CAPITULO 13 – CUANDO NO SE PUEDE DEJAR DE PENSAR EN SEXO
-¿No tienes a alguien más a quien molestar? –Preguntaba mientras Bruno me tenía aprisionado contra la pared. -¿Por qué no vas a ver a tu amigo de la biblioteca? Seguramente estará feliz de verte.
-Él sólo fue uno más del montón... pero tú... –Con el dorso de su mano rozó mi cara y fue acercando su rostro cada vez más al mío. –Tú eres especial, y puedo sentir que también me deseas, lo vi en tus ojos esa tarde en la biblioteca. –No quería aceptarlo pero era verdad, tal vez era algo hormonal o no sé, pero muy en el fondo de mi ser lo deseaba. Sin querer impedirlo, Bruno acercó sus labios a los míos y me besó apasionadamente mientras introducía su lengua dentro de mi boca para juguetear con la mía. Era un beso diferente, totalmente diferente a los que había tenido con Marcos, quien era él único a quien yo había besado. Los besos de Bruno estaban llenos de deseo, pasión y excitación.
-¿Qué ocurre aquí? –Apareció mi hermano cargando en las manos bolsas del súper, mismas que dejó caer al verme besando con un chico extraño afuera de su departamento. -¿Qué es todo esto Kyle?
-Nada. –Empujé a Bruno quien había perdido fuerza a causa de la distracción, y rápidamente me metí al departamento.
-Me arruinaste el momento, vecino. –Se quejaba el ardiente joven mientras, rascaba su cabeza en forma de frustración. –Si hubieras llegado cinco minutos más tarde nos hubieras encontrado desnudos en la cama.
-No lo creo. –Respondió mi hermano serio mientras recogía sus víveres. –Mi hermano es un muchacho serio, con valores y principios, jamás haría algo como eso.
-¿Estás diciendo que yo no lo soy? –Se fue acercando lentamente hacia donde estaba Clark. –Me siento ligeramente ofendido y deprimido. –Hablaba en tono irónico. –Creo que necesito un examen muy a fondo doctor. –Bruno recorría con su dedo índice el bien formado pecho de mi hermano, pero este sólo lo miro con desprecio y entró a su hogar cerrando bien la puerta, a lo que Bruno sólo reaccionó con una sonrisa para luego dirigirse al piso de arriba.
Mi hermano me hizo preguntas, mismas que respondí algo molesto, no había hecho nada malo y además no tenía que rendirle cuentas a nadie de mis acciones. Me informó que Bruno era un descarriado, organizaba estrepitosas fiestas y cada vez se le veía con alguna nueva conquista. Francamente eso me tenía sin cuidado, lo que hiciera o dejara de hacer Bruno era muy su problema y nada tenía que ver conmigo.
Una vez le dejé en claro que no tenía nada con él, cenamos, hablamos de lo que paso con Mike y acepté mi parte de culpa, así que accedí a disculparme con él. Me marché a mi habitación y me dispuse a mandarle un mensaje de texto a mi amigo pidiéndole perdón, pero me llevé la sorpresa de que en ese instante, recibí un mensaje de él, donde me decía que se sentía muy mal por lo que paso, que a pesar de todo quería seguir siendo mi amigo y que él y las chicas iban a salir a bailar mañana en la noche y que si quería podía acompañarlos. Lo pensé un poco, pero al final le contesté que no había nada que disculpar, que en todo caso yo había actuado mal y que me encantaría salir con ellos.
Necesitaba distraerme un poco, mi cuerpo me quemaba por dentro, hasta mirar el suelo me provocaba excitarme. Me bañé con agua helada, me puse mi ropa de dormir y me dispuse a hacerlo, pero en cuanto cerraba los ojos venía a mi mente una imagen en la que yo me besaba con Bruno y ambos estábamos desnudos.
