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Consuelo por Wolfram Von Bielefeld

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Notas del fanfic:

solo los deslindes. kkm no me pertence.

Notas del capitulo:

creo que este fic es solo un intento. espero que no ofenda nadie el hecho de que solo es una idea sin sentido.

Consuelo

 

 

 

Y esa tarde comprendí lo que mi padre me dijo una vez. —Nadie te quiere por lo que eres, sino por lo que puedes darle —. Esas palabras resonaron en mi interior, carcomiéndome, cancerándome, destrozándome, porque eran ciertas.

 

 

 

Me mire una vez más al espejo, el traje blanco lucia impecable, sin duda madre se esforzó, la emblemática espada de la Casa Bielefeld descansaba en mi costado izquierdo, la sujete con fuerza intentando suprimir parte de mi coraje y dolencia.

 

 

 

 Quiero creer que hay un mejor futuro, que todo lo que pasa es para bien de todos, sin embargo es difícil aceptarlo como cierto, cuando te separan de aquellos a los que amas.

 

 

 

El tiempo es malo, al menos con migo.

 

 

 

Cuando mi progenitor estaba aun vivo siempre tenía una palabra hiriente, un deseo malsano para mi persona, las marcas en mi alma así lo confirman. Ahora veo que solo buscaba hacerme ver, la vida es cruel y dolorosa, que si no tienes sueños o esperanzas es mejor, nadie podría lastimarte al truncarlos o pisotearlos. Y yo como un necio me deje embaucar por un par de ojos negros, esos ópalos que tan vehementemente deseaba solo me miraran a mí y que sabia nunca seria.  Enarbole ideales de poseer aquello que desde siempre se me negó, una familia.

 

 

 

Tocan suavemente a la puerta, concedo el paso sin pensarlo mucho, se de quien se trata, Conrad me mira con algo de lastima, se que esta apesadumbrado y que se siente culpable. Le sonrió y por primera vez en décadas le regalo un abrazo al tiempo en que le aseguro que estaré bien.  El solo asiente y se tranquiliza antes de empezar a llorar.

 

 

 

Es hora, los dos salimos de la habitación, Gwenldal me mira de reojo, sé que no lo demostrara tan abiertamente como mi Coni-chan, pero también esta triste.

 

 

 

—No voy a morirme, el que este un poco lejos no significa que no podamos vernos —. Digo mientras de forma juguetona me cuelgo de su musculoso brazo. —Si yo hubiera elegido esposo… —levanto un poco la nariz en forma altanera. —Sería tan fuerte y gallardo como mi hermano mayor, y  noble y dulce como mi Coni-chan —. Los dos me miran sorprendidos, luego esa mueca se trasforma en una leve sonrisa.

 

 

 

Ahora las cosas están bien, la tención ha desaparecido y los puedo abrazar en forma de despedida.

 

 

 

Ellos se quedaran en la puerta, me miran y suspiran, les regalo la ultima sonrisa y camino sin volverme hacia el altar. Él me está mirando, en sus ojos puedo notar ese brillo que en antaño tanto desprecie, ese que me hace sentir como un trofeo, un ornamento el cual lucir a la vista de todos. Los sacerdotes de ambas naciones se miran, Ururikere cede el turno.

 

 

 

Mi tío me mira desde uno de los puestos más cercanos, menea la cabeza en forma afirmativa, y yo hago lo mismo imitándolo, con un quedo. —Sí —. He sellado mi destino. Bajo la cabeza, ya no estoy seguro de aguantar más tiempo. Mi adorada niña se acerca con flores en las manos y llanto amargo en los ojos.

 

 

 

—Que seas muy feliz Wolf. Siempre serás mi adorado padre —. Me abraza con cariño y sentimiento, le correspondo deseando alargar el momento lo más posible, nunca la volveré a ver.

 

 

 

—Es hora. Te están esperando —.  El hermano de mi padre me observa escrutador, sé que me quiere, que me protege, pero duele.

 

 

 

—Voy… — creo que conteste de mala forma.

 

 

 

Suelto a mi pequeña, sus bracitos se aferran a mí y yo deseo tanto poder quedarme, me mira suplicante, no puedo hacer nada, la suelto.

 

 

 

—No me voy para siempre, te prometo…

 

 

 

—No hagas promesas que no cumplirás —. Me interrumpe. Tiene razón.

 

 

 

Ya sin nada que alegar me yergo, mirando a la salida y hacia mi futuro. Por entre la gente logro vislumbrar una mata de cabello negro que lucha por llegar hasta donde estoy, no le tomo importancia y sigo mi avance, el carruaje espera y él está ya con un pie dentro, me tiende la mano invitándome a tomarla y entrar de una vez. La acepto e inclino la cabeza para entrar.

 

 

 

—Wolfram… —lo escucho gritar. —Wolfram… espera no te vayas. Wolfram… — la mirada colérica de mi ahora esposo me dice que mis deducciones no están erradas y quien se encuentra detrás de mi no es otro que el gran vigésimo séptimo Maou. —Esto está mal, lo sabes, podemos arreglar las cosas de otro modo, no es necesario que tu… —ahí termino su discurso. Mi pareja y casi dueño ha desenfundado su espada, presto a degollar al enclenque rey de Shin Maokoku.

 

 

 

—Majestad —. Logro decir mientras una de mis manos detiene a la de mi conyugue. —le ruego que no haga las cosas más difíciles, los tratados de paz, y los acuerdo de comercio ya han sido firmados y yo… —una fuerte bofetada me a volteado la cara, mi mano por instinto cubre la parte dolorida, el hilo de sangre que asoma por mis labios demuestra la fuerza del golpe.

