CAPITULO 21 – CUANDO ESTÁS EN LLAMAS
Esa tarde nos encontrábamos todos reunidos en el hospital “Los Ángeles”, para mí era el lugar habitual desde hacía ya un año, cuando mi novio Marcos cayo en coma, víctima de una horrible enfermedad. Durante todo ese año, había pasado horas y horas estudiando libros de medicina, leyendo artículos de internet, entre otras mil cosas, estaba decidido a traer a mi novio de vuelta mi lado. Finalmente conseguí una sustancia, que aún no es legal en nuestro país, tuve que recurrir a ladrones y contrabandistas para obtenerla, pero el riesgo valía la pena; por lo mismo, los doctores no podían saber que yo le estaba inyectando esa sustancia, así que la encubrí con otras cosas. Llevaba unas pocas semanas con ese tratamiento, cuando un día sin previo aviso, sus ojos volvieron a abrirse.
Como les había dicho, ese mismo día, todos nos encontrábamos ahí. Resulta que mi hermana había sido atropellada, por suerte logró salir sin muchas heridas, para ese tiempo ya estaba mucho mejor, aunque le encantaba estar montada en una silla de ruedas, y que la llevaran como si fuera una reina. Clark, mi hermano mayor, la iba empujando por el jardín del hospital junto a Tess.
-Me gusta cómo se te ve el cabello así. –Alagaba mi hermano a la chica, que ahora se había cortado el cabello hasta un poco más de la altura de los hombros, y su cabello aún rubio, ahora tenía algunos mechones aún más oscuros pero en la misma tonalidad.
-Gracias. –Dijo sonriendo gentilmente, mientras le acariciaba el antebrazo. Ambos se detuvieron a mirarse el uno al otro. –Tenía miedo de cortarme el cabello, quería una imagen un poco más madura, pero me daba miedo aparentar mayor edad.
-Oigan, chicos. –Al parecer sin darse cuenta, dejaron a mi hermana justo al borde de una bajada.
-Para nada. –Le sonrió mi hermano a la rubia. –La verdad te ves muy hermosa y... –Clark, no era para nada bueno hablando con las mujeres, su timidez siempre lo superaba y terminaba balbuceando cosas sin sentido. –Y... ah... ehm... pues sí, ¿no? –En eso una suave brisa de viento sopló los dorados cabellos de la chica y mi hermano quedó aún más hipnotizado, sin darle importancia a que esa misma brisa había empujado la silla de Karo y la había hecho bajar por el camino.
-¡Ayúdenme! –Gritaba mi hermana mientras las ruedas iban a toda velocidad. –Dios mío, soy muy joven para terminar como Paul Walker. –Aunque mi hermano y su nueva “amiga” corrieron tras de ella, la verdad no eran tan rápidos. El camino terminaba con un gran árbol que adornaba el jardín, Karo iba directo a estrellarse con él. -¡No puedo morir, aún no he terminado de descargar Free! –Cuando estaba a punto de estrellarse, un chico corrió hacía ella, la tomó en sus brazos y la libero de la silla, antes de que esta se estrellara con el árbol.
-¿Te encuentras bien? –El chico tenía brazos fuertes, y pecho rígido, fue en ese momento que mi hermana pensó, “este es el cuerpo de un auténtico seme”. Pero algo la sacó de sus imaginaciones perversas, cuando se escuchó una explosión proveniente del hospital.
Ahora dejando un lado el relleno y volviendo a Marcos y a mí...
...la máquina del corazón volvió a latir y Marcos, quien estaba debajo de mí, dio un salto y abrió los ojos.
-Fuego. –Fue lo primero que dijo, y no lo entendí muy bien, cuando escuchamos una poderosa explosión en los pisos de arriba, de inmediato el lugar se vio en vuelto en llamas y las incendiadas vigas del techo comenzaron a caer sobre nosotros. Gente corría asustada por los pasillos, otros más se hallaban envueltos en llamas gritando de desesperación, algunas enfermeras habían quedado muertas aplastadas cuando el techo de la habitación comenzó a derrumbarse. Lo único que pude hacer en ese momento fue envolver a Marcos con mi cuerpo para de alguna forma protegerlo, él estaba asustado y no comprendía bien lo que estaba pasando, sentí sus uñas aferrarse a mi espalda, mientras veíamos el lugar entero derrumbarse. Asustado, el chico a quien yo tenía entre mis brazos, se liberó con fuerza, confundiéndome un poco.