-No puede ser. ¡Sal de mi cabeza! –Di unas vueltas en la cama, pero era imposible, no podía conciliar el sueño, me propuse tomar un poco de leche para ver si eso me ayudaba, abrí silenciosamente la puerta para no despertar a mi hermano que seguramente ya estaba dormido el sofá cama de la sala. Pero me llevé a una sorpresa, estaba sentado en el mueble, de espaldas a mí, arqueaba la cabeza hacia atrás, emitía ligeros gemidos y su brazo derecha se movía rápidamente. De inmediato cerré la puerta.
Aunque no vi nada comprometedor, era obvio que mi hermano se estaba masturbando. Ahora recuerdo que él tenía una novia y ya no venía para el departamento, tal vez mi presencia y el que estuviera todo el tiempo cuidándome había afectado su relación y en consecuencia su vida sexual. Dios, ¿por qué todo se refiere al sexo? Yo sólo lo había hecho una vez, y me pareció genial, pero estaba consiente que era porque lo había hecho con Marcos.
Encendí el televisor para olvidarme de todo, jamás me había dado cuenta lo mucho que anuncian condones en la noche; comencé a cambiar canales y llegué a un canal de películas, estaban pasando una escena erótica en donde un joven de buen físico penetraba salvajemente a una chica rubia de exuberante cuerpo. De verdad el mundo estaba en mi contra, no me quedó más remedio que apagar la tele. Cerré los ojos pero otra parte de mi cuerpo estaba más que despierta, en la zona de mi entrepierna había un bulto que hacía levantar la sabana.
-¿Necesitas ayuda con eso?
-Marcos... –Susurré excitado, el chico se encontraba desnudo, pero la parte de la cintura para abajo se encontraba cubierta por la sabana. –Al menos la buena noticia es que ya me quedé dormido.
-¿Me deseas Kyle? –Me preguntaba mientras pasaba su mano por mi abdomen pero sin llegar a tocarme realmente. -¿Quieres hacer el amor conmigo?
-Tú sabes que sí. Marcos yo te amo. –Se puso encima de mi, tomó la camisa que traía puesta y me la desgarró, en ningún momento su piel hizo contacto con la mía.
-Pero... tú ya no puedes tenerme. –De pronto mis manos se ataron a la cabecera de la cama, y Marcos quedó acostado bocabajo con su mirada fija en mí. –Kyle. –Suspiró lleno de deseo, fue en ese entonces que de entre la sabana salió Bruno, también estaba desnudo, se colocó encima de Marcos y poco a poco lo fue penetrando; ambos me miraban, jadeantes, sudando, podía verlos a los dos claramente teniendo sexo frente a mí, la cara de ambos reflejaba placer, Marcos se mordía el labio, lo estaba disfrutando completamente.
-¿Lo ves Kyle? –Se dirigió a mi Bruno quien jalaba de los cabellos a mi novio sin dejar de penetrarlo. –Tú también disfrutaras conmigo.
-Marcos. –Hice más fuerza sobre los brazos para poder soltarme y cuando por fin lo logré, me desperté soltando un ligero gemido, mi cuerpo estaba todo sudado, tenía la respiración agitada, había sido un sueño tan real, tomé mi celular para verificar la hora y ya eran las ocho de la mañana.
Salí de mi habitación, como siempre mi hermano se encontraba cocinando el desayuno, a pesar de ser sábado tenía la costumbre de levantarse muy temprano, aún no se había bañado, se encontraba con la ropa amplia que usualmente usa para dormir.
-Bueno días. –Me dijo al notar mi presencia, a los que les respondí amablemente. –Como hoy es sábado pensé en desayunar Hot Cackes, ¿qué te parece?
-Se ve todo muy rico. –Ya tenía algunos preparados y le quedaba poca mezcla, en la mesa había una caja de leche, dos vasos y dos pequeñas jarras, una con miel y otra con mermelada de fresa. –Oye, hoy voy a salir con Mike, Karo y Tess, vamos a ir a bailar.