 

 

 

—Maldito hijo de… —el pelinegro con furia casi desatada intento dar un paso

 

 

 

—Rey Yuuri, esto. —dijo tomando mi cara magullada para mostrársela a mi ex prometido. —Es culpa suya, quiero que lo entienda bien, de ahora en adelante, él me pertenece —. La última frase la remarco con ojos entrecerrados. —Les he concedido lo que han pedido, tienen en mi un aliado en caso de desastres, un buen colaborador en rutas comerciantes y un excelente amigo en cuestiones velicas, pero eso se terminara si lo vuelvo a ver remotamente cerca de mi esposo, ¿ha entendido? —lo estaba diciendo muy enserio. —Ahora si me lo permite lo que más anhelo es volver a mi país con mi gente —. Se inclino levemente hacia el Moau para susurrarle. — Después de todo tengo un flamante esposo nuevo al cual estrenar.

 

 

 

Humillado, no eso era poco a comparación de la vorágine que asaltaba mi alma, dañándome y abriendo laceraciones nuevas. Un empujón algo brusco me introdujo de un solo movimiento al carruaje. No quise ver la cara de lástima que Yuuri me estaría regalando.  Y aunque odiara admitirlo, mi garganta reprimió un grito de auxilio. Con delicada elegancia limpie la sangre, si no podía oponerme a él, al menos no le daría el gusto de observarme rebajarme.

 

 

 

Los caballos se pusieron en marcha, apreté los puños, no duraría vivo ni un mes.

 

 

 

La noche con sus estelas ya caían, bellas y esplendorosas cual manto celestial. Él en ningún momento cambio de posición, se mantenía mirando por la ventana desde nuestra salida.

 

 

 

—¿aun te duele? —pregunto con aire taciturno.

 

 

 

Levante una ceja antes de contestar. —¿y no debería? —sabia a lo que me exponía, sin embargo mi orgullo era más.

 

 

 

—Lo siento. —esta vez si me miraba. Baje la cabeza y entendí, esto sería uno de esos círculos viciosos, te golpean, te lastima, lego se arrepienten, te piden disculpas, tú los perdonas, están bien por algún tiempo antes de repetir el ciclo.

 

 

 

—No importa. —ya estaba arto, sería mejor si me acostumbraba rápido.

 

 

 

—No. —grito. —En serio, lo siento. Te prometo no volver a tocarte. De ninguna forma. —lo mire con dureza, era claro que no le creía.

 

 

 

—Yo solo… lo hice para que él sufriera. —Eso me dejo sorprendido y descolocado. —El Maou. El te ama. —me aseguro al tiempo en que acortaba distancias, se coloco justo a mi lado sin rozarme siquiera. — El día de la fiesta, cuando anulo el compromiso, —no entendía, aun así suavice mi gesto para que continuara. —yo estaba presente, observe todo, las reacciones de los demás, las de él mismo. Tu no eras feliz con él, y él aun sabiendo que tú eras la suya se rehusaba, alguien así no merece ser amado. Cuando supe que Lord Von Bielefeld anunciaba tu soltería y entrevistaba posibles candidatos no dude. Sé que no podre hacerte olvidar todo aquello que te daño, pero si puedo ofrecerte la revancha. —cayó por unos minutos. — hoy cuando se dio cuenta de su error quiso remediarlo, y me moleste, su egoísmo no tiene límites, desea encadenarte a él sin una sola esperanza ni ilusión. Luego cuando abordaste cayó en la desesperación, Wolfram tal vez no fue lo que deseabas, no es lo que tú querías, pero, quiero que lo disfrutes, tu hija podrá verte siempre que lo desees al igual que tus hermanos, sin embargo tu tío y el rey…

 

 

 

No sabía que decir, sin duda era una muestra de afecto algo extraña, y en efecto algo dentro de mí se removió al ver el rostro de desesperación y dolor de Yuuri, pero, nunca podría disfrutar del dolor de quien ame. La venganza es un plato que se sirve frio y a mí me lo habían dado caliente. Demasiado pronto para poder degustarlo con gusto. Aun así, tenía un suave calorcito reconfortante el saber que mis manos estaban limpias al igual que mi conciencia. Ese hombre junto mío por voluntad propia estaba cargando con mi tormento y haciéndolo propio.

 

 

 

—Le escribiré a Greta dos veces por semana sin falta, continuare siendo un militar, porque ni loco me voy a quedar como princesa en un castillo sin hacer nada, quiero una habitación propia hasta que me sienta cómodo con tu presencia y… — estaba enumerando un sinnúmero de demandas esperando por ver la reacción. El solo asintió. —y espero que la próxima vez que decidas hacer algo tan estúpido como, torturar a alguien psicológicamente, esto no incluya un moretón en mi lindo rostro.

 

 

 

El sonrió, sonrió de forma sincera al tiempo en que asentía con mayor vigor. Yo aleje la mirada, estaba seguro que nunca llegaría a marlo, pero tal vez como amigo podía ser el primero en mi vida. El destino era extraño e ínfimamente irregular, igual que ese camino por el cual transitábamos, sin embargo parecía que de alguna forma llegaría a un lugar cálido, y quien sabe, tal vez a un hogar.

 

 

 

Fin.

Notas finales:

gracias por leer y mas por sus comentarios.


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