... ¡Tú me gustas mucho!... yo… yo… te…

 

El ver su cara sorprendida me hizo recapacitar sobre mis palabras… ¡Me le había declarado! ¡Soy un imbécil!

Me quede aturdido sobre él. ¿Y ahora que le digo? Me sentía avergonzado y también se sentía harto de la situación… pero además me daba mucho miedo su reacción ¿y si me rechazaba?

 

-          ¿Qué quieres decir con que te gusto? – dijo él con seriedad

-          Yo… yo me refiero a que siempre te admirado. – dije completamente sonrojado y quitándome de él.

-          ¿Y qué más? – dijo perspicazmente ante mi creciente sonrojo

-          Desde siempre te he admirado. Siempre fuiste el mejor en todo: en los deportes, en los juegos, hasta en conseguir citas. Yo siempre fui el segundón en todo. Al principio te envidiaba, pero termine pensando en ti como un ideal.

 

Suspire y me incorpore para seguirme vistiendo.

 

-          Cuando Aarón me dijo porque te cortaste las venas me sentí devastado. No entendía nada, después me entere de lo de tu padre y las cosas se complicaron más. Ayer por primera vez, sentía que era yo el que te podía proteger, que yo podría ser el más fuerte y valiente… claro que en este momento este punto ha sido refutado por tu padre – dije sonriendo de lado, mientras me sobaba la nariz lastimada. Me sentía fracasado y mi corazón se sentía herido.

-          Jamás me habías dicho eso. – dijo el asombrado

-          ¿Acaso eres tonto?, tampoco te admiro tanto para organizarte tu club de fans – dije en tono burlón para tratar de cortar la tensión.

 

Él ya no me dijo nada. Me vestí y le avente un cambio de ropa a la cama. Nuestras miradas se cruzaron y en ambas se notaba nerviosismo. Tenía que decirle algo antes de que le estallara la cabeza:

 

-          Bueno creo que esta demás que te diga que soy gay. Lamento que te confunda el calentó de hace rato, pero estoy saliendo con otra persona.

-          ¿Por qué dices eso? – dijo él con un ceño molesto

-          Nada más para aclarar las cosas. Normalmente no soy así de fácil, no me acuesto con cualquiera, mucho menos con Alex. Lo que paso hace rato solo fue por el calor del momento ¿OK?

 

El me miro molesto. Y yo me sentí miserable. Baje a la sala con ganas de llorar. A ciencia cierta no sabía lo que estaba haciendo, ¿Por qué lo tenía que complicar tanto? Creo que el camino más fácil era habérmele declarado, pero si me rechazaba y me odiaba con eso, ¿Qué pasaría con Aarón? Mi corazón parecía que iba a estallar de dolor. En ese momento llegaron nuestras madres. La mía me miro aturdida. Eran evidentes los golpes y el desastre en la casa. Ante la sorpresa arrojo unas bolsas de súper que traía cargando y se abalanzo sobre mí, mientras que la madre de Daniel entro llena de ansiedad, buscándolo con la mirada.

 

-          ¡¿Qué paso?! – me increpo mi madre, llena de angustia

-          Nada madre – dije con voz ahogada.

-          Vino mi padre a su casa y Bruno trato de evitar que entrara – dijo Daniel con culpabilidad bajando las escaleras

-          ¡¿Cómo?! – gritaron frenéticas ambas mujeres.

 

La madre de Daniel corrió al teléfono para llamar a la policía y mi madre se dedico a examinarme la cara. No sé que era peor, tener roto el corazón por Daniel o la expresión aterrada de mi madre.

Después de darles todas las explicaciones, la policía llego de inmediato. Acordaron ambas mujeres que nos quedaríamos los cuatros en mi hogar, y la policía vigilaría el lugar por si aquel hombre intentara de nuevo entrar a la casa. Comimos en total silencio. El ambiente estaba muy tenso. Sabía yo que mi madre culpaba en silencio a la madre de Daniel por la paliza que me dio aquel hombre, pero también sabía que ella se sentía culpable por haber ofrecido su casa para esconder a Daniel.

Terminamos de comer y me ofrecí a dormir en el sillón para que Daniel se quedara en la recamara, pero mi mamá se puso frenética y me ordeno compartir la habitación con él, asegurándonos de ponerle el seguro a la puerta de la habitación. Ambas estaban tan asustadas que no pude ni siquiera protestar. Aseguramos todas las puertas y ventanas de la casa, y nos fuimos a dormir, mientras ellas quedaron de acuerdo quedarse en la cocina y estar de guardia toda la noche.

Puse un futon en el suelo y le prepare la cama a Daniel. No me sentía cómodo dormir con él, y creo que Daniel tampoco estaba muy de acuerdo. No nos dirigimos la palabra. Solo nos cambiamos púdicamente y nos fuimos a dormir.