-Me parece muy bien hermano, sabía que su distanciamiento no podría ser eterno, ustedes se llevan muy bien.
-Tal vez regrese algo tarde. –Mi hermano asentía feliz de que volviera hacer una vida normal. –Lo digo por si quieres invitar alguna chica al departamento. –Escupió la leche que se encontraba bebiendo.
-¿Por qué haría algo así? –Preguntó secándose los labios con una servilleta. –Además ya no tengo novia, Abril terminó conmigo.
-Lo sé, pero... verás... ayer como que te vi masturbándote. –Estaba tomando leche nuevamente cuando le dije eso lo que hizo que la volviera a escupir. –Te vi de espaldas nada más, así que no vi nada comprometedor, además sólo fue un segundo.
-Justo el día que decido hacerlo resulta que mi hermano me ve, parezco un adolescente.
-Es que yo sé que Abril se fue por que tú has estado al pendiente de mí, llámala y pasen la noche juntos, yo me puedo quedar en casa de mis papás.
-No hay nada más importante para mí que tú y Karo, ustedes son mis hermanos y los adoró, y si una chica no puede comprender que necesito estar con mis hermanos cuando están enfermos, entonces a mí no me interesa saber nada de ella. Por mí no te preocupes, ya vendrán más chicas. Además creo que le gusto a tu amiga Tess. –De su boca salió una risa de macho seductor.
-Asco, ni se te ocurra fijarte en ella, no me imagino tenerla de cuñada.
-Eres un bobo, si apenas es una niña. –Seguimos comiendo muy amenamente y platicando como hace tiempo no lo hacíamos, mi hermano se mostró feliz ante esta reacción de mi parte. -Oye... –Comenzó a levantar los platos de la mesa. –Me quería bañar, pero ayer que fui al súper se me olvidó comprar jabón, enseguida vuelvo.
-Descuida hermano, yo me encargo de eso. –Bajé a comprar así en pijama, sólo me puse mis tenis, a los cinco minutos de yo haberme ido sonó el timbre.
-¿Se te olvidó llevarte dinero? –Preguntaba en voz alta mi hermano mientras se dirigía a abrir la puerta, ya se había quedado sin camisa porque pronto se iba a meter a bañar.
-¡Hola, enfermero! –Al abrir la puerta se dio cuenta que era su vecino de arriba.
-Bruno... ¿qué haces aquí? –Preguntó haciéndose para atrás.
-Pues no hay buena programación los sábados y el episodio de Phineas y Ferb ya lo vi. –Bruno entró sintiéndose el dueño del lugar. –Veo que estás listo para recibirme.
-Te pido por favor que te retires. –El chico hizo caso omiso a esto, ya que una de las debilidades de Clark era no poder ser rudo con la gente, además se ponía nervioso cada vez que alguien intentaba seducirlo, por lo mismo no había tenido muchas novias en su vida y las pocas que tenía terminaban cortándolo.
-Pero yo quiero jugar con usted doctor. –Mientras perseguía a mi hermano, Bruno le acariciaba el pecho, lo que ocasionaba en el otro pequeños escalofríos.
-Yo no soy gay. –Dijo mi hermano tragando un poco de saliva.
-Tener sexo no se trata de si o haces con un hombre o una mujer, se trata del placer que los involucrados sienten al hacerlo, pensé que como psicólogo tendrías la mente un poco más abierta.
-Lo entiendo... –respondía desviando la mirada. –Pero es que a mí no me excitan los hombres.
-Eso lo quiero comprobar por mí mismo. –Audazmente, Bruno tomó en sus manos el short holgado que vestía mi hermano y de un tirón lo puso en el suelo, dejándolo descubierto. –Sí no estás nada mal, doctorcito.
-Hermano, se me olvidó llevar el dinero. –Al entrar nuevamente al departamento en busca de dinero, me encontré con Bruno, justo enfrente de mi hermano cuya única prenda de vestir se encontraba en sus tobillos.
CONTNUARÁ...