-Marcos, espera, ¿qué haces? –Quise detenerlo jalándolo del brazo, pero me dio un fuerte puñetazo en el rostro y salió corriendo entre las abrazadoras llamas, probablemente estaba aún en shock. Me sorprendió que pudiera moverse tan bien, definitivamente los ejercicios que había hecho con él, habían dado buenos resultados. Pero ese no era el momento para pensar en eso, debía ir tras él, no estaba dispuesto a perderlo de nuevo.
Salí de la habitación, y lo vi dirigirse en el sentido contrario a la ruta de escape; pacientes, visitantes, doctores, personal de servicio, todo el mundo gritaba asustado. Fui tras Marcos, aunque al correr, varias veces caí al suelo, el humo ya empezaba a impregnar el lugar, y era más difícil respirar.
-¿Estás bien? –Escuché que alguien me preguntó, ayudándome a levantar.
-¿Bruno? –Pregunté mientras tocía. -¿Qué demonios haces aquí?
-Estaba con mi grupo de rehabilitación cuando algo explotó. –Me jalaba con fuerza del brazo hacía la salida. –Tenemos que salir de aquí, el edificio se puede derrumbar.
-No puedo. –Me desprendí de él y tallé mis ojos con los puños. –Tengo que ir por Marcos.
-¿Marcos? –Esta vez enfurecido, me tomó de los hombros con brusquedad. -¡Olvídate de Marcos, él no regresará! En este momento debes preocuparte por ti.
-Ya despertó. –Aunque había estado justo en ese momento y ahora lo repetía, quizá me costaba trabajo asimilarlo. –Despertó... No voy a dejarlo solo.
-Iré contigo. –Lo miré decidido y empezamos a correr y a adentrarnos en el hospital.
El departamento de bomberos, así como ambulancias llegadas de otros hospitales se habían dado cita en el lugar del incendio. Cámaras de televisión y cientos de reporteros también intentaban obtener información de lo que ocurría. A mis hermanos y a Tess, los habían sacado del lugar.
-¡Déjenme entrar por favor! –Gritaba Clark desesperado, mientras intentaba atravesar la barricada que los policías habían colocado, para evitar que los civiles entraran. –Mi hermano está ahí adentro, por favor déjenme pasar. –Pero era inútil.
-Él no nos dejará. –Karo lo tomó de la mano y mi hermano se inclinó para abrazarla. –Ya verás que regresará, jamás nos ha fallado. –Fue en ese momento que Karo decidió revisar su celular, tenía un mensaje mío. -¡No puede ser! ¡No puede ser! –Todos la voltearon a ver. -¡Marcos despertó! ¡Pero los dos están atrapados ahí dentro y parece que Marcos está perdido!
-Oye... –Tess se dirigió al muchacho misterioso que estaba con ellos, al parecer ellos dos ya se conocían desde antes. –Tienes que traerlo. –Sin decir más, el joven, que portaba una playera negra, jeans, y zapatos deportivos, se alejó un poco, se hincó sobre el suelo como en posición para iniciar una carrera, inhaló aire, y salió corriendo a toda velocidad, saltó la barricada y aunque los policías iban tras él, no pudieron alcanzarlo.
Bruno y yo seguíamos recorriendo el lugar, pero no podíamos verlo, y las imagines de personas muertas en el suelo era devastadora. Por un momento me bloqueé ante tal escena, cuando llegamos al pabellón de niños, algunos habían logrado huir, pero había dos o tres pequeños cuerpos calcinados sobre el suelo. Eso me afectó demasiado, impidiéndome reaccionar, no me daba cuenta que una viga del techo incendiada estaba a punto de caerme encima.
-¡Kyle, cuidado! –Bruno, al percatarse del peligro, se aventó para empujarme, logrando salvarme de una inminente muerte. -¡Es mejor irnos, no creo que Marcos pueda sobrevivir a esto en el estado que está! –El calor era insoportable, transpiraba gotas de sudor color negro debido a las cenizas que volaban en el aire.
-No. –Pero no podía darme por vencido, no todavía. –Tengo que encontrarlo. – Fue en ese momento que escuché un llanto, seguramente era él, nos acercamos a ver y una niña estaba escondida en uno de los armarios de limpieza, sintiéndose aliviada, se abrazó con fuerza a Bruno y luego cayó desmayada en sus brazos. -Subimos más escaleras, al parecer el incendio ya se había expandido por todo el edificio, y fue en ese momento que logré verlo. Ahí estaba, sentado en una esquina, abrazándose a sí mismo, mirando con terror todo lo que ocurría. -¡Marcos! –Volví a gritarle para que me notara, pero en cuanto me vio, se levantó y comenzó a correr. Quiso huir de mí, pero otra viga de techo cayó enfrente de él, haciéndole cambiar de ruta y meterse a una de las habitaciones. Fuimos tras él y nos encerramos en la misma habitación, al parecer todavía no se quemaba, pero era cuestión de segundo para que el fuego llegara ahí. Cerramos la puerta y para nuestra suerte había una ventana en el lugar, podíamos salir por ahí. Pero, cuando Bruno la abrió, se dio cuenta de que estábamos en el quinto piso y no había forma segura de bajar así que comenzó a gritar por ayuda, unos bomberos lo escucharon y rápidamente comenzaron a inflar uno de esos colchones que usan para que cayéramos sobre él. -¡Marcos, reacciona, tenemos que salir de aquí! –El humo ya se comenzaba a filtrar y era difícil hablar.
-¡No hay tiempo, tráelo a la fuerza! –Gritó Bruno, mientras cargaba a la niña y observaba por la ventana a que los bomberos le indicaran la señal para saltar. Quise acercarme a Marcos, pero no me dejaba tocarlo. Me aventó lejos, tenía mucha fuerza, quiso volver a salir por la puerta, pero al tocar la perilla le quemó la mano.
-Marcos... –suavicé mi tono de voz, y me acerqué sigilosamente. –Confía en mí, por favor.
-¿Estoy en el infierno? –Murmuró con tristeza y resignación. –Por favor, contéstame, ¿es éste el infierno?
-Marcos... No... –Me acerqué un poco más a él y le acaricié el rostro. –Amor, estás vivo, regresaste conmigo. –Parecía calmarse un poco, lo miré con amor para hacerlo confiar en mí, pero nuestro momento se vio interrumpido cuando escuchamos otra explosión. -¡Ven, tenemos que salir de aquí! –Cuando estaba a punto de tomar mi mano por voluntad propia, la puerta de la habitación, fue lanzada y casi nos golpea.
-¡Marcos! –Gritó un tipo con tonó de preocupación, era un chico de piel blanca, aunque algo manchada de sudor y cenizas, ojos azules y cabello castaño claro.
-¡Adam! –Marcos se alejó de mí y se lanzó directo a abrazarlo.
-Sabes que siempre te encontraré. –Le correspondió el abrazo, y de sus ojos cayeron lágrimas, un momento sin duda conmovedor pero me resultaba repulsivo. -¡Tenemos que salir todos se aquí! –Gritó, mirándonos a los demás en la habitación. –Bruno nos indicó que el colchón estaba listo, saltó él con la niña en brazos y aterrizaron sin heridas, todos los espectadores comenzaron a aplaudirles. –Es tu turno chico, salta. –Qué tipo más engreído.
-No me iré sin Marcos. –Rezongué.
-Tranquilo, iremos justo detrás de ti. –No me quedaba tiempo de ponerme a dramatizar, por un instante pensé que era mejor quedarme ahí, pero me apuró ese tal Adam y yo también salté al colchón, y luego ellos dos bajaron juntos, un aplauso de la multitud se volvió a escuchar.
-Eso demuestra que no se la pasó soñando contigo. –Me susurró Bruno al oído, mientras yo empuñaba mis manos con tal fuerza que la intensa y roja sangre escurría con furia.
CONTINUARÁ...