Era media noche. Nuestras madres platicaban y sus voces apenas parecían murmullos, superados por el ruido del viento que golpeaba la ventana. Yo no podía dormir, me sentía inquieto. Me di la vuelta y mire hacia la cama. Sorprendido, me di cuenta que Daniel observaba la ventana desde la orilla de la cama, recargado en un brazo, con una expresión pensativa. Se sonroje de inmediato al darme cuenta que no traía el saco de la pijama y que su torso estaba completamente desnudo. Me di vuelta bruscamente y me encogí en una posición fetal. ¡Maldición! Ahora tenía una fuerte erección a la que no podía darle alivio. Pero para mi sorpresa él se deslizo de la cama hacia el futón. Me di la vuelta sorprendido para encontrarme con él cara a cara.

 

-          ¿Qué haces? – dije sonrojado

-          SShhh… no hables tan alto que nos vana a oír – dijo él con una traviesa sonrisa.

 

Me desconcertó su actitud, pero al observarlo con más detenimiento, me di cuenta que era Aarón.

 

-          ¡Aarón! ¿eres tú?

-          ¿Tú qué crees? – dijo él, mientras me mordisqueaba los hombros

-          ¡Eres un cabron! – dije enojado, mientras lo empujaba lejos de mi

-          ¡Baja la voz! ¿Yo que te hice? – pregunto desconcertado en voz baja

-          Ya no quiero seguirte el juego. Me lastima esta situación – le dije con los ojos llorosos – además a Daniel también le está haciendo daño

-          ¿Lo dices por el acostón con Alex o contigo? – dijo con cierta burla

-          ¡Eres un imbécil! ¿Quién te crees para jugar conmigo? – le dije tratando de no gritar, mientras me levantaba exaltado

-          No es mi culpa que Daniel se sienta confundido. Tú sabes perfectamente que me gustas y he hecho todo lo que ha estado a mi alcance para demostrártelo – dijo Aarón con una expresión molesta mientras se envolvía en el futón.

-          Ya no puedo más. La verdad estoy enamorado de ti como un tonto, pero tú eres una persona que comparte el cuerpo con otra y yo no puedo estar dividiendo mis sentimientos entre tú y Daniel – le dije con el corazón desgarrado y derramando lagrimas a borbotones

-          Daniel es una molestia. Si el aceptara lo que siente por ti sería más fácil – dijo el tras un resoplido nasal

-          Mientras el no decida lo que siente, yo creo que debemos dejar de vernos – le dije con un nudo en la garganta.

-          Pensé que me amabas – dijo Aarón con reproche

-          ¿Y qué quieres que haga? ¡Yo no puedo obligar a Daniel a amarme! – dije haciendo un esfuerzo por no gritar. Escuche un ruido y me asome por la puerta. Era mi madre que estaba subiendo las escaleras.

-          ¡Tampoco para mi es fácil! – dijo él con los ojos llorosos

-          Guarda silencio y vete a la cama. Mi madre vienen hacia acá – le dije con seriedad mientras cerraba con delicadeza la puerta y ponía el seguro.

 

Pero al voltear vi a Aarón parado frente a mí, semidesnudo del torso, con el pantalón de la pijama arremangado en las caderas,  con un mutis de enojo que daba miedo. Camino a grandes zancadas hacia a mí y me acorralo en un rincón. Y sin más me beso profundamente. Me sentí sorprendido y también como mi corazón me dolía y a su vez parecía estallar en pasión. Me deje llevar y maldije mi debilidad. ¡Diablos! ¡Lo amaba demasiado! Después de atravesar mi alma con su beso me dijo:

 

-          ¡No dejes que Daniel nos separe!... ¡Te amo!

 

Algo paso en ese instante. Verlo tan frágil, tan excitado y tan ardiente hizo que mi ser tuviera una implosión donde todas mis emociones se concentraran en un punto, mi mente se aclaro y algo dormido despertó… algo que vivía en mi interior y me asustaba… el yo dominante, el yo seductor… el yo salvaje.

Sin más que decir, lo mire con intensidad y  lo arrastre entre besos y caricias al futon. El se veía sorprendido y yo solo deseaba devóralo. Le quite el pantalón con brusquedad y mordisquee  su pecho, su vientre y sus caderas. El ahogaba sus gemidos con su antebrazo y al llegar a su erección casi grita de placer. No me detuve, deseaba devorar cada centímetro de él y mientras mi lengua jugueteaba con su extensión me quite el bóxer que usaba para dormir. Apenas lubrique mi erección con saliva y me dirigí a su entrada como un rayo. Comencé a penetrarlo suavemente, ahogando su gemido en mi boca. Una vez adentro comencé a embestirlo. El me rasguñaba la espalda, em mordía los hombras y los brazos y yo lo sujetaba con brusquedad del cabello de la nuca para mordisquearle el cuello y parte la nuca. No me importo que nos escucharan, no me importaba nada… solo deseaba poseerlo y por un instante sentir que atravesaba el ser de Aarón hasta llegar a Daniel… sentirme dueño de los dos.

CONTINUARA...